Los españoles que vivieron entre los mayas

Náufragos españoles en tierra maya. Reconstrucción del inicio de la invasión, de Luis Barjau, publicado por el Fondo de Cultura Económica es un apasionante viaje hacia el pasado mesoamericano. Este se hace de la mano de un estudio profundo, en fuentes primarias, que hablan de la vida de dos españoles que vivieron en tierras mayas antes de la llegada oficial de Hernán Cortés a estas tierras. Jerónimo de Aguilar y Gonzalo Guerrero fueron estos personajes que conocieron la vida cotidiana maya.

Aunque pareciera una ficción, las fuentes de aquella época relatan que durante un naufragio dos españoles llegaron a las costas de la península de Yucatán, en 1511. Ocho años antes de la llegada de Hernán Cortés, en 1519. Durante esos años, los españoles fueron tomados por varios grupos mayas que los acoplaron a su modo de vida. Aunque ambos personajes fueron separados, llevaron vidas muy diferentes y distantes uno del otro.

La historia de estos náufragos cautiva porque fueron españoles que conocieron la vida de los mayas sin la intervención de los europeos. Ambos salieron de Cuba hacia Panamá y al regreso fueron sorprendidos por una tormenta. En el naufragio murió una buena parte de los expedicionarios y los que sobrevivieron lograron llegar a las cosas de Yucatán donde fueron sometidos y, según los relatos, sacrificados. Sobrevivieron dos: Aguilar y Guerrero.

Aguilar, era un seminarista español. “Aguilar miró al suelo una vez que su amo el cacique Aj Kin Cutz lo llevó hasta su aldea. No quería provocar en modo algún o la violencia que había observado días antes. A la vez, los aldeanos se admiraban de su mansedumbre”, comienza el relato este libro.

Durante 8 años, Aguilar sobrevivió gracias los buenos oficios que dio a sus captores. Muchos de ellos gobernantes mayas que encontraron en él obediencia y docilidad. Aprendió a hablar maya y se comunicaba para realizar trabajos que le aseguraban su sobrevivencia. Para Aguilar, el mundo maya era un mundo incompresible. Según sus relatos, lo que más le perturbaba eran los actos de sacrificio humano que ofrecían a sus dioses. Algo inaudito para Aguilar, pero que, en Europa, gracias a la Inquisición de esos años, se realizaban con más o menos normalidad.

Aguilar nunca renunció a su fe cristiana y a la llegada de Cortés a Yucatán, Aguilar logró contactarlo gracias a que Cortés fue informado de un par de españoles que vivían entre los mayas. Aguilar logró su libertad y regresó con los españoles. A este español se le recuerda por ser el traductor que sirvió a Cortés para entender el maya. Y que junto a Malintzin lograron comunicarse con los hablantes de Náhuatl y así comenzar la conquista a Tenochtitlán tiempo después.

Por otro lado, está Guerrero. La ruta de este español fue diferente. Gonzalo corrió por 20 días en la selva, comió lo que pudo y se encontró con animales que nunca había visto en su vida. “Lo descubrieron dos mancebos y dos mozas que paseaban” y Guerrero fue aprehendido por los guardias y conducido a la ciudad más cercana. “Mucha gente en torno, mujeres y viejos mirándome mucho y hablaban y se reían de mí en todo momento. Después vinieron cuatro soldados adornados de muchas plumas, también de sus armas. Lo llevaron a una gran casa de bajareque pintada de verde”, cuenta el relato. Luego de su captura fue llevado ante los señores de Chetumal (Chaacte’mal) quienes lo tuvieron en cautiverio hasta que Guerrero demostró ser útil en el manejo de la madera. El gobernante Ach Nachan Can Xiuu fue su protector. Guerrero supo a los años de la llegada de Cortés, al igual que Aguilar, pero a diferencia del primero, Guerrero no hizo caso de regresar con los coterráneos. Decidió adoptar la vida maya.

El por qué de esta decisión aun se debate. Aunque los historiadores coinciden en que ya había hecho vida con la hija del gobernante maya. Además de su descendencia marca, a criterio de los estudiosos, el primer mestizaje en tierras continentales. En Yucatán y Quintana Roo aún se le recuerda con heroísmo ya que también ayudó a los mayas de aquella época a combatir a los españoles que llegaron para la conquista.

Este libro tiene la particularidad de que revela detalles importantes de esta parte de la historia. ¿Qué vieron estos personajes? ¿Cómo transcurrieron sus años dentro de la cultura maya? ¿Por qué tomaron decisiones diferentes al momento del llamado de Cortés? Son preguntas que el libro va revelando poco a poco, para dejar entrever, una parte casi olvidada de la historia de Mesoamérica.

Recuerde que esta y otras novedades puede adquirirlas consultando en www.fceguatemalaenlinea.com y a través de WhatsApp: 5017-3130 o por mensaje directo en redes sociales: FCE Guatemala. El envío es gratis en compras mayores de Q200, dentro del perímetro de la Ciudad de Guatemala y Q500 en los departamentos. Aplican restricciones. Puede visitarnos en 11 calle 6-50, zona 1, de la Ciudad de Guatemala.

Del cielo y sus maravillas, de la tierra y sus miserias, de Homero Aridjis

Homero Aridjis expresa, con estilo maduro y peculiar, la miseria de la humanidad y la vacuidad del ser humano. Paradójicamente, Aridjis ofrece una salvación, mediante el lenguaje: la creación del poema, pues el poeta es capaz de construir cualquier sentimiento, cualquier espacio infinito; en esto radica la fuerza redentora de la poesía.

Ciencia en Teatro, de  Carl Djerassi

El autor reúne dos piezas teatrales cuyo tema en común es la labor del químico. En la primera de ellas, “Falacia”, presenta el enfrentamiento entre un historiador del arte y un químico, cuando se descubre que una pieza de arte antiquísima resulta ser de una época moderna. La segunda pieza, “Insuficiencia”, trata sobre un profesor que fracasa en su empeño por conseguir una plaza permanente en su universidad, debido entre otras cosas al poco “atractivo” de su investigación: la fisicoquímica de las burbujas en la cerveza y el champagne.

Olivia en Venecia, de Ian Falconer

La cerdita ocurrente y adorable que disfruta la playa y los cuadros de Degas pero que odia las siestas, vuelve con una nueva aventura en Venecia. Durante las vacaciones familiares, Olivia se aventura visitando la Plaza de San Marcos, come gelatto y casi naufraga en góndola.

Anterior Siguiente