Arte, lengua y cultura
Construcción de saberes
y deconstrucción de conocimiento
Ximena Gómez Goyzueta
Coordinadora1
Arte, lengua y cultura
Construcción de saberes
y deconstrucción de conocimiento
Ximena Gómez Goyzueta
Coordinadora
Arte, lengua y cultura
Construcción de saberes
y deconstrucción de conocimiento
Ximena Gómez Goyzueta
Coordinadora
Arte, lengua y cultura
Construcción de saberes y deconstrucción de conocimiento
Primera edición 2021
D. R. © Universidad Autónoma de Aguascalientes
Av. Universidad 940, Ciudad Universitaria
Aguascalientes, Ags., 20131
editorial.uaa.mx
© Ximena Gómez Goyzueta
(Coordinadora)
© Biagio Grillo
Ximena Gómez Goyzueta
María de Lourdes Martínez Barrientos
Blanca Elena Sanz Martin
Cristina Eslava Heredia
Ana M. Castillo Rodríguez
Sarahí Lay Trigo
Nadia Berenice Sánchez Herrera
Irma Susana Carbajal Vaca
Raúl W. Capistrán Gracia
Juan Pablo Correa Ortega
Vicente de Jesús Fernández Mora
Walter Federico Gadea Aiello
Miriam Ortiz Cortés
Eduardo Plazola Meza
ISBN 978-607-8834-00-6
Hecho en México / Made in Mexico
Los contenidos fueron dictaminados por investigadores de reconocida trayectoria
y especialistas en la temática en la modalidad doble ciego.
Índice
Prólogo
Ximena Gómez Goyzueta
11
Mirada de niña, mirada del exilio:
la guerra civil de Cerezas
Biagio Grillo
15
Letras de la Nueva España, de Alfonso Reyes:
hacia la identificación de una perspectiva crítica
en la voz enunciativa
Ximena Gómez Goyzueta
25
Contraste entre metáforas por futuros profesores
de francés y diálogo con una investigadora
María de Lourdes Martínez Barrientos
43
Hacia una caracterización del habla
aguascalentense durante el periodo virreinal
Blanca Elena Sanz Martin
Cristina Eslava Heredia
67
El cuerpo colectivo como territorio de resistencia
y creación artística en los teatros espontáneos
latinoamericanos
Ana M. Castillo Rodríguez
89
Danzar mis raíces. Bailarines de folclor mexicano
en Santa Cruz, California
Sarahí Lay Trigo
107
Técnica, vestuario, escena y cuerpo
en la danza jazz: signos de su historia
en el tiempo presente
Nadia Berenice Sánchez Herrera
Irma Susana Carbajal Vaca
131
Los archivos musicales históricos.
Experiencias de un investigador
Raúl W. Capistrán Gracia
151
Códigos del significado afectivo de la música
Juan Pablo Correa Ortega
Irma Susana Carbajal Vaca
167
“Don’t touch the jazz,
Adorno, don’t touch the jazz.”
Alcance y limitaciones de la crítica adorniana
al jazz como música popular
Vicente de Jesús Fernández Mora
Walter Federico Gadea Aiello
195
Educación musical intencional:
Movilizaciones semióticas en el proceso
de enseñanza‑aprendizaje
de la dirección orquestal
Miriam Ortiz Cortés
Irma Susana Carbajal Vaca
215
La “putacera”.
El caso del Mexxxicore Death Fest 2019
Eduardo Plazola Meza
235
Prólogo
El presente volumen despliega una compilación de artículos
de investigación especializada que versan sobre ámbitos diversos de la cultura: la lengua, la literatura, el teatro, la danza y la
música. Los tratamientos que se dan a estos fenómenos proceden de perspectivas teórico-metodológicas interdisciplinarias
y multidisciplinarias de las humanidades, las ciencias sociales y
otros ámbitos de las ciencias de la salud. Estas investigaciones
son producto del desarrollo académico e investigativo que promueve el Doctorado Interinstitucional en Arte y Cultura, con
su sede en el Centro de las Artes y la Cultura, de la Universidad
Autónoma de Aguascalientes, en un esfuerzo conjunto entre
estudiantes y profesores-investigadores.
Unos trabajos se derivan de un diálogo de reflexión crítica
coautoral entre algunos de los estudiantes de este doctorado y
los profesores que los acompañan como tutores en sus investigaciones doctorales. Otros trabajos, de autoría individual,
ARTE, LENGUA Y CULTURA
se desprenden, igualmente, del proceso de las investigaciones doctorales de
estudiantes de posgrado, así como de las investigaciones que colegas de universidades nacionales e internacionales están desarrollando actualmente. Los
ensayos presentados resultan de un interés más que relevante, puesto que tratan fenómenos literarios, lingüísticos y artísticos que actualmente se están llevando a cabo en nuestro país o en otros países o de temporalidades del pasado
desde las que se proponen lecturas que generan conocimiento fundamental
para entender el devenir de la vida de nuestras sociedades en contextos culturales múltiples.
Así, pues, ofrecemos a nuestro entorno académico, y a la sociedad en
general, miradas, puntos de vista, ángulos y criterios sobre la literatura y el arte
que permiten pensar el lugar que estas manifestaciones tienen en el desarrollo
humano y ecológico, así como meditar su papel como generadores de construcción de conocimiento y pensamiento crítico que, en muchos casos, influye
como agente importante de cambio social.
Presentamos un primer bloque de cuatro artículos de crítica literaria,
filología y enseñanza de la lengua. Biagio Grillo indaga los temas de la reconstrucción de la memoria infantil y el exilio español en México a partir de la
novela Cerezas. Ximena Gómez propone un estudio sobre las posibilidades
de reorientar perspectivas de la historia literaria en México, en la mirada de
Alfonso Reyes desde la historia cultural y el pensamiento decolonial. El ensayo
sobre filología e historia de la lengua, escrito por Blanca Elena Sanz y Cristina Eslava, plantea nuevos registros y hallazgos sobre la lengua española en
Aguascalientes durante el periodo virreinal. María de Lourdes Martínez realiza un ensayo sobre enseñanza de la lengua en el que plantea vasos comunicantes entre esta disciplina de la lingüística aplicada y el quehacer investigativo
en lingüística sobre aspectos de semántica cognitiva en nuestra lengua.
Un segundo bloque de estudios sobre artes performativas sigue en la compilación. Los teatros de participación en Latinoamérica son analizados por
Ana Margarita Castillo, desde la experiencia del teatro espontáneo como práctica de resistencia y rebeldía en su historia y hasta su praxis actual. Le sigue un
estudio de Sarahí Lay con base en un enfoque de antropología filosófica sobre
la convivencia y las relaciones interpersonales como factores para la construcción de la identidad cultural entre un grupo de bailarines de folclor mexicano
en Estados Unidos. Tenemos, enseguida, un estudio cultural de Nadia Berenice
12
Prólogo
Sánchez e Irma Susana Carbajal sobre las raíces, los procesos y los rasgos que
configuran la danza jazz en México con fundamento en la semiótica.
En un tercer bloque ensayístico se exponen estudios de varia índole
sobre la música: desde visiones de la neurociencia, la semiótica y la educación, hasta la teoría del arte y los procesos antropológicos y sociológicos de
los movimientos musicales. Comenzamos con una indagación crítica de Raúl
Capistrán sobre las dificultades que se le presentan al investigador ante el hermetismo del sistema administrativo o de otras índoles que tiene a su cargo
archivos musicales del pasado en nuestro país. A continuación, se lee una propuesta metodológica sobre el estudio de la música a la luz de las neurociencias, derivada de una discusión teórica en el mismo ámbito por parte de Irma
Susana Carbajal y Juan Pablo Correa. Por su parte, Vicente de Jesús Fernández y Walter Federico Gadea ofrecen un estudio a partir de la teoría crítica
sobre la posición de Teodoro Adorno respecto del jazz como un género popular y menor en el contexto musical europeo. Después, Miriam Ortiz e Irma
Susana Carbajal muestran un planteamiento metodológico fundamentado en
la semiótica para la educación musical en orquestas infantiles. Finalmente,
Eduardo Plazola expone un análisis desde la sociología y la antropología sobre
los elementos caracterizadores presentes en una “tocada” del género del metal
tanto en el espacio del escenario como en el del auditorio, cada uno con sus
respectivos actores.
El lector encontrará, pues, un conjunto de estudios ricos en enfoques
críticos sobre fenómenos vivos y de nuestra herencia cultural de las lenguas
y las artes. Las investigaciones y las discusiones están abiertas y se ofrendan
aquí en un deseo de prolongar el diálogo con todo aquel que quiera tomar la
palabra sobre lo que nos atañe, que, al final, corresponde a aquello sobre lo que
indagan estos estudios: lo humano demasiado humano.
Ximena Gómez Goyzueta
Aguascalientes, Ags., a 21 de julio de 2021
13
Mirada de niña, mirada del exilio
Mirada de niña, mirada del exilio:
la guerra civil de Cerezas
Biagio Grillo
Universidad Autónoma de Aguascalientes
biagio.grillo@gmail.com
Narrar la guerra civil significa enfrentar, desde el presente de
la enunciación, un evento problemático que constantemente se
vive y se reescribe en la memoria del testigo y de su comunidad.
Significa, en fin, elaborar narrativamente un acontecimiento, es
decir, no simplemente “un hecho, un dato histórico cualquiera”
(Guillén, 1985, p. 401). En este sentido, es una narración que
implica, en primer lugar, significados personales y vivencias
subjetivas, aunque sea a 70 años de distancia, tal como lo hace
Aurora Correa1 en 2008, al recordar su niñez en la guerra civil
1
Aurora Correa fue una narradora del exilio español en México tras la guerra civil
(1936-1939). La autora nació el 10 de febrero de 1930 en Barcelona. En 1937, la guerra
interrumpe su infancia catalana: con apenas siete años ‒junto con su hermana, su
hermano y un contingente de otros casi 500 niños‒ es alejada del conflicto y enviada
de “vacaciones” a México, en la espera de una victoria republicana que jamás llegará.
Esas vacaciones se convertirán en el exilio de toda su vida. En México, Aurora Correa
será una voz literaria activa, a pesar del olvido al cual la destinará la crítica. Su producción, por una parte, se dirige a un público de jóvenes lectores (La muerte de James
ARTE, LENGUA Y CULTURA
española y su exilio como “niña de Morelia”.2 En segundo lugar, narrar significa afirmar la autoridad de una “voz” y consecuentemente de un discurso en
diálogo y en conflicto con una pluralidad de otros discursos porque, como
aclara Manuel Delgado Ruiz (1994), un conflicto civil no nace de la interrupción de todo diálogo, sino de su exasperación.
Dicha “voz”, sin embargo, no coincide con la voz biológica del sujeto que
enuncia, como una transparencia casi quijotesca podría sugerir; más bien, es la
instancia textual que –en palabras de Filinich (2013)– asume una forma fónica
“para introducir en el mensaje el signo de una presencia deseante” (p. 208). En
su forma narrativa y en su función expresiva, esta voz señala i) el lugar epistémico desde donde el emisor habla; ii) el lugar del destinatario y el impacto
potencial sobre la comunidad; iii) la temporalidad de la enunciación, y iv) la
autoridad del discurso del sujeto-emisor. Al mismo tiempo, esa voz convoca a
una “mirada” en su aprensión del referente histórico, como juego interactivo
entre sujeto y objeto (Fontanille, citado en Filinich, 2013).
Esta voz y esta mirada son situadas por Aurora Correa en la figura de
un personaje infantil, en el “yo” de una Aurora-niña que narra su experiencia en el contexto de una guerra civil que invade su hogar y el espacio de su
infancia, y así configura el duelo de la separación y la pérdida, hasta el exilio en tierra mexicana. En Cerezas, novela autobiográfica publicada en 2008,
bajo el sello del Instituto Cultural de Aguascalientes, la guerra civil es retratada desde la mirada de la infancia, es decir, desde el punto de vista de la ficción de una Aurora-niña. A esa figura infantil, sin embargo, se le sobrepone
la Aurora-adulta que enuncia desde el testimonio del exilio, en un cortocircuito hermenéutico de significados. Existe entonces la narración de una constante cotidianidad en tiempos bélicos, porque en el destierro ‒como recuerda
Josebe Martínez (2007)‒ “no hay territorio para la historia” (p. 17) y entonces
la memoria sigue viva y presente. Por tanto, se trata de una memoria que ‒en
una perspectiva narrativa‒ se desprende de lo que para la niña era el centro
2
16
Dean, en 1991, y Ha, en 1992) y, por el otro, traduce en testimonio literario su experiencia autobiográfica
(en 1997, con Te beso buenas noches, y en 2008, con Cerezas). La autora falleció el 20 de noviembre de 2008
en León (Guanajuato, México).
A propósito de la estancia colectiva en el internado de Morelia, la autora escribe: “La República nos llamó
hijos del pueblo, la prensa mexicana nos bautizó huerfanitos de la guerra, el Presidente Cárdenas nos
otorgó el título entrañable de hijos adoptivos de la patria y la vida nos convirtió en los niños de Morelia,
que es como figuramos y así lo registraron los libros de historia […]” (Correa, 2008, p. 244).
Mirada de niña, mirada del exilio
del mundo: su árbol de cerezas, su casa, el vecindario y las calles cercanas de
Barcelona. De ahí, la protagonista presenta su principal mirada sobre el mundo,
fijando la linealidad de una rutina monótona y tranquilizadora, y sus rupturas
frente a la aparición disruptiva de la guerra.
En el espacio de este texto, se analiza la construcción literaria y discursiva de la mirada en Aurora Correa, y cómo esta mirada ‒en el espacio y en
el tiempo sincrónico de la narración‒ define su naturaleza íntima a través del
punto de vista de la niñez y del exilio.
En la novela encontramos a una niña que, desde su árbol de cerezas, lo
observa todo. Desde ahí, es decir, desde su distancia perceptiva e infantil, presenta una hermenéutica alternativa frente al acontecimiento de la guerra civil.
Es así, por ejemplo, en una tarde familiar cualquiera cuando, de regreso del
cine, observa el cielo cercano violado por los bombarderos:
Un avión partió los aires, indefinible entre tarde y noche, y lo siguieron otros
con los silbidos histéricos, monstruosos, de las bombas, y de inmediato, el
estridente sonar de sirenas de alarmas, las del puerto, las campanas del mundo
metálico, enloquecidas, los gritos del barrio y las voces crispantes de los animales (Correa, 2008, p. 16).
La guerra como referente, así como ese avión, aparece entonces “indefinible” a través de una voz interior, con palabras que enuncian desde lo subjetivo
de la emotividad. Se requiere una mirada más distante, capaz de abarcar la
pluralidad del barrio y registrar la forma exterior, gestual, de las emociones
de los otros, cuyos gritos se confunden con los sonidos de miedo de los animales. Y ese avión que parte en dos el cielo, borrando matices y graduaciones,
se vuelve el recordatorio de cómo la guerra civil torna maniqueas las formas
participativas de un conflicto de esta naturaleza. Día y noche, republicanos y
fascistas: la duda, la zona gris, la incertidumbre tienen lugar sólo en la profundidad íntima de la consciencia personal y no en el horizonte discursivo que
oficialmente define el evento.
La narración presenta entonces una mirada retrospectiva, ahora adulta,
dirigida hacia el pasado, a la guerra y sobre todo al territorio entrañable de
una niñez marcada por lo bélico y más tarde por el “exilio” mexicano. En la
primera parte de la novela ‒la más amplia, la que reconstruye la “Dolça Catalunya” de su infancia, en una Barcelona periférica‒, el recuerdo de la autora
17
ARTE, LENGUA Y CULTURA
traduce en literatura un punto de vista infantil que coexiste con el adulto para
apuntar a un escenario particular y a la progresiva corrupción de este, tras las
tensiones de la guerra civil y las bombas nazi-fascistas. No obstante, la matriz
autobiográfica y nostálgica de la mirada disemina diferentes focos perspectivos y vuelve dialógica la descripción del referente histórico: la narración
convoca a la mirada “otra” de diferentes subjetividades que habitan el mismo
entorno existencial, pero también a la mirada del mismo yo, la cual ‒dimorfa,
en el superponerse del yo adulto que narra y del yo del niño que fue‒ se muestra como un sí mismo y también como un otro (Ricoeur, 2006).
En efecto, en diferentes pasajes del texto, esta mirada configura una
perspectiva que se muestra en esencia infantil por su relación despreocupada, lúdica e inclusive mágica con el mundo y con el escenario que la niña
observa. En la perspectiva infantil “recordada”, la guerra y su faceta mortífera
es caracterizada por su poder de amargar la sonrisa, ennegreciendo el humor
de familiares y ciudadanos. Por ejemplo, la niña observa desorientada cuando
el regreso del padre a la casa se traduce en un gesto violento, en una patada. De
manera que, como sujeto, la niña asiste a la escena y ratifica la mutación profunda que consume y corrompe las relaciones sociales en tiempos de guerra:
¡Quién sabe qué humor negro oscurecía el buen humor de mi padre! Entró
sin los ronroneos juveniles para llenar de besos dorados a su Demetria y a su
pequeñita consentida. El periódico en el bolsillo. ¿Qué mal suceso de afuera
pudrió su mente, que él reventó en el hogar? Olía a la limpieza que tanto le gustaba, pero resbaló sin caer y, sin más, dio un puntapié al cuerpo de mi madre
acuclillado (Correa, 2008, p. 38).
La mirada infantil, sorprendida en el espacio íntimo del hogar, convierte
al conflicto de afuera (de las calles y de los periódicos) en un evento perturbador del espacio doméstico (en un “unheimlich”,3 en el sentido de Freud,
1973). De esta forma, el monstruo invade el límite sagrado del hogar y resignifica como no usual y desconocido ese entorno y su juicio. Lo observado
3
18
Según Freud, la regresión infantil produce un “unheimlich”, es decir, un sentimiento perturbador en la
conciencia adulta que recuerda. De aquí que, como en el episodio mencionado, la narración adulta muestra angustia al recuperar la experiencia infantil: aunque nada en la casa de la protagonista aparenta algún
cambio, frente a la patada del padre, el ambiente doméstico es percibido ‒de forma repentina‒ como
ajeno, desconocido y, por ende, “siniestro”.
Mirada de niña, mirada del exilio
produce entonces angustia en lo sincrónico del sujeto infantil como en el
recuerdo de la regresión de la conciencia adulta y también su rebelión. Y esa
violencia adquiere, de reflejo, una dimensión también discursiva, permeando
el espacio del habla y de la enunciación. Así, la misma niña, rompiendo el
dique simbólico de la autoridad paterna y del Usted, se expresa en un “¡Vete
a la guerra con los fascistas!” (Correa, 2008, p. 38), con un odio que la voz
narradora declara “asesino”. Asimismo, contigua en el espacio de la página,
la mirada adulta reflexiona de forma moralizante sobre la materialización
de la guerra civil como una áspera lucha de discursos contrapuestos:
La guerra se apoderó de todos y de todo entenebreciendo la vida nuestra también, a la manera española de alzar la voz, atropellando, por imponer credos
individuales. ¡Qué dialéctica ni qué discernir! Enredo de afirmaciones extremas era la guerra hablada, locución a puñetazos, parientes que fueran, vecinos
hermanados por añejas convivencias o amigos entrañables (p. 38).
Retrospectiva, la mirada adulta recuerda el enfrentamiento de diferentes posturas ideológicas: esas voces se levantan y sancionan la perturbación
del diálogo. Así, a través de este “crimen verbal”, el conflicto desenmascara
toda su naturaleza intestina (“parientes que fueran”) y fratricida (“vecinos
hermanados”).
Por otra parte, dentro del nosotros que enmarca al propio bando, las motivaciones comunes configuran la posibilidad de una dimensión festiva de la
guerra, ahí donde la pasión febril nace de la pertenencia a una humanidad y a
una causa común, y se reversan en el escenario público con cantos que celebran
la victoria esperada. Este aspecto llega a involucrar a los mismos niños, a pesar
de su habitual exclusión del ámbito de la ciudadanía (que en la novela es simbólicamente reflejado por el espacio del emparrado). En este sentido, los niños
comparten con los milicianos bocadillos, sorbos de vino y también su retórica:
“¡Ay, Carmela!” cantan –imitándolos, a pesar de las prohibiciones parentales–
“Somos la joven guardia que va forjando el porvenir” (p. 39). También juegan a
la guerra en el papel de milicianos, alistándose afuera de su infancia:
Me da la espalda el batallón, pero no las voces ni las canciones, que los niños
repetíamos en nuestra calle Carolina. Raúl y Manolín marchan al frente y
Juliancito al final. Yo encabezo otro pelotón.
19
ARTE, LENGUA Y CULTURA
- ¡A las armas, milicianos! ¡Al combate, milicianos! ¡A las trincheras, milicianos! ¡A las barricadas, milicianos! (p. 116).
De igual forma, las enigmáticas siglas de las formaciones republicanas, en
una mirada lúdica, se trasfiguran en juegos de palabras o microrrelatos onomatopéyicos, y son finalmente incluidas en la vivencia infantil: “los pequeños
combinábamos siglas de mucho y bonito sonar: cnt, cené anoche sobrasada.
fai, haz el favor de callarte. ugt, urge más corcho. poum, cayó la bomba” (p. 119).
De aquí que, aun en el escenario experiencial de la guerra civil, bajo la mirada
de la niñez se encuentran áreas potenciales de imaginación lúdica en los pliegues de lo cotidiano, entrecortando lo trágico con la despreocupación infantil. Entonces, con insistencia, la realidad es resignificada y reinterpretada (por
distanciamiento y a través del registro poético), llegando a influir en la mirada
de los mismos adultos. Así, un vendaje en la cabeza o el descubrimiento del
origen “secreto” de las alarmas pueden convertir a una niña de siete años en
heroína. Así, también, el acecho de un conejo perdido se puede volver una gran
aventura para los dos hermanos, en el descubrimiento de invaluables tesoros.
De aquí que, como objetos mágicos, los juguetes encontrados ‒un viejo
triciclo y un rifle de corcho‒ cobran una “nueva” vida republicana. Raúl, en un
frenesí mimético, se transforma idealmente en miliciano:
A Raúl se le acrecentó la fiebre romántica de los milicianos y frota que frota,
limpia que engrasa, consiguió que funcionara el mecanismo del gatillo, le
adoptó un cordel al que ató un corcho, se caló la gorra y corrió a la calle dando
tiros al aire para asombro y envidia de sus amiguitos (p. 85).
Aurora, en cambio, logra poner en marcha el pequeño triciclo y el juguete
se vuelve una festiva maquinaria de propaganda:
Rodaron las ruedas, giró el manubrio, como si fuera un potrillo de metal, y me
lancé a pedalear más miliciana que todos los demás y orgullosísima porque mi
madre le había atado una bandera republicana auténtica. ¡Cómo se le hinchaban los orgullos viendo a su pequeña camarada […]! (p. 86).
Otros tesoros esperan, a veces, tras las bombas y entre los despojos
humeantes, hasta ser recogidos por las manos ingenuas de la niña. Ingenuas,
20
Mirada de niña, mirada del exilio
porque no puede más que ignorar las posibles implicaciones ideológicas que
un objeto encontrado conlleva, y los consecuentes reproches de los adultos.
Aurora, por ejemplo, descubre el rostro de un ángel entre las ruinas de un
templo bombardeado: “Arriesgando la suela de mis alpargatas pasé entre los
escombros y cogí el rostro-ala del angelito y lo escondí en el bolsillo” (p. 73).
Pero su gesto, inocente y estético, choca con una incompatibilidad ética que
la mirada adulta, aquí de la abuela, revela y traduce en un reproche: “¿No ves
que es de la iglesia y que los curas bendicen a los militares sublevados?” (p. 74).
A partir del punto de vista de la niña, la narración exhibe una continua
metamorfosis lúdica y metalingüística de lo vivido en tiempos de guerra. Sin
embargo, los espacios de resignificación no aparecen del todo accesibles para
el sujeto infantil, cuando la perspectiva de los adultos se interpone como filtro,
aportando significados que la mirada infantil no logra (o no quiere) alcanzar.
Debe entonces intervenir el recuerdo en diacronía de la narradora adulta para
colmar esos vacíos semánticos. Por ejemplo, frente al adueñarse por parte de
los niños de espacios alternativos, la mirada adulta carga en sí significados
alegóricos a posteriori:
La guerra regaló a los niños el sistema del alcantarillado de la ciudad, que yo
conocía y transitaba, y ahí jugábamos, jardín inmundo de la vida, es cierto,
pero más pacífico que el mundo de la calle invadida por gente triunfalista, vengativa, matona, dolorosa de canciones, lloros, amenazas, ruegos, matando y
muriendo. En las calles del alcantarillado las ratas chillaban pero no cobraban
viejas cuentas a sus congéneres, asesinándolos (p. 121).
En el paisaje ciudadano que se transfigura, física y moralmente, la Aurora-niña y sus pares descubren en las alcantarillas un nuevo escenario para los
juegos callejeros. Mas el espacio, en el cortocircuito del recuerdo adulto, se
carga de patetismo, convirtiéndose frente a las ratas “chillonas” en un microcosmo simbólico que degrada la humanidad fratricida de la guerra a un estado
ínfimo y animal.
Frente a la mirada infantil, sólo el cerezo, majestuoso, permanece inalterado en su significado. Desde el centro de la huerta familiar y de los cariñosos abrazos de la niña, el árbol es el custodio del regular desplegarse de la
vida social y familiar justo mientras todo es trasformado por la nueva realidad
del conflicto. Pero, cuando una bomba, sin detonar, cae en la huerta, hasta la
21
ARTE, LENGUA Y CULTURA
resistencia de una rutina hecha de baños dominicales tibios, comidas y cercas
saltadas cede paulatinamente el paso a la crisis bélica. En un cambio de focalización, la guerra invade el hogar y señala su irreversibilidad. En el escenario ya
no hay más espacio para la risa y las calles sangrientas exponen el espectáculo
macabro de cadáveres en hileras que la mirada infantil observa con terror:
Era un atardecer de guerra en el mar, que yo conservo como trasplante de la
pupila al sentimiento, y los niños cantando y aspando los brazos regresábamos
cuando al dar una vuelta topamos con una hilera de cadáveres asesinados,
todos con el tiro de gracia en la sien, la sangre endureciéndose en lo verde y
coagulándose en la tierra. A punto estuvimos de pisar los pies descalzos. Nos
pasmó el terror y nos desarticuló la locura colectiva al mismo tiempo (p. 89).
Como se puede observar en la lectura de Cerezas, Aurora Correa recurre
a la figura-clave de la niñez como ángulo estratégico para una mirada alternativa, configurando para el lector una vía diferente para la significación del
acontecimiento. Esta mirada, al recaer en un sujeto marcado por la alteridad de la niñez, no se limita a ver lo que acontece a su alrededor. Desde su
distanciamiento, el acto de “mirar” convierte a la protagonista en un testigo
apto para asombrarse, para captar las anomalías de la realidad y, por ende,
para narrar. De aquí que la mirada de la niña no es pasiva, es decir, no carece
de participación emotiva en su descripción del referente, como lo haría un
narrador omnisciente: es una mirada ficcional, pero no ficticia, la cual apunta
de forma indirecta a la guerra-Gorgona, con “levedad”, para sustraerse de su
realidad petrificadora4 (Calvino, 2012). En este sentido, la perspectiva infantil
define a la protagonista: su extrañeza, su entendimiento limitado y su capacidad de asombro la llevan a ver más (Ginzburg, 2011). Y si, como en el caso de
Aurora, el referente es una guerra civil aún conflictiva en la memoria de sus
protagonistas, este “ver más” implica el rechazo de las distorsiones que el discurso oficial impone sobre ese pretérito, rompiendo con un filtro extrañante
(desde “abajo” y desde “adentro”) su aparente y monolítica coherencia.
4
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Italo Calvino (2012) postula para la literatura el valor de la “levedad”, en oposición a la pesadez, recuperando el mito de Medusa y de Perseo: según el novelista italiano, la literatura no debe ser una representación directa de la realidad, sino una visión de reflejo, como la imagen de la Gorgona en el escudo del
héroe clásico. En Cerezas, la mirada peculiar del sujeto infantil cumple esta misma operación y le resta
pesadez al referente bélico.
Mirada de niña, mirada del exilio
En Cerezas, entonces, esta mirada es construida para que el espacio y el
tiempo de la narración se asienten en el “yo” de una niñez y esta sea recuperada a través del filtro del recuerdo de la autora adulta. En términos narratológicos, el punto de vista coincide con los ojos de la narradora, niña y adulta, en
el vaivén sincrónico y diacrónico del recuerdo del evento. La ficcionalización
del “yo” infantil autoriza así el relato del drama de una guerra civil que invadió
la cotidianidad y la intimidad de todo lo que podía llamarse hogar. Desde la
ficción de la literatura y en diálogo con la memoria, la infancia se hace portadora de una significación que no rehúye de lo factual y de lo histórico como
manifestación concreta de la guerra, más bien lo trasciende asentándose en la
experiencia íntima y subjetiva, y activando la función reveladora de la narración de la cual habla Tzvetan Todorov (1993). Porque la guerra civil transforma
los significados y, a su vez, la mirada infantil reescribe estos mismos significados volviéndolos propios de una poética.
Por una parte, y con realismo, la mirada infantil registra la impresión y
su participación emocional. Por otra parte, la perspectiva adulta subraya el
trauma con el metafórico “trasplante” que marca un cambio de pupila como
punto de no regreso en la temporalidad de la experiencia. Esta alternancia
guía la narración y la oscilación entre las diferentes alteridades del sujeto
narrador, de manera que ‒como diría Mijaíl Bajtín (2012)‒ “dos mundos diferentes se reflejan” (p. 30). Aurora, niña y adulta, observa in fragranti la maldad
del referente-guerra civil en el acto de envenenar todo a su alrededor, triste y
mágicamente, como la saliva, una por una, a las cerezas.
Referencias
Bajtín, M. (2012). Estética de la creación verbal. México: Siglo XXI Editores.
Calvino, I. (2012). Seis propuestas para el próximo milenio. Madrid: Ediciones
Siruela.
Correa, A. (2008). Cerezas. México: Instituto Cultural de Aguascalientes.
Delgado, M. (1994). Confini labili: la guerra civile tra individuo e società. En
G. Ranzato (ed.), Guerre fratricide. Le guerre civili in età contemporanea
(pp. 129-156). Torino: Bollati Boringhieri.
23
ARTE, LENGUA Y CULTURA
Filinich, M. (2013). La voz y la mirada. Teoría y análisis de la enunciación literaria. México: Plaza Valdés Editores/Benemérita Universidad Autónoma
de Puebla.
Freud, S. (1973). Lo siniestro. En Obras completas. (T. iii, pp. 2483-2505).
Madrid: Biblioteca Nueva.
Ginzburg, C. (2011). Occhiacci di legno. Nove riflessioni sulla distanza. Milano:
Feltrinelli.
Guillén, C. (1985). Entre lo uno y lo diverso. Introducción a la literatura comparada. Barcelona: Crítica.
Martínez, J. (2007). Exiliadas: escritoras, guerra civil y memoria. Barcelona:
Montesinos.
Ricoeur, P. (2006). Sí mismo como otro. (A. Neira Calvo, trad., 3a. ed.). México:
Siglo XXI Editores.
Todorov, T. (1993). Ficción y realidad. En Las morales de la historia (pp. 119144). Barcelona: Paidós.
24
Letras de la Nueva España, de Alfonso Reyes
Letras de la Nueva España,
de Alfonso Reyes:
hacia la identificación
de una perspectiva crítica
en la voz enunciativa
Ximena Gómez Goyzueta
ximena.gomez@edu.uaa.mx
Introducción
El plantear un proyecto individual que revise un corpus literario
conformado a través de tres siglos, en relación con, al menos,
dos proyectos colectivos de gran alcance (el de José Pascual
Buxó, en el Instituto de Investigaciones Bibliográficas-unam1
desde los años noventay el de Jessica Courtney Locke, en el Instituto de Investigaciones Filológicas-unam2 ya en el siglo xxi) y
1
2
Se trata del Seminario de Cultura Literaria Novohispana, en el cual se creó también
el Sistema Bibliográfico sobre Sor Juana Inés de la Cruz. Y en el contexto del mismo
seminario, se generó el proyecto de investigación Fundamentos Teórico-Metodológicos para una Historia Crítica de la Literatura Novohispana, que sigue vigente. Véase
https://www.iib.unam.mx/index.php/instituto-de-investigaciones-bibliograficas/
investigacion-y-proyectos/lineas-y-proyectos-de-investigacion/proyectos-colectivos
Jessica Locke coordina este proyecto junto con Ana Castaño desde el 2018, se titula
Historia de las literaturas en México: siglos xvi-xviii, encarnará en tres tomos de esta
historia literaria. El proyecto aún está en proceso.
ARTE, LENGUA Y CULTURA
con las investigaciones que tenemos en México actualmente sobre historia de
la literatura novohispana, es complicado, acaso una tarea insensata. La intención de esta propuesta era problematizar sobre la compleja tarea de conformar
un corpus de la literatura novohispana. Pero ante el conocimiento de estos
proyectos de largo alcance y tras la revisión de estudios sobre la obra alfonsina
que trabajaremos aquí, la presente investigación dio un giro. Se ha acotado al
análisis de los ensayos alfonsinos Letras de la Nueva España (lne) desde los
siguientes componentes que hemos identificado en la lectura: la historia literaria como discurso, su ensamblaje mediante un punto de vista irónico, y su
interpretación desde una perspectiva decolonial.3
La obra ensayística de Alfonso Reyes incluye esta especie de historia literaria, que se despliega en el conjunto de ocho ensayos más o menos breves
titulados Letras de la Nueva España (1946). Como sabemos, estos corpus se
desarrollan entre el siglo xvi y el xviii en un contexto histórico y cultural
intenso, heterogéneo, multicultural y restrictivo; en pocas palabras, complejo.
Reyes revisa y valora las letras novohispanas diacrónicamente y también considerando la relación entre los géneros, las voces autorales y colectivas, y los
momentos histórico-culturales que los convocan. José Pascual Buxó comenta
que estas “coloridas miniaturas” ensayísticas “ordenaron y aligeraron en armónico concierto la natural densidad de los especialistas […], así como toda
la trayectoria literaria de nuestro pasado indígena e hispánico” (Buxó 1994,
p. 24). En este sentido, hacia la mitad del siglo xx, Alfonso Reyes responde a la
necesidad de “hacer una síntesis de las letras novohispanas que trazará como
puntos de partida los estudios, entonces recientes, sobre la poesía indígena
3
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El pensamiento decolonial es una corriente de teoría crítica que toma como base el referente histórico del
descubrimiento, la conquista y la colonización de América vistos desde una perspectiva no europea que
trata, por tanto, las consecuencias psicológicas, históricas, éticas y teóricas de estos acontecimientos en
los pueblos colonizados (Mignolo 2007, p. 16). Walter Mignolo es uno de los teóricos decoloniales más
destacados del contexto americano. El estudioso considera que el pensamiento decolonial “es la opción
que surge desde la diversidad del mundo y de las historias locales que, a lo largo de cinco siglos se enfrentaron con ‘la única manera de leer la realidad’ monopolizada por la diversidad del pensamiento único
occidental” (Mignolo, 2009, p. 254). Se trata, pues, de una opción, de una manera de ver la realidad histórica “excavando los cimientos imperiales/coloniales de la idea de América Latina”, pues, dice Mignolo,
“el continente americano existe como una consecuencia de la expansión colonial europea y los relatos de
esa expansión desde el punto de vista europeo” (Mignolo, 2007, p. 16). Es desde estos planteamientos que
proponemos observar e interpretar críticamente la perspectiva de coexistencia intercultural que considera Alfonso Reyes, en la que se producen las letras de Nueva España, y que intentaremos identificar en
la voz enunciativa de estos ensayos.
Letras de la Nueva España, de Alfonso Reyes
y los nuevos aportes en torno a la literatura colonial” (Buxó 1994, p. 23). Su
intención se inscribe, considera Víctor Díaz Arciniega, en la importancia de
proponer una relación de “continuidad de la parte antigua de nuestra tradición
cultural y educativa [para] recuperar y fortalecer las líneas de continuidad de la
identidad” (Díaz, 2011, p. 137).
Las Letras de la Nueva España
Si bien los ensayos alfonsinos no son totalmente homogéneos entre sí, adquieren unidad por los aspectos que se describen a continuación. Comenzando
por el título, Letras de la Nueva España, ya se expresa una intención deliberada de concierto. Se expone en cada uno de los ensayos el proceso histórico
y cultural que hizo posible hablar de “letras” en la conformación de Nueva
España desde el siglo xvi y hasta principios del xix. Asimismo, el autor conjunta, al menos, dos criterios muy visibles en seis de los ocho ensayos –“La
crónica”, “Teatro misionario”, “Teatro criollo en el siglo xvi”, “Primavera colonial (xvi-xvii)”, “Virreinato de filigrana (xvii-xviii)” y “La era crítica (xviii-xix)”–: revisa un periodo determinado, principalmente, en función de uno
o dos géneros discursivos que tuvieron un desarrollo particular en respuesta
a las condiciones contextuales de ese momento, y no deja de mencionar los
demás géneros, autores y personajes históricos que coexistieron. Los otros dos
ensayos –“Introducción a la poesía indígena” y “La hispanización”– funcionan igual diacrónicamente, pero hacen de bisagra de los antecedentes de las
culturas encontradas entre sí y del proceso de aculturación entre lo indígena
y lo hispánico. Además, queda patente cómo esta bisagra fue cada vez menos
visible, aunque siempre estuvo allí, como un pulso latente en este corpus de
naturaleza heterogéneo.
El presente trabajo es el comienzo de una investigación más amplia. Expondremos aquí una descripción introductoria de los ensayos alfonsinos, que considerará como eje el estudio de la forma en que la voz enunciativa de las Letras de
la Nueva España propone y revisa críticamente la conformación de la serie literaria dentro de su contexto histórico-cultural. Asimismo, se considerará cómo
esta voz también revisa y dialoga con buena parte de la crítica literaria que habló
en el periodo en el que se publicó este corpus. La relevancia de esta investigación, pensamos, se debe a que el corpus alfonsino en cuestión prácticamente
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ARTE, LENGUA Y CULTURA
no ha sido estudiado ni atendido a profundidad desde la propuesta historiográfica-literaria de Reyes para una comprensión crítica de las letras de Nueva
España. Hasta donde he investigado, hay poca información sobre si estos ensayos aportan un conocimiento que trascienda hasta nuestros días.
La perspectiva teórico-metodológica que acompañará el análisis profundo
de los ensayos alfonsinos se presentará aquí, igualmente, a través de un panorama general e introductorio. Partimos del supuesto de que la voz enunciativa
se muestra con un cierto tono irónico; fenómeno que deriva en una mirada
crítica cuya interpretación, proponemos, es factible desde el pensamiento crítico de Roland Barthes sobre la historia como discurso (1994), algunas ideas
sobre historia cultural de Roger Chartier (1992) y con una perspectiva decolonial desde el pensamiento de Walter Mignolo (1991, 2007, 2009). Ofrecemos,
pues, un primer acercamiento sobre cómo podrían entenderse estos ensayos si
identificamos el supuesto tono irónico en que se expresa la voz enunciativa en
numerosas ocasiones, y que significa el punto de partida para una propuesta
crítica de historia literaria novohispana por parte de Reyes, cuya valoración es,
en buena medida, liminal gracias a este tono que adquiere su escritura: muestra constantemente el derecho y el envés del fenómeno discursivo en cuestión.
La búsqueda de ese tono irónico, pues, será el sustrato de la interpretación de los ensayos. Para Lauro Zavala, “si la narrativa moderna recurre a
la ironía como una estrategia que permite expresar las paradojas de la condición humana y los límites de nuestra percepción de la realidad, ello exige
la presencia de un lector capaz de reconocer las distintas estrategias de autocuestionamiento que este mismo discurso pone en juego” (1992, 60). Esto
implica la presencia del eje “hablante, mensaje, destinatario” en movimiento:
el texto expone un modo de ser del discurso posicionado por el autor para
interactuar con el lector en esta puesta del discurso. Así, considera Zavala, un
estudio que apueste por la visión irónica “debe partir del reconocimiento de
que todas las formas de la ironía yuxtaponen las perspectivas de hablantes,
enunciados y situaciones” (Zavala, 1992, p. 60). La capacidad de la ironía para
mostrar estas paradojas en el discurso es un rasgo de oblicuidad, piensa José
Luis Ramírez (1992), porque permite velar y revelar la posición discursiva
simultáneamente. Así, la atención está puesta (hablante, mensaje) y debería
ponerse (destinatario) no sólo en lo que se dice sino en lo que se hace al
decirlo (Ramírez, 1992).
28
Letras de la Nueva España, de Alfonso Reyes
Las marcas de la ironía pueden identificarse con la propuesta metodológica de Roland Barthes sobre el discurso histórico, que nos ayudará a entender
la historia literaria de los ensayos alfonsinos como una puesta en discurso por
parte de la voz enunciativa. Si bien no nos parece que esta puesta tenga como
resultado una “fábula histórica” en este caso, como lo ha observado Clara
María Parra a propósito del ensayo literario en la obra de Reyes, sí podemos
observar, siguiendo a Parra, la veta exploratoria de Reyes a través de
un procedimiento de escritura actualizada, no del pasado, sino de construcciones-representaciones que el hombre va realizando de sí mismo, y que constituyen un primario modo de crítica no convencional ni directa, sino siempre
revestida de ‘divagaciones imaginarias’ que ponen en cuestión el paso del
tiempo y las variaciones que se pueden realizar en torno a éste (Parra, 217).
Asimismo, Barthes indaga sobre la historia como un discurso cuya producción puede derivar en un “efecto de realidad” a partir de marcas discursivas que es posible identificar en tres planos: el del enunciante, el del enunciado
y el del significado (Barthes, 1994, pp. 163-179). Siguiendo las marcas discursivas que proponer Barthes para cada plano, es que iremos tras la identificación
de una voz enunciativa que se posiciona desde la ironía.
Por otra parte, nos apoyaremos en las perspectivas de la historia cultural de
Roger Chartier en El mundo como representación, y tomaremos algunas indagaciones que nos parecen relevantes para nuestro estudio de la voz enunciativa.
En este estudio, Chartier habla de la historia cultural de Occidente a partir de la
modernidad con base en la invención de la imprenta y sus consecuencias para
la oralidad, la escritura y la historia del libro. Así, este autor plantea su estudio
desde “la crítica textual, la historia del libro y una sociología retrospectiva de
las prácticas de lectura” (Chartier, 1992). Con ello, indaga sobre
las modalidades de apropiación de los textos y los procedimientos de interpretación que sufren. ¿Cómo los textos, convertidos en objetos impresos, son
utilizados (manejados), descifrados, apropiados por aquellos que los leen (o
los escuchan a otros que leen)? ¿Cómo, gracias a la mediación de esta lectura (o de esta escucha), construyen los individuos una representación de ellos
mismos, una comprensión de lo social, una interpretación de su relación con
el mundo natural y con lo sagrado? (Chartier, 1992).
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ARTE, LENGUA Y CULTURA
Finalmente, tomando como referencia estas preguntas, apoyaremos nuestro análisis de los ensayos alfonsinos en algunos planteamientos del pensamiento decolonial de Walter Mignolo a través de su estudio sobre el problema
de la fijación del canon literario, en relación con las perspectivas desde las cuales
lo discute el sujeto en cuestión (el estudioso). Considera Mignolo que “los debates sobre la formación del canon deben discutir tanto en los planos vocacional
y epistémico como a través de las fronteras culturales” (Mignolo, 1991, p. 246).
Preguntas como “¿quién enseña el canon de quién?” (Mignolo, 1991, p. 247) nos
permitirán observar qué dice y cómo se comporta discursivamente la voz enunciativa en los ensayos de las Letras de la Nueva España.
Panorama crítico
Los ensayos contenidos en las lne tuvieron una primera versión en 1942 y se
publicaron por primera vez en 1946 en una edición de la Secretaría de Educación Pública, después del regreso de Reyes del extranjero de sus estancias
sapienciales y diplomáticas en Europa y Sudamérica, periodo que corresponde
a la última etapa intelectual de su vida. Tras un importante intercambio de
saberes desde la filología, la filosofía, la historia y la estilística con intelectuales
como Ramón Menéndez Pidal, Américo Castro, Raymond Foulché Delbosc,
Karl Vossler, Amado Alonso, entre otros, “a partir de los años 40, después de
un exilio de 26 años, Alfonso Reyes se dedicó a fundar instituciones educativas y de investigación en México” (Ugalde, 2013, p. 186). Dalmasio Rodríguez
proporciona una noticia sobre el origen de estos ensayos en relación con el
proyecto educativo mexicano para ese momento:
escrito a petición del entonces Secretario de Educación Pública, Jaime Torres
Bodet, el ensayo de Reyes formó parte del tomo colectivo México y la cultura,
cuyo fin último era exponer de manera sucinta pero actualizada las diversas
manifestaciones artísticas, científicas e históricas de la nación mexicana. Dos
años después, en 1948, la versión de Las letras patrias dio origen a Letras de la
Nueva España, título más exacto y que ha tenido varias ediciones (Rodríguez,
2004, p. 175).
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Letras de la Nueva España, de Alfonso Reyes
Podemos decir que con este corpus se está considerando un proyecto
sobre la formación de un canon de cultura letrada del pasado precolombino y
novohispano como parte de un proyecto más extendido, de conformación de
identidad nacional. Para Dalmasio Rodríguez, lne4
ofrecía una rica síntesis de los autores y géneros que tuvieron lugar en la Nueva
España durante los tres siglos de su existencia. Ambas obras [se refiere a la
antología de Méndez Plancarte Poetas novohispanos], vinculadas estrechamente, aportan invaluable información para el mejor conocimiento de nuestra
literatura virreinal y marcan una nueva propuesta historiográfica (Rodríguez,
2004, p, 175).
Es importante mencionar que, cuando la crítica especializada revisa la
obra ensayística de Reyes, hacen menciones más o menos extendidas a las lne.
Esto es significativo porque, si bien se ha dicho que se trata de una propuesta
historiográfica, se habla también de esta obra como “ensayos”, lo cual es fundamental en relación con las opiniones críticas que vertemos a continuación, que
consideran aspectos de las lne aunados al de su carácter historiográfico, pero
que también hablan de la subjetividad del autor, y como veremos en la descripción de los ensayos, es un tema que nos interesa analizar particularmente.
Para comenzar, se habla de esta obra en relación con otras como la Cartilla moral (1952) o La constelación americana (1950), las cuales estaban dentro de la perspectiva alfonsina de una necesaria reconstrucción cultural de la
identidad nacional durante el medio siglo.
Ahondando en estudios particulares, tenemos el de Eugenia Houvenaghel, Alfonso Reyes y la historia de América. La autora argumenta que el interés
de Reyes por la historia mexicana en su obra va aparejado con una construcción identitaria a través de la noción de mexicanidad, pero también de procesos de mestizajes, y la obra lne no es la excepción. Al respecto, esta estudiosa
menciona que “el autor no se limita a hablar de un proceso por el que se va
forjando el modo de ser propiamente mexicano, sino que apunta ya, desde
la ventana literaria a la que se asoma para contemplar la América colonial el
4
A partir de aquí, cada vez que mencione el título de la obra Letras de la Nueva España y el título de los
ensayos que contiene, lo haré anotando las siglas del título respectivo.
31
ARTE, LENGUA Y CULTURA
germen de las diferentes identidades que integrarán el mundo hispano” (Houvenaghel, 2003).
Por su parte, Alberto Paredes estudia el concepto de mexicanidad que
Reyes apoyó para el caso de Juan Ruiz de Alarcón y considera que el pensamiento alfonsino en la obra lne se dirige también a la configuración de la
propia identidad de su autor, que se puede advertir en un tomar postura como
sujeto histórico (Paredes, 2010, p. 108).
Mientras que Víctor Díaz Arciniega piensa que “Alfonso Reyes desplegó
su creatividad literaria para indagar en la representación moral de nuestra identidad; es decir, reconstruyó aquello del pasado sobre lo cual el percibía que se
asentaba la tradición, esa abstracción esencial e indispensable sobre la que
culturalmente se vertebra México” (Díaz, 2011, p. 135). En particular, la importancia de estos ensayos se asocia con la preocupación de Reyes por insertarlos
en la continuidad de la historiografía mexicana desde el referente fundamental
que fue la obra de Justo Sierra. Más que nunca, Reyes sentía como imperativo
instar al pueblo mexicano sobre la necesidad del reconocimiento de su legado
cultural en su presente histórico. Así, las lne representan en la consciencia
histórica de Reyes “la línea de continuidad de la parte antigua de nuestra tradición cultural y educativa” (Díaz, 2011, p. 137).
Por otro lado, y más recientemente, en su estudio sobre el canon de la literatura novohispana y los criterios para su edición, Carmen Fernández Galán
habla sobre el origen de los estudios coloniales en México hacia la mitad del
siglo xx, a partir de la presencia de grupos y proyectos de investigación interesados en el rescate de un corpus literario virreinal y mexicano, como “el Seminario de Cultura Mexicana fundado en 1942 y el Centro de Estudios Literarios
de la unam en 1956” (Fernández, 2016, p. 57). La investigadora menciona,
tomando en cuenta el criterio de José Pascual Buxó, que “la revaloración de
la literatura colonial en México comienza alrededor de los años ochenta del
siglo xx” (Fernández, 2016, p. 57). Aunque Fernández no nombra el trabajo
de Reyes, el cual sin duda es inaugural. En este sentido, podemos considerar
los ensayos alfonsinos, como dice Buxó, como parte de una etapa en la que “se
conjuntaron la moderna investigación científica documental con la revaloración estética del barroco” (Buxó, 1994, p. 27).
Son interesantes las observaciones de Fernández en pleno siglo xxi sobre
las características que deben tener, y tienen, algunos proyectos sobre historias, antologías y cánones de la literatura colonial, si los comparamos con las
32
Letras de la Nueva España, de Alfonso Reyes
formas y los contenidos de los ensayos alfonsinos como puntos de partida para
construir un canon de literatura, en este caso, novohispana. Fernández menciona, por ejemplo, la dificultad de hablar de literatura “pura”, diría Reyes, en el
periodo colonial en relación con la serie social y cultural de aquel tiempo; pues
la producción “literaria” estaba determinada por las instituciones de poder
de su tiempo, esto es, la censura que se ejercía desde el virreinato, el Santo
Oficio y la persecución inquisitorial hacia personas y libros. En este sentido,
la autora observa como un acierto el que se consideren todos estos aspectos
sociales como imprescindibles en las recientes historias de la literatura (Fernández, 2016, p. 59). La descripción inicial que haremos de nuestro corpus
observa que Reyes involucra estas presencias sociales, políticas y culturales
como fundamentales para el origen y desarrollo de las letras. Sólo que, diría
Buxó, configuradas en unas miniaturas cuya importancia ha pasado, más o
menos, desapercibida por la crítica.
Introducción al corpus
Propongo un recorrido inicial de algunas de las características de cada ensayo
en relación con lo que analizaremos a profundidad en otro momento y que
nos interesa: la voz enunciativa desde un matiz irónico a partir de las ideas de
Roland Barthes sobre el discurso histórico y la interpretación de este análisis
con base en una perspectiva cultural y decolonial. Por el momento sólo revisaremos algunos rasgos del matiz irónico. Se observará cómo estos ensayos se
entretejen a partir de una discursividad que se perfila a través de un discurrir
crítico sobre las obras, los autores, la serie literaria y cultural en la que estos se
insertaron, y, por tanto, cómo fueron acogidos en su tiempo. A su vez, haremos algunas observaciones sobre cómo esta mirada también permea la propia
tradición de la crítica filológica y literaria de las letras novohispanas.
Estos dos elementos (la historia literaria como discurso y su configuración
desde una perspectiva irónica) sirven al autor para ir “historiando” una literatura plenamente “ancilar” (Reyes, 1944, p. 31). Es decir, que se encuentra construida de modo liminar con respecto a otros géneros discursivos coetáneos,
ya sea para ponerse al servicio (préstamo) de estos o para que estos se pongan
al servicio de la literatura (empréstito) (Reyes, 1944, pp. 31-32). Pero este linde
se manifiesta más allá de los textos como un efecto de “sus imprescindibles
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ARTE, LENGUA Y CULTURA
vínculos con la sociedad y con la historia” (Buxó, 2009, p. 25), es decir, en
contacto con un contexto social de convergencia de culturas, de hibridaciones
culturales. Es así que los textos son revisados por la voz ensayística con base
en estas particularidades de hibridación entre cosmovisiones y entre géneros
discursivos. La construcción de un punto de vista irónico desde la enunciación permite advertir los resquicios por los que se dieron estos encuentros,
estas coexistencias; a su vez, permite observar cómo fue que algunas veces se
fundieron y otras, no, es decir, cómo es que se encontraban en constante conflicto, en una lucha y corte de voces. Este punto de vista nos da acceso también
a la mirada de quienes advirtieron la naturaleza de ese contexto y quienes no,
tanto desde la propia sincronía de los textos y los autores como desde la diacronía en su estudio por filólogos y críticos literarios.
El ensayo “Introducción: Poesía indígena” abre el corpus. El texto
comienza con la narración de la llegada de los primeros registros de la literatura española renacentista, los cuales se manifestaron en la oralidad por las
voces de los conquistadores, “proverbios y refranes que Hernán Cortés y sus
tenientes se cambiaban de caballo a caballo” (LNE, 282). En primera instancia,
observamos una enunciación que nos sitúa narrativamente en las circunstancias vivenciales de la inserción de la literatura española durante las expediciones de Cortés. Tras esta presentación, continúa la voz enunciativa:
Y México, ¿qué literatura autóctona poseía? 2. Hay una poesía indígena perdida en mucha parte, como enlazada con una civilización que el conquistador
reprimía de caso pensado, confundida con un material religioso que el misionero tenía el encargo de expurgar, entendiéndolo como gentil y diabólico, y
mal preservado en la tradición oral, puesto que el jeroglifo no podía preservarla como la partitura es capaz de preservar la música y la escritura fonética
apenas se ensayaba (LNE, 283).
Más que instaurar el estilo historiográfico a través del registro de datos
con un estilo impersonal y objetivo, se privilegia un modo de enunciación en
el que el discurso va configurando la historia que relata no sólo a través del
registro de datos sino también como una experiencia para el lector. La cercanía de esta voz la podemos entender mediante los dispositivos de enunciación
o shifters que identifica Roland Barthes en “La historia como discurso”. En este
caso, estaríamos ante un shifter “de organización en relación con el tiempo
34
Letras de la Nueva España, de Alfonso Reyes
cronológico de la historia: se trata de las inauguraciones del discurso histórico,
puntos en los que se juntan el inicio de la materia enunciada y el exordio de la
enunciación” (Barthes, 1994, p. 166).
Este pequeño análisis es interesante como punto de partida para la descripción del corpus alfonsino. Siguiendo a Barthes, tenemos en el inicio del
ensayo la introducción de la historia oficial de las letras españolas en “el Nuevo
Mundo”; pero como exordio, resulta ser una exposición estratégica para, posteriormente, mostrar la “verdadera” introducción a la historia de la poesía en
México, la que ya existía y comenzó a aculturarse con estas voces hispánicas
populares que recién llegaban; es decir, la poesía indígena prehispánica. Se
pone en evidencia, así, a manera de exordio cómo iniciaría una historia oficial
de las letras novohispanas. Pero, enseguida, la voz enunciativa desdobla su
discurso con una pregunta de investigación que voltea hacia un tiempo inicial
más remoto y de la historia de otras culturas, la nahua, la maya y la otomí. Con
ello, nos situamos en la materia referida ya en el título: la historia de la poesía
indígena que antecede a su encuentro con la literatura hispánica popular.
A este ensayo le sigue “La hispanización”, una visión panorámica por la
brevedad del ensayo, pero profunda por el tratamiento de este fenómeno. El
introito del texto habla de la llegada de las dos grandes instituciones que dieron a México y Centroamérica el rostro de la Nueva España: la corona, con
“la conquista política” al instaurarse el virreinato de Nueva España ya en el
siglo xvi, y la Iglesia, con la puesta en práctica de su conquista espiritual y la
instauración del Santo Oficio. Tras el registro de los datos históricos sobre el
despliegue de la cultura novohispana después del suceso bélico de Cortés, la
voz enunciativa relata cómo se fue conformando una sociedad intercultural
y cómo se fue dando su institucionalización. Nuevamente, la voz enunciativa
alude al encuentro entre “la gente española o europea al servicio de España
que se trasladó a nuestro país […] y la gente mexicana que se incorporó en la
civilización de la colonia: criollos, mestizos e indios ya latinados” (LH, 299).
