Luego del hundimiento del buque, le dan licencia para visitar a su familia en Santa Rosa. Llega el 12 de mayo y algún amigo o vecino toma las fotografías del reencuentro familiar. “Gracias a Dios me queda este recuerdo”, dice. Cuando siete días después termina la licencia, es enviado a la Base Comandante Espora, cerca de Bahía Blanca, donde lo mandan a recibir los cuerpos y los heridos que venían de Malvinas, por pertenecer a la unidad sanidad. Recién le dan la baja el 30 de septiembre.

Luego de haber sido dado de baja, lo vuelven a convocar, el 8 de abril. Llama entonces a su familia y pide que le lleven la cámara que le habían regalado para los 18, una Minolta 450 E, y 6 rollos. El martes 13 de abril, llegó a Malvinas junto a otros soldados: “Felices. Desde el cielo se veían las islas dibujadas como las veíamos en los mapas en la escuela”.
Le asignaron un lugar en enfermería como camillero y conductor de ambulancia. Rescató heridos y presenció situaciones muy traumáticas, como el rescate del soldado Soria, que había pisado una mina antitanque y murió en el momento, “imágenes que no se olvidan nunca en la vida”. Al finalizar la guerra, antes de subir al Camberra pasó por 3 requisas. Escondió la cámara entre un montón de cartas, dentro de una bolsita de nylon, sosteniéndola en alto, diciendo “letters, my letters…”. Repartió los 5 rollos expustos entre 5 compañeros, a quienes se los sustrajeron al palparlos, y están perdidos. Las fotografías que conserva son del que tenía en la cámara, tomadas el 14 de junio y los días siguientes.

El día 14 de junio, junto a sus compañeros replegaron las posiciones, fueron a Puerto Argentino y, ya como prisioneros, al aeropuerto, donde encontraron “comida a montones”. En las posiciones abandonadas encontró un rollo de fotos, una navaja y una linterna. Al rato vio a un soldado sacando fotos pero sin rollo, con una cámara encontrada que no tenía película. Se la pidió, le puso el rollo y sacó fotos, la primera a su grupo.
Al día siguiente, volviendo a Puerto Argentino, lo requisan. Saca el rollo de la cámara y lo guarda por separado. No se lo encuentran; al ver la cámara sin película, se la dejan pasar. Arriba del Buque Hospital Irizar, en trayecto hacia Ushuaia y luego de haber podido bañarse, vuelve cargar la cámara y hace dos fotos. De las fotografías tomadas con su negativo de 110mm cree que, a lo sumo, sólo se le veló una: “Esto hace que tengo hoy unas fotos recordando y plasmando ese momento de prisionero en el año 1982”.

Hace el servicio militar a bordo del buque Bahía Paraíso y hace la campaña antártica; luego, la embarcación se acondiciona como Buque Hospital. Cuando se produce el hundimiento del ARA General Belgrano, participa del rescate de setenta y ocho sobrevivientes y dieciséis cuerpos sin vida de las balsas. Recuerda haber visto en el Bahía Paraíso a Miguel Galotto.

Antes de entrar al servicio militar, su mamá le había regalado una cámara Nokia 110 y 2 rollos. Cuando empezó la guerra pudo seguir sacando fotos, algo que no estaba permitido, pese a que en el Bahía Paraíso había un quiosco en que se vendían rollos y se revelaban las fotografías.
“Es imposible no quebrarse al ver las fotos. Me llevan al recuerdo, hasta a sentir el olor del soldado, cómo se calentaba con la turba de Malvinas… ese olor tan particular que tenían los soldados”. También le traen recuerdos del viento, de estar atentos cuando hundieron al ARA Belgrano, “de estar mirando a la lejanía a ver si vemos algo, algún movimiento, para avisar que puede haber una balsa…”.

Entre sus fotografías, conserva veintisiete tomadas por José López, vecino que acompañó a la familia a recibirlo en Puerto Madero, a su llegada el 27 de junio de 1982.

