CULTURA
Toros
San Isidro 2024

Francisco Rivera Ord��ez, en el 40 aniversario de la muerte de Paquirri: "Era mi h�roe, mi �dolo, s�lo quer�a ser como �l"

Repasa el significado de la figura de su padre en la historia. Acompa�ar� al Rey Felipe VI en la Corrida de la Prensa y su hija Cayetana es la imagen de la feria de San Isidro: "A mis hijos les cuento la grandeza de su abuelo, que dio la vida por nosotros y por el toro"

Francisco Rivera Ord��ez
Actualizado

Se cumplen este 2024, cuando nos alcance septiembre, 40 a�os de la muerte de Francisco Rivera Paquirri, una figura universal inmortalizada por Avispado en Pozoblanco, donde subi� al olimpo de los mitos. Fue Paquirri un torero total, un lidiador todopoderoso, indiscutible en la �lite del escalaf�n en los a�os 70, due�o de seis Puertas Grandes de Madrid. Cuando se cuenta el boom del toreo en la d�cada de los 80, no se encardina con la debida importancia lo que supuso la sacudida de su muerte, su sangre derramada, su tr�gica inmolaci�n: le devolvi� credibilidad a una fiesta de los toros castigada por la retah�la del fraude, del todo es mentira de los poseedores de la verdad. Su grandeza, la grandeza de aquel torero de Barbate que rindi� todas las plazas del mundo, sigue viva entre nosotros. Y, por supuesto, entre los suyos, en su primog�nito, Francisco Rivera Ord��ez, que rememora para EL MUNDO el significado �ltimo de la figura de su padre en la historia del toreo.

No hace falta reivindicar la talla de figura de su padre 40 a�os despu�s de su muerte, pero tampoco est� de m�s. �Qu� signific� en la historia del toreo?
No soy el m�s apropiado para decirlo, no voy a ser nunca imparcial. Pero mi padre, que en alg�n momento se le pudo tachar de que ten�a un toreo poco refinado, se code�, y disput� el cetro, con las figuras de la edad de oro del toreo. Ord��ez, Camino, Puerta, El Viti... Esa categor�a de toreros a las que se enfrent� mi padre en sus principios. A Luis Miguel Domingu�n, f�jese de qui�nes estamos hablando. A base de pundonor, valor, entrega, se fue abriendo un hueco hasta mandar en el toro.
Un torero total, un conocedor del toro y de la lidia absoluto.
Eso era brutal. Amaba su profesi�n. Viv�a para ella. Lo que m�s quer�a en el mundo era a sus hijos, y luego a su profesi�n con una entrega inquebrantable. Fue un conocedor, un estudioso del toro, desde una inteligencia natural, bruta, dir�a, tremenda. Es la persona m�s luchadora que he conocido en toda mi vida. Empez� a trabajar con 8 � 9 a�os. Desde ah� su vida fue un ejercicio de lucha y superaci�n.
Fue obsesivo con la preparaci�n f�sica, hasta un punto no conocido antes entre la torer�a andante.
Instaur� en el toreo el entrenamiento f�sico a un nivel de atleta ol�mpico. A un nivel profesional de deportista de primer nivel. Dec�a que para estar delante del toro hay que estar muy fuerte. Recuerdo como si fuera ayer las barbaridades que hac�a con nosotros de peque�os. Toreaba toros en el campo y, para hacer m�s fuerza y m�s esfuerzo, me sub�a a su espalda. �Y con un toro! Yo lo he hecho con mis hijos con becerras. La seguridad que no tendr�a en s� mismo para hacerlo con un toro. Yo pasaba un miedo atroz. �l nunca ten�a suficiente con el entrenamiento, siempre hab�a que hacer m�s.
Y qu� n�meros tan abrumadores en la d�cada de los 70 los de una figura que fue transoce�nica.
Mi padre viv�a para el toro. Quer�a torear y torear. Y no hablaba de otra cosa. Espa�a, Am�rica... Y los viajes de esa �poca que tampoco se pueden comparar con los de ahora. Y torear ese n�mero de corridas de toros. Qu� capacidad.
Capacidad f�sica, capacidad lidiadora y capacidad con la espada.
Ojal� hubiera heredado yo la mitad de su capacidad estoqueadora. Matando era un ca��n. De los toreros m�s impresionantes y certeros que hayan existido. Ya no es que matase todos los toros, sino la espectacularidad y la fuerza con que lo hac�a. Me contaba un d�a uno de los matarifes de Sevilla que de la potencia con la que entraba part�a los huesos de las paletas de los toros, y eso lo ve�a al descuartizarlos. La gente asist�a al desolladero a comprobar si era verdad aquella leyenda. Cuando montaba la espada transmit�a seguridad. Paco Ojeda me contaba que, cuando cog�a una racha de medias estocadas, no sab�a lo que hac�a pero le duraban los toros de pie 10 segundos y le daba hasta rabia...[risas]
Precisamente con Ojeda libr� la �ltima batalla por el cetro del toreo.
Fue tremenda. Ojeda ha sido un torero de �poca, de los que han cambiado la forma de torear, o ha creado un concepto nuevo. Mi padre, ya un poquito en retirada, se enfrent� a un Paco Ojeda en plenitud. Recuerdo un mano a mano en Marbella, que ya ves, Marbella, pero aquello fue de una tensi�n y una rivalidad que electrificaba. Daba igual d�nde torearan que sal�an los dos a morir. Desataban una explosi�n de emociones, de sentimientos, de lucha. Fue una guerra mundial. Para el toreo fueron a�os apote�sicos, la �ltima �poca dorada. O quiz� fuera la m�a en los 90. Aquel cartel Paquirri-Paco Ojeda habr� sido de los carteles que m�s inter�s han suscitado en la historia. Cuando uno se impon�a, el otro se com�a a s� mismo.
Una rivalidad no exenta de admiraci�n mutua.
Eso le iba a decir. Mi padre respetaba absolutamente a Paco Ojeda, y Paco Ojeda siempre habla de �l con respeto y cari�o. Rivalidad total, y admiraci�n y respeto absolutos.
Francisco Rivera Ord��ez frente a un busto de su padre Paquirri

