Una guía por la música de Karlheinz Stockhausen. | by Carlos David Escobar Martínez | Medium

Una guía por la música de Karlheinz Stockhausen.

Carlos David Escobar Martínez
6 min readSep 27, 2017

Fue uno de los compositores contemporáneos más divisivos, fue quien hizo posiblemente más por transformar la música del siglo XX y XXI que cualquier otro compositor: Del serialismo a la música electrónica, de los happenings musicales expansores de la consciencia a los ciclos de piezas para cada día de la semana y cada hora del día, del mantra musical a algunos pulsos cósmicos alucinógenos. Pero con Stockhausen — como con Wagner o posiblemente Beethoven — Se está lidiando inmediatamente tanto con el mito como con la realidad. Primeramente, hay una caricatura de su música, hecha por aquellos que no le han escuchado o se le opusieron ideológicamente (Thomas Beecham, bromeando cuando se le preguntó si había escuchado a Stockhausen, dijo: “No, pero creo que ya he pisado algo con sonido similar alguna vez) Luego, hay una aparente excentricidad del hombre, los jumpers color naranja que utilizaba; su vida con sus dos musas/esposas; el aparente control obsesivo con las publicaciones sobre él, los derechos de interpretación y grabación; y no olvidemos sus afirmaciones de no provenir de la tierra sino del planeta Sirio, una afirmación vista por muchos como una maniobra mística-musical.

Pensamiento sonoro… Stockhausen dando clases. Fotografía: Garp/Redferns

En 1971, Stockhausen admitió que era un mito, pero por razones diferentes. “Siempre se están refiriendo a mi música. ¿Qué significa ‘mi música’? Es solo algo que ha llegado a mi mente y con lo que trabajo todo el tiempo y eso es todo. Entonces: Soy un mito, soy un nombre, y si me voy entonces se aferran a algo que vibra dentro de ellos, donde se enfrentan a esta llamada música. Tiene un nombre para poder identificarla. Eso es todo. Es como ‘Beethoven’: quien era él? Era una persona bastante miserable, debo decir, como ser humano. Y él es un mito por algo que somos nosotros, que está dentro de nosotros. Estamos resonando: Beethoven es parte de nosotros o no existe. Y en ese sentido pienso que (la música) es solo un fin, es como un alimento espiritual… Cuando algo me gusta, entonces descubro algo que he sido antes, que ya se encontraba profundamente dentro de mi. Tiene resonancia, como un piano al ser estrellado.”

“Alimento espiritual” — esa es la concepción simultáneamente antigua y moderna de la música como visión de la que la vida de Stockhausen como compositor se trataba en realidad. Hay más teorías complicadas con la cual quedarse atrapado con Karlheinz que con casi cualquier otra persona en la historia de la música, gracias a sus propios escritos como a la mini industria arcana de Stockhausen y análisis que andan por ahí. Además, gracias a la generosidad de este canal de YouTube, se pueden mirar todas las clases que Stockhausen dio en inglés en 1971, y experimentar de primera mano su infecciosa combinación de carisma, ardiente intelecto y fuerza de voluntad. Pero más allá de la teoría, o lo abiertamente repleto de ideas intelectuales, la música de stockhausen se trata de la experiencia y la intuición. Se trata de lo que hace sentir en partes de la mente y el cuerpo, partes que podríamos no habernos dado cuenta antes que teníamos, hasta ser sumergidos en la piscina de sonido ritualizada que es Stimmung, o estrellarnos de cabeza en el caótico cosmos de Momente, o ser agotados y transformados por cualquiera de las operas de Licht Cycle, que es el más grande manifiesto de la cosmología de Stockhausen.