Durante la revisación médica en Rio Cuarto, Erik entabló amistad con Fabricio Carrascull y Horacio Giraudo. A principio de marzo los visitó el padre de Fabricio, Nelson, quien llevó una camarita y los fotografió. Al irse, le dejó a su hijo la cámara y dos rollos. Después del desembarco tomaron fotos en Puerto Argentino, luego en Darwin mientras preparan sus posiciones, y al jurar la bandera. El día 28 de mayo Fabricio murió en la batalla de Pradera del Ganso junto a otros 38 argentinos. Dice Erik: “Yo siempre pensaba en las fotos e imaginaba que en algún momento podrían aparecer. Pensaba: los ingleses deben haber encontrado los rollos, los deben haber revelado y en alguna página van a aparecer”. En marzo de 2009, volvió a las Islas junto a otros ex combatientes y familiares, alquilaron un jeep y le pidieron a un isleño que los condujera a Darwin. Llevaba un pasamontañas como el que había usado durante la guerra. El chofer, nervioso y entre lágrimas, sacó de un mueble unas fotocopias de fotos que de inmediato Erik reconoce: “¡Soy yo!”. Eran las fotos que le había tomado Fabricio durante la guerra. El isleño comentó que, en 2007, soldados ingleses visitaron la posición y se las dejaron, diciendo: “si viene algún argentino, dáselas”.

Participó de los últimos y más intensos combates de la guerra, en la batalla de Monte Tumbledown, los días 13 y 14 de junio. Carlos comenta: “Esta es la única foto que tengo en las Islas Malvinas, fue tomada apenas llegamos. Tiene que ser antes del 1 de mayo, porque después de ese día ya no teníamos ni ganas ni tiempo de sacarnos fotos... La tenía mi tía Ester”. Ester cuenta que conserva dos fotografías más en papel: un paisaje y un retrato de Carlos cerca de su posición. Un día por 1986 fue a visitarla un soldado ex combatiente a su casa, buscando a Carlos. Se llamaba Jorge Urrutia y probablemente fue quien le llevó esas fotografías.

Su papá le había regalado una cámara Kodak “de las chiquitas”, cuando cumplió 10 años. Al terminar la guerra, en junio de 1982, en su casa reciben soldados, dado que el batallón no daba abasto. Les ofrecen unos días “en familia”, como contara luego Carlos Poppe. En ese momento Ona tenía 14 años. Tanto ella como sus padres, conscientes del momento histórico que vivían, decidieron fotografiar y dejar registro de esos encuentros.

Antonio Lencina fue herido por una bala y capturado después de finalizado los combates en el Istmo de Darwin, el 29 de mayo de 1982.
Conserva cuatro fotografías de la partida del tren desde la localidad correntina Mercedes y otra que le entregó un inglés finalizada la guerra, en donde se lo ve herido.

Llega el 15 de abril a Malvinas y pasa casi sesenta días viviendo la guerra desde adentro del Hospital. Allí atiende a los heridos que van llegando cada vez en mayor número a partir del 1 de mayo. Sale a caminar por las calles de Puerto Argentino recién el 15 de junio, luego del cese el fuego, porque quería conocer un poco el lugar donde había estado. En esa caminata se encuentra con un compañero de colimba, que tiene “una camarita de fotos”. Ven a una señora, vecina del lugar, conversando con soldados británicos. Les piden tomarse juntos una foto y lo hacen. A finales de 1982, Jorge se reencuentra con ese compañero, que vivía en Barrio Norte de la Ciudad de Buenos Aires, quien corta y le entrega los tres negativos donde aparece. Cuenta que luego su mamá le pone nombre a esa foto: “Ni vencedores ni vencidos”. Y él reflexiona: “O sea, ¿cuál es
el ganador ahí?”.

El 28 de marzo el Buque zarpa a Malvinas. Liñeira junto a sus compañeros participa de la recuperación de las islas el 2 de abril. "Tuvimos la gran oportunidad de estar en ese momento tan histórico, ¿no?, que fue el día del desembarco, la toma de Malvinas y ver flamear la bandera argentina ahí en el mástil. Fue muy impresionante", afirma. En sus horas libres salía a cubierta y tomaba fotografías con la cámara Kodak 126 que le había regalado su tía. Reveló los rollos en Castex cuando tuvo unos días de franco. Otros rollos se perdieron a bordo del buque cuando le sustrajeron pertenencias de su taquilla, el armario en el cual guardan sus objetos los marinos.

