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El amor en acción: Aprender a cuidar con el ejemplo de María
Esta es una invitación a reflexionar sobre el poder transformador del cuidado.


Por: Redacción | Fuente: Catholic.net



En el silencio contemplativo de una madre que acuna a su hijo, encontramos la esencia del cuidado que trasciende el tiempo y el espacio. María, la madre que llevó en su vientre no solo la vida sino la esperanza del mundo, se convierte en un faro de luz que nos guía hacia un futuro lleno de amor y compasión.

Como todas las madres, María nos enseña que el cuidado es el lenguaje universal del amor. Un lenguaje que no necesita palabras, pero que se expresa en cada gesto de ternura, en cada acto de sacrificio y en cada decisión que pone a los demás antes que a uno mismo. Es un lenguaje que todos podemos aprender y que todos debemos hablar si queremos que el nuevo año traiga consigo la promesa de un mañana mejor.

El cuidado es revolucionario. Va en contra de los lenguajes del egoísmo que tanto dominan nuestro mundo actual. Nos invita a abandonar la comodidad de pensar solo en nosotros mismos y a abrazar la valentía de preocuparnos por los demás. Cuidar nuestra vida, nuestro tiempo, nuestra alma, no es solo un acto de autoconservación, sino un compromiso con el bienestar colectivo.

Cuidar la creación y el ambiente es reconocer que somos parte de un todo interconectado, que nuestras acciones tienen un impacto más allá de nuestra comprensión inmediata. Y cuidar a nuestro prójimo, a aquellos que el Señor ha colocado en nuestro camino, es reconocer la divinidad en cada ser humano y responder a su llamado con un corazón abierto y dispuesto.

Mirando a la Virgen con el Niño, aprendemos que cuidar es también cuidar de nosotros mismos. Es nutrir nuestra salud interior, fortalecer nuestra vida espiritual y practicar la caridad. Es entender que no podemos dar lo que no tenemos y que, para cuidar genuinamente de los demás, primero debemos estar en paz con nosotros mismos.



Esta es una invitación a reflexionar sobre el poder transformador del cuidado. Que las palabras de María resuenen en nuestros corazones y nos inspiren a adoptar el lenguaje del amor como nuestro propio idioma. Porque en el acto de cuidar, encontramos la verdadera esencia de la humanidad y la promesa de un futuro lleno de esperanza.







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