Un escritor fantasioso y controvertido

Cyrano de Bergerac, la pluma transgresora de Francia

Inmortalizado en el teatro y el cine, Hercule-Savinien de Cyrano de Bergerac fue un hombre a la altura de su personaje e incluso más controvertido de como lo retrataron. Su vida aventurera estuvo a la par con su producción literaria, en la que dejó volar su imaginación sin límites y caricaturizó ferozmente a hombres e instituciones sin importarle la posición que ocuparan.

Cyrano de Bergerac

Cyrano de Bergerac

Rijksmuseum/CC

El 6 de marzo de 1619 nació en París Hercule-Savinien de Cyrano, que pasaría a la historia como Cyrano de Bergerac. Era el hijo de un abogado que, casándose con la hija de un noble, había entrado en los rangos de la pequeña nobleza. Su abuelo había adquirido una propiedad en la localidad de Bergerac, donde pasó gran parte de su infancia y de la cual tomó el nombre con el que es conocido.

Ya desde joven Cyrano empezó a dar muestras de su carácter irreverente: su profesor era un párroco al que consideraba incapaz de enseñarle nada que le pudiera ser de provecho y a cuyas clases prestaba muy poca atención. Cansado de esta actitud, su padre lo sacó de la escuela y lo mandó de nuevo a la capital, despreocupándose y dejando que sus parientes parisinos se encargaran de él. Aunque prosiguió sus estudios en el prestigioso Colegio de Beauvais, siguió demostrando su carácter transgresor: años más tarde, en su obra El pedante engañado (1645), caricaturizó sin piedad al director de esta respetada institución.

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Las aventuras del joven Cyrano

A los 19 años, Cyrano decidió emprender la carrera militar y se alistó en la Compañía de las Guardias Francesas, un cuerpo de infantería de élite al que también perteneció el famoso mosquetero D'Artagnan. Participó en los sitios de Mouzon y de Arras durante la Guerra de los Treinta Años, pero en este último recibió una herida que le forzó a retirarse del ejército solo dos años después de haber empezado su andadura en él. Sin embargo, ese breve tiempo le había bastado para dar a conocer su nombre a causa de los numerosos duelos y trifulcas en las que había estado involucrado.

En los años siguientes Cyrano se dio a todo tipo de excesos y dilapidó rápidamente los escasos recursos con los que contaba. Fue acogido por su amigo -y posiblemente amante- Charles Coypeau d'Assoucy, un poeta y músico que, al igual que él, era conocido por su vida libertina. Los rumores, reales o no, sobre los hábitos de Cyrano y su afición a la bebida, al juego y al sexo llegaban hasta su padre, hombre severo y religioso que ignoró hasta el final las peticiones de ayuda económica que le hacía su hijo.

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Una pluma más afilada que su espada

Pero la suerte de Cyrano cambió en 1647, por cruel que pueda sonar, cuando su padre murió: puesto que sus tres hermanos mayores también habían fallecido, la herencia fue repartida entre él y su hermano menor Abel, que heredó los títulos de la familia; la hermana pequeña, Catalina, había entrado en un convento de París del que llegaría a ser la madre superiora. Aunque modesta, la herencia le permitió sobrevivir y dedicarse finalmente a su pasión, la escritura.

Como ya había demostrado en El pedante engañado, la pluma de Cyrano era más afilada de lo que había sido su espada y nadie escapaba de ella, por alto que fuera su cargo. En Las Mazarinadas (1649) atacaba la política del cardenal Mazarino, primer ministro del reino; y en La muerte de Agripina (1653) fue aún más allá al burlarse de la propia existencia de Dios, causando un gran escándalo. Incluso su antiguo amigo d'Assoucy, con el que se había enemistado, fue objeto de una sátira con un título muy explícito: Contra un ingrato.

La pluma de Cyrano era más afilada de lo que había sido su espada y nadie escapaba de ella, lo que le valió una gran lista de enemigos en una carrera de apenas 10 años.