“En enero hicimos una primera navegación a Puerto Madryn, Ushuaia y Punta del Este. De este modo pudimos conocer el buque, y en mi caso el mar, porque yo no lo conocía”, cuenta. Las fotografías fueron tomadas durante esa navegación con una cámara Kodak compacta. Miranda conserva las fotos porque en una visita a la base pudo entregarle el rollo a un compañero, quien luego lo envió por encomienda a su familia: “es lo que quedó de recuerdo mío del crucero porque el resto de las cosas se hundieron todas junto al Belgrano”. El 2 de mayo, luego del ataque, logra abordar la balsa que tenía asignada y es rescatado por el Destructor Piedrabuena después de treinta horas de naufragio.

Cuenta que al momento de ir a Malvinas, junto a ellos viajo el fotógrafo del regimiento: “'Fogonazo', le decíamos. Él era civil y fue como voluntario. Se paseaba por las posiciones tomando fotografías de los soldados, como lo hacía en el regimiento en las juras de bandera, cuando entregaban uniforme nuevo, o en otros momentos especiales. Era su trabajo…”.

“Fogonazo” se llamaba Francisco Amato y tuvo durante muchos años una casa de fotografía frente a la plaza del centro de Laferrere, partido de La Matanza, Provincia de Buenos Aires. Era “socialero”: hacía fotos de cumpleaños, casamientos y fiestas de quince; se ocupaba también del revelado y las copias. Entre sus trabajos, era fotógrafo del regimiento, y cuando éste fue trasladado a Pigüé, “Fogonazo” se fue a vivir allá.

Cuando Martín Borba se casa en 1985, es el hijo de Amato quien hace las fotos de su boda. Años después, en algún momento de los 2000, se vuelven a encontrar, esta vez en un taller mecánico. Borba no lo reconoce: “¿No te acordás? ¡Soy Fogonazo!Tengo un montón de fotos tuyas”. Martín Borba no lo duda, vende su auto, un Volkswagen Gol, y le compra las fotos. Eran ciento cincuenta copias, de las que hoy conserva ciento doce.

Ricardo Khouri conservaba cinco fotografías tomadas por José Escobar, soldado conscripto del área de inteligencia, quien tenía una cámara y volvió a continente, herido, antes del fin de la guerra. ”José era un colimba, como yo, y vive en Capital Federal, en el barrio de Palermo, les voy a conseguir su contacto. Él tomo muchas fotografías”, dijo el día en que fue entrevistado en Mercedes, Provincia de Corrientes, a donde Khouri se había trasladado desde Sauce, su ciudad.

De chico pasaba muchas horas con su abuelo en el taller de radioaficionado con equipos de radio de onda corta, y había estudiado inglés, conocimientos muy valiosos al llegar a Malvinas.

Su tío Lolo le mandó una cámara 110 y algunos rollos, con los que hizo “fotos generales”. En una carta a su mamá del 3 de junio le pide que avise a la familia de un compañero que éste se encuentra bien. También le dice: “un chico del cual me hice muy amigo, él era el encargado de la cafetería de acá, él tuvo un problema familiar y por eso lo mandaron al continente; el nombre de él es Juan Pablo Valdez, vive en La Plata en diagonal 73 N° 825, él te va a llamar por teléfono y va a tratar de ir a casa, porque él tiene los rollos de fotos que ya usé, si no anda vos a la casa de él o dale la dirección a alguno de los chicos que va a La Plata, si no esperá que él llame…”
Ignacio Indino murió el día 11 de junio cuando fue alcanzado por el estallido de una bomba arrojada por un avión Sea Harrier en Moody Brook, en el ex cuartel de los Royal Marines, durante la última batalla de Monte Longdon. Sus restos, identificados en 2017, descansan para siempre en las Islas Malvinas.

