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A través de un minucioso análisis filológico se demuestra cómo muchos documentos relacionados con don Diego de Mendoza, que creíamos del periodo colonial temprano, son en realidad reelaboraciones tardías inspiradas en manuscritos del siglo xvi. Es en ellos donde don Diego de Mendoza aparece como un personaje de notable alcurnia, al que se adorna con los apellidos más ilustres del pasado y se le hace acreedor de un extenso cacicazgo.
En este ambiente del periodo colonial tardío surgió la figura de don Diego García, más conocido como don Diego García de Mendoza Moctezuma, quien hizo de la producción de los manuscritos pictográficos y alfabéticos su medio de vida, pues como aquí también se demuestra, él fue el autor intelectual de los códices techialoyan, entre otros documentos. [short_description] => A mediados del siglo XVI gobernaba en Tlatelolco el cacique don Diego de Mendoza, cuya tataranieta, acuciada por los problemas económicos que atravesaba a finales del siglo XVII, se vio obligada a empeñar algunos documentos de su familia. Fue así como varias personas, principalmente otomíes de lo que hoy es el estado de Hidalgo, tuvieron acceso a estos papeles y se dirigieron a las instancias correspondientes para ser reconocidos como descendientes del cacique tlatelolca. Los motivos fueron diversos: quedar exentos de los padrones tributarios, entrar en los cabildos indios, portar armas, pleitear por las tierras del cacicazgo de don Diego o, en el caso de las mujeres, ingresar en un convento de monjas, al que sólo las nobles indígenas tenían acceso.
A través de un minucioso análisis filológico se demuestra cómo muchos documentos relacionados con don Diego de Mendoza, que creíamos del periodo colonial temprano, son en realidad reelaboraciones tardías inspiradas en manuscritos del siglo xvi. Es en ellos donde don Diego de Mendoza aparece como un personaje de notable alcurnia, al que se adorna con los apellidos más ilustres del pasado y se le hace acreedor de un extenso cacicazgo.
En este ambiente del periodo colonial tardío surgió la figura de don Diego García, más conocido como don Diego García de Mendoza Moctezuma, quien hizo de la producción de los manuscritos pictográficos y alfabéticos su medio de vida, pues como aquí también se demuestra, él fue el autor intelectual de los códices techialoyan, entre otros documentos. [meta_keyword] => Verdades y mentiras en torno a don Diego de Mendoza Austria Moctezuma, Historia, Instituto de Investigaciones Antropológicas [author_bio] =>María Castañeda de la Paz
Es doctora en Historia por la Universidad de Sevilla, España. Realizó parte de su tesis de doctorado en la Universidad de Leiden, en los Países Bajos, donde se especializó en el análisis y lectura de los manuscritos pictográficos del centro de México. Entre el año 2000 y 2003 fue investigadora invitada de la Universidad de Copenhague, Dinamarca, y desde 2006 pertenece al Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM. En 2013 publicó su libro Conflictos y alianzas en tiempos de cambio. Azcapotzalco, Tlacopan, Tenochtitlan y Tlatelolco (siglos xn-xv1), el cual fue galardonado con el premio nacional "Antonio García Cubas" a la mejor obra científica de 2014. En ese mismo año coordinó, junto con el Dr. Hans Roskamp, el libro titulado Los escudos de armas indígenas: de la Colonia al México Independiente, una obra colectiva que gira alrededor de un tema tan novedoso como la heráldica indígena. Su publicación más reciente versa sobre el acueducto de Otumba y Zempoala, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 2015. La obra se titula En busca de agua para no morir de sed. Fray Francisco de Tembleque y la construcción del acueducto de Otumba y Zempoala, la cual ha sido publicada en coedición con la Secretaría de Educación del Gobierno del Estado de México, El Colegio Mexiquense, A. C. y el Instituto de Investigaciones Antropológicas en el año 2015.
