Fragmentos de una mujer (2020), de Kornél Mundruczó

Primera película en inglés del cineasta húngaro Kornél Mundruczó, que logró sorprender sobre todo con la curiosa White God. Como en el resto de la filmografía, sigue indagando en la condición humana, demostrando indudable poderío en la puesta en escena y en la composición de los planos.

Lo que cuenta en Fragmentos de una mujer, es en realidad bastante sencillo, aunque el modo de abordarlo presenta la minuciosidad de un entomólogo, y en ocasiones, podría decirse que con un regodeo digno de mejor causa. Martha y Sean van a ser padres de su primer hijo, una niña, y han decidido que el parto sea en casa. La comadrona prevista no puede venir cuando rompe aguas, de modo que acude otra, Eve. Y aunque tras alguna complicación, la bebé nace sana, pronto deja de respirar y muere. El trauma es grande, el matrimonio se desmorona, la madre de Martha acrecienta el rechazo que ya sentía hacia el tosco y poco cultivado Sean, ambos marido y mujer buscan desahogos sexuales insatisfactorios, y también en los tribunales, donde a Eve se le imputan varios delitos, incluido el de homicidio.

Ciertamente la película, con guión de Kata Wéber, atrapa la amargura que sigue a la muerte del bebé que se espera con ilusión, y la tendencia a buscar razones y culpables a las cosas malas que nos pasan, resulta difícil aceptar simplemente la desgracia, como la voluntad de Dios en el caso de tener fe –en el film no asoma la visión trascendente de la vida–, o al menos con la resignación de que hay situaciones que escapan a nuestro control, no somos omnipotentes.

Pero resulta irregular en la narración, empezando por el agotador cuarto de hora inicial, que aborda el parto de un modo prolijo, hasta para el espectador más paciente. Y tampoco el acierto en el dibujo de personajes es completo, aunque es verdad que, como anuncia el título, se nos quieren mostrar los fragmentos de una mujer rota, que es Martha. Brilla Vanessa Kirby, con su humor cambiante y su encerramiento en sí misma, y se entiende la reacción de la madre, bien interpretada por Ellen Burstyn. En cambio está muy descompensado el marido, pese a los esfuerzos de Shia LaBeouf por darle entidad, de modo que los derroteros que sigue la unidad de la pareja no acaban de resultar creíbles. También se puede echar en falta una mirada más atenta a la comadrona Eve, acusada de una terrible negligencia profesional homicida, su drama queda fuera del foco, excepto en los últimos compases del film y de modo colateral.