Oriundo de Chavarría, Corrientes, llegó a las Islas Malvinas el 22 de abril de 1982.  Fue destinado en Darwin y el 16 de mayo lo trasladaron al estrecho de San Carlos. Participó de la batalla de San Carlos el 21 de mayo de 1982.   
Capturado por los ingleses, fue el primer herido en combate. El 24 de mayo su foto apareció en la portada del Daily Mirror y dio la vuelta al mundo. 
De esa noche recuerda: “el 21 de mayo a la madrugada entramos en combate cuerpo a cuerpo con los ingleses y recibo una herida de bala en la pierna izquierda, en el fémur, fractura expuesta. Me tratan de levantar mis compañeros, les digo que me dejen, que sigan, a lo que responden: Nos vamos todos o no se va nadie. Al rato veo más de 100 ingleses entre nosotros. Nos tomaron prisioneros”.
Y agrega: “a las 5 de la tarde un helicóptero me traslada al buque hospital inglés Camberra junto a otros dos heridos. Me reciben con suero, sangre, plasma, tenía una desnutrición galopante y el traductor me dice que en unas horas me van a operar y me muestran la radiografía con el proyectil atravesado. Ese mismo día, a las 23 horas  salía de la operación.  Durante los 30 días que estuve a bordo fui tratado como si estuviese con mi familia”.
De las fotos, cuenta que se las regalaron antes de bajar del barco, el 19 de junio cuando llegaron a Puerto Madryn: “las tomó una doctora, nuestra traumatóloga, que pasaba todos los días a vernos. Para mí tienen un valor incomparable, a pesar de que pasaron 40 años. Ya en ese momento les di un valor enorme porque eran un recuerdo que se le puede mostrar a quien quisiera saber nuestra historia.  Eso significan: un gran valor para la historia”.

Participó del desembarco en las Islas Malvinas, el 2 de abril de 1982. Conserva dos fotografías tomadas ese día: una en la zona de Puerto Argentino junto a su amigo Jorge Amarilla, los dos oriundos del mismo pueblo, Paso de los Libres en Corrientes. Amarilla perdió la vida años después de volver, “víctima del abandono del estado” afirma Veloso.  
En cuanto a la fotografía, cree que fue tomada por un compañero, aunque no recuerda con precisión quién. 
La otra, es del momento en que los ingleses fueron tomados prisioneros y los subieron al camión para ser  trasladados al lugar donde quedarían detenidos. 
“¡Todos queríamos tener esa foto! Indudablemente es una foto oficial, que sacó alguno de los cuadros y después la repartieron”, dice y agrega: “cuando uno hace memoria recurre a la foto, porque ahí los recuerdos que por ahí son livianos se vuelven realidad y uno vuelve a vivir, o a revivir aquellos momentos en que fue tomada la fotografía”.

Oriundo de James Craik, provincia de Córdoba. Salió sorteado con el número 986 y le tocó hacer el servicio militar obligatorio en la Marina. 
Hizo la colimba en Río Grande, Tierra del Fuego y como era zona franca, pudo comprar una cámara de fotos Kodak EKTRALITE 400 de 110 mm. En sus palabras “una cámara muy moderna para la época”. 
Viajó a Malvinas el  7 u 8 de abril con cuatro rollos de fotos y los sacó al llegar, ya para el 1 de mayo, cuando empezaron los bombardeos, le quedaban pocas fotos.    
“Durante los primeros días de junio, un oficial que estaba con nosotros, Gustavo Robert, es evacuado por un golpe que sufre durante los bombardeos. Se golpea la columna y para mejor atención es trasladado a continente. Me piden que acompañe al chofer hasta el aeropuerto y ahí se me ocurre pedirle a Robert si puede llevar la cámara y los rollos que hace dos meses tenía en un bolsillo del overol, me molestaban y ya no tenía más rollos para sacar”, recuerda.
Cuenta que Robert los llevó a continente y que cuando regresaron le devolvió la máquina y dos rollos sin revelar. De los otros rollos recibió algunos negativos en 1986, con una nota que decía que algunas fotos se habían usado para una exposición en la base naval de Puerto Belgrano. 
Conserva algunas tiras de negativos.