Cuando escuchamos Gruppen para tres orquestas — una de las primeras obras maestras de Stockhausen a los inicios de su carrera, completada en 1957, casi al cumplir los 30 — no se debería (o no se tendría que) intentar escucharla la forma en que la pieza utiliza diferentes “escalas” de velocidad, timbres y dinámicas al igual que las colecciones de pitches más convencionales; en vez de ello, sumergirse en el emocionante y perturbador espectáculo sonoro que la pieza crea al lanzar los sonidos por 23 minutos (especialmente si se tiene la suficiente suerte de escucharla en vivo, o en sonido envolvente). Brian Ferneyhough fue simplemente derribado por el poder tumultuoso de la música cuando lo escuchó por primera vez y trató de recrear su esencia en su propia música.

Lo que le da la vitalidad a la música de Stockhausen es precisamente la tensión entre el deseo por la experimentación estructural, y la irresistible energía de su superficie. Esto se escucha en sus indelebles clásicos contemporáneos de música electrónica, como Gesang der Jünglinge o Kontakte.

Hay algo que no gustó a los contemporáneos de Stockhausen: Ligeti, por ejemplo, le acusó de exceso de saturación de la “planificación” pre-composicional. Pero la “planificación” es lo que hace la aparente aleatoreidad de Stockhausen — en el puntillismo del temprano Klavierstücke, o el salvajismo de Momente — tan esencial. Para Stockhausen, no hubo distinción entre empujar la técnica musical y el pensamiento vanguardista hasta sus límites y la mezcla de nuevos tipos de “alimento espiritual”. Es lo que él escuchó en sus tempranos veinte en los experimentos de Olivier Messiaen de finales de los 40s para racionalizar el ritmo, la dinámica y articulación al igual que el pitch. Para Stockhausen, esta era una manera de aproximar el hacer música a la fecundidad, poesía, y complejidad orgánica de las estrellas, del universo —no solamente un laberinto de rasquidos de cabeza en el cual perderse. Pasa lo mismo con Moment Form, uno de los descubrimientos composicionales de Stockhausen de finales de los 50s: Bien, era en parte sobre el lanzamiento de nuevas clases de estructura de micro y macro niveles arquitectónicos musicales, pero se trataba más de encontrar una música que diera voz a una de revelación descubierta en una de sus líneas favoritas de William Blake: “Aquel que de un beso al gozo mientras este vuela/permanece en una eterna salida de sol.”

Cuando se escucha a Stockhausen — probemos Mantra for Two Pianos, se confronta y trasciende los límites de lo musicalmente posible. De lo que hablamos es: la precisa comprensión de lo que se está escuchando — en como fue realizado, qué está pasando en las texturas, líneas y forma de la música — y permanece por fuera de las fronteras de lo que puede ser apropiadamente digerido, pero la experiencia real de la música es indeleble, irrefutable y real. El instinto siente cosas antes que el cerebro; o el subconsciente es más inteligente que el cerebro inconsciente. Lo que podría ser una un jumper naranja conversando, o posiblemente sea un mensaje de Sirio — pero la esencia es otro de los aforismos de Stockhausen: “Cuando escuchamos sonidos, dejamos de ser los mismos, y esto es aún más el caso cuando escuchamos sonidos organizados — música.” (Se puede escuchar al mismo Stockhausen decir tales palabras al inicio de Tuning In, un documental de Omnibus de 1981 de Robin Maconie, alumno de Stockhausen (que ha escrito un deslumbrante libro de la música de su maestro) y Barrie Gavin, y la clase de filme sobre música que ya no se suele hacer.

Para algunos, las obsesiones basadas en Licht de Stockhausen, con misticismo prueban una insuperable barrera para escuchar la calidad de su música. La pérdida es de ellos: como lo prueba el estreno mundial de Mittwoch aus Licht, por Graham Vick en Birmingham, y como también lo ha demostrado la inolvidable performance de Cosmic Pulses en el Proms hace algunos años. La música de Stockhausen de las últimas tres décadas estaban tan llenas de exploración visionaria y experimentación musical como sus primeras etapas en la música. Como con posiblemente ningún otro compositor en la historia musical, hay un literal y metafórico universo de sonido a explorar en el trabajo de Stockhausen. Entonces: comencemos! Y, como un comentarios de Youtube escribe, “nos vemos en Sirio”.

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