Muchas actrices y actores que se pasen de casting en casting buscando su oportunidad se cabrearían con razón al oír que llamamos fracaso a la carrera de una actriz que cuenta con más de 100 créditos interpretativos en IMDB. Sin embargo, son las expectativas, las previsiones y las esperanzas las que cuentan a la hora de echar la vista atrás.

Por lo que ha muchos cinéfilos les cuesta hablar de ‘Twin Peaks’ en los mismos registros que el resto de series es porque, a diferencia de estas, la ficción serial de David Lynch va mucho más allá de la historia, del guion, de la narrativa que supone el estandarte de las series. ‘Twin Peaks’, como el buen cine, se basa en momentos, en atmósferas, en sentir el instante. ‘Twin Peaks’ es, probablemente, la única serie que se disfrutaría igual sin entender nada de lo que ocurre en ella, como si los personajes hablasen en ruso o japonés (o cualquier idiomas del que no entendamos nada). Por eso y solo por eso, si tenemos que destacar un momento inmortal de ‘Twin Peaks’, entre los primeros puestos, raro sería no encontrar uno totalmente gratuito y completamente falto de importancia en la trama, a Audrey Horne bailando lentamente en el mítico RR Dinner café.

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La presencia sensual, inocente y absolutamente misteriosa de Audrey Horne cautivó a los espectadores de los noventa como lo sigue haciendo con los afortunados de hoy que siguen disfrutando de ‘Twin Peaks’. Sin embargo, para muchos el único recuerdo reciente de Sherilyn Fenn es, de nuevo, en la serie de David Lynch. En ‘Twin Peaks: The Return’, Audrey Horne volvió pero lo hizo de forma breve, onírica y para homenajear aquel momento que, aunque nos marcó a todos, lo hizo especialmente con ella. Sí, era un homenaje, pero uno que parecía decirnos que Sherilyn Fenn, casi 3 décadas después, lo único que tenía que aportar era el recuerdo de ese momento. Quizás por eso, la escena acaba como una pesadilla, con ella soñando en una especie de manicomio, como si no hubiera conseguido avanzar nunca de ese instante. Sin embargo, aunque esas dos escenas separadas por 26 años de distancia resumen a la perfección su carrera, estamos aquí para descubrir los detalles de ese camino que volvió al lugar donde empezó.

Nacida en 1965, La familia de Fenn se mudó a Los Angeles cuando tenía 17 años y esta no tardó en aprovecharlo para estudiar interpretación en el Lee Strasberg Theater Institute. Curiosamente, a los 19 trabajó unos meses de camarera en el Club Playboy, una revista de la que sería portada una década después. Su carrera, más allá de colaboraciones con David Lynch, empezó como hoy en día continúa, en la serie B. Debutó en ‘Jóvenes y alocados’ en 1984 y compartió pantalla con un joven Josh Brolin en ‘Trashin: patinar o morir’ (1986) y con Charlie Sheen por partida doble en ‘Silencio en mi corazón’ (1984) y ‘El aparecido’ (1986). Pareja ya de un Johnny Depp que empezaba a despuntar, Fenn logró algunos roles secundarios de más peso en cintas como ‘Crime Zone’ y ‘True blood’, ambas de 1989, además de su primer protagonista en ‘Seducción de dos lunas’ (1945).

Ninguna de estas cintas fue un éxito de público ni de crítica, pero le allanó el camino para conseguir el papel que marcaría su trayectoria. En 1990 se unió al reparto de ‘Twin Peaks’ y Lynch volvió a contar con ella para la película que rodó entre medias, la ganadora de la Palma de Oro ‘Corazón salvaje’ (1990). La ficción de Lynch no le granjeó el mejor prestigio crítico pero su encarnación de lolita peligrosa para el responsable agente Cooper la situó como un icono sexual de la pequeña pantalla que tuvo su continuidad en la portada de Rolling Stones que protagonizó junto a sus compañeras de reparto Mädchen Amick y Lara Flynn Boyle y, sobre todo, en su cover y desnudo interior para Playboy.

Quizás, si ‘Twin Peaks’ hubiese sido una serie de 10 temporadas y 250 capítulos, la suerte de Fenn hubiese sido distinta. Lo cierto es que la fama y las portadas llegaron justo a tiempo para el final de una serie breve y no llegó a anclar su carrera más que en el eterno recuerdo de los fans. Su desnudo con peinado a lo Marilyn en ‘Encrucijada de pasiones’ (1988), su icónica Playboy y su rol en ‘Twin Peaks’ la dirigieron hacia una serie de papeles que parecían insinuar lo mismo que la mirada de Audrey Horne al pobre Agente Cooper, sexo y peligro.

sherilyn fenn y julian sands en 'mi obsesión por helena'
Archive Photos//Getty Images
Sherilyn Fenn y Julian Sands en ’Mi obsesión por Helena’.

