K-9: P.I. (2002), de Richard J. Lewis

Thomas Dooley y su fiel compañero canino. ¡Cuántas misiones policiales acometidas juntos! Pero los años no pasan en balde, y una misión en la que ambos simulan ser un mendigo ciego y su perro lazarillo, resulta ser una broma de los compañeros policías: porque, sí, a ambos les ha llegado la hora de jubilarse. El caso es que Thomas tiene tan mala suerte, que de camino a casa, dispuesto a disfrutar de un merecido descanso, se topa con un misterioso robo, en el que los chicos del FBI, tan espabilados ellos, piensan que él podría estar implicado. Resultado: le congelan la pensión, hasta que se aclare todo. Mientras tanto, de algo hay que vivir. Así que Thomas decide ejercer de detective privado; y a Jerry Lee, su precioso pastor alemán, lo ofrece al veterinario para que proporcione crías a toda perrita que desee ser mamá. La aparición de una misteriosa mujer, que encomienda a Thomas la búsqueda de su prometido, que ha desaparecido, enreda aún más las cosas.

Richard J. Lewis, curtido en las lides de la dirección gracias a la televisión, donde ha dirigido episodios de la mítica serie Alfred Hitchcock presenta o, más recientemente, de la exitosa C.S.I., se lanza a tumba abierta a la realización de la tercera entrega del tándem poli-perro más divertido. A los misterios policiales, el film suma toques de humor y trepidantes persecuciones.

James Belushi, que repite personaje por tercera vez, confiesa que agradece participar en una película familiar, ya que él mismo tiene familia, y le interesa que existan películas que puedan disfrutar juntos. Otra cosa que le apasionó del proyecto es trabajar con un perro y es que el actor tiene en casa dos perros pastores alemanes. De hecho uno de ellos, de nombre Truly, hace un cameo en el film. De modo que tratar con King IV, el can que da vida a Jerry Lee, y con sus “dobles” Ponya, Sontal y Ace, fue para Belushi pan comido.