Y llega Pozoblanco, 26 de septiembre de 1984, �qu� recuerdos conserva usted que por entonces era un ni�o de 10 a�os?
La verdad es que esos recuerdos son feos. No me gusta recordarlos mucho. Cuando lo hago, es como si lo viviese hoy. Pero es tan triste que prefiero recordar a mi padre en otros momentos. No me gusta pensarlo ni el d�a que muri�. Prefiero rememorar el d�a que sali� por la Puerta del Pr�ncipe. Fue terrible. Y me afect� como a cualquier ni�o de 10 a�os... No entend�a nada, tan peque�o. Me sent�a perdido, solo... Es que echo tanto de menos a mi padre a d�a de hoy [se emociona]. Tantas cosas ser�an distintas si �l hubiera vivido.
Las im�genes de su sepelio en Sevilla, aquella marea humana, recordaban a las sacudidas que supusieron para Espa�a las muertes de Joselito el Gallo o Manolete, a ese nivel.
Rebas� todo. El Cordob�s empez� con esa fama, pero sali�ndose un poco por fuera de lo que era ser torero. Mi padre lo rebas�. Era el torero del pueblo, de todas las casas de Espa�a. De la alta cuna, de la media, de la baja. Todav�a hay se�oras que se me acercan y se emocionan y lloran record�ndolo. Por su nobleza, por su entrega absoluta, su bondad. Era un hombre tan bueno que no merec�a haberse ido tan pronto.
�Piensa que todo lo que vino despu�s, con otro tipo de informaciones, pudo crear un velo sobre la verdadera transcendencia de su figura?
Creo que no. �l con su vida y con su muerte demostr� qui�n era Paquirri en una plaza de toros, en la historia del toreo. Ha sido tan grande que no lo han podido eclipsar. Al contrario, expusieron la parte m�s humana que muchas veces en los toreros no se ve.
Su muerte no fue en vano: supuso la reforma de todas las enfermer�as de las plazas de Espa�a, en franca decrepitud.
A m� no me sirve. Pero, s�, lo que est� contando es cierto. Se afront� algo pendiente. Los toreros nunca miramos la enfermer�a. Tengo amigos artistas, deportistas de primer nivel, que siempre me dec�an lo mismo: �Yo tendr�a un hombre que fuera a las plazas a comprobar el estado de la enfermer�a, que todo estuviera bien�. Ni pensamos en ello, que es una barbaridad. No s� si por superstici�n, si por mal fario, o por no asumir la realidad de la profesi�n, que por otra parte tenemos asumida.

"No me gusta recordar Pozoblanco, son recuerdos feos. Me sent� solo, perdido"

Existen dos im�genes ic�nicas de Paquirri. Una la de la estocada al toro Buenasuerte, de Torrestrella (Madrid, 1979). Y otra con su abuelo Antonio Ord��ez saltando a hacerle el quite en Sevilla, vestido de paisano, y �l con una cornada en cada muslo.
Ese d�a estaba yo en la plaza. En un par de banderillas, lo cogi� y, efectivamente, le dio una cornada en cada muslo. Y es esa foto m�tica en la que, si se fija, mi abuelo tiene el cigarro en la boca.
�C�mo fue la relaci�n de Antonio Ord��ez con Paquirri?
Cuando yo empezaba, quer�a banderillear. Pero mi abuelo me lo prohibi�. Me dec�a: �Eres hijo de quien eres, y tendr�as que banderillear tan bien, que mejor que lo olvides�. Le profesaba una admiraci�n y un respeto profesional incre�ble. Y personalmente tambi�n. Repet�a que era una de las mejores personas que hab�a conocido en su vida. A veces, cuando ten�amos nuestros m�s y nuestros menos, el abuelo me soltaba que era igual de cabezota que mi padre. Yo me crec�a y �l insist�a. Mi padre deb�a de ser muy cabezota. Nunca se dejaba ganar la pelea. F�jese, Antonio Ord��ez hablando de la talla y la capacidad de mi padre. C�mo no ser�a. Arrollador.
Uno de los homenajes m�s profundamente sentimentales de usted hacia su padre fue cuando en 2010 se anunci� como Paquirri.
La verdad es que siempre quise. Pero por no lo hice por mi abuelo, por el apellido Ord��ez, por lo que representaba. Y, adem�s, tambi�n Rivera Ord��ez quedaba bonito, por lo que esos dos apellidos han significado en el toreo. Nadie puede estar m�s orgulloso que yo. Pero siempre tuve la cosita de anunciarme Paquirri. Hab�a gente que me lo llamaba desde el principio y a m� me encantaba. Mi h�roe, mi �dolo. A quien me he querido parecer m�s en todo era a �l. La oportunidad surgi� en la alternativa de D�maso hijo. Se la conced�amos Manzanares y yo. Y como el cartel de Paquirri, D�maso y Manzanares se hab�a repetido tanto en los 70 lo pens�. Pues qu� bonito anunciarme as� y que sus hijos revivi�semos el cartel. La idea era anunciarme ese d�a y ya. Pero muchos empresarios empezaron a preguntar si pod�an anunciarme como Paquirri. Lo habl� con Manolo Gonz�lez, mi apoderado, y me dijo que tirase para delante, que estaba en mi derecho. Para m� personalmente fue muy importante.
Francisco Rivera Ord��ez