Antes del injerto de la cultura española en cepa mexicana, dice el ensayista,
ocurrió ineludible el acontecimiento lingüístico del intercambio dialógico. El
injerto le ganó espacio al cuerpo al que se adhirió; nos lo muestra el ensayo con
el relato del desarrollo de la cultura letrada como factor fundamental de la hispanización del territorio adjudicado. Asimismo, la voz enunciativa comienza
a registrar ya desde este ensayo algunas de las exóticas mezclas lingüísticas que
comenzaron a producirse en textos teológicos, gramáticos o diccionarios que
35
ARTE, LENGUA Y CULTURA
combinan el latín con el náhuatl, con el otomí, con el maya, con el mixteco, con
el zapoteca o el castellano con estas lenguas. Pero, por supuesto, estas lenguas
indígenas estaban contextualizadas desde el punto de vista occidental, muchas
veces, por la tarea de evangelización por parte de unos frailes tan desconcertados ante sus nuevos discípulos como apresurados, y aún sin utilizar recursos
didácticos en una etapa todavía muy cercana, casi inmediata a la destrucción
de México-Tenochtitlán. Dice la voz ensayista:
Estos improvisados maestros, en su patética premura, pretendieron alguna vez
comunicar al discípulo en un solo acto la nueva lengua y la nueva fe, siquiera
valiéndose de la mímica […] Sin texto el maestro, sin letras los discípulos, el
trabajo era verbal y se valía de mil subterfugios (LNE, 300).
El acercamiento por parte de la voz enunciativa a estas escenas de cómo
pudieron haber sido las circunstancias de la evangelización en la distancia histórica sin duda es muestra de, en este ejemplo y otros más, esos resquicios
que la imaginación histórica y crítica de Reyes logra identificar y transmitir.
Por ellos alcanzamos a ver, imaginar, percibir de modo experiencial uno de
los sucesos históricos que, en ocasiones se tratan, más bien, con principios
de, diría Reyes, pretendida objetividad en la plasmación de los datos y para
los cuales esta perspectiva oblicua es inaceptable. Esta sugiere que el hic et
nunc pudo haber sido distinto de cómo aparece narrado ya desde las propias
crónicas de aquel momento hasta algunas propuestas históricas más actuales.
Es “La crónica”, tercer ensayo alfonsino, tal vez el primer género discursivo
que comienza a transmitir a Europa las primeras impresiones del continente
encontrado; esto es, a manera de Relaciones que deben dar cuentas de las “nuevas posesiones” de la corona española para que esta siga financiando a los viajeros en ultramar. Así lo explica la voz enunciativa con su primera afirmación en
este ensayo: “La sola aparición de América fertiliza la voluntad y el pensamiento
europeos” (LNE, 310). El ensayista expresa, así, lo que significó el tesoro encontrado por Europa para que, acaso y más allá de la búsqueda de “oro de Indias”,
esta saliera de su marasmo endofágico sobre el rebuscamiento de mitos renacentistas en sus propios referentes, para encontrarse con “el sueño utópico”:
Si el orden de la acción estimula a reformistas, colonizadores y aventureros, y
muy pronto se ofrece como una esperanza a la asfixia social de los descontentos,
36
Letras de la Nueva España, de Alfonso Reyes
los “peregrinos”, los hugonotes, en el orden teórico no sólo enriquecen la temática literaria con nuevas sazones de exotismo; también, enlazándose con la
tradición humanista de la República Perfecta, presta alas a la especulación
política y a la utopía novelada (LNE, 310).
“Teatro misionario” es el siguiente paso en la sucesión histórica que propone Reyes de las letras novohispanas. La conquista espiritual mediante el teatro se narra a través de su continuidad con el traslado que hicieron los frailes
de los acontecimientos proto-teatrales que se realizaban en el medievo, con
sus representaciones geminales del auto sacramental y las comedias de santos, de rituales religiosos o mitos bíblicos actuados por no profesionales en
los espacios de las iglesias y con la vitalidad de las fiestas religiosas en calles y
plazas públicas. La voz ensayística también considera la aportación de la otra
parte, no sólo por el nicho que los frailes encontraron en prácticas orales de
transmisión de saberes de padres a hijos, sino en las también representaciones
de índole teatral que se hacían en contextos de fiestas religiosas o profanas, con
representantes no profesionales, “saltimbanquis”, cantores, etcétera. El acontecimiento teatral también se vivía en los pueblos indígenas a medio camino
entre el ritual y el disfrute estético de la fiesta con fines políticos, sociales y religiosos. La mirada crítica transita en las menciones de documentos que registran experimentos dramáticos de voces y símbolos visuales aculturantes entre
lo náhuatl y lo castellano, lo tarasco y lo castellano, lo otomí y lo castellano, lo
zapoteca y lo castellano. Igualmente, la voz ensayística advierte sobre la oportunidad que tenían los indígenas de representar con fines de conversión, así
estipulado por los frailes, pero aprovechando el momento performático para
hacer “bromas” dramáticas codificadas en sus referentes culturales. Así se lee
en algunos ejemplos que ofrece la voz enunciativa:
La caída de Adán y Eva representada en náhuatl con espléndida escenificación,
lleva un motete final en castellano, acaso la primera recitación en nuestra lengua en boca de indígenas. La mudez de Zacarías, padre del bautista, en otra
pieza náhuatl, daba ocasión a incidentes cómicos muy a gusto de los naturales.
Y cuando San Francisco predicaba en lengua india a las aves, éstas, en efecto,
venían a posarse en su mano (LNE, 325).
37
ARTE, LENGUA Y CULTURA
En el mismo ensayo, dice la voz enunciativa: “Pero este teatro comienza
a tirar del carro de la comedia y ha de conducirnos hasta la escena criolla”
(LNE, 322). Llegamos, así a “El teatro criollo en el siglo xvi”. Es “el teatro español nacido en México” (LNE, 328). El ensayo narra cómo se conforma este
género entre su desprendimiento del original hibridismo que caracterizó al
misionario, su despliegue en la fiesta callejera, de plazas públicas, y sus versiones más cultas al interior de los espacios jesuitas con un teatro escolar cien por
ciento europeo y escrito en latín. En el escenario novohispano, “el drama no
suelta aún sus andaderas [dice la voz enunciativa], y queda medio embarrado
en el papel” (LNE, 331). El tono humorístico se asoma en este comentario e
ilustra muy bien la caracterización que la voz ensayística le da a un teatro que,
por dejar atrás las particularidades que iba adquiriendo el de evangelización
e ir en busca del refrito hispánico, no logra hacerse un lugar legítimo en su
propio territorio. Esta perspectiva capta uno de los afanes menos convenientes
en estos siglos de nuestra historia letrada, así lo deja ver Reyes, la imitación
subordinada a las formas y los contenidos, en este caso, del teatro peninsular.
En “Primavera colonial (xvi-xvii)”, la perspectiva crítica de la voz
enunciativa refleja unas contradicciones que parecen espejarse con las contradicciones que iban surgiendo en el territorio novohispano, esgrima de voces
y escrituras diversificadas. Coexisten en la voz enunciativa, por ejemplo en el
caso de la valoración de la prosa, afirmaciones como la siguiente, que es con la
que abre el ensayo: “No fue el xvi afortunado en la prosa literaria” (LNE, 335),
o como esta: “el habla media de la buena sociedad colonial” es un “habla
sin mucho arte” (LNE, 335) y, por otro lado, tenemos afirmaciones como la
siguiente: “La prosa […] no tenía aquí ‘domadores de la palabra’, salía con
más libertad, propendía a la sencillez y adoptaba con naturalidad las novedades indígenas, de que es clara muestra el ‘bilingüismo de Sahagún” (PC, 335).
Entre “burlas y veras” de la masa de escritores que emergen prolíficamente de
ese suelo fértil, la voz enunciativa va identificando unos destellos de frescura
y originalidad que ahora mismo siguen entusiasmando en lecturas en voz alta
de textos novohispanos a estudiantes en salones de clases o al público, por
ejemplo, en charlas de casas de cultura. Así, para el ámbito de la poesía, se destaca a Bernardo de Balbuena, a Mateo Rosas de Oquendo o el controvertido
caso del poeta dramático de La verdad sospechosa, Juan Ruiz de Alarcón, al
que Reyes no se resiste considerándolo como uno de aquellos primeros novohispanos que ya daban el tono del alma mexicana.
38
Letras de la Nueva España, de Alfonso Reyes
El ensayo “Virreinato de filigrana (xvii-xviii)” trata el periodo pleno de la
literatura novohispana. La voz enunciativa observa cómo las lenguas y culturas
encontradas aquí y en este siglo generan unas prolíficas relaciones literarias:
se va conformando un tejido intercultural, en ocasiones de una creatividad
singular, como en la poesía de Sor Juana al incorporar palabras indígenas a
los tocotines, villancicos y a sus loas. Surgen, asimismo, nuevos vocabularios
y gramáticas en lenguas indígenas y latín o experimentos de traducciones de
comedias de Lope y Calderón a las lenguas indígenas, como los que hace Bernardo de Alva, hijo de Fernando de Alva Ixtlixóchitl; o verso y prosa castellanos y en latín, de raigambre clásico en la escritura de un europeo mestizo
que llega a la Nueva España, vive y escribe allí hasta su muerte en la hoguera,
Guillén de Lampart con su Salterio regio o su Cristiano desagravio. Es decir,
esta voz nos muestra la mezcla interlingüística, fenómeno que, en el siglo xvii,
entreteje el fondo de las letras de esta etapa para proyectarlas hacia sí y hacia
la península con una identidad que se quiere distinguir del estilo hispánico.
Sin embargo, la voz enunciativa que no cesa en su ojo crítico, de corte
aquí más occidentalizante (¿o igualmente irónico?), entre amarga y esperanzadora, afirma: “El retraso entre el innovador europeo y el imitador o ‘académico’
americano, observa Lanning, no es de un siglo, sino sólo de una generación; y
sin duda en el orden literario, que admite las anticipaciones individuales con
relativa facilidad, muchas veces pudo ser menor todavía” (VF, 348-349).
“La era crítica (xviii-ixx)” cierra este corpus ensayístico y esta propuesta
de letrados novohispanos. La voz enunciativa pone de relieve, nuevamente,
distintos fenómenos culturales que coexisten en un periodo en el que, se
señala, Nueva España está cada vez más lejana de la dependencia social y política (criollos y mestizos) hacia la metrópoli. En ese momento, el arte poético
del barroco novohispano cede su lugar a una visión crítica que quiere tomar
conciencia de su historia forjada allí. Dice el ensayista que la identidad de
“nación” se hace cada vez más clara a través de un proyecto de discurso histórico que comienza a gestarse, identifica el origen en los pueblos indígenas y
aboga, supuestamente, por una nación multicultural. Aunque, por otro lado,
dice el enunciante, es el siglo de la latinidad neoclásica desde el punto de vista
de las letras. La identidad novohispana se va forjando con un discurso construido desde la promoción cultural jesuita muy trabajada ya en el xvi, y que,
para este momento, respira oportunamente los aires de la revolución francesa.
El periodismo y la conciencia histórica de una tradición que se argumenta
39
ARTE, LENGUA Y CULTURA
retóricamente nacida en tierras novohispanas comienzan a gestar su separación de España, y se ayudan del pasado indígena y de la idea de un plan providencial sustentado en mitos de mestizaje como el de Guadalupe-Tonantzin o
el del apóstol Quetzalcóatl-Santo Tomás. La voz enunciativa recoge este sentir:
Son rasgos de la época la adopción de una filosofía de lo inmanente (que no
niega lo trascendente), la concepción del filósofo como ciudadano del mundo,
la noción revolucionaria de que la autoridad se origina en la voluntad del pueblo, la condenación de la esclavitud negra e indígena, la reivindicación de la
cultura prehispánica, el sentido de la nacionalidad mexicana y, por último, el
auge de la cultura clásica; la cual vino a ser, sino la determinante, al menos la
noble madrina de la futura independencia (EC, 375).
Conclusiones
Hemos mostrado un breve recorrido por los estudios críticos que han tratado
de modo parcial o lateral este corpus ensayístico, el cual, sin duda, es inquietante por la visión crítica que propone Alfonso Reyes sobre su propia selección de las Letras de la Nueva España. Es una visión sutil, pero contundente y
afilada, que, apenas con una expresión o un enunciado, muestra aspectos no
considerados o vistos de modo crítico hasta ahora sobre este fenómeno histórico literario, o en contradicción con el propio discurrir de la voz enunciativa
que los menciona. El discurrir del ensayista transita con un enfoque agudizado que busca el equilibrio entre el registro de fuentes y datos históricos, y la
sensibilidad del “yo” del crítico, permeado en cierta medida por el influjo de
la estilística de Amado Alonso y Karl Vossler. Su voz adquiere sentido y forma
en su indagar por las letras novohispanas a través de este particular ejercicio
valorativo de recepción de su legado cultural, que es el de los receptores a los
que se dirigía en su tiempo, y que sigue vigente a 500 años del inicio de nuestra
cultura mestiza en la cuenca de México. Es tarea de esta investigación analizar
en próximos estudios este corpus de manera profunda y sistemática, y con las
perspectivas teórico-metodológicas que se han señalado. Podremos, entonces,
identificar si la mirada irónica del estudioso se asoma en su propuesta del
legado de las letras novohispanas.
40
Letras de la Nueva España, de Alfonso Reyes
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42
Contraste entre metáforas por futuros profesores de francés
Contraste entre metáforas por
futuros profesores de francés
y diálogo con una investigadora
María de Lourdes Martínez Barrientos
mlmartinezb@hotmail.com
Antecedentes
Surgimiento y desarrollo del proyecto
Al preparar el programa de la materia Gramática Comparativa
del Francés y del Español (asignatura disciplinaria obligatoria
del quinto semestre de la licenciatura Docencia del Francés y
Español como Lenguas Extranjeras, de la Universidad Autónoma de Aguascalientes, México, en agosto de 2020), el interés por elegir un artículo de un investigador de la institución
susceptible de generar en los estudiantes el deseo de comparar
las dos lenguas, nos condujo a una búsqueda que nos permitió
elegir el artículo “Las metáforas zoomorfas desde el punto de
vista cognitivo”, publicado en 2015 por la doctora Blanca Elena
Sanz Martin.
ARTE, LENGUA Y CULTURA
Al haber concluido el cuarto semestre, los estudiantes deben contar con
un nivel B2 en francés del Marco Común Europeo de Referencia para las
Lenguas. La materia se imparte en francés y en español, al comparar ambas
lenguas. Cuenta con cinco horas semanales y se impartió en línea debido al
contexto sanitario. Se contó con seis semanas para la realización de este proyecto, correspondiente a la cuarta unidad del programa. El artículo se trabajó
en clase mediante actividades, como elaboración de mapa conceptual, cuadro
sinóptico, entre otras. No se contó con recursos económicos o humanos además del tiempo de clase, y los resultados no pretenden ser comparables a los
de un investigador profesional.
La intención es generar una diversidad de vínculos entre la investigación
y la docencia, entre las lenguas española y francesa, entre departamentos universitarios y entre materias, al permitir relacionar gramática, sociolingüística,
traducción. Se busca también aprovechar los lazos del cuerpo académico Estudios Lingüísticos y Literarios, que lidera la doctora Sanz.
Otros beneficios esperados para los estudiantes son el trabajo colaborativo, importante en cualquier ámbito, el enriquecimiento de su vocabulario
fraseológico y su cultura general, la sensación de logro individual, por equipos
y grupal, y el establecimiento de lazos entre grupos al invitar a otro grupo para
comunicar sus hallazgos mediante una experiencia de diálogo académico.
El objetivo del proyecto fue comparar diversas metáforas zoomorfas en
francés y en español, tomando en cuenta la segunda de las hipótesis principales conductoras del análisis del lenguaje de la lingüística cognitiva citada por
Sanz (2015, p. 363): “La gramática implica siempre una conceptualización” y,
principalmente, la tercera: “El conocimiento del lenguaje surge siempre de su
propio uso”. Se partió de la hipótesis de que un mismo animal tiene las mismas características independientemente de la lengua que se hable, pero que en
culturas distintas la experiencia del mundo difiere y esto se refleja en la lengua.
Primero se verificaron las fuentes disponibles de información para definir la actividad. Ubicamos los artículos científicos en francés relacionados con
el tema y buscamos los corpus disponibles en francés, entendiendo por corpus
las bases sistematizadas consultables por Internet de datos de uso de la lengua.
No se exploraron los corpus en español porque se pensaba utilizar el corpus del
español de Mark Davies (2002-) consultado por la doctora Sanz. Se eligieron
los diccionarios en francés y en español.
44
Contraste entre metáforas por futuros profesores de francés
Corpus en francés
Exploración de corpus en francés susceptibles de servir
al proyecto para seleccionar el más adecuado
Como lo reconocen Bürgel, Diwersy y Siepmann (2016, p. 1), pudimos constatar que las herramientas de análisis en francés presentan un retraso con respecto al español, en su diversidad, disponibilidad y análisis estadístico, como
se detalla en la relación de corpus incluida en anexo.
El Corpus de Lengua Hablada en Interacción, 2021 (clapi, por sus siglas
en francés), del Laboratorio Interacciones, Corpus, Aprendizajes, Representaciones (icar), del Centro Nacional de la Investigación Científica (cnrs) contiene multimedia en situación real y contextos variados de alrededor de 40
corpus. Cuenta con transcripción y es posible la búsqueda por palabra, por
coocurrencia, por contexto, multicriterio, por coocurrencia de un fenómeno
interaccional. De la base, 90% (63 horas), es de libre acceso. Es posible descargar el archivo y las diferentes transcripciones. Es una de las mejores interfaces
para lengua hablada. Se retuvo como una opción.
En lengua escrita, una de las mejores opciones es Frantext (2021), del
grupo atilf (Análisis y Tratamiento Informático de la Lengua Francesa).
Cuenta con 258 000 000 de palabras (octubre de 2020) y permite varios tipos
de búsqueda, un contexto de hasta 700 signos y su interfaz es amigable. Va de
los siglos ix al xxi. La versión integral no es de libre acceso. La versión de libre
acceso es mucho más limitada, basada en 40 textos mayoritariamente del siglo
xix. Sin embargo, se retuvo por su libre acceso e interfaz.
Ninguna de las opciones resultó comparable al corpus del español de
Mark Davies (2002-) de 100 000 000 de palabras, el cual equilibra géneros a
partir del siglo xx y contiene diferentes variedades del español. Como lo indica
Wissner (2012), las bases francesas son principalmente de Francia, escritas y
literarias. En su mayoría, las interfaces reagrupan bases de datos creadas con
fines diversos, que con frecuencia abarcan un solo género de discurso. Por esta
razón se decidió limitar la búsqueda a diccionarios.
45
ARTE, LENGUA Y CULTURA
Diccionarios
Presentación y justificación de los diccionarios seleccionados
En francés, se recurrió al Centre National de Ressources Textuelles et Lexicales, 2021 (Centro Nacional de Recursos Textuales y Lexicales, en lo sucesivo
cnrtl), creado por especialistas del cnrs y del atilf, al ser muy completo y
de libre acceso en línea. En español, se recurrió al Diccionario del español de
México, de El Colegio de México (2021, en lo sucesivo dem) para buscar preferentemente dentro de la variante mexicana, que los estudiantes conocen. Se
complementó con el Diccionario de la lengua española, de la Real Academia
Española (2021, en lo sucesivo dle) y la paremia con el Refranero multilingüe,
del Centro Virtual Cervantes (2021).
Enfoques relativos a metáforas
y paremia desde el punto de vista contrastivo
Exploración de tres enfoques presentados a los alumnos
para que conocieran trabajos en la materia
Van Hoof (2002-2007)
Profesor e investigador del Centro de Terminología de Bruselas, Bélgica, que elaboró un bestiario contrastivo de metáforas zoomorfas entre el francés y el inglés.
Van Hoof (2002, p. 403) atribuye las metáforas zoomorfas a la proyección
del hombre en el mundo animal “para explicitar su ser físico, moral, social,
y cultural”,1 apoyándose en características reales o supuestas para conferir un
valor simbólico en la convención social de una época. Constata que la analogía
respecto de un animal puede variar con el tiempo o adquirir una nueva significación. El hombre asigna a los animales cualidades y defectos ya presentes
en la Biblia e identificados parcialmente al hombre por los fabulistas, como
reflejo de sus pulsiones secretas. El animal se asocia con el inconsciente y el
instinto, las fuerzas que gobiernan al hombre, comenzando por la libido. Pero
1
46
Todas las traducciones son nuestras salvo indicación en contrario.
Contraste entre metáforas por futuros profesores de francés
la pregunta que se hace Van Hoof (2002, p. 403) coincide con la que rige este
trabajo: ¿las palabras y los símbolos se asocian de igual manera en diferentes
países? Reunió un repertorio de metáforas excluyendo términos científicos.
Encontró en ambas lenguas una mayoría de mamíferos, dentro de los que distinguió a los animales salvajes endémicos y exóticos y animales domésticos.
Estos últimos dan origen a las expresiones más numerosas y antiguas, por su
contacto con el hombre. Recolectó expresiones desde el siglo xiii para el francés
y xii para el inglés, algunas ya desuetas al desaparecer las situaciones que les
dieron origen. Otras reviven en una nueva acepción. Menciona que es normal
que dos lenguas culturalmente próximas compartan expresiones similares con
símbolos animales, aunque la forma difiera como en remède de cheval (remedio
de caballo) que en inglés corresponde a horse medicine (medicina de caballo)
y que refiere a un remedio enérgico. En español también se asocia al caballo
con este tipo de remedio, en la locución adjetiva “de caballo” definida por el
dle (2021) como dicho de una dolencia o medicación fuerte. Existe, también,
en los tres idiomas, la expresión “lágrimas de cocodrilo” (larmes de crocodile,
crocodile tears), con igual significado de fingimiento de un dolor.
Señala Van Hoof (2002, p. 405) que las diferencias formales pueden obedecer a diversas transformaciones, como un cambio en la imagen de soporte.
Una golondrina no hace verano en español ni en inglés (one swallow does not
make a summer), y en francés lo que no hace es primavera (une hirondelle
ne fait pas le printemps), como en italiano (una rondine non fa primavera).
También puede haber un cambio del resultado por el medio o viceversa, del
paso del singular al colectivo, de la inversión de términos como en en bouche
close n’entre mouche (en boca cerrada no entra mosca), a closed mouth catches
no flies (una boca cerrada no atrapa moscas) y que en español sería “en boca
cerrada no entran moscas”. También hay transposiciones de sustantivo a adjetivo, como en faim de loup (hambre de lobo), wolfish appetite (apetito lobuno),
que designan un gran apetito; en español, “hambre canina” (cambio de símbolo), o de sustantivo a verbo, como en se fermer comme une huître (cerrarse
como una ostra), to clam up (sin traducción literal, pero con el mismo sentido,
el sustantivo transformándose en verbo al agregar la preposición up), que significan callarse, negarse a hablar.
Se dan también calcos y préstamos. A pesar de los numerosos casos en
que la simbología es compartida, el autor constata que son más numerosos
los cambios de símbolo, como en se jeter dans la gueule du loup (echarse en la
47
ARTE, LENGUA Y CULTURA
boca del lobo), to jump into the lion’s mouth (brincar hacia dentro de la boca
del león), que significa buscar un peligro y que en español equivale a “meterse
en la boca del lobo”, conservando el símbolo del francés. El cambio de símbolo
puede darse también entre un animal específico y uno genérico. También el
símbolo puede transponerse de sustantivo a adjetivo o a verbo.
Detecta Van Hoof (2002, p. 406) creaciones de primer y segundo grados,
cuando se requiere un paso intermedio de interpretación para comprender.
Por ejemplo, laid comme un crapaud (feo como un sapo, de gran fealdad) es
una creación de primer grado comprensible sin problema, en cambio, constipé
du crapaud (constipado del sapo, avaro) implica el paso por el significado de
monedero que tiene la palabra sapo en argot francés.
Otro caso es el de la deformación deliberada de palabras por paronimia
en significado o en sonido. Por ejemplo, en francés se le llama calamar (calamar) a una persona alta, pero esto viene de calame (cálamo, tallo herbáceo
cilíndrico y liso). En este mismo grupo incluye el autor los eufemismos que
evitan términos vulgares o nombrar a Dios.
Un caso más es el de los falsos cognados. Parler cheval (hablar caballo,
hablar mal) tiene un significado distinto del de to talk horse (hablar caballo, hacerse el importante). En otras ocasiones la ilusión proviene de un juego de
palabras, como es el caso del francés cloporte (cochinilla) para decir conserje,
ya que el conserje “clôt la porte” (cierra la puerta).
El corpus de Van Hoof (2002-2007) contiene términos y expresiones en
francés que define y posteriormente presenta en inglés, con la misma simbología o mediante una traducción explicativa. No necesariamente corresponden
a una misma época, pero muestran que en cada comunidad se empleó la simbología animal en algún momento para expresar la misma idea. No especifica
si se usan actualmente, ni el registro al que corresponden, ya que señala que
esto conlleva subjetividad. El corpus es extenso y fue publicado en una serie de
artículos en Meta, el journal de los traductores.
Desportes y Martin-Berthet (2001)
Las profesoras de la Universidad París 13 estudiaron nombres de animales y
expresiones en francés y en español, señalando la complejidad del problema
lexicológico de las unidades compuestas desde el punto de vista contrastivo,
48
Contraste entre metáforas por futuros profesores de francés
por la descripción de las lenguas y por el desarrollo de una herramienta para
el aprendizaje y la traducción.
Ellas señalan que las recopilaciones son normalmente monolingües y
se organizan por tema o palabra clave, categorías semánticas variables entre
recopilaciones, con diferentes grados de especificidad y no exclusivas. Señalan
como otro problema paradójico su exhaustividad, ya que incluyen unidades
raras no útiles para fines didácticos. En una perspectiva diacrónica, se buscan
las motivaciones.
Las autoras proponen asociar criterios lingüísticos, semánticos y sintácticos y no imágenes mentales. Semánticamente proponen agrupar por rasgo
motivante y eligen el modelo semántico lexical del estereotipo según Putnam
(1985) y Kleiber (1990) que integre rasgos no necesarios y típicos. Pretenden
no separar proverbios y expresiones, relacionar sentidos figurados de palabras
simples con sus derivados motivados por los mismos rasgos, ya que la composición y derivación (morfológica y semántica) provienen de una matriz común
de rasgos semánticos. Sintácticamente proponen colocar las expresiones en
clases (sustantivos, adjetivos, verbos, frases) aunque reconocen las dificultades
que conlleva.
Las autoras incluyen ejemplos de tablas comparativas que cruzan palabras clave y expresiones en ambas lenguas (entradas lexicales) con los rasgos
semánticos, tomando las expresiones más comunes. Estando su artículo en
francés, incluyen la traducción en español.
Por ejemplo, para el rasgo /bestia de carga/ y las palabras clave âne, bourrique, baudet, asno y burro (véase tabla 1):
49
ARTE, LENGUA Y CULTURA
Tabla 1. Rasgo “bestia de carga”
âne
bourrique
baudet
asno
burro
−
+
+
−
+
Français
Espagnol
faire tourner (qn) en bourrique
bourriner « travailler » (bourrin)
chargé comme une bourrique
(+ bourricot)
chargé comme un baudet
crier haro sur le baudet (?)
burro de carga
trabaja como
un burro
ser un burro de
carga
Fuente: Tabla de Desportes y Martin-Berthet (2001, p. 73).
El signo indica si la palabra clave está relacionada con este rasgo (+) o no (-).
Vease la tabla 2 para los rasgos /tontería/ y /necedad.
Tabla 2. Rasgos “tontería” y “necedad”
âne bourrique baudet asno burro
Français
Espagnol
+
+
−
+
+
ser un burro (hum)
être un âne (hum)
ser (muy) burro (hum)
être une bourrique (hum)
ser (muy) asno (hum)
Bougre d´âne !
faire tourner (qn) en bourrique
faire l’âne pour avoir du son
bonnet d’âne
pont aux ânes
ânerie
+
+
−
−
+
têtu comme un âne
têtu comme une bourrique
ser (muy) burro (hum)
ser un burro
ser el amo de la burra
« être le maître de
l’ânesse » = « avoir la
capacité de décidir »
Fuente: Tabla de Desportes y Martin-Berthet (2001, p. 74).
Ellas ordenan los rasgos de objetivo a subjetivo (no descriptivos). Identifican también rasgos intermediarios. La asociación no es biunívoca: un rasgo
50
Contraste entre metáforas por futuros profesores de francés
puede generar varias expresiones y una expresión pertenecer a varios rasgos.
Reconocen que la interpretación puede ser delicada.
En cuanto a léxico y semántica, ellas observan que los rasgos se asocian a
la palabra y no al referente y que la selección de cada lengua es imprevisible, lo
que dificulta que dos lenguas coincidan, aunque sean muy próximas. Señalan
también que el análisis se complica cuando las lenguas cuentan con dos o más
sustantivos para el mismo animal, ya que los rasgos se distribuyen aleatoriamente y los parentescos morfológicos no tienen efecto semántico, al punto
que parecería que la dificultad reside más en la semejanza que en la diferencia.
En cuanto a morfología y sintaxis, notan que las clases son las mismas en
ambas lenguas y se cruzan, siendo independiente de la clasificación semántica
y la distribución de las expresiones aleatoria.
Las autoras atribuyen las diferencias entre lenguas en parte a universos y
prácticas diferentes, pero esencialmente al arbitrario de las lenguas que podría
perderse de vista al limitarse a las relaciones referenciales o a esquemas mentales universalistas separados de las formas lingüísticas. Señalan que esta falta
de precisión limita la confiabilidad de los diccionarios, especialmente bilingües, para la traducción y obstaculiza el dominio de una lengua extranjera.
Sevilla Muñoz (2000)
Filóloga, paremióloga y traductora española de la Universidad Complutense
de Madrid que contrasta en el artículo citado el español y el francés.
Detecta Sevilla Muñoz (2000, p. 98) varios aspectos y problemas de la
búsqueda de equivalencias paremiológicas: la selección en la lengua de origen, su tipología, su comprensión y su expresión en la lengua de destino.
Destaca la riqueza paremiológica de España y Francia y la disponibilidad de
fuentes escritas.
Diacrónicamente, sugiere considerar las paremias desde el medioevo para
descubrir su evolución morfosintáctica, más notoria en francés que en español, y determinar su uso. Sincrónicamente, señala la posibilidad de descubrir
variantes de la misma época. Hace notar que los criterios pragmáticos para
saber si una paremia es de actualidad no se encuentran en los compendios,
por lo que hay que recurrir a fuentes orales. En España, más que en Francia, se
ha perdido la competencia paremiológica, lo cual atribuye a la asociación del
51
ARTE, LENGUA Y CULTURA
uso de paremias con la pobreza léxica. Esto nos hace pensar en Sancho Panza,
que sin tener la elocuencia de Don Quijote daba muestras de la riqueza de esta
pretendida pobreza. Ahora, en España, se preservan las paremias incluyéndolas
en los manuales de aprendizaje del español, en los medios masivos, en libros y
juegos para niños. Indica que en Francia el uso frecuente se perdió más tempranamente y no hay un renacimiento. Esto da lugar a equivalentes semánticos
no necesariamente pragmáticos. Todo esto dificulta la selección de formas contemporáneas y la determinación de variantes, lexicales y sinónimos.
Aclara que el término paremia es un archilexema, un enunciado memorizado en competencia caracterizado por la brevedad, la función utilitaria y
didáctica y su intercalación en el discurso (Sevilla, 2000, pp. 100-101). Selecciona los tipos de paremias más frecuentes. Elaboramos las tablas 3, 4 y 5 para
presentar su tipología y las correspondencias entre lenguas.
Tabla 3. Proverbio moral francés y proverbio y refrán españoles.
Paremias correspondientes
Ejemplos
Francés
Proverbio moral
Pierre qui roule n’amasse pas
mousse (Piedra que rueda no acumula moho)
Español
Proverbio (más cultivado y lejano en el
tiempo y el espacio, grave y serio)
Refrán (de origen etimológico occitano,
popular, familiar, con frecuencia alegre,
bromista y juguetón)
“Asno de arcadia, lleno de oro y
come paja”
“Piedra movediza, nunca moho la
cobija”
Temática
Genérica
Sentido
Idiomático
Estructura
Generalmente binaria
Mnemotecnia X
Alcance
Universal
Morfosintaxis A veces arcaica
Fuente: Con base en Sevilla (2000, pp. 100-104).
52
Contraste entre metáforas por futuros profesores de francés
Tabla 4. Dicton francés y refranes españoles.
Paremias correspondientes
Ejemplos
Francés
Dicton
Qui tue le goéland / La mort l’attend (A quien mata a la gaviota / La
muerte le espera)
Español
Refranes meteorológicos, laborales y “A quien destruye un hormiguero,
supersticiosos
le vendrá duelo”
Temática
Específica (meteorología, actividades del
trabajo, la superstición o la creencia)
Mnemotecnia No siempre
Alcance
Regional
Otras características
Popular, frecuentemente poético, aplica
un código de urbanidad y habilidad a
situaciones concretas
Fuente: con base en Sevilla (2000, pp. 100-104).
Tabla 5. Frases proverbiales.
Frases proverbiales
Ejemplos
Francés
(sinónimo: locución adverbial)
il ne faut pas vendre la peau
de l’ours avant de l’avoir tué
(no hay que vender la piel del
oso antes de haberlo matado)
Español
(sinónimo: frases hechas)
“No hay que vender la piel del
oso antes de haberlo matado”.
Temática
Genérica
Sentido
Idiomático
Mnemotecnia Ausente
Otras
Popular, puede conllevar fórmulas de orden o
características interdicción, breve, inserto en el discurso, es una
unidad cerrada memorizada en competencia
que con frecuencia carece de elaboración formal.
Fuente: con base en Sevilla (2000, pp. 100-104).
53
ARTE, LENGUA Y CULTURA
Sevilla (2000, pp. 3, 5 y 6) alude a trabajos de Rodegem (1973, 1984) para
indicar que la universalidad de los proverbios se debe a su sentido idiomático,
que permite extrapolar una forma de vida y una filosofía a diversas situaciones
de la vida independientemente del tiempo y del espacio, formalmente diferentes pero inmutables en el fondo y observables en distintas lenguas y culturas, y
acepta la noción de universales paremiológicos.
Pese a situar la frase proverbial en el límite del universo paremiológico
y debido a su presencia en las compilaciones, su cita por los locutores y a las
teorías de Louis Combet (1971, pp. 30-36), Sevilla (2000, p. 104) considera que
posee las características paremiológicas, aunque su frontera con el proverbio no es fácil de establecer. Señala también el caso en que la frase proverbial
es una parte de un proverbio en desuso como en “Una golondrina no hace
verano” que se desprende de los proverbios “Ni un dedo hace mano/Ni una
flor hace ramo, ni una golondrina (hace) verano” y “Ni una sola golondrina
hace verano, ni una sola virtud bienaventurado”.
Según Sevilla (2000, pp. 104-107), encontrar la equivalencia consiste
en buscar en la lengua de llegada la unidad de significado que coincida lo
mejor posible con la lengua de partida, siguiendo el orden lógico de la traducción al partir de la lengua extranjera para buscar la equivalencia en la lengua
materna, respetando las etapas de comprensión y expresión. Se basa en técnicas traductológicas y criterios semánticos, morfosintácticos y pragmáticos.
Para la comprensión, recurre a recopilaciones, usuarios y a la propia competencia paremiológica. Explicar el significado es complejo, más aún porque su
carácter idiomático puede conferirles varios significados. Una vez comprendido el mensaje, lo resume en una palabra y atribuye el tema. Esto permite la
agrupación sinonímica de aquellos que son sustituibles en el mismo contexto.
Posteriormente hace una gradación de sinónimos partiendo del protagonista
más equiparable al de la lengua de origen. Para nociones abstractas prefiere
las frases proverbiales o los proverbios específicos a los genéricos. También es
posible encontrar relaciones de hiponimia e hiperonimia.
En cuanto a la expresión, sugiere buscar la paremia que mejor exprese
el significado y el tema de la paremia en la lengua de partida atendiendo a la
búsqueda individualizada de equivalencias y no de un grupo de significado
parecido, y la búsqueda según la herramienta semántica del tema o idea clave.
Llama equivalencia formal o literal a aquella que comparte el tema y la
forma, como en Mieux vaut prévenir que guérir → Más vale prevenir que curar,
54
Contraste entre metáforas por futuros profesores de francés
tomando la coincidencia formal en un sentido amplio y aceptando inversión
de orden, ausencia de elementos, y un cambio morfológico o morfosintáctico.
Cuando no hay coincidencia en la forma, la llama equivalencia conceptual,
como en Quand on parle du loup, on en voit la queue (Cuando hablamos del
lobo, le vemos la cola) → Hablando del rey de Roma, por la puerta asoma.
Nuestra adaptación
Puesta en práctica de una metodología accesible para los estudiantes y acorde con
el tiempo y recursos disponibles a partir de los enfoques contrastivos explorados.
Asignación de cuatro animales por equipo
Se verificó el número de subentradas por animal en el bestiario de Van Hoof
(2002-2007) y de entre aquellos con mayor frecuencia se asignó a cada uno de
cuatro equipos un animal de cada categoría: domésticos, exóticos, salvajes y
reptiles, aves e insectos. Esto para que cada estudiante analizara datos de cada
tipo de animal, para tener un panorama más amplio para la reflexión y equilibrar la cantidad de datos por equipo, al ser la cantidad de metáforas proporcional a la presencia y cercanía del animal en el contexto cultural de referencia.
Búsqueda y captura de metáforas
Se realizó la búsqueda de metáforas en francés en las entradas correspondientes a cada animal en el diccionario del cnrtl. Se comenzó por la categoría de
“exóticos” al ser los menos frecuentes para permitir que los estudiantes se familiarizaran con la actividad. Se puso a su disposición vía Teams,2 de Microsoft,
un archivo previamente formateado en Excel con una pestaña de ejemplo y una
por animal, conteniendo los encabezados de columna, incluyendo la metáfora,
el animal, el registro, el tipo de metáfora, la definición, el ejemplo, el estudiante
que realizó la captura y las observaciones, como se ilustra en la tabla 6.
2
Aplicación de comunicación colaborativa en línea.
55
ARTE, LENGUA Y CULTURA
Tabla 6. Ejemplo de registro en francés por alumnos de la materia
Métaphore
Animal 1
Registre
éléphant
éléphant
Au fig.,
fam. et
le plus
souvent
iron.
Type de
métaphore
acception
Définition
Exemple
Persone
qui se
distingue
par une
capacité
créatrice
puissante,
lourde
généralement sans
raffinement.
Son génie
embrasse tout.
Cet éléphant de la
finance vendrait les
députés au ministère, et les Grecs
aux Turcs. Pour
lui le commerce
est, dirait Cousin,
la totalité des
variétés, l’unité de
spécialités (Balzac,
Mais, Nucingen,
1838, p. 602):
3. Balzac, aussi
profond et
aussi puissant
visionnaire que
lui [Saint-Simon],
n’était qu’un écrivain lent, constructeur minutieux de
bâtisses énormes,
sorte d’éléphant
littéraire, capable
de porter des
masses prodigieuses, mais d’un pas
lourd. Taine, Essais
de crit. et d’hist.,
1858,p. 221.
Étudiant
Rodríguez,
Ana
Karen
Rem.
Rem. On rencontre ds
la docum. a) Éléphantarque, subst. masc.,
antiq. Chef d’une compagnie de soldats montés sur des éléphants.
Deux armées entières
: trente mille hommes
d’un côté, onze mille
de l’autre, sans compter
les éléphants avec leurs
éléphantarques (Flaub.,
Corresp., 1860, p. 384).
b) Éléphante, subst.
fém. rare. Femelle
de l’éléphant. Emploi
métaph. Femme lourde
qui manque de souplesse (cf. Huysmans,
Art mod., 1883, p. 133).
c) Éléphas, subst. masc.
Nom scientifique de
l’éléphant. L’ « Elephas
meridionalis », comme
d’ailleurs la plupart
des éléphants qui se
baladalent autrefois
en Europe, n’avait pas
de fourrure (Fargue.
Pléton Paris, 1939, p.
129).
Se trata de archivos colaborativos en los cuales los 24 estudiantes del
grupo pueden estar trabajando simultáneamente, cada uno desde su hogar
y su computadora. El profesor puede monitorear el trabajo ya que aparece el
nombre de los estudiantes activos en el documento y la celda en la que trabajan. Los equipos se repartieron las entradas por animal y al terminar su parte
debían leer las de los demás para conocerlas y eventualmente corregirlas. Se
continuó con “salvajes y reptiles”, “aves e insectos”, hasta llegar a los animales
domésticos, para que el incremento en el volumen del trabajo fuera paulatino. El resultado fue un solo archivo con una pestaña por animal y cuatro por
equipo, 16 en total.
56
Contraste entre metáforas por futuros profesores de francés
Posteriormente se hizo el mismo trabajo para el español en los dos diccionarios y el refranero arriba mencionados, haciendo el registro en otro archivo
de Excel previamente formateado y colocado en el grupo Teams de la materia.
Comparación
Se partió de la propuesta metodológica de Sevilla (2000) al adaptarse a las
posibilidades de los estudiantes. Partieron del francés, la lengua extranjera,
y llevaron a cabo las fases de comprensión y expresión, tomando en cuenta
la gradación por protagonista y por especificidad. El registro se llevó a cabo
agregando columnas al archivo de Excel de los registros en francés.
Esta propuesta se modificó tomando de Desportes y Martin-Berthet
(2001) la no separación entre proverbios y expresiones y prefiriendo el criterio
de rasgo al de tema o idea clave para la búsqueda de equivalencias.
En lugar de los diferentes tipos de paremia expuestos por Sevilla (2000),
se manejaron tres tipos de metáforas: acepción, locución y proverbio, siendo
más pertinente para los datos y los objetivos. Para un futuro profesor de francés y español es más útil y manejable conocer las acepciones y significados de
las expresiones en ambas lenguas y sus equivalencias que identificar la tipología paremiológica en este primer acercamiento.
57
ARTE, LENGUA Y CULTURA
Tabla 7. Ejemplo de comparación por alumnos de la materia.
Métaphore
La nuit,
tous les
chats sont
gris.
Animal
1
Cadre
sémantique
Chat
Apparence
Trait
Équivalence (métaphore)
indistinction CVC: De noche, todos los gatos
son pardos
Ideas clave: Apariencias
Significado: Con la oscuridad de
la noche o la falta la luz, resulta
fácil disimular las tachas de lo
que se vende, no se perciben los
defectos de quien se presenta.
Marcador de uso: Muy usado
Observaciones léxicas: Pardo
significa aquí «oscuro»
Type
d’équivalence
(littérale ou
conceptuelle)
Formelle (un
changement
morphologique
- pardo/gris)
Presentación de resultados
Se brindó a cada equipo, vía Teams, un archivo previamente formateado de
Power Point para que lo completaran colaborativamente, incluyendo por cada
animal: el número de subentradas, los marcos semánticos asociados, ejemplos de acepciones, locuciones y proverbios y el tipo de equivalencia. Se pidió
que todos participaran incluyendo su explicación mediante un video en Power
Point. Esto se revisó y se reunió en un solo archivo, agregando las diapositivas
de introducción y conclusión (véase imagen 1).
Imagen 1. Archivo de Power Point proporcionado por alumnos de la materia.
58
Contraste entre metáforas por futuros profesores de francés
Diálogo con la doctora Sanz
Cada alumno escribió las preguntas que deseaba plantear a la doctora respecto
a cada sección de su artículo sobre las metáforas zoomorfas (2015). Se seleccionaron las más reiteradas o pertinentes y se incluyeron en las diapositivas.
El día 8 de diciembre se contó con la presencia de la doctora y de los alumnos
de noveno semestre. Durante la primera media hora se realizó la presentación
y posteriormente la doctora respondió a las preguntas planteadas.
Resultados
Presentación resumida de los hallazgos
obtenidos y las observaciones realizadas
De los 16 animales del corpus, catorce tienen el mismo género en español y en
francés y sólo dos, lièvre (liebre) y zèbre (cebra) cambian de género. Doce de
los 16 vocablos tienen una traducción biunívoca; sin embargo, cuatro de ellos
presentan más traducciones en español:
bête → bicho, bestia, animal
âne → asno, burro
poisson → pez, pescado
oiseau → ave, pájaro
Los animales más productivos son, en el dle (2020), el caballo, el gato,
el perro, el gallo/gallina, la mosca, el burro, el lobo, el pájaro, el pez. En el
dem (2020), el gallo, la mosca, el caballo, el gato, el perro y el burro. En francés, chien (perro), loup (lobo), cheval (caballo), mouche (mosca), chat (gato),
oiseau (ave/pájaro), poule (gallina), coq (gallo), âne (asno/burro) y lièvre (liebre). Llama la atención la productividad de lièvre y más aún la de loup, que
siendo un animal salvaje está casi a la par de chien en el diccionario, si bien en
el bestiario de Van Hoof presenta la mitad de subentradas (90) en comparación con dicho vocablo.
Algunos términos son muy polisémicos en francés, como cheval (caballo)
y poule (gallina). La gallina se asocia con el afecto, la maternidad, los hábitos,
59
ARTE, LENGUA Y CULTURA
el alimento, la policía, la subordinación, la mujer fácil, la cobardía y la piel
erizada. El caballo con una postura física o mental: la rebeldía, el arrebato, la
cólera, el salvajismo, el trabajo, la tosquedad, el habla no pulida, la perseverancia, los juegos de azar, el gasto, la pertenencia, el estatus social o económico.
Llama la atención la asociación de las aves con la mujer en francés, la cual
puede ser positiva como en el caso de mère poule (madre gallina), o negativa
como en poule (gallina) y grue (grulla), en su acepción de mujer fácil, o en
grue, bécasse (becada), dinde (pavo), oie (oca) en su acepción de persona tonta
que se refiere con mayor frecuencia a una mujer.
Basados en la lectura del artículo de Sanz (2015), los estudiantes reflexionaron por equipos sobre el marco semántico de las metáforas. Como ejemplo
incluimos el camello (véase tabla 8).
Tabla 8. Marcos semánticos de camello/chameau.
Marco semántico
Español - camello
Comportamiento
Forma
Función
Francés - chameau
Persona hosca o agresiva (Agresividad)
Estar camello Estar jorobado
(Encorvamiento)
Faena
(Trabajo)
Capacidad
Término injurioso que designa a una
mujer de costumbres ligeras
(Trabajo)
Être sobre comme un chameau Ser o estar
sobrio como un camello
(No-beber)
Fuente: elaboración propia.
Como cabe esperar, entre dos lenguas romances y de culturas próximas
hay muchas equivalencias formales y conceptuales entre las metáforas en
español y en francés, aunque no siempre están aún en uso en ambas lenguas.
Asimismo, algunas locuciones que el dle (2020) no atribuye a una región
específica del mundo hispano, no resultan familiares para los aguascalentenses
participantes en este trabajo. En cambio, otras expresiones de la competencia
paremiológica de los participantes no se encontraron en ninguno de los diccionarios empleados.
60
Contraste entre metáforas por futuros profesores de francés
Por otra parte, Sevilla (2000, p. 106) distingue entre equivalencia formal
o literal y conceptual, implicando que a igual forma correspondería igual significado; sin embargo, detectamos casos en que se da la equivalencia formal
con diferente significado. En esos casos conservamos la clasificación aclarando
que se trata de una equivalencia formal mas no conceptual.
Tabla 9. Ejemplos de equivalencias de metáforas zoomorfas.
Equivalencia Equivalencia
formal
conceptual
X
Español
Francés
X
qué mosca te, le, os, etc., ha, Quelle mouche le pique, l’a piqué ?
o habrá, picado
X
Hambre canina
Faim de loup (hambre de lobo)
Hacer mosca
Estorbar
Faire mouche (hacer mosca)
Dar en el blanco
X
Fuente: elaboración propia.
Conclusiones
Del contraste de las metáforas zoomorfas en francés
y español y de la experiencia de enseñanza-aprendizaje
Existen muchas similitudes en las metáforas zoomorfas entre el francés y el
español; sin embargo, varias de las expresiones equivalentes han caído en desuso en una o ambas lenguas. Por otra parte, en este corpus los puntos de divergencia son mayores que los de convergencia. Una minoría de metáforas son
formalmente similares sin tener el mismo sentido. Los conceptos de marco
semántico, tema y rasgo son útiles para establecer equivalencias y diferencias,
así como para observar los significados más recurrentes asociados con cada
animal en cada lengua.
Se verificó la disponibilidad de corpus, siendo mayor en español, y la disparidad en el contenido de diccionarios, siendo más completo el diccionario
en francés. Esta verificación es útil para la continuación de este trabajo o para
trabajos posteriores.
61
ARTE, LENGUA Y CULTURA
Al incluir aquí trabajos escritos en francés sobre el aspecto contrastivo, se
facilita el acceso a ellos para quienes no leen el francés.
Como experiencia de aprendizaje, pese a las limitaciones de tiempo, presupuesto y conocimientos previos se logró acercar a los alumnos a la investigación y darles a conocer los diferentes artículos, ayudándoles a comprender
las etapas y las bases que guían este tipo de trabajos, las herramientas con que
se cuenta, las problemáticas que se enfrentan. Se incentivó el interés por el
quehacer de los investigadores y por conocer mejor las lenguas objeto de su
estudio y futura enseñanza. Este trabajo puede servir como punto de partida
para ulteriores reflexiones en esta y otras materias y por parte de otros grupos,
para continuar el diálogo.
El uso de documentos en los que cada alumno participa y es posible
monitorear en qué sección, permitió detectar los casos de mayor o menor
aportación al trabajo colaborativo. Aunque en su mayoría trabajaron, en dos
ocasiones se señaló a equipos diferentes el desequilibrio en la participación,
detectado mediante un seguimiento atento. Al final del proyecto se pidió a
cada alumno evaluar la contribución de cada compañero de equipo, según si
realizó un trabajo completo, correcto, en tiempo y forma, cuantitativamente
equilibrado y su actitud, justificando la nota atribuida. Pese a los problemas
que suelen darse en el trabajo en equipo, cada alumno fue consciente de haber
participado en nombre propio al trabajo de un equipo y del grupo, y de la
fuerza del trabajo en conjunto, ya que individualmente no se habría obtenido
esta cantidad de información en este periodo.
Se generaron vínculos entre la investigación y la docencia al leer estos
artículos con los alumnos, al basarse en ellos para llevar a cabo este proyecto
a escala estudiantil y al entablar un diálogo con la doctora Sanz. Los estudiantes pudieron vincular las lenguas española y francesa comparando algunas metáforas zoomorfas. Se estableció un vínculo entre los departamentos
universitarios de Letras, al cual pertenece la doctora Sanz, y de Idiomas, al
cual pertenecen los estudiantes. Se abre un vínculo potencial entre materias al
brindar materia de reflexión para relacionar la gramática y la sociolingüística,
que este grupo cursaría en enero-junio de 2021, siendo posible retomar este
trabajo para pensar la relación entre la lengua y la sociedad, el contacto entre
las lenguas y el cambio lingüístico en sus ejes geográfico y diacrónico. La liga
con la materia de traducción se puede establecer retomando los enfoques teóricos cuando los estudiantes cursen Introducción a la Traducción para trabajar
62
Contraste entre metáforas por futuros profesores de francés
paradigmas como el de la equivalencia. Al invitar a los alumnos de noveno
semestre a su diálogo con la doctora Sanz, se genera un vínculo entre grupos
partícipes de esta reflexión.
Una problemática conocida para los docentes es la falta de precisión en
el seguimiento de instrucciones y la falta de atención a las correcciones por
parte de algunos estudiantes. Este proyecto implicó una gran cantidad de
corrección y de trabajo extraordinario, cuya remuneración o reconocimiento
consiste casi exclusivamente en la satisfacción personal. Sin embargo, y aunque no es medible en lo inmediato, pensamos que con un alumno o alumna
en quien germine el interés por conocer o realizar proyectos de investigación
habrá valido la pena.
Anexo. Corpus en francés
La página del Corpus de la Parole, del Ministerio francés de la Cultura con el
cnrs, no funciona y redirige a:
1. Trésors de la Parole, sin acceso.
2. Plateforme Cocoon (Colección de Corpus Orales Digitales), cuya
página del Corpus del Habla (2021) propone la descarga o consulta de 3 597
grabaciones de diversos temas, lenguas, contextos, formatos y duraciones, que
incluyen hablantes no nativos y sin transcripciones.
3. Ortolang (Herramientas y Recursos para un Tratamiento Optimizado
de la Lengua, 2021), propone corpus de diversa índole, tamaño, lenguas, lenguajes, tipos de texto, propósitos, soportes y participantes: 42 escritos, 172 orales y 33 multimodales.
Dentro de Ortolang se encuentra el Projet orféo (Herramientas e Investigaciones sobre el Francés Escrito y Oral, 2021), que contiene el Corpus de Estudio para el Francés Contemporáneo con quince corpus orales de 4 000 000 de
palabras y seis corpus escritos de 6 000 000 de palabras. La búsqueda sencilla
arroja datos de diversa índole y hay nueve criterios no simultáneos para delimitarla. Cuenta con transcripción automática.
La Universidad de Colonia y la Universidad de París 13 tienen el proyecto Varitext (2021), una base textual multilingüe de la francofonía africana
63
ARTE, LENGUA Y CULTURA
y europea. Requiere inscripción y solicitud de usuario y contraseña vía correo
electrónico que permanece sin respuesta.
También de diverso volumen y género, annis (2021) cuenta con transcripción en palabras sueltas y un contexto de 25 palabras a la izquierda y a la
derecha a menos de ser redirigido al corpus de origen, en cuyo caso depende
de la interfaz de cada corpus.
El ciel-f (Corpus Internacional Ecológico de la Lengua Francesa, 2021),
contiene fragmentos de diez minutos de 200 grabaciones de 2006 a 2012 en
quince zonas de la francofonía para comparar variedades de la lengua. Es un
proyecto de cinco equipos universitarios (Lyon, Paris-Ouest, Freiburg, Halle,
Louvain-la-Neuve) con cuatro categorías: interacciones durante las comidas,
programas de radio, interacciones en contexto profesional y otros. Es interesante y cuenta con transcripción, pero es limitado cuantitativamente. Es
accesible mediante moca 3 (Administración de Corpora Multimodales Orales, 2021), de la Universidad de Friburgo de Brisgovia, que requiere registro
para el envío de usuario y contraseña por correo electrónico, y clapi.
Otras opciones involucran el pago de suscripciones sin incluir mejores
contenidos, como Sketch Engin (2021).
El artículo de Bürgel, Diwersy y Siepmann (2016, p. 2) sobre la creación
del corpus de referencia del francés contemporáneo y su presentación durante
un seminario en 2017 (Universidad Jean Moulin, 2021) lo plantean como una
solución que equilibraría géneros y contaría con 310 000 000 de palabras de
entre 1945 y 2014, más de 90% de las dos últimas décadas. Sería el primero en
incorporar tanta habla espontánea. Debía estar en línea en 2018 pero no lo está
y no se obtuvo respuesta por correo electrónico.
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org/10.7202/008023ar
Wissner, I. (2012). Les grands corpus du français moderne: des outils pour
étudier le lexique diatopiquement marqué ? SKY Journal of Linguistics,
25, 233-272.
67
ARTE, LENGUA Y CULTURA
Hacia una caracterización del habla aguascalentense
Hacia una caracterización
del habla aguascalentense
durante el periodo virreinal
Blanca Elena Sanz Martin
elena.sanz@edu.uaa.mx
Cristina Eslava Heredia
cristina.eslava@edu.uaa.mx
Introducción
La recolección de datos ha formado parte esencial de los estudios lingüísticos de corte empírico. Uno de los recursos más
exitosos para la obtención de datos lingüísticos es el corpus. De
hecho, en ciertas áreas, como la lingüística histórica, el corpus
constituye una herramienta metodológica imprescindible.
Para acercarnos lo más posible a los registros orales de
épocas anteriores es, menester emplear textos que presenten la
fluidez y espontaneidad asociada al habla cotidiana, como cartas privadas, memorias, denuncias, declaraciones, entre otros.
Este trabajo analiza la evolución histórica del español dentro del territorio que conforma al actual estado de Aguascalientes durante el periodo virreinal, ya que no existen trabajos
ARTE, LENGUA Y CULTURA
previos sobre esta zona.1 Para lograr lo anterior, se obtuvo y documentó gran
cantidad de textos cercanos a la oralidad, que fueron generados en dicho territorio durante la época colonial española.
Los textos analizados fueron obtenidos tanto del Archivo Histórico del
Estado de Aguascalientes como del Archivo General de la Nación durante los
años 2019 y 2020.
Con respecto al Archivo Histórico del Estado de Aguascalientes (ahea),
fue consultado el Acervo Colonial Digital, el cual cuenta con tres fondos:
Notarial, Civil y Judicial Penal.