[toc] => Agradecimientos 15
Introducción 17
Otros trabajos sobre don Diego de Mendoza 18
Metodología 20
La presente obra 21
I. Tlatelolco 25
La casa real de Tlatelolco 25
La época prehispánica: de tlatoque a cuauhtlatoque 27
La Conquista y la época colonial: de gobernadores a jueces-gobernadores 30
Don Diego de Mendoza 36
Don Diego de Mendoza frente a don Diego de Mendoza
(Austria) Moctezuma 38
Vida y muerte 40
Los descendientes de don Diego de Mendoza 44
Sus hijos: Melchor, Gaspar y Baltasar 46
El hijo que no fue: don Juan de Austria 48
Los descendientes del siglo xvii: la etapa de las buenas relaciones 50
Los descendientes del siglo xviii: la etapa de los conflictos 54
Recapitulación 58
II. Los caciques otomíes.
Anhelos y pretensiones 59
Doña Juana de Mendoza frente a los vecinos del Real y Minas de Pachuca 60
La probanza de doña Agustina de Mendoza de 1647 63
Los papeles de don Joseph de Morales y Mendoza 66
La información y probanza de 1684 67
La cédula real y el escudo de armas del 8 de febrero 1562 68
Los papeles de don Roque García Moctezuma 68
El acta de matrimonio de 1655 69
Información y probanza de 1687 69
El memorial de 1689 70
Don Diego García de Mendoza Moctezuma 71
La petición de legitimidad de 1699 72
Las censuras eclesiásticas de 1702 73
Don Diego García a través del pleito de 1705 77
El pleito en Azcapotzalco (1712-1713) 78
Anhelos y pretensiones de los caciques otomíes 79
Otros caciques otomíes: los Tovar de Mendoza de Axacuba 84
Los vínculos con Tepeyahualco: doña María de Morales Moctezuma y Austria 88
El árbol genealógico de un nuevo héroe cultural 91
Doña María Cortés Xochimazatzin 93
Doña Magdalena de Mendoza Cuacuauhpitzahuac 94
Recapitulación 95
III. El cacicazgo de don Diego de Mendoza.
Análisis filológico del corpus alfabético 97
Problemas para definir el cacicazgo de don Diego de Mendoza 98
La cédula del 2 de octubre de 1525 [1547]. Los primeros intentos por definir el cacicazgo 101
El cacicazgo según los privilegios de conquista 106
La cédula real y el escudo de armas del 8 de febrero de 1562 106
La cédula real y el escudo de armas del 16 de agosto de 1563 111
El cacicazgo según la cédula real del 14 de abril de 1523 116
El cacicazgo según los testamentos 120
El testamento de doña Juana de Mendoza 120
El testamento de don Baltasar de Mendoza 122
El testamento de don Melchor de Mendoza 123
El testamento de don Gaspar Diego de Mendoza 125
El supuesto cacicazgo de don Diego de Mendoza 127
Las tierras en Tepolula 129
El Rincón de don Diego 132
La merced de tierras del virrey don. Gastón de Peralta 132
El testamento de don Diego de Mendoza (extracto) y de doña Angelina Martina 135
Las tierras en San Juan Moyotlan 141
Chilapa 144
Recapitulación 146
IV. El corpus pintado. Análisis filológico 149
San Sebastián Atzacualco y el resurgir de la tlacuilolli 150
Don Diego Luis Moctezuma 152
Don Diego García y su taller de pinturas 155
El Grupo Ixhuatepec 158
El Códice Azcatitlan 161
El Códice Azcatitlan y la Tira de la Peregrinación 161
El Códice Azcatitlan y el Códice Cozcatzin 163
El Códice Azcatitlan y el Códice Chavero 166
El fechamiento de los códices Azcatitlan, Cozcatzin e lxhuatepec 168
El Códice Azcatitlan, un estilo en transición hacia el género de los títulos y techialoyan 171
La Ordenanza de Cuauhtémoc y los Anales de Tlatelolco 177
Los escudos de armas 180
El escudo atribuido a don Pedro Moctezuma 181
Los escudos de los caciques de Tetepango y Axacuba 186
Las Genealogías de la familia Mendoza Moctezuma 190
Antecedentes 191
Lectura e interpretación 199
El Techialoyan García Granados 206
Acerca de su autoría 207
Fecha y motivo de elaboración 214
Composición 216
Primera sección: Xolotl y su esposa 216
Segunda sección: la rueda de la tepanecayotl 226
Tercera sección: el nopal de la nobleza 241
Don Diego García y su implicación en la elaboración del género techialoyan 251
Nombres y apellidos 256
Retratos de personajes 260
El paisaje 267
Para qué se hicieron los techialoyan. Nueva propuesta 270
Recapitulación 274
Conclusiones 279
Bibliografía 285
Documentos de archivo 285
Publicaciones digitales 285
Bibliografía general 288
Apéndice de mapas 315
Apéndice de cuadros 321
Apéndice de documentos 349
Índice de figuras 385
Índice onomástico 393
