Clint Eastwood, las fotos de juventud de un tipo no tan duro de pelar
Recuperamos por su 92 cumpleaños las mejores fotos de cuando aún era un buen mozo, porque Clint Eastwood siempre ha sido y será todo un icono de masculinidad. ¡Feliz en tu día!
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Clint Eastwood (31 de mayo, 1930) es parte de mi infancia, y de la de todos. Pero no porque me guste el género del spaghetti western por su dignidad y sus cuidados, sino porque cuando veía sus películas en la televisión me quedaba absorta. ¿Por qué parecía enfadado a pesar de que siempre disparaba primero? ¿Por qué hablaba poco y entre dientes?, ¿quizá para que no se le cayera el cigarro siempre pegado a los labios? Y lo que más me sorprendía: ¿por qué tenía un poncho igualito al que le habían comprado a mi amiga un verano en Almería? Ahora me río al recordarlo, cuando el cine y los años me han enseñado que así son los antihéroes: tipos duros, frustrados y malencarados a priori, que bajo el poncho –él también lo compró en Almería–, la capa o la armadura, guardan un corazón de oro para hacer el bien.
Hoy Clint Eastwood cumple años y, aunque sus mayores éxitos le han llegado con la madurez, queremos rendirle homenaje repasando el álbum de fotos de su juventud, esas en las que el joven Clint era todo un bellezón de hombre que se había propuesto abrirse camino en el mundo del cine. No sabía muy bien hasta dónde iba a llegar, pero revisando esas primeras instantáneas confirmamos que ya era todo un icono de masculinidad.
Hijo de un trabajador del sector de la metalurgia y de una empleada de oficina en IBM, a Eastwood nunca le gustó estudiar demasiado, sobre todo cuando empezó a salir con chicas y a pasárselo bien. Pero como en casa no se permitían vagos –y eso que la familia había medrado y ahora vivían en un barrio residencial de Piedmont, en California–, Clint empezó a ganarse la vida con lo que le salía: repartidor de periódicos, conserje, bombero forestal, dependiente de gasolinera, socorrista… porque siempre fue un gran nadador.
El gusanillo de la interpretación le picó cuando conoció a un asistente de la industria cinematográfica, que le abrió la puerta de atrás de Universal Studios. Tras unas cuantas películas como secundario, le ofrecieron protagonizar la serie Rawhide, aventuras puro estilo western que le condujeron sin retorno a uno de los géneros por el que siempre se le recordará. Fue precisamente su compañero de reparto en este título el que rechazó protagonizar Por un puñado de dólares (1964), que dirigía el entonces desconocido Sergio Leone. Cuentan que a Eastwood tampoco le emocionaba demasiado el proyecto, pero que viajar a España y rodar en un “país exótico” le convenció para aceptar el papel del Hombre sin nombre.
Ahí comenzó el despegue de su carrera con la primera entrega de la llamada trilogía del dólar, que completó con La muerte tenía un precio (1965) y El bueno, el feo y el malo (1966). Algunos críticos dijeron entonces que Clint no tenía maneras de actor, que resultaba demasiado frío, demasiado hierático, que no transmitía. Todo lo contrario a lo que vio Leone en él. Hoy estos tres títulos están considerados obras maestras del género y Clint Eastwood uno de los antihéroes más elegantes, creíbles y resolutivos de la gran pantalla. Y así llegó a otra saga, la de Harry el sucio (1971), Harry el fuerte (1973), Harry el ejecutor (1976)…, mientras sus inquietudes crecían y probaba suerte a la vez como director y protagonista de sus propias historias: Escalofrío detrás de la noche (1971), El fuera de la ley (1976), El jinete pálido (1985), El sargento de hierro (1986), Sin perdón (1992)… Esta última película se llevó cuatro Oscar (mejor película, mejor director, mejor montaje y mejor actor secundario). Fue su mejor homenaje a Sergio Leone, el cineasta que confío en él, que había fallecido dos años y pico antes.
Pero Clint Eastwood no siempre ha sido el tipo duro de los thrillers policiacos y los western a lo llanero solitario. Después de rechazar el papel protagonista de la Jungla de Cristal, con la edad se le empezó a ablandar el corazón y dejó que la emoción y los sentimientos le brotaran como flores: Un mundo perfecto (1993), Los puentes de Maddison (1995) –si no te quedó claro el final, aquí te lo explicamos–, Million Dollar Baby (2004), su segundo Oscar como director; Gran Torino (2008) o Cray Macho (2021), de momento su último trabajo, son los títulos donde cuestiona la vieja masculinidad y abre la compuerta de las emociones para que fluya el amor romántico, el carnal, el fraternal, el vecinal, el interracial…. porque aunque haya tenido un pasado republicano, Eastwood siempre se ha considerado un defensor de las libertades. “Está bien. Adelante”, dicen que dice a los actores, cuando les dirige, en lugar de gritar “acción”. Y en lugar de “corten”, susurra: “Ya es suficiente”. ¿Por qué?, porque como actor y realizador de películas del Oeste sabe muy bien que los gritos asustan a los caballos y también a muchos actores. Esto solo lo hace un tipo que tiene corazón, ¿verdad?
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