Después del estreno en 1992 de “Twin Peaks: Fuego Camina Conmigo”, Lynch pasó los peores cuatro años de su carrera. Tras el vapuleo crítico y el fracaso en taquilla de la película que narraba los últimos siete días de vida de Laura Palmer encadenó fracaso tras fracaso, ya que sus nuevas propuestas televisivas fueron canceladas al poco tiempo de aparecer.
Pero Lynch no estaba quieto. Influido por la novela “Night People” de Barry Gifford (autor del libro en el que se basó Lynch para su obra “Corazón Salvaje”), por un suceso que el director dice que le ocurrió estando en su casa, ya que Lynch asegura que la famosa frase ”Dick Laurent está muerto”, que escucha Fred Madison en la escena inicial de “Carretera Perdida”, la escuchó el propio director a través del interfono de su domicilio por una persona desconocida y la aparición mental de dos palabras “Carretera” y “Perdida”, que dieron lugar al título del largometraje, pusieron en marcha al director para ponerse en contacto con el escritor Barry Gifford, y juntos escribir el guión de lo que sería la obra más redonda y fascinante de toda su carrera.
Una de las opiniones más generalizadas acerca de “Carretera Perdida” es que es completamente ininteligible, una obra críptica sin sentido, un estigma que el cine de Lynch lleva arrastrando desde que el director realizara su primera obra “Cabeza Borradora”. Por supuesto que el director no pone las cosas fáciles al espectador, porque exige de él algo muy importante y que desgraciadamente no cumple la mayoría del público, una total inmersión y atención en cada escena, plano, diálogo y detalle de lo que ocurre en pantalla. En el cine de Lynch y sobre todo en “Carretera Perdida”, todo es importante, lo que se ve, lo que se sugiere, lo que dicen los personajes, lo que omiten y lo que quieren decir.
Si hay un aspecto que llama la atención poderosamente y que da la fuerza que posee el largometraje es su perfecta simbiosis de imágenes y sonidos, completamente interrelacionados y que le dan al filme ese aspecto y ambiente único. No es de extrañar que sea la post-producción más larga que ha tenido que acometer Lynch en toda su carrera, junto a “Dune”, pero esta por motivos bien distintos.
Es una obra con múltiples y diversas interpretaciones, tan bien construida y estructurada que todos y cada uno de los puntos de vista por los que nos podemos aproximar a ella serían acertados y estarían todas las pistas para refrendar nuestra teoría. Esa es la grandeza de este largometraje, que Lynch nos abre millones de puertas y posibilidades, para que el espectador con sus conocimientos y vivencias las llene de sus propias experiencias. Eso es lo que hace que “Carretera Perdida” de David Lynch sea el triunfo no solo cinematográfico, sino artístico que es. (Fragmento de la crítica realizada por Felipe Rodríguez Torres en el blog "LA HABITACIÓN Nº 26")