Del Archivo General de la Nación (agn), se hizo una consulta de Aguascalientes en el grupo documental Instituciones Coloniales, directamente en
sus instalaciones, ubicadas en la Ciudad de México. Así, también, fue consultada la Guía General del agn, puesto que algunos documentos del mencionado grupo documental se encuentran disponibles de forma digital para su
consulta en línea.
Panorama histórico
En 1521 cayó la gran ciudad de Tenochtitlán a manos de los españoles y sus
aliados indígenas, comandados todos por el capitán general Hernán Cortés.
Al caer Tenochtitlán y con esta el imperio azteca, los españoles comenzaron a
realizar exploraciones y conquistas a lo largo del hoy territorio mexicano.
En las zonas en donde no había asentamientos indígenas establecidos,
sino que había poblaciones nómadas en su lugar, las relaciones entre españoles e indígenas eran tensas y había luchas constantes. Uno de esos puntos
se encontraba en la región de lo que luego sería Zacatecas, y en que se descubrió su riqueza minera en 1546. Este descubrimiento empeoró y tensó, aún
más, la situación entre españoles y chichimecas, debido a la ambición de los
primeros por adquirir riquezas a cualquier precio. Lo anterior derivó en una
lucha cruenta por ambos bandos. En 1550 se dio la primera bonanza minera
de Zacatecas, y la colonización se volvió asunto de Estado, buscándose facilitar
1
70
Existen tres trabajos que han documentado otras zonas geográficas del actual territorio mexicano durante
el periodo virreinal. Uno de ellos documenta el Altiplano Central (Company, 1994a); el segundo, el Golfo
de México (Melis y Rivero, 2008) y el último, la zona del actual Campeche (Ramírez Quintana, 2016).
Hacia una caracterización del habla aguascalentense
el abastecimiento de mineral y de asegurar el envío de la plata obtenida. Para
abastecer a Zacatecas se traían bastimentos desde Michoacán, Querétaro,
Guadalajara, y el azogue venía desde el puerto de Veracruz (Rojas et al., 1994).
Poblar ese territorio y sus alrededores no fue fácil, ya que no había pueblos indígenas sedentarios en esa región. La corona española prácticamente
repartió tierras a todo el que las solicitaba e incluso los llanos del hoy Aguascalientes tuvieron dueños antes de ser habitados y trabajados. Se fueron creando
poblados para defender los caminos españoles de los ataques chichimecas. Un
lugar de paso de estos últimos era por el lado de los llanos del camino que iba
de Guadalajara a Zacatecas, lo que motivó a que en 1562 se fundara un nuevo
poblado español, nombrado Villa de Lagos (Rojas et al., 1994).
Durante los siguientes años continuó la expansión española y su subsecuente fundación de nuevos poblados hacia el norte de Villa de Lagos, lo que
dio origen a Villa de Nuestra Señora de la Asunción de las Aguas Calientes, llamada así debido a la abundancia de aguas termales en la zona (Villa de Aguascalientes). “La villa de Aguascalientes fue fundada en 1575 en el contexto de la
expansión española hacia el norte, con el propósito de defender los caminos
que comunicaban las minas de plata de Zacatecas con la capital del virreinato”
(Gómez, 2013, p. 141).
Sin embargo, en sus primeros años, la población de Villa de Aguascalientes era reducida y sufrió ataques de los chichimecas. Se tiene poca información
sobre ese periodo, pero en 1584 Hernando Gallegos, teniente de alcalde mayor
en Teocaltiche, indicó que entre Zacatecas y Guadalajara se encuentra
una villa que llaman de Nuestra Señora de la Asunción, donde está un fuerte
que llaman Aguascalientes. Y es de muy poca o ninguna población, porque no
tiene más de los soldados que están en el dicho presidio, que son dieciséis, y
un caudillo y dos vecinos, porque no se puede tener en la dicha villa ninguna
contratación ni valerse de sementeras, porque no dan lugar los indios chichimecas de guerra (Acuña, 1988, p. 308).
En 1593, Villa de Aguascalientes sufrió un gran ataque por parte de los
chichimecas, que la dejó devastada. En consecuencia, se permitió que vecinos de otras congregaciones fueran a establecerse a la villa. Las condiciones
mejoraron, pero siguieron siendo complicadas, como consta en lo dicho por
71
ARTE, LENGUA Y CULTURA
Matías de la Mota y Escobar en 1605, quien afirmó que Aguascalientes era la
más pobre y humilde población de todo ese reino (Rojas et al., 1994).
Sin embargo, la situación comenzó a cambiar poco a poco en los primeros años del siglo xvii. En 1610, se le concedió a Villa de Aguascalientes
la categoría de alcaldía mayor, separándola de Villa de Lagos, a la que pertenecía desde su fundación; para 1619 se registraron en Villa de Aguascalientes
15 o 20 vecinos, lo que en los usos de la época quiere decir cabezas de familia, por lo que se podrían calcular aproximadamente 80 pobladores. Aunque
de la gente que vivía en el campo no se daba cuenta, se indicaba que “hay
muchos otros en estancias” (Rojas et al., 1994, s. p.).
Respecto a la población indígena, esta era poca en un principio. Hacia
finales del siglo xvi, en Aguascalientes casi no quedaba población indígena.
“Pero […] el vacío dejado por los chichimecas fue llenado poco a poco por
la expansión de los grupos de la zona, como los caxcanes, y por la llegada de
población indígena del centro, como los tlaxcaltecas, otomíes y mexicanos”
(Rojas et al., 1994, s. p.).
Con el nuevo siglo creció también la población.
En los primeros años del siglo xvii fue convertida en cabecera de alcaldía
mayor y de parroquia, desprendiendo su territorio de Lagos, de donde había
dependido hasta entonces. Dentro de su jurisdicción se fueron creando a lo
largo del siglo xvii algunos pueblos de indios, el primero de los cuales fue el
de San Marcos (Gómez, 2013, p. 141).
Con la obtención del rango de alcaldía, la villa comenzó una nueva etapa,
ya que se convirtió en cabecera de una región.
Hacia 1630 la alcaldía mayor de Aguascalientes debe de haber estado compuesta por el territorio que conservó casi hasta finales del gobierno colonial.
Esto lo podemos presumir porque ya existían las alcaldías vecinas que delimitaban la nuestra, y porque sabemos cuán cuidadosa y quisquillosa fue la
burocracia colonial para definir los territorios sobre los cuales tenía autoridad. Estaba compuesta por el territorio que formaría más tarde los partidos
de Aguascalientes, Asientos, San José de Gracia y Monte Grande. Tenía una
forma más delgada de la que ahora le conocemos al estado porque el territorio
del partido de Calvillo pertenecía a la alcaldía de Juchipila, y más alargada
72
Hacia una caracterización del habla aguascalentense
porque le pertenecía el distrito de Monte Grande, más tarde conocido como
San José de la Isla (Rojas et al., 1994, s. p.).
En síntesis, la población original de Villa de Aguascalientes se conformó
por unos cuantos vecinos y soldados. A pesar de ser fundada en 1575, durante
el resto del siglo xvi no tuvo un crecimiento demográfico importante, en gran
parte debido a la guerra contra los chichimecas. Hasta los primeros años del
siglo xvii la situación comenzó a cambiar, con la llegada de inmigrantes españoles de otras poblaciones, así como también de población indígena llevada
de diversas regiones. No hay que olvidar también que antes de la llegada de
los españoles, no había un pueblo o tribu dominante, a diferencia de muchas
zonas del México prehispánico, ya que no existía ninguna civilización asentada en la zona, prácticamente sólo existían tribus nómadas chichimecas.
Con el paso de las décadas, durante la etapa colonial, comenzaron a fundarse algunos otros asentamientos a lo largo de lo que más tarde sería el estado
de Aguascalientes. En todo ese territorio, al igual que en donde se fundó Villa
de Aguascalientes, no había culturas indígenas sedentarias asentadas con
anterioridad a la llegada de los españoles, por lo que en todo lo que sería posteriormente el estado aguascalentense el proceso de mestizaje fue diferente al
del resto del país.
Otro aspecto importante y de diferenciación de Aguascalientes es que
durante la colonia perteneció a Nueva Galicia, que fue un territorio autónomo
dentro del virreinato de la Nueva España (Muriá, 2006).
En suma, el estado de Aguascalientes y su población se conformaron de
una forma un tanto diferente a otras regiones del país, lo que ha motivado a
realizar una investigación sobre cómo evolucionó el español en esta región
durante el periodo colonial. A través de la documentación de textos cercanos
a la oralidad pertenecientes al periodo virreinal dentro de este territorio, se
ofrece una descripción general de las características lingüísticas del español
virreinal de dicha región.
Documentación colonial analizada
Como se mencionó en la introducción, para investigar y analizar el habla
aguascalentense durante el periodo virreinal se recurrió a la documentación
73
ARTE, LENGUA Y CULTURA
de textos obtenidos tanto del Archivo Histórico del Estado de Aguascalientes
(ahea) como del Archivo General de la Nación (agn). Del primero fue consultado el Acervo Colonial Digital, el cual cuenta con tres fondos: Notarial,
Civil y Judicial Penal. Del segundo se hizo una revisión tanto presencial en
el grupo documental Instituciones Coloniales, así como también se hizo una
revisión digital en línea, a través de la Guía General.
En los dos archivos fueron revisados documentos desde los siglos xvi a
xviii. Del siglo xix no se hizo revisión por su brevedad para efectos del objeto
de estudio, ya que la lucha por la independencia nacional comenzó en 1810.
Cabe destacar que, aunque si bien se analizaron textos desde el siglo xvi,
los documentos de dicha centuria no son muchos, derivado de que Villa de
Aguascalientes fue fundada hasta 1575. Además, como se mencionó en el apartado anterior, en sus primeros años, la población de la villa era muy escasa,
siendo que no llegaba ni a los 50 habitantes entre soldados y vecinos, por lo
que prácticamente la población se incrementó de manera significativa hasta el
siglo xvii. Por ende, la documentación en ese periodo es muy escasa.
En total, del Acervo Digital Colonial del Archivo Histórico del Estado de
Aguascalientes fueron analizados 87 documentos, de los cuales, 35 pertenecen
al fondo Notarial, 33 al Civil y 19 al Judicial Penal. De los 35 documentos pertenecientes al fondo Notarial, 18 corresponden al siglo xvii y 17 al siglo xviii.
Por lo que respecta a los 33 textos del fondo Civil, todos ellos corresponden
al siglo xviii. Finalmente, de los 19 documentos ubicados en el fondo Judicial
Penal, catorce de estos son del siglo xvii y cinco del siglo xviii. Mientras que
del Archivo General de la Nación fueron analizados 40 documentos del fondo
de Instituciones Coloniales. De estos, uno pertenece al siglo xvi, siete al siglo
xvii y 32 al xviii. En la tabla 1 se sintetiza lo anterior.
Tabla 1. Relación de documentos.
Archivo
ahea
Fondo
Notarial
Civil
Penal
74
Siglo
Documentos transcritos
xvii
18
xviii
17
xviii
33
xvii
14
xviii
5
Hacia una caracterización del habla aguascalentense
Archivo
agn
Fondo
Siglo
Instituciones Coloniales
xvi
Documentos transcritos
1
xvii
7
xviii
32
Fuente: elaboración propia.
Como se podrá notar, se han transcrito varios textos jurídicos, pues es la
naturaleza de la documentación del Archivo Histórico del Estado de Aguascalientes. No obstante, a pesar del carácter jurídico de dichos textos, estos se
caracterizan por presentar testimoniales y declaraciones, los cuales contienen
rasgos de oralidad, como se ejemplifica a continuación:
Y luego incontienenti Yo Antonio Perez Velazco escribano publico / en cumplimiento del auto cabessa de proseso estando en el ojo de los baladesez media
legua de la Villa de Aguascalientes en una / cassilla donde dissen vivia Joseph
Garsia indio vide dentro de dicha cassilla que es-/taba un hombre al pareser
difunto tendido en el suelo sobre un cuero / de rez tapado con un ____ y
mandandole descubrir, y desnudar / le vi tenia en la tetilla isquierdo al pareser
sobre el corason / una herida de dos dedos de largo, y uno de ancho al pareser
penetran-/te roto cuero, y carne que actualmente estaba vistiendo sangro, / y
pasando atras de la dicha cassilla donde estaba un cuerpo al pa-/reser difunto,
de muger tendido en el suelo cubierto el rostro / con un paño blanco, y mandandole descubir de la sintura para / arriba vi tenia en el lado de la tetilla del
lado isquierdo entre / el braso, y tetilla dos heridas, al pareser penetrantes roto
el cuero / y carne que actualemte estaba vistiendo sangre, y mandan-/dole alsar
el braso isquierdo tenia en el hueco del sobaco otra erida (ahea, fondo Judicial
Penal, 1691, caja 255, exp. 23).
Como vemos, este tipo de textos pertenecen a una tradición discursiva,
que puede definirse como: “el sistema universal de significaciones al que pertenece un discurso (o un enunciado) y que determina su validez y su sentido”
(Coseriu, 1955/1956, p. 50).
75
ARTE, LENGUA Y CULTURA
Fenómenos lingüísticos
Mediante el análisis de los datos obtenidos de los textos mencionados en el
apartado anterior, se han encontrado diversos fenómenos fonológicos, morfológicos, sintácticos, semánticos y léxicos.
Los fenómenos fonológicos observados en los textos analizados son los
siguientes: seseo, betacismo, velarización, yeísmo, alternancia gráfica mb, mp
/ nb, np, apertura y cierre de vocales, tendencia antihiática, alternancia <i> /
<y>, sandhis, consonantes geminadas, grupos consonánticos en posición de
coda (cultismos), sonorización o ensordecimiento de oclusivas, duplicación
vocálica, pérdida de consonante en inicio (aferésis) o final de palabra (apócope), no vocalización de consonante en posición de coda, asimilación de <r>
y <l>, metátesis y epéntesis.2 A continuación, se explican los fenómenos anteriores, así como también se dan ejemplos de estos y se especifica el documento
en el que fueron ubicados.
1. Seseo. Según Penny (2006, p. 125), es un fenómeno compartido en América, Andalucía (incluyendo las ciudades de Sevilla y Córdoba), Canarias y la
región Sur de España. La grafía <s> es reflejo del fenómeno.3 También encontramos alternancias de las grafías <z/s/ç/c>, como se ilustra en los siguientes
ejemplos. Nótese, por ejemplo, en los ejemplos (c) y (d), que el topónimo Zacatecas ilustra la alternancia entre las grafías <ç> y < z>.
(a) que /este su dios fuese servido de llevarle y en/terrase en la Yglesia parroquial /desta villa en la parte que a sus albaceas pare/ciere. (ahea, fondo Notarial, caja 03, exp. 05. Año: 1698, f. 13v.).
(b) se presento/el requisitorio de las fojas antesedentes (ahea, fondo Judicial
Civil, caja 08, exp. 17. Año: 1730, f. 3r.).
(c) Vuestra Señoria ber y cerca dello proveer lo que conbengaçe a esta Villa /
cerca de çaçatecas cinco o seys leguas de Theoqualtiche (agn, Instituciones
Coloniales, Inquisición, Inquisición (61), vol. 368. Año 1604, f. 300f.).
2
3
76
Sobre la tipología general de cambios de sonido (asimilación, disimilación, pérdida, inserción, metátesis o reordenamiento), vocalización y consonantismo puede consultarse: Echenique, 2005; Penny, 2006;
Torrens, 2007; Company y Cuétara, 2011, entre otros.
¨De acuerdo con Torrens (2007, p. 75), “en cuanto al reparto geográfico de estas dos pronunciaciones, la
[seseante], considerada como prestigiosa, se da en la ciudad de Sevilla, en gran parte de Andalucía septentrional y central, en Canarias y en América”.
Hacia una caracterización del habla aguascalentense
(d) Originaria de la Villa de Aguas Calientes, / Y Residente en la Ciudad de
Zacatecas (agn, Instituciones Coloniales, Inquisición, Inquisición (61), vol.
834. Año 1731, f. 362r.
(e) bolbio a mi zelda dicho predicador diziendome como se le abia[ilegible]
/ trado dicho garay (agn, Instituciones Coloniales, Inquisición, Inquisición
(61), vol. 740. Año: 1710, f. 282v.).
2. Betacismo.4 Consiste en pronunciar la labiodental fricativa sonora /v/
como bilabial sonora /b/, es decir, expresa la pérdida de la consonante /v/ del
sistema fonológico. El empleo indistinto de las grafías <b> y <v> refleja el fenómeno. Lo anterior se refleja en los siguients ejemplos. Nótese en los ejemplos
(c) y (d), cómo alternan las grafías <b> y <v> en el vocablo villa.
(a) dicho tribunal resivio Juramento al dicho /27 Don Manuel Gutierres (agn,
Indiferente Virreinal, caja 3436/8515/46/, exp. 046 (Inquisición, caja 3436).
Año:1709, f. 1r.).
(b) se le debolviesen ciertos vienes que se hallan / embargados en ese
Real (ahea, fondo Judicial Civil, caja 08, exp. 17. Año: 1730, f. 1r.).
(c) El cappitan francisco gil becino de esta billa deaguas Calientes enbirtud del
nonbra (ahea, fondo Judicial Penal, caja 252, exp. 25. Año: 1671, f. 9 r.).
(d) En esta ciudad contra Algunas personas /dela Villa de Aguas Calientes
sobre Al/gunas Hecpiçerias Y En este obispado creo /19 que ay mucpo de esto
(agn, Instituciones Coloniales, Inquisición, Inquisición (61), vol. 608. Año:
1667, f. 501r.).
3. Velarización. El sistema experimenta una transfonologización del
fonema prepalatal fricativo sordo5 /š/ a velar fricativo sordo (Echenique y Martínez, 2005, pp. 127, 137). El uso indistinto de las grafías <x> y <g> en contextos
de la fricativa velar sorda expresa que el escribano percibía el valor velar del
fonema sin tener claro a qué grafía recurrir para su escritura (Torrens, 2007,
pp. 174-175). Lo anterior se ejemplifica enseguida. Nótese la alternancia gráfica
4
5
Véase Lapesa, 1981, pp. 205-206; Menéndez Pidal, 1966, pp. 133-134; Cano Aguilar, 1988, p. 93; Penny, 2006,
pp. 119-120; Torrens 2007, pp.71-72.
El fenómeno de velarización se refiere al cambio de punto de articulación que sufrió el fonema prepalatal,
fricativo, sordo /š/ <x> a velar, fricativo, sordo: /x/ <j>.
77
ARTE, LENGUA Y CULTURA
en el vocablo magestad en los ejemplos (a) y (c). Esta misma alternancia, se
observa en la palabra dijo en los ejemplos (a) y (d).
(a) el dicho alguacil mayor tomo Por la mano al dicho Juan de Araisa / Medina
y dixo que en nombre de su / Magestad le dava posesion de los / dichos dos
solares (ahea, fondo Civil, caja 09, exp. 09. Año: 1741, ff. 1v.-2r.).
(b) en nombre del Señor Doctoral de la / Santa Yglesia de Guadalaxara en la
mejor forma (agn, exp. 20, signatura: 12924/20. Año: 1772, f. 1r.).
(c) como siempre de Vuestra merced affirmo amigo y [ilegible] /Servidor de
Leal Bondadoso de Su Majestad. (agn, Instituciones Coloniales, Inquisición,
Inquisición (61), vol. 611. Año 1794, f. 174v.).
(d) Comissario deel Santo Oficio de la dicha Ciudad, parecio sin ser llamado,
y Juro en /5 forma, que diria verdad, un hombre que dijo llamarse, sebastian
Gonzalez (agn, Instituciones Coloniales, Inquisición, Inquisición (61), vol.
685. Año: 1692, f. 440 r.).
4. Yeísmo.6 Consiste en la nivelación entre <ll>, fonema / ḽ /, y <y> en el
fonema /y/. El uso de las grafías <y> y <ll> en ciertos contextos logra representar la nivelación fonológica a favor del yeísmo; también se registra la grafía
i con el mismo valor de consonante palatal. Ejemplos:
(a) rresevi/juramento que hiso por Dyos nuestro Señor y la Señal de la / Santa
Cruz en forma de derecho so cuio cargo prometio desir/verdad (ahea, Judicial
Civil, caja 08, exp. 14, núm. 2. Año: 1729, f. 2v.).
(b) por mu-/ger renuncia las del bellellano senatus / consultas, Nuebas Constituciones leyes / del oro Madrid y partida de quyo efe-/cto, confiesasen sabidora
y haversele / adbertido por mi el presente escribano (ahea, fondo Notarial,
caja 13, exp. 03, núm. 20. Año: 1736, f. 151v.).
(c) suderecho, para que como cosa sulla havida (ahea, fondo Notarial, caja 13,
exp. 03, núm. 20. Año: 1736, f. 150v.).
6
78
El yeísmo puede definirse como un “Tipo de pronunciación en el que el fonema / ḽ / <ll> y / y / <y> han
experimentado una fusión, con algún resultado no- lateral”. (Penny, 2006, p. 354). Véase también Cano
Aguilar (1988, p. 261), Penny (2006, p. 128), Torrens (2007, p. 75).
Hacia una caracterización del habla aguascalentense
5. Alternancia gráfica mb, mp / nb, np. De acuerdo con las normas ortográficas actuales, las consonantes bilabiales /b/ y /p/ debe ser antecedidas por
la consonante nasal bilabial /m/. Este hecho facilita la pronunciación de las
grafías, por tener la misma zona de articulación. Sin embargo, encontramos
los siguientes ejemplos en donde aparece la grafía <n> en lugar de m, como
en (a) y (b). En otros casos, como en (c) y (d), las consonantes bilabiales sí van
precedidas de /m/:
(a) esta sierto fue el rrobo muy grande con mucha rru-/yna de la mina porque
tanbien en vido otro pilar / llamado san roque tanbien rrobado y que no save
o-/tra cosa (ahea, fondo Judicial Penal, caja 251, exp. 17. Año: 1699, f. 2r.).
(b) el juesEcleciasticode /esta dicha villa se los hagare conoser, dicho le conpela
el pago /de ellos en toda forma (Acervo Digital del Archivo Histórico, fondo
Notarial, núm. 12. Año: 1715, Poder especial, f. 124r.).
(c) que pecaria con los hombres como las buenas mujeres; y / también con
perros, caballos (agn, Instituciones Coloniales, Inquisición, Inquisición (61),
vol. 883. Año: 1725, f. 385).
(d) que sea de su agrado, que sera / como siempre lo mexor Dios (agn. Instituciones Coloniales, Inquisición, Inquisición (61), vol. 1021. Año: 1767, f. 19r.).
6. Apertura y cierre de vocales. La apertura vocálica consiste en el cambio
del timbre de una vocal de modo que baje en el trapecio vocálico. En español,
la vocal más abierta es <a>, las más cerradas son <i> y <u>; y, <e> y <o> son
intermedias en su grado de apertura. La apertura vocálica se opone al cierre
vocálico. Ejemplos:
(a) y le dixo que / no la abian de sacar, que se olgara truxera sus armas para
pe-/learla (ahea, Judicial Penal, caja 255, exp. 06. Año: 1676, f. 11r.).
(b) prometio el secreto i por no saber escrebir la / firmo por ella el Señor
Comissario (agn, Instituciones Coloniales, Inquisición (61), vol. 834, exp. 17.
Año: 1731, f . 885).
(c) La qual can-/tidad confiere dicho Joseph Calvillo haver resevido / a su
satisfasion sobre que renunsia las leyes (ahea, Fondo Notarial, caja 14, exp. 06,
núm. 25. Año: 1740, f. 8r.).
79
ARTE, LENGUA Y CULTURA
7. Tendencia antihiática. Consiste en formar un diptongo a partir de un
hiato. Es un fenómeno muy característico de la oralidad. Se debe, principalmente, a que se emplea menos aire y esfuerzo en la pronunciación (rae, 2011:
339, 353). Ejemplos:
(a) por el señor Don Juachin de ortega Alca-/de ordinario de segundo boto de
esta billa (ahea, fondo Notarial, caja 01, exp. 01, núm. 20. Año: 1736, f. 144v.).
(b) y saquen sus gana/dos a pastiar a otra parte estando como estoy [pastear]
(ahea, Judicial Civil, núm. 53, 1758-59).
8. Alternancia <i> / <y>. Esta alternancia gráfica de la vocal alta anterior
es motivada porque <i> e <y> representan el mismo sonido y en el periodo
virreinal aún no se encontraba reglamentado su uso gráfico. Ejemplos:
(a) sin / haberles dado causa para ello i poner el remedio que co-/nbenga para
que io tenga quietut (ahea, fondo Judicial Penal, caja 255, exp. 06, núm. 1.
Año: 1676, f. 1r.).
(b) lo / que paso es. que el savado treita de maio como a las nuebe del dia
(ahea, fondo Judicial Penal, caja 255, exp. 06, núm. 1. Año: 1676, f. 2r.).
9. Sandhis. Alteraciones fonosintácticas, determinadas por el contexto
fonológico, que sufren los fonemas en medio de la palabra o dentro de la frase
al entrar en contacto con otros sonidos (Gallardo Gil y Bastardas, 2007). En
varios ejemplos, si una vocal final de palabra coincide con la vocal inicial de
palabras, se pierde el sonido vocálico duplicado. Ejemplos:
(a) a Mariana Massias, y a Franco. Guerrero / quentendidos dixeron lo oien, y
que estan pron (ahea, fondo Judicial Civil, núm. 15. Año: 1745, f. 3r.).
(b) una camisa: un armador biejo: quatro birretes/biejos: un bonete biejo:
porquellos negros y sinco blancos (ahea, fondo Judicial Civil, caja 08, exp.
14, núm. 2. Año: 1729, f. 6r.).
10. Consonantes geminadas. Reforzamiento consonántico que consiste
gráficamente en escribir duplicadamente una consonante. Esto podría arrojar información sobre el comportamiento de algunos fonemas consonánticos dependiendo del contexto fonológico o la posición que ocupan dentro
80
Hacia una caracterización del habla aguascalentense
de una palabra; o bien podría tratarse de un uso gráfico de moda en la época.
Ejemplos:
(a) dicho Señor Comissario de Corte le / avisso yadvirtio las penas y censuras
impuestas (agn, Indiferente Virreinal, caja 3436/8515/46, exp. 046 (Inquisición, caja 3436). Año: 1709, f. 1v.).
(b) siendo vecino de esta villa dicho Apo/derado, y viviendo en ella pudo aver
presenta/do el Despacho, y no irse con malicia a los Assientos, sin estar su
merced ausente, ni enfer/mo (ahea, fondo Judicial Civil, caja 08, exp. 09. Año:
1737, f. 7v.).
11. Grupos consonánticos en posición de coda (cultismos). Grupos consonánticos al final de sílaba que no siguen la pauta silábica del español actual. Se
trata de cultismos en la lengua española, cuyo registro gráfico se documenta en
la historia del español en general (Cano Aguilar, 1988, p. 260-261). Ejemplos:
(a) a administrar justicia a esta par/te sobre el asumpto que expressa (ahea,
fondo Judicial Civil, caja 10, exp. 02, núm. 15. Año: 1745, f. 1r.).
(b) resivio Juramento al dicho / Don Manuel Gutierres en presençia del
Ynfrascripto notario (agn, Indiferente Virreinal, Inquisición, caja 3436, exp.
046. Año:1709, f. 1r.).
12. Sonorización o ensordecimiento de oclusivas. Las consonantes cambian
su sonoridad, de manera que una consonante sorda se sonoriza, o a la inversa,
una consonante sonora se ensordece. Ejemplos:
(a) por todo lo qual y mas que / a mi favor condusga que a aqui porexpreso
(ahea, fondo Notarial, caja 13, exp. 03, núm. 20. Año: 1736, f. 145v.).
(b) fray ángel de Jesus maría suprior fray Juan licenciado Joseph / fray cristopal
(sic) de la madre de Dios (ahea, fondo Notarial, caja 01, exp. 05. Año: 1656,
f. 30r.).
13. Duplicación vocálica. Se duplica la vocal en palabras monosílabas, quizá
para representar ortográficamente el carácter tónico de la palabra. Ejemplos:
81
ARTE, LENGUA Y CULTURA
(a) y que el presente esribano ponga al pie de / el testimonio, y fee de lasheridas
que tubieron los / dos cuerpos difuntos (ahea, fondo Judicial Penal, caja 255,
exp. 23, núm. 7. Año: 1691, f. 1v.).
(b) por/que aunque la chichigua llevaba la niña a beer a su Padre; nunca fue
para / decirle: toma medio, para fruta (ahea, fondo Judicial Civil, caja 10, exp.
11, núm. 29. Año: 1751, f. 2v.).
14. Pérdida de consonante en inicio o final de palabra. Un rasgo característico de la oralidad es la pérdida de ciertos sonidos al principio (aféresis), al
interior (síncopa) o al final de la palabra (apócope). Ejemplos:
(a) que Ju/dicial y extrajudicialmente convengan asta en la concu/rente cantida
de los dichos trecientos pesos (ahea, fondo Notarial, caja 01, exp. 12, núm. 853.
Año: 1664, f. 21r.).
(b) saliera à paseo y como havia de tomar otra calle, se fue por on/de sabia, que
vivia su concuvina (agn, Instituciones Coloniales, Inquisición, vol. 1373, exp.
26. Año: 1797, f. 258r.).
15. No vocalización de consonante en posición de coda. Este rasgo es general
para la lengua española, y es motivado porque una consonante al final de sílaba
es más susceptible al cambio que una en posición inicial. Esta vocalización, en
algunos contextos, parece no presentarse en el periodo y dialecto analizados.
En (a), por ejemplo, en lugar del participio bautizado, donde la primera sílaba
es un diptongo y la <u> se encuentra al final de sílaba, se presenta la palabra
baptisado, que, al igual que en el étimo del latín tardío baptizāre, contiene una
sílaba trabada por una consonante oclusiva bilabial sorda, de manera que el
sonido en esa posición es consonántico y no vocálico. En contraste, tenemos
el ejemplo de (b), con la palabra recaudo, donde la consonante /p/ sí sufre un
proceso de vocalización con respecto al étimo del latín tardío recapitāre.
(a) y que assi mismo eran / compadres porque el dicho Joseph Garsia le havia
baptisado / dos hijos que el confesante tubo en su mujer (ahea, fondo Judicial
Penal, caja 255, exp. 23, núm. 7. Año: 1691, f. 9r.).
(b) diego hernandes y se cometa a lorenso deacosta e xecutor para que prenda
/ y abuen recaudo lo ponga enla carsel real deestavilla y en el ynterin (ahea,
fondo Judicial Penal, caja 252, exp. 25. Año: 1671, f. 3v.).
82
Hacia una caracterización del habla aguascalentense
16. Asimilación de <r> y <l>. La asimilación consiste en que un segmento se articula con rasgos fonéticos de otro segmento adyacente o cercano.
Ejemplos:
(a) Y en ella una casa nueva y huerto con distin-/tos alvoles. la qual huvo y
compro a senso redi-/mible (ahea, fondo Notarial, caja 14, exp. 06, núm. 25.
Año: 1740, f. 8v.).
(b) Primeramente una silla de calvagal con sus estrivos y fierros/ freno espuelas botas (ahea, fondo Civil, caja 08, exp. 13, núm. 1. Año: 1729, f. 3v.).
17. Metátesis. Cambio de lugar de uno o más sonidos dentro de una palabra. Ejemplos:
(a) no tiene echa pro-/testacion de lo contrario y si pareceire la rre/boca
yanula y no pedira resolucion ni rrela-/jacion (ahea, fondo Notarial, caja 13,
exp. 03, núm. 20. Año: 1736, f. 152r.).
(b) assi mismo al pareser pe-/netrante, y boltenadole en la espalda de dicho
lado sobre el pul-/mon otra herida de tres dedos de ancho (ahea, fondo Judicial Penal, caja 255, exp. 23, núm. 7. Año: 1691, f. 2r.).
18. Epéntesis. Adición de uno o más sonidos en el interior de una palabra.
Ejemplos:
(a) y por la / entera satisfacion, y confianza que de el tiengo (ahea, fondo
Notarial, caja 06, exp. 01, núm. 9. Año: 1710, f. 146v.).
(b) le, asiten, para su, ausiensia, que esta es la verdad (ahea, fondo Judicial
Civil, núm. 21. Año: 1750, f. 4v.).
Por su parte, los fenómenos morfológicos encontrados son los siguientes:
límites entre palabras, contracciones y paradigmas verbales. A continuación,
se explican de la misma manera que los anteriores.
1. Límites entre palabras. Los textos coloniales suelen ser un tanto caóticos en cuanto a separación y juntura de palabras. Esto se observa en los textos
de Aguascalientes. Si se considera la noción gráfica de la unidad lingüística
palabra como aquello que está escrito entre dos blancos, este comportamiento
83
ARTE, LENGUA Y CULTURA
irregular puede deberse a una falta de claridad entre las fronteras entre una
palabra y otra. Esto se observa en los siguientes ejemplos:
(a) Y ttambien un diario pequeño yausado (ahea, fondo Judicial Civil, caja
08, exp. 13, núm. 1. Año: 1729, f. 4r.).
(b) [...] Y asu cumplimiento obligan sus personas y vienes avidos y por aver
(ahea, fondo Notarial, caja 15, exp. 01, núm. 29. Año: 1742, f. 4v.).
2. Contracciones. Ciertos pares de palabras no se contraen, como las contracciones actuales del o al. Ejemplos:
(a) el Bachiller Don Antonio Albares de la / torre vesino de el Real de los Asientos (ahea, fondo Judicial Civil, caja 08, exp. 14, núm. 2. Año: 1729, Portada).
(b) a el que declara exprese todo lo que le comunico (ahea, fondo Judicial
Civil, caja 08, exp. 14, núm. 2. Año: 1729 , f. 2r.).
3. Paradigmas verbales. Algunas conjugaciones no corresponden con la
norma culta actual. Ejemplos:
(a) vienes de la defunta, y para que no aiga / duda se entienda el quinto todo
aquello (ahea, fondo Judicial Civil, 1735).
(b) y los mas de ellos son vidos (ahea, fondo Judicial Civil, 1737).
En torno a los fenómenos sintácticos observados, estos fueron los siguientes: duplicación de posesivos, determinante antes del nombre propio, leísmo,
dequeísmo, modificación de adjetivos mediante bien en lugar de muy, uso de
relativos y fórmulas de tratamiento. Los mismos se detallan a continuación.
1. Duplicación de posesivos. Rasgo característico del español de México
que parece remontarse a la época virreinal.7 Ejemplos:
(a) Da Gestrudis a quien le ablava de tia, y su ama della de sobri /na y que le
oiga dicer a otra (ahea, fondo Judicial Civil, caja 10, exp. 02, núm. 15. Año:
1745, f. 16r.).
7
84
cf. Company, 1994b; Huerta Flores, 2009, p. 731-740.
Hacia una caracterización del habla aguascalentense
(b) y martin de orsua. su cuñado fueron a su casa deste confe-/sante (ahea,
fondo Judicial Penal, caja 255, exp. 06, núm. 1. Año: 1676, f. 4v.).
2. Determinante antes del nombre propio. Se observa la presencia de un
determinante definido antes de un topónimo (nombre propio de lugar).8
Ejemplos:
(a) en esta villa de aguascalientes nuebo Rei/no de la galisia dose dias del mes
de Dissiembre (ahea, fondo Notarial, caja 01, exp. 05, núm. 466. 1656, f. 32r.).
(b) de Velasco Obispo de Guadalaxara Nuevo Reino de la Galizia/y
de Leon Provincias del Nayarith (ahea, fondo Civil, caja 11, exp. 14, núm. 46.
Año: 1758, f. 4v.).
3. Leísmo. Este rasgo no es propio del español mexicano contemporáneo,
sino que corresponde más bien al español peninsular que por el siglo xvi pasó
por un incremento de este fenómeno; mientras que el español mexicano se
tendía hacia un sistema más conservador (Flores, 2006, pp. 703, 711), pero
encontramos casos en el español aguascalentense virreinal. Ejemplos:
(a) llevara espada; para pelear; y estando todos den-/tro de la cosina. salio
dicho Joseph Rodriguez con su espada y daga / desnuda. y les endereso a
todos; y a su padre le dio una estocada (ahea, fondo Judicial Penal, caja 255,
exp. 06, núm. 1. Año: 1676, f. 5r.).
(b) dicha doña Jusepha susobrina de todos los hijos e hijas que tie/ne la dicha
mulata, La qual le ase por el mucho amor y /voluntad que le tiene y lea tenido
(ahea, fondo Notarial, caja 01, exp. 04, núm. 955. Año: 1654, foja 4r.).
8
Según Company (2009, p. 21): “Los nombres propios muestran, al igual que los pronombres personales, fuertes restricciones distribucionales, pero no al grado de estos. Por ejemplo, admiten, bajo ciertas
circunstancias pragmático-discursivas de proximidad afectiva ser modificados por un posesivo: mi José
es muy aplicado para el estudio […], y por un artículo, tanto como un efecto pragmático de proximidad
afectiva como despreciativa: me dice la Tere que no puede venir […]. Las construcciones de nombre propio con posesivo o con artículo son muy difíciles de documentar en la lengua escrita, más las de posesivo
que las de artículo, ya que son propias, casi exclusivas, de la oralidad en la interacción cotidiana entre
hablante y oyente.”
85
ARTE, LENGUA Y CULTURA
4. Dequeísmo. Utilización no normativa de la preposición de junto a la
conjunción que en oraciones completivas u oración subordinada sustantiva de
objeto directo. Ejemplos:
(a) se expressara de que se ba delatando con expresión (agn. Instituciones
Coloniales, Inquisición, Inquisición (61), vol. 883, exp. 15. Año: 1725, f. 390.)
(b) y por todo se logre dicha prision, en que alguna parte /14 donde se hallare
de que nos dara aviso nuestro /15 Comissario que Guarde Dios Nuestro Señor
(agn, Expediente, Instituciones Coloniales, Inquisición, Inquisición (61), vol.
787, exp. 27. Año: 1718, f. 149r.).
5. Modificación de adjetivos mediante bien en lugar de muy. Este uso es
documentado por Arjona Iglesias (1991, pp. 65-84) en el habla de 47 informantes de nivel sociocultural bajo de la ciudad de México. Asimismo, este fenómeno ha sido explicado minuciosamente por Sedano (2002-2004) y Serradilla
(2006). Con respecto a este fenómeno, Vega Garfías (2005, p. 4) afirma que “es
posible afirmar que el desplazamiento del adverbio bien hacia el dominio de la
cuantificación se remonta al latín (bene fortis “muy fuerte”, bene robustus “muy
robusto”) y, posteriormente, es heredado por el español, documentándose
desde el siglo xii”. Este desplazamiento hacia la cuantificación del adverbio
muy también se observa en el español aguascalentense virreinal:
(a) guaresido /todo el contorno de pared de adobe bien alta y hecha / a todo
costo con su puerta y serrojo (ahea, Judicial Civil, caja 08, exp. 14, núm. 2.
Año: 1729, f. 8r.).
6. Uso de relativos. Algunos se emplean de manera distinta a la norma
culta actual, por ejemplo, el empleo de que en lugar de el cual o quien. Ejemplos:
(a) termina su alteza declarando el / punto a onde tiene apelado, y de nuevo
apela (ahea, fondo Judicial Civil, caja 09, exp. 07, núm. 8. Año: 1738, f. 19v.).
(b) Joseph Rodrijuez / que estaba distante de la fragua (ahea, Judicial Penal,
caja 255, exp. 06, núm. 1. Año: 1676, f. 2r.).
7. Fórmulas de tratamiento. Son acordes con las jerarquías sociales de la
época. Ejemplos:
86
Hacia una caracterización del habla aguascalentense
(a) y al termino de la prueba es pasado antento a lo / qual // a vmd(vuestra merced)
pedimos y suplicamos sea serbido de man-/dar ber los autos (ahea, fondo
Judicial Penal, 1676).
(b) Aguas calientes y por 4 de 1710 años [Rúbrica: Mui ilustres Señores Besa
los pies de Vuestras Señorias su umilde Capellan Don Carlos de Andrade y
Sotomaior] (agn, Instituciones Coloniales, Inquisición, Inquisición (61), vol.
740, exp. 1710. Año: 1710, f. 279r.).
Como fenómeno semántico se encontró el siguiente:
1.Verbo haber posesivo. El verbo haber9 presenta su sentido básico etimológico de posesión, como el del actual tener. Ejemplos:
(a) y durante el / matrimonio huvieron y hiprocrearon por hijo lexi/timo a
Antonio Ximenes (ahea, fondo Judicial Civil, 1745).
(b) suplico a VA se sirva de haverlo por / presentado (ahea, fondo Judicial
Civil, 1756).
Finalmente, como fenómenos léxicos, se documentaron:
1. Palabras de origen náhuatl pertenecientes al español general, como chocolate y otras propias del español de México, como chichigua.10 Ejemplos:
(a) que aunque la chichigua llevaba la niña a beer a su padre (ahea, fondo
Judicial Civil, caja 10, exp. 11, núm. 29. Año: 1751, f. 2v.).
(b) por que la Enamoraba y que lo mismo hasia las Veses, que le / llebava el
Chocolate dexandole las mas Veses la Tasa (ahea, fondo Judicial Civil, caja 15,
exp. 14, 25 ff. Año: 1772).
9
10
Para más sobre la evolución de haber posesivo y su evolución véase el trabajo de Hernández Díaz (2006).
Company (2012, p. 218) señala que el siglo XVIII fue el periodo de “la gran entrada de indigenismos
léxicos” en la lengua española. Cano Aguilar (1988, p. 253) comenta que el “léxico procedente de las lenguas indígenas de América fue aceptado pronto por los españoles ante la necesidad de nombrar nuevas
realidades”.
87
ARTE, LENGUA Y CULTURA
Conclusiones
Si bien la documentación analizada corresponde del siglo xvi al siglo xviii,
únicamente se halló un texto del siglo xvi, lo cual no es de extrañarse, considerando que Villa de Aguascalientes se fundó hasta 1575, y durante el resto de
ese siglo la población no superó los 100 habitantes entre vecinos y soldados,
razón por la cual los textos recuperados de esa época son mínimos. No obstante, de manera posterior a la conclusión de este trabajo, se continuará investigando al respecto, a efecto de encontrar mayor documentación.
Respecto a los siglos xvii y xviii, la mayoría de los fenómenos lingüísticos encontrados en los documentos analizados son de naturaleza fonológica
(se encontraron de 18 diferentes tipos). Lo anterior se explica porque en esos
siglos no existía una estandarización de la norma; es decir, no había reglas
ortográficas como las que tenemos hoy en día, por lo que la gente escribía
como le sonara, sin seguir normas generales.
Del resto de los fenómenos lingüísticos analizados, se encontraron tres
de naturaleza morfológica, siete de tipo sintáctico y uno semántico y léxico,
en cada caso.
Lo reportado hasta este momento corresponde a la investigación realizada entre 2019 y 2020, aunque en ese último año hubo algunas complicaciones para recopilar información debido a los cierres de instituciones, derivados
de la pandemia originada por la Covid-19. Sin embargo, esta investigación se
mantiene en curso, por lo que dentro del corto plazo se enriquecerá la misma
con mayor documentación analizada.
No obstante, este trabajo ofrece una primera caracterización del español
en la región de Aguascalientes, por lo que su valor radica en que el análisis parte de textos representativos de la zona, con lo cual obtenemos valiosa
información sobre el estado histórico de la lengua española en regiones de la
república mexicana que aún no han sido estudiadas de forma pormenorizada.
Así, esta investigación contribuye a complementar los estudios diacrónicos y
diatópicos del español mexicano hasta ahora conocidos.
88
Hacia una caracterización del habla aguascalentense
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90
El cuerpo colectivo como territorio de resistencia y creación artística
El cuerpo colectivo como
territorio de resistencia y creación
artística en los teatros espontáneos
latinoamericanos
Ana M. Castillo Rodríguez*
anacastilloteatro@hotmail.com
El presente artículo plantea una revisión de los posicionamientos éticos, estéticos y políticos de los teatros espontáneos latinoamericanos, con respecto al cuerpo individual y colectivo como
territorio para la resistencia y la creación artística. Es justamente
en el cuerpo donde el sujeto individual, en un primer término,
puede reconocer cómo es que los sistemas hegemónicos inciden
en su vida cotidiana y en su propia configuración como individuo, pero también puede reconocer las alternativas de acción
para relacionarse desde la alteridad y configurar nuevos cuerpos colectivos que le permitan reordenar los imaginarios sociales y potenciar su capacidad de agenciamiento.
Los teatros espontáneos latinoamericanos se sistematizan a
partir de la segunda mitad del siglo xx en países sometidos por
dictaduras militares y que, aún hoy, se mantienen bajo Estados
*
Estudiante del doctorado en Arte y Cultura, Universidad Autónoma de
Aguascalientes.
ARTE, LENGUA Y CULTURA
fallidos; la vida pública y privada sigue estando atravesada por la corrupción, el
narcotráfico y un capitalismo voraz. Es así como resulta pertinente retomar los
términos de “biopoder”, en Michael Foucault, y de “necropolítica”, en Achille
Mbembe, en tanto refieren a los mecanismos de control y dominación de los
sistemas hegemónicos sobre la libertad, dignidad y autonomía del sujeto sobre
su propio cuerpo y, por consiguiente, sobre las múltiples dimensiones de la
vida individual y colectiva. ¿Cómo es, entonces, que bajo estas prácticas los
teatros espontáneos emergen y permanecen?
Esta cuestión se responde a partir de la articulación y diálogo con las
voces de María Elena Garavelli y Moysés Aguiar, principales sistematizadores de estas teatralidades espontáneas. A través de ellos es posible articular
algunas ideas rectoras en torno a su propia praxis y el sentido social, comunitario y de resistencia implicados en ella. Al mismo tiempo, permiten ordenar una construcción conceptual de dichas prácticas teatrales espontáneas,
desde una perspectiva estética y artística aún vigente.
Teatros espontáneos latinoamericanos
desde su matriz política, popular y comunitaria
El teatro latinoamericano actual, como objeto vivo y presente, se constituye
de voces diversas que se integran dentro de un sistema hegemónico y otras
más que se asumen desde la alteridad y en diálogo permanente con el acontecer social.
En Latinoamérica, a partir de la segunda mitad del siglo xx, se reconocen prácticas escénicas didácticas y críticas que reconstruyen las causas y
las largas consecuencias que se desprenden tras las dictaduras militares, las
políticas intervencionistas estadunidenses en las fallidas democracias latinoamericanas, la implantación de un sistema económico capitalista neoliberal,
la censura y la amnesia colectiva ante la represión y la violencia sistemática.
Estas teatralidades también cuestionan el poder cultural; insisten en visibilizar
y confrontar la centralidad histórica europea occidental, así como la hegemonía ideológica capitalista.
En la dramaturgia destacan las obras de Arístides Vargas, Griselda Gámbaro, Augusto Boal, Enrique Buenaventura, Enrique Cisneros, Vicente Leñero,
Enrique Ballesté, Osvaldo Dragún, Jorge Díaz, Miguel Rubio y Teresa Ralli,
92
El cuerpo colectivo como territorio de resistencia y creación artística
por mencionar algunos. Sus textos permiten reconocer una identidad dramatúrgica latinoamericana particular que visibiliza la desigualdad y la injusticia
social, que exigen un posicionamiento crítico y consciente de quienes espectan; que construyen una ficción irónica y cruda de las contradicciones y opresiones naturalizadas en la vida social.
De manera simultánea y como respuesta complementaria de creación
escénica, se reconocen manifestaciones teatrales que se reconfiguran desde su
sentido colectivo y comunitario, con la aspiración de una creación horizontal
que implique a todos los sujetos que asisten al acontecimiento teatral. Es en
los teatros comunitarios y populares, particularmente aquellos denominados
espontáneos, donde se reconoce el sentido más radical de la dimensión de lo
político y social del teatro, como experiencia de democratización del arte en
los territorios más inmediatos: el cuerpo, la imagen y la síntesis poética derivada de ambos.
Surgidos como una referencia del teatro de la espontaneidad y el psicodrama, propuestos por el psiquiatra rumano Jacobo Levi Moreno en la
segunda mitad del siglo xx, los teatros espontáneos en Latinoamérica pueden
rastrearse desde la década de 1980, cuando un grupo de psicodramatistas se
organizaban en torno a la sistematización, problematización y pertinencia del
psicodrama más allá del campo terapéutico y su relación con el teatro. De
sus principales raíces fundadoras se encuentra María Elena Garavelli y Moysés Aguiar. Este último señala las motivaciones en principio con respecto a la
recuperación de la obra y aportes de Moreno, la presencia de prácticas contrahegemónicas como el psicoanálisis en el sur del continente y, en cambio, una
pujante necesidad de encontrar praxis terapéuticas que se acercaran más al
contexto y necesidades sudamericanas.1
Moysés Aguiar reconstruye una relación de los teatros espontáneos, en
plural, pues cada colectividad organizará las consignas y principios para construir en conjunto. Lo que sí reconoce como un territorio común es el reconocimiento de que
1
Otro de los referentes fundamentales para su sistematización es el encuentro con el Teatro Playback
propuesto por Jonathan Fox y Jo Salas en la década de 1970, los cuales permitirán organizar técnicas
de improvisación y, sobre todo, una ritualidad expresada y organizada para cada encuentro (Garavelli,
2003, p. 20).
93
ARTE, LENGUA Y CULTURA
se han constituido […] en un desencadenante permanente de aprendizajes.
Todas esas lecciones se complementan con un desafío, que es el de hacer un
arte políticamente comprometido. Un arte que no se despegue de su vínculo
histórico con la práctica terapéutica, pero que haga de esta una herramienta
de promoción humana cuyo alcance traspase los límites de la tradicional psicoterapia burguesa de los consultorios privados. Un arte pro-activo, capaz de
salir a las calles en busca de las vibraciones de la vida, ofreciendo la posibilidad
de trabajar juntos, en vez de soluciones, co-responsabilizando-se por la construcción de relaciones sociales que avancen en la dirección de la justicia y de la
dignidad (Aguiar en Garavelli, 2003, pp. 10-11).
Una de las consecuencias de esta praxis, señala Garavelli, es el encuentro
con el relato de lo público y lo privado. Así, la calle permitió recabar relatos
en torno a la herida abierta que habían dejado las dictaduras militares y las
consecuentes crisis sociales.
Resonábamos con las preguntas ya formuladas ¿Cómo narrar el horror? ¿Cómo
transmitir la experiencia del horror y no sólo informar sobre él? ¿Cómo crear a
partir de lo siniestro de esos años? En las funciones abiertas al público, surgieron relatos personales entretejidos con acontecimientos sociales; relatos que
fueron escuchados y transformados en actos creativos que incorporaron la
estética teatral y la música, para ir más allá del borde del lenguaje... para llegar
a ese punto extremo, el lugar al que parece imposible acercarse con el lenguaje
[…] Se escucharon y recrearon historias atravesadas por la vida y la muerte, el
miedo y el dolor, el horror y la crueldad, la tristeza, la alegría y la desesperación, ante la escucha atenta y la mirada emocionada de una audiencia formada
por gente que había sufrido la experiencia de la represión y por muchos jóvenes que no vivieron esos años (Garavelli, 2003, p. 52).
Bajo estos términos, estas experiencias teatrales y comunitarias se autodefinen como una acción de resistencia en tanto una práctica cultural que se
acciona desde la alteridad. En correspondencia con Foucault, las “prácticas de
resistencia” permiten tensionar y problematizar las organizaciones de poder,
pero también las construcciones hegemónicas de sentidos, significaciones y
relatos oficiales. Así como el poder no es absoluto, ni se puede pensar como
una cualidad de la cual disponerse o que tiene una condición fija, la resistencia
94
El cuerpo colectivo como territorio de resistencia y creación artística
es también activa, ya que no sólo funge como negación del poder, sino que es
posible pensarla como un proceso social de desplazamiento, reelaboración y
transformación de esa realidad. Y más aún,
En la lógica de la resistencia, por tanto, subyace la potencia de conquistar derechos. Habría una dimensión belicosa que hace posible la vindicación, institucionalización y defensa de los mismos, y que no se corresponde con la pura
expresión corporal de una fuerza […] aquí el asunto principal está en reconocer
que los derechos tienen menos que ver con una apelación al hombre en sí, que
con un enfrentamiento que libran los sujetos contra las condiciones de circulación del poder. Dichas condiciones son las acciones de individuos e instituciones que pretenden producir comportamientos, es decir, que intentan asegurar y
reforzar espacios de gobierno y administración de la vida” (Castro, 2017, p. 53).
De este modo, estos teatros remiten a una aspiración del teatro como
medio para la acción comunitaria, pero sin dejar de lado su sentido artístico,
ético, político y terapéutico. Como un encuentro de espontaneidades, conllevan un discurso utópico, pero también aspiracional que orienta la praxis de
los sujetos que participen de estos. Y más aún, los teatros espontáneos prevalecen en prácticas escénicas y performativas actuales;2se convierten en una
experiencia potencialmente transformadora que aspira a que los sujetos sean
dueños de sus propios relatos y que puedan nombrar y visibilizar cómo es que
nombran su mundo y su relación con este.
En una función de teatro espontáneo se establecen múltiples rituales
entre las personas que asisten y quienes se colocan provisionalmente sobre
el escenario. Bienvenidas, dedicatorias, presentaciones, invitaciones y juegos
colectivos abren la puerta al acontecimiento teatral. La premisa es que el escenario recibirá los relatos de quienes se sientan convocados, esto, para darles
cuerpo en la escena. El diálogo se abre tanto como las personas lo permitan,
las consignas implican la escucha ética, la resonancia psicoemocional de quien
relata y quien lleva a la escena. Dependerá de cada colectivo cómo es que esos
relatos se estructuran, valiéndose de técnicas predeterminadas que sirven sólo
como provocación para organizar el cuerpo colectivo.
2
La Red Mexicana de Teatro Espontáneo y Teatro Playback o la Red Latinoamericana de Teatro Espontáneo son tan sólo algunos ejemplos palpables de la creciente praxis de estos modelos teatrales.
95
ARTE, LENGUA Y CULTURA
La técnica más sencilla pero también la que detona la síntesis poética es
la de la imagen, una que lleva a dinamización emotiva, a la emoción abstracta,
a la concientización de posibilidades no elegidas para desarrollar el subtexto y
buscar las raíces del diálogo.
El espacio ficcional se entremezcla con el espacio presente del encuentro.
Los relatos se desprenden en distintos sentidos, a veces parten de emociones,
sensaciones o sentimientos del aquí y el ahora;3en otros momentos se detonan
a partir de un relato colectivo compartido: el amor, el lugar donde se vive, el
sentido o valor que se le otorga a una experiencia, la ausencia o la nostalgia,
la memoria colectiva que se resiste a perderse tras un acontecimiento doloroso o significativo para una comunidad. Estos múltiples relatos se instalan
en cuerpos individuales que, despiertos y dispuestos, se agrupan y construyen
un cuerpo colectivo. Puede ser una mirada, la organización de las manos y
los pies, el contacto entre partes de distintos cuerpos, el lugar que ocupan en
el espacio o los sonidos que emanan de las complicidades, a veces llegan las
palabras y después las frases.
Este cuerpo, ahora colectivo, se reconoce como un todo; cada uno de los
sujetos que lo integra corresponde así a un fragmento que adquiere sentido en
todo caso en su relación con el resto. Es el lugar que ocupan, su posición con
respecto al otro, la organización de la mirada del espectador desde distintas
posibilidades y lecturas lo que da sentido entonces a esta nueva configuración
colectiva. Es también una presencia que permite metaforizar la construcción y
relación del sujeto y la esfera de lo social.
Si el teatro adquiere sentido en tanto experiencia colectiva, en el caso
de los teatros espontáneos tal condición se constituye en distintos niveles. Al
diluir las fronteras entre la audiencia y los actores se construye una colectividad compuesta por “participantes”, o lo que Augusto Boal enunciaría como
“espect-actores”. Además, el relato del narrador se integra a la escena y se materializa en un cuerpo colectivo conformado por las personas que resuenan con
ella (puede ser incluso por personas que asisten como espectadores en un primer término, pero que se sienten convocados a intervenir con su cuerpo).
3
96
Este término se integra en el planteamiento que hace el psicodramatista Jacobo L. Moreno, que, su vez,
retoma de Henri Bergson sobre la Filosofía del momento. El aquí y ahora, refiere que tanto los seres como
las acciones mismas suceden dentro de un entorno (matriz) y lugar (locus) determinado, a través de un
tiempo que transcurre (status nascendi). Así, la realidad y comprensión del mundo se construye dentro
del aquí y ahora presente.
