Monarch: el legado de los monstruos (2023), de Andy Goddard

Nuevo esfuerzo por insuflar vida al universo del monstruo japonés Godzilla en aguas hollywoodiense, ahora en forma de serie. El título alude a una misteriosa corporación con tintes de organización secreta gubernamental, que afronta a su manera la crisis de los monstruos que residen en el subsuelo mundial. Y hay que reconocer que los creadores Chris Blacky Matt Fraction se esfuerzan en crear intriga en los primeros compases, aunque a medida que transcurre la narración, el interés decrece, quizá porque cada vez van quedando menos cartas con las que jugar.

El arranque juega con distintos segmentos temporales y geográficos. En los años 50 un explorador armado con su tomavistas y amenazador por una araña gigante en la Isla Calavera arroja una bolsa impermeable al oceáno. En 2013, un pesquero japonés atrapa en sus redes dicha bolsa. Y en la actualidad, tras las amenazas monstruosas en San Francisco, Cate viaja a Tokio para hacerse cargo de la casa de su desaparecido y dado por muerto padre, para descubrir que ahí tenía otra esposa, y que tiene un hermanastro, Kentaro. Otros flash-backs nos transportan de nuevo a los 50 en Kazajistán y Filipinas, entre otros parajes, para seguir a la doctora Keiko, que explora rastros radioactivos, respaldado por un militar, Lee Shaw, y por Jim, un especialista en animales raros y desconocidos.

Desde luego el despliegue de producción es sencillamente imponente, y no sólo cuando toca que aparezcan los diversos monstruos dispuesto a realizar destrozos a granel, en las montañas nevadas de Alaska, o en las profundidades de una cueva donde han puesto sus huevos. Abundan las escenas con figurantes, por ejemplo en el colorido entorno de Tokio, donde hay todo un dispositivo de emergencia sobre lo que hay que hacer en el caso de que asome su hocico Godzilla, a imagen y semejanza de las alarmas antiaéreas por bombardeos; y llama la atención lo que parece una central nuclear kazaka abandonada, los efectos visuales para crear escenarios virtuales son llamativos.

El veterano en dirigir series Matt Shakman se ocupa de los primeros episodios, luego otros viene a tomarle el relevo. Y al principio combina los elementos típicos del género de aventuras con la intriga con elementos conspiranoicos, alrededor de lo que el padre de Cate y Kentaro ocultaba, y de la ultrasecreta corporación Monarch, que se desempeña con prácticas bastante siniestras, pero la cosa se va desinflando un poco con parafernalia algo vacía, ya sean explosiones nucleares o la huida de un recinto con una furgoneta. Sí, deviene en tentación fácil confiarlo todo a lo vistoso, en detrimento del desarrollo de los personajes, que a priori interesan, incluso jugando a la idea de la guerra de sexos, pero que una vez presentados no dan de sí todo lo esperable.

En el reparto están Kurt Russell y Wyatt Russell, padre e hijo en el mundo real que aquí componen al mismo personaje en distintas épocas, más otros actores menos populares pero resultones, como Anna Sawai, que se dio a conocer en Pachinko.