Índice toponímico 415 [free_reading] => Introducción En su afán por respaldar su condición de nobles, numerosas familias de caciques del centro de México comenzaron a copiar con empeño, a lo largo de los siglos xvii y xviii, los documentos que formaban parte del archivo de sus antepasados.' Ahora bien, parece que entre esas familias también se colaron algunas personas carentes de cualquier nobleza. Lo hicieron al acceder a los documentos que algunos caciques tenían empeñados, a través de los cuales lograron demostrar que eran descendientes de un renombrado antepasado del que generalmente se destacaba su noble ascendencia prehispánica y lo sobresaliente de su papel en la conquista, junto a los españoles. Es lo que hicieron ciertas familias del estado de Hidalgo de la segunda mitad del siglo xvii y primera del siglo xviii, quienes respaldadas por varias cédulas, probanzas, ejecutorias y otros papeles de hidalguía sostenían que eran descendientes del cacique y gobernador tlatelolca del siglo xvi, don Diego de Mendoza Austria Moctezuma. Un personaje que portaba los apellidos más ilustres de una época, pues el Mendoza procedía del virrey don Antonio de Mendoza, miembro de una de las familias más nobles de España, muy cercana a los monarcas hispanos; el Austria provenía de la dinastía más poderosa de la Europa de entonces, los Austria o Habsburgo, que se instalan en España con la llegada del Emperador Carlos v; y el Moctezuma del gran gobernante mexica, el huey tlatoani Moctezuma Xocoyotzin, cuyo nombre acabó convertido en apellido. Ahora bien, mientras en Tlatelolco vivían los descendientes legítimos de don Diego de Mendoza, en varios pueblos del actual estado de Hidalgo lo hacían aquellos que clamaban serlo. Otros trabajos sobre don Diego de Mendoza En mi opinión, existen tres razones fundamentales por las que don Diego de Mendoza ha llamado la atención de algunos investigadores en el transcurso del tiempo: la cantidad de legajos que hay en los archivos acerca de este personaje, lo atractivo que resultan sus insignes apellidos y lo deslumbrante de su ascendencia, ya que en los documentos se suele insistir que don Diego era hijo de don Fernando Cortés Cuauhtemoc y doña María Cortés Xochimazatzin (hija de Moctezuma Xocoyotzin). Robert H. Barlow (1989) fue de las primeras personas en percibir la importancia de este personaje, al verlo representado en varios manuscritos pictográficos del centro de México. Más tarde lo hizo Guillermo Fernández de Recas (1961: 1-21, 237-247, 269-284), al hallar referencias a él en ciertos legajos que están en el AGN, algunos con pinturas y escudos de armas. Y aunque este investigador se limitó básicamente a registrar el material consultado, con una breve descripción y alguna que otra transcripción, no cabe duda de que fue la primera persona en dar a conocer la variedad de escritos que muchas familias llegaron a tener, entre ellas las que se decían descendientes de don Diego de Mendoza. Muchos años después, Stephanie Wood (1989, 1998) revisó y analizó esos y otros documentos, y publicó dos trabajos pioneros en los que sugería que muchas de esas pinturas, escudos de armas, cédulas y testamentos relacionados con don Diego de Mendoza pudieron haber sido confeccionados por don Diego García, un arriero que elaboraba títulos y códices techialoyan por encargo de los pueblos.' Así lo concluyó a partir de un legajo del AGN, sobre un juicio que en 1705 se le hizo a este personaje, que al final fue acusado de estar involucrado en estas actividades. Ahora bien, Wood apenas hizo referencia a este corpus documental, pues centró su atención en el papel que don Diego García pudo tener en la manufactura y distribución de títulos y techialoyan, y en la composición y estructura interna de estos documentos. No obstante, es innegable que sus observaciones dieron un vuelco a la investigación relacionada con don Diego de Mendoza, cuyos resultados son los que se presentan en este libro. Otro importante trabajo de investigación fue el de Rebeca López Mora (2005), quien puso bastante orden en la enorme cantidad de documentos alfabéticos que sobre don Diego de Mendoza halló asimismo en el AGN, algunos de los cuales transcribió y publicó. Como Wood, López Mora también creyó que don Diego García fue el autor intelectual de algunas pictografías a partir de su contenido, pero nunca asoció a este personaje con la elaboración del corpus alfabético. Y aunque no fue ajena a los problemas que esos documentos presentaban, dio por buena la mayor parte de su información. Sin embargo, una de sus grandes aportaciones fue hallar el vínculo que unía a los descendientes del cacique de Tlatelolco con algunas familias del estado de Hidalgo, entre las que no es casual que se encontrara don Diego García, el personaje central de la investigación de Wood. Por lo anterior, no cabe duda de que los trabajos de Stephanie Wood y Rebeca López Mora son los pilares sobre