La hija de David, Jennifer Chambers Lynch, la dirigió en el thriller erótico ‘Mi obsesión por Helena), una cinta que pretendía, como tantas, seguir la estela de éxitos como ‘instinto básico’ para quedarse por el camino. ‘Diario de un asesino a sueldo’ (1991), ‘Tres de corazones’ o ‘Distracción fatal’ tampoco tuvieron mejor suerte. Quizás su mejor película en esta, su época de esplendor, sea ‘De ratones y hombres’ (1992). Esta adaptación de Gary Sinise de Steinbeck protagonizada por John Malkovich compitió por la Palma de Oro y tuvo una buena acogida, pero el rol secundario de Fenn tampoco fue un punto de inflexión en su carrera. En el 94, el impulso de ‘Twin Peaks’ ya parecía haber desaparecido y Fenn se enfocó de nuevo en la televisión. Comenzó fuerte, con un papel que le venía que ni pintado, el Elizabeth Taylor en el biopic ‘La historia de Elizabeth’, con el que guarda un innegable parecido.

Menos podemos decir de sus siguientes telefilmes como ‘The Assassination File’ o ‘A Season Purgatory’, en la que compartió pantalla con un joven Patrick Dempsey. En 1997 apareció en otra serie fundamental, ‘Friends’. Ocurrió en el episodio 14 de la tercera temporada, donde encarnó a Ginger, una bella novia de Chandler Bing que solo tenía un problema, una pierna prostética. Eso sí, acabó importando más el tercer pezón de Chandler…

La televisión le daría más alegrías a Sherilyn Fenn. En 1988 comenzó su papel como protagonista en la sitcom ‘Pasados de vuelta’, en donde interpretaba a una actriz que pasó del estrellato al fracaso debido a sus problemas con el alcohol. Aunque no suene como tal, se trataba de una comedia que estuvo en antena durante tres estimables años y 55 capítulos. Más nos suena en España ‘Las chicas Gilmore’, donde Fenn, ya con 40 años, interpretó a Anna Nardini en 8 episodios. También tuvo un pequeño papel en 3 episodios de ‘Dawson Crece’ como Alex Pearl o incluso en un episodio de ‘House’ en 2008. Fenn, ya en una edad en la que cuesta obtener papeles protagonistas incluso a las más grandes estrellas, ha logrado mantenerse en pantalla de manera continua, a base de capítulos sueltos y telefilmes. Entre ellos, de los últimos años solo destaca ‘Shameless’, en la que participó en 2016 en cinco capítulos como Queenie.

Después llegó ‘Twin Peaks: The Return’, cuatro pequeñas apariciones con un final antológico que provocaron en muchos espectadores de la serie un parpadeo temporal entre bailes de Audrey Horne. Todos aquellos, sin embargo, que vean la televisión atentos a la letra pequeña de los repartos seguirán encontrando bastante a menudo el nombre de Sherilyn Fenn, una promesa que no llegó a explotar pero que, además de protagonizar un momento eterno de la historia de la televisión, no ha parado de trabajar.

el agente cooper y audrey horne en twin peaks
ABC Photo Archives//Getty Images
Headshot of Rafael Sánchez Casademont
Rafael Sánchez Casademont

Rafael es experto en cine, series y videojuegos. Lo suyo es el cine clásico y de autor, aunque no se pierda una de Marvel o el éxito del momento en Netflix por deformación profesional. También tiene su lado friki, como prueba su especialización en el anime, el k-pop y todo lo relacionado con la cultura asiática.

Por generación, a veces le toca escribir de éxitos musicales del momento, desde Bizarrap hasta Blackpink. Incluso tiene su lado erótico, pero limitado, lamentablemente, a seleccionarnos lo mejor de series y películas eróticas. Pero no se limita ahí, ya que también le gusta escribir de gastronomía, viajes, humor y memes.

Tras 5 años escribiendo en Fotogramas y Esquire lo cierto es que ya ha hecho un poco de todo, desde entrevistas a estrellas internacionales hasta presentaciones de móviles o catas de aceite, insectos y, sí, con suerte, vino. 

Se formó en Comunicación Audiovisual en la Universidad de Murcia. Después siguió en la Universidad Carlos III de Madrid con un Máster en Investigación en Medios de Comunicación. Además de comenzar un doctorado sobre la representación sexual en el cine de autor (que nunca acabó), también estudió un Master en crítica de cine, tanto en la ECAM como en la Escuela de Escritores. Antes, se curtió escribiendo en el blog Cinealacarbonara, siguió en medios como Amanecemetropolis, Culturamas o Revista Magnolia, y le dedicó todos sus esfuerzos a Revista Mutaciones desde su fundación. 

Llegó a Hearst en 2018 años y logró hacerse un hueco en las redacciones de Fotogramas y Esquire, con las que sigue escribiendo de todo lo que le gusta y le mandan (a menudo coincide). Su buen o mal gusto (según se mire) le llevó también a meterse en el mundo de la gastronomía y los videojuegos. Vamos, que le gusta entretenerse.