El cuerpo colectivo como territorio de resistencia y creación artística
En tanto que el cuerpo de actores se piensa siempre como “uno” pues el protagonismo individual queda relegado pues lo que se entreteje es una suma de
resonancias y sentires compartidos.
Así, tal como señala Garavelli,
[e]l protagonista del relato no está dentro de su propia escena sino afuera de ella;
ocupa el lugar del narrador […] Su cuerpo participa desde el lugar de la mirada
y se conmueve con un impacto estético singular al observar la historia en acción;
la propia historia que, apenas un momento antes, había sido expresada con sus
palabras. Puede ver todo lo que en su relato estaba sugerido entrelíneas, porque
la escena se completa con las imágenes que dieron origen en su psiquismo a las
palabras que la relataron, pero que no alcanzaban a expresarla […] El goce estético frente a la escena montada abre a múltiples significaciones en cada espectador y la historia surgida de sus palabras, sorprende al protagonista en algún
punto, con un nuevo impacto emocional y abriendo a otras producciones de
sentido (2003, pp. 22-23).
A través de distintas variables técnicas y metodológicas según el contexto
y colectivo que se apropie de ellos, los teatros espontáneos latinoamericanos
aspiran a desarrollar el “pensamiento sensible”, pero también crítico, sobre la
vida social, política y estética de los sujetos individuales y colectivos. En estos
términos, tal como refiere Moysés Aguiar, su praxis,
[e]n el lenguaje político […] ayudaría a tornar consciente y a movilizar a la
población suscitando mayor participación de ésta en las decisiones que le
conciernen, posibilitando la práctica de la democracia o, quizá, creando espacios anárquicos en que se despierten vocaciones libertarias entorpecidas por
los somníferos ideológicos (Aguiar, 2009, p.19).
De igual modo, Aguiar, señala que estos teatros buscarán que los ciudadanos no sean sólo consumidores, sino que desarrollen la capacidad de agenciamiento para producir cultura, una que corresponda con su propia a sus
circunstancias, necesidades, cuestionamientos del contexto histórico y social
que les circunda y determina. En este sentido, los teatros espontáneos sostienen tensiones innegables con el sistema y el modo de producción del arte, pero
también suponen, en principio, formas de resistencia. Así,
97
ARTE, LENGUA Y CULTURA
[l]a depuración que el teatro puede proporcionar es la que busca la adquisición
de conciencia y el reposicionamiento afectivo emocional frente a la alienación
causada por los contenidos ideológicos que aprisiona la sociedad y que impiden las transformaciones que la propia vida exige. Romper con la conserva
teatral significa, entre otras cosas, una posición de coherencia radical contra
todas las formas de ideologización. Es un intento de superar la contradicción
implícita en una modalidad mística cuyo objetivo es des-alienar y que utiliza
exactamente el instrumento alienante que es el “envase” del producto de la
creación (Aguiar, 2009, p. 43).
Bajo esta mirada, estas experiencias colectivas y comunitarias restituyen
en sus prácticas los relatos de las personas comunes, así como los valores y tradiciones de las culturas que se constituyen en la alteridad. Y, al mismo tiempo,
adquieren sentido a partir de una complicidad que se construye cada función
y cada día de trabajo en un colectivo; a partir de significaciones y valores que
se resignifican en el encuentro de los sujetos que participan. Es decir, se construyen a partir de saberes, experiencias, valores, sentidos, relatos y sentires.
En estas prácticas teatrales se cohesiona al cuerpo colectivo que participan en ellas a partir del sentido de pertenencia, al mirar con sorpresa y curiosidad los espacios cotidianos; refieren un respeto por la singularidad humana
pero también por su colectividad, al recordar que los relatos personales nunca
han sido sólo eso, porque lo personal es también político, porque un relato
personal es también un relato colectivo.
Desde su propia condición comunitaria, los teatros espontáneos reconocen
las circunstancias históricas y sociales particulares de un grupo, sus procesos
de exploración, diálogo y creación colectiva bordean el reconocimiento de su
propia condición, a partir del reconocimiento de que son también un producto
de condiciones materiales y culturales concretas. Así, en términos orientadores,
aspira a promover el sentido de la acción y responsabilidad colectiva y comunitaria dirigida a la concientización de las estructuras hegemónicas coercitivas,
el incitamiento a la autonomía comunitaria para activar acciones concretas que
modifiquen las estructuras de desigualdad que se materializan en las relaciones
concretas que establecemos diariamente.4
4
98
Los grupos de teatro espontáneo, debido a los principios comunitarios que promueven, suelen establecer
formas de organización en sus grupos o colectividades que van desde las asambleas, comités voluntarios,
El cuerpo colectivo como territorio de resistencia y creación artística
Los teatros espontáneos vuelven la vista al arte como condición inherentemente humana, recuerdan que, como seres humanos, nos relacionamos con
el mundo de un modo sensible, bajo una ética y una estética que determinan
nuestro transitar. Dirá Augusto Boal que cuando una persona nace, “[p]asan a
existir el cuerpo y el mundo, el cuerpo en el mundo” (2008, p. 39) y viceversa.
De este modo, uno de los principios que sostiene la praxis de los teatros espontáneos y de participación5 es el replanteamiento del cuerpo como territorio
performativo, político, diverso, divergente, orientador, contestatario y conciliador. Es decir, el cuerpo en tanto un repositorio también de experiencias
personales, intersubjetivas y colectivas.
Augusto Boal (2008) propone también una revisión conciliadora del sentido universal de la capacidad estética y sensible del ser humano y, por ende,
de su capacidad artística. Su definición, más que ser abarcadora, interesa para
reforzar una de las tesis fundamentales de los teatros comunitarios y populares: el ser humano posee múltiples lenguajes, es expresivo por tanto y capaz
de enunciar y de visibilizar de modos diversos su experiencia y relación con el
mundo y con los otros. Así, el teórico teatral señala que,
[e]l cuerpo humano es la fuente –y los lenguajes estéticos, los medios– de un
Pensamiento Sensible, paralelo y simultáneo al de las palabras, indispensable e
insustituible para la más amplia y multidimensional percepción del mundo y
para su comprensión más profunda (Boal, 2008, p. 45).
Es por esto que, para que el cuerpo produzca teatro libremente, debe estimularse la dinamización de sus sentidos, reconociendo y desarrollando sus
potencialidades motrices y expresivas, ejercitándolo con ejercicios que lo ayuden a sentir y experiencias de modo más pleno y consciente su realidad. Además, como territorio de expresión donde se convoca y organiza lo que sucede
en el espacio teatral, el cuerpo también se resignifica como territorio de liberación de estructuras coercitivas normalizadas. Allí es donde el sujeto puede
reconocer cómo es que se relaciona e interioriza determinadas prácticas o
5
representantes y/o personas voluntarias. Así, los procesos de creación artística están reforzados por
modos de organización que inciden y retroalimentan los modos y contenidos de producción artística.
Sobre los teatros de participación, se consideran modelos teatrales como el Teatro del Oprimido, el Teatro
Playback, el Teatro Espontáneo, por mencionar algunos. Esta categoría, aún en construcción, ha sido analizada por artistas escénicos como Carlos Camarillo e investigadoras como la doctora Grace Salamanca.
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ARTE, LENGUA Y CULTURA
sistemas de valor. La premisa es que en el cuerpo adormecido, cansado, tenso
o silente hay también manifestaciones de lo que se reconoce como un deber
moral, una expectativa, una contención forzada sobre la libre manifestación
de la identidad del sujeto, así como el reconocimiento de la memoria personal
y colectiva que en este se manifiesta.
De este modo, estos teatros plantean una revaloración del sujeto desde la
propia corporalidad y expresividad de este; lo determinan como el medio para
dialogar con el otro y, en este caso, a través de juegos teatrales y la teatralización de la vida, de las relaciones sociales y la posibilidad de probar alternativas
de acción para transformarlas.
La experiencia colectiva del cuerpo expresivo
(relato personal y síntesis poética) ante el control
esencial en el cuerpo individual
Michael Foucault, en Defender la sociedad, parte del concepto de soberanía
como ejercicio de decisión por parte del soberano sobre quién vive y quién
muere. En las sociedades modernas, esta condición se ve replanteada a partir
del “poder de hacer vivir y dejar morir”. Para explicarlo, el autor discute en
torno a los mecanismos, técnicas y tecnologías del poder en distintos momentos históricos. Primero, a través de técnicas que implicaban el control esencial
en el cuerpo individual, de modo disciplinar, a fin de optimizar la utilidad y
docilidad de los individuos.
Una segunda tecnología del poder que refiere Foucault implicaría un
control en la vida de las personas en tanto población, lo que denomina biopolítica de la especie humana. Esta incidirá en las formas de control de natalidad,
vejez, morbilidad y mortalidad, la calidad de vida e incluso los efectos del
medio sobre los individuos. Con respecto a la sexualidad, Foucault la coloca
en una encrucijada entre cuerpo y población por lo que entreteje formas de
control y regulación particulares y en ambos territorios.6
6
100
Una de las formas para preservar esta biopolítica radica en el racismo, por el cual se promueve la fragmentación social, el aislamiento de grupos que miran al otro en tanto enemigo; estableciendo una relación no bélica sino biológica; exponiendo a la muerte o al riesgo de esta tanto a unos como a otros. Tal es
el caso de los genocidios colonizadores o de Estado, como en el caso de Latinoamérica.
El cuerpo colectivo como territorio de resistencia y creación artística
Así, Foucault señala que la biopolítica tiene una dimensión científica
en términos biológicos y otra política en términos de poder. En ambos casos
implican fenómenos colectivos de largo alcance, que tienen impactos económicos y políticos, y que, si bien “[s]on fenómenos aleatorios e imprevisibles si
se los toma en sí mismos, individualmente, pero que en el nivel colectivo exhiben constantes que es fácil, o en todo caso posible, establecer” (2002, p. 223).
Por su parte, el filósofo camerunés Achille Mbembe responde a Foucault
en la Necropolítica, como un paso más allá de las formas en las que se sostiene
la soberanía en tanto poder de decidir quién vive y quién muere y cuyo objetivo es la destrucción máxima de las personas y de la creación de mundos de
muerte (2011, p. 75). Mbembe ejemplifica las diferentes formas en las que se
ejerce el poder en su dimensión económica, política, militar, social pero también en el espacio más personal como es el cuerpo mismo. En el ejercicio de
la necropolítica, el autor coloca como un ejemplo central a los esclavos de las
plantaciones africanas. En ellos es posible reconocer una contradicción evidente entre el poder y la vida en tanto que el esclavo tiene un valor y precio que
no le pertenecen, y, sobre todo, esta pérdida del derecho sobre su cuerpo se
traduce en, “una dominación absoluta, a una alienación desde el nacimiento
y a una muerte social” (Mbembe, 2011, p. 32). Así, la propia vida del esclavo se
convierte en territorio de resistencia y su relación sensible con los otros y con
el mundo a través del canto y la danza se constituyen como formas contradictorias de preservarse y crear.7
Ambos autores coinciden y retoman el racismo, la cosificación y la racionalidad instrumental como herramientas para sostener la idea del enemigo del
Estado y pensar al otro como un atentado a la propia vida. Con esto, se define
una guerra o el pretexto de la lucha contra el terror, y, por tanto, la eliminación
biofísica del otro-distinto-alterno, al mismo tiempo que se refuerza el potencial de vida y seguridad de quienes sustentan el poder o de aquellos ciudadanos que los validan. Así, ambos teóricos recolocan la discusión en las formas
tan arraigadas y asumidas de control y vigilancia en la vida de las personas; la
forma en la que se relacionan y construyen determinados proyectos de vida,
7
Si bien Foucault sugiere que el poder de soberanía retrocede cada vez más y que, al contrario, avanza más
el biopoder disciplinario o regulador, Mbembe, por su parte, insiste que dentro de las sociedades modernas persisten formas más “civilizadas de matar” como herencia del imperialismo colonial y la industrialización de la muerte, que implican la sofisticación tecnológica pero las consecuencias en las poblaciones
masacradas son mayores y durante más tiempo.
101
ARTE, LENGUA Y CULTURA
las aspiraciones que se despliegan en la vida cotidiana pero también las limitaciones y censuras que condicionan nuestras acciones. Y cómo, en definitiva,
permanece vigente la forma de dominación más radical a través de la violencia
y la decisión sobre la vida y muerte del otro; pero donde vivir se convierte también en el acto más radical de rebeldía y resistencia.
Estas formas de control y organización del poder sobre la vida de los
sujetos implican una dialéctica en torno a la preservación de la vida, pero sólo
dentro de ciertos límites y condiciones, las que el sistema considere pertinentes. Cierto es que estas decisiones no son tomadas por un único grupo, sino
que se desprenden alrededor de múltiples campos de acción. El biopoder puede
entonces reconocerse en las expectativas y proyecciones en torno al desarrollo
de la vida de un individuo, sobre el lugar en el que habita, lo que come, las relaciones interpersonales que establece, el proyecto de vida personal, su estado
de salud o la manera en la que los sujetos se autodeterminan. Si se atiende con
más precisión, la biopolítica limita al sujeto también en torno a la capacidad
de organizar su mundo sensible, de construir sentidos y reconocer su propia
capacidad de expresarlo.
En el caso de Latinoamérica, las manifestaciones de control, represión y
censura por parte de los gobiernos instaurados bajo un proceso de militarización y a través de golpes de Estado durante las décadas de 1960 y 1970 del siglo
xx, dieron pauta, al igual que el ejemplo que retoma Mbembe de aquellos
esclavos de las plantaciones, de formas de resistencia tan elementales como
el juego escénico, el canto, el movimiento sensible y expresivo, la exploración
del cuerpo como territorio de creación y compartimento de la memoria individual y colectiva.
A través de experiencias como el teatro del oprimido desarrollado alrededor del mundo pero con una matriz latinoamericana de resistencia política
con Augusto Boal, el teatro espontáneo argentino promovido por María Elena
Garavelli o Eduardo Pavlovsky, el teatro de la anarquía nombrado por Moysés
Aguiar, se enuncian proyectos para recuperar el encuentro comunitario, de
socializar los relatos que han dejado años de represión y violencia sistemática,
que nombran a los desaparecidos y asesinados por los múltiples regímenes
militares en Latinoamérica.
Tal como relata Garavelli,
102
El cuerpo colectivo como territorio de resistencia y creación artística
[s]entimos que con este dispositivo podíamos ayudar a transmitir y a difundir esas experiencias de los siniestros años vividos durante la dictadura, facilitando la comunicación entre unos y otros testigos de esa época, yendo un
poco más allá de los bordes del lenguaje, después del cual se instala el silencio... ayudando a recordar para no repetir. Quedamos exhaustos por una experiencia que atravesó nuestro cuerpo grupal, movilizados por las historias que
narraron los protagonistas, pero reconfortados por haber llevado el Teatro
Espontáneo al lado oscuro de nuestra historia, en donde se esconden muchas
claves para develar los síntomas que afligen nuestra cotidianeidad, veinte años
después (2010, p. 7).
A través de la ocupación del espacio público como la calle misma, estas
prácticas se asumieron como un ejercicio para ser realizado a través de cuerpos colectivos espontáneos y diversos. En cada encuentro o convivio, por más
abierto que se reconozca en cuanto a los temas que se sugieren o que se revelan, se ejercita la voz y el derecho a la palabra y a una repartición distinta de lo
sensible. Se reconoce también un contradiscurso que no se gesta en la palabra
ni en el espacio académico o intelectual, sino que se articula a la praxis desde
la alteridad, de aquellos sujetos que construyen culturas negadas por los sistemas hegemónicos. Hay, pues, en los sujetos que participan, un reconocimiento
de la reapropiación de su relato que redirige el cuerpo y la mirada a nuevas
formas de sentido y de resonancia compartidas.
Los teatros espontáneos entran entonces como un espacio creativo de
enunciación, de formación cultural e ideológica de los grupos excluidos y
oprimidos. En su praxis, los practicantes de estos teatros organizan, al menos
como proyecto orientador, una intención emancipatoria para sí mismos y para
las personas que convocan, permitiendo que se cuestionen y resignifiquen su
lugar y experiencia dentro de un sistema que los niega y obliga a la a repetir
actos en contra de su desarrollo y voluntad de vivir.
Tal como lo plantea Garavelli cuando se refiere a su experiencia con el
colectivo El Pasaje,
[…] ofrecemos un espacio para ir reparando alrededor de esos agujeros, para
ir recuperando una textura lastimada por el odio, la corrupción, el abuso, la
lucha despiadada por el poder. Un escenario vacío para ser ocupado por las
historias que la gente tiene para contar sobre las experiencias que no pueden
103
ARTE, LENGUA Y CULTURA
ser transmitidas de otro modo a su comunidad, un espacio en el que la confianza permita contar a otros esos relatos que dan cuenta de las otras verdades
de lo que está pasando (Garavelli, 2010, p. 8).
Tanto Garavelli como Aguiar señalan también el reconocimiento de la
diversidad de estas praxis, no sólo en términos técnicos sino atendiendo a
la diferencia, a las experiencias y memorias que se comparten, pero, sobre
todo, a la grupalidad como protagonista y como sustento de su accionar. Se
potencia el uso de valores, símbolos y expresiones reconocibles para cada
colectividad, incorporando también recursos comunitarios y del propio territorio común en su proceso.
Cuando se miran en los talleres y las funciones de teatro espontáneo, que,
como su nombre lo dice, tiene como base la espontaneidad y la apertura para
crear colectivamente, se reconoce un espacio que se enuncia como un convivio horizontal. Se baila o canta de manera conjunta, se saludan y exploran sentires desde la llegada y recepción de los participantes. Una vez que los relatos
comienzan a compartirse, se pide su consentimiento sobre las formas corporales que se gestaron a partir de ellos. Se pueden modificar, intervenir, integrar
o sumar nuevas corporalidades hasta que se convoque un nuevo relato.
Independientemente del prodigio interpretativo, el rigor de las posturas o
la composición plástica, lo relevante está en el habitar mismo del espacio. Los
sujetos se apropian de los relatos que escuchan, los retroalimentan de múltiples maneras. Sin darse cuenta del todo, su disposición física se modifica.
Evoca experiencias que, aunque no se verbalicen en ese momento, se trasladarán momentáneamente al cuerpo, a su memoria corporal. Cuando la escucha y la “resonancia” suceden, el cuerpo colectivo construye una imagen que
resulta momentáneamente significativa, y, quizá, prevalezca un tanto más.
En este sentido, el sujeto presenta su mundo a través del teatro. Algunas
veces replica estereotipos y formas preestablecidas que le resultan cómodas
e incluso incustionables. Sin embargo, cuando se socializan y dialogan con
otros cuerpos y experiencias distintas, es posible activar imágenes estéticamente transformadas de su realidad, adoptando un carácter simbólico y
dando paso a la pluralización de la narración. Así, a partir de una imagen propuesta es que se crean otras sobre la propia experiencia individual de los otros
sujetos que acompañan al acontecimiento escénico espontáneo. De esto, debe
resultar una configuración de un modelo que aspira a restituir la comunidad,
104
El cuerpo colectivo como territorio de resistencia y creación artística
la dignidad humana y la autodeterminación del propio cuerpo a través de
distintas expresiones estéticas-artísticas-políticas- autopoiéticas.
En estos términos, Grace Salamanca, investigadora y practicante, señala
desde su propia experiencia que los teatros de participación, como el teatro
espontáneo, implican un giro fundamental;
[n]o sólo por la pretensión de romper una cuarta pared, pero también por
ella: desestabilizan el distanciamiento que acostumbramos a tener frente a los
problemas de las otras, sus dolores, sus goces, sus miedos, sus deseos. No sólo
rompen, entonces, esa cuarta pared en el teatro, sino que agrietan un poco
las paredes-coraza que hemos ido instalando entre las personas-cuerposmentes-almas. También nos permiten aventurarnos a disolver fronteras entre
la razón y la pasión: en las (re)presentaciones ((auto)(re)presentaciones) se
entretejen y mezclan las razones y las pasiones, y unas, indistinguibles a veces
de otras, son igualmente válidas (2015, pp. 176-177).
Hay, por supuesto, inevitables contradicciones en términos del ejercicio
del poder, la toma de decisiones, el consenso y el disenso dentro de cada colectividad, sobre todo cuando estas prácticas se limitan a la replicación de una
ritualidad efímera y que en muchas de las veces no tiene continuidad más allá
de una intervención in situ. Existe también una tensión que se revela también
al concebirse como una práctica social basada en la comunidad y desde la
periferia, pero que igualmente se ha podido insertar en algunos espacios institucionalizados; que negocia en algunos momentos con las lógicas del mercado
del arte y de los proyectos de intervención educativa y de salud.
Es por ello por lo que es necesario pensar estas prácticas culturales desde
una estructura descentrada y multideterminada. Se siguen reconociendo las
relaciones de desigualdad e injusticia social, pero, al mismo tiempo, se pueden
identificar experiencias colectivas que promueven el potencial agenciamiento
de los sujetos, de la apropiación y resignificación de los sistemas culturales y
el reconocimiento de las estrategias de las que se valen para la reorganización
cultural del poder.
105
ARTE, LENGUA Y CULTURA
Conclusiones
Los teatros espontáneos han continuado desarrollándose y diversificándose
en Latinoamérica, constituyéndose como un referente central dentro de las
prácticas artísticas y teatrales comunitarias. En el caso de México, es un sistema aún en construcción y en proceso de reconocimiento de su potencial
para insertarse en las prácticas de resistencia y de organización comunitaria.
Y es que, ante la represión y la violencia institucionalizada y el actual
sistema operante, la praxis de la liberación debe realizarse, en contraposición,
como un trabajo simultáneo a favor del sujeto individual, pero también colectivo; fundado en el reconocimiento y la interpelación del otro en su diferencia.
En estos términos, los teatros espontáneos se enuncian como una herramienta
que suma a la reordenación de la vida social, de la socialización didáctica de
las necesidades colectivas, así como la restitución de los valores, principios y
elementos identitarios de una comunidad. Al mismo tiempo, apelan a visibilizar, a través del juego y la invitación a compartir los relatos personales y de
cada colectividad presente, las potencialidades implícitas en la participación
comprometida, abierta y creativa de cada uno de los miembros del grupo.
En sus múltiples variables técnicas y estéticas, los teatros espontáneos se
posicionan como proyectos que pretenden estructurar estrategias para dinamizar el potencial subversivo y autónomo que existe en cada sujeto. En este
caso, a partir de la reapropiación del sujeto de su propio cuerpo y relato con
los que construye dramaturgias simultáneas en función de las particularidades
expresivas y necesidades vitales.
Otra de las funciones derivadas de estas experiencias colectivas, es la propia construcción y preservación de una memoria colectiva, tan vital tras la
historia de Latinoamérica, misma que permite nombrar las experiencias que
anteriormente han sido silenciadas u omitidas para restituirles la importancia
que cada colectividad le significa. Además, se presenta como una oportunidad
para pensar y accionar de modos espontáneos y creativos la historia compartida y así movilizar la acción colectiva en distintos ámbitos de la vida social.
Y más aún, la memoria colectiva que se activa a través de estas prácticas teatrales no se remite únicamente a una construcción simbólica del pasado sino
una experiencia colectiva viva y presente, una que se nombra en el acontecer
mismo de la vida del sujeto individual y colectivo.
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El cuerpo colectivo como territorio de resistencia y creación artística
Referencias
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de Guadalajara. Recupetrado de http://rei.iteso.mx/handle/11117/2507
107
ARTE, LENGUA Y CULTURA
Danzar mis raíces
Danzar mis raíces.
Bailarines de folclor mexicano
en Santa Cruz, California
Sarahí Lay Trigo
sarahilaytrigo@gmail.com
Imagen 1. La culebra. Ilustración. Adrián Lay Ruiz.
Preludio
El trabajo que aquí se presenta forma parte de una investigación mayor realizada durante mi estancia postdoctoral en la
ARTE, LENGUA Y CULTURA
Universidad de California, Santa Cruz (ucsc), entre 2018 y 2020, bajo la dirección de la doctora Olga Nájera-Ramírez. Junto con ella tuve la oportunidad de
explorar la realidad de los bailarines de folclor mexicano en Estados Unidos,
en específico en la ciudad de Santa Cruz, California.
Así pues, este artículo tiene como propósito detenerse en comprender,
desde la dimensión individual, cómo es que los seres se inician en este arte
dancístico en un contexto social como Estados Unidos, donde bailar no es sólo
una práctica artística sino una forma de hacerse presente, de hacerse visible
en una sociedad en la que el racismo y la discriminación –a pesar de los avances– aún forman parte de la vida cotidiana. De ahí la necesidad de conocer,
desde las narrativas de sus protagonistas –en este caso de los bailarines de
folclor mexicano en Santa Cruz, California–, cuáles han sido sus motivaciones para iniciarse en este arte dancístico con el que comunican –a través de la
antropotécnica de la danza y de las fuerzas interpretativas– identidad y pertenencia sociocultural.
Con la intención de que sean las propias voces de los bailarines quienes
cuenten parte de su historia, en un apartado de este artículo se podrán conocer cinco historias que permitirán al lector conocer las principales motivaciones de estos bailarines de folclor mexicano en Estados Unidos. Esto es así,
porque este trabajo tiene como propósito principal ahondar –a través de las
narrativas discursivas de los propios artistas del movimiento– en los modos
en que los seres se inician en este camino formativo de la danza, cómo es que
esta forma de arte los hace acercarse más a su herencia cultural, y cómo este
vínculo de identidad cultural los ayuda a relacionarse e identificarse con sus
compañeros.
Fundamentos filosóficos
Ahora bien, sin dejar de lado el fundamento teórico, para profundizar en esta
realidad, este artículo se fundamenta en la antropología filosófica de Peter
Sloterdijk, pues esta permite comprender la realidad de la danza folclórica
en Estados Unidos como isla antropógena.1 En ese sentido, una isla no es
1
110
Entender la danza como isla antropógena fue algo que desarrollé con mayor detenimiento en mi tesis
doctoral (Lay Trigo, 2018).
Danzar mis raíces
simplemente pensar la realidad humana como pequeños espacios geográficos
rodeados de agua, sino comprender que los seres humanos surgen a partir
del acto voluntario de autoaislamiento y/o incubación. Las islas son espacios
inteligentes de vida. De manera que los seres humanos pivotan y habitan sus
propias creaciones insulares. Nosotros, los seres humanos, transitamos de una
isla a otra viviendo un continuo acto de inclusión y exclusión. Las islas humanas, afirma Sloterdijk,
son “prototipos de mundo en el mundo”, insulamientos, espacios de vida, de
convivencia, instalaciones naturales y/o artificiales en las que el ser experimenta la vida humana, es decir, donde los seres humanos vienen al mundo
y lo hacen suyo. Los habitantes de la isla crean, co-crean su propio clima. Las
islas son pues, espacios de creación comunitarios. Ahí las situaciones de vida
de los seres producidas en el interior (en sus espacios de vida íntima como el
hogar) producen las atmósferas de las islas al exterior, cuya principal característica es el clima que generan, conformándose como una especie de incubadoras sociales. La filosofía sloterdijkeana habla de tres tipos de islas, las islas
absolutas –una isla para ser absoluta debe convertirse en una isla móvil con un
hermetismo completo–, las islas atmosféricas o relativas –son medios aislados
sobre la tierra o el mar– y las antropógenas –talleres de creación humana en
los que aparecen los topoi, las instalaciones producidas por el ser y para el ser–
(Sloterdijk, 2006, pp. 237-279).
Entendida la danza como isla antropógena, esta puede ser comprendida
como un espacio de práctica social y cultural en la que sus integrantes se “aíslan” literal y metafóricamente de su exterior para vivir la danza, y en cómo la
danza puede convertirse en un espacio de protección sociocultural de diferentes cualidades donde los seres experimentan distintas emociones, entre ellas,
un profundo sentimiento de pertenencia.
Así, la danza, como espacio de protección insular antropógena, es una
forma estética que transmite valores y significados sociales, culturales e identitarios, como de hecho lo hace la danza folclórica interpretada en un espacio
geográfico como el de Estados Unidos. En ese sentido, bailar “is a powerful
means to express personal and cultural identities” (Nájera-Ramírez, 2009,
p. xiii). No hay que olvidar que los géneros dancísticos, sean estos académicos
–como el ballet y el modern– y/o folclóricos y étnicos, traen consigo marcas
111
ARTE, LENGUA Y CULTURA
de su propia genealogía, es decir muestran/cuentan/narran a través del movimiento todo aquello que les dio vida, sus actores, su historia, sus historias, su
cultura y sus tradiciones.
Al respecto, es importante señalar que la presencia de la danza folclórica
mexicana en Estados Unidos ha sido considerada también una actividad de
resistencia sociocultural, como sucedió durante el movimiento chicano. Movimiento de lucha social que ayudó en buena parte a cambiar “generaciones
de indiscriminación –formal e informal– contra los americanos de herencia
mexicana” (Rodríguez, 2015, p. 1). En ese momento, los chicanos “were searching for ways to reaffirm, promote, and preserve their Mexican identity and
to express their opposition to cultural assimilation and other discriminatory
practices to which they were subjected” (Nájera-Ramírez, 2009, p. 282). Esta
motivación sociocultural ha hecho que esta práctica artística en Estados Unidos se constituya como una forma de resistencia, un arte que habla y resiste
a través del movimiento. Esto es importante para entender el significado de
bailar folclor mexicano en Estados Unidos.
En particular, en la ciudad de Santa Cruz, California,2 la creación del
Grupo Folklórico Los Mejicas de la ucsc ha sido un importante espacio de
protección insular para danzar. Los Mejicas fue fundado en 1972 y ha logrado
mantener sus actividades ininterrumpidas hasta la actualidad. Esta realidad
insular ha sido compuesta a lo largo de su historia por estudiantes de la ucsc
(básicamente estudiantes de licenciatura de origen mexicano, ya sea porque
nacieron en México y ahora viven en Estados Unidos, o porque sus padres
–uno o ambos– tienen herencia o nacionalidad mexicana). En su mayoría, sus
integrantes son mexicano-americanos de primera generación con un doble
sentido: primera generación nacida en Estados Unidos, y primera generación
con estudios universitarios.
Después de la creación de Los Mejicas, en la ciudad de Santa Cruz
comenzaron a integrarse y fundarse distintos grupos comunitarios de danza
2
112
Según datos del U. S. Census Bureau 2019, la ciudad de Santa Cruz tiene una población estimada de 64 608
habitantes, de los cuáles 73.9% está compuesto por personas blancas (White alone); del total sólo 21.0% está
compuesto por la comunidad hispana, de manera que, a diferencia de otras ciudades de California como
Watsonville o Los Ángeles donde el porcentaje de hispanos es mayor (81.2% y 48.5%, respectivamente), Santa
Cruz es una ciudad de mayoría blanca. Esto es importante, pues a pesar de que los hispanos son una minoría, la presencia de su identidad y de su cultura es notable en este espacio. Aquí es importante señalar que
no todas las personas que son consideradas hispanas son de origen mexicano, en este porcentaje también se
incluyen otras nacionalidades pertenecientes a Latinoamérica y/o a personas que hablan el idioma español.
Danzar mis raíces
folclórica entre los que se destacan en la actualidad, además del grupo de la
ucsc, la organización Senderos Centeotl Danza y Baile, Folklórico Santa Cruz
y Danza de la Pluma Xipe-Totec. Estos tres grupos son liderados y conformados en su mayoría por personas de origen y/o descendencia oaxaqueña, por lo
que gran parte de su repertorio dancístico proviene de dicha región.
Ahora bien, antes de detenerme en las narraciones de los protagonistas de este estudio y en cómo sus motivaciones los llevaron a danzar folclor
mexicano, es importante presentar –aunque de manera sucinta– cuál fue la
estratégica metodológica que se siguió durante el trabajo de campo, ya que
ello permitirá entender cómo se realizó la investigación que me permitió profundizar en esta realidad.
Estrategia metodológica durante el trabajo de campo
Para acercarme a las motivaciones de los bailarines de folclor mexicano en
Santa Cruz, California, el trabajo de campo contempló las siguientes actividades: 1) observación en tres niveles de implicación, 2) historia oral a través de
entrevistas a profundidad, y 3) realización de un video documental. A continuación, desarrollo cada una de ellas.
La observación y sus tres niveles de implicación
Sobre el acto de observación es importante señalar que ayudó a detonar la
reflexión filosófica sobre la realidad de encuentro entre los seres danzantes. A
través de la observación tuve acceso a los espacios donde los bailarines de folclor
mexicano conviven, es decir, salones de clase, escenarios y/o espacios de ensayo
que sirven para la práctica del arte de la danza. Esto sirvió para vivir de primera
mano la forma en que los seres se motivan y se interesan por la danza.
Realicé observación participativa en tres grupos de danza folklórica
de 2018 a 2020.3 Estos grupos fueron, Grupo Folklórico Los Mejicas de la
ucsc, Grupo Folklórico Santa Cruz y Danza de la Pluma Xipe Totec. Mi
3
Aquí es importante señalar que, a partir de marzo de 2020, debido a la pandemia, el trabajo de investigación tuvo que realizarse a través de plataformas digitales.
113
ARTE, LENGUA Y CULTURA
acercamiento con cada uno de ellos varió según las circunstancias y el tiempo
que pude interactuar con ellos. Cada espacio de convivencia me permitió
comprender –desde diversas realidades– cómo la danza en Estados Unidos es
más que una práctica artística, una práctica esencial en la vida social y comunitaria de estos grupos.
Ahora bien, la observación contempló tres niveles de implicación, a)
la observación directa en espacios de práctica dancística, b) la observación
videográfica, y c) la observación reflexiva (el ser que investiga implicado con
su realidad).
A través de la observación directa pude acceder a los espacios que los
seres habitan para su práctica dancística. Ahí pude descubrir –una vez más–
cómo la danza es una práctica antropotécnica social, relacional y formativa
que permite relacionar “la experiencia estético-corporal con la dimensión
ideológica: la participación de las emociones en la producción-reproducción
de los sistemas de ideas” (Lucio & Montenegro, 2012, p. 210).
Con la observación videográfica pude profundizar en el estudio del
encuentro entre los seres que danzan, en la forma en que sus movimientos
expresan, tanto las estructuras ideológico-coreográficas como la construcción
de roles en los que se articula la experiencia formativa, emocional, social, relacional e identitaria. Durante el proceso de investigación el video se convirtió
no sólo en documento de trabajo sino en testimonio narrativo. Testimonio
que ha permitido estudiar tanto los actos dancísticos como las propias narrativas de los protagonistas que fueron entrevistados.
Finalmente, la observación reflexiva fue un espacio invaluable de introspección y aprendizaje, ya que para esta investigación fue muy importante
experimentar la disciplina de la danza folclórica a través de su práctica. Con
ello fue posible vivir, junto con sus protagonistas, las emociones y motivaciones que pueden surgir cuando se vive la danza folclórica mexicana en Estados
Unidos. No hay que olvidar que el ser no es solamente “exterioridad observable, ni el cuerpo propio es sólo aquello que podemos decir sobre él, para
acceder al cuerpo además de observación participante y entrevistas se necesita
intentar un acceso a sus experiencias que no se limite a lo discursivo” (Mármol
et al., 2012, p. 105).
114
Danzar mis raíces
Entrevistas a profundidad
Por cuestiones de accesibilidad, viabilidad y consentimiento, las entrevistas
a profundidad con bailarines de folclor mexicano se realizaron –en su mayoría– con los integrantes del Grupo Folklórico Los Mejicas de la ucsc y con
algunos bailarines de la zona de Santa Cruz, California. Se trató de que la
mayoría fueran videograbadas de forma presencial; sin embargo, algunas de
ellas tuvieron que realizarse vía zoom debido a las medidas sanitarias impuestas por el gobierno de California para impedir la propagación de la pandemia
de la covid-19.
Con las entrevistas tuve la oportunidad de adentrarme en las motivaciones personales, sociales y culturales que llevan a los seres a iniciarse en
este arte del movimiento. Se utilizó este método de acercamiento porque,
como señala Norman Denzin, en cualquier investigación es necesario acceder a “múltiples narrativas, extraídas de las propias historias de los individuos
ubicados en diferentes puntos del proceso que se está interpretando” (2003,
p. 120). Con esto se conformó una especie de coreografía histórica tal y como
lo señala Janesick (2010). Así, con la entrevista como método de intervención
fue posible recuperar distintas voces que conforman un acervo narrativo de
procesos de iniciación en la danza, mismo que evoca de diferentes maneras,
tanto experiencias como vivencias y recuerdos.
Realización de un video documental
Como parte de la estrategia metodológica también se utilizó el video, el cual
cumplió con una doble función: por un lado, sirvió para observar, analizar y
recuperar tanto los actos movientes como las entrevistas de los informantes y,
por el otro, para complementar de manera visual esta reflexión filosófica sobre
las motivaciones que llevaron a los seres a iniciarse en el mundo de la danza
folclórica mexicana en Estados Unidos. Con esto se espera que el espectador
pueda acercarse a esta realidad no sólo a través de un discurso escrito sino a
115
ARTE, LENGUA Y CULTURA
través de un discurso narrativo visual que le permita conocer con mayor detalle a los protagonistas de esta historia.4
En suma, las estrategias de acercamiento ya expuestas sirvieron para
constatar cómo el trabajo de campo a partir del diálogo y la implicación en la
investigación cualitativa es una herramienta esencial para la producción del
conocimiento, pues este proceso de inmersión se conformó como puente de
relación entre la realidad investigada y el investigador, lo que fungió como
alimento para el ejercicio hermenéutico permitiendo una confrontación más
cercana con la realidad que se quería conocer. Señalar esto es importante para
dar a conocer dónde estuve posicionada durante esta investigación y cómo se
realizó el trabajo de investigación.
A continuación se presentan cinco narrativas de bailarines de folclor
mexicano. Con sus testimonios, el lector podrá acercarse a cinco experiencias de vida distintas, y conocer las principales motivaciones por las que estas
personas decidieron dedicar parte de su vida a la danza folclórica en Estados
Unidos. Las narrativas que aquí se presentan fueron editadas y resumidas. Las
entrevistas que se realizaron en idioma inglés fueron traducidas al español.
4
116
El video documental realizado durante el segundo año de estancia posdoctoral se puede consultar en el siguiente
enlace: https://www.youtube.com/watch?v=Lae7rpGKpPU&list=UUdF1jzXC9Pi_flT7wrH3-1w&index=3
Danzar mis raíces
Testimonios
Bryan
Imagen 2. Bryan Vanegas. Fotografía: Sarahí Lay.
Nací en Jalisco, México. Tenía tres meses de edad cuando me trajeron a los Estados Unidos. He estado toda mi vida en Santa Cruz. Toda mi familia es de México.
[…] Me siento más cerca de mis raíces desde que empecé a bailar Jalisco, el
baile de la Negra y Cascabel [versión con mariachi]. Me siento muy bien porque
nunca había bailado algo así, especialmente aquí en Santa Cruz, pues, aunque hay
mucha gente de México, la cultura mexicana no se ve tanto comparado con
otros lugares como Watsonville, California. […] Mientras más grande soy, más
aprendo y comienzo a darme cuenta quién soy y cuáles son mis raíces. Conforme pasa el tiempo, comienzo a sentirme más y más mexicano […].
En México soy considerado americano, pero no me identifico como americano, me identifico como mexican o mexicano, eso es lo que soy aquí. […]
Quiero decir que la danza cambió mi vida porque nunca había experimentado
algo así. […] Nunca me sentí como me siento cuando bailo y no sabía que
tenía ese sentimiento en mí hasta que empecé a bailar. Siento que algo de la
117
ARTE, LENGUA Y CULTURA
danza me representa y algo de mí está en la danza porque me hace sacar todos
esos sentimientos felices. Y es ese sentimiento de éxito cuando estás bailando
lo que me hace sentir empoderado. Incluso cuando no estás compitiendo con
alguien más, la danza te hace sacar ese orgullo, algo que, por ejemplo, el boxeo
sólo lo hace cuando ganas. […].5
Una de las razones por las que me uní al baile es porque es un grupo de
gente feliz, todo el mundo está sonriendo, bailando. […] Con el tiempo me
di cuenta que no era sólo bailar, se trataba también de los amigos, la familia,
el cariño. […] Si no fuera por la danza no tendría los sombreros que tengo,
sombreros que representan distintos estados de México, o las botas que tengo
para bailar […].
Empecé a bailar porque solía llevar a uno de los bailarines a la práctica
[…]. Y empecé a bailar no sólo como una forma de retarme a mí mismo sino
porque quería unirme a ese grupo de personas que disfrutaban tanto de bailar.
Se sentía como estar en casa […]. Aunque es trabajo duro, lo que yo disfruto
son las emociones y los sentimientos de felicidad que te da la danza […] todo,
compasión, pasión, se siente bien. Porque, aunque he hecho otros deportes
nunca me he sentido igual. Creo que para mí lo más importante son las emociones que te hace sacar la danza.
Lo que me hizo quedarme en el grupo es, por un lado, retarme a mí
mismo, saber que en algún punto voy a tener un sentimiento de éxito, y, por
otro lado, las emociones, saber que puedo estar feliz con los demás. […] no
dejar a nadie atrás. […] Ser un equipo, no rendirse y disfrutar todo. […] Y
aunque fue duro al principio, después, cuando iba a casa y practicaba, y luego
regresaba a la práctica al día siguiente ya era divertido […].
Y aunque no he bailado en un rato [por la pandemia], cuando escucho la
música folclórica me siento empoderado, me hace sentir muy bien, también
el mariachi. El mariachi es una de mis músicas favoritas […]. Recuerdo una
de mis primeras presentaciones, había un mariachi y me dijeron que podían
tocar una canción, creo que fue la Negra. Me dijeron, “la tocaremos antes de
irnos”. Y la tocaron en vivo y me hicieron sentir el rey del mundo, me hicieron
sentir que estaba en México y que estaba haciendo eso por mi gente. Me sentí
bien, es algo que nunca voy a poder olvidar […].
5
118
Bryan era boxeador antes de entrar a bailar.
Danzar mis raíces
Una de las cosas que me gusta de la danza es ver a cada uno portando el
vestuario de las regiones de las que son originarios. Por ejemplo, cuando yo uso
vestuario de Oaxaca no siento que luzca bien, me veo muy delgado, como si
no me quedara bien. En cambio, cuando uso vestuario de Jalisco, me siento
mejor […]. Creo que así sucede cuando ves a alguien portando el traje de
dónde proviene. Así que, cuando ves a la gente con sus diferentes trajes originarios, te puedes dar cuenta que estos forman parte de su identidad, porque se
ven más felices usando el vestuario de donde son, usando el vestuario que los
representa. Porque cuando yo uso el traje de Jalisco me siento muy bien. […]
Es como el personaje de la salsa picante El tapatío, mis padres siempre me han
dicho que me parezco a ese personaje. Y cuando uso el sombrero de charro me
siento bien, creo que esa es mi parte favorita.
Eric
Imagen 3. Eric Venancio. Fotografía: Archivo personal del informante.
Mi nombre es Eric Venancio, nací en Santa Cruz, California. Empecé a bailar
entre los doce y los trece años. Cuando empecé a bailar estaba afiliado con
la organización Senderos6, y antes de que empezara yo a bailar, a través de
esa organización, estaba yo recibiendo una beca, y para esa beca yo tenía que
6
Para ver más sobre esta organización ir al siguiente enlace: http://scsenderos.org/
119
ARTE, LENGUA Y CULTURA
dar servicio comunitario. Para ser sincero, antes de empezar a bailar yo decía
que nunca iba a bailar, que no me gustaba, no me gustaba la atención. […]. Y
como siempre el dilema en los grupos es que faltan hombres, a cada rato me
insistían en que me uniera al grupo, y de tanta insistencia, y como no tenía
otra forma de hacer mi servicio comunitario, dije, “bueno, voy a ver qué tal
está esto del baile”. Y para serle sincero, al empezar estaba súper nervioso, yo
era el único hombre que estaba en ese grupo. […] La primera vez que yo sentí
que en verdad quería seguir aprendiendo y unirme al grupo más grande que
tenían fue en un evento de la escuela […] Cuando los vi bailar, creo que fue
Jalisco, […] y vi el traje de charro y las botas, y dije “¡yo quiero hacer eso!”. Y
más que nada también porque en ese grupo había más hombres. Para ya no
ser el único […].
Buenos, mis padres, los dos son nacidos en Oaxaca y la mayoría de mi
familia es de allá, y también he vivido ahí. Estudié y viví en México, en Oaxaca
durante tres años. Ahí en la escuela es casi como requisito bailar […] ahí fue
donde aprendí a bailar la región de Sola de Vega, y al tener ese conocimiento del
baile y en el grupo de Sonia7 con esa libertad que me dieron de enseñar fue que
empecé a enseñar y a bailar ese baile aquí en Estados Unidos […].
Cuando empecé a bailar fue un reto, en términos de hacer ejercicio, disciplina y cosas que yo siempre sabía que tenía que mejorar pero que no tenía
forma de hacerlo […], así que el baile fue lo que me ayudó a llegar a la identidad que tengo ahorita, de ser nacido en Estados Unidos, pero hijo de padres
mexicanos. El haber viajado a México me ayudó a aprender de la cultura de
mis padres que es la cultura con la que me rodeo día a día por mi familia. Al
ser nacido aquí con la escuela y todo eso, hubo un tiempo donde siempre me
preguntaba “no soy de aquí ni soy de allá, ¿de dónde soy?, ¿quién soy?” […].
Así que no estaba seguro si tenía que escoger una cultura o qué. Pero el baile
me ayudó bastante, porque me dio opciones de saber quién era yo. Al aprender
más de la cultura tolteca (de donde vienen mis raíces), […] me dio certezas.
El saber que Sola de Vega es una región que está igual que Santa Cruz entre la
costa y la sierra, […] me dio esa seguridad de saber que eso era yo: ese vínculo
entre esas dos. No tenía que escoger ninguna porque podía estar en cualquiera
7
120
Se refiere al Grupo Folklórico Santa Cruz de reciente creación en Santa Cruz, California, dirigido por Sonia Méndez-Pacheco y coordinado por César Pacheco. https://www.facebook.com/
Folkl%C3%B3rico-Santa-Cruz-934883510012378
Danzar mis raíces
de las dos, y mi trabajo era ese mismo, hacer como Sola de Vega, ese pasaje, esa
puerta entre dos culturas […].
La danza se ha vuelto una cosa muy importante en mi vida, y aunque ahorita (por la pandemia) no puedo bailar, no puedo ni imaginar tener que dejar
de bailar, porque ya es parte de quien soy yo. Y yo pienso que si no hubiera
tomado ese reto de ir a ese club de baile, ahorita mismo estaría sin saber bailar
y preguntándome “¿quién soy?” y no hubiera conocido a mi novia. […].
Cuando estoy en el escenario me siento mexicano, cien por ciento mexicano, creo que lo único que tengo que trabajar todavía son mis gritos, ¡sí! los
gritos, siento que cuando tenga yo esos gritos ya puedo decir que soy mexicano, siento que es lo único que no he podido hacer bien. Cuando escucho a
Anthoni por ejemplo, Anthoni siempre anda por ahí muy gritón, la forma en
que lo hace, eso como que lo completa todo. Y ya es el baile, el movimiento, es
como una actuación, tienes que tener todo involucrado, los movimientos, la
práctica y creo que sin eso como que siempre falta algo […].
Lo que más me gusta es poder ponerme los trajes, creo que por eso me
gustaba quedarme con los trajes […]. Me gustaba tenerlos porque sé que
poniéndome esos trajes represento la cultura, una cultura muy específica
de México, pero siempre a México en general, […] creo que me gusta saber
que estoy representando una cultura y que a través del baile la estoy manteniendo viva. Y me gusta mucho la manera como se ven los trajes, tanto en los
hombres como en las mujeres, porque los trajes en sí, igual que el baile, representan gran parte de la historia de esas regiones, así que, saber que tengo toda
esa historia y que está en mis manos me gusta. […] Siento que al ponerme
ese traje me da un poco más de confianza, es como si fuera un personaje. […]
Y ahora con la pandemia tengo esa esperanza de poder volver a bailar, tengo
mis botas que sé que mientras tenga yo mis botas de bailar, puedo bailar
donde quiera.
121
ARTE, LENGUA Y CULTURA
Erimar
Imagen 4. Erimar Luna y Arturo Zuno. Fotografía: Sarahí Lay.
Me llamo Erimar Luna. Soy estudiante de tercer año de Estudios Latinoamericanos y Antropología. Este es mi segundo año con Los Mejicas. Me uní porque
siempre iba a sus presentaciones y me inspiraba mucho verlas, así que decidí
unirme. […] ahora también soy parte del grupo directivo, coordino todas las
actuaciones […].
Para mí la danza tiene que ver más con el aspecto cultural, con ella trato
de estar más cerca de mi cultura. Nací en México, tenía cinco años cuando me
trajeron a los Estados Unidos. Realmente nunca sentí que era de allí o de aquí.
Me gusta honrar mis raíces, el hecho de haber nacido en México. Así que con
la danza tengo esa conexión.
Para mí, aprender los diferentes estilos del folclor mexicano y llevar eso
conmigo y compartirlo con mi familia […] es una de las razones por las que
me uní a Los Mejicas. […] Con la danza siento que me he acercado de una
manera más informada a mi país, a pesar de que no estoy físicamente allí, si
eso tiene sentido. Me hace sentir bien. Y como no puedo estar físicamente
allí [en México], con la danza siento que todavía llevo a mi país conmigo. Me
122
Danzar mis raíces
ayuda a crecer mucho como persona. Además, creo que no se trata sólo de
bailar sino de tener un espacio donde me puedo sentir segura. Mucha gente
se siente de esta manera, porque sabe que tiene algo cercano a lo que tenemos
en casa. La comunidad que se ha construido con Los Mejicas no solamente
significa formar parte de un grupo de baile, sino de una familia, porque vas
creciendo con las personas, haces nuevas amistades […].
Cuando entré a Los Mejicas no sabía nada. Recuerdo que uno de los
coordinadores me hizo a un lado cuando llegué, en realidad era Liz [Elizabeth
Angelina]. Ella me apartó y me preguntó “¿necesitas ayuda con los pasos?” En
ese momento pensé: realmente valoran que todos se sientan incluidos. […]
Realmente lo disfruto, me alegro de haber encontrado un grupo que ahora es
parte de mí. Un grupo que puedo llamar familia. […]. Siento que Los Mejicas
no es solo una comunidad sino un espacio que ayuda a la retención de sus
integrantes. [...] siento que estamos agarrándonos codo a codo y sosteniéndonos, no sólo el uno al otro, sino todo el grupo. Esto es algo que valoro mucho
y siento que realmente me ha ayudado a crecer como persona [...].
Para mí bailar folclórico es una forma de reconectarme con mis raíces,
porque a pesar de que nací en México no puedo volver. Definitivamente lo disfruto. […] En general creo que he llegado a amar tanto este estilo de baile porque está muy cerca de mí, me resulta muy agradable la forma como funcionan
los pies, es algo que realmente no puedes explicar. Es una sensación muy especial, cuando lo haces sólo quieres seguir haciéndolo más, y practicar el estilo,
y seguir mejorando. Es algo que nunca pensé me gustaría seguir haciendo
después de la universidad, pero ahora siento que esto es algo en lo que quiero
crecer, tal vez con el tiempo comenzar mi propia compañía de baile. Quizás
comenzar con un lugar pequeño y luego crecer más. Antes de comenzar a bailar, nunca creí amar tanto este estilo de baile. […]. Definitivamente la danza
cambió mi vida, me hizo apreciar más de dónde soy […].
123
ARTE, LENGUA Y CULTURA
José Antonio (Antonhi)
Imagen 5. Antonhi Trejo. Fotografía: Sarahí Lay.
Mi nombre es José Antonio Trejo Álvarez, soy originario de Villa de Álvarez,
Colima, pero a los quince años me vine para Estados Unidos. Mi gusto por
el folclor empezó temprano, pero fue como una historia triste. Por la razón
de que, a los doce años, comencé a bailar en la secundaria, pero como nadie
quería bailar conmigo, se me fue quitando el amor hacia el baile. […] Iba a ser
el Día de las Madres, iba a bailar con una muchacha, y la muchacha no quiso
bailar conmigo, practicó conmigo y todo, y todo bien, pero no llegó. Yo iba
porque mi mamá iba a estar ahí, y como mi mamá vio que me agüité me dijo
“vente mi’jo vámonos por unas tortas”. Y pues ahí quedó mi ilusión de seguir
bailando. Después pasó el tiempo, me vine a Estados Unidos y aquí como a
los veintitrés o veinticinco años, entre ese tiempo, entré a la escuela para estudiar inglés, aquí en Santa Cruz, California. Y estudiando inglés conocí a una
maestra que se llama Fe Silva, que en ese entonces tenía un grupo de baile,
todavía lo tiene, y una vez que me quedé viéndolos, un sábado que estaban
124
Danzar mis raíces
practicando dije “está bonito todo, faldeo y todo” y me llamó la atención otra
vez. Pero yo ya había quedado, no sé si traumado o qué, porque dije, “nadie va
a querer bailar conmigo” y así pasó. La diferencia es que como tenían pocos
hombres y todas las muchachas querían bailar, pues yo me quedé solo ahí
parado, a ver quién me tocaba. Entonces, al último, con la primera persona
que bailé fue con Paulina Torres, ella fue la que llegó y empezamos a practicar.
Ahí fue donde empezó otra vez mi amor al baile. Después, con el tiempo, me
fue gustando y me empecé a involucrar mucho en eso, tanto física como mentalmente. Cuando perdía el ánimo, porque no había muchas prácticas, siempre
me enfocaba en un evento al que fui en el 2014 que se llama Danzantes Unidos,8 […] ahí fue la inspiración donde dije, “quiero seguir bailando hasta que
ya esté ruco”. Porque vi muchos muchachos de muchas partes de Estados Unidos en ese festival y también vi personas mayores que yo, que estaban bailando
y disfrutando y es lo que más me inspiró a seguir bailando y bailando […].
Pero cuando empecé a bailar, como que empezó a salir de mí otra persona, ya tenía más confianza en mí, mi autoestima subió muchísimo más y no
sólo eso, sino que la danza me dio la oportunidad de conocer más lugares, de
estar en otros escenarios, ahora sí que importantes, al menos para mí son muy
importantes y prácticamente sí hubo un gran efecto en mí que volviera a bailar
aquí en Estados Unidos. La diferencia es, no sé por qué, aquí lo toman más en
cuenta que allá en México, allá en México como que el baile folclórico no lo
toman muy en cuenta los propios mexicanos. Aquí he visto que sí lo toman
más en cuenta, lo viven más. […].
Para mí, la danza es una forma de estar conectado a mi familia. Porque
cada vez que hay un show mi mamá me está viendo, para mí eso es lo más
importante, porque siempre quería que mi mamá me viera bailar, ya sea por
YouTube o por Facebook. Y es lo que prácticamente ha sido lo que más me
mantiene en el baile, que mi mamá me vea bailar y que sepa que estoy disfrutando lo que me gusta. Pero no nada más eso, también recordar las raíces, de
dónde vengo y para dónde voy. Lo que me define como una persona que tiene
cultura y está orgulloso de sus raíces. […]. La verdad no sé cómo sería yo si no
hubiera regresado a bailar […].
8
Danzantes Unidos Festival es una organización sin fines de lucro en California, Estados Unidos. Desde
1979 realiza un festival de danza que reúne a diferentes grupos de danza folclórica en los Estados Unidos.
El primer año que no se llevó a cabo fue el 2020 por la pandemia de la Covid-19. Véase https://danzantes.
org/?fbclid=IwAR2KaDb8-7ZVfHgehqYzySe8rUhiiDtgDt_SQwFlLZvBm72mCIRFbbDtgns
125
ARTE, LENGUA Y CULTURA
Paola
Imagen 6. Paola Gómez. Fotografía: Archivo personal del informante.
Mi nombre es Paola Gómez. Soy estudiante de cuarto año. Estoy estudiando
cine, estudios ambientales y estudios latinoamericanos. He sido parte de Los
Mejicas durante cuatro años. Me quedaré otro año, así que serán cinco años.
Durante mi primer año aquí en la universidad estuve a punto de abandonar la escuela. No me sentía bienvenida, no sentí que era parte del campus, me costó mucho trabajo lidiar con el hecho de estar lejos de casa, pero
alguien me contó sobre Los Mejicas y cómo se ofrece como una clase. Y dije,
“bien, lo intentaré” y me enamoré. Sabía que quería actuar porque siempre he
estado en el arte, no necesariamente bailando, sino en el teatro […] así que
quería estar en eso nuevamente. Con Los Mejicas encontré un hogar, un espacio de pertenencia […].