los que descansa este libro, que no pretende ser más que otro eslabón en el engranaje de la investigación alrededor de don Diego de Mendoza, donde se consolidan hipótesis y propuestas, a la vez que se dejan de lado otras. Pero llegar hasta aquí ha implicado un arduo trabajo de años. Cuando en 2004 gané mi plaza en el Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM, desarrollé un proyecto que tenía como objetivo indagar en la historia de cuatro pueblos del centro de México, muy relacionados entre sí desde los orígenes de su historia, con el fin de conocer por qué y de qué manera siguieron intrincados hasta bien entrado el siglo xvi (Castañeda de la Paz 2013a). Uno de esos pueblos fue Tlatelol-co, con cuya historia colonial decidí comenzar a trabajar, al saber de don Diego de Mendoza por las publicaciones antes comentadas, y por tener ya transcritos algunos documentos sobre este personaje. Sin embargo, nada más empezar a analizar este material, me dí cuenta de su complejidad, pues estaba ante documentos llenos de anacronismos e incosistencias históricas, que por si esto fuera poco, tampoco me ayudaban a reconstruir la vida de don Diego de Mendoza. Publiqué entonces mi primer artículo (Castañeda de la Paz 2008a), el cual contribuyó a poner en orden ciertas cuestiones fundamentales. Entre ellas, que los dos escudos de armas que hasta ahora se pensaba que se le habían otorgado al cacique tlatelolca, en realidad no se le dieron a él. Asimismo, que esas y muchas otras cédulas relacionadas con este personaje no eran originales -a pesar de su apariencia-, sino que estaban elaboradas a partir de otras más tempranas. Un asunto que pude demostrar al hallar las cédulas y los escudos originales del siglo xvi en el Archivo Ducal de Alba (ADA), aunque todavía no pudiera explicar quién o quiénes estaban detrás de estas prácticas. Erróneamente, llegué incluso a pensar que el propio cacique tlatelolca estaba involucrado en ellas. Al año siguiente salió otro trabajo (ibídem: 2009a), tras hallar en el Archivo Histórico de la BNAH los papeles de don Roque García, padre del personaje central de la investigación de Wood (don Diego García), y logré averiguar que antes que el hijo, el padre junto con sus cuñados, ya estaba inmerso en la labor del copiado y reelaboración de documentos históricos. A partir de esta premisa centré mi análisis en una serie de documentos pictográficos estrechamente vinculados entre sí, y en manos de esta parentela, y pude corroborar que ninguno de ellos se pintó en el siglo xvi como hasta ahora se creía. Lógicamente, los dos artículos anteriores dieron lugar a una tercera publicación (ibídem: 2011), donde pude expresar de manera abierta que fueron ciertas familias del estado de Hidalgo las artífices de un discurso tardío que ensalzaba la figura del cacique tlatelolca, al cual vincularon con los personajes más importantes del pasado prehispánico. Por todo lo anterior, el presente trabajo no sólo es muestra de lo frecuente que resulta que una investigación forme parte del esfuerzo conjunto de varios colegas que lo precedieron a uno, sino que es asimismo paradigma de cómo el ejercicio de la investigación es un proceso lento que necesita de reflexión y maduración de ideas, especialmente en un caso de estudio como el presente, donde hay tantos actores y documentos involucrados, en un amplio periodo de tiempo y espacio. Metodología Líneas arriba resaltaba lo abrumadora que llegó a resultar la ingente cantidad de documentos alfabéticos y pictográficos relacionados con don Diego de Mendoza, y lo extrañamente difícil que resultaba reconstruir la vida de ese personaje a partir de ellos. Resultaba asimismo chocante encajar la presencia de tantos anacronismos, omisiones o contradicciones, de las que también se había percatado López Mora (2005) al realizar su trabajo. Sin embargo, cuando esta investigadora alegó que algunos de esos anacronismos fueron provocados por los propios escribanos, que al trasuntar los documento se equivocaron a la hora de copiar la fecha que estaba en el original,' fue cuando me percaté de que no podía haber tantos errores, siempre alrededor de las fechas. Por ello, puede decirse que ese detalle fue el que me hizo ver la necesidad de analizar todo el material desde otro punto de vista y, por tanto, determinar qué documentos eran originalmente del siglo XVI -o sea, escritos de puño y letra en esa época- y cuáles de los siglos xvii y xviii. Es decir, no consideré dentro de la primera categoría las supuestas copias que en el periodo tardío se hicieron de documentos más tempranos, de