El 8 de abril fue convocado al Regimiento, donde se enteró que su destino era Malvinas. En ese momento llamó por teléfono a su hermano Daniel, a quien le pidió cigarrillos y una cámara de fotos.
Viajó con una Kodak Instamatic 126 y tomó la primera fotografía el día de su llegada, el 15 de abril. También tomó fotografías el 14 de junio en Puerto Argentino durante la capitulación, luego estando en campo de prisioneros, durante el regreso en el Buque Hospital Bahía Paraíso y la última, en Campo de Mayo, en junio de 1982.
Conserva diecisiete copias de las fotografías y cinco tiras de negativos de película 126.
Nos contacta con su compañero de servicio militar y de posición en Puerto Argentino, Nicolás Faturos, quien conserva un álbum con copias originales, dos que Volonte no tenía. Reproducimos el álbum y escaneamos los negativos.

Incorporamos a la colección setenta y nueve fotografías tomadas por Mario Feroldi y José Luis Mellana, con una cámara 110 mm que les alcanzó Susana (esposa de Mellana) al regimiento junto con algunos rollos, antes de ser trasladados al aeropuerto del Palomar, desde donde los llevaron a Malvinas el 14 de abril de 1982.
Tres o cuatro rollos de esa cámara volvieron escondidos en las ropas del soldado Eduardo Bayo, quien resultó herido en un bombardeo y fue evacuado a continente el 11 o 12 de mayo.
Ese mismo mes un periodista de Canal 7 visitó la posición y ante el pedido del soldado, le entregó tres rollos de diapositivas. Esos rollos fueron expuestos y al momento del repliegue, el 13 de junio, quedaron en la posición. En 2015, cuando volvió a las islas, regresó a la posición y encontró restos de otras pertenencias pero no estaban los rollos.
En su viaje a Londres visitó el Museo de la Guerra y allí también conservaba la esperanza de encontrar algunas de las fotografías tomadas por él.
Feroldi conserva negativos de un rollo de 35 mm tomados por él y por sus compañeros con una cámara Pentax K-1000 del teniente primero Horacio Estrada.

“Cuando hacía el servicio militar obligatorio a bordo del crucero General Belgrano, durante un franco, fui a mi casa en Avellaneda, provincia de Santa Fe y revelé un rollo de fotos que había tomado durante la navegación entre fines de 1981 y principios de 1982.De ahí son las trece fotografías que conservo”.
Perdió su cámara kodak junto con dos rollos de veinticuatro fotos en el hundimiento del crucero, donde tenía fotos tomadas en Ushuaia y el canal de Beagle, durante unos francos, y muchas fotos dentro del buque y con sus compañeros. “Se fueron recuerdos que me hubiese gustado tener, pero tengo la vida, que es lo más preciado”.

Viajó a Malvinas el 14 de abril de 1982 y en el camino entre el aeropuerto y Puerto Argentino, el fotógrafo Daniel García (DyN) sacó una fotografía de los soldados donde se lo ve a Sau en la columna de adelante.
Esa fotografía fue publicada al otro día en la tapa del diario El Día de la ciudad de La Plata y de esa manera, el 15 de abril, los padres se enteraron que su hijo estaba en Malvinas, el mismo día que cumplía 20 años.
Hasta el 1 de mayo hubo intercambio de correspondencia y en esos días les escribió a sus padres pidiéndoles una cámara fotográfica. Al tiempo recibió una encomienda con la cámara familiar, una Kodak Instamatic y dos rollos de 126 mm.
Tomó fotografías en su posición: a sus compañeros, a sus superiores y se retrató con la bandera del regimiento. También registró el clima de “tensa espera” de los soldados durante la rendición en Puerto Argentino el 14 de junio.
Al finalizar la guerra, sabiendo que los requisaban, descosió el refuerzo de las rodillas de su pantalón, escondió