En la última novela del aclamado David Brin, finalista de los premio Hugo y Arthur C. Clarke, este toma elementos provenientes de la actualidad, como la clonación y referencias tan evidentes como los replicantes de Blade Runner o el Golem para producir este thriller en la que se nos presenta a unosgolems, copias temporales de las personas en cerámica, producidos para que realicen ciertas tareas para al final del día recuperar los recuerdos y conocimientos adquiridos por el golem.

A partir de este original e interesante concepto Brin construye una historia detectivesca que recuerda a las novelas de robots de Isaac Asimov que comienza de una forma trepidante y mantiene el ritmo a lo largo de gran parte de la novela, pero que al final decae y la trama se vuelve confusa y no se resuelve de una forma totalmente satisfactoria cayendo en confusa mezcla de conciencia, mecánica cuántica y estudio del alma,. Una perspectiva metafísica que no es en absoluto consecuente con las “realistas” explicaciones científicas del principio del libro

El protagonista, Albert Morris, es un detective que debe investigar la producción ilegal de golems de una famosa cortesana y a través de esta investigación Brin nos muestra toda una panorámica de la sociedad futura y las consecuencias que esta tecnología ha traído consigo. Precisamente la gran ambición de mostrar toda una sociedad constituye la mayor lacra de la novela pues no consigue rematar lo que apunta y deja con el regusto amargo de lo que pudo haber sido y no llega a conseguir. A pesar de este fallido final la novela se lee de un tirón, pese a su excesiva longitud, y resulta francamente entretenida con lo que es una lectura más que recomendable.

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