manera que esta resolución me llevó a la imperiosa necesidad de llevar a cabo un análisis filológico del corpus documental en torno a don Diego de Mendoza, al percibir que estaba ante numerosas reelaboraciones históricas, realizadas a partir de métodos bastante dudosos. Procedí entonces a analizar de manera crítica el contenido de la información de cada una de las fuentes (privilegios de armas, reales cédulas, testamentos, etc.) para, con ello, determinar omisiones, tergiversaciones, invenciones, reinterpretaciones, interpolaciones, anacronismos o simples errores de copiado. Pude así concluir que mientras las fuentes del siglo xvi siempre aludían al cacique tlatelolca como don Diego de Mendoza, eran las de los siglos xvii y xviii las que se referían a él como don Diego de Mendoza Austria Moctezuma, o don Diego de Mendoza Moctezuma. Algo similar ocurría con su ascendencia y con las tierras de su cacicazgo, como veremos detalladamente a lo largo de este trabajo. Por este motivo es importante empezar el presente libro hablando de la historia más antigua de Tlatelolco, pueblo en el que nació, vivió y murió don Diego de Mendoza, pues sólo así entenderemos bien las distorsiones históricas que luego se hallaran en las fuentes del periodo colonial tardío. La presente obra El libro que aquí se presenta se divide en cuatro capítulos, además de una introducción y unas conclusiones. Como ya se ha mencionado, el capítulo 1 está dedicado a Tlatelolco. En él se analizarán los orígenes de su historia y los estrechos vínculos que este altepeti (pueblo) mantuvo con otros pueblos del área, ya que éstos seguirán siendo importantes en la memoria colectiva de algunos individuos del periodo colonial tardío.4 Se realizará, asimismo, una reconstrucción de la casa real de Tlatelolco y los avatares históricos que marcaron el gobierno de algunos de sus señores, desde el periodo prehispánico hasta bien entrado el siglo xvi. Después nos centraremos en la figura de don Diego de Mendoza, con el fin de dilucidar quién fue realmente este personaje y la importancia que él y sus descendientes tuvieron para muchas familias, más allá de Tlatelolco. Seremos por ello testigos de cómo sus hijos Melchor, Gaspar y Baltasar se involucraron en los asuntos políticos de su altepeti, hasta alcanzar la gobernatura que alguna vez ostentó su padre; aunque fue Baltasar, su hijo mayor, el que se convirtió en la cabeza visible de su cacicazgo. En el siglo xvii, los primogénitos de esta rama de la familia -casi siempre mujeres-fueron quienes siguieron al frente del cacicazgo, aunque alrededor de esta institución también se mantuvieron cohesionados los descendientes de Melchor. Debido a que Gaspar murió sin dejar descendencia, no se halla información de esta rama de la familia entre los legajos de archivo. Ahora bien, la situación dio un fuerte giro al iniciarse el siglo xviii, cuando varios factores internos y externos cambiaron la relación entre los miembros de las dos familias supervivientes. Fue entonces cuando los descendientes de don Melchor cobraron un relativo protagonismo al tratar de arrebatar la titularidad del cacicazgo a los descendientes de don Baltasar. El capítulo 2 permite conocer el tipo de vínculos que en el siglo xvii establecieron los descendientes de don Baltasar de Mendoza con una serie de personas del estado de Hidalgo, de ascendencia otomí. Fueron precisamente esos contactos los que contribuyeron a que éstos lograran poseer algunos documentos de don Diego de Mendoza, con los cuales empezar a reclamar su vínculo con el cacique tlatelolca en las estancias judiciales correspondientes. Por su importancia, nos centraremos en la familia compuesta por don Roque García y su esposa, doña Magdalena de Morales, así como en la de sus descendientes y parientes colaterales. Iremos analizando cada uno de los documentos que tuvieron en sus manos, pues sólo de esta manera lograremos ver cómo éstos se fueron alterando hasta el grado de investir a estos personajes de una noble ascendencia de la que muy probablemente carecían. Se llega así a la figura de don Diego García, el hijo de Roque y Magdalena, quien hizo de las prácticas de su padre su medio de vida. Obligado es, naturalmente, dedicar un apartado a las pretensiones de la familia, así corno a los beneficios que lograron gracias a la reelaboración y manipulación histórica de la que fueron objeto sus papeles. Ahora bien, al calor del éxito de la familia García aparece en escena otra familia de caciques -los Tovar de Mendoza-, a la que de igual forma se le dedicará un apartado, pues con los