Tres mujeres son encontradas asesinadas y las causas de sus muertes apuntan a infartos cerebrales. Una cuarta víctima sigue viva y podría ser capaz de identificar a su agresor, pero no puede comunicarse ya que padece el síndrome de enclaustramiento. El detective investigador Tom Thorne concluye que la intención del asesino era dejar a sus víctimas incapacitadas, no muertas.

Thorne se ve obligado a llevar a cabo su investigación en solitario cuando Tughan descarta su teoría del enclaustramiento, Él y Anne Coburn intentan ayudar a la víctima Alison Willets a comunicarse, cuando otra mujer que afirmaba haber escapado del asesino es atacada.

Tughan identifica al patólogo Phil Hendricks como el principal sospechoso y parece decidido a exponer el oscuro secreto que lo une a Thorne. Además, Rachel, la hija de Anne, se pone en peligro sin darse cuenta.

Dos mujeres han sido asesinadas simultáneamente cerca de la estación de St. Pancras, pero de diferentes maneras. Cuando se establece una conexión con otros dos asesinatos, ocurridos meses antes el mismo día, el detective Thorne cae en la cuenta de que dos asesinos en serie están trabajando juntos en una macabra asociación.

Martin Palmer, uno de los asesinos, es capturado después de intentar matar al hijo de una de las víctimas. Martin confiesa sus crímenes, pero se niega a identificar a su compañero. Thorne decide liberarlo en un intento de obligar al otro asesino a salir de su escondrijo.

Palmer se escapa de la custodia policial y él y su compañero, Stuart Nicklin, reanudan su serie de asesinatos. La detective Chen, desesperada por demostrar su valía, lo arriesga todo para atrapar a los asesinos.