Viene la feria de San Isidro y hay que recordar que los n�meros de su padre en Las Ventas son impresionantes: seis Puertas Grandes
Y con el toro de antes, que era nitroglicerina. Antes habl�bamos del toro Buenasuerte, de Torrestrella. Fernando Domecq, tan amigo, no pudo asistir a la corrida y llam� a mi padre para preguntar si el toro hab�a sido tan bueno. Y le respondi�: �Mira, no me toc� y tengo el cuerpo lleno de moratones�. Ese toro lo torea Paquirri y nadie m�s. Buenasuerte, que fue un tigre de Bengala, se encontr� con Francisco Rivera Paquirri.
Le ha nombrado la Asociaci�n de la Prensa de Madrid (APM) �asesor real� para acompa�ar al Rey Felipe VI en su corrida. �Qu� supone?
Un tremendo honor. Primero, por acompa�ar a Su Majestad el Rey ese d�a; segundo, por ser el representante del mundo taurino e intentar transmitirle lo que es el toreo, todos nuestros valores, nuestra vida. Por qu� nos la jugamos, por qu� amamos tanto el toro y por qu� el toro es cultura. Es una responsabilidad guiarle, m�s que ense�arle. Mostrarle lo que sentimos en una plaza de toros es lo que mejor puedo hacer.
Si le acompa�a el ministro de Cultura, Ernest Urtasun, como el a�o pasado hizo Iceta, tampoco le vendr�a mal escuchar sus explicaciones.
Creo que, m�s all� de que este se�or est� atentando contra la libertad y faltando el respeto a millones y millones de espa�oles, est� muy equivocado. Realmente el toro les da igual. Lo han cogido como un s�mbolo que derrocar. El toro es apol�tico. Ha sido de derechas, de izquierdas, de todos. Lo que hay que buscar son buenos gestores y dejarnos de tonter�as. De lo �nico que se preocupan es de mantener su sill�n.
La APM entregar� tambi�n su Oreja de Oro en esta edici�n �In memoriam de Francisco Rivera Paquirri�
Son cosas muy bonitas para nosotros. Siempre se dice que nadie se va del toro mientras alguien lo recuerde. Ver c�mo se rinde homenaje a mi padre, en lo que �l era, por lo que consigui� con su sangre y su sudor, me llena de orgullo y presumo much�simo. Adem�s es una forma maravillosa que tengo de ense�arle a mis hijos qui�n fue su abuelo. Me ayuda mucho.
�Y qu� les cuenta?
Lo mucho que jugaba con nosotros. Jugaba a nuestros juegos pero llevados a �l. Al escondite, por ejemplo. Y ten�a que ganar siempre. Era un ser muy especial, excepcional. Les digo lo grande que fue, que todo lo que tienen y todo lo que somos, es gracias al esfuerzo total y a la entrega absoluta de quien dio su vida por nosotros y el toro. Contarles un poco c�mo era y trasmitirles todo ese amor que yo recib� de �l.
Ver�a hoy a su nieta Cayetana como imagen de la feria de San Isidro. Bord� su discurso, los honores que rindi� a las sangres toreras que corren por sus venas (Ord��ez, Rivera, Dom�ngu�n) y lo orgulloso que usted se debe sentir como padre.
Me hart� de llorar. Ha sido acertad�simo para nosotros, para la historia de la familia, para ella. Estar en los carteles de San Isidro es muy bonito, y cuando vaya pasando el tiempo lo ser� m�s. Mi padre lo hubiera disfrutado, y mi madre habr�a estado como loca. Lo bien que habl� Cayetana, c�mo nos puso en ese sitio a todos los toreros de la familia. Ha recibido el testigo de lo que hemos hecho en la plaza. Confluyen en ella tres de las cinco m�s dinast�as de la historia del toreo.