Pero sería solo tras su trágica muerte cuando se publicaría su obra más famosa: El otro mundo, que consta que dos partes, Historia cómica de los Estados e imperios de la Luna (1657) e Historia cómica de los Estados e imperios del Sol (1662). En ella, el propio Cyrano narra en primera persona un viaje surrealista a la Luna y al Sol a bordo de una máquina voladora, donde conoce a sus extraños habitantes, dotados de todo tipo de poderes. También se encuentra con los fantasmas de los filósofos Sócrates y Descartes, con quienes debate sobre la naturaleza de la Tierra y el Universo, y es perseguido por sus ideas subversivas acerca de la autoridad, la religión y la sociedad. La sátira evidente con la que retrataba su propio mundo hicieron de esta obra su creación más provocadora: habiéndola confiado a su amigo Henry Le Bret, este realizó una criba para eliminar las partes que juzgaba más controvertidas antes de publicarla.

Cyrano de Bergerac L’histoire comique contenant les états et empires du soleil

Cyrano de Bergerac L’histoire comique contenant les états et empires du soleil

Dos siglos antes que Jules Verne, Cyrano de Bergerac narró un surrealista viaje al espacio que, bajo su capa de fantasía, constituye una de las obras más mordaces que escribió: los habitantes de la Luna y del Sol, aunque muy distintos en aspecto a los seres humanos, pecan de sus mismos defectos morales y se convierten en el blanco de las críticas que Cyrano dedica a su propia sociedad.

CC

Un mito inmortal

De un modo u otro, su polémica vida terminó por pasarle factura. En 1654 resultó herido en la cabeza por una viga de madera en circunstancias que nunca terminaron de ser esclarecidas, pero que sugerían la posibilidad de un asesinato fallido por parte de sus numerosos enemigos. No obstante, sobrevivió y fue socorrido por su hermana Catalina, ahora superiora del convento de las Hijas de la Cruz, y por su primo Pierre, quien le acogió en su casa. A pesar de ello murió un año después, el 28 de julio de 1655; además de las secuelas de la herida, sufría una enfermedad no especificada: posiblemente era sífilis, dados los síntomas, aunque no se descarta la posibilidad de que fuera envenenado.

Con solo 36 años, Cyrano de Bergerac dejó una profunda huella en el arte: el dramaturgo Molière se inspiró en sus obras satíricas -o según algunos críticos, las plagió-, el maestro de la ciencia ficción Arthur C. Clarke lo alabó como un pionero de la ciencia ficción por su obra El otro mundo, y el también dramaturgo Edmond Rostand inmortalizó su faceta aventurera y descarada en la obra de teatro que lleva su nombre: Cyrano de Bergerac, estrenada en 1897, fue un gran éxito y rescató como héroe romántico -y acomplejado por su enorme nariz- este personaje que en vida había sido tan criticado.

Cyrano de Bergerac teatro

Cyrano de Bergerac teatro

La obra teatral de Edmond Rostand, estrenada en 1897, se basa libremente en el personaje de Cyrano, mezclando algunos elementos reales con la ficción. La historia nos presenta a un caballero aventurero y bravucón, culto y poeta, que no titubea ante el peligro pero es incapaz de confesar el amor que siente por su prima, debido al complejo que siente a causa de su gran nariz.

L'Illustration/CC

Para añadir un último halo dramático a su vida, no se sabe con certeza dónde fue enterrado. Aunque su tumba oficial se encuentra en el cementerio parisino de Père Lachaise, un supuesto certificado de defunción encontrado en un archivo en 1911 señala a una iglesia de Sannois, el distrito de París en el que se encontraba la casa donde murió. Tal vez tuviera razón el Cyrano teatral al dejarse descansar sencillamente bajo el rayo de luna que viene a buscarle, exclamando: “Filósofo, físico, poeta, espadachín, músico, inventor, gran polemista y amante, pero no por su bien: aquí yace Hercule-Savinien de Cyrano de Bergerac, que fue todo y no fue nada”.

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