mismos argumentos también se dirán descendientes de don Diego de Mendoza. El capítulo 3 se basa, fundamentalmente, en el análisis filológico de una selección de los documentos más importantes que versan sobre el cacicazgo de don Diego de Mendoza y que son los que se han estado utilizando para delimitar o describir dicho cacicazgo. Por su contenido, este análisis va precedido de un apartado donde se explica en qué consiste esta institución y se esgrimen las dificultades que existen para delimitar el cacicazgo de don Diego de Mendoza. A continuación se exponen los problemas que surgen a partir del análisis crítico de los textos, pues en algunos casos, como en el de los privilegios de armas, se demostrará que éstos ni siquiera se le concedieron al cacique tlatelolca; en otros demostraremos que estamos ante verdaderas falsificaciones, en ocasiones realizadas a partir de documentos más antiguos, de ahí que nos hallemos ante nuevas composiciones de las que hay que recelar. Una constante será observar que no es casual que las cédulas signadas con fechas más tempranas sean, precisamente, las menos antiguas. Lo anterior nos habla de una serie de personas instruidas que sabían perfectamente lo que hacían. Por ello, y porque los documentos giran en torno al supuesto cacicazgo de don Diego de Mendoza, es por lo que todo apunta a que esas personas vuelven a ser las familias otomíes del estado de Hidalgo, posiblemente en estrecha relación con los verdaderos descendientes del gobernador tlatelolca. Llegamos, finalmente, al capítulo 4. En él se corroboran varias de las propuestas de Wood (1989, 1998) y se presentan algunas otras con el fin de consolidar la implicación de don Diego García en el resurgir del antiguo arte de la tlacuilolli (pintura y escritura), más allá de los códices techialoyan y títulos primordiales. Ahora bien, aunque ya hemos comentado que la familia de don Diego estaba inmersa en la elaboración y reelaboración de documentos históricos, aquí veremos que alguien muy influyente en su vida fue don Diego Luis Moctezuma, a quien no hay que confundir con el hijo de don Pedro Moctezuma y, por tanto, con el nieto de Moctezuma Xocoyotzin. De él parece que heredó un taller y varios documentos con los que elaboró otros tantos. En este capítulo analizaremos aquellos que formaron parte de su archivo privado y los techialoyan que mandó hacer para varios pueblos. Veremos así que algunas de esas pictografías, que hasta ahora se creían del siglo xvi, son más tardías de lo que a primera vista se podría pensar. Una vez datadas se procederá a demostrar que, como sucedía con los documentos alfabéticos, volvemos a estar ante copias, reelaboraciones y hasta nuevas composiciones, a partir de otros manuscritos, donde en algunos casos también se detectan nuevos discursos históricos. Para ello daré ejemplos del uso compartido de plantillas o modelos icono-gráficos, e incluso de pictografías, a la hora de trabajar. Obviamente, los patrones de composición de muchos de esos documentos y el discurso histórico inalterable en algunos pocos apuntan, asimismo, a la existencia de un maestro que marcaba las pautas. Todo lo anterior implica, necesariamente, la existencia de un taller en el que debían de trabajar varios pintores o tlacuiloque y que ese maestro era don Diego García. Por tanto, y con este contexto de fondo, el trabajo finaliza presentando nuevas hipótesis sobre por qué se hicieron los códices techialoyan. Por todo lo anterior, estamos ante un caso de estudio fascinante y complejo a la vez, no sólo por la cantidad de documentos que se generaron, sino por las manipulaciones y reelaboraciones de las que éstos fueron objeto. No hay duda de que en el siglo xvii, varias familias nobles venidas a menos empezaron a copiar sus viejos papeles y a producir muchos otros, probablemente para recuperar su sitio en la sociedad de entonces. Es lo que hicieron los descendientes de don Diego de Mendoza, pero también algunas personas del estado de Hidalgo, que gracias a ellos se decían sus parientes. Debido a que el primogénito de una familia era el que generalmente tenía en custodia el archivo familiar, era frecuente que algún hermano o pariente le pidiera los papeles para sacarles copias que debían certificar y que lo podrían respaldar ante cualquier evento o circunstancia. Todo eso explica que haya tantas copias de un mismo documento en los archivos -ya sea alfabético o pictográfico- y las manipulaciones que sufrieron en el proceso del copiado, para adaptarlas a los nuevos intereses. 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