Cuerpo y mente al servicio del cine
Que Vin Diesel es más que una montaña de músculos lo demuestra su último trabajo, Declaradme culpable. Es interesante que lo aprecie un público que a veces no ve más allá de su cuerpo atlético, lo que les impide disfrutar de alguien que además de actuar, dirige y escribe guiones.
El 'pequeño' Mark Vincent nació el 18 de julio de 1967 en Nueva York. Se crió en el artístico barrio de Greenwich Village junto a su madre, una psicóloga entregada a la astrología, y su padrastro, actor y profesor de interpretación. Cuando era niño respondía al perfil del protagonista de xXx. Él mismo ha confesado que le gustaba el riesgo: “Jugaba con mis amigos a permanecer en la vía del tren hasta que se acercaba la locomotora”. Y fue justo esta forma de ser la que le dio su primer trabajo como actor. Cuando sólo tenía siete años, entró con unos amigos en un teatro para hacer una gamberrada. Una vez dentro los pilló una señora que les ofreció un guión y 20 dólares a cambio de que fueran después del colegio a ensayar. Y fue así como comenzó su carrera como actor que posteriormente continuó en la escena interpretativa de Nueva York.
A los 17 años aprovechó su imponente físico para ejercer como portero de discoteca, una forma de sacarse un dinero extra. Fue en esta época, que duró nueve años, cuando nació su nuevo nombre: Vin Diesel. Compaginó los trabajos como actor y portero con sus estudios de Lengua Inglesa que abandonó después de tres años para irse a Hollywood. Pero Vin no tuvo suerte y tuvo que volver a Nueva York. Fue quizá uno de los peores momentos de su vida, pero entonces su madre le regaló un peculiar libro: Creación de películas a precio de coches usados. Y aunque cueste creerlo, se convirtió en la puerta para alcanzar el éxito. En tres días, y con un presupuesto de 3.000 dólares, Diesel dirigió y protagonizó el cortometraje que él mismo había escrito: Multi-Facial (1994). Un trabajo autobiográfico que cuenta sus comienzos como actor y que fue presentado, con una buena acogida, en el Festival de Cannes.
De vuelta a Los Ángeles trabajó como vendedor y el dinero que ganó lo empleó para financiar su primer largometraje, Strays (1997). A pesar de que no tuvo mucho éxito, Vin ya estaba en el camino y fue cuestión de tiempo que Steven Spielberg le propusiera un papel en Salvar al soldado Ryan (1998). Pero su gran momento llegó en 2000 cuando protagonizó Pitch Black, una cinta B de ciencia ficción que se convirtió en un inesperado éxito taquillero, a la vez que en marca de la casa. Hasta en dos ocasiones más protagonizó Diesel películas de éxito imprevisto: A todo gas (2001) y xXx (2002). Tanto es así que Vin recibió simultáneamente ofertas para realizar las secuelas de las tres cintas. “Tuve que decidir. Era imposible hacerlas todas a la vez.” Y así fue como Diesel continuó la saga de Pitch Black con Las crónicas de Riddick (2004).
Vin había subido un nuevo peldaño: se había convertido en una estrella. Estatus que le posibilitó protagonizar películas como Ajuste de cuentas (2001) o Diablo (2003), y rechazar otras como Operación Reno (2000). Su musculoso cuerpo le estaba sirviendo como vestuario de sus personajes, pero Diesel no quería caer en el encasillamiento. Así que ganó 15 kilos y se dispuso a protagonizar Declaradme culpable (2006) de Sydney Lumet. Una cinta de tribunales en la que no salen tatuajes, ni coches que explotan, ni una alta concentración de músculos por metro cuadrado, ni cámaras que graban como auténticos fórmulas 1. Vin, con pelo y sin cuerpo de portero de discoteca, se transforma en el mafioso Jackie Dee que se defendió a sí mismo en un proceso penal celebrado contra la mafia en Estados Unidos. A pesar de que anteriormente Diesel ya había tenido papeles relacionados con el hampa, esta cinta marca un cambio radical en su carrera como actor hacia lo que algunos llamarían un cine más serio.
Entre sus proyectos de futuro se encuentra una cinta sobre Aníbal, en la que Vin dirigirá y dará vida al mítico general cartaginés conservando, estilo Mel Gibson, las lenguas propias de la época. Y no conviene olvidar que después de estrenar Strays en 1997, escribió el guión de su continuación: Doormen. Una película que no pudo poner en marcha por falta de tiempo y acumulación de trabajo. Así que, quién sabe, a lo mejor ha llegado el momento de que la productora que tiene con George Zakk (One Race Productions) se ponga en marcha y recupere este proyecto de juventud. Pero mientras tanto no se puede perder de vista a Tigon Studios, la empresa que fundó en 2002 para desarrollar videojuegos a partir de sus películas.
Es evidente que tiempo no le sobra. Por eso en niños ni piensa, a pesar de que confesó que le encantaban tras el rodaje de Un canguro superduro (2005). Aunque sí ha tenido hueco para tener sendos romances con dos compañeras de profesión: Summer Altice y Michelle Rodríguez.
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