El rey proscritopinterest
Netflix

Dirección: David Mackenzie
Reparto: Chris Pine, Aaron Taylor-Johnson, Billy Howle, Florence Pugh, Callan Mulvey, Stephen Dillane,
Título en V.O: Outlaw King
Nacionalidad: Reino Unido Año: 2018 Fecha de estreno: 09-11-2018 Género: Aventuras Color o en B/N: Color Guión: David Mackenzie Fotografía: Barry Ackroyd
Sinopsis: Una verdadera historia de David contra Goliat, de cómo Robert The Bruce, el gran rey escocés del siglo XIV, utilizó su astucia y valentía para intentar derrotar al ejército inglés de ocupación, mucho más numeroso y mejor equipado. Es la historia jamás contada de Roberto I Bruce, que en un año extraordinario pasó de ser un noble derrotado a un rey reticente, hasta convertirse en un héroe fugitivo. Obligado a entrar en batalla para salvar a su familia, su gente y su país de la tiránica ocupación inglesa, Roberto se apodera de la corona de la Escocia medieval y lidera a un grupo de hombres insurgentes para enfrentar la ira del ejército más fuerte del mundo conducido por el despiadado rey Eduardo I y su débil hijo, el príncipe de Gales.

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Lo mejor: el plano secuencia que abre la película, sitúa los personajes y delimita los conflictos.
Lo peor: la presencia en el guión de Mark Bomback, seguramente para añadir escenas de acción.

Una de las cosas que se esperaban con mayores ganas de esta superproducción Netflix (rodada en formato panorámico y con un alarde de medios envidiable), co-escrita y dirigida por el escocés David Mackenzie, era que mantuviera en su interior los elementos más característicos de su mundo e inquietudes como cineasta, como autor. No tanto el de Comanchería, magistral film que debe más a su guionista, Taylor Sheridan, que al propio Mackenzie, sino el de Convicto, una metáfora de la guerra, del poder y de las humillaciones, en el claustrofóbico escenario de un reformatorio juvenil. Cierto es que, a simple vista, la epopeya árida y áspera de Robert the Bruce y sus hombres contra la tiranía y la invasión de Escocia del rey Eduardo de Inglaterra, conectan con la mencionada Comanchería (más al contar con su actor protagonista: Chris Pine): proscritos en una romántica, fatalista y cainita huida hacia delante condenada al fracaso. No obstante, la complejidad del personaje está más cerca del furioso adolescente encerrado entre fieras y cuyo alzamiento y revolución tiene más que ver con el exorcismo de demonios interiores que con una oda a la libertad o contra la opresión del poder político. En este sentido, El rey proscrito es un retrato/psicoanálisis nada complaciente de personaje antes que una sucesión de batallas y gestas épicas (presentes, por supuesto, y visualmente impecables, en el generoso metraje). A David Mackenzie le interesa ser más él que otro David, David Lean.

Comparada casi obligatoriamente con Braveheart, la multioscarizada cinta de Mel Gibson (misma época histórica, la mención a William Wallace, las escenas de masas, el odio hacia la corona inglesa…), la película de Mackenzie se siente más cómoda (otra cosa serán los espectadores) en el lodo, en el barro que mancha a los personajes de esta tragedia en el fondo sobre la virilidad y la masculinidad: el desnudo frontal de Bruce/Pine tras un alegórico baño, cómo su segunda esposa –espléndida Florence Pugh- le enseña e inicia en el sexo, su equívoca relación con el monarca e hijo etc. El rey proscrito, por mucho que parezca doblegarse al gran espectáculo (más tras un recorte de unos 20 minutos de la primera versión vista en Toronto a la que ahora nos ofrece Netflix), hace que esas batallas, esas ejecuciones, esas muertes, esas intrigas y estrategias de palacio y políticas, se reproduzcan en los espacios cerrados de estancias de castillos, campamentos o la mente torturada de sus mártires investidos a su pesar de héroes. Es entonces cuando (con una cita explícita y todo) David Mackenzie revela el rostro del rey ante quien de verdad se arrodilla: Orson Welles. El Welles de Macbeth, Otelo y Campanadas a medianoche. El destino de sangre e ira del rey escocés; los celos y una probable homosexualidad del moro de Venecia, y la traición de la nobleza hacia cualquier tipo de atisbo de amistad o gesta que no perpetúe en el poder a los de siempre en la triste oda a Falstaff.

Cuando un silencioso Robert the Bruce mira en un momento del film a quien podría ser su verdugo y que será su víctima, El rey proscrito abre un túnel del tiempo hacia el adolescente maltratado y maltratador de Convicto. Todavía es posible hacer un cine épico donde todo está en una mirada.