Algunas reflexiones sobre las elecciones de 2024 2024/03/03 | Excélsior

Algunas reflexiones sobre las elecciones de 2024

Ricardo Alexander Márquez

Ricardo Alexander Márquez

Disonancias

Empezaron las campañas políticas más grandes y —probablemente— más importantes del país. No estamos jugando si México continúa por el camino de la democracia o le da las llaves a un grupo político que no sólo ha demostrado enorme ineficacia, sino una cínica corrupción.

Todo indica que si bien parece que en general se reprueba la gestión de Morena en materias como seguridad o salud, el presidente López Obrador sigue siendo muy popular y no se le achacan todos los fiascos que ha generado junto con su equipo.

Por eso vale la pena fijarse en las encuestas —que casi siempre se equivocan— y, aunque no muestran una tendencia irreversible, reflexionar sobre lo que se nos viene a los ciudadanos en los próximos tres meses en los que veremos cientos de spots y toneladas de basura electoral.

La primera reflexión es sobre si moverá toda esa propaganda y contaminación visual a los indecisos. Si bien parece que la mayoría de los ciudadanos nos hemos decantado por alguno de los proyectos, las encuestas muestran que los indecisos podrían determinar la elección. La pregunta es si no sería mejor prohibir —por lo menos en algunas candidaturas, como la presidencial— la propaganda visual y circunscribir la cuestión, por ejemplo, a los debates.

La segunda viene en relación a los grupos fácticos. Sabemos que Estados Unidos tiene fuertes intereses en nuestro país y no se distingue por dejar a la suerte lo que no le conviene. Por otro lado, cada vez es más evidente la desinformación creada por los medios rusos que operan en México de la misma manera en que lo hacían durante la guerra fría. Al final nuestro territorio es su tablero de ajedrez en una partida con los estadunidenses.

Otro grupo fáctico —que posiblemente constituye el mayor problema— es el crimen organizado que —está documentado— opera a favor de Morena y parece que ha sido el fiel de la balanza en varias elecciones locales.

Tercera, el enorme abstencionismo que existe en nuestro país. En las elecciones de 2018, la lista nominal fue de 89.1 millones de personas, sin embargo, solamente votaron 56 millones. Es decir, 32.51 millones de ciudadanos —o 36.5% de la lista— dejaron en manos de alguien más la decisión. En otras palabras, el presidente López Obrador fue elegido por una mayoría menor que las personas que no fueron a votar.

Otro ejemplo es el proceso electoral del Estado de México del año pasado. Ahí el abstencionismo fue de 50.12% y Delfina Gómez quedó electa por una mayoría de 8.3% respecto de su contrincante.

Dentro de esta misma categoría está el voto en el extranjero. Según cifras del Instituto de Mexicanos en el Exterior, para 2018, en Estados Unidos residían 17.5 millones de mexicanos en edad para votar —la mitad de los que votaron por López Obrador—. No obstante, la lista Nominal de Electores Residentes en el Extranjero en ese año se conformó por tan sólo 181 mil 873 ciudadanos.

Otro punto a considerar es que si la oposición llega a perder la silla presidencial otra vez, no es el fin del mundo, siempre y cuando no se le ponga el gatillo en la mano a los asesinos que buscan acabar con las instituciones que se crearon con tanto sufrimiento y trabajo de los grandes republicanos mexicanos, por lo que no hay pretexto para dejar de emitir el sufragio.

Cuarta reflexión, el PEW Research Center nos da datos interesantes en su informe de este año, pues muestra que 50% de los mexicanos está abierto a ser gobernado por un dictador y 58% coquetea con un gobierno militar.

Finalmente, parece que todo se definirá el “Día D”, pues la movilización clientelar será un factor clave en el que todos los grupos e intereses fácticos anteriores intervendrán y podrían mover, para un lado o para el otro, la balanza de la democracia. La apuesta es enorme.

 

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