Mi familia es de una pequeña región a las afueras de Jalisco que se llama
Ameca. Yo nací en Estados Unidos. […]. Para mí, bailar folclórico es tener la
posibilidad de representar a México, porque, aunque no nací ahí, eso no me
hace menos mexicana. Siento que bailar es la forma en la que estoy devolviendo algo a mi cultura, a mis raíces. Lo hago con el orgullo de poder expresar algo sobre mi cultura y mi familia. Así que siento que es mi regalo para mi
familia, para mi identidad. […].
El baile realmente se ha convertido en parte de mí porque ahí es donde
libero mi enojo, mi estrés, mi emoción, mi felicidad. Es ese momento para
mí misma en el que estoy tan inmersa en la danza, en lo que interpreto, que
126
Danzar mis raíces
me olvido de todo lo demás […]. Es mi seguridad, es donde realmente puedo
reflexionar sobre mí misma y pienso para mí misma. Si tengo un mal día y voy
a bailar regreso con una mente más abierta, un mejor plan sobre qué hacer con
todas mis emociones […].
Para mí la danza es como ese espacio pequeño que los niños construyen,
ese lugar en el que pueden ser, ahí donde van y juegan con sus juguetes. Siento
que eso es para mí el grupo. Es un pequeño espacio fuera del caótico ruido del
mundo exterior a donde puedo ir y ser. Es mi manta de seguridad, mi cueva,
donde me siento más segura. Es algo que hago todos los días, no hay un solo
día en el que no piense en bailar. […]. La danza es para mí como un mejor
amigo, como parte de mi familia.
Consideraciones finales
La danza folclórica: un espacio
para conectar con las raíces familiares
Como se pudo ver en los testimonios anteriores, las motivaciones que llevaron a estos bailarines a bailar folclor mexicano en Estados Unidos están íntimamente relacionadas con sus historias culturales y familiares. Sin importar
si son mexicanos de nacimiento, migrantes o hijos de mexicanos nacidos en
Estados Unidos, la danza es para ellos una conexión viva con sus raíces, una
forma de ser y de estar en comunidad. Ahí, la danza sirve tanto como vehículo de conexión cultural como actividad que favorece la construcción identitaria del ser y la mexicanidad, como lo han señalado ya otros autores como
Chávez (2013), Nájera-Ramírez (1993, 2012), Nájera-Ramírez y Cantú (2002),
y Nájera-Ramírez, Cantú y Romero (2009). De manera que, la danza folclórica
no sólo representa una preferencia antropotécnica o una actividad artística,
sino una elección, una búsqueda del ser con su origen, con sus raíces.
En esa búsqueda, los seres conforman y co-crean islas antropógenas
hechas de danza, de movimiento, y también de cultura, tradición, identidad,
resistencia y afecto. Ahí, la danza se constituye como el elemento principal que
amalgama a sus integrantes, se convierte en su casa, porque su isla está hecha
de movimiento. Sin embargo, cada paso, cada movimiento, cada gesto trae
consigo una carga que nutre a sus integrantes dotándolos no sólo de una isla
127
ARTE, LENGUA Y CULTURA
estética para danzar, sino de un espacio que los cobija de distintas maneras:
identitaria, social, cultural, afectiva, por señalar las más importantes. Ese
cobijo genera en la isla antropógena de la danza una cualidad termotópica,9
pues, “desde la filosofía sloterdijkeana, todo parece indicar que el ser tiende a
habitar instalaciones de resguardo, de confort en las que pueda desarrollarse
y crecer como individuo, como ser humano” (Lay, 2018, p. 261). Una relación
termotópica (de confort) anima a los humanos a relacionarse de acuerdo
con los beneficios y conexiones satisfactorias que brinda su espacio social de
pertenencia. Eso explica, en general, las razones por las que las personas pasan
mucho tiempo protegidas en sus espacios. Es decir, atados a su realidad insular
con un fuerte sentimiento de pertenencia, como de hecho lo hacen los bailarines de folclor mexicano en Estados Unidos a los grupos de danza los que pertenecen. De manera que las islas generan cualidades termotópicas, que hacen
que los espacios sean agradables y confortables para vivir. Así, los grupos de
danza folclórica son más que un espacio de unión, son una familia extendida
en la que las personas pueden buscar y explorar su herencia cultural y familiar
a través del movimiento, de la danza.
En este sentido hay que tener presente que bailar folclor mexicano en un
espacio sociocultural como Estados Unidos no es simplemente interpretar
un estilo específico de danza, no es bailar danzas tradicionales mexicanas en un
espacio cultural distinto; bailar en Estados Unidos es expresar, a través de la
antropotécnica y del movimiento, cultura, identidad, origen, unión y resistencia. Aquí, el espacio en el que se danza es determinante para la comprensión
de esta práctica como una forma antropotécnica-estética-identitaria y de protección que no sólo mueve al ser de manera kinésica, sino de manera personal,
social, cultural y afectiva. La danza se constituye, pues, como una práctica
antropotécnica sociocultural que teje a los seres a través de intersubjetividades, emociones, vínculos identitarios y lazos familiares. Lo que me lleva a
entender la danza no sólo como una técnica sino como una forma de vida que
le da sentido al ser.
9
128
“Los seres humanos no están en casa en una tierra o en un país, sino en un confort. Uno de los motivos
de la vida aislada en grupos consiste en cómo un grupo exitoso se procura y reparte internamente una
ganancia en bienestar. No obstante: sólo se es consciente tardíamente de que esa ganancia no es tanto el
efecto del lugar en el que se efectúa el reparto, cuanto que es el efecto del reparto el que nos hace valorar
el reparto” (Sloterdijk, 2006, p. 305).
Danzar mis raíces
Así pues, como ya se señaló, la danza folclórica para este grupo de bailarines es también un espacio de confort (de cualidades termotópicas) donde
bailar se convierte en una actividad social y artística que los ayuda a estar
en contacto con sus ancestros, con su cultura y con sus tradiciones; a crear
nuevos lazos de amistad y de compañía. Si se sigue la antropología filosófica
de Peter Sloterdijk (2006), todo ser humano ha de buscar un lugar para ser,
un espacio que le brinde el calor y el confort necesario para poder afirmar
–formalmente– estoy en casa, este es mi hogar, aquí puedo ser “yo”. Para estos
bailarines, ese espacio geográfico de confort en el que pueden ser es el grupo
folclórico en el que danzan. Ahí es donde pueden experimentar una verdadera
conexión con su familia, explorar sus raíces culturales y vivir una apropiación
simbólica/significativa relacional entre su mundo externo y su mundo interior. Los grupos de danza se convierten en ese espacio significativo que les da
la libertad de ser. Pero no sólo eso, también es un espacio en el que pueden
desconectarse de su mundo exterior para vivir el movimiento sin preocupaciones, sin estrés, como señalan los propios informantes. Por eso es tan importante que este tipo de espacios se mantengan vivos –tanto como sea posible–,
no sólo en las universidades sino en las propias comunidades en Estados Unidos y en el mundo. Más ahora que estamos viviendo momentos de aislamiento
y distanciamiento social debido a la pandemia.
Con esto es posible afirmar que la danza como espacio social de vínculo
y encuentro cultural es importante para el desarrollo del ser humano. Esto
sugiere que la danza debe caracterizarse no sólo como una práctica artística y
estética sino como una práctica socio-cultural que tiene el poder de movilizar
la existencia de sus integrantes, como ha sucedido con los bailarines de folclor
mexicano en Santa Cruz, California.
Referencias
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octubre de 2020.
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ARTE, LENGUA Y CULTURA
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Danzar mis raíces
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131
ARTE, LENGUA Y CULTURA
Técnica, vestuario, escena y cuerpo en la danza jazz
Técnica, vestuario, escena
y cuerpo en la danza jazz:
signos de su historia
en el tiempo presente
Nadia Berenice Sánchez Herrera
nadia.sanchezherrera@gmail.com
Irma Susana Carbajal Vaca
susana.carbajal@edu.uaa.mx
Introducción
Desde su experiencia como bailarina, docente y coreógrafa, la
autora principal de este texto concibe la danza como una forma
de expresión corporal con la que es posible comunicar emociones, sensaciones, pensamientos, acciones, costumbres, entre
otras circunstancias cotidianas, que forman parte de alguna cultura y que cumplen con la finalidad de comunicar un mensaje
o desarrollar una historia mediante una ejecución que implica
determinada calidad de movimiento que está fundamentado en
una técnica o estilo establecido para que esta danza pueda ser
considerada arte.
Durante el segundo seminario temático de semiótica de la
cultura, impartido por la coautora de este texto en el marco del
doctorado interinstitucional en Arte y Cultura en la Universidad Autónoma de Aguascalientes, se examinaron propuestas de
ARTE, LENGUA Y CULTURA
importantes autores como Charles Sanders Peirce (1974), Juri Mijailovich Lotman (1999), Beuchot (2004), entre otros.
La semiótica es una disciplina que permite estudiar todos los signos que
forman lenguajes o sistemas (Beuchot, 2004, p. 5) establecidos y empleados
por cierta comunidad. En la asunción inicial, sustentada en la experiencia de
una danzarina1 activa, se vislumbra que, en el presente, la danza jazz conforma
un sistema cuya comunidad comparte significados temporalmente estables
que derivan de su conformación histórica y, por tanto, es susceptible de análisis semiótico.
En este trabajo se analizaron signos característicos de la danza jazz que se
han ido conformando en distintos momentos de su historia y sedimentando
en el presente del danzarín jazzista. La mirada, como lo anota Jorge Lozano en
el prólogo de Cultura y explosión, es la del historiador que va del presente al
pasado y reconoce signos gracias a un proceso de semiosis vivo que no puede
limitarse a la transmisión mediante un código estático (Lotman, 1999). El análisis de Lotman, referido a la lengua, señala que un sistema de signos “inconscientemente suscita en nosotros la representación de la extensión histórica de
la existencia. Una lengua es el código más la historia” (p. 16).
Se entiende que cada usuario de un sistema dancístico le otorga sentido
desde su presente y de acuerdo con el valor que la comunidad ha dado a sus
elementos. Se requiere, entonces, de una comprensión profunda de la danza
jazz, sobre todo al situarla en el contexto educativo. Este trabajo presenta una
posible vía de análisis semiótico de la danza jazz que podría ser de ayuda en el
proceso enseñanza-aprendizaje.
En el primer apartado se expone la problematización, los conceptos y la
comprensión de las autoras sobre el proceso semiótico posible en los actores
involucrados en la danza jazz. En el segundo se expone una breve semblanza
de la danza jazz para comprender los signos que están en juego. Posteriormente, se presenta el análisis semiótico logrado mediante tres elementos básicos que actúan como representamen (signos) del objeto (danza jazz), sobre los
que el interpretante (danzarín o espectador) construye sus significados: a) la
técnica, b) el vestuario y la escena y c) el cuerpo del ejecutante. Se concluye con
un apartado de reflexiones.
1
134
Se realiza una división de los conceptos danzarín y bailarín, mismos sobre los que se aborda su explicación durante el primer apartado.
Técnica, vestuario, escena y cuerpo en la danza jazz
El proceso semiótico en la danza jazz: bailar y danzar
En el campo profesional, los conceptos bailar y danzar poseen características
que los diferencian. El danzarín de jazz se identifica en el escenario debido a la
ejecución de ciertos cánones establecidos. Se asume que el ejecutante de jazz
no es un bailarín solamente, ya que, al asumirse como danzarín, se transforma
en intérprete del estilo.
La acción de bailar puede ser algo espontáneo y realizado prácticamente
por la mayoría de las personas, sin poseer estudios de arte escénico previos,
sin concebir fundamentos en la forma y el fondo del baile. La danza, en cambio, desarrolla una coreografía en donde se comunica un mensaje o se cuenta
una historia. Dallal (2007) define que “el arte de la danza consiste en mover
el cuerpo dominando y guardando una relación consciente con el espacio e
impregnando de significación el acto o la acción que los movimientos desatan”
(p. 20). La danza, en general, se constituye por múltiples significados y logra
comunicar algo que va más allá de un simple movimiento corpóreo, pues se
basa en una técnica instituida.
Dallal (2007) ejemplifica que cuando un niño logra bailar, sus movimientos son producto de un impulso, pero no podrá explicarlo (p. 21), no
podrá detectar aún qué estilo o técnica danza. El baile le permite la fluidez
del movimiento corporal que le provoque la música que escucha, incluso le
es posible bailar sin música. En este sentido, el baile se convierte en un medio
para lograr danzar.
La danza es ejecutada por un intérprete, que a la par de tener una limpieza en su técnica, siente para comunicar. Sentir, pensar y hacer fluir los
movimientos con el cuerpo como herramienta es a lo que se le llama en la
comunidad dancística tener o mantener el feeling durante una ejecución. De lo
anterior no se asume que el bailarín no sienta o no comunique su sentir, sólo
se hace énfasis en que el intérprete realiza estrictamente de manera preliminar
un profundo análisis de sus movimientos, del origen y la finalidad de la historia a contar para permanecer consciente y comprometido durante el proceso
y la ejecución de su trabajo. Es aquí donde se evidencia la complejidad del
proceso semiótico que ocurre en el acto de danzar y que los docentes buscan
desencadenar.
Dentro del arte existe un sistema semiótico dancístico y la expresión
corporal es la columna vertebral en la danza. La comunidad dancística que
135
ARTE, LENGUA Y CULTURA
comparte los significados del sistema semiótico de la danza se encuentra compuesta principalmente por danzarines, docentes de técnica, coreógrafos, profesores ensayistas, directores de compañía, directores de obra, y, por supuesto,
los espectadores de una función.
Comprender lo que el intérprete de jazz se imagina, implica comprender su proceso semiótico. Peirce (1974) precisa a la semiótica como una doctrina formal que observa los caracteres de los signos; define que “un signo,
o representamen, es algo que, para alguien, representa o se refiere a algo en
algún aspecto o carácter” (p. 22). El proceso semiótico lo explica en el tejido
de la relación triádica: representamen-objeto-interpretante, de modo que “un
signo es el representamen del cual algún interpretante es una cognición de
alguna mente” (p. 29). El signo debe poseer una cualidad que lo distinga, algún
aspecto que lo haga identificable en el lugar de algo, este algo sería el objeto.
El representamen de un objeto significaría el algo de otra cosa para alguien en
forma de idea; este alguien sería el interpretante y casi siempre le da sentido
acorde a sus experiencias o conocimientos previos.
Desde esta concepción, en el sistema semiótico de la danza, el objeto es
la danza, en cualquiera de sus géneros. Para este trabajo se hace referencia, de
manera más específica, a la danza jazz que, a pesar de haberse diversificado en
varios estilos,2 posee características propias que permiten reconocerla como
tal. La propuesta de relaciones triádicas de Peirce permite analizar en la danza
tantos signos como cogniciones existan en un danzarín, pero para ello se hace
indispensable sistematizar y delimitar los elementos de análisis.
El representamen (signo), que puede ser material o inmaterial, podría ser
lo que en la comunidad dancística se reconoce como “un paso”’. El danzarín
(interpretante) otorga un significado al signo (mensaje) que ha sido vinculado
al objeto danza jazz. El representamen sería la idea, el mensaje o el sentido que
le otorga a la ejecución dancística que se percibe.
De acuerdo con Poyatos (1970), la kinésica es la encargada de estudiar el
significado de la expresión corporal, la cual define como “el estudio sistemático de los movimientos corporales no orales, de percepción visual, auditiva
o tangible” (p. 733). La kinésica se comprende aquí como el estudio de todo
2
136
Guarino & Oliver (2014) mencionan que los estilos pertenecientes a la danza jazz son: jazz afrocaribeño,
jazz de broadway, jazz clásico, jazz comercial, jazz de concierto, jazz contemporáneo, jazz latino, jazz
lírico, pop jazz, jazz de la costa oeste (pp. 26-29).
Técnica, vestuario, escena y cuerpo en la danza jazz
aquello que se comunica o representa con el cuerpo y sus significados. Desde
esta perspectiva los signos no verbales ofrecen un espacio de exploración
semiótica en la danza.
Existen formas y figuras corpóreas que conforman el sistema dancístico
que caracteriza a la danza jazz, las cuales se proyectan para que el espectador
perciba a través de sus sentidos tanto la estética como el significado, y cómo
el cuerpo logra comunicar un mensaje sin verbalizarlo. Si bien, hay movimientos establecidos que se conocen en todas las comunidades dancísticas
como frases coreográficas −combinaciones de pasos que pueden ser usados
en distintos estilos dancísticos−, la danza jazz se caracteriza por ser uno de
los géneros mayormente propositivos, porque alberga una variedad de frases
coreográficas específicas, cuya ejecución posibilita su reconocimiento. Este
género dancístico resguarda en su vocabulario nombres y significados que
comparte con la danza clásica o ballet, pero que el jazz representa con mezclas de versatilidad, fuerza y sensualidad, las cuales son algunas de sus principales características.
Significados del pasado en el presente de la danza jazz
Con base en la proyección actual de la danza jazz, la mirada histórica permite
sumar, a la concepción mencionada en la introducción, el legado y las técnicas
que aportaron sus primeros y principales maestros y coreógrafos, como: Jack
Cole, Bob Fosse, Gus Giordano,3 Eugene Facciuto “Luigi” o Matt Mattox.
Luna, Ruiz, Solís, Lacheré, Mas, Cossío y Zavala (2017) refieren que “Los
modelos de enseñanza más difundidos son los de Gus Giordano, Luigi, Matt
Mattox, Joe Tremaine, Bob Fosse, Billy Siengenfeld, Frank Hatchett y Lynn
Simonson” (p. 16). Actualmente, la mayoría de estas técnicas de danza jazz
tiene su auge en Estados Unidos, principalmente en la ciudad de Nueva York,
donde aún se puede encontrar el legado de Bob Fosse4 en las diversas clases
3
4
La Academia Steps on Broadway muestra a Nan Giordano, directora artística del Giordano Dance Chicago e hija de Gus Giordano, enseñando la técnica de danza jazz creada por su padre. Recuperado de
https://www.youtube.com/watch?v=u1W4oIeqiSk&ab_channel=StepsOnBroadway
The Rockettes, interpretando el estilo Fosse en el Radio City Music Hall en Broadway. Recuperado de
https://www.youtube.com/watch?v=lM9H1eYz-lc&ab_channel=TheRockettes
137
ARTE, LENGUA Y CULTURA
que se imparten en academias de Broadway, o el de Eugene Facciuto “Luigi” en
el Luigi’s Jazz Centre a un costado de Central Park.
La historia de este género dancístico no comienza con la de los principales personajes que formaron las técnicas de entrenamiento aún empleadas
en la actualidad, ya que, desde su nacimiento hasta llegar a lo que conocemos
hoy, el jazz tuvo modificaciones y diversas aportaciones en el trayecto. Las raíces de la danza jazz se encuentran en los años de la esclavitud. Para los esclavos
que vivían y trabajaban en las grandes plantaciones de Estados Unidos, esta
expresión corporal significaba, pese a la esclavitud, la oportunidad para que la
danza africana prevaleciera (Stearns & Stearns, 1968, p. 19).
En el presente, la danza jazz conserva significados generados en sus orígenes en la danza africana como la fuerza, su explosividad, su movimiento pélvico que evoca sensualidad, sus sonidos enfatizados en piernas y manos, que
nacieron como referente del cultivo de la tierra y que se fueron transformando
hasta llegar al movimiento característico de jazz hands.
Los esclavos danzaban como una necesidad de expresión ante la injusticia que sufrían, como un medio de supervivencia y a manera de preservar sus
raíces. En las formas corporales que manifestaban, existían signos de dolor por
haber sido alejados de su lugar de origen, protestaban por su sentir, por su vida
de esclavos, declaraban su inconformidad perdiéndose en el movimiento; pero
también la utilizaban para olvidarse por un momento de sus circunstancias.
En la danza jazz se exteriorizan signos que provienen de esta fusión y del
producto coreográfico. Emergen tanto en las representaciones más sencillas
como en las más complejas; desde el despertar de los sentidos en el ejecutante,
o el poder oír, sentir y ver esa danza por parte del espectador, hasta la proyección de la vinculación de tradiciones que aún permanecen en ella.
Signos en la danza jazz: un primer acercamiento
Los signos característicos de la danza jazz son los que permiten identificarla
como objeto. La danza, entendida como un sistema semiótico artístico, se
encuentra edificada por un conjunto de signos, los cuales pueden visualizarse
y palparse tanto en el intérprete, como en el profesor o coreógrafo, durante las
clases, los ensayos y, por supuesto, en la puesta en escena.
138
Técnica, vestuario, escena y cuerpo en la danza jazz
Según Poyatos, los movimientos corporales pueden clasificarse, entre
otros criterios, por la percepción sensorial, que puede ser visual, auditiva, táctil e incluso olfativa (1970, p. 736). Bajo esta premisa, en el cuadro 1 se enlistan
algunos ejemplos en la danza jazz, cuya percepción puede ser tanto monosensorial, como en la interacción de dos o más sentidos.
Signo visual
• El vestuario
• El maquillaje
• La mirada del
danzarín
• Las Jazz hands
• Los pies en punta
o en flex.
• Los cuerpos de los
danzarines
• El espacio: alto
(salto), medio
(pies, sentado o
altura del danzarín), bajo (piso)
Signo auditivo
Signo visual-auditivo
Signo
visual-táctil-auditivo
• El choque de cuer• El sonido de una
• La música
pos en una cargada
• Un suspiro
caída del danzarín
• La caída de ele• Las pisadas sobre • Movimiento de
mentos en escena,
utilería por el
el escenario
manipulados por el
escenario (arrastre
• El chasquido de
intérprete
de una silla en
dedos
una secuencia
• El palmeo y percoreográfica)
cusión corporal de
los danzarines
Cuadro 1. Signos en la danza jazz
Fuente: elaboración propia.
Tomando en consideración la visión de Peirce, quien sostiene que “el
signo puede solamente representar al objeto y aludir a él” (1974, p. 24), cada
una de estas percepciones son las responsables de desencadenar, tanto en el
intérprete como en el espectador, un proceso de semiosis complejo que pretende, mediante la acción dancística, representar los significados que, paulatinamente, han ido asentándose en un sistema socializado.
En este acercamiento semiótico ejemplificaremos tres elementos básicos
que actúan como representamen (signos) del objeto (danza jazz), mediante los
cuales el interpretante (danzarín o espectador) construye sus significados: a) la
técnica, b) el vestuario y la escena, y c) el cuerpo del ejecutante.
139
ARTE, LENGUA Y CULTURA
La técnica
El intérprete o ejecutante de la danza dispone del conocimiento sobre el manejo
de una o varias técnicas dancísticas, producto de su estudio durante años previos. El ballet constituye la base técnica para un ejecutante de cualquier danza,
pues se ha constatado que al realizar los ejercicios de este género –conocido
por ser una danza perfecta, rígida y a la vez etérea– se amplía la probabilidad
de flexibilizar la ejecución de otros estilos dancísticos que requieren mayor
liberación en el movimiento al momento de la interpretación.
La técnica de la danza jazz se orienta a significados de libertad, elegancia
y versatilidad. Al paso del tiempo, se han ido asentando otros significados
que han derivado en diversos estilos, como el Broadway jazz, que se considera como una propuesta multidisciplinar al converger el canto, la danza,
la actuación y la música. Luna et al. (2017) ubican al Broadway jazz dentro
del estilo teatral y lo definen como un estilo que se ha ido conformando por
las técnicas de distintas expresiones artísticas que surgieron en la década de
1930, las cuales incluyen actuación, canto, comedia, danza clásica (p. 31). Por
lo anterior, ser intérprete del Broadway jazz hace alusión a un danzarín más
completo en su trabajo escénico, al consolidar la integración de las técnicas
de más de un arte.
En la técnica de la danza jazz destacan algunos pasos, entre ellos, el jazz
sissonne y el sissonne fall, y, aunque el jazz no proviene del ballet, sí toma prestados muchos de sus pasos principales. El Jazz sissonne (véase Anexo 1) hace
referencia al “salto de dos pies a un pie con la pierna de atrás en attitude y
haciendo arch” (Luna et al., 2017, p. 64). El attitude (postura actitud) consiste en
levantar una pierna hacia atrás en forma curva, mostrando rodilla y empeine
en dirección al público, y el arch se refiere a arquear la espalda o columna hacia
atrás. En el caso del jazz sissonne, los brazos se pueden estirar e incluso llegar a
tocar con los dedos de las manos al pie apuntado de la pierna que se encuentra
en attitude. El jazz sissonne también es conocido como sissonne attitude.
Una diferencia entre el ballet y el jazz es que en la primera danza el sissonne se representa como una figura en donde ambas piernas van perfectamente estiradas y el torso ligeramente dirigido hacía la pierna de apoyo. En
esta disciplina, enseguida de la ejecución del sissonne, casi siempre se muestra
algún paso en el que el danzarín se siga manteniendo etéreo, en puntas o en
desplazamiento, proyectando un movimiento fluido. En cuanto al jazz, el factor
140
Técnica, vestuario, escena y cuerpo en la danza jazz
sorpresa es una característica principal en la propuesta coreográfica; se puede
proyectar en trayectorias corporales pausadas o contrapuestas, por ejemplo,
después de un salto muy elevado procedería una caída, un deslizamiento
o rodada del cuerpo completo por el piso. Como en el caso del sissonne fall
que se define en la Guía metodológica para la danza jazz como “sissonne que se
enlaza con una caída o rodada” (Luna et al., 2017, p. 77); además se puede reconocer como una frase coreográfica, que es aquella que une dos o más pasos. El
sissonne fall une dos pasos en una secuencia corta debido a que el ejecutante
se elevaría y caería con técnica e interpretación.
Los saltos en la danza tienen un significado de liberación, de fuerza, de
superioridad; sumándose a ello el significado que quiera proyectar el coreógrafo. El virtuosismo del danzarín presentado en el escenario es producto de
un entrenamiento constante, la limpieza en su técnica permite mostrar y diferenciar el género que se danza, y ayuda tanto a la apreciación estética como a la
comunicación del mensaje. La libertad del movimiento del intérprete produce
según Maletic (1987), formas y figuras que crean ritmos espaciales, los cuales
se ejecutan por medio de acciones de distintas partes del cuerpo a la vez (p.
63). El cuerpo del danzarín es generador de múltiples significados y la técnica
es importante para la creación de formas y figuras en escena porque es esta la
que permite una mayor fluidez del movimiento.
Vestuario y escena
Establecer una relación con la historia que se está contando en la coreografía a
través del vestuario, simboliza la representación de ciertas circunstancias clave
que vive el artista durante el desarrollo de la obra y ayuda a la proyección de
dicha historia para comunicar el mensaje desde el foro hacía los espectadores.
Es decir, aquí la función y finalidad es apoyar al establecimiento del ambiente
escénico, al reforzamiento del mensaje, para que el vestuario en conjunto con
la utilería e iluminación, provoquen que la audiencia se sienta partícipe de la
historia, atraída por la propuesta del coreógrafo a través de la expresión y los
movimientos del artista y, así, la idea sea interpretada por el espectador de
acuerdo también con su bagaje cultural. El vestuario llega a contar un bosquejo sobre el contenido de la obra; he aquí un signo visual que puede ayudar
141
ARTE, LENGUA Y CULTURA
a entender el mensaje hacia el espectador, o a destruirlo, si no se le da la importancia como a otros aspectos vitales en la función.
En los diversos estilos del género de danza jazz se puede percibir una
diversidad de propuestas en el vestuario, pero existen elementos característicos para diferenciar uno de otro. Por ejemplo, el jazz lírico, que se concibe
como el estilo que fusiona la técnica de danza jazz con algunos de los pasos
más predominantes en la técnica del ballet, el movimiento se inspira en la calidad lírica de la canción, usualmente se danza con música instrumental y en
un contexto emocional (Guarino y Oliver, 2014, p. 29). En una coreografía de
este estilo usualmente se emplean los vestuarios con vuelos, batas o faldas
de tela chifón o seda, que muestren en los ejecutantes movimientos finos y
vaporosos (véase Anexo 2), con la finalidad de reflejar danzarines etéreos,
con mezclas en la interpretación entre lo clásico y lo moderno, enfatizando
sentimientos, sensaciones y emociones acompañados de gestualidad e incluso
dualidad, al mostrarse, por ejemplo, dentro de una misma obra, amor-odio,
alegría-tristeza.
En cuanto al vestuario en las clases de jazz, un signo se visualiza en los
zapatos de entrenamiento. En el folclor, por ejemplo, se utilizan botines con un
sistema especial en la suela compuesto por clavos que ayuda al momento del
zapateado. En el ballet, se entrena con zapatillas de media punta para fortalecer los pies y posteriormente poder danzar con las zapatillas de punta. En el
jazz se hace uso de zapatos de jazz, con pequeño tacón, elásticos, algunos con
agujetas, o bien, de tenis especiales para jazz que permiten girar, saltar y frenar
porque están manufacturados con una suela flexible y antiderrapante (véase
Anexo 3). Las zapatillas de tacón o las botas de tacón para danza jazz son
mayormente utilizadas en el Broadway jazz para reflejar sensualidad y resaltar
las piernas junto a las características medias de red, y en el jazz moderno se
utilizan mayormente los tenis debido a los desplazamientos, corridas y caídas
en el escenario, enfatizando la fuerza y dinamismo.
El cuerpo del danzarín
Con referencia específica en la corporalidad y haciendo énfasis en las piernas,
se identifica en los ejecutantes de ballet que dichas extremidades son más estilizadas que las de los intérpretes de contemporáneo; es decir, las extremidades
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Técnica, vestuario, escena y cuerpo en la danza jazz
de los contemporáneos se visualizan con mayor volumen. Esto debido a que los
danzarines de ballet se concentran especialmente en constantes estiramientos,
en desarrollar una máxima flexibilidad, en mantenerse en elevación durante
la ejecución de sus secuencias coreográficas, entrenamientos en la barra, o en
los saltos de avance y de altura, en el logro de las extensiones completas de
sus extremidades, en subir correctamente a las zapatillas de punta y parecer
etéreos en el escenario. En cuanto a los danzarines de contemporáneo, ellos
basan su entrenamiento principalmente en ejercicios de piso, en caídas, en
contrapeso, en técnicas de contacto cuerpo a cuerpo, en cargadas, en visualizarse “terrestres” en escena.
La corporalidad del danzarín de jazz puede combinar características de
los dos estilos previamente mencionados, debido a que realizan un entrenamiento mixto, por ejemplo ejercicios de ballet en la barra, secuencias de piso
e improvisación como en la técnica de contemporáneo y frases coreográficas
de técnica jazz en el centro.
Los pies son las principales herramientas de trabajo en la danza, soportan
el peso, por ello, deben mantenerse fuertes, con un empeine trabajado y prominente para ayudar tanto a resistir el trabajo intenso como a prevalecer la estética
en la danza. Una particularidad en los pies de los danzarines de diversos géneros
dancísticos son las callosidades o ampollas, las cuales, de manera peculiar en
su vida cotidiana, se presentan como resultado del calzado específico para la
realización de la clase o para la presentación de la danza, incluso, a causa del
entrenamiento extenuante que realizan con los pies descalzos. Los dedos suelen
forjar una postura acorde al zapato que se use; por ejemplo, los dedos de una
danzarina de ballet suelen ser más largos y delgados para que puedan adentrarse
en las zapatillas de punta, a diferencia de los dedos de un ejecutante de contemporáneo, debido a que este último danza descalzo. El sentir que los danzarines
de cualquier género comparten es un constante dolor en sus pies.
Las manos también dicen mucho en el jazz, es una de las danzas que más
se apoya en ellas, los “dedos mágicos” forman parte de sus signos específicos
como género discursivo, al extender todos los dedos de ambas manos a la
mayor distancia posible de cada uno y moverlos individualmente de manera
rápida manteniendo la muñeca estable. Como lo documenta Luna et al.
(2017, p. 63) la Jazz hand, con la palma de la mano viendo hacia enfrente y los
dedos completamente estirados, representa una de las principales características de la danza jazz en general. En los estilos de jazz moderno y en el Broadway
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ARTE, LENGUA Y CULTURA
jazz, las manos albergan significados de liberación de energía, felicidad, libertad y, junto al movimiento continuo de dedos y un gesto como la sonrisa,
hacen alusión a un factor sorpresa.
López Cano (2005) señala que “el cuerpo y las rutinas motoras también se
transforman por los modos de bailar, por la imitación de posturas y gesticulaciones” (p. 12). Los signos al danzar pueden verse y sentirse en los gestos, en las
formas o los movimientos corpóreos en escena, pero, incluso se perciben fuera
de escenario. Tanto en el cuerpo de un danzarín como en el de una persona que
no practica danza, se manifiestan signos, por ejemplo, en la postura; el primero
procura mantenerse erguido, flexible, entrenado, con rotación en sus piernas
en mayor medida que la gente que no se dedica a danzar. Es común apreciar
al danzarín en su vida cotidiana pararse o dormir en primera posición sin planearlo, con una morfología arraigada a la danza que practica.
En una coreografía y en una obra dancística, se reconocen signos que
albergan una o diversas percepciones sensoriales. Por ejemplo, en ocasiones,
en diversas presentaciones un signo visual puede convertirse también en un
signo táctil; por otro lado, el signo auditivo, que no siempre significa música,
puede producir otros significados tanto para el intérprete como para el espectador. Así, un signo visual-táctil-auditivo puede ser presentado por los intérpretes de la obra (véase Anexo 4), pero también puede ser manipulado por el
espectador, por ejemplo, en las presentaciones de obras interactivas.
Reflexiones
En el acercamiento a los signos de la danza jazz se evidencia que dialogar
sobre el complejo proceso de semiosis que realiza un intérprete podría ser una
herramienta útil para comprender cada uno de los diversos procesos dancísticos: clases, montajes, ensayos y presentaciones de una obra.
Se reconoce al cuerpo como el principal signo en la danza por ser la
materia prima de ella. Cada parte del cuerpo de un danzarín puede ser el
representamen del objeto danza, cuyo interpretante (intérprete o espectador)
significará de manera diferenciada al ponerlos en relación con otros signos,
como el movimiento, la técnica, el vestuario, los sonidos, el escenario. Cada
una de estas relaciones desencadena una gama de cogniciones para dar sentido
a elementos muy concretos que pueden ser identificables como características
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Técnica, vestuario, escena y cuerpo en la danza jazz
de un estilo. Estas características estables que permiten su reconocimiento,
son las que posibilitan la comprensión del objeto como sistema semiótico; por
tanto, susceptible de ser socializado en un proceso de enseñanza-aprendizaje
que no permanece estático. La riqueza de la obra dancística radica, entonces,
en que no sólo impera el significado que quiere comunicar el coreógrafo porque cada espectador puede interpretar lo que comprende de acuerdo con su
historia personal y su cultura.
El intérprete es aquí el motor que propone nuevas ideas para representar
con el cuerpo los sentimientos o sensaciones que son parte de su mensaje y
lograr con ello un proceso comunicativo con el receptor. Los pasos en la técnica no poseen un significado por sí solos, se impregnan de significado al ser
ejecutados por el intérprete de la danza y comprendidos por un destinatario.
En cuanto se logra la unión de la interpretación, la comunicación, la transformación y la apropiación del sentir a través de los múltiples signos que entran
en juego, la danza entonces, habrá cumplido su objetivo.
Por lo anterior, y desde la perspectiva histórica señalada al inicio de este
texto, se entiende que los signos del sistema semiótico de la danza jazz, al
paso del tiempo, pueden permanecer estables o, bien, transformarse y resignificarse, por lo que su documentación contextualizada y recurrente constituirá
un mapa necesario en el proceso educativo.
Referencias
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México: Fondo de Cultura Económica.
Dallal, A. (2007). Los elementos de la danza. México: unam.
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López Cano, R. (2005). Los cuerpos de la música. Introducción al dossier
música, cuerpo y cognición. TRANS Revista Transcultural de Música
9, 11. sibe Sociedad de Etnomusicología. Recuperado de https://www.
sibetrans.com/trans/articulo/175/los-cuerpos-de-la-musica-introduccion-al-dossier-musica-cuerpo-y-cognicion
Lotman, Y. M. (1999). Cultura y explosión. Lo previsible y lo imprevisible en los
procesos de cambio social. Barcelona: Gedisa.
145
ARTE, LENGUA Y CULTURA
Luna, B., Ruiz, E., Solís, E., Lacheré, F., Mas, L., Cossío, R. y Zavala, R. (2017).
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Movement and Dance Concepts. Berlin: Mouton de Gruyter.
Peirce, C. (1974). La ciencia de la semiótica. Buenos Aires: Nueva visión.
Poyatos, F. (1970). Paralingüística y kinésica: para una teoría del sistema comunicativo en el hablante español. En Actas del III Congreso de la Asociación
Internacional de hispanistas. México: El Colegio de México.
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watch?v=lM9H1eYz-lc&ab_channel=TheRockettes
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Técnica, vestuario, escena y cuerpo en la danza jazz
Anexos
Anexo 1
Jazz sissonne, de la obra de jazz lírico titulada Razones (2013) del grupo NH
Danza, dirección y coreografía de Nadia Herrera. El jazz sissonne proviene del
sissonne que se ejecuta en la danza clásica, pero en la danza jazz se torna más
libre en brazos, los cuales pueden colocarse en quinta posición de ballet (brazos redondos), en quinta de jazz (brazos lineales formando una “V”), o estirados
hacía arriba como se muestra en la imagen. Las piernas no van totalmente rectas, pues se flexiona la de atrás. En el vestuario se encuentran telas que se utilizan
usualmente para la interpretación del estilo, en este caso una tela chifón unida
a un leotardo de lycra. El danzarín debe tener un nivel de entrenamiento avanzado para ejecutarlo; la sensación de libertad y explosión de energía son algunos
de los significados que engloba este paso. En la obra Razones la danzarina decide
olvidar un amor e ir por sus sueños, y en el momento de realizar el jazz sissonne
el mensaje hace alusión a la frase “el cielo es el límite”, por ello el color azul en el
vestuario se refiere en este caso al cielo.
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ARTE, LENGUA Y CULTURA
Anexo 2
El vestuario con vuelos es característico del estilo de jazz lírico. En la imagen
se muestra un instante de la obra Amor de mis días (2016) de NH Danza, dirección y coreografía de Nadia Herrera, en donde la danzarina estira sus brazos
dirigiendo la mirada hacia arriba, con piernas paralelas en segunda posición
de jazz (en ballet la segunda posición es con las piernas rotadas hacía afuera).
En esta obra la danzarina se muestra en paz consigo misma, cuenta la ilusión
de la llegada de un buen amor, por lo que predominan los colores blanco y rojo
en el desarrollo de la historia.
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Técnica, vestuario, escena y cuerpo en la danza jazz
Anexo 3
Grupo de danzarinas de la compañía NH Danza en ensayo de la obra multidisciplinaria ¡Rock Hola! (2015) junto a la Banda del Gen de la Universidad Juárez
Autónoma de Tabasco. Las danzarinas muestran movimientos en conjunto,
realizan un arch en la espalda, con flexión de rodillas, mirada hacia arriba y un
brazo con ligera flexión y la palma en jazz hand hacia afuera. El vestuario de
ensayo que se muestra son mallones y leotardo, con los tenis característicos
de jazz; la coreografía mezcla algunos pasos de la técnica de jazz y pasos que se
pueden realizar en espacios alternativos, como en este caso al aire libre, en un
piso de concreto, por lo que la propuesta es un jazz moderno.
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ARTE, LENGUA Y CULTURA
Anexo 4
Signo visual-táctil-auditivo, choque de dos cuerpos en una cargada. Obra
Amor de mis días, ganadora de la Muestra Estatal de Danza Tabasco 2015, del
grupo NH Danza con dirección y coreografía de Nadia Herrera. La imagen
muestra una cargada entre los danzarines protagonistas de la obra, un encuentro cara a cara y reconocimiento del otro, reflejando en sus rostros pasión e
intimidad al estar los cuerpos tan cercanos uno del otro. La danzarina con
pies apuntados y short de lycra, el danzarín con pants y playera; la representación de comodidad en sus vestuarios con ropa cotidiana, la interpretación de
vivencias personales y que ambos danzan descalzos, son signos característicos
del jazz contemporáneo.
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Técnica, vestuario, escena y cuerpo en la danza jazz
Anexo 5
En la fotografía de la obra Esperanza resiliente (2018), coreografía y dirección
de Nadia Herrera, de estilo jazz contemporáneo, la protagonista se muestra en
sus últimos días de vida. El objeto es el tiempo, el signo o representamen es el
reloj de arena y el interpretante podría ser el mensaje que se percibe en la danzarina sobre lo que va a enfrentar sus últimos días, que el tiempo se agota. La
mirada fija hacía adelante, con miedo a lo que viene, pero mostrándose fuerte;
el tiempo está representado sobre sus manos, las cuales están abiertas como
característica del jazz. En el maquillaje escénico resaltan los ojos para que no
se pierdan con la iluminación.
151
ARTE, LENGUA Y CULTURA
Los archivos musicales históricos
Los archivos musicales históricos.
Experiencias de un investigador
Raúl W. Capistrán Gracia
Universidad Autónoma de Aguascalientes
raul.capistran@edu.uaa.mx
Introducción
Los manuscritos musicales históricos forman parte del patrimonio artístico, cultural e intelectual de nuestro país. Su estudio
da cuenta de la inseparable relación entre la música y el contexto filosófico, social, cultural, religioso, artístico y estilístico
de las distintas épocas, de ahí la importancia de la gestión de los
acervos musicales y del análisis, transcripción, difusión y ejecución del material musical que se encuentra en ellos. Por un lado,
sumergirse en los archivos catedralicios y en los fondos históricos de las bibliotecas, representa un gran reto, pues requiere
de una gran inversión de tiempo, recursos, esfuerzo, e incluso,
conlleva el riesgo de enfermar al aspirar alguna espora o bacteria derivada del poco cuidado que algunos documentos han
recibido. Por el otro, significa un verdadero placer intelectual
e incluso espiritual, pues el investigador no puede menos que
ARTE, LENGUA Y CULTURA
recordar que en aquella partitura el compositor volcó su inspiración o, por lo
menos, la música que iba a satisfacer las necesidades litúrgicas o artísticas de
la sociedad de su tiempo.
Desgraciadamente, la investigación en archivos históricos también implica
enfrentarse a diversos y frustrantes retos que van más allá de identificarse
como investigador, gestionar el oficio de la institución que lo respalde, obtener
el permiso para revisar los manuscritos, poseer recursos para trasladarse a otra
ciudad y cubrir viáticos. Y es que pareciera que el acceso a ellos depende de la
voluntad de las autoridades de las instituciones que los custodian.
En el 2004, me vi involucrado en la redacción de mi tesis doctoral, titulada “Panorama de la música para instrumentos de teclado en la época colonial. Un enfoque pedagógico”. Como parte de la investigación, necesitaba
analizar un manuscrito musical de finales del virreinato de Nueva España,
catalogado como SMMS3, que llevaba el título de “Cuaderno de Música” y
que se encontraba en la Biblioteca Sutro de San Francisco, California. En mi
calidad de estudiante de la Texas Tech University, en Lubbock, Texas, la biblioteca gestionó un préstamo interbibliotecario y, en menos de una semana, tenía
ante mí un rollo de micropelícula que pude revisar y fotocopiar a libertad. El
paquete contenía una sola advertencia: “En caso de publicar, favor de dar el
crédito correspondiente a la Biblioteca Sutro”.
Una vez que concluí el doctorado, volví a México para reinsertarme en
la vida académico-musical de este país. No pasó mucho tiempo sin que mis
pesquisas como investigador me condujeran a un manuscrito titulado “Cuaderno de Mariana Vázquez”, mismo que forma parte del Fondo Reservado de
la Biblioteca Cuicamatini, de la ahora Facultad de Música de la Universidad
Nacional Autónoma de México. Creyendo que recibiría un trato similar al
otorgado por las bibliotecas estadounidenses, me dirigí a dicha institución
para gestionar su consulta. Mi sorpresa no pudo ser mayor. Tenía ahora ante
mí una bibliotecaria prepotente, que me decía que podía ver el manuscrito
sólo ante su presencia, y que no podía tomar fotografías ni transcribir por
medio alguno el contenido del documento, debido a que no se debía infringir
el “copyright” (palabra que la propia bibliotecaria utilizó). Además, describió
una compleja red de trámites que incluían la entrevista con los abogados de
la unam, en caso de que insistiera en transcribir y fotografiar el manuscrito.
Atribulado, salí de esa institución tratando de entender qué diferencia podría
haber entre el manuscrito de la Biblioteca Sutro y el que custodiaba la Facultad
154
Los archivos musicales históricos
de Música de la unam. La diferencia en servicio y atención eran por demás
contrastantes. Fue sólo a través de una gestión realizada por el rector de la
universidad en donde laboro, que pude tener acceso a ese manuscrito y concluir la investigación que estaba realizando. Cuando volví, me encontré otro
bibliotecario quien, de manera amable y profesional, me permitió manejar el
manuscrito y me proporcionó todas las facilidades.
La “palanca” administrativa utilizada había funcionado en aquella circunstancia. Sin embargo, hay ocasiones en que, al parecer, no hay poder
humano que pueda abrir las puertas de ciertos repositorios, como es el caso
del Archivo Histórico de la Arquidiócesis de Antequera, Oaxaca (ahaao), en
la capital de ese estado. Desde hace cuatro años, he insistido respetuosamente
en que su custodio, el presbítero Lorenzo Fanelli de Liddo, me permita consultar los manuscritos contenidos en las cajas 49 y 50 de ese archivo y, desde
entonces, sistemáticamente se me ha negado el acceso. En un correo electrónico con fecha 7 de noviembre de 2016, la encargada del Archivo Histórico
respondió amablemente:
Como usted comprenderá el espacio que brinda el padre lo ocupa para atender asuntos relacionados con su cargo, el tener la presencia de personas ajenas
entorpecería su labor. Sobre todo en estos meses que prácticamente se están
cerrando las actividades anuales y planificando el siguiente año. Por último
quiero aclararle que no nos encontramos en remodelación, simplemente se
suspendieron las actividades relacionadas con el Archivo Histórico para dar
paso a otra actividad archivística encargada por el Arzobispo. Actividad que
no nos permite atender como es debido a los investigadores ni contar con el
espacio para la consulta ya que, el espacio destinado para ello se encuentra ocupado. Motivo por el cual se decidió suspender el servicio consulta a los investigadores. Por estas razones esperamos que comprenda que no nos es posible
apoyarlo. Esperamos que para el año entrante se regularicen las actividades del
ahaao y se puedan llevar a cabo las investigaciones de los investigadores con
normalidad (B. Ibarra Rivas, correo electrónico, 7 de noviembre de 2016).
Los argumentos presentados por la encargada del Archivo Histórico, en
representación del presbítero Fanelli eran, hasta cierto punto, comprensibles.
Sin embargo, durante cuatro años he enviado un correo electrónico cada seis
meses solicitando autorización para consultar los mencionados manuscritos
155
ARTE, LENGUA Y CULTURA
y he recibido la misma respuesta. El 20 de febrero de 2020 envié el penúltimo correo, al que la encargada del archivo respondió: “Lamentablemente el
ahaao aún continúa cerrado a la consulta, aún no tenemos una fecha para la
reapertura (B. Ibarra Rivas, correo electrónico, 20 de febrero de 2020).
Por supuesto, la contingencia sanitaria de la Covid-19 que en nuestro país
paralizó las actividades presenciales a partir de marzo del 2020 habría de añadirse como nuevo impedimento y así, en respuesta al último correo electrónico,
con fecha 23 de septiembre del presente, la encargada del archivo respondió:
Como se le había informado anteriormente en el ahaao se encuentra suspendido el servicio de consulta, aunado a esto y debido a la contingencia sanitaria
por la que estamos atravesando, el ahaao se encuentra cerrado. Sin más por
el momento, reciba un saludo (B. Ibarra Rivas, comunicación personal, 23 de
septiembre de 2020).
Ante una situación tan aberrante, uno no puede menos que preguntarse:
¿cuántos años más habría que esperar para que el Archivo Histórico de la
Arquidiócesis de Antequera, Oaxaca, vuelva a ofrecer facilidades a los investigadores?, ¿puede el ahaao pasarse más años negando el acceso a los investigadores sobre la base de ese argumento?, ¿no es acaso una obligación del
Archivo Histórico favorecer, no sólo la conservación de los documentos, sino
también la consulta y difusión de los mismos?, ¿existe algún autoridad que
pueda ejercer presión sobre el ahaao para que vuelva a ofrecer los servicios
que antes ofrecía?
Por supuesto, no he estado solo en esta odisea. Otros investigadores han
pasado por experiencias similares. El doctor Rogelio Álvarez Meneses, reconocido musicólogo mexicano, quien ha recibido la distinción como investigador nacional nivel 1 del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (conacyt),
narra una historia similar.1 En 2009, cuando se encontraba realizando sus estudios doctorales en la Universidad de Oviedo, España, se vio en la necesidad de
solicitar acceso a varias partituras del compositor mexicano Ricardo Castro
(1864-1907), que se encontraban bajo resguardo en el Fondo Reservado del
Conservatorio Nacional de Música de México. Después de cumplir con los
innumerables requisitos que el director de la institución le solicitó, jamás pudo
1
156
La anécdota ha sido transcrita con la autorización del doctor Rogelio Álvarez Meneses.
Los archivos musicales históricos
tener acceso a los documentos. Entre las razones esgrimidas se encontraba que
los documentos en cuestión se encontraban en proceso de catalogación. Así,
el doctor Álvarez Meneses tuvo que recurrir a la Edwin A. Fleisher Collection
of Orchestral Music perteneciente a la Free Library of Philadelphia, institución
que, por un precio casi simbólico, digitalizó las partituras y en un par de días
las envío al investigador (R. Álvarez Meneses, comunicación personal, 20 de
enero de 2021). Poco tiempo después, el propio director de la institución se
habría de contradecir, cuando en un artículo publicado en el diario La Jornada,
y en relación al estreno mundial de la ópera Anita de Melesio Morales, declaró:
El montaje de Anita –expone Ricardo Miranda– también es una manera de
mostrar los “tesoros” que posee el Conservatorio Nacional, con la biblioteca
de música mexicana más importante que existe, con un fondo reservado perfectamente digitalizado y un banco de aproximadamente 3 mil imágenes (García
Hernández, 2010).
La situación anterior habría de impulsar a ese investigador a denunciar
con vehemencia la injusta experiencia, a través de una nota al pie en su libro
Ricardo Castro (1864-1907). Documentación y análisis de su obra musical:
Aberrante y frecuente situación ocasionada por abyectos funcionarios empeñados en obstaculizar investigaciones negando deliberadamente el acceso a
documentos y bienes culturales que son propiedad de la nación. Algunos de
estos siniestros personajes llegan a autoproclamarse investigadores y se sienten dueños de los temas y -lo que es peor-, de los archivos, eso sí, sin publicar
ningún artículo en décadas (Álvarez, en prensa, p. 14).
Con escenarios como los descritos en los párrafos anteriores, puede
entenderse que Fernández de Zamora (2009, p. 2) escribiera:
La riqueza del patrimonio bibliográfico y documental de los países latinoamericanos es poco conocida. Este patrimonio que se resguarda en bibliotecas,
archivos, fototecas, cinetecas y otros repositorios, no ha sido difundido adecuadamente por lo que su valor como testimonio de nuestra historia y de nuestra cultura no es apreciado ni estimado por la sociedad regional y menos por
la internacional.
157
ARTE, LENGUA Y CULTURA
En los siguientes apartados, expondré un panorama de los aspectos
legales relacionados con los archivos como memoria histórica y patrimonio
cultural; presentare una reflexión sobre la problemática antes señalada y las
repercusiones que tiene en la vida musical y cultural de México, aventuraré
una hipótesis para explicar situaciones como las descritas en este apartado y
ofreceré algunas posibles estrategias que, en buena fe, se podrían implementar
para resolver estas problemáticas.
Los archivos eclesiásticos históricos
como patrimonio cultural
Los archivos eclesiásticos son un patrimonio documental invaluable y representan una valiosa fuente de investigación histórica. En general, su valor se
incrementa en concordancia con la antigüedad de las mismas instituciones
(basílicas, catedrales, parroquias, capillas, conventos, etcétera) de las que forman parte, sobre todo, si los expedientes están bien organizados y los documentos que contienen exhiben continuidad cronológica y están en buen
estado de conservación (Vivas Moreno y Pérez Ortiz, 2015). Dado que el devenir de la historia de la música occidental está íntimamente ligado al desarrollo
de la iglesia, sus archivos constituyen una fuente crucial de información para
la conformación de la historia de la música en toda la amplitud de la palabra.
Como explican Vivas Moreno y Pérez Ortiz (2015, p. 94):
Los archivos eclesiásticos y en particular los diocesanos, que abordamos ahora,
son una inmensa fuente documental para el estudio del arte en toda su extensión. El archivo episcopal custodia principalmente documentación artística de
otras entidades, especialmente cofradías y hermandades, al tratarse de entidades menores, aunque también es cierto que podemos localizar documentación
propia referida al patrimonio artístico del que es poseedor el obispado. No
olvidemos que como sede del obispo alberga, en la mayoría de los casos, un
patrimonio artístico de considerable valor.
La propia Iglesia católica ha declarado públicamente el valor que poseen
sus archivos y ha manifestado el deseo de que se conviertan en espacios abiertos
que permitan el enriquecimiento cultural, no únicamente de investigadores,
158
Los archivos musicales históricos
sino del público en general y, especialmente, del católico comprometido.
Como explica Bravo (2020, s. p,):
Hace más de dos décadas Francesco Marchisano, en aquel momento presidente de la Pontificia Comisión para los Bienes Culturales de la Iglesia, alentó
a considerar a los archivos históricos “lugares de memoria” y “espacios de cultura” en el entendido de que en ellos se conservaba la memoria de la iglesia
católica, así como de la nación en la que esta se asentaba, pero también, considerando que través de ellos se contribuía a crear nuevas culturas.
En el ámbito internacional, la unesco ha hecho manifiesta su postura
respecto a los documentos, expedientes y archivos, como bienes culturales materiales, sobre todo, aquellos que contienen información que permite
reconstruir nuestra historia. En el artículo 1 de la Convención sobre la Protección del Patrimonio Mundial, Cultural y Natural (unesco, 1972, p. 2), se
establece que:
Para los efectos de la presente Convención se considerarán como bienes culturales los objetos que, por razones religiosas o profanas, hayan sido expresamente designados por cada Estado como de importancia para la arqueología,
la prehistoria, la historia, la literatura, el arte o la ciencia y que pertenezcan a
las categorías enumeradas a continuación: h) manuscritos raros e incunables,
libros, documentos y publicaciones antiguos de interés especial (histórico,
artístico, científico, literario, etc.) sueltos o en colecciones.
Por otro lado, los archivos eclesiásticos son propiedad de la nación. Uno de
los antecedentes históricos más antiguos de ese hecho, se remonta a la Ley
de Desamortización de Bienes Eclesiásticos de 1859, la cual, en su artículo
12 establece, entre otras cosas: “Los libros, impresos, manuscritos, pinturas,
antigüedades y demás objetos pertenecientes a las comunidades religiosas
suprimidas, se aplicarán a los museos, liceos, bibliotecas y otros establecimientos públicos” (Juárez, 1859, s. p.).
Por supuesto, la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos
incluye artículos como el 27 y el 130, que dan cuenta de la situación de la Iglesia en lo que respecta a sus bienes muebles e inmuebles (Cámara de Diputados, 2020). Por su parte, la Ley General de Bienes Nacionales (Cámara de
159
ARTE, LENGUA Y CULTURA
Diputados, 2018b, p. 34), va más allá y, en relación con la difusión de la cultura,
establece en su artículo 81, apartado X:
Autorizar el traslado temporal de los bienes muebles considerados como
monumentos históricos o artísticos conforme a la ley de la materia o la declaratoria correspondiente, para fines de difusión de la cultura, conforme al
convenio que para tal efecto se celebre, así como verificar que se tomen las
medidas de seguridad necesarias para salvaguardar estos bienes.
Finalmente, la Ley General de Archivos es muy clara en relación con el
manejo, gestión y difusión de los archivos y las obligaciones y responsabilidades que tienen los entes obligados, incluyendo la Iglesia Católica, como depositarios y encargados de su resguardo. Así, en el Capítulo 1, Artículo 6 (Cámara
de Diputados, 2018a, p. 7) establece:
Toda la información contenida en los documentos de archivo producidos,
obtenidos, adquiridos, transformados o en posesión de los sujetos obligados,
será pública y accesible a cualquier persona en los términos y condiciones que
establece la legislación en materia de transparencia y acceso a la información
pública y de protección de datos personales.
Más aún, el artículo 9 (Cámara de Diputados, 2018a, p. 7) establece criterios muy precisos que coinciden con el propósito de este texto:
Los documentos públicos de los sujetos obligados tendrán un doble carácter:
son bienes nacionales con la categoría de bienes muebles, de acuerdo con la
Ley General de Bienes Nacionales; y son Monumentos históricos con la categoría de bien patrimonial documental en los términos de la Ley Federal sobre
Monumentos y Zonas Arqueológicos, Artísticos e Históricos y de las demás
disposiciones locales aplicables.
