Racismo en el mundo, reconocer(nos) para cambiar

  • “Las razas biológicas no existen, es una mentira que ya no podemos seguir alimentando”: Olivia Gall
  • La raza es una construcción social y cultural
  • “El racismo puede llegar hasta genocidios, como en la segunda guerra mundial, sobre la base de que hay pueblos que son razas inferiores”

Autor: Itzá Eudave Eusebio

El racismo es un sistema de creación de desigualdades que caracteriza a muchas sociedades, “es un conjunto de ideas, creencias, sentimientos, prejuicios, estereotipos, actitudes y prácticas que permean a todas las estructuras de organización, como las económicas, políticas, sociales, culturales, bajo la idea de que los seres humanos estamos divididos en razas, y de que hay superiores e inferiores. Todo ello es un sistema que opera en muchos registros de las sociedades, creando desigualdades importantes sobre la base de clase social”, explicó en entrevista Olivia Gall, investigadora del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades (CEIICH).

Explicó que en América el proceso de colonización se dio en una época en la que el sistema que sostuvo las conquistas era el etnocentrismo, “es decir una idea, sentimiento, prácticas, prejuicios, que sigue existiendo y que se basaba en decir que la cultura de los pueblos colonizadores era superior a la de los pueblos colonizados, superior en cuanto a esta historia, a sus prácticas religiosas, a sus tradiciones, costumbres, lengua, una lógica violenta”.

De acuerdo con la investigadora universitaria, el etnocentrismo en la colonización de América “es un antecedente muy importante de lo que después se va a conceptualizar en términos de racismo, haciendo que el etnocentrismo sea aún más contundente, en el sentido de que lo que se argumenta con el racismo es que ya no importa la religión, lo que pasa es que algunas personas se creen biológicamente superiores y ven a otros como biológicamente inferiores, y eso es natural, biológico y por lo tanto es inamovible, esa es la idea del racismo”.

En este contexto, “de esa diferencia biológica depende que la diferencia cultural, intelectual, moral y ética, sea muy contundente y radical. Entonces lo cultural se explica a partir del racismo como derivado de lo biológico. En ese sentido, el patriarcado es otro de esos sistemas estructurales, como el racismo o el etnocentrismo, los cuales tienen muchas manifestaciones que pueden ir desde actos de discriminación racista”, señaló Olivia Gall.

Un ejemplo de lo anterior sucede cuando “los mestizos en una zona rural del país que conviven con pueblos indígenas, los traten de una manera inferiorizada, no necesariamente porque se vean diferentes en su color de piel, sino porque los consideran inferiores no solo por su etnicidad, sino por lo que no se dice en México, pensando que biológicamente hay algo que los hace inferiores y entonces se les niegan derechos, ese es un síntoma de un tipo de racismo”, señaló la también coordinadora del Seminario Universitario Interdisciplinario sobre Racismo y Xenofobia de la UNAM.

Otro síntoma del racismo puede ser discriminar a las personas en distintos trabajos y servicios por su color de piel. “El racismo puede llegar hasta genocidios como en la segunda guerra mundial sobre la base de que hay pueblos que son razas inferiores y que hay que exterminar de la faz de la tierra. Entonces, la discriminación y el genocidio racistas no tienen el mismo grado de violencia, aunque derivan del mismo sistema”.

Olivia Gall explicó que tristemente todos estos sistemas persisten fuertemente en la actualidad, “hay etnocentrismos que no son racistas, como en un pueblo donde hay dos religiones distintas, o con conflictos por tierras, o por el control de los recursos naturales, entre pueblos étnicamente cohesionados. Pero también hay conflictos étnicos con componentes racistas. Esto no se ha acabado por la división del mundo en Estados nación, construidos sobre pilares políticos, institucionales, jurídicos, culturales y de construcción nacionales, convenciendo a su respectiva población, de buenas y malas maneras, de que todos forman parte de esta unidad que desde ese momento se llamó país”.

En ese sentido, cada país tiene un rasgo identitario cultural central que cohesiona a sus habitantes, así “también surgió la idea de que en cada país hay una raza. El modelo de construcción de los Estados nación en el mundo es un modelo racializado, creyendo en la pureza de la sangre, sobre esa base se construye una identidad cultural diáfana que permite la continuidad del mismo sistema de vida”. Además, “en algunos países se empezó a decir que no todos somos iguales ante la ley, porque se cree en la razas superiores e inferiores, a quienes no les tratan igual. Esto sigue vigente” señaló la académica universitaria.

Al pensar en qué hacer como sociedad, Olivia Gall explicó que es muy importante “comprender como opera el racismo en la sociedad, tenemos que ver cómo opera en intersección con el clasicismo, con el etnocentrismo, con las estructuras políticas, económicas, con el género. Porque si no lo vemos como un conjunto de sistemas que se intersectan y generan realidades de desigualdad concretas, no podemos entenderlo”.

Asimismo, hay que tener en cuenta que la historia del racismo en cada país es diferente, del cómo ha operado, pero además también hacia adentro de cada nación opera de diferentes maneras. “En México, en los valles centrales, el racismo que se escondió bajo el manto unificador del mestizaje, opera bajo las directrices del Estado que construyó esta identidad mestiza, pero en Chiapas es completamente otra historia, en toda la zona de los altos, la selva, el racismo era segregacionista, haciendo a un lado a los indígenas, lo cual también pasó en Yucatán”.

La investigadora del CEIICH explicó que para poder enfrentar al racismo “en cada país, en cada circunstancia local, estatal, regional, tenemos que comprender de que manera ha operado, cuando ha sido explicito, cuando ha sido velado, cómo develarlo, qué consecuencias ha tenido cada tipo de racismo, cómo ha hecho sufrir a las personas. Para entonces construir proyectos, iniciativas civiles, sociales, académicas, gubernamentales que ataquen el problema en su contexto”.

Señaló que se ha demostrado “a través de la ciencia biológica y genética que los humanos no estamos divididos en razas como nos lo han enseñado durante mucho tiempo, diciendo que hay raza blanca, amarilla, negra, roja y café, “como si de verdad los seres humanos estuviéramos divididos por características biológicas radicalmente distintas unos de otros”. Lo cual “en el año 2000 con el Proyecto Genoma Humano se demostró que, en nuestro ADN, que es el código genético de la especie humana, somos en un 99.9 por ciento idénticos, todos los seres humanos que viven en este planeta. Las diferencias residen en 1.1 por ciento de nuestro genoma”.

De acuerdo con lo anterior, Olivia Gall concluyó señalando que “las razas biológicas no existen, es una mentira que ya no podemos seguir alimentando, pero el racismo no se ha caído porque las sociedades y las personas siguen viviendo bajo la égida de 200 años de que las razas si existían. La raza es una construcción social y cultural, dependiendo el contexto se retoma la idea y reapropiación de raza negra u otras, o también se reproduce la idea impuesta”. Por ello, “para combatir el racismo, hay que estar consciente de que hay racismo, y de que a la gente se la trata bajo estas lógicas”.

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