José de Espronceda (1808-1842) no solo es uno de los poetas más reconocidos del Romanticismo en España sino también destacó en la faceta política (liberal) mientras llevaba una vida aventurera. Encontramos en sus obras los temas y características del Romanticismo con ese gusto por los espectros, las tumbas, las ruinas, el apasionamiento y el ritmo marcado y rimbombante que es santo y seña de su conocido poema Canción del pirata. Por su parte, El diablo mundo, junto con El estudiante de Salamanca, son las obras más importantes de este poeta romántico español. El diablo mundo se publicó por entregas entre 1840 y 1842. Consta de seis cantos y una introducción con 5805 versos de distinta medida y rima.
Argumento de El diablo mundo de José de Espronceda
La obra comienza con unas visiones del autor que se encuentra rodeado por un coro de demonios. El Canto I nos adentra en la temática sobre la inconsistencia y vacuidad de la vida a través del llanto de un hombre maduro.
El Canto II es el conocido Canto a Teresa, un poema lírico en el que el escritor se lamenta por los sueños perdidos en contraste con las duras pruebas de la vida.
¿Dónde volaron ¡ay! aquellas horas
de juventud, de amor y de ventura…?
El Canto III nos presenta a Adán, un anciano transformado en un joven fuerte y hermoso. Tras esta peculiar metamorfosis, se produce un barullo en la casa en la que se encuentra y, de resultas, Adán da con sus huesos en la cárcel donde de poco le sirve su recobrada lozanía.
El Canto IV nos adentra en el submundo de la prisión donde Adán se topa con el tío Lucas y su hija La Salada que logra sacarlos de la cárcel.
El Canto V nos introduce en los personajes característicos de una taberna con pelea mortal de por medio. Adán y La Salada huyen. Sin embargo, Adán se une a una cuadrilla de bandoleros dispuestos a robar los objetos lujosos de la condesa de Alcira.
El Canto VI da un giro de guion, ya que Adán se queda prendado de la belleza serena de la aristócrata que duerme plácidamente mientras los ladrones desvalijan su casa. La buena señora se despierta. Ante sus gritos y los de los vecinos, llega la autoridad para detener a los delincuentes y los bandidos comienzan una huída desordenada. Adán deambula solo por Madrid hasta refugiarse en un prostíbulo donde una mujer vela el cadáver de su hija muerta mientras las risas de las meretrices y los clientes son ajenas a la tragedia. Adán se compadece de la pobre madre.
El diablo mundo termina con una digresión y lamento sobre la rebeldía que debe ser consustancial al poeta, ya que sería el único camino posible para redimir las miserias del mundo ante los ojos divinos.
Candela Vizcaíno | Doctora en Comunicación por la Universidad de Sevilla