Como puede verse, por un lado, la Iglesia católica ha manifestado una
“supuesta” disposición para abrir las puertas de sus archivos para que formen parte de la vida cultural de México y sean objeto de investigación y
difusión. Por el otro, el gobierno de México ha emitido leyes que “supuestamente” tienen como propósito, entre otras cosas, garantizar la salvaguarda
160
Los archivos musicales históricos
de los mismos, promover una gestión documental adecuada (incluyendo la
preservación por medios electrónicos) y, no sólo facilitar el acceso a los investigadores, sino impulsarlo. Así, pareciera que las partes comparten un mismo
propósito. Sin embargo, en el caso del aahao, no es así. Y es que, todo parece
indicar que no existe una completa armonía entre lo que está escrito y lo que
sucede en la vida real. Como asevera Alarcón (en García y Cottom, 2009, p. 3)
“El conocimiento puntual de los acervos y su inserción dentro del escenario
patrimonial y de las políticas culturales por parte del estado no es claro.” En
ese mismo sentido Palma Peña (2013, p. 39) explica: “En otros aspectos es
claro que las legislaciones sobre patrimonio cultural no cubren en su totalidad
las actuales necesidades de éste con respecto a conceptualización, protección,
difusión, significación y usufructo”. Y es que, como explican García y Cottom
(2009, p. 9):
El debate sobre el panorama cultural de México, que se desarrolló en el 2004,
ha confrontado a diputados y senadores con todas aquellas personas que por
un lado, defienden el patrimonio cultural y, por otro, son responsables de su
custodia, preservación y transmisión dentro de las instituciones…La cuestión
radica en que para diputados y senadores, es necesario actualizar el marco
actual vigente y, para los investigadores y trabajadores de la cultura, esas mismas reformas carecen de planteamientos correctos, si no pueden convertirse en
realidades institucionales que favorezcan el acceso social a los bienes culturales.
Así, en algunos casos, pareciera que todo queda en buenos deseos. Pero,
¿será menester aceptar ese statu quo? En el siguiente apartado presentaré una
hipótesis respecto al origen de esta desagradable situación y aventuraré algunas propuestas para atender esta área de oportunidad.
Antes de concluir este apartado, deseo aclarar, que no todos los archivos
históricos eclesiásticos funcionan de la misma manera. El Archivo Histórico
de la Arquidiócesis de Durango, al igual que el Archivo Histórico de la Arquidiócesis de Guadalajara, proporcionaron al investigador todas las facilidades,
además de un trato amable y respetuoso. Sin embargo, la aberrante negativa
por parte del ahaao despierta sospechas sobre su pertinencia, honestidad y
ética, y vuelve necesario su abordaje y denuncia.
161
ARTE, LENGUA Y CULTURA
Vinculación. El eslabón perdido entre el Estado y la Iglesia
En varias ocasiones he sido testigo del celo que los religiosos demuestran al
momento de autorizar o no una solicitud de consulta en sus acervos. Sólo por
dar un ejemplo, en ocasión de una invitación para catalogar el acervo musical
del Museo del Exconvento de Guadalupe, en Guadalupe, Zacatecas, México,
encontré la partitura de una misa para doble coro y orquesta del fraile y compositor zacatecano Francisco Luján (1824-1902). Dada la singularidad del
hallazgo, quise consultar el Archivo Histórico de la Basílica de Zapopan para
indagar más sobre ese desconocido fraile franciscano y compositor.
El día de mi primera visita fui recibido por el bibliotecario del archivo
y, cuando le expliqué de mi trabajo de catalogación, inmediatamente replicó:
“ese acervo no pertenece al museo, sino a los franciscanos”. Posteriormente, me
advirtió que el Archivo Histórico no contenía partituras, sólo algunos libros
de coro. Sin embargo, me facilitó una fotografía de Luján y me invitó a leer
sus sermones, como medio de rastrear la actividad misionera que ese fraile
había realizado durante el siglo xix. A medida que fui visitando ese acervo,
el bibliotecario me fue tomando confianza y se fue haciendo más amable. La
información sobre Luján fue surgiendo como por arte de magia, y las partituras, que supuestamente no existían, aparecieron un buen día. Así, al tomar
notas y fotografías de documentos, pude escuchar una charla entre el bibliotecario y su asistente. Un importante museo había solicitado en préstamo un
documento significativo que incluirían en una exposición. La decisión: no
prestar. El museo ya había realizado peticiones de esa naturaleza y jamás había
reconocido ni dado el crédito al Archivo Histórico. Por otro lado, no se podía
correr el riesgo de perder documentos, como ya había pasado en otras ocasiones con otras instituciones.
Tiempo después de concluir la consulta en el Archivo Histórico de la
Basílica y Convento de Nuestra Señora de la Expectación de Zapopan, el propio bibliotecario me invitó para que realizara la catalogación de las partituras
que tenían. Por supuesto, mi emoción fue enorme. Sin embargo, para poder
dedicarme a la catalogación del acervo musical, debía mediar un trámite
administrativo a través del cual el Archivo Histórico debía solicitar mi apoyo
como investigador, a fin de que mi universidad pudiera otorgarme el permiso
para ausentarme periódicamente. Ese fue el final de la invitación. Aun cuando
reiteradamente expliqué que se trataba de un mero trámite administrativo, no
162
Los archivos musicales históricos
sólo no se emitió oficio alguno por parte del archivo, sino que el tema jamás
volvió a ser mencionado.
Después de esas experiencias y de otras experiencias similares, he llegado
a la conclusión de que el celo y el temor podrían ser dos factores importantes que están obstaculizando el acceso a los archivos históricos eclesiásticos.
Desde mi perspectiva, no podría culpar ni al clero regular ni al secular, por
actuar tan cautelosamente ante las peticiones de autorización para consultar
sus acervos, y es que, como explica Díaz-Santana (2018, p. 47):
La riqueza documental de la Iglesia en Zacatecas, y otras ciudades del norte de
México, se encuentra oculta para los ojos de los investigadores. Por desgracia,
la razón de esta cerrazón eclesiástica tiene como origen el saqueo del que han
sido objeto sus colecciones, pues incluso algunos destacados historiadores
han sido acusados de haber sustraído valiosos manuscritos.
Así, las experiencias que habrán tenido explicarían su recelo y desconfianza. Sin embargo, no las justifican. No le hace justicia ni a la iglesia ni al
estado, el que esos documentos se mantengan fuera del alcance de los investigadores. Por el contrario, se priva a la sociedad de una parte importante de su
memoria histórica. Cómo afirmó el doctor Álvarez Meneses:
Revela que estamos en pañales, que estamos atrasados, que tenemos problemas de gestión y de resolución de los temas del repertorio. Es flagrante que de
la armonización coral más olvidad de Buxtehude haya ediciones, pero de las
cantatas de la Catedral Metropolitana de México de Jerusalén y Stella, o de
las obras de los polifonistas de la Catedral de Oaxaca, de Puebla, de Mérida, no
haya nada, y si hay no te lo presten, o sea, el problema es más grande de lo que
crees, y tiene un impacto en la praxis inconmensurable. El desconocimiento,
la falta de interpretación y programación de las obras, la carencia de ediciones
y otras severas problemáticas de nuestra música histórica tienen su origen en
la mayoría de los casos por el escollo de la falta de acceso a las fuentes. (R.
Álvarez Meneses, comunicación personal, 20 de enero de 2021).
Por todo lo anterior, es vital implementar estrategias que permitan que el
clero comparta su precioso legado sin temor a ser despojado de él, o a verse
despreciado o ignorado, para que los investigadores no tengamos que decir
163
ARTE, LENGUA Y CULTURA
“con la Iglesia hemos topado”. Mi propuesta: la vinculación. Es evidente que las
instituciones, al igual que las personas, tenemos áreas de oportunidad que sólo
pueden ser atendidas con la ayuda de los demás. ¿Por qué no unir esfuerzos y
superar los retos? Desde la perspectiva del autor de este trabajo, hay diversas
posibilidades de colaboración, desde la prestación de servicios gratuitos por
parte de investigadores para involucrarse en procesos especializados de catalogación de los acervos (previo el trámite administrativo antes mencionado),
hasta programas de servicio social implementados por universidades y demás
instituciones de educación superior, que podrían estar representados por
los servicios de estudiantes consistentes en fotografiar o escanear los manuscritos bajo la supervisión cuidadosa de los bibliotecarios.
Más aún, ya existen en México asociaciones que se preocupan por promover el rescate de los acervos documentales y fomentar la conciencia de los
mexicanos, respecto a la importancia que los archivos y bibliotecas tienen, para
que podamos conocer nuestro pasado, entender nuestro presente y construir
nuestro futuro. Una de ellas, es la asociación Apoyo al Desarrollo de Archivos
y Bibliotecas de México, A. C. (adabi), la cual, a través de su Coordinación de
Archivos Civiles y Eclesiásticos, tiene como propósito el rescate de los acervos
en riesgo de nuestro país, entre los que se encuentran los archivos municipales
y parroquiales (adabi, s/f).
Esta asociación ha establecido vinculaciones y convenios con diversas autoridades, tanto civiles como eclesiásticas, para proponer el rescate de
los archivos que tienen bajo su resguardo. Entre las acciones más valiosas
que ha emprendido la adabi, se cuenta la labor formativa que realiza, para que
las personas que resguardan los archivos estén conscientes de la importancia
de los acervos y de su propio trabajo. Por supuesto, la adabi contribuye con
recursos materiales y, por supuesto, proporciona capacitación especializada
para el personal. Es importante destacar que esta asociación también se involucra en proyectos impulsados por instituciones públicas del país, así como en
proyectos promovidos por archivos privados de relevancia.
Obviamente, para que exista una vinculación verdaderamente efectiva,
esta debe construirse sobre la base de un proceso planeado, sistematizado y evaluado continuamente (Gould, 1997), de tal manera que la colaboración entre los
involucrados, y el uso individual de las oportunidades que emanen de ella, se
fundamenten en la confianza mutua y las normas efectivas. Un proceso de esa
naturaleza no sólo tendría un impacto en el capital histórico, artístico y social de
164
Los archivos musicales históricos
nuestra comunidad, sino también en la economía del conocimiento, un aspecto
altamente valorado en el mundo actual.
Conclusiones
En la actualidad, más que en ninguna otra época, existen los medios y recursos
para impulsar una buena gestión documental, promover la conservación de
los acervos históricos, impulsar su estudio y fomentar su difusión. El siglo xxi
debe ser el momento para que, gradualmente, todos los archivos del país sean
digitalizados y puestos al alcance de los investigadores nacionales e internacionales. Ya se han impulsado proyectos de esa naturaleza en México, como la
Hemeroteca Nacional Digital de la unam, que permite la consulta de los acervos desde la comodidad de nuestros hogares y, más recientemente, la Biblioteca Digital de Libro de Coro de la Catedral de México y el Catálogo de la
Colección Estrada.
Sería ideal que, en un futuro cercano, México contará con acervos digitales comparables al creado por el Archivo General de Indias, en Sevilla, España,
institución que ha digitalizado la totalidad de los documentos y los ha puesto
al alcance de los investigadores. Más aún, si por alguna razón los investigadores llegaran a necesitar manipular algún manuscrito (sea para revisar una
marca de agua o para salir de dudas respecto a algún detalle), debiera existir
una página web que proporcionara todos los detalles relativos a los requisitos
a cubrir para poder hacerlo.
Es tiempo de dejar en el pasado prácticas archivísticas caducas y servicios bibliotecarios elitistas reservados sólo a aquellos que pasan el escrutinio
de los que tienen un acervo bajo su cargo. En primer lugar, las leyes y la
ética así lo establecen. En segundo lugar, la pandemia de la Covid-19 nos ha
obligado a entender que la tecnología está a nuestro servicio y que es posible
valernos de ella de manera eficiente para seguir adelante. Así, en realidad
no existen pretextos para seguir manteniendo en el olvido tantos y tantos
documentos que deberían ser puestos al servicio de los investigadores, y del
público en general, para acrecentar nuestra historia.
165
ARTE, LENGUA Y CULTURA
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ARTE, LENGUA Y CULTURA
Códigos del significado afectivo de la música
Códigos del significado afectivo
de la música
Juan Pablo Correa Ortega
pablo.correa@edu.uaa.mx
Irma Susana Carbajal Vaca
susana.carbajal@edu.uaa.mx
Introducción
La función afectiva de la música ha sido determinante para
su producción y consumo. La comunicación emocional entre
padres e infantes a través del “lenguaje de bebé” y las canciones de cuna no sólo han desempeñado un papel fundamental
en el desarrollo del niño (Cross, 2003) sino en el de la especie (Dissanayake, 2001; Mithen, 2006; Trainor et al., 2000).
La expresión, catarsis y liberación emocional conforman una
de las funciones universales de la música (Merriam, 1964). Al
menos en Occidente, su impacto en la vida cotidiana se refleja
en la autorregulación de estados anímicos y de sensaciones físicas requeridas para nuestras actividades diarias, en las cuales la
música actúa como representación de estados deseados a través
de sus rasgos acústicos (DeNora, 2000).
ARTE, LENGUA Y CULTURA
La expresión de emociones y la socialización también ocupan un lugar
central en la educación musical infantil (Hallam, 2010a, 2010b). Las historias
de músicos profesionales y aficionados contienen frecuentemente momentos
anecdóticos de experiencias emocionales intensas y decisivas durante su niñez
(Lehmann et al., 2007).
Los docentes y ejecutantes profesionales, consideran que la expresión
y comunicación de emociones es esencial para su trabajo (Karlsson y Juslin,
2008; Woody, 2000); y la experiencia estética de los oyentes se constituye de
respuestas emocionales, sean primarias o resulten de procesos cognitivos
más complejos (Brattico et al., 2009; Brattico & Pearce, 2013; Juslin, 2013a;
Panksepp & Bernatzky, 2002).
A pesar de estas evidencias, son escasos los métodos cuyo objetivo sea
descifrar el significado afectivo de la música. Correa (2020) propuso una
metodología de análisis del contenido emocional de la música para la ejecución. El presente capítulo desarrollará parte de la fundamentación teórica de
esa metodología, y su objetivo consiste en explicar el significado afectivo de la
música a partir de tres códigos indirectamente relacionados con las categorías
de signo de Charles Sanders Peirce (1994).
Con este fin, primero se caracterizará el constructo de significado emocional de la música a través de un contexto histórico y de la explicación de
un corpus teórico sobre las emociones musicales. Luego, se expondrán los
mecanismos psicológicos de respuestas emocionales a la música, el modelo
de tres códigos de significado emocional (Juslin, 2013b) sobre el que se basa
el presente planteamiento y las tipologías de Peirce. En la discusión se realizarán críticas al modelo de Juslin que conducirán a su reformulación y a una
reflexión conclusiva sobre el impacto académico de este ejercicio; lo que abona
al diseño de estrategias para atender la dimensión del significado emocional
de la música en tareas como la composición, la ejecución, la enseñanza, la formación de públicos, el diseño de terapias y la investigación.
Panorama histórico del significado afectivo de la música
A lo largo de la historia del pensamiento occidental, la música ha oscilado
entre la expresión de la belleza a partir de la cognición compleja de sus rasgos
formales y la inducción-expresión de afectos a través de la percepción directa
170
Códigos del significado afectivo de la música
de su estructura acústica. Con afecto nos referimos al término genérico que
involucra emociones, sentimientos y estados de ánimo (VandenBos, 2007);
mientras que las emociones son respuestas afectivas discretas como la tristeza
y la ira, usualmente de corta duración (Juslin y Västfjäll, 2008). Estas acepciones son relativamente recientes; históricamente, los términos pasiones, afectos
y emociones se han usado como sinónimos.
San Agustín de Hippona y Santo Tomás de Aquino desconfiaban del
arte “por sus placeres sensuales creadores de adicción, su énfasis en la belleza
terrenal y sus persistentes asociaciones con la cultura pagana; pero a la vez los
atraía su excelencia intrínseca y su capacidad de representar la belleza eterna”
(Rowell, 2005, p. 92).
Platón (2001) había postulado que armonías como el lidio tenor y lidio
bajo debían excluirse de la educación por expresar lamento. Por el contrario,
las armonías dórica y frigia conducían al hombre a la determinación y a la
mesura. Aunque la traducción de los modos no se corresponde con la nomenclatura actual, es importante entender que para Platón las estructuras sonoras
tenían un efecto directo en el ser humano a partir de las emociones o estados
de ánimo que expresaban y, probablemente, inducían.
La música pura no fue el único objeto de reflexión. “La belleza del
número, así como la armonía, acompaña, por lo común, a la belleza de las
palabras; porque… el número y la armonía se han hecho para las palabras, y
no las palabras para el número y la armonía” (Platón, 2001, p. 65). Esta jerarquía de la palabra permeó géneros profanos como el madrigal, la monodia
barroca y la ópera. Giulio Caccini (1602) se refirió a Platón en su prefacio de
“Le nuove musiche”, afirmando que el ritmo y la armonía deben adaptarse a la
palabra para mover los afectos en las almas de los oyentes. Además, para este
compositor la labor principal del intérprete era mover estos afectos.
El desarrollo de la ópera y la música instrumental, en los siglos xvii y
xviii, estuvo influenciado por el concepto clásico de la retórica y la doctrina
de los afectos. Como consecuencia, los diseños armónicos, rítmicos y melódicos comunicaban emociones específicas que eran interpretadas por los oyentes (Hill, 2008).
Esta tradición de significación emocional de la estructura musical continuó durante los siglos xviii y xix. La mímesis desempeñó un papel central
entre teóricos franceses como Rousseau y Batteaux, quienes argumentaron a
favor de una teoría naturalista, en la cual la música semejaba la entonación
171
ARTE, LENGUA Y CULTURA
expresiva de lenguaje hablado (Monelle, 2014, pp. 2-3). Su aproximación sigue
vigente y está relacionada con el código icónico del modelo que analizamos.
Schopenhauer sostuvo que:
La música consiste siempre en una perpetua alternancia de acordes más o
menos inquietantes, es decir, que excitan los deseos, y otros más o menos tranquilizadores y satisfactorios; exactamente igual a como la vida del corazón (de
la voluntad) es una continua alternancia de inquietudes de mayor o menor
magnitud producidas por los deseos y temores, y reposos con magnitudes de
la misma variación (Schopenhauer, 2009, p. 308).
No obstante, al igual que los filósofos clásicos y medievales, Schopenhauer consideraba que esta alternancia de acordes y de otras estructuras, como
el ritmo, estaban determinados por relaciones aritméticas temporales y espaciales, a través de las cuales podríamos explicar la consonancia, la disonancia
y la métrica. Por esta razón, y por no representar los objetos reales de nuestras emociones, “la música no nos causa un sufrimiento real sino que sigue
siendo placentera aun en sus acordes más dolorosos” (Schopenhauer, 2009,
p. 504). Así, Schopenhauer explicó la ambivalencia del significado emocional
de la música, que en la psicología contemporánea se ha resuelto a través de
los conceptos de emoción sentida y emoción reconocida, y de la formulación
de mecanismos psicológicos de respuestas emocionales que pueden procesar
emociones paralelas, ocasionalmente opuestas.
Uno de estos mecanismos es el de juicio estético, en el que Juslin (2019)
propone una serie de criterios -belleza, originalidad, familiaridad, virtuosismo,
mensaje, expresión y emoción- que el oyente usa tanto para generar juicios
como respuestas emocionales. De esta forma se obtiene la emoción inducida
por la estructura sonora y la inducida por el proceso racional del juicio.
Esta visión panorámica del significado emocional de la música en Occidente presenta evidencias a favor del papel central que ha tenido el efecto de
las estructuras sonoras.
El significado y función emocionales de la música son temas vigentes.
En las artes multimedia, la música da sentido y enfatiza el significado emocional de textos, imágenes y acciones (Balteş et al., 2011; Cohen, 2011; Tan et al.,
2007). Investigaciones sobre música y bienestar revelan el papel de las emociones en la regulación terapéutica de la salud psíquica y física (Bensimon et al.,
172
Códigos del significado afectivo de la música
2008; Ledger y Baker, 2007; Srinivasan y Bhat, 2013); asimismo, nuestras preferencias musicales son influidas por las experiencias afectivas (Berlyne, 1970;
Brattico et al., 2016; Hargreaves y North, 2010).
La música tiene un significado y una función emocionales interconectados por nuestra estructura biológica y la cultura; nos interesa la comprensión
del funcionamiento de la estructura biológica y cómo ésta sirve de sustento
para el modelo de códigos de comunicación musical afectiva.
Experiencias afectivas en torno a la música:
tres aproximaciones
La música induce y expresa afectos. Uno de los objetivos de la psicología de la
música de los últimos 30 años ha sido develar los mecanismos a través de los
cuales sentimos y reconocemos su contenido afectivo (Juslin y Sloboda, 2010).
Entre los principales retos de ese objetivo se encuentra la definición general de
afecto y emociones.
En términos generales, una emoción se origina en un cambio en el equilibrio homeostático del organismo, detonado por un estímulo externo -ruido,
imagen u olor- o interno -un pensamiento, un recuerdo o la sensación de
hambre-. El cambio inclina al individuo a recuperar el equilibrio perdido
(Damasio, 2019).
Se puede definir emoción como un proceso complejo que implica al
menos cinco componentes: la evaluación del estímulo, la respuesta autonómica relacionada con la homeostasis visceral, una tendencia a la acción que es
evidente en nuestro comportamiento, la expresión a través de gestos y tonos
de voz, y el sentimiento subjetivo. Sin embargo, existen diversas aproximaciones a esta definición. Para el presente es necesario tomar en cuenta dos
grandes aproximaciones.
La primera es la de las emociones básicas o categóricas (Matsumoto y
Ekman, 2009). En esta se concibe un número limitado de sistemas afectivos
como estructuras neurológicas de origen filogenético (Panksepp & Biven,
2012), o familias de emociones (Ekman, 1994), como la alegría, tristeza, miedo,
ira y ternura. Un supuesto central es que generan respuestas observables prototípicas porque cumplen con una función adaptativa determinada por la evolución (Tracy y Randles, 2011).
173
ARTE, LENGUA Y CULTURA
Este supuesto ha tratado de confirmarse a partir de estudios psicológicos
sobre la universalidad en la expresión facial (Cowen y Keltner, 2020; Ekman,
1992; Izard, 1994) y vocal, no verbal (Bryant y Barrett, 2008; Sauter et al.,
2010). No obstante, Panksepp (1998) sostuvo que, aunque los sistemas afectivos básicos —expectativa, ira, miedo, deseo sexual, juego, amor maternal/
paternal y el dolor/duelo— son producto de la evolución natural, rápidamente
se modifican por la experiencia y el aprendizaje, especialmente en animales
superiores. En las teorías de emociones básicas, la expresión y el sentimiento
de las emociones son altamente subjetivos e influenciados por la cultura, aunque la reacción primaria se origine en sistemas afectivos universales filogenéticamente determinados.
La postura de Paksepp es consistente con los hallazgos recientes de estudios comparativos de respuestas emocionales a la música entre culturas distantes. En estos se reportan respuestas universales en la activación fisiológica
del organismo, debidas principalmente al efecto de rasgos acústicos de bajo
nivel como tempo, timbre, registro y aspereza —roughness. Los estudios también muestran que las especificidades culturales e individuales se reflejan en
la valencia subjetiva (Egermann et al., 2015), la percepción de características
armónicas (McDermott et al., 2016) y las asociaciones icónicas con conceptos
extramusicales (Fritz et al., 2013) —relación entre piezas y conceptos como
agua, aves, danza, agresión, etc.
Aunque nuestras culturas musicales representan construcciones cognitivas y afectivas complejas que están lejos de ser determinadas o explicadas
por programas de reacciones afectivas primarias, su origen evolutivo puede
encontrarse en las vocalizaciones emocionales animales y en los movimientos
rítmicos que indican los estados de bienestar de los individuos (Panksepp y
Bernatzky, 2002, p. 134). Es posible que la evolución natural haga que las respuestas emocionales universales a la música dependan del grado de activación
física a causa de rasgos acústicos de bajo nivel como procesados a través de
mecanismos psicológicos de bajo impacto cultural como el reflejo del sobresalto, la sincronización rítmica y el contagio emocional (Egermann et al., 2015;
Juslin, 2013a)
La segunda aproximación está compuesta por teorías llamadas componenciales que se basan en la evaluación del objeto de la emoción y en la
reacción sincrónica de diferentes componentes afectivos. Sander, Grandjean
y Scherer (2018) propusieron un modelo que divide el proceso emocional en
174
Códigos del significado afectivo de la música
las fases de detonación y respuesta. El componente encargado de la detonación es el proceso de evaluación de un evento emocionalmente relevante, en
términos de bienestar, placer o supervivencia, y puede realizarse de manera
voluntaria o automática. A este le siguen cuatro componentes de respuesta: la
expresión, la tendencia a la acción, la reacción autonómica y el sentimiento. Es
importante señalar que el sentimiento es un fenómeno complejo producido por
la integración de redes cerebrales encargadas de monitorear las reacciones corporales -reacciones viscerales y musculoesqueléticas- y la valoración de dichas
reacciones según el contexto del estímulo que desencadenó la respuesta; además puede involucrar operaciones cognitivas complejas como el lenguaje.
Un elemento esencial en el modelo de Sander y colaboradores “es la
noción de sincronización o patrón de organización de los cinco componentes, dando como resultado un sentimiento” (Sander et al., 2018, p. 222). Cada
patrón funciona como la huella dactilar de cada emoción, de manera que teóricamente existiría una emoción por cada patrón de evaluación, aunque su
conceptualización como sentimiento esté limitado por la imprecisión del lenguaje. La existencia de palabras para representar emociones, traducibles en
diferentes culturas, se interpreta como la existencia de “emociones modales”
(Scherer, 1994). Este constructo y el de emociones básicas comparten la idea
de “familias de emociones”. La identidad filial de las emociones modales son
los patrones distintivos de sincronización. Por esta razón, situaciones evaluadas como pérdida usualmente se ubican en la familia de la tristeza, mientras
que otras evaluadas como incertidumbre y peligro estarán en la familia del
miedo. Como resultado se obtiene un número limitado de familias de emociones básicas, sin aceptar necesariamente que provengan de sistemas afectivos
filogenéticos. Estas teorías componenciales atribuyen la universalidad de las
emociones básicas a los patrones de sincronización de evaluación y respuesta
que se presentan frecuentemente en el entorno natural, independientemente
de las construcciones culturales.
Cualquiera de estas aproximaciones puede explicar nuestra experiencia
afectiva con la música. No obstante, cada una tiene implicaciones diferentes
en cuanto a las causas y mecanismos precisos de las experiencias afectivas. Las
teorías de las emociones básicas apoyan la hipótesis de que el reconocimiento
e inducción de emociones musicales como la alegría, la tristeza, la ira y el
miedo están determinados por combinaciones prototípicas de diversos rasgos acústicos en la estructura de las piezas (Juslin y Lindström, 2010). Juslin
175
ARTE, LENGUA Y CULTURA
(2013b) ha sostenido que la relación de semejanza, o icónica, entre estos rasgos
acústicos y los de las vocalizaciones humanas no verbales, seleccionadas por
de la evolución natural, nos permite reconocer de manera universal un grupo
limitado de emociones básicas expresadas por la música.
Estos supuestos son incompatibles con las teorías componenciales porque en estas la comunicación y expresión de emociones surge de un proceso
complejo de evaluación del estímulo que está fundamentado en la sincronización de los cinco componentes. Así, la música sólo podría expresar e inducir
emociones a través de la evaluación conjunta de: los rasgos acústicos de bajo
nivel, esquemas musicales (Deliège et al., 1996; Huron, 2006), información
sobre el estado interno del cuerpo en el momento de la audición y elementos contextuales -concierto en vivo, rituales y compañía-. Por esta razón, la
estructura musical per se no podría detonar emociones categóricas, sino afectos nucleares indiferenciados, caracterizados por grados de activación y valencia (Cespedes-Guevara y Eerola, 2018).
Sin embargo, estas teorías permiten entender por qué la música parece
expresar e inducir emociones básicas o modales con mayor facilidad que
emociones sociales (Behrens y Green, 1993; Gabrielsson y Juslin, 1996; Laukka
et al., 2013). Scherer y Zentner (2001) definieron un mecanismo de evaluación
que incluye la detección de rasgos acústicos de bajo nivel que, si bien no producen emociones propiamente dichas, forman parte del repertorio prototípico
de las emociones modales y pueden contribuir a la inducción de emociones a
través de la redundancia de estas señales acústicas y la cooperación con otro
tipo de evaluaciones cognitivas que se hacen más específicas entre más compleja sea la emoción.
Mecanismos psicológicos de respuestas emocionales
a la música
Juslin (2013a) formuló un modelo de ocho mecanismos psicológicos de respuestas emocionales a la música que dan cuenta del abanico de afectos que puede
significar la música. Los clasificó de acuerdo con el nivel de impacto cultural.
Alto impacto:
176
Códigos del significado afectivo de la música
•
Memoria episódica: emoción inducida por el recuerdo de un evento
extramusical que alguna vez coincidió con una pieza.
• Condicionamiento: emoción inducida por la asociación condicionada entre un evento extramusical y una pieza.
• Visiones imaginarias: emoción inducida por objetos o escenas que la
persona imagina durante la escucha.
• Expectativa musical: la emoción aflora cuando somos sorprendidos
por la violación de un esquema musical.
• Juicio estético: es el mecanismo más complejo; articula los mecanismos anteriores y otro tipo de funciones cognitivas de alto nivel, así
como significados ligados a la cultura.
Bajo impacto:
• Reflejo del tallo encefálico: emoción inducida por el sobresalto que
experimentamos ante cambios abruptos. El proceso no llega a la corteza cerebral.
• Sincronización rítmica: emoción inducida al coordinarnos voluntaria o involuntariamente con el pulso.
• Contagio emocional: la emoción es una respuesta empática y/o simpática a un estímulo musical. No es claro cómo sucede, pero es probable que tenga que ver con la similitud acústica entre la música y la
entonación vocal que denota emociones, como sugerían Rousseau y
Batteaux.
Códigos musicales de significación emocional
Dowling y Harwood (1986) usaron la taxonomía peirceana de la relación entre
el signo y su objeto de significación para explicar cómo los signos musicales
comunican emociones de manera icónica, indéxica y simbólica. En la relación
icónica “la música representa emociones […] porque las fluctuaciones entre
tensión y relajación […] reflejan la forma del flujo de tensión y relajación de
las emociones” (p. 205). Esta idea tiene una larga historia, la cual se constató
en el panorama ofrecido al inicio de este capítulo.
En la relación simbólica, “el significado de los símbolos musicales surge
del lugar que ocupan en la sintaxis de una pieza y, en términos más amplios, de
un estilo” (p. 2013). Dowling y Harwood se referían a las emociones inducidas
177
ARTE, LENGUA Y CULTURA
a través de patrones interrumpidos, es decir, expectativas violadas a través de
desviaciones sintácticas.
Aquí encontramos la primera inconsistencia con la teoría de Peirce (1994,
párr. 2.302), ya que el símbolo se plantea como abstracción pura. Por tanto,
trasciende las relaciones sintácticas de tipo indéxico; ej.: el acorde dominante
como índice de la llegada al acorde de tónica. Además, la relación arbitraria
entre el objeto y su símbolo debe estar consolidada en las interacciones culturales; no puede depender de las relaciones estructurales de una pieza en específico, como sugirieron Dowling y Harwood.
Finalmente, estos dos autores definieron el índice como la asociación de
un evento musical con un objeto o evento extramusical. De esta manera, las
emociones asociadas con lo extramusical se activarían al escuchar la música.
Estas asociaciones son condicionadas de manera arbitraria por sucesos personales o situaciones culturales, como en los mecanismos de memoria episódica
y condicionamiento.
Encontramos esta definición igualmente inconsistente con la teoría de
Peirce, en la cual las relaciones entre piezas musicales y eventos extramusicales
serían equivalentes a las relaciones arbitrarias entre conceptos y eventos; es
decir, entre los símbolos y sus objetos.
Juslin (2013b) se basó en la clasificación de Dowling y Harwood para proponer un sistema de códigos que cifran el significado emocional dependiendo
del tipo de estructuras sonoras que se procesan y del tipo de emociones que
se codifican. A diferencia de su modelo de mecanismos psicológicos, el de
códigos explica cómo reconocemos las emociones expresadas por la música,
en lugar de las emociones inducidas. No obstante, aquí proponemos que hay
una estrecha relación entre los códigos y los mecanismos psicológicos, como
se muestra en la figura 1. Argumentamos que los mecanismos de respuestas
emocionales pueden ser los mismos para reconocer emociones expresadas e
inducirlas (Eerola, 2018; Egermann y McAdams, 2013).
178
Códigos del significado afectivo de la música
Figura 1. Gráfica de integración de los modelos de códigos y mecanismos psicológicos de
respuestas emocionales a la música de Patrik Juslin. Adaptado de Juslin “What does music
express? Basic emotions and beyond”.
Códigos
Mecanismos
Complejas
Emociones
Asociativo
Intrínseco
• Expectativa musical
Icónico
Básicas
Universal
• Memorias episódicas
• Condicionamiento
• Visiones imaginarias
• Juicio estético
Cultural
• Reflejo del tallo cerebral
• Sincronización rítmica
• Contagio
Especificidad
La abscisa representa la especificidad de las emociones en términos culturales; va de las más universales a las más subjetivas. La ordenada representa
la estructura jerárquica de las emociones: de básicas a complejas, o sociales.
Por esta razón los rectángulos siguen una línea de correlación perfecta.
De acuerdo con el modelo, a través del código icónico la música comunica un número limitado de emociones básicas como la alegría, la tristeza,
la ternura, el miedo y la ira. En la adaptación de la figura 2 se indica cómo
los mecanismos activos en este código son el reflejo, el contagio y la sincronización rítmica; es decir, aquellos que procesan los rasgos acústicos de bajo
nivel: tempo, modo, articulación, ataque y timbre. Por otro lado, a través del
código intrínseco se cifran emociones menos específicas que tienen que ver
con la tensión de la espera de la resolución de un proceso de expectativa musical y con el placer o displacer al recibir lo esperado, o ser sorprendidos con
algo mejor o peor de lo esperado (Salimpoor et al., 2013, 2015). Las estructuras implicadas en este último necesitan un cierto desarrollo en el tiempo,
ya que se refiere a secuencias o patrones sintácticos procesados a través del
mecanismo de expectativa. Finalmente, el código asociativo cifra la enorme
variedad de emociones complejas. Están de por medio los mecanismos de alto
179
ARTE, LENGUA Y CULTURA
impacto cultural, a excepción de la expectativa musical, y no hay limitaciones
en cuanto al tipo de estructura musical implicada puesto que lo esencial en
este código es la asociación con lo extramusical.
A pesar de la solidez del modelo de códigos de Juslin, la adaptación de
la tipología peirceana de Dowling y Harwood sobre la que se basó presenta
áreas de oportunidad importantes que de ser resueltas ofrecerían una mayor
claridad sobre los procesos de significación emocional del modelo. Una de las
aportaciones de nuestro trabajo es lograr esta claridad a partir del análisis de
las tipologías tardías de Peirce.
Tipologías de Peirce
Si bien las tipologías de ícono, índice y símbolo son las más difundidas de las
categorías de Peirce, fue en su obra tardía cuando realmente emprendió la
taxonomía semiótica más compleja (Short, 2007, cap. 8). El fundamento de
dicha taxonomía son los modos de ser primeridad, segundidad y terceridad.
“Las típicas ideas de primeridad son cualidades de sentimiento, o simples apariencias” (Peirce, 1994, párr. 8.329). Peirce la ejemplifica con la idea de dureza
sin que esté asociada a un objeto o material en particular. Primeridad “es el
modo de ser de aquello que es como es, positivamente y sin referencia a ninguna otra cosa” (Peirce, 1994, párr. 8.328). Por el contrario, “la segundidad es el
modo de ser de aquello que es como es, con respecto a una segunda cosa pero
con independencia de toda tercera; y la terceridad es el modo de ser de aquello
que es como es, en la medida en que pone en mutua relación a una segunda
cosa con una tercera” (Peirce, 1994, párr. 8.328). De ahí que su definición de
signo consista en una relación triádica en que un tercero, el interpretante, o lo
mental, ponga en relación un segundo, el signo propiamente dicho o representamen, con un primero, que es su objeto.
En su taxonomía, Peirce divide cada componente del signo en primeridad, segundidad y terceridad. Así, el representamen se clasifica en cualisigno,
que es una cualidad o apariencia pura, como el sentimiento de dolor; sinsigno,
o cualidad asociada a una singularidad, como el dolor por la pérdida de un ser
querido; y legisigno, que se trata de una regla general, como el tipo de sentimiento causado por las situaciones de pérdida (Peirce, 1994, párr. 8.334).
180
Códigos del significado afectivo de la música
Con respecto a la relación entre el signo y su objeto, clasifica los signos en:
• Íconos. Determinados por su semejanza con el objeto (Peirce, 1994,
párr. 2.299) -una línea de correlación que representa la relación entre
dos fenómenos.
• Índices. Aquellos en relación necesaria con el objeto (Peirce, 1994,
párr. 2.305) - el humo que indica la presencia de fuego.
• Símbolos. Aquellos determinados por sus objetos en virtud de que
deben ser interpretados de manera conceptual como tales (Peirce,
1994, párr. 2.302). Estos últimos implican la existencia de convenciones que asocian el objeto con su símbolo (Peirce, 1994, párr. 335) - “$”
como símbolo de dinero.
La relación simbólica, al ser terceridad, sólo puede ser establecida por un
legisigno que también es terceridad; en cambio, la relación indéxica (segundidad) puede establecerse tanto por un legisigno como por un sinsigno, por ser
tercero y segundo, respectivamente. En el mismo sentido, la relación icónica
puede aparecer en los tres tipos de representamen.
Nuestro análisis usará las dos primeras categorías por ser suficientes para
atender las áreas de oportunidad identificadas en el modelo de códigos planteado por Juslin.
En la tabla 1 se definen los tipos de representamen a partir de sus posibilidades de relación con el objeto y se presentan ejemplos aplicados a la música.
Estas posibilidades están determinadas por las relaciones de primeridad,
segundidad y terceridad. El legisigno, al ser terceridad, es el único que aparece
en los tres tipos de relación con el objeto -icónica, indéxica y simbólica-; el
singsigno, sólo en la icónica e indéxica; y el cualisigno sólo puede ser icónico.
Se concluye que las únicas categorías que representan afectos directamente asociados con la estructura musical son las de tipo icónico y los legisignos indéxicos. Los íconos musicales representan afectos indiferenciados y
emociones categóricas debido a que la estructura sonora se asemejan a los
movimientos e intensidades que constituyen las cualidades de las emociones.
Cabe entonces preguntarse, ¿cuáles son las cualidades de las emociones? y
¿cómo las reconocemos?
Si nos referimos al modelo circunflejo de Russel (1980), podemos reconocer que los afectos medulares (Russell y Barrett, 1999) están conformados
por las cualidades genéricas de activación -pulso elevado, vasodilatación y
181
ARTE, LENGUA Y CULTURA
sudoración- y valencia -apreciación subjetiva positiva o negativa-. De esta
manera, podemos asociar un tempo ágil, un espectro armónico brillante y una
dinámica alta a un grado relativamente alto de actividad; por el contrario, un
tempo bajo, un timbre opaco y una dinámica baja se relaciona a un grado de
actividad bajo (Juslin y Laukka, 2003a). Las categorías de valencia positiva y
negativa, al ser juicios subjetivos, necesitan más elementos, seguramente provenientes de convenciones culturales. No obstante, no se puede descartar que
la valencia esté relacionada con las respuestas prototípicas de las emociones
básicas o modales que afectan no sólo a la voz, como lo propone Juslin (2013b),
sino a la expresión general y la tendencia a la acción. De esta manera, los rasgos acústicos y los patrones sintácticos de la estructura musical actúan como
cualisignos, sinsignos y legisignos icónicos afectivos porque su movimiento no
imita únicamente a la expresión vocal de las emociones, sino cualquier tipo de
movimiento y estructura sonora del entorno que ha resultado evolutivamente
relevante para las respuestas emocionales de nuestra especie. Por ejemplo:
un sonido abrupto, grave y que crece en intensidad se puede asemejar a un
cuerpo amenazador que se aproxima; un patrón tranquilizador constante, de
baja intensidad y con pocos cambios, como la corriente apaciguadora de un
riachuelo; o un patrón cambiante e impredecible, como una escena de persecución que nos remite a la ansiedad.
Adicionalmente, los signos musicales son acústicamente complejos porque tienen diversas capas. Esto también implica que, para representar una
emoción, las diversas capas del signo musical deben sincronizarse y apuntar
en una dirección (Juslin, 2012). Por ejemplo, si la emoción a representar es la
tristeza, no basta un tempo lento que imite la inactividad de la tristeza, sino
que debe añadirse una articulación en legato, ataques lentos, dinámicas piano
y de poca variación, desaceleración del pulso, modo menor, melodías descendentes y timbres opacos (Juslin y Lindström, 2010). Cada capa actúa como una
señal o una especie de subsigno que se suma para conformar un ícono musical que representa la tristeza. Juslin se ha referido a este fenómeno como un
código aditivo y redundante que asegura la comunicación emocional a través
de la música (Juslin y Timmers, 2010).
182
Códigos del significado afectivo de la música
Tabla 1. Análisis de las tipologías de Peirce, aplicado a la significación emocional de la música
Representamen
Relación
con el
objeto
Definición
Ejemplos
Cualisigno
Cualidades de la música
semejantes a las cualidades
del objeto que pueden ser una
acción, sonido o emoción.
Necesitan de un sinsigno par
funcionar como signos.
Sinsigno
Eventos sonoros o piezas
que presentan características similares a una acción,
sonido o emoción.
Tempo ágil, timbre complejo, dinámica alta, textura densa, variación
reducida, registro bajo. Si se sincronizan todos estos rasgos pueden comunicar furia y agresión.
Legisigno
Sintaxis que genera procesos
de expectativa semejantes a
las formas físicas de la acción,
sonido o emoción.
La tensión o incertidumbre como
subproductos de la expectativa, y
la resolución de una expectativa
musical que resulta jocosa por
lo absurda, asombrosa porque se
recibió algo mejor de lo esperado
o decepcionante por que se recibió algo peor de lo esperado.
Sinsigno
Indica un fenómeno físico/ Dinámica alta ☐ energía alta.
acústico.
Sonido de lastra ☐ Espectro
armónico complejo.
Icónica
Legisigno
Indica el evento esperado y
las emociones que son subIndéxica productos de los procesos de
expectativa sintácticos o condicionamientos inconscientes.
V ☐ I o Nap6 ☐ I64 – V – I
Retransición
+
tema
☐
reexposición.
“Las mañanitas” ☐ alegría y celebración automáticas.
Violación sintáctica que indica
tensión, placer o displacer dependiendo del tipo de error predictivo (positivo o negativo).
183
ARTE, LENGUA Y CULTURA
Representamen
Legisigno
Relación
con el
objeto
Simbólica
Definición
Ejemplos
Se relaciona con conceptos Rock alternativo ☐ ideología
extramusicales por conven- antifascista.
ciones culturales.
Música clásica ☐ Elitismo.
Los legisignos indéxicos son la otra categoría que podría representar emociones a través de una relación directa con la estructura musical. Estos denotan
afectos indiferenciados -no emociones categóricas- que son inducidos en los
procesos de expectativa. Por ejemplo, la tensión es inducida si el proceso de
expectativa es ambiguo o incierto; esto es, si la estructura musical no se comporta de manera acorde con los esquemas sintácticos y el oyente no puede establecer una expectativa clara. Por otra parte, las violaciones de reglas sintácticas
inducen placer o displacer, si los eventos percibidos resultan mejor o peor de
lo esperado.
Desde un punto de vista puramente estructuralista, los sonidos que
simbólicamente denominamos progresión I–ii6–V7, significan los sonidos
que denominamos I; de igual manera, un pasaje con función de retransición
seguida por la aparición del tema principal de una sonata, significa reexposición. Es decir, los legisignos indéxicos también tienen significados que no indican objetos emocionales, sino que indican otros legisignos. Sin embargo, en
el hecho musical cultural, que es el que nos interesa, los ciclos de placer neurológicos no se pueden detener durante la escucha; por tanto, la música será
necesariamente un índice de las emociones inducidas al violar o confirmar los
esquemas cifrados en el código que Juslin denominó intrínseco.
Por el contrario, si pensamos en un sinsigno indéxico, es decir, un signo
que indica un objeto, no por una convención sino por las leyes de la acústica,
la música sólo puede indicar fenómenos físicos. Por ejemplo, el sonido de
una lastra es un sinsigno indéxico de un espectro armónico complejo, más
cercano al ruido blanco que al sonido tradicional de un instrumento musical.
No obstante, si se toma como un sinsigno icónico, el mismo sonido representaría, por semejanza acústica, a un trueno, como en la antesala del preludio
de las brujas, al final de “La danza triunfal”, entre el primer y segundo acto de
la ópera “Dido y Eneas” de Henrry Purcell (véase https://www.youtube.com/
watch?v=Q3Vs3YXQp5U min. 24:12). Siguiendo el argumento de los signos
184
Códigos del significado afectivo de la música
musicales afectivos, la misma lastra podría representar agresión, por semejar
los sonidos y tamaños que caracterizan la emoción de ira; y, además, podría
convertirse en un índice de sobresalto y miedo por ser un evento totalmente
inesperado y extraño a la sintaxis y el estilo de la obra. El mismo sonido
podría convertirse en símbolo de maldad, peligro y muerte, a través de una
semiosis connotativa.
Además de describir el dinamismo de las taxonomías de Peirce, el párrafo
anterior sugiere que los símbolos musicales no pueden representar emociones
de forma directa; tendrían que hacerlo a través de conceptos, como sucede
en el mecanismo de juicio estético. Las relaciones simbólicas, como las definió Peirce, necesitan “o bien de una convención, o bien de un hábito” (Peirce,
1994, párr. 8.335) y son esencialmente conceptos (Peirce, 1994, párr. 2.302); por
tanto no pueden ser solo estructuras musicales como lo sugirieron Dowling
y Harwood. Una semiosis connotativa puede dar lugar a significados diversos de los signos musicales, pero para ser símbolos necesitan formar parte de
conceptos culturales. Las convenciones sensibles a las variaciones de la cultura hacen posible la connotación metafórica; permiten establecer significados simbólicos en relación con los objetos (Eco, 1992). La lastra como símbolo
de la maldad, necesita de una cultura conocedora del libreto de la ópera y de
los valores judeocristianos que definen bondad y maldad y los asocian a seres
infernales como las brujas que aparecen justo después del sonido de “truenos”.
Reformulación del sistema de códigos
Este análisis sustenta las inconsistencias encontradas entre la propuesta de
Dowling y Harwood (1986) y la teoría sígnica de Peirce. Consecuentemente,
revela áreas de oportunidad del modelo de Juslin.
Para Juslin, el código icónico excluye los procesos de expectativa basados
en patrones sintácticos, convenciones culturales y leyes naturales; mientras
que en la teoría de Peirce la relación icónica incluye los procesos de expectativa
que representan los legisignos icónicos. Juslin sustenta la relación icónica en la
“ley de Spencer” (Juslin y Laukka, 2003b), la cual consiste en que la expresión
vocal no verbal está determinada por el componente autonómico filogenético
de la respuesta emocional. Por esta razón, lo acústicamente icónico se refiere
a la entonación prototípica de la voz en las emociones básicas. Desde nuestro
185
ARTE, LENGUA Y CULTURA
análisis, no sólo la voz es objeto de esta iconicidad, sino los fenómenos acústicos que han sido emocionalmente relevantes a lo largo de la evolución, y cuyo
efecto ha determinado el desarrollo evolutivo de nuestros mecanismos de respuesta afectiva. Por esta razón, se podría decir que estamos biológicamente
preparados para reaccionar de manera prototípica ante ciertos estímulos sonoros del entorno natural (Ma y Thompson, 2015; Tajadura-Jiménez et al., 2010).
Por otra parte, el concepto de intrínseco, aplicado al segundo código,
puede ser confuso ya que las estructuras acústicas icónicas también son intrínsecas a la música. La esencia de este código, según los argumentos de Juslin,
son los patrones de una pieza o leyes de un estilo que generan expectativas y
que manifestamos como predicciones. Por esta razón proponemos el nombre
de código predictivo.
Otra inconsistencia relacionada con este código es que las emociones
cifradas no son definidas como las emociones categóricas. Se trata de afectos como el placer, el displacer y la sorpresa que están en un nivel aún más
elemental que las emociones básicas (Damasio, 2005). Por ende, es confuso
que este código pretenda descifrar emociones más complejas que las básicas,
como lo expresa su relación espacial con referencia al eje de las ordenadas en
la figura 2.
Finalmente, la esencia del código asociativo es la referencia a eventos
extramusicales determinados por la cultura o las experiencias personales. Por
esto encontramos más apropiados nombres como código extrínseco, referencial o contextual.
La figura 2 representa nuestra reformulación del modelo como una pirámide. En la cima se encuentra el código referencial, en el cual se cifran significados de tipo simbólico que pueden conllevar tanto la inducción como
la expresión de emociones. Enseguida está el código que denominamos
modal, que cifra emociones modales de manera icónica, incluyendo cualisignos y legisignos; es decir, representaciones por semejanza entre las cualidades
fisiológicas y la evolución temporal de las emociones, y los rasgos acústicos y secuencias sintácticas de la estructura musical. Aunque no negamos
que pueda existir una comunicación transcultural de emociones a través del
código modal, reconocemos los hallazgos empíricos que señalan especificidades culturales (Balkwill & Thompson, 1999; Fritz et al., 2013; McDermott
et al., 2016). Estos dos códigos presentan la variedad posible de emociones
musicales categóricas intersubjetivas y comunicables.
186
Códigos del significado afectivo de la música
Por debajo de estos está el código predictivo, que cifra los afectos resultantes de los procesos de expectativa. La diferencia con el código intrínseco de
Juslin radica en que el código predictivo funciona a partir de relaciones tanto
icónicas como indéxicas; es decir, imitando el flujo de los procesos de expectativa de los afectos, así como induciéndolos. Y, adicionalmente, hipotetiza la
existencia esquemas que provienen del entorno natural; por ende, no necesitan de un aprendizaje mediado por la cultura.
En la base se encuentra el código natural, que no cifra emociones o afectos, sino índices de estructuras que tienen el potencial de ser emocionalmente
relevantes. Este es el único código que funciona de manera universal, debido
a que son índices que debieron ser seleccionados a través de la evolución natural. Estas relaciones nutren los demás códigos de la pirámide, y comprenden
sonidos que denotan características como tamaño, movimiento, velocidad y
ubicación espacial de la fuente sonora (Tajadura-Jiménez et al., 2010).
Finalmente, el área verde a la izquierda de la pirámide es un código subjetivo que cifra significados no aptos para la comunicación, debido a que son
enteramente personales.
Figura 2. Reformulación del sistema de códigos.
Emociones sociales
Referencial
Subjetivo
Emociones modales
Modal
Placer-Displacer
Rasgos acústicos
de relevancia emocional
Predictivo
Natural
Personal
Cultural
Universal
187
ARTE, LENGUA Y CULTURA
Implicaciones
Esta reformulación tiene implicaciones para la investigación empírica en psicología de la música, la musicoterapia, y el análisis, enseñanza y difusión musicales.
Proponer un código natural y otro predictivo, que incluye esquemas forjados por las leyes de la acústica, requiere investigaciones empíricas que prueben
las hipótesis derivadas. Preguntas sobre la supuesta universalidad de estos dos
códigos sólo encontrarán respuestas en estudios transculturales. Adicionalmente, se debe comparar el nivel de universalidad de los afectos cifrados en el
código predictivo y aquellos del código modal, y probar, por ejemplo, si los rasgos
universales encontrados en los estudios de emociones categóricas se deben a la
universalidad de afectos nucleares que, como en las aproximaciones componenciales, son sólo el punto de partida para la construcción de emociones.
En cuanto a la musicoterapia, podría ser importante entender cómo
los códigos natural y predictivo abarcan la dimensión personal (véase figura
2), debido a que pueden existir esquemas subjetivos construidos a partir de
experiencias enteramente personales. Por ejemplo, los esquemas y las predicciones de los procesos de expectativa están determinados por los hábitos de
escucha de cada individuo. El terapista debe tener en cuenta esta variable con
el fin de diseñar el repertorio adecuado para lograr los resultados esperados
de la terapia.
En el ámbito estrictamente musical, esta reformulación dirige la atención
hacia rasgos de la estructura musical susceptibles de ser analizados y utilizados para la planeación de actividades diversas como la ejecución, la enseñanza
de la teoría y la práctica musicales, y la formación de públicos. Entender los
rasgos acústicos de la estructura como signos que permiten la comunicación
eficiente de emociones, es una herramienta indispensable para que el ejecutante profesional utilice la técnica adecuada a sus necesidades expresivas, y
para que el docente de instrumento explique de manera sistemática las destrezas técnicas adecuadas al nivel de desarrollo de sus estudiantes y a las necesidades expresivas del repertorio.
El análisis del significado afectivo de la estructura musical puede facilitar
el diseño de estrategias de difusión, que van desde la elección del repertorio
idóneo para lograr un efecto deseado, hasta el diseño de intervenciones didácticas que abarquen el rango de público esperado. Concebir la comunicación
musical, a través del efecto emocional de la estructura sonora, enmarcada en
188
Códigos del significado afectivo de la música
este modelo piramidal, permite organizar y clasificar aquellas estructuras que
son más universales y aquellas que son más específicas a un grupo cultural.
Esto le permitiría al difusor dirigirse tanto a espectros amplios de una población como a públicos especializados.
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“Don’t touch the jazz, Adorno, don’t touch the jazz”
“Don’t touch the jazz,
Adorno, don’t touch the jazz.”
Alcance y limitaciones
de la crítica adorniana al jazz
como música popular
Vicente de Jesús Fernández Mora
vicente.fernandez@ddi.uhu.es
Walter Federico Gadea Aiello
walter.gadea@ddcc.uhu.es
No cabe duda que, a la altura de 1933, con menos de 30 años
de vida, el jazz aún estaba por ofrecer lo mejor de una apretada
historia música, social, discográfica (y también política), que le
habría de hacer recorrer, aceleradamente en menos de un siglo,
buena parte del trayecto cubierto por la toda la evolución de la
música occidental casi desde sus orígenes. Y si bien es prudente
acogerse a lo que la crítica experta califica como el “agravio comparativo de asumir que la evolución del jazz iría a remolque del
desarrollo de la música occidental” (Cano, 2020), no deja de ser
cierto que la autoconciencia crítica y experimental que el jazz
asume en los años cuarenta y cincuenta lo sitúa en una posición
que lo enajena radicalmente de los formatos rígidos y técnicamente conservadores de sólo algunas décadas antes. Las melodías bailables de las célebres big bands de swing de los veinte y
treinta, encuadraras en una base rítmica persuasivamente repetitiva, con pequeños y predecibles paréntesis improvisatorios
ARTE, LENGUA Y CULTURA
para el lucimiento del solista, y apelativas de un supuesto primitivismo tribal
desplazado a los clubes de moda de New Orleans o Chicago, quizá no dejaban
presagiar la revolución de la generación de los boopers de fines de los cuarenta
o las rupturas del free jazz de los sesenta. De aquí, del bebop de Charlie Parker
o Buddy Powell, pasando por el cool, el hard, el modal, las diversas fusiones con
estilos de música popular (rock, pop, punk, folk, flamenco…) o las asunción
de hallazgos tímbricos, rítmicos, melódicos y armónicos que ya venían practicando compositores de “música seria” (Stravinski, Shostakovich, Milhaud…), a
poder, o tener, que considerar hoy día al jazz como uno de los estilos musicales
más progresistas, experimentales e influyentes de toda la música moderna. El
propio término jazz, por lo anterior, engloba problemáticamente quizá no un
género musical estabilizado y bien acotado por definiciones aislables de tratados de composición o manuales de historia, sino un mosaico de posibilidades
artísticas (desde recursos técnicos y compositivos a modelos de interpretación
y recreación) que hace difícil su amalgama bajo un solo marbete. Dificultad
terminológica esta de la que el mismo Duke Ellington era consciente en su
última época, como nos aclara Gracyk:
Es interesante destacar, en este sentido, la vacilación de Duke Ellintong sobre
el término jazz. En sus últimos años evitaba el problema de una definición
totalizante, afirmando que el jazz estaba implícito en la historia de sus ejecuciones y de sus ejecutantes” (citado por Witkin, 2000, p. 159).
