Agente Stone (2023), de Tom Harper

Rachel Stone es en apariencia una torpe espía del MI6 que nunca será agente de campo, pero que sí es una valiosa hacker. Pero en realidad es Nueve de Corazones, una mujer de armas tomar que trabaja para La Carta, una organización supersecreta que apoya a otros servicios secretos en oculto, respaldados por el Corazón, un superordenador cuántico que permite tomar decisiones eficientes y objetivas en misiones de alto riesgo. Sus compañeros de comando, Yang, Bailey y Parker descubrirán su identidad secreta cuando les salve el pellejo en una operación en Lisboa, contraviniendo órdenes. Pero al precio de que los villanos de turno intenten hacerse con el control de Corazón.

Cinta de acción y agentes secretos dirigida por el solvente Tom Harper, que toma como referencia las películas de James Bond, y sobre todo las de Misión imposible, con trabajo en equipo pero con una “individua” que destaca sobre el resto, Stone, que sí tiene un corazón de carne y no de piedra, como podría sugerir su apellido, o el artificial que sólo toma decisiones siguiendo algoritmos.

Curiosamente, si algo le falta a este film, frente a los protagonizados por Ethan Hunt-Tom Cruise, es precisamente corazoncito. Todo se antoja demasiado frío, a pesar del empeño de Gal Gadot, protagonista y productora, por dar humanidad al mundo de los espías, y erigirse en mentora de una hacker que acumula demasiada rabia en su interior, a la que da vida Alia Bhatt. El intento de los guionistas Greg Rucka y Allison Schroeder por conceder un pasado a los personajes que explique sus acciones es definitivamente algo pedestre.

Desde luego, el despliegue de producción es impresionante, y siguiendo el referente de MI tenemos saltos en parapente y caída libre, persecución automovilística por las calles emblemáticas de una ciudad, Lisboa, crítica a la Inteligencia Artificial, y la lagrimita por la muerte de algún miembro del equipo, por culpa del inevitable traidor. Sorprende la brevísima aparición de una desmejorada Glenn Close.