Pero es precisamente en 1933 cuando Adorno daba la definitiva despedida
al jazz con la tajante solemnidad de una sentencia inapelable que anunciaba,
nada más y nada menos, que “un drástico veredicto que de hecho había sido
decidido desde hace tiempo: el final del jazz en sí mismo” (Adorno, 2018, p. 27).
La controversia acerca de las opiniones de Adorno sobre el jazz es un complejo asunto que, si bien cuantitativamente marginal dentro de la apabullante
materia adorniana, tiene ya su propia pequeña historia de escándalos y estupores. De hecho, como Witkin nos dice, dentro de las páginas que Adorno,
compositor, teórico y crítico musical escribió en referencia al jazz −él mismo
destinó a la teoría y sociología musical las muy escasas dedicadas al jazz−, “han
recibido sustancialmente más atención crítica” (2000, p. 145). Por la propia
198
“Don’t touch the jazz, Adorno, don’t touch the jazz”
complejidad de su teoría y sociología musical,1 pero muy especialmente por la
crudeza y virulencia verbal con que trata a este género, sus comentarios no han
dejado de suscitar réplicas airadas y entusiastas, pero también eruditas y muy
posiblemente intelectualmente superiores, desde que en 1933 desatara su odio
por el jazz. La ferocidad de la crítica adorniana es de sobra conocida entre los
estudiosos de la obra del filósofo y los estudiosos y analistas de la historia del
jazz, pero no deja ni por un momento de sorprender por su animosidad, pero
también por su relativo descuido, en un autor cuya prolijidad, minuciosidad y
erudición en tantos otros de sus objetos de estudio es un desafío a la atención
y cabal comprensión del texto por parte del lector. En su aproximación al jazz,
las garantías de los análisis de Adorno se ven no pocas veces desmentidas por
un apasionado prejuicio apenas disimulado. La reiteración analítica, sostenida
durante décadas, en la disección de los aspectos técnicos que caracterizan la
especificidad del lenguaje musical jazzístico, desvela un sorprendente silencio a la hora de revisar piezas o pasajes específicos que hubieran de haberle
servido para apuntalar sobre el pentagrama sus tesis (como sí hará, con puntillosa agudeza, en el género serio). Tampoco deja de perturbar la ausencia
de descripciones y datos que acrediten la escucha atenta, o simplemente un
adecuado conocimiento de títulos y álbumes, o compositores, instrumentistas
y arreglistas. Tal es el desconcierto de esta situación que, si de hecho la postura
de Adorno aturde por su agresividad, no menos punzantes y agrias han sido
algunas réplicas que el alemán ha merecido por su intransigencia. Franco Fabbri, citado por Corchia afirma que Adorno, “un intelectual de gran valor y rigor
[…] cuando se ocupaba de jazz y de popular music no se molestaba ni siquiera
de verificar las propias fuentes (como un estudiantito de primer año)”2 (2017,
p. 34). Por su parte, el musicólogo Luca Cerchiari no duda en poner en la base
de las opiniones de Adorno un sesgo de elitismo reaccionario (por otro lado,
lugar común de las réplicas a la filosofía del arte de Adorno) que distorsionaría
la objetividad de sus posiciones e impediría la justa valoración de la libertad
creativa y las posibilidades emancipadoras de la música popular: el análisis de
1
2
Las apreciaciones de Adorno sobre la música popular, estrechamente vinculadas a su rechazo al jazz, que
él considera como ejemplo paradigmático de la mercantilización y estandarización de la expresión popular
por parte de la industria cultural, son de obligado estudio en todo acercamiento moderno al fenómeno
(Corchia, 2017, p. 32). Igualmente, en lo que respecta a sus estudios de la “música seria”, Adorno es considerado “el mayor filósofo de la música del novecientos” (Matessi, citado por de Simone, 2019, p. 32).
Todas las traducciones son propias.
199
ARTE, LENGUA Y CULTURA
Adorno es “ejemplo insuperado de una crítica incapaz de salir de los límites
de un idealismo preconcebido”, que conduciría a su autor, “desde las alturas de
su perspectiva elitista e ideológica” a “algunas de las más erróneas ‘sentencias’
sobre el jazz jamás proferidas en todo el siglo xx” (citado en Marino, 2018,
p. 116). O, en definitiva, como sumaria concisión de otros ejemplos posibles, el
prestigioso historiador Eric Hobsbawm, que ejerció la crítica musical durante
más de una década, despacha el asunto con la contundencia sin dilaciones de
un incondicional amante y conocedor: “Quizá por suerte: Adorno escribió
algunas de las más estúpidas páginas jamás escritas sobre el jazz” (1998, p. 253).
La muy legítima defensa del jazz en forma de descrédito de los juicios y
vituperios adornianos quizá yerran cuando consideran las pocas páginas que
el autor frankfurtiano dedicó a este género como un interés cualitativamente
menor en su cuantiosa producción y, por eso, exterior, periférico o accesorio
a las ideas centrales que sostienen todo el impresionante armazón de su teoría
crítica. Digamos que estas ideas pudieran sintetizarse como una genealogía y
descripción y un abigarrado y complejo desarrollo de las consecuencias, en
muy diversos ámbitos del pensamiento occidental, del proceso de “autodestrucción de la Ilustración” (Horkheimer y Adorno, 1994, p. 53), su renuncia
a sus originarios propósitos liberadores y su conversión en barbarie. Esta
traición de la Ilustración a sus ideales burgueses primigenios tendrá en Auschwitz, como sabemos, la culminación de un proceso de reificación del objeto
(natural o humano) por parte de la razón degradada a mero instrumento. El
propio imperio sobre la naturaleza que justifican, como forma moderna de
la racionalidad humana, los postulados teóricos cartesiano-baconianos del
despertar de la ciencia, se retrotraen, en el caso extremo del pesimismo radical de la teoría crítica, hasta los propios orígenes del logos occidental y del
“carácter antimitológico, ilustrado, de Homero” (p. 99). En palabras de Juan
José Sánchez, el proceso de la Ilustración “se revela como un proceso de progresiva racionalización, abstracción y reducción de la entera realidad al sujeto
bajo el signo del dominio, del poder” (1994, p. 13). Y frente a esto, la utopía
de lo no idéntico –no, desde luego, en el caso de Adorno− como utopía de
praxis política ni como epifánica irrupción de violencia revolucionaria, sino
como pesimismo a veces alumbrado por destellos de energía humana esperanzada: la perseverancia, a pesar de todo, del pensamiento y de la filosofía
en la concreción de la vida y de la entidad del objeto como resistencia de lo
heterogéneo, múltiple y dinámico, excesivo e irreductible, que fractura, desde
200
“Don’t touch the jazz, Adorno, don’t touch the jazz”
la imposibilidad de su plena conceptualización, la tendencia a la asimilación
totalizante de todo por parte del sujeto cogitante, que ha transformado a la
razón en el instrumento desencantado y desmoralizado de un control uniformador. El dominio racionalizador y usufructuario de la totalidad del ser, la
lógica que gestiona la humanidad como cosa, convierten la vida en disponibilidad administrada; lógica y dominio que, bajo la perspectiva amplia de la
teoría crítica de la Escuela de Frankfurt, no fueron sorteados en la sociedad de
masas capitalista vivida en el exilio estadunidense por parte de algunos de los
miembros de la escuela, ni han sido superados en la sociedad occidental toda
posterior a la segunda guerra mundial. Una cierta continuidad inexorable o
un fatalismo inmanente a la propia estructura de la Ilustración como dominio
están en la base de la relación entre liberalismo, capitalismo monopolista, fascismo y sociedad de masas democrática, es decir, la sociedad que ha aceptado
como frontera última de su logro civilizatorio la no diferencia entre “el destino
económico y el hombre mismo” (Horkheimer y Adorno, 1994, p. 253). Bajo
estas premisas centrales, el ideario de Adorno, que en lo básico no se alteró
sustancialmente a lo largo de su vasta producción, puede ser reconstruido teóricamente, a partir de una genial y heterodoxa síntesis de diversas disciplinas,
mediante lo que Martin Jay ha llamado los “campos de fuerza” o “constelaciones” que polarizan y estructuran su obra (1998, p. 5). Véanse: la tradición
filosófica occidental en que Adorno se había educado como miembro de la
prototípico familia de la alta burguesía y de la intelectualidad universitaria
alemana de los años de Weimar; el marxismo occidental heterodoxo al que
se adscribe como uno de sus más descollantes exponentes; sus indisimuladas
inclinaciones por el modernismo artístico y las vanguardias expresionistas;
una exquisita educación musical como compositor e intérprete y como agudo
crítico y musicólogo, que tanto lo delatan como amante y entusiasta de la plenitud de la era burguesa musical en torno a Beethoven, como apologeta e integrante de la Segunda Escuela de Viena del Círulo de Schönberg y, por último,
sus intereses en la teoría freudiana, a partir de la cual elabora agudas y a veces
ingeniosas interpretaciones psicoanalíticas de los fenómenos culturales. Dentro de esta arquitectura soberbia, la posición marginal del jazz puede causar indiferencia o desdén entre quienes, no siendo especialistas de la música
popular, musicólogos o aficionados, erróneamente la confundan con sólo una
excrecencia o una frivolidad teórica, descuidada y apresurada. Tampoco ignorancia y elitismo son acusaciones infrecuentes de quienes han encontrado en
201
ARTE, LENGUA Y CULTURA
Adorno a un “mandarín marxista” (Traverso, 2010) que, con tono grueso y la
propia displicencia de su aristocratismo cultural, mistifica la música popular
y, muy especialmente, el jazz, para aplastarlos bajo la potente argumentación
de un prejuicio racionalizado y erudito. Sin dejar de reconocer que algo, a
veces no poco, de esto hay en las más violentas y simplificadoras líneas sobre el
jazz, merece la pena reconsiderar la posición, no menor, no poco importante
y en cierto modo central, que estas severas apreciaciones adornianas pudieran
adquirir bajo cierta luz en su entero sistema teórico.
Para una generación de pensadores que vivieron como espectadores y
víctimas la génesis del fascismo y el horror del Holocausto, el estupor provocado por su impensable emergencia y su terrorífico triunfo en la Europa de
entreguerras y de los campos de concentración y extermino se convirtieron
en vórtice desencadenante de la crítica, en movilizador del pensamiento, en
necesidad urgente de pensar su genealogía y sus fundamentos culturales, y
fue casi imperativo programático “dirigir la crítica contra los procesos económicos, sociales, culturales y políticos que produjeron las condiciones que
habían hecho posible Auschwitz, y que no habían dejado de existir después de
Auschwitz” (Zamora, 2009, p. 189, énfasis propio,). Los autores de la Escuela
de Frankfurt, y muy especialmente Adorno, tejen a partir de aquí, con planteamientos e hipótesis a veces intrincadas, sutiles y complejas, un tupido entramado de causaciones y conclusiones de índole sociológica, epistemológica y
estética que penden de alguna manera del fracaso civilizatorio que Auschwitz
supuso. El jazz, desde esta perspectiva extrema, encuentra acomodo en esta
lógica del horror: “Jazz y pogrom se copertenecen” (Adorno, 2018, p. 62):
ejemplo altamente estilizado de la música popular estandarizada y mercantilizada, que cuenta a su favor tanto con el trabajo mediador de una intelligentsia
aprobatoria, como con la eficacia de la difusión propagandística de la industria
cultural, representa la fuerza cultural con que penetra y se disemina en las
masas, en tanto elemento sociológico y psicológico que da forma a las mismas
y perpetúa su dominio, la legitimidad del fascismo. El jazz, según Adorno, es
uno de esos fenómenos culturales que explican, demuestran y refuerzan la
normalización y masificación de la barbarie, un producto cultural cuya cifra
estructural y aparato de socialización develan las improntas profundas y sutiles (a veces ocultas, a veces evidentes) de los mecanismos que, bajo apariencia
de lo contrario, han depauperado la autonomía del hombre, logrando lo contrario de su promesa, pero manteniéndola. La equiparación adorniana entre
202
“Don’t touch the jazz, Adorno, don’t touch the jazz”
música popular y fascismo, que muy justamente pueda parecernos (como ya
pareció a los críticos contemporáneos de Adorno) un exceso injustificable y
grotesco, “declaradamente mefistofélica” (Berendt, 2004, p. 9), sitúa al jazz
(el que Adorno hace objeto de su crítica) en una posición hermenéutica, no
periférica ni marginal, sino quizá de privilegio, desde la propia exposición
distorsionada –anamórfica, pudiéramos decir– que su autor nos ofrece, para
aproximarnos al análisis de las modalidades en que en lo cotidiano (como
música y tiempo libre) trabaja de diversas formas la alienación (no sólo fascista) del sujeto.3 De este modo, no pocos críticos de los excesos del furor del
frankfurtiano acaban concluyendo que son todavía de muy válida aplicación
algunas de las categorías adornianas para “la interpretación de los fenómenos
musicales vinculados a la industria cultural (incluida buena parte del jazz, si
bien sea solo por ser grabado, comercializado y distribuido) y entender cómo
bastantes entre tales fenómenos, ciertamente no todos, son perfectamente asimilables a ellas” (Marino, 2018, p. 137).
Decíamos arriba que Adorno inaugura su crítica al jazz con un pequeño
texto publicado en 1933. El artículo se titula “Adiós al jazz” (Abschied vom Jazz)
y su autor aquí expresa un pronóstico que no hace sino establecer, como premisa misma de su sociología de la música, un vínculo entre el hecho social y
la propia forma interna del género; ambos suscriben mediante un reflejo de
inducción recíproca entre forma musical y forma social el destino irrevocable
que el jazz se autoinflige.
El decreto que prohíbe a la radio transmitir el “jazz negro” ha establecido quizá
una condición nueva en el plano legal, pero en el plano artístico no ha hecho
más que confirmar con un veredicto drástico lo que de hecho estaba decidido
desde hace tiempo: el fin de la propia música jazz (Adorno, 2018, p. 27)
El Partido Nazi, que a principios de ese mismo año había subido al poder
del Reichstag, decretaba, desde su recién inaugurada política de propaganda
y radiodifusión, la prohibición de la emisión de esta música en Alemania;
Adorno condescendía, con cierta cruel ironía, con la represión totalitaria en
3
También, como sugiere Moench, los análisis adornianos de jazz, por su obtusa resistencia a otorgarle
posibilidades de música auténtica, pueden aportarnos claves de comprensión, “aunque sea a la negativa”
para acercarnos, primero desde lo que es “lo opuesto al arte verdaderamente auténtico” (2011, p. 5), a la
“temible tarea de explicar sus notables escritos sobre música” (Jay, 1998, p. 123).
203
ARTE, LENGUA Y CULTURA
un momento de su vida en el que, al parecer, consideraba que el exilio, como
perspectiva frente a la nueva situación política, pudiera aun evitarse: “Adorno
·esperaba ingenuamente que los nazis fueran un fenómeno un fenómeno pasajero y que él pudiera aun salvar su carrera” (Jay, 1998, p. 22). Traverso no se
muestra tan comprensivo con las vacilaciones del crítico, pues nos habla de “los
artículos indecentes que publicó Adorno en 1934 en las revistas de crítica musical «mises au pas», donde citaba a Goebbels y coqueteaba con el vocabulario
nazi (“raza”, “bolchevismo cultural”…)” (2010, pp. 187-188). Comoquiera que
fuese, este pequeño texto inaugura una serie de elementos, estudiados siempre
en la doble vía de re-presentación en lo musical de lo social (y reconfigurados
también en formulaciones psicológicas que implican el inconsciente del músico
y del escucha), que aparecerán recurrentemente en los dicterios adornianos, y
que se irán reiterando y estilizando en escritos posteriores de mayor calado.
El paralelismo o analogía que insinúa la primera frase citada entre la
dimisión extramusical en la que se sitúa un acto jurídico (plano de la legalidad; lo que es decir plano de la política o, en términos generales, plano de lo
social) y el plano artístico (o plano de la dimensión interna formal-estructural
de la obra, plano de los recursos técnico-compositivos) es la premisa de los
análisis socio-musicológicos de la crítica adorniana. Pero en el caso del jazz,
y no sólo, la perspectiva metodológica rigidiza a tal punto el esquema que la
dinámica evolutiva, tanto de la técnica como de los sujetos sociales, individuales o colectivos, que la encarnan y manipulan, acaban por “homogeneizar la
música dentro de un modelo esencial” (Jay, 1998, p. 137).
Por otro lado, y a pesar del fuerte compromiso teórico y moral que en
adelante –desde el exilio o ya retornado– Adorno mostraría en su insobornable postura antifascista, ni la consideración del jazz por parte de las autoridades nazis como “arte degenerado” (Entartete kunst), ni la sugerente y eficaz
conjunción con la radio, el cine y el cómic como emblemas de la cultura popular de la moderna, desprejuiciada e individualista sociedad estadounidense,
que, conformando y mundializando el mito de la América libre y democrática, “venido[s] de lejos, unificaba[n] a Europa bajo el signo del antifascismo”
(Bergoglio, 2007, p. 138), doblegaron ni por un momento a Adorno a exonerar
al jazz de su complicidad con el terror. Recuerda Umberto Eco que Roberto,
prototipo ficticio del joven antifascista de la izquierda italiana de los años 30,
y su generación
204
“Don’t touch the jazz, Adorno, don’t touch the jazz”
tuvieron también su música: el jazz. No solo porque era música de vanguardia,
que ello nunca sintieron distinta de la de Stravinski o Bartok, sino porque era
música degenerada, producida por negros en los prostíbulos. Roberto fue antirracista por primera vez por amor a Louis Armstrong (2001).
Veinte años después de su prematura despedida al jazz, cuando Ernst-Berendt le recuerda a Adorno que “viven en la Alemania oriental de hoy personas amenazadas únicamente porque gustan de oír o tocar jazz (2004, p. 9), el
filósofo, que en realidad nunca ha olvidado en sus textos incorporar esta circunstancia política en la coherencia del sistema de su crítica, no hace más que
recordar que las “deviaciones al servicio del conformismo” respecto de la oficialidad de la pureza estética de los regímenes totalitarios (negritud, individualismo improvisatorio, milieu lumpen y prostibularia, entre otras), que llevaron
a su reiterada persecución, no son más que manifestaciones de una apariencia
de libertad determinadas por “los presupuestos antropológicos que permiten
al jazz radicarse como fenómeno de masas: sadomasoquistas” (2018, p. 112).
Adorno vuelve al jazz en un texto de 1936, publicado en 1937 en Zeitschrift
für Sozialforschung, la revista del Instituto de Investigaciones Sociales, dirigido en ese momento por su amigo Max Horkheimer. Titulado simplemente
“Sobre el jazz” (Über Jazz), se trata del texto más largo, complejo y profundo
de los que dedicara a la temática, y en el que el autor se explaya acerca de la
técnica, subgéneros musicales, orígenes de jazz y apunta apreciaciones, que
antes no había aparecido, sobre la psicología servil del sujeto-jazz. Importa
señalar aquí la función crucial que el propio Adorno, cuando más de 30 años
después prologa la compilación de sus textos musicales de los años veinte y
treinta, otorga a este escrito en la recuperación de su propia carrera intelectual,
en un momento en el que, al menos en cierto sentido, se habrían “resuelto” las
vacilaciones a que arriba aludíamos en cuanto a su posición frente a la subida
al poder de Hitler en Alemania;
El trabajo de 1936 sobre el jazz es el primero más amplio producido por el
autor tras el estancamiento de los primeros años bajo el fascismo. En más de
un respecto el ensayo marca una ruptura: la reflexión artístico-tecnológica y el
análisis social lo considera una y la misma cosa (2008, p. 11).
205
ARTE, LENGUA Y CULTURA
Adorno se encuentra instalado en Oxford como estudiante avanzado del
Merton College (Jay, 1998, p. 22) y, desde la distancia del observador crítico
de la debacle a que se encamina el continente, decide reemprender su trabajo de
hermenéutica del horror precisamente acudiendo a las claves interpretativas
que el filósofo exiliado cree encontrar en el jazz.
Sus últimos textos dedicados expresamente a esta materia datan de 19534:
“Sobre el jazz. Moda sin tiempo” (Zeitlose Mode. Zum Jazz), publicado primero
como artículo e inserto dos años después en el volumen recopilatorio Prismas:
la crítica de la cultura y la sociedad, y la respuesta de Adorno a la réplica a
aquel que antes mencionábamos del crítico y productor musical Joachim-Ernst Berendt. Continuarán, sin embargo, apareciendo notables referencias al
jazz en obras posteriores, como su importante Introducción a la sociología de
la música, de 1962, el iluminador prólogo ya citado de 1964, o incluso algunas
anotaciones sueltas en su monumental Teoría estética, inacabada a la prematura muerte del autor en 1969. Como Bradford Robinson observa, y siendo
necesarios matices al respecto, el conjunto de textos y alusiones de Adorno
al jazz a lo largo de un arco de vida y trabajo intelectual de más de 30 años
“forman un cuerpo de material integrado e interrelacionado que puede y debe
leerse como un todo” (1994, p. 2). Recurrencias, reiteraciones, resistencia pertinaz a reacomodar sus críticas a la cambiante realidad del fenómeno y un
“carácter marcadamente continuista en la interpretación del jazz” (Marino,
2018, p. 124), nos sitúan frente a una lectura que causa irritación por la virulencia y ceguera del prejuicio que su autor demuestra pero que también se
nos impone como una desafiante exégesis en la que, una vez desbrozadas las
inexactitudes y excesos que aquel provoca, se revela uno de los más agudos y
también actuales análisis de los mecanismos alineadores de la música en las
sociedades de masas.
Pero, más exactamente, ¿qué le molestaba tanto a Adorno del jazz? La
respuesta a esta pregunta, ya sugerida, merece un amplio desarrollo que no
cabe en este contexto, pero debemos tratar de colocar un posible amago de
4
206
En italiano (Adorno, 2018) se ha recogido todos los textos (siete en total) que Adorno dedicara específicamente al jazz desde 1933 hasta 1953. La lectura conjunta de los mismos, editados por Giovanni Matteucci,
junto con los dos interesantes estudios que lo prologan y epilogan, ofrece un formidable panorama de la
sociología de la música popular de Adorno. En español, se echa en falta un volumen de semejantes características. Para el trabajo presente, se toma como fuente primaria esta traducción al italiano de Adorno y
se contrasta con las traducciones disponibles en español.
“Don’t touch the jazz, Adorno, don’t touch the jazz”
contestación en los dos niveles de la compleja propuesta del autor: por un
lado, la sociología del jazz adorniana, que inherentemente no lo distingue
de la música popular o de masas, en tanto producto estandarizado de la industria cultural y, por el otro, la estructura musical de las piezas jazzísticas, examinada bajo el enfoque formalista del autor. El resultado del puente que levanta
Adorno entre el aspecto inmanente del fenómeno y su producción y “simple
reproducción” (Adorno, 1962, p. 131) en el marco social evita la mera consideración de dos niveles con relaciones simples de dependencia generativa,
es decir, el entendimiento vulgomarxista de las relaciones infra-superestructurales con base en un determinismo unidireccional que otorga a la música y a
las producciones del espíritu la categoría secundaria y derivada de subproductos o reflejos de lo social (Hernández, 2013, p.130). El carácter asemántico de
la música, su incompetencia para la representación meramente conceptual
de la realidad social, explicita aún más en su forma artística las posibilidades de
un reflejo dialéctico no mediado por la intención o la conciencia, por lo que su
capacidad para, estructuralmente, analogizar lo que está fuera de ella, depende
precisamente de la no obstrucción de la manifestación de su carácter de producto histórico y social por barreras de su propio lenguaje. Dice Adorno que
“las obras de arte, y sobre todo las de la música, que están muy alejada de
los conceptos, representan a sociedad. Se podría decir que la música lo hace
más profundamente cuanto menos mire hacia la sociedad (citado en Jay, 1998,
p. 126). La relación entre ambos planos del binomio sociedad-cultura es de
tipo homológico, respeta las autonomías de las partes, pero ambas pueden y
deben ser analizadas como proyección estructural de la otra. En una forma de
juego de espejos cuya complejidad consiste precisamente en una dinámica de
acciones y reacciones reflexivas entre los dos niveles, ubicada en una progresión histórica y dialéctica, los constituyentes de la sociedad, los individuos, sus
relaciones entre ellos y sus relaciones con el todo social, encuentran correspondencia en el entramado de relaciones que se establecen entre los constituyentes formales de la obra musical y las relaciones de estos con la totalidad
estructural de la misma (Witkin, 2000, p. 150). Esta relación compleja, dinámica, interna a la estructura –impedida en el jazz, si bien simulada por sus
presuntas peculiaridades de fingida liberación– puede ser igualmente esclarecida por la tensión que comenta Matteucci entre materia y material, analogía
aproximativa a aquellas otra de sociedad y cultura:
207
ARTE, LENGUA Y CULTURA
En el momento en que se da una reducción a la estandarización fruitiva, que
muestra una complicación improvisatoria con fin en sí misma –que, por tanto,
no se configura como desarrollo del material, sino como retorno a una materia
“dada” como si esta fuese natural, con la consiguiente devaluación de su propio complejidad- entonces se está proponiendo ese género que Adorno tanto
estigmatiza (2019).
La estructura material de la música, algo así como su disposición formal,
es a su vez una estructura de sensibilidad o de experiencia que se establece,
en el caso ideal del arte inconformista o auténtico, en relación de no dependencia, de no simple reflejo, como arriba decíamos, respecto de la materia;
es decir en relación de problematicidad liberadora, cualquiera que la materia
de partida sea. “El material es materia históricamente significada” (Matteucci,
2018, p. 12) y, por tanto, se configura “desde abajo” (Witkin, 2000, p 150),
es decir desde las elecciones técnicas que el autor prioriza en el campo autónomo de los principios constructivos formales, y que desnaturalizarían la
música como materia ya dada, librada a la dialéctica. Desde la perspectiva
ideal del arte auténtico de Adorno, la relación entre materia y material, o la
dupla que pudiera ser correspondiente, empiria y experiencia (Simone, 2019,
p. 34), se configuran por tanto como tensión dialéctica entre, por una lado, la
sociedad y su condición autoconservadora y afirmativa de su propio estado
actual (empiria/materia) y, por otro, la producción –no reproducción– social
de experiencias de lo posible, construidas desde “la forma”, y desarrolladas en
relación negativa y emancipadora, y por tanto, revolucionaria, desde y contra
lo que es (experiencia/material).
Insistimos, el jazz, desde la perspectiva adorniana, responde sin fisura al
tipo de mercancía estandarizada producida por el mecanismo de la industria
cultural, cuyo fin es el consumo inmediato de productos culturales privados de
toda tensión de negatividad ejercida contra las cosas tal y como son, es decir,
en palabras de Rhonda Hart, la música popular “resulta afirmativa de las condiciones objetivas de las que emerge y, además, que nunca podrá ser otra cosa”
(2002, p. 160). Para Adorno, que no se toma el interés por escrutar aspectos
definidores (compositivos y/o sociológicos) de los diversos tipos de géneros
encuadrables en lo popular –los que además se muestran, desde su punto de
vista, incapaces de presentar resistencia, tanto a un nivel compositivo como
interpretativo, a los dictados de producción seriada de la industria–, caben
208
“Don’t touch the jazz, Adorno, don’t touch the jazz”
indistintamente en el patrón estandarizado de lo popular todas las modalidades jazzísticas, cualquier melodía de éxito e inclusive a veces composiciones
de música clásica que de algún modo cumplan las condiciones de “un procedimiento de fabricación en cadena que tiene estandarizadas incluso sus irregularidades” (Adorno, 1962, p. 129). La característica sustancial, por tanto, que
determina la condición de estos géneros a nivel puramente musical es precisamente la “pobreza de procedimientos” (p. 128): “estandarización y no estandarización son las fundamentales categorías contrastantes para comprender
la diferencia” (Adorno, 2004, p. 74) entre música popular y música seria, la
sumisión de todo posible aspecto innovador a la regularidad de patrones finalmente siempre respetados y, en definitiva, la total ausencia de relaciones complejas y sistémicas dentro de los elementos constitutivos de la estructura:
Con fines comparativos, podemos caracterizar la música seria del siguiente
modo: todo detalle deriva su sentido musical de la totalidad concreta de la
pieza, que, a su vez, consiste en la relación vital entre todos los detalles, nunca
de la simple aplicación de un esquema música […] Nada análogo puede
encontrarse en al popular music. No es alterado el sentido musical a sustraer
algún detalle de su contexto (Adorno, 2004, pp. 69-70)
La propia disposición de los “detalles” de la obra de musical popular
inhibe, entonces, la complejidad de relaciones estructurales del conjunto, que
se presenta precisamente como agregado de partes independientes, intercambiables y mecánicamente engarzadas, cuya relación con el todo es simplemente situacional y no funcional, lo que le impide alcanzar la naturaleza
de una estructura dinámica configurada internamente con base en relaciones
complejas de equivalencia, ya sean antagónicas o colaborativas. Pues, para
Adorno, la función emancipadora de la obra de arte está vinculada precisamente con su capacidad para expresar una dialéctica en su conformación
interna articulada entre la parte y el todo de la estructura, que a nivel de lo
social se expresa como la tensión entre el individuo y el todo social, o, en definitiva, entre la utopía y la sociedad burguesa capitalista: lo que es y lo otro de
lo que es. Este esquematismo quietista, pero que aparenta cambio y novedad,
viene, en definitiva, tanto autorregulado por la propia disposición interna de la
obra como regulado por los imperativos de la industria y las expectativas prefabricadas y administradas del público. La negatividad contra las estructuras
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ARTE, LENGUA Y CULTURA
formales heredades y automatizadas, que se verifica en la disposición libre y
espontánea de los materiales de la obra, hacen de este modo homología con la
negatividad de la lucha del individuo contra la opresión social, contra la sociedad que, sustraída a la negación, querría mostrarse a sí misma como ubicada
fuera de la dialéctica histórica y encapsulada en un bucle posthistórico de lo
“siempre nuevo y siempre lo mismo” (Adorno, 1962, p. 133). (El Fin de la Historia).5 Por eso, desde el enfoque adorniano, según lo entiende Witkin “la música
tiene que reproducir, en sus relaciones internas, el principio de estructuración
que constituye la verdadera sociabilidad e historicidad […] una praxis moral
en música significa que los elementos de la composición están gobernados
por el mismo proceso de estructuración” (p. 148). El proceso de lucha social
emancipatoria que habría de advenir, si consumado, en la supresión de la falsa
contradicción del principio de identidad, en la realización del sujeto con y en
su medio mediante la libre emergencia de contradicciones plenamente humanas y la eliminación de las tensiones y antagonismos mutilantes del binomio
individuo-sociedad, niega, por el momento, en el estado actual, la posibilidad
conciliatoria y la dialéctica del movimiento es, y sólo puede ser, negativa. El
proceso histórico es inscrito en el proceso estructurante de la obra, y la negatividad aquí se manifiesta como un conjunto de relaciones internas que son
expresión de una subjetividad artística que resiste críticamente la incorporación sumisa y pasiva de las formas artísticas históricas.
¿Dónde se sitúa el jazz en este marco de exigencia que entiende la obra de
arte auténtica como artefacto estética y formalmente concebido, pero proyectado, en su autenticidad, hacia la utopía social? Las respuestas de Adorno son
del todo denigrativas; una de las más brutales:
El sujeto que se expresa en el jazz está así diciendo: Yo no soy nada, soy una
basura, es justo que me hagan lo que me están haciendo; el sujeto del jazz es
ya potencialmente uno de esos acusados a estilo ruso que son inocentes, pero
que cooperan desde el primer momento con el fiscal y piensan que cualquier
castigo es demasiado suave para ellos (Adorno, 1962, p. 140)
5
210
La identidad de siempre lo mismo, superada toda negatividad dialéctica, alcanzará, dentro de la teoría y
la retórica liberal democrática triunfante, una de sus más célebres acuñaciones con el fin de la historia de
Francis Fukuyama, en su popular texto de 1992 del mismo nombre.
“Don’t touch the jazz, Adorno, don’t touch the jazz”
Y esto porque el jazz, en tanto música popular y solo música popular,
puede ser analizado a partir de los dos conceptos centrales que estructuran su
visión de este género, siempre en contraposición respecto de la música seria,
la única que puede llegar a ser auténticamente liberadora: la estandarización
y la pseudo-individualización, teorizados en un texto de igual modo central
para un cabal entendimiento de la crítica adorniana al jazz: “Sobre la música
popular” (On popular music), de 1941. El jazz, a pesar de que eventualmente
pueda ofrecer, en un nivel primario de la escucha, complejas demostraciones virtosísiticas de alteración rítmica o invención melódica, fruto aparente
de la libre expresión individual no dirigida, se revela, si de verdad pensado,
en lo que realmente lo convierte en un producto de música mercantilizada:
“la estandarización estructural que organiza el propio material musical, y que
hace siempre fácilmente identificable, aún bajo la superficie de los más complicados detalles, el esquema musical de base” (Santoro, 2004, p. 27).
La sumisión del jazz a los dictados de un “mecanismo de popularización
externo” (Adorno, 2004, p. 85) de la industria cultural traiciona permanentemente las posibilidades liberadoras de la auténtica música con permanentes
indicios fracasados de espontaneidad y liberación, a todos los niveles técnicos
en que la música es analizable: ritmo y síncopa, melodía, timbre instrumental, improvisación y baile. La resolución de estos atisbos de desarrollo independiente, “residuos de individualismo” (Adorno, 2004, p. 80), eventualmente
dirigidos al quiebre de las estructuras subyacentes, es siempre y finalmente la
complacencia reconciliada (y desde esta perspectiva, masoquista y autocastrante) con los patrones de los que engañosamente parecía querer emanciparse.
Estos, en último término, acaban imponiendo el mandato de una simplicidad
y monotonía dirigidas por la reproductibilidad sin fin de los formatos en serie
de la industria cultural y la voracidad autocomplaciente de la demanda de las
masas. La base rítmica sincopada o la improvisación, dos de los caracteres
musicales más distintivamente jazzísticos, suponen para Adorno una falsificación de la complejidad del proceso constructivo del arte auténtico. La síncopa como principio rítmico alcanza su propia estabilización a lo largo de la
pieza y a lo largo de escucha tras escucha; es así que la inminente perturbación
desestabilizadora del ritmo básico, que este recurso anuncia y promete como
potencialidad disruptiva, se convierte en un cliché predecible, premeditado y
administrado por el esquema fijo, “siempre marcado por la batería” (Adorno,
2018, p. 28), de modo que su previsible efecto transgresor claudica en favor de
211
ARTE, LENGUA Y CULTURA
un uso “industrialmente suavizado” (p. 795), de fácil consumo y que no “toca
jamás la monótona unidad del ritmo básico, de los tiempos siempre idénticos”
(Adorno, 1962, p. 126). La repetición hecha mercancía comercializable para
abastecer los gustos del público de masas, supone el sometimiento de las exigencias artísticas a la inercia de la industria y entones, como dice Hart, “el principio
social domina al principio estético” (2002, p. 161), la lógica del mercado domina
la “lógica composicional” y este tipo de música se convierte “en una caricatura de sus propias potencialidades” (citado por Hart, p. 160). Una de esas otras
potencialidades que antes mencionábamos es la improvisación. El esquema de
pensamiento que desarticula la vigencia de esta práctica es el mismo que el antes
apuntado para la síncopa. El veredicto de Adorno es nuevamente contundente:
“Cualquier adolescente que salga algo listo sabe hoy en América que la actual
rutina apenas da lugar a la improvisación, y que lo que se presenta en público
como improvisación espontánea ha sido aprendido cuidadosamente, con mecánica precisión” (Adorno, 1962, p. 128). Otra vez la crítica adorniana convierte
una práctica que en principio, dada la espontaneidad re-creativa surgida del
contexto irrepetible –y sólo de ese contexto en cada caso– del acto ejecutivo (la
jam session en la situación paradigmática), habría de subvertir, no sólo la disciplina de la lectura literal de la partitura, sino incluso los patrones reproductivos
prefijados por el esquema diseñado por el compositor u ofrecido por el género,
en nuevamente la estrategia insidiosa de más de lo mismo. La declinación de sus
posibilidades de asumir riesgos más allá de su mera insinuación tramposa, dada
para después retirada, una vez más apuntala la inquina de Adorno: “Si hubieran
desplegado las consecuencias de la síncopa y los impulsos rítmico-improvisatorios, entonces la vieja simetría se habría roto; y con ella la estructura armónica
tonal” (Adorno, 2018, p. 30). Y la traición, a unos originales impulsos legítimos
de ruptura estructural (pero también homológicamente social), se consuma:
“No fue así, y el hecho de que no lo fue constituyó el engaño y el ocaso del jazz”
(p. 29). Y muchas veces, lo que es peor, la improvisación se convierte en poco
más que un manierismo, un “embellecimiento o revestimiento, tras del cual el
esquema de fondo puede siempre percibirse” (Adorno, 2004, p. 74), es decir
un exhibicionismo de la explotación virtuosa del instrumento, “exhibición de un
tour de force, […], trabajo de circo” (Mateucci, 2019), que ya olvida la música
en favor su periferia trivial: el ejecutante y sus habilidades de clown.
El juicio de Adorno al jazz in toto es la exigencia de su aniquilación.
Por su rendición a los imperativos mercantilistas de la industria cultural
212
“Don’t touch the jazz, Adorno, don’t touch the jazz”
asumiendo “la reproducción estereotipada de unas fórmulas compositivas que
operan más o menos como recetas fáciles con las que encandilar al público”
(Hernández, 2013, p. 135), y, de aquí, por su incapacidad cínicamente aceptada
para salir del cerco neutralizador de la música popular, el jazz merece el veredicto inapelable de un tipo de producto cultural cómplice y sostenedor de “los
intereses del estado capitalista” (Amoruso, 2008, p. 2). Por eso, como consecuencia natural de un sistema de pensamiento construido sobre el pesimismo
y sobre la certeza de que modernidad capitalista y horror son dos caras de la
misma moneda (recordemos que Auschwitz es el último escalafón de la razón
ilustrada), “aquel que ante la creciente respetabilidad de la cultura en masa se
deje tentar y tome un bailable por arte moderno porque hay un clarinete que
grazna notas falsas, o tome por música atonal un trítono equipado con dirty
notes ha capitulado ya ante la barbarie” (Adorno, 1962, p. 135).
Este repaso sumario del dictamen de uno de los pensadores más lúcidos
y necesarios de la filosofía del siglo xx asimila los ya muy denunciados errores
sobre el jazz como consecuencias indeseables, pero quizá inevitables, del radicalismo crítico de una generación que asumió el compromiso de denunciar el
horror y la inhumanidad, desde su más recónditos resortes filosóficos, de las dos
sociedades que a Adorno, concretamente en nuestro caso, le tocó vivir: la Alemania prenazi y nazi y aquellos Estados Unidos a los que se exiliara y que, en el
periodo de prosperidad y espectacular auge económico que siguió a la segunda
guerra mundial, trasladaron el modelo de la sociedad de consumo que venían
fraguando desde los felices años veinte a todo el mundo occidental capitalista.
Por limitación de espacio no tratamos aquí de esos errores: su ceguera
frente al nuevo jazz que venían preparando Louis Armstrong y los suyos
durante los años cuarenta, frente a lo que se desencadenaría a finales de la
década con la revolución beboop, y frente lo mucho que después vendría. Las
profundas remociones que músicos de la talla de Charles Mingus, Thelonius
Monk, John Coltrane, Miles Miles u Ornette Coleman habrían de provocar
–desde una elevada autoconciencia de su posición como artistas en la historia
del arte y del imperativo de la experimentación como cláusula inobjetable de
su misma razón de ser, y de protesta social– no sólo en la historia del jazz, sino
en la propia de la música del siglo xx, analizadas tanto en las ricas y complejas
texturas internas de sus obras como en sus militantes proyecciones políticas y
sociales, desmontan uno por uno los peores argumentos adornianos, cuando a
este tipo de jazz se refieren. Esto no invalida, ni mucho menos, la vigencia del
213
ARTE, LENGUA Y CULTURA
ataque de Adorno contra las derivaciones deletéreas de la música acomodaticia
y groseramente mercantilizada, de la que posiblemente ningún género del jazz
se libró una vez emprendía su carrera de incursión en la grabación y distribución comercializadas, pues en tanto la industria cultural absorbe las innovaciones surgidas de la subjetividad, individual o colectiva, creativa y crítica, y las
amolda a unas muy exiguas exigencias de receptividad y consumo (repetitividad conformista del statu quo), a la misma vez, por las ineludibles conexiones
que el arte tiene con la ética y la política, aniquila lo que la música auténtica
tiene de experiencia liberadora y anhelo utópico por un mundo mejor.
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215
ARTE, LENGUA Y CULTURA
Educación musical intencional
Educación musical
intencional: Movilizaciones
semióticas en el proceso
de enseñanza-aprendizaje
de la dirección orquestal
Miriam Ortiz Cortés
miry.ortiz@gmail.com
Irma Susana Carbajal Vaca
susana.carbajal@edu.uaa.mx
Introducción
Desde una perspectiva fenomenológica, sustentada en la semiótica del aprendizaje (Cárdenas-Castillo, 2001), se analizó el
proceso de enseñanza-aprendizaje en un curso de dirección
orquestal. Se presentan resultados de observaciones y entrevistas realizadas durante un taller de dirección orquestal en una
institución de educación superior. El análisis logrado nos acerca
a la comprensión de los signos y los registros semióticos implicados en la didáctica de la dirección orquestal, lo que a su vez
orienta la elección de estrategias pedagógicas que sean acordes
con las intencionalidades docentes. Este trabajo se realizó en
el marco del proyecto de investigación PIE21-1 “Formación de
directores orquestales: Acercamiento fenomenológico a la propuesta pedagógica de Jorge Pérez-Gómez”, registrado ante la
ARTE, LENGUA Y CULTURA
Dirección General de Investigación y Posgrado de la Universidad Autónoma
de Aguascalientes.
Lorenzo de Reizabal (2017) señaló que la didáctica de la dirección orquestal se ha caracterizado por su empirismo. Los conocimientos son transmitidos
de manera oral, de maestro a alumno, siendo este un imitador y reproductor de las indicaciones del maestro, sin cuestionar ni justificar sus decisiones.
Esta misma autora afirmó que para dirigir una orquesta es necesario conocer
profundamente la música, pero ¿cómo llega el estudiante a tal conocimiento?,
¿cómo interactúa con la música hasta lograr tal profundidad?
Comprender en profundidad una propuesta didáctica requiere un acercamiento a las intencionalidades pedagógicas no explícitas. En esta búsqueda,
la documentación de experiencias de enseñanza-aprendizaje recuperadas
directamente de la interacción del autor con los usuarios de la propuesta ha
sido una herramienta metodológica viable (Carbajal-Vaca, 2019 y 2020). La
intencionalidad es la característica de la conciencia que nos hace responsables
de nuestros actos (Venegas-García, 2010). Este tipo de aproximación, articulada al sustento teórico de la semiótica, acerca al investigador a la comprensión de los procesos cognoscitivos que toman lugar en la educación. Analizar
los procesos de enseñanza-aprendizaje que se llevan a cabo dentro del aula de
música, a través de esta visión, ofrece la posibilidad de ajustar constantemente
la práctica del docente, quien enfrenta el reto de movilizar los registros semióticos que posibilitarán una noesis musical compleja (Carbajal-Vaca, 2018).
Identificar los múltiples registros semióticos comprometidos en el proceso es
un conocimiento que repercute en la elección de estrategias didácticas adecuadas y en la intencionalidad de las acciones educativas.
Una manera de lograrlo es participando en cursos de dirección orquestal.
Desde 2016, el doctor Jorge Pérez-Gómez1 ha contribuido en la formación de
directores de orquesta en México, mediante la impartición de cursos y talleres en
distintas universidades.2 Algunos de estos cursos han sido implementados
en el marco del Proyecto Revueltas,3 gracias a la coordinación de la doctora
1
2
3
218
Reconocido director de orquesta de origen mexicano, con una amplia y reconocida trayectoria internacional como pedagogo. Profesor emérito de la Universidad de Nuevo México.
Conservatorio de las Rosas, en 2016 y 2017; Universidad de Guanajuato, en 2017; Universidad Veracruzana, en 2019; Universidad Autónoma de Aguascalientes, en 2019.
Proyecto de varias dimensiones, cuyo objetivo principal es difundir la música del compositor Silvestre
Revueltas e impulsar su investigación mediante la coyuntura entre la Universidad de Nuevo México, la
Assoziazione Italiana Silvestre Revueltas, el Instituto de Cultura y la Universidad de Guanajuato.
Educación musical intencional
Adriana Martínez Maldonado, del departamento de Música y Artes Escénicas de la Universidad de Guanajuato. En este esfuerzo educativo, el doctor
Pérez-Gómez ha utilizado un manual de su autoría titulado Handbook of Conducting Technique (2015); de ahí el interés en conocer con mayor profundidad
la propuesta didáctica a través de un proyecto de investigación. La participación constante de estudiantes y profesores en los cursos es muestra del valor
que se ha dado a su contribución.
El curso a partir del cual se obtuvo información para la elaboración de este
análisis constituyó un módulo de continuación dentro del Proyecto Revueltas
y se llevó a cabo del 3 al 14 de febrero de 2020. Cada clase duró alrededor de
cuatro horas. Se contó con la participación de seis alumnos de las licenciaturas
en Composición e Instrumentista. El contenido del curso se desarrolló a partir
de los principios básicos de la técnica de la dirección orquestal enunciados en
el Handbook of Conducting Technique (Pérez-Gómez, 2015).
Las herramientas de recolección de información fueron observaciones no
participantes y entrevistas. Las observaciones logradas tuvieron como principal objetivo la descripción de situaciones para captar la manera en que los
participantes estructuran y organizan su propia realidad (Sabariego y Bisquerra, 2009). Las entrevistas se sustentaron en la perspectiva de Taylor y Bogdan
(2000), quienes las describen como “encuentros cara a cara entre el investigador y los informantes, [...] dirigidos hacia la comprensión de las perspectivas
que tienen los informantes respecto a sus vidas, experiencias o situaciones, tal
como las expresan con sus propias palabras” (p. 100).
Se lograron tres entrevistas: al doctor Jorge Pérez-Gómez y dos de los
estudiantes que fueron más constantes en la asistencia al curso (E1 y E2). El
objetivo principal fue describir el proceso de preparación de una obra musical
para poder dirigirla, con la finalidad de conocer cómo se lleva a cabo la interacción entre el estudiante y la obra musical sobre la base de los contenidos del
curso. Los participantes dieron su consentimiento para ser grabados en audio
y se les explicó en qué consistiría su colaboración en la investigación; declaración que fue registrada en la grabación.
En la revisión del estado del arte para el texto que aquí se presenta, se
encontró que el surgimiento y el desarrollo de la dirección orquestal como profesión se relaciona estrechamente con la historia y el desarrollo de la orquesta
dentro de la tradición musical occidental (Brandao, 2011). En el Grove Dictionary of Music, Spitzer et al. (2001) señalan que la palabra dirección adquirió
219
ARTE, LENGUA Y CULTURA
su significado actual en el siglo xix, cuando la práctica se desarrolló en su
forma moderna. Adicionalmente, de acuerdo con estos autores, la dirección
orquestal moderna combina al menos tres funciones: 1) el director marca el
compás con sus manos o con una batuta durante la interpretación; 2) el director toma decisiones interpretativas sobre las obras musicales e implementa
estas decisiones en el ensayo y en la interpretación; 3) el director participa en
la administración del conjunto musical.
En 2016, Villarreal-Rogríguez realizó un análisis del desarrollo histórico y social de la dirección orquestal como profesión en Europa y América,
con énfasis en su evolución en México durante la primera mitad del siglo xx.
Señaló que el director de orquesta, además de poseer conocimientos musicales, debe auxiliarse de aspectos extra musicales como la motivación, la lectura
del lenguaje corporal y de la gestualidad, entre otros. En esta investigación,
el autor cita las palabras de Carlos Chávez contenidas en la Revista Nuestra
Música, en 1946, respecto de la dificultad que conlleva la enseñanza de la
dirección orquestal:
¿Se debe y se puede enseñar metódicamente a dirigir orquesta? La contestación es afirmativa. Es absolutamente necesario hacerlo. Mientras más difícil y
compleja sea una materia, más se debe sujetar a un estudio metódico. Por otra
parte, es perfectamente posible hacerlo, aunque sea difícil, laborioso y costoso
(Chávez en Villarreal-Rodríguez, 2016, p. 15).
Este documento se organizó en tres apartados principales. El primero
de ellos introduce al lector en los principios de la semiótica del aprendizaje y
su relación con la educación intencional. En un segundo apartado se expone
el análisis semiótico del proceso de E-A de la dirección orquestal, en el que
se detallan algunas de las movilizaciones que podrían ser observables en este
proceso, dicho análisis se apoya en los relatos de los entrevistados. Por último,
se presentan las conclusiones del trabajo.
Semiótica del aprendizaje y educación intencional
Cárdenas-Castillo (2001) reflexiona sobre la formación de representaciones en
el proceso enseñanza-aprendizaje, centrando su atención en la comunicación
220
Educación musical intencional
no lingüística y en explorar cómo es que el sujeto transita de los procesos de
percepción a los de interpretación en ausencia de referentes culturales. Esta
perspectiva es pertinente con el análisis del aprendizaje de la dirección orquestal, ya que, como lo afirma Pérez-Gómez (2015) en la introducción de su texto,
el éxito del director radica en lograr un gesto claro y expresivo, es decir, un
complejo acto de comunicación no verbal. Por otra parte, habrá que considerar que las orquestas infantiles y juveniles están conformadas por sujetos con
referentes culturales muy diversos.
La función principal de estas orquestas es de integración social, de modo
que en ella convergen distintas realidades:
[...] se ha logrado involucrar a cientos de niños y jóvenes, muchos de ellos de
extracción humilde y en situación de vulnerabilidad. Las orquestas escuela se
han convertido en refugio para muchos de ellos, donde han podido encontrar
un espacio de esparcimiento y a la vez de superación y de distracción del ocio
y los vicios. Así, las orquestas-escuela han sido instrumentales para generar un
sentido de comunidad que ha contribuido a la reconstrucción del tejido social
(Capistrán-Gracia y Reyes-Sosa, 2020).
Ante este contexto, comprender cómo ocurre una representación semiótica será fundamental para el director de estas agrupaciones de jóvenes. Este
contexto educativo implicará retos distintos a los que enfrenta el formador de
directores en el ámbito universitario, pues estos estudiantes ya disponen de una
“noesis musical compleja” (Carbajal-Vaca, 2014).
Cárdenas-Castillo (2001) despliega las nociones peirceanas de primeridad (Firsthness) –caracterizada por la presencia de una sensación de diferencia o “relación de alteridad (identidad/oposición)” entre sujeto y objeto–, de
segundidad (Secondness) –cuando tiene lugar la comparación entre el sujeto
y el objeto– y, de terceridad (Thirdness) –que conduce a la elaboración de
inferencias– y llega a la conclusión de que la inferencia, sostenida principalmente por la comparación y supeditada a un razonamiento lingüístico,
no es posible lograrla de manera natural. Subraya que es a partir de estos
tres primeros momentos en el proceso de aprendizaje que se desencadena
un complejo proceso de representaciones semióticas, es decir, operaciones
cognitivas cuyo resultado es almacenado en signos, pero estos no son necesariamente lingüísticos.
221
ARTE, LENGUA Y CULTURA
Una de las tareas que cumple la semiótica cognitiva de la música es estudiar la manera en que las representaciones semióticas musicales se forman en
la interacción entre el sujeto y el objeto “música”. Como docentes, la consideración sobre las representaciones de las que dispone el sujeto permite dotar de
intencionalidad a las acciones pedagógicas.
De acuerdo con Searle (2004), la intencionalidad es una característica
de los actos del habla del lenguaje y, al mismo tiempo, de la actividad de la
mente humana, a través de la cual se dirigen hacia (o sobre) objetos o estados
de cosas en el mundo. Por tal razón, la intencionalidad pedagógica surge de
razonamientos lingüísticos que no necesariamente han sido explicitados en las
propuestas didáctico-musicales, porque estas se articulan, principalmente en
notación musical, cuyos significados se han ido sedimentando principalmente
mediante el acto de “musicar” y, en menor medida, mediante el habla.
Estudiar propuestas didácticas como la del doctor Jorge Pérez-Gómez
y procesos de enseñanza-aprendizaje como el que aquí se analiza, nos guían
hacia una mejor comprensión de la relación entre el qué y el cómo en la enseñanza de la dirección orquestal y sus intenciones o propósitos pedagógicos, es
decir, el por qué y para qué de esa enseñanza, lo cual nos remite al concepto de
intencionalidad, el cual ha sido considerado tradicionalmente dentro del discurso pedagógico como un elemento constituyente del concepto de educación.
Blanco (1994) señala que la enseñanza es una actividad intencional. Para
García-López (1986), la intención educativa implica asignar una dirección al
proceso educativo con una finalidad o propósito determinado. No se pretende
en este trabajo dilucidar el concepto de intencionalidad educativa. Nos apoyamos, por el momento, en el concepto de García-López, quien propuso la
expresión educación intencional.
Analizar el concepto de educación intencional, partiendo de la relación
entre conciencia y mundo, nos sitúa más allá del planteamiento de intenciones
como objetivos y nos acerca a una configuración del aprendizaje que contempla una conciencia activa, que considera las interacciones, la intersubjetividad
y el sentido de la educación. Es desde esta perspectiva desde donde surge la
necesidad de comprender cómo el ser humano se relaciona con la música. Una
de las disciplinas que permiten esta comprensión es la semiótica musical.
Carbajal-Vaca (2014) propuso una caracterización del sistema semiótico musical para comprender las movilizaciones semióticas que ocurren
en el proceso de enseñanza-aprendizaje del piano. Esta caracterización se
222
Educación musical intencional
fundamentó en la teoría de Raymond Duval y de Charles Sanders Peirce y
describe la movilización de al menos ocho sistemas semióticos en el proceso
de enseñanza-aprendizaje de la música: 1) gráfico, 2) acústico, 3) estético-expresivo, 4) estructural, 5) cinético, 6) numérico, 7) lingüístico y 8) figural-espacial. Partiendo de esta caracterización, a través de la teoría de los signos
de Peirce, Carbajal Vaca realizó una descripción detallada de las activaciones
semióticas y conversiones sígnicas en el contexto de la enseñanza-aprendizaje
del piano, conformando una matriz de análisis semiótico: el modelo semiótico
Duval-Peirce.
Análisis semiótico del proceso
de enseñanza‑aprendizaje de la dirección orquestal
En la dirección orquestal entran en juego la imaginación y la reproducción,
elementos a los que Scherchen (1992) se refiere para explicar la manera en
que el director de orquesta realiza en su mente una representación sonora
y visual sobre la obra antes y durante la ejecución musical. Es en este plano
donde la semiótica de la música nos permite comprender qué cogniciones
son las que el estudiante de dirección orquestal activa, cómo se transformaría
una representación en otra y de qué manera el docente de dirección puede
guiar al estudiante a lo largo del proceso de enseñanza-aprendizaje. La base
de este proceso semiótico es lo que Duval conceptuó como conversión (Carbajal-Vaca, 2014, p.190).
Pérez-Gómez (2015) establece que un análisis de los principios básicos
de la técnica de dirección orquestal debe contemplar la relación entre movimiento y respiración, además de la claridad comunicativa del director hacia
el ensamble. A continuación, se detallan algunas de las movilizaciones que
podrían ser observables en el proceso enseñanza-aprendizaje de la dirección
orquestal. Algunas de ellas se evidencian en los relatos de los entrevistados.
Se parte del hecho de que los estudiantes universitarios disponen del sistema semiótico lingüístico de su lengua materna –amplio y estable– y también
de otros sistemas –no tan sólidos– conformados por lenguas extranjeras. Probablemente el primer acercamiento que el estudiante de dirección orquestal
tenga con una obra musical sea a través del registro semiótico acústico. La
noesis musical en ese momento podría ya ser compleja porque el estudiante
223
ARTE, LENGUA Y CULTURA
dispone de una formación musical previa; sin embargo, como director, requerirá activar otras cogniciones y propiciar otras conversiones.
Un director activa el sistema semiótico lingüístico para acceder a información escrita sobre la obra, sobre el autor y sobre el contexto histórico y geográfico en el que se creó. En este comienzo del proceso, se puede acceder a una
representación lingüística del nombre del autor, el nombre de la obra, indicaciones expresivas y de tempo escritas en la partitura, entre otras. Aquí el sujeto
hace uso de las representaciones previas disponibles, pero también se acercará
a conceptos lingüísticos que tendrá que conocer con mayor profundidad.
Una de las estudiantes entrevistadas refirió que además de investigar el
contexto de la obra, lo primero que hace al estudiarla por primera vez es escucharla, lo cual reafirma la idea de que la primera activación es acústica, seguida
de la lingüística: “[…] al momento de escucharla, saber lo que yo siento para
saber qué voy a querer comunicar” (E1, 13/02/2020).
Como ejemplo, referiremos la obra Ocho por radio, del compositor Silvestre Revueltas, que fue una de las obras trabajadas durante el curso. En el
enlace colocado a pie de página4 se puede escuchar esta obra interpretada por
la Orquesta Filarmónica de la unam, con Iván López Reynoso en la dirección.
En un primer momento, el alumno accedería a una representación lingüística
sobre el nombre de esta obra y este autor, haciendo uso de la información, ya
sea previa o sea reciente, sobre estos elementos y sus contextos histórico y geográfico, pero habrá que asegurar que la comprensión lingüística del título de la
obra no se quede en la superficialidad, pues este tiene implicaciones interpretativas, como lo señala el musicólogo Julio Estrada (2013, p. 17). Por su parte,
el doctor Pérez-Gómez reconoció la importancia de identificar el propósito
para el que una obra se escribió: “[…] comprender quién la escribió, en qué
circunstancias, con qué propósito y entender un poco del contexto cultural de
lo que vivía el compositor que la escribe” (Pérez-Gómez, 13/02/2020).
El musicólogo Gérard Béhague (citado en Brennan, 2020) señala respecto
del título de Ocho por radio que esta obra puede hacer alusión a ocho minutos de música para radio u ocho músicos transmitiendo, que es el título que
suele darse en inglés a esta obra: Eight musicians broadcasting. Brennan (2020)
relata la anécdota detrás del título; señala que a Revueltas le fue solicitado
componer una obra breve para ser transmitida en un concierto radiofónico,
4
224
Véase https://www.youtube.com/watch?v=gJs15ftoH-c&feature=youtu.be
Educación musical intencional
por lo que echó mano de los músicos disponibles en ese momento, que eran
dos violinistas, un violoncelista, un contrabajista, un clarinetista, un fagotista,
un trompetista y un percusionista. De esta manera, adaptándose a los recursos
disponibles, Revueltas creó Ocho por radio, destinado a ese conjunto instrumental tan específico.
Otra de las movilizaciones observadas en el curso se relaciona con el sistema semiótico estructural. El estudiante divide la obra en secciones principales o movimientos. Probablemente accede a una representación estructural
en la que fragmenta la obra dentro de un todo y asigna un sentido a cada una
de las secciones o movimientos.
Luego de eso, dependiendo de la solidez de formación teórica, el estudiante comienza un análisis armónico que corresponde con la división por
secciones realizada anteriormente, con lo cual se genera un panorama de la
estructura armónica de la obra. En este momento, nuevamente el estudiante
podría acceder a una representación estructural de mayor alcance, que permitiría una comprensión sobre las frases, los motivos que se repiten y los elementos estructurales que dan cohesión a la obra.
En Ocho por radio, el estudiante podría identificar, por ejemplo, que
la obra consta de tres secciones principales: allegro-lento-allegro, también
podría reconocer el motivo melódico con el que inicia la trompeta y el ostinato
rítmico en la percusión, que comienza a partir del séptimo compás (escuchar
minuto 1:22 del enlace sugerido anteriormente).
Dado que los participantes observados eran estudiantes universitarios,
en el análisis armónico que se mencionó anteriormente, se infiere que estarían en condiciones de significar los acordes en términos numéricos, es decir,
de activar el registro semiótico numérico. Este registro también se activaría al
comprender el esquema de compases y al ubicar el esqueleto rítmico. En Ocho
por radio, el estudiante reconocería el esquema de compases que comienza en
6/8, ubicaría el esqueleto rítmico y podría pensar en dividir en octavos cada
pulso. Aquí la activación numérica podría detonar un proceso de conversión
de signos acústicos que permitirían una comprensión más profunda de la
estructura. Enfaticemos que la noesis musical compleja se logra precisamente
en la coordinación de registros distintos.
Reconocer las activaciones permite focalizar acciones concretas de práctica y de estudio. Por ejemplo: el estudiante identifica aspectos rítmicos y
melódicos en la música, lo cual le permite entender cuáles son las posibles
225
ARTE, LENGUA Y CULTURA
dificultades rítmicas para él como director y también para el grupo. En esta
parte del proceso, es posible la formación de representaciones acústicas. Si
el estudiante-director detecta la necesidad de realizar indicaciones al grupo
en cuanto a las dificultades rítmicas o melódicas, probablemente haga uso de
representaciones lingüísticas.
En sus clases, el doctor Pérez-Gómez hizo uso de las representaciones lingüísticas para exponer aspectos históricos y relativos al contexto de las obras
que fueron estudiadas en el curso. En una de las clases el profesor enfatizó en
los elementos expresivos contenidos en las obras de Revueltas, que provienen
de sonidos cotidianos en contextos mexicanos, por ejemplo, los sonidos de
vendedores en los mercados o los sonidos de las ferias.
Roberto Kolb, musicólogo reconocido por sus investigaciones sobre Silvestre Revueltas, apunta que en Ocho por radio “escuchamos gran cantidad de
melodías ‘populares’ de ‘fuerte sabor mexicano’: tipos expresivos que aluden
a determinados signos convencionales del nacionalismo musical (por ejemplo, expresiones de ‘lírica infantil mexicana’, ‘música precortesiana’, ‘música de
mariachi’ y otros)” (2006, p. 264).
Con este conocimiento, el estudiante podría acudir a representaciones
previas sobre estos elementos expresivos de melodías “populares”. Por ejemplo, la llamada de trompeta con la que comienza la obra (minuto 1:15 del enlace
sugerido anteriormente).
Imagen 1. El doctor Pérez-Gómez da indicaciones a los estudiantes durante el curso de dirección orquestal.
226
Educación musical intencional
Una de las intencionalidades centrales en la propuesta pedagógica del
doctor Pérez-Gómez es el canto. Las observaciones realizadas a lo largo de las
clases dan cuenta de que el canto constituye la actividad a la que se dedica
la mayor parte del tiempo transcurrido en clase. Cantar es importante para
interiorizar lo que está escrito, permite internalizar el ritmo y el pulso. De
acuerdo con lo expuesto en clase por parte del profesor, el acto de cantar permite la toma de decisiones en cuanto a los matices y el tempo que van con la
idea musical. Cantar permite tener clara la intención, la dirección o el peso
(la inflexión). Permite también que lo cantado se vuelva natural y da paso a la
posesión de convicciones con respecto a la obra.
El canto, como una herramienta que utiliza el director para la comprensión de la obra, está ligado a la respiración y, para lograr la comunicabilidad
con la orquesta, habrá de coordinarse con la gestualidad. Esta concatenación
de movilizaciones de signos acústicos y corporales se comprende como una
intencionalidad explícita de Pérez-Gómez que, aparentemente, está dispuesta
claramente en la introducción del manual.
The conductor’s non-verbal communication is complex. The successful conductor communicates through a clear and expressive gesture, understanding
the essential relation between conducting and breathing. […] This connection,
on the other hand, will allow the ensemble to interpret the conductor’s functions, and he/she will realize that contrasting gestures are essential for the clarity in the ensemble’s perception of his/her intentions (Pérez-Gómez, 2015, p. 2).
Pese a esta claridad en la verbalización, Perez-Gómez enuncia una complejidad para lograr la comunicación no verbal, la cual, desde el punto de vista
de la semiótica de Raymond Duval, podría explicarse en el concepto de conversión de Raymond Duval. ¿Qué activaciones semióticas realiza el músico
de una orquesta hasta percibir el gesto del director como claro y expresivo y
comprender su intención?
Una estudiante verbalizó su proceso semiótico del canto de la siguiente
manera:
[…] esto de cantar me sirve mucho porque, como digo, da la inflexión de la
frase; entonces, a veces, yo al cantar, la inflexión de mi voz comunica a mi
cuerpo y es donde sé que puedo lograr esa expresividad […] la voz nos da
227
ARTE, LENGUA Y CULTURA
muchas herramientas para poder transmitir eso que de cierta forma podemos
dominar porque es nuestro […] la idea en la mente pasa de la voz al cuerpo y
del cuerpo al grupo y del grupo al público (E1, 13/02/2020).
Esta descripción evidencia movilizaciones cinéticas y estético-expresivas
que abren paso a la comprensión de una obra. El doctor Pérez-Gómez puntualiza cómo el acto de cantar da paso a la adquisición de convicciones:
[…] siempre cantar desde el inicio, ya sea el esqueleto rítmico o la construcción melódica para poder empezar el proceso de internalizar y construir una
relación con convicción con la obra; y entonces estar listo ya con ese grado
de convicción de poder demostrarle al grupo la intención en relación con
los aspectos prácticos […] cantar las melodías con dirección sabiendo cuál
es el clímax de la frase, los puntos de relajamiento […] cuando pueden cantar en detalle el material […] entonces ya están listos para dirigir esta obra
(Pérez-Gómez, 13/02/2020).
Imagen 2. El doctor Pérez-Gómez enfatizando en clase la importancia del canto.
228
Educación musical intencional
Avanzado el proceso, el estudiante convierte los esquemas de compases,
sabe cómo dibujarlos –representaciones cinéticas y gráficas– e incorpora de
manera física el movimiento del dibujo del esquema de compases.
La estudiante explicó lo siguiente: “[…] dibujar los esquemas, sí lo
empiezo; por ejemplo haciendo solamente el dibujo sin ninguna intención o
rebote ni respiración. […] una vez que ya interioricé todo esto ya puedo meter
el gesto con la melodía” (E1, 13/02/2020).
Lo anterior apunta a que en un primer momento hay una representación
cinética más simple y a medida que el proceso avanza se incorpora el gesto
y la respiración para poder comunicar la intención. Sousa (1998) afirma que
hay gestos específicos a los que tanto director como orquesta atribuyen ciertos
significados, por lo que se hace presente la necesidad de que el estudiante se
encuentre familiarizado con tales gestos. Desde la perspectiva fenomenológica
de Alfred Schütz (1964), en la ejecución musical conjunta se debe lograr una
relación de sintonía mutua, para experimentar la noción nosotros. Así, lograr
esta construcción colectiva entre los miembros de una orquesta es el reto principal del director.
Se entiende que cada obra representa una gama de retos de comprensión
musical para el director que después debe ser comunicada a la orquesta. En
Ocho por radio, por ejemplo, un primer reto para el estudiante podría ser identificar que el comienzo de la obra y la mayor parte de ella se desarrolla bajo un
esquema de 6/8 y tendría que asegurar, de manera cinética y gráfica, los puntos
en donde el compás cambia a 3/8 o 5/8.
En relación con las movilizaciones cinéticas, el doctor Pérez-Gómez pone
especial atención en que los estudiantes se den cuenta a través de una memoria motriz de que hay ciertas restricciones de movimiento. Llama la atención
que, a pesar de que los estudiantes disponen de una comprensión musical
amplia, en el proceso de enseñanza-aprendizaje de la dirección orquestal sigue
habiendo un lugar primordial para la imitación. Una de las estudiantes refirió
que la imitación constituye un indicador acerca de su nivel de comprensión
sobre el contenido de una obra.
[…] de hecho yo le digo al maestro que a mí me ayuda muchísimo imitarlo
porque siento que a veces este tipo de conceptos causa un poco más de conflicto si uno trata de explicarlos con palabras. […] Si los imito y puedo hacerlo,
229
ARTE, LENGUA Y CULTURA
sé que ya lo puedo dominar, porque hay veces que he tratado de imitar algunas
cosas y ya cuando me atoro sé que no está entendido del todo (E1, 13/02/2020).
Esto confirma la necesidad señalada por Cárdenas-Castillo sobre la necesidad de estudiar formas comunicativas no verbales, una necesidad que ha
sido descuidada en procesos de alfabetización porque se ha dado prioridad a
lectoescritura verbal y numérica, pero que, como lo muestran los estudiantes,
no puede ser ignorada en un proceso de formación musical.
Un estudiante hizo referencia a las observaciones que el profesor realizó
durante la clase que muestran el dominio que el doctor Pérez-Gómez tiene en
la comprensión de signos no verbales:
[…] lo hago yo solo y a veces él es muy observador [el doctor Pérez-Gómez],
cree uno que no lo está viendo, pero sí lo ve. De repente yo lo estoy haciendo y
cuando él está hablando de otra cosa me dice: ¡ven! (E2, 13/02/2020).
Durante las clases del doctor Pérez-Gómez, la imitación estuvo acompañada de observación. Con regularidad el profesor escuchó y observó a sus
estudiantes durante la imitación para corregir errores de postura o errores
técnicos, acciones que constituyen un esfuerzo intencional para confirmar o
reafirmar la construcción de significados comunes. Al respecto Uc-Mas (2008,
p. 59) señala que “la diferencia entre dar por hecho la posesión común de significados y verificar esa posesión radica en el esfuerzo consciente de uno o de
ambos interactuantes en confirmar esa construcción común”.
El doctor Pérez-Gómez afirmó que el lenguaje corporal puede indicar
que el alumno aún tiene dudas:
[…] a través de las preguntas que me hacen me puedo dar cuenta si han incorporado la idea a su arsenal de ideas para poder presentar la obra y, en parte,
también con este lenguaje corporal, esta expresión que me dice si todavía tienen dudas […] cuando les pido que me canten, también ahí y cuando tengo
que seguir regresando a los aspectos básicos del esqueleto rítmico, por ejemplo, quiere decir que no están listos […] (Pérez-Gómez, 13/02/2020).
230
Educación musical intencional
La capacidad de dar las entradas de cada instrumento, ubicando dónde se
encuentran dispuestos físicamente en el grupo requiere de una representación
figural-espacial en estrecha relación con una representación acústica.
Una estudiante señaló que para llegar al punto en donde sabe dar las
entradas primero debe tener un conocimiento íntimo de la obra:
[…] y a partir de ahí, que uno tiene muy bien pensado, esto continúa lo que es
dar las entradas, saber a quién hay que ver en cierto momento y todo este tipo
de cosas y ya que se llega a tal conocimiento tan íntimo de la obra se puede dar
uno el lujo de modificar hasta el esquema (E1, 13/02/2020).
En el contexto de los estudiantes que son directores en orquestas-escuela
con niños en educación básica, la dirección orquestal implica el conocimiento
de varios instrumentos, según explica uno de los estudiantes entrevistados que
dirige una orquesta infantil:
[…] a veces tenía que agarrar el chelo o la viola para ver cambios de posiciones,
de digitaciones, de ligaduras, lo que era más fácil para ellos; yo tenía que tener
ya una idea en la clase y en cuestión general sí tenía que estudiar dónde cambia
la velocidad, dónde cambia un carácter, ese tipo de situaciones las tenía que
estudiar (E2, 13/02/2020).
Siguiendo con el proceso, llega el momento en que el estudiante ubica el
esqueleto rítmico (sabe dividir en octavos cada beat o pulso) y el contenido
melódico (qué instrumentos participan, cómo comparten la melodía), esto
le permite tomar decisiones relativas al tempo y comienza a cantar ya sea el
esqueleto rítmico o la construcción melódica, probablemente accediendo a
representaciones acústicas. En esta etapa del proceso, se evidencia que el estudiante recurre a representaciones estructurales, numéricas y cinéticas.
Una vez que los aspectos que se han descrito a lo largo del proceso están
interiorizados, el estudiante incorpora el gesto con la melodía y a partir de ahí,
posee convicciones y es capaz de demostrar al grupo su intención sobre los
aspectos prácticos: las entradas, transiciones, el tempo, el ritmo, etc. Para ello,
posiblemente el estudiante ya haya hecho uso de representaciones cinéticas,
que le permitan exteriorizar su intención mediante la activación del registro
estético-expresivo.
231
ARTE, LENGUA Y CULTURA
Ante las preguntas: ¿en qué momento te das cuenta de que ya te apropiaste de la obra, ¿cómo te das cuenta?, los estudiantes respondieron:
[…] el maestro nos lo repite muchas veces en la clase, cuando ya lo podemos
cantar con inflexión, total inflexión, saber con qué matiz vamos a empezar,
en qué tiempo debemos entrar o salir, cuando uno ya lo puede cantar, dice él
“como si fuera una canción de cuna” sabemos que ya está hecho el trabajo, ya
sólo hay que meter las manos y tratar de comunicar lo que nuestra voz nos dice
a través de nuestro gesto (E1, 13/02/2020).
[…] cuando ya puedo marcar los cambios de compases sin detenerme y
cuando ya conozco bien la melodía, es decir cuando ya lo tengo cantadito precisamente (E2, 13/02/2020).
También se les preguntó lo siguiente: ¿consideras que ya te es posible
dar a conocer o comunicar tu intención a través del gesto, el movimiento, la
respiración, etcétera?
La alumna señaló la dificultad que para ella representó la cuestión de la
expresión a través del cuerpo:
[…] los directores tienen que ser muy expresivos […] tengo ese conflicto
interno de que no sé cómo solucionar esa parte de ser más expresiva, tener
más expresión corporal […] pero sí ha llegado un momento en que cuando la
música me guía demasiado, sí he sentido que he llegado a tener tal grado de
expresión […] en este punto no me considero tan capaz de expresarme al 100%
lo que quiero a un grupo, pero sé que con el tiempo lo puedo ir desarrollando
(E1, 13/02/2020).
Respecto de la confianza en la expresión corporal, el estudiante respondió:
[…] siento que esa parte no se me dificulta y el maestro también me lo dice
[…] lo que quiero conseguir, en la cuestión del gesto, no me cuesta trabajo
darme a entender corporalmente; entonces me siento confiado con eso (E2,
13/02/2020).
232
Educación musical intencional
Imagen 3. El doctor Jorge Pérez-Gómez y los alumnos del curso de dirección orquestal del
Proyecto Revueltas.
Conclusiones
Este acercamiento fenomenológico, sustentado en la semiótica del aprendizaje, permitió recopilar evidencias sobre las movilizaciones sígnicas posibles
en un proceso de enseñanza-aprendizaje de la dirección orquestal en el contexto universitario.
Las observaciones realizadas y la información recopilada mediante las
entrevistas hicieron posible la documentación de ejemplos específicos en los
que se reconoce que cada indicación del autor es resultado de una visión de
educación intencional. Pérez-Gómez ha declarado explícitamente algunas
de sus intencionalidades pedagógicas en su Handbook of Conducting Technique; sin embargo, observar de manera cercana la práctica y la guía personal
que el autor ofrece durante sus cursos y el análisis pormenorizado a través de
la teoría semiótica, permitió documentar evidencias empíricas que apuntan
a verificar que la verbalización lograda en el manual podría ser insuficiente
233
ARTE, LENGUA Y CULTURA
para un estudiante que pretenda formarse únicamente mediante su lectura y
aplicación de manera autodidacta.
Es importante tener presente que cada proceso de enseñanza-aprendizaje
es diferente. Este acercamiento evidencia la complejidad a la que se enfrenta
un docente para activar los distintos sistemas semióticos que posibilitan una
noesis musical compleja y una relación de sintonía mutua.
Mediante este análisis se constata que no es posible activar los registros
de manera aislada. La educación musical intencional implica la reflexión sobre
el proceso de enseñanza-aprendizaje y su relación con el contexto. Implica
también el diseño de estrategias didácticas que consideren la movilización de
los registros semióticos a partir de los registros de los que el estudiante dispone. Esta red conceptual ofrece al estudiante y al docente herramientas para
redirigir su práctica y expresar con convicción sus acciones como director.
Se reconoce que el proceso enseñanza-aprendizaje en el contexto universitario es muy distinto al que enfrentarán los nuevos directores. La demanda
laboral indica que estos jóvenes universitarios interactuarán con aprendices
que conforman las orquestas infantiles y juveniles del país, los cuales no dispondrán de una noesis musical compleja y que se desenvuelven en realidades
sociales muy diversas. Aquí se abre una nueva perspectiva para la investigación.
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236
La “putacera”. El caso del Mexxxicore Death Fest 2019
La “putacera”.
El caso del Mexxxicore Death
Fest 2019
Eduardo Plazola Meza
eduardo.plazola@academicos.udg.mx
Introducción
“Qué pasó…, ¿no les gusta la ‘putacera’?…; no se ve, como que
son de rancho o qué” (Extinción Cerebral, concierto del 12 de
octubre del 2019). Este fue uno de los mensajes durante el festival de heavy metal Mexxxicore Death Fest, realizado los días
11, 12 y 13 de octubre del 2019, en el municipio rural Poncitlán,
Jalisco, México. “Putacera” significa ira y arrebato, como el
heavy metal, esa expresión de la sensibilidad contradictoria que
es música y ruido, identidad rebelde y obediente, y estructura
social anquilosada pero abierta hacia el cambio social.
ARTE, LENGUA Y CULTURA
Desde la década de los ochenta del siglo xx hay diversas escenas musicales de heavy metal en México. Son decenas de músicos, mediadores y público
que hacen conciertos, fiestas, reuniones y eventos académicos, además de producir y consumir discos, ropa y literatura. Las escenas dependen del subgénero musical de raíz heavymetalera, por lo que hay escenas de trash, death,
black, gotic, grindcore y hardcore, por mencionar sólo algunas.2
Este texto revisa y aplica las propuestas de la antroposociología del arte,
para estudiar el heavy metal presentado en ese festival musical. Con observación participante, grabación de audio ambiental y fotografías, se registraron
las pautas culturales (discurso verbal, apariencia, género musical) y las acciones sociales de los músicos y el público, para deducir las estructuras sociales
y el sistema cultural, en relación con las identidades y la cuestión social que
distinguen a la escena metalera3 global.
En la “putacera” del Mexxxicore prevalecieron los subgéneros hardcore,
death metal y grindcore, y los discursos y las pautas culturales tradicionales,
como hablar sobre política, la camaradería y la diversión, vestirse con color
negro, bailar slam4 y hacer headbanging.5 En lo social, se practicó la autogestión, se conformaron redes sociales y se reprodujeron las estructuras sociales
convencionales, en el marco más amplio del sistema sociocultural particular.
El texto se divide en tres apartados. En el primero se definen la sociología del arte y la antropología del arte. El segundo expone la caracterización
del festival Mexxxicore Death Fest desde la antroposociología. En el tercero se
muestra las conclusiones.
1
1
2
3
4
5
238
Escena musical es un espacio geográfico, cultural, social y económico de y para la música. El espacio se
construye por los músicos, los mediadores y el público, y depende del género musical para definir sus
características.
El detalle histórico y musicológico sobre los subgéneros del heavy metal puede consultarse en los libros
de Rubio (2011; 2016).
A partir de aquí, “metalero(a)” se usa para referirse al sujeto, la música o la escena de heavy metal.
El slam consiste en correr en círculo o avanzar sin rumbo formando un círculo, empujando, golpeando y
chocando con otros, sin la intención de agredir con dolo.
El headbanging se realiza moviendo la cabeza de arriba abajo o en círculos, al ritmo de la música. En
México también se le conoce como “mover la greña”.
La “putacera”. El caso del Mexxxicore Death Fest 2019
Antropología y sociología del arte
El acercamiento de la antropología y la sociología hacia el objeto de estudio
arte es relativamente reciente. En amplio sentido, la antropología buscaría la
identidad6 y el contexto histórico en el arte, y la sociología las estructuras
sociales, las relaciones sociales y la acción social. La antropología social y
los estudios socioculturales serían aquellas disciplinas en las que se mezclan
explícitamente la sociología y la antropología en el mismo objeto (el arte). La
antropología del arte y la sociología del arte coinciden en trazar la historia y
las identidades sociales, y en descubrir el marco social y cultural de referencia en el objeto de estudio. Quizá −en algunos casos− también estarían de
acuerdo en el cuestionamiento del concepto arte, porque es de origen burgués
y moderno (lo que significa que el arte domina sobre cualquier otra forma de
expresión de la sensibilidad, y lo que sea diferente se valora con parámetros
propios). No obstante, tienen diferencias entre sí, las cuales se diluyen, pero
no se desaparecen, cuando se mezclan.
Alcina (1988) propone la noción de “arte antropológico”, en donde el arte
es un fenómeno universal, que forma parte del contexto histórico y cultural de
las sociedades. Menciona que el estudio del arte puede ser abordado desde diferentes perspectivas: la que observa las respuestas a modelos estéticos interiorizados; la que lo trata como fenómeno social y cultural con secuencia histórica,
que enfatiza el conflicto, la clasificación y la distinción; y la que lo considera
como parte de un ritual con función sagrada. Independientemente de la perspectiva, asegura que es preciso retomar el estudio de la forma (materia, técnica,
asunto, finalidad y estilo) en la obra de arte, al indagar en los niveles: preiconográfico (de observación), iconográfico (descriptivo) e iconológico (explicativo).
Esteva-Fabregat (2006) sostiene que el antropólogo percibe el arte como
sistema de pensar las imágenes y los elementos de su expresión (la forma del
arte), en función de los procesos de representación de los actores sociales, ubicados en comunidades locales. Considera que el objeto arte es un producto
6
A propósito del concepto identidad, Gilroy (1998) piensa que esta implica poder en su definición social,
en el marco de la cultura política y la política cultural. Según el autor, la identidad ha sido abordada con
las categorías: solidaridad (bases de la acción social y relaciones de poder), igualdad (dinámicas de identificación, mediaciones y unidad social), y subjetividad colectiva (trabajo, lenguaje y cultura cotidiana).
Desde los estudios culturales, concluye que la identidad se enmarca en el multiculturalismo, buscando
dar cuenta de la tolerancia y el respeto, las jerarquías y la dominación social.
239
ARTE, LENGUA Y CULTURA
cultural, condicionado por el sistema cultural y por la sociedad. Indica que
para observarlo es preciso ocuparse de su forma objetiva, la interpretación
subjetiva (ideación) de los sujetos, el proceso social y los códigos culturales o
ideacionales de la comunidad.
Merrian (1964) arguye que la relación entre arte y antropología estriba en
revelar los hábitos y las instituciones sociales, la necesidad de expresar la subjetividad, los factores culturales que median el contacto con el contexto cultural, y los significados universales en una sociedad. La antropología del arte
estudia: la concepción del sujeto, los comportamientos culturales de producción, el objeto en sí (su forma, modos y sentido), y la repercusión del objeto en
productores y consumidores. Sugiere que la función del arte es reproducir las
pautas y los símbolos culturales en los actores sociales.
Murphy y Perkins (2006) afirman que la antropología del arte trata
sobre la relación forma-cultura del objeto. La forma alude a las dimensiones iconográfica (significado), estética (expresión y efectos en la sensibilidad)
y funcional (ritualidad, religiosidad y diversión, valor de uso y cambio). El
aspecto cultural aborda el contexto de la forma en sus dimensiones simbólica,
social, histórica y territorial. Advierte que la disciplina tiene dos direcciones:
la que estudia los objetos estéticos de diversos contextos culturales como arte,
y aquella que comprende el lugar que ocupa la categoría arte en la cultura y la
política occidentales. Apunta que hay tensión entre la concepción occidentalizada y otras no occidentalizadas del término arte, por lo cual la antropología no lo privilegia en su análisis.
Gell (1998) propone la “antropología social del arte” en su dimensión
visual. Aclara que la antropología es una ciencia social para darle sentido al
comportamiento, en el contexto de las relaciones sociales. Desde una perspectiva “teórica”, el objetivo de su propuesta sería investigar el proceso de
producción, circulación y consumo de objetos arte, como una función de instituciones especializadas que son parte de sistemas culturales, lo que le serviría para contextualizar. Además, hace énfasis en el agente social y la agencia
social que constituyen las relaciones sociales, al considerar que la obra de arte
es un agente.
Good (2010) también señala que el arte es una construcción cultural de
Occidente, en la que el “artista” individual, produce en momentos de inspiración. Sin embargo, los indígenas mexicanos no se reconocen como “artistas”
y tienen otro sentido acerca del “arte”. Esta contradicción es la que tensiona y
240
La “putacera”. El caso del Mexxxicore Death Fest 2019
alienta a la antropología del arte. Sugiere hacer antropología de la estética y
antropología del objeto “arte indígena”. La primera para tratar los procesos de
producción y uso, los significados, percepciones y principios, y la incidencia
en la sociedad; y la segunda para estudiar la vida colectiva de las comunidades,
lo que asegura la continuidad histórica de la cultura en los objetos.
Peña y Vázquez (2002) proponen la “antropología sociocultural”, para
referirse a la mezcla de los estudios culturales con la antropología social, desde
la perspectiva de la reflexividad. Con esta perspectiva se buscan respuestas
(por lo menos en México) para la comprensión de la cultura indígena, de sus
funciones y procesos, y la forma de redimirlos socialmente. Las discusiones
vigentes en México de este tipo de antropología discurren acerca de la globalización (cultura popular, consumo cultural), la hegemonía (poder local, intermediación) y la ciudadanía étnica (participación, derecho).
En síntesis, la antropología del arte trata sobre la cultura (significados y
subjetividad; ritual y pautas; expresión y códigos), la cuestión social (estructuras, procesos, colectividad y poder) y el contexto histórico (territorio, comunidad, sociedad), que están implícitos y explícitos en la producción, consumo, usos
y efectos del objeto arte. En los textos revisados parece emerger una antropología social7 que toma por objeto al arte, sin dejar del todo de ser una antropología
“culturalista”. Quizá, una de las principales diferencias con la sociología del arte
sea que la antropología social del arte no enfatiza la política, ni el cuestionamiento radical de la sociedad y la cultura como parte de la modernidad.
En cuanto a la sociología del arte, Giunta (2002) expone los objetivos
de la misma: describir las instituciones y los agentes sociales del campo artístico; considerar sus operaciones de poder; y analizar la forma de las obras en
la dinámica social. Asevera que hay diversas perspectivas, las cuales podrían
confluir en las categorías: valor y poder; función, proceso y cambio; institución, sociedad y contexto; y agentes.
7
Firth (1971) afirma que el objeto de la antropología social es el análisis comparativo del comportamiento
humano en sociedad. Su finalidad es extraer regularidades de experiencias anormales y expresarlas como
tendencia general o principio, sin entrar en debates. Algunas de las dudas por enfrentar son: ¿cuáles son
las principales pautas del comportamiento humano en sociedad?; ¿cuáles son los juegos de valores que
dan significado y mediante qué símbolos se expresan?; ¿cómo actúan los grupos entre sí para que funcione la sociedad?; y, ¿qué tipos de tensiones afectan gravemente las relaciones humanas?
241
ARTE, LENGUA Y CULTURA
Kavolis (1970) comprueba que existe dialéctica entre la condición social
y el estilo artístico. Las condiciones sociales no indicen directamente sobre el
estilo, sino a través de prácticas sociales institucionalizadas o la organización
social de la actividad artística, mismas que influyen en las “disposiciones a la
fantasía” del artista. La sociología verifica categorías como la estratificación
social, la economía, el poder político, la política cultural y la estructura comunitaria. La función social del estilo artístico es contribuir con la integración
social, a partir del compromiso emocional con la sociedad.
Becker (1974) sugiere la sociología de la organización social en el arte.
Opina que el arte es producto de la acción cooperativa o colectiva de la gente,
y que la cooperación es posible por la práctica de las convenciones artísticas.
La acción colectiva es una red social, mediada por las convenciones estéticas,
y conformada por la división social del trabajo en estratos. La acción cooperativa en la red social es conflictiva e interdependiente de los modos convencionales de actuar para producir el arte, lo que puede generar integración o
cambio social.
Silbermann (1971) define los objetivos de la “moderna sociología del
arte”: estudiar procesos artísticos totales (relaciones entre artista, obra de arte y
público), desde el punto de vista de la significación; mostrar el proceso artístico
desde las transformaciones históricas, y elaborar leyes que expliquen las consecuencias de los acontecimientos sociales, para prever. En general, las categorías
son hechos sociales objetivos, tales como los sujetos colectivos, las vivencias, la
historia, las normas, la interacción, el cambio, los roles, la estratificación y
la estructura.
Bourdieu y Darbel (2003) realizaron encuestas sucesivas al público asistente a museos de arte en algunos países de Europa, para conocer las características sociales (clase, opinión, habitus, gusto, familia) y escolares (profesión,
certificado de estudios, idioma, educación en arte), y, por otro lado, las condiciones del museo, y las formas de uso y de consumo del arte. Revelaron que
el público es parte de la “sociodicea burguesa”, caracterizada por la situación
de desigualdad social entre obreros y agricultores y científicos y burócratas, y
por la ideología del “amor al arte”, que consiste en sentimientos hereditarios de
pertenencia y exclusión, que reproducen la dominación social.
Luhmann (1998) aplica la teoría de los sistemas al objeto arte. Ofrece la
descripción del sistema estructural del arte moderno, y la historia evolutiva de
la diferenciación del sistema del arte, como parte de la comunicación en la
242
La “putacera”. El caso del Mexxxicore Death Fest 2019
sociedad. Considera que el arte es un sistema distinto del sistema social, que
es autorreferencial y autopoiético. Empero, el sistema social puede funcionar
como el entorno del sistema del arte. Para el autor, el sistema social es un
sistema de comunicación; en ese sentido, su relación con el sistema arte estaría en el acoplamiento estructural, a través de la comunicación entre sujetos
(artista-receptor), y en las condiciones de la estructura social que todo sistema de comunicación tiene. El análisis se centra en la descripción de las
autoadscripciones de cada sistema, observando paradojas encubiertas y formas de desplegarse; y en la caracterización del sentido de la reduplicación de
la realidad del propio sistema.
García-Canclini (2011) piensa que el arte es el lugar de la inminencia, es
decir, de aquella estética inacabada y contingente, siempre dinámica y cambiante. Plantea la estética de la inminencia, que aborda desde la transdiciplinariedad: la potencia suspendida del arte en la función sociocultural, las
representaciones de conocimiento, y las experiencias prosaicas y sin reglas preestablecidas del proceso artístico. Señala que el arte es postautónomo, lo que
significa que las prácticas artísticas se basan en los contextos locales, la comunicación transfronteriza y las formas de participación social de los prosumidores
(productores y consumidores al mismo tiempo, como los nombra el autor).
En resumen, la sociología del arte se encarga de investigar las estructuras
sociales (instituciones, estratificaciones, contexto, clase y hábito), las relaciones sociales (interacciones, dinámica, rol, política, cooperación), las acciones
sociales (trabajo, comunicación, problemas sociales y cambio social), los sujetos sociales (significados, pertenencia, ideología, gusto y creación) y el sistema social o la sociedad. La sociología del arte critica las formas sociales del
comportamiento y las características de los sujetos alrededor del objeto arte,
desde el punto de vista histórico, siendo esta una de las características que la
distinguen de la antropología del arte.
¿Es posible hablar entonces de “estudios socioculturales del arte” o de
“antropología social del arte”?; ¿acaso de antroposociología del arte? Más que
responder estas dudas, interesa exponer que el objeto de estudio arte puede
abordarse desde la sociología y la antropología. Las categorías serían: la subjetividad colectiva basada en algún código cultural denotado o connotado; la
acción social y los procesos sociales que inciden en las identidades; las características del modelo cultural que se transmite en las instituciones sociales
243
ARTE, LENGUA Y CULTURA
especializadas; o el tipo de sistema cultural que da sentido a la sociedad que
produce, comunica y utiliza el objeto arte.
Antroposociología del Mexxxicore Death Fest 2019
El heavy metal es un género musical con identidad propia, que es construida por
las relaciones sociales de los metaleros que conforman una comunidad global,
en el marco de la industria cultural de la música. El género está envuelto en una
paradoja: el ruido es música, la comunidad es exclusiva y la identidad rebelde
se consume como mercancía en el mercado cultural. Literalmente se traduce
como “metal pesado”. Es “metal” porque los orígenes musicales se asocian con
la industria británica, puesto que los músicos de Black Sabbath (considerados
los fundadores), emularon los sonidos de las máquinas de las fábricas de la
ciudad de Birmingham, en la década de los setentas del siglo xx. Es “pesado”
debido a que resulta difícil de digerir cuando no se está habituado, y debido a
que es una metáfora del poder de los humanos, que es creador y a la vez destructor. El género musical se compone de diversos subgéneros, como el death
metal, el trash metal, el black metal y el grindcore, por mencionar sólo algunos.
Mexxxicore Death Fest es un festival de heavy metal novel en Jalisco. Se
realizó en el rancho El Mirto, en San Pedro Itzicán, municipio de Poncitlán.
Fue organizado por Colostomy Promotions y Gore Cannibal Records. Además de conciertos, hubo venta de playeras, discos y parches. En Jalisco se han
realizado varios eventos de este tipo, principalmente en la metrópoli Guadalajara, como el Mortal Fest, el Hell and Heaven Metal Fest y el Force Fest. El
festival Mexxxicore fue la opción para el occidente de México ante la desaparición del Mexican Gore Grind Masters (realizado en Tula, Hidalgo, del 2016
al 2018), y el activo Death Fest (con sede en Monterrey, Nuevo León, cuya
primera edición fue en 2018).
En el cartel original del Mexxxicore se anunciaron en concierto 46 agrupaciones de heavy metal. El día 12 de octubre se presentaron 16 grupos de los
subgéneros death metal, trash metal, progressive metal, hardcore, black metal,
folk metal y grindcore, procedentes de los estados mexicanos de Jalisco, Sinaloa, Nayarit, Puebla, Ciudad de México y Querétaro, y de los países Guatemala,
Colombia y Estados Unidos de América. El día13 de octubre hubo agrupaciones musicales de death metal, hardcore, grindcore y electro metal, de los estados
244
La “putacera”. El caso del Mexxxicore Death Fest 2019
Jalisco, Baja California, Guanajuato y Querétaro, y de los países Eslovaquia y
Estados Unidos de América.
Independientemente del subgénero, la guitarra eléctrica fue protagonista,
seguida de la voz, la batería y el bajo. La guitarra lideró con sus ritmos “pesados”, llenos de requintos. Siguieron las voces por ser guturales, con gritos y
emulaciones de animales. Ambos se complementaron con los ritmos acelerados de la batería y con el soporte del bajo distorsionado y grave. Llamó la
atención que varias propuestas utilizaran tecnología digital (secuenciadores y
tornamesas) para introducir canciones, sustituir la batería o mezclar “en vivo”
la música grabada.
Los músicos metaleros que participaron en el festival en los dos días del
estudio eran de varias generaciones, la de la década de los noventa del siglo
xx, y la primera y segunda décadas del siglo xxi. Los de la primera generación
no conservaban la alineación original de músicos, pero los originales lucían
cabelleras largas con canas y calvicie. El promedio de integrantes de todas las
agrupaciones fue de tres músicos, siendo el menor uno y el mayor cinco. De
ello 99% eran del sexo masculino.
La vestimenta de los músicos era de dos estilos: clásico y callejero (véanse
imágenes 1 y 2). El clásico portaba pantalón de mezclilla color azul o negro, y
playera color oscuro con logotipos de grupos o festivales musicales. El atuendo
estilo callejero era con pantalón corto a la altura de la rodilla, en colores negro,
azul y gris (algunos con estampados en camuflaje militar), acompañado de
playeras al estilo clásico o en color blanco, algunas sin logotipos. El calzado
predominante en ambos estilos fue el zapato tenis (principalmente en color
negro) y del tipo deportivo utilizado por patinadores; además, especialmente
los músicos del death y el black metal, utilizaban botas altas color negro, tipo
militar u obrero. Clásicos y callejeros portaban pelos cortos y largos, los largos en los primeros, a la altura de los hombros o la espalda baja. Los que eran
cortos no tenían peinado especial, y algunos usaron gorras deportivas en color
negro, con logotipos de grupos musicales. Los miembros de tres grupos utilizaron máscaras de luchador o aborigen. Solamente un bajista llevó un disfraz
de dinosaurio. Hubo un par de agrupaciones que lucieron uniformadas. Mención aparte merece la indumentaria de los músicos de black metal: ellos llevaron estoperoles, picos, cadenas y manoplas, además del tradicional maquillaje
en el rostro con tonalidades en blanco y negro (observar imagen 3), conocido
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ARTE, LENGUA Y CULTURA
como corpse paint. Cabe señalar que la gran mayoría de los músicos llevaba
tatuajes, y varios piercing en la cara o expansores en las orejas.
Imagen 1. Metalero clásico.
Imagen 2. Metalero callejero. Imagen 3. Metalero del black
metal.
Fuente: autor.
Fuente: autor.
Fuente: autor.
Las acciones no musicales de los músicos sobre el escenario consistieron
en compartir bebidas, hacer headbanging o brincar. Los vocalistas y bajistas
del death metal o el grindcore lucieron exhaustos al final de la presentación.
Antes del set musical, algunos hicieron un ritual para unificarse y motivarse.
Los vocalistas establecieron mayor contacto verbal directo con el público. Uno
de ellos bajó del escenario y se mezcló con la multitud, para provocar constantemente el baile slam.
En cada canción fue imposible conocer el contenido de la letra de las
canciones, debido a la distorsión de la voz y a que cantaban en inglés (excepto
los del subgénero hardcore y algunos del grindcore). Sin embargo, antes, entre
y después de las canciones, el contenido del mensaje verbal de los músicos fue
para felicitar a los organizadores, nombrar la siguiente canción, decir el nombre de las producciones musicales, audiovisuales y redes sociales, y agradecer
al público e invitarlo a participar activamente. De acuerdo con el subgénero
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La “putacera”. El caso del Mexxxicore Death Fest 2019
musical, hablaron sobre diversión, movimiento metalero o política. Esto es
algo de lo que mencionaron:
“No estamos en un festival, estamos en una fiesta” (Calles de Odio, concierto
del 12 de octubre del 2019).
“Diviértanse, cabrones, que para eso vinieron, para pistear8…, ¡a huevo!9”
(Cadaverous Infest, concierto del 13 de octubre del 2019).
“El death metal no tiene fronteras, cabrones” (Rapture, concierto del 12 de
octubre del 2019).
“Esta es una unidad, esta es una unidad… everybody is a fuckin friend”
(Beneath the Horror, concierto del 12 de octubre del 2019).
“Muchas gracias por estar aquí… por hacer que el pinche metal siga vivo…
porque todo el metal es una pinche amistad” (Gore and Carnage, concierto del
12 de octubre del 2019).
“Quiero ver esos cuernitos chiquitos,10 chiquitos porque dicen que no somos
metaleros” (Fissure, concierto del 12 de octubre del 2019).
“Esta rola es para aquellos a los que les gusta por ahí estarle haciendo a la
mamada con la religión, y nuestro enemigo perpetuo siempre es la puta religión” (Extinción Cerebral, concierto del 12 de octubre del 2019).
“Desde el Norte quieren acabar con América Latina, debemos resistir…; queremos resaltar que aún seguimos vivos y pues por medio del metal nos comunicamos ante el mundo” (Atavi, mensaje en concierto del 12 de octubre del 2019).
El discurso verbal y el contenido sonoro de las canciones fue retroalimentado por el público metalero. El público estaba integrado mayoritariamente por
los propios músicos, pero también hubo mediadores y fanáticos (que fueron
la minoría). Entre los, aproximadamente, 150 asistentes no fue tan marcada la
diferencia entre generaciones, aunque había gente mayor de 40 años y, aparentemente, algunos menores a los 20, estando la mayoría entre los 20 y 30. Había
varias mujeres jóvenes (alrededor de 10% del total), acompañadas de su pareja
o amigos.
8
9
10
Pistear es el acto de beber cerveza.
A huevo se puede interpretar como ¡claro que sí!
“Cuernitos” se refiere a los cuernos de dio (Ronnie James Dio, vocalista de los grupos musicales dio y
Black Sabbath) o “cuernos del diablo”, signo en el que con la mano alzada y empuñada se levantan los
dedos índice y meñique (y en muchos casos también el pulgar), para identificarse colectivamente.
247
ARTE, LENGUA Y CULTURA
El patrón de la moda en el público era similar al de los músicos, predominando el estilo clásico. Los hombres llevaban pelo largo y corto. La mayoría de los que lo tenían extenso lo llevaban recogido con una liga. Varios de
los que lo tenían corto traían gorra deportiva de diferentes colores, con logotipos de grupos musicales o de marcas de productos para el skateboarding.
Algunos llevaban máscaras de asesino serial de película, marrano o antifaz.
Solo uno iba semidisfrazado con una bata de carnicero o médico cirujano,
con manchas de sangre simuladas. Otro usó en algunos momentos un sombrero grande de campesino, que decía ¡Viva México!. La gran mayoría portaron tatuajes, piercing y expansores en las orejas.
Las mujeres decoraron su cuerpo como los hombres. Una utilizó máscara
de asesino serial. La mayoría resaltó los ojos y la boca con maquillaje sobrecargado. La vestimenta varió según el día, algunas usaron minifalda o short
extracorto, otras lucieron jeans pegados a la piel color negro o azul. Las que
mostraron las piernas, llevaron en su mayoría medias con o sin liguero y pantimedias en red, todas en color negro. Las blusas eran de diferentes diseños,
pero con transparencias y colores oscuros, y varias utilizaron playeras como
las de los hombres. El calzado fue con botas altas tipo militar, además de botines, bostonianos y tenis de la marca Converse. En su totalidad, ellas lucieron
cabello largo, algunas con tinte en color verde o rojo.
Las acciones sociales del público durante cada presentación musical consistieron en bailar, hacer headbanging, gritar-silbar y aplaudir. En el más concurrido slam participaron 20 integrantes del público y en el menor dos. Otra
forma de bailar (especialmente durante la música hardcore), consistió en lanzar patadas y puñetazos al aire de manera individual, al estilo del arte marcial.
Otra forma de mover el cuerpo radicó en hacer maromas en la pista de baile.
El headbanging fue permanente, a veces era colectivo, con la participación en
mayor medida de los hombres. Los gritos fueron esporádicos entre canciones y regulares al final de ellas. Los silbidos cortos y voluminosos acompañaron los gritos. Los aplausos fueron cuantiosos cuando los grupos ejecutaban
magistralmente la música, cuando venían de otro país o eran populares en
México. En esos momentos el público se acercó más al escenario, para interactuar con los músicos, obsequiarles bebidas y saludarlos chocando el puño,
tomarse fotografías y pedirles afiches.
El protagonismo del público fue menor al de los músicos. Debido a esto,
su discurso verbal era limitado. Ellos conversaron acerca de los grupos del
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La “putacera”. El caso del Mexxxicore Death Fest 2019
festival, de experiencias pasadas en conciertos, de la música que conocían y,
los que iban con su pareja, sobre asuntos personales. Las bromas y las anécdotas se compartieron entre los grupos de amigos. La interacción con gente
de otros estados del país fue la constante. Algo de lo que dijo el público a los
músicos en diferentes momentos fue lo siguiente:
¡Toquen más rápido!
¡Bravo!; ¡A huevo, perros11!
¡Otra!, ¡otra!...; ¡one more song!, ¡one more song!
Aquí, valiéndole verga, compa, si no a qué chingados viene.12
¡Salud!...; ¡cheers!
¡Saquen la mota…13!
Una torta ahogada14 para el baterista, invítenle una torta ahogada, se la rifa15…
Tu mamá es compa…
Músicos y público tuvieron en común ciertas pautas culturales (formas
de expresión) y significados que los distinguen de otras identidades, como
la de los roqueros. Durante todo el evento, no hubo barreras para la relación
social entre ellos (véase imagen 4). La identidad construida por la acción social
se presentó en el marco de ciertas estructuras sociales y de sistemas culturales,
que dan forma y sustento a la identidad heavymetalera a nivel global.
11
12
13
14
15
“Perros” es una manera de referirse a la gente joven que se considera amiga o compañera, en este caso es
el público del festival.
Esta expresión significa: aquí que no te importa nada “perro”, sino para qué demonios vienes.
Mota es lo mismo que cannabis.
Torta ahogada es un platillo típico de la ciudad de Guadalajara, Jalisco.
“Se la rifa” quiere decir que ejecuta el instrumento excelentemente.
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ARTE, LENGUA Y CULTURA
Imagen 4. Músicos y público.
Fuente: autor.
En el festival hubo una estructura social. La estructura era similar a la de
cualquier concierto de la industria cultural de la música. Esto quiere decir que
había dos agrupamientos sociales (el de los músicos y el del público), con roles
y estatus marcados, además de relaciones de poder y una idea, valor u objetivo
significativo para ambos. En los músicos, al momento de la interpretación, los
roles se definían de acuerdo con el instrumento musical. El rol del baterista y
el bajista estaban en función del guitarrista, y el del vocalista con base en el rol
protagónico de los cantantes de la “cultura pop”. El estatus dependía no sólo
del rol, también de la antigüedad y de las capacidades de expresión de cada
uno; así, el estatus con mayor jerarquía pareciera inclinarse hacia el estereotipo del rockstar. Las tensiones observadas consistieron en polémicas cortas
sobre el orden de las canciones, y alargar o recortar el set musical debido al
cansancio. Tras bambalinas, el estatus y las tensiones tendieron a disminuir,
puesto que los músicos fungían con el rol de público. Los músicos parecían
tener el propósito de comunicar para divertir, sin enfatizar la contracultura
o lo contestatario del heavy metal, sino en la vivacidad de la escena musical
local, construida a partir de conciertos, objetos de arte y redes sociales con la
misma identidad.
La estructura social del público estaba conformada por diversos roles:
espectador, danzante, amante, borracho, amigo, consumidor, aficionado,
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La “putacera”. El caso del Mexxxicore Death Fest 2019
campista16 o metalero. Los roles no eran fijos, durante un solo día y en diferentes momentos se podía cumplir con cualquiera. Había tres estratos: el primero
ocupó el espacio cercano al escenario, y estaba conformado por los más activos,
que bailaban, headbangeaban y se expresaban verbalmente; el segundo incluía
a los espectadores pasivos, que escuchaban atentos y compartían comentarios y
bebidas con otros; y el tercero se integró por amantes, espectadores etílicos
sentados y fans ubicados en las periferias. El estatus como el rol también era
una jerarquía, la mejor posición social era de aquellos cercanos al escenario.
Ambos estaban en función de la acción social identitaria de los músicos, por
ejemplo, si eras amigo de ellos el estatus era alto en la jerarquía. Las relaciones
de poder eran entre posers (falso metalero o poco conocedor) o trues (metaleros sabiondos), por la violencia característica del slam o las imprudencias del
malacopa.17 Empero, las tensiones fueron absorbidas por el disfrute colectivo.
Quizá ese fue el sentido de la estructura social, divertirse para así sostenerla.
Otro significado bien pudo ser la búsqueda de la solidaridad y la cooperación,
para que la escena musical fuera autopoiética, es decir, que se reprodujera y
mantuviera por sí misma. Uno más la presentación de la identidad colectiva
correspondiente al público.
Aparte de la estructura social construida por el público y los músicos,
había otra correspondiente al festival musical, la cual condicionaba a ambos
actores. Todos los conciertos tienen normas e implican procesos sociales. En
el Mexxxicore, las normas eran más flexibles que en otros eventos masivos o
de carácter “comercial”: no había elementos de seguridad, ni barreras para
contener al público o separarlo del escenario; se permitió el acceso de alimentos, la disposición sin costo extra de los espacios, y el consumo irrestricto de
sustancias prohibidas; y la libre circulación luego de haber pagado. Esto pudo
suceder porque los metaleros están habituados e institucionalizados en el
marco de la escena underground,18 teniendo claro lo que se puede y no se debe
hacer, sin necesidad de ser informado o reprimido.
Precisamente, la escena musical subterránea era otra estructura social. Este
tipo de escena metalera es multinivel: local, regional y transnacional, además de
16
17
18
Campista es aquel sujeto que acampó en la sede del evento.
Malacopa es una persona alcoholizada que molesta a otros.
Underground es “subterráneo”, lo cual significa que la producción, circulación y consumo de la música
se realiza de manera independiente y paralela, pero retomando algunos elementos de la economía de la
industria de la música, basada en el capitalismo y el liberalismo.
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ARTE, LENGUA Y CULTURA
virtual. El festival fue posible porque una red social de músicos y mediadores
de todos los niveles se coordinaron y cooperaron. En la escena, los músicos
juegan diferentes papeles, siendo mediadores, compositores y público, en ese
sentido, ellos ocupan la mejor posición en la jerarquía. Luego están los mediadores que organizan conciertos, distribuyen objetos y difunden información.
Al final, el público, debido a su papel secundario y pasivo en el aspecto musical. Aparentemente, en este tipo de escena musical el poder social es horizontal, por lo que no está centralizado y no se ejerce de arriba hacia abajo. Sin
embargo, la supuesta horizontalidad en el ejercicio del poder social tiende a
invertirse hacia la verticalidad, cuando se ponen en relación las escenas musicales del interior del estado de Jalisco y las del occidente de México (las de los
estados de Michoacán, Aguascalientes y Nayarit, por ejemplo) con la escena
metalera de Guadalajara, la cual tiene mayor poder que cualquier otra en esta
parte del país.
A su vez, las diferentes estructuras sociales estaban relacionadas con el
sistema cultural del heavy metal. En la escena metalera global hay símbolos,
rituales y modelos culturales que dan forma y sentido a la identidad. Los símbolos en el festival fueron el ruido, la fuerza y la comunidad. El ruido fue el
sonido común en todos los subgéneros musicales, el cual, lejos de molestar,
hacía que el público y los músicos lo multiplicaran, provocando sonrisas y
movimientos corporales. El heavy metal es una demostración de poder, para
navegar en el “lado oscuro” de la humanidad. En el evento la demostración
fue con la música, las expresiones corporales y los discursos de los músicos y
el público. La estructura y las diferentes acciones sociales de ambos construyeron una comunidad (en el sentido de tener algo en común, en este caso la
identidad metalera) presencial efímera, que luego adquiere la forma virtual,
hasta que se realiza el siguiente evento social presencial.
En el Mexxxicore Death Fest, el ritual consistió en adorar y legitimar la
música y la identidad, en dejarse guiar para actuar colectivamente, en expresar la sensibilidad sin trascender los códigos culturales válidos, en divertirse
alterando los sentidos y la conciencia con el baile y los estupefacientes. Lejos
de la solemnidad, el ritual fue una parodia de la propia cultura metalera, sin
permitir que esta se destruyera a sí misma, siendo consciente de sus propuestas absurdas y fantasiosas, y a la vez de su carácter transgresor y propositivo.
Músicos y público conocían el código cultural para llevar a cabo el ritual, no
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La “putacera”. El caso del Mexxxicore Death Fest 2019
obstante, los símbolos y las pautas de comportamiento fueron marcados a
cada momento.
Los símbolos y el ritual fueron significativos para los que reconocían la
cultura heavymetalera. Ruido y música, resistencia e integración, y orden y
caos social, fueron el deseo, la creencia y el conocimiento connotado y latente
en el universo simbólico y la naturaleza del ritual de los metaleros que estuvieron en el festival. La identidad metalera dio sentido, legitimidad y orientación
al simbolismo y las prácticas ritualizadas. Los diferentes símbolos y formas
del ritual estuvieron enmarcados en la comunidad metalera, la cual buscaba la
identificación social para que el ritual persistiera durante el festival.
Conclusiones
El heavy metal puede estudiarse con la antroposociología del arte. La antropología del arte caracteriza la cultura (signos, rituales y pautas, expresiones)
y la sociología del arte cuestiona lo social (estructuras, relaciones y procesos,
acciones). Ambas disciplinas coinciden en el estudio del contexto (comunidad, sociedad, sistema), en trazar la historia, en la revisión del sujeto (subjetividad, creación, ideología), y en tratar como fetiche al arte, sin llegar a ser
estética en sentido amplio o restringido.
En el Mexxxicore Death Fest, la ira y el arrebato avivaron la escena metalera transnacional en el espacio local rural. La música, las expresiones corporales y las palabras, además de las actuaciones y las formas de estructurarse
socialmente de los músicos y el público, fueron significativos y construyeron
comunidad. El marco de la comunidad fue el sistema sociocultural del heavy
metal, caracterizado por el ruido musical, la identidad oscura, vital, extravagante e irónica, y la ambivalencia social que genera inclusión y exclusión en
sujetos que obedecen y reniegan de la sociedad y de la industria cultural de la
música que son dominantes.
Quedan pendientes por investigar las contradicciones del heavy metal,
y los efectos sociales no deseados en el contexto rural de Poncitlán. También
la “descripción densa” de la identidad y del sistema cultural de los metaleros
en Jalisco y en México. La siguiente edición de la “putacera” en el Mexxxicore
Death Fest podría ser el espacio-tiempo para emprender esta labor, utilizando
similares procedimientos y fundamentos de investigación.
253
ARTE, LENGUA Y CULTURA
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Arte, lengua y cultura
Construcción de saberes y deconstrucción de conocimiento
Primera edición 2021
El cuidado y diseño de la edición estuvieron
a cargo del Departamento Editorial
de la Dirección General de Difusión y Vinculación
de la Universidad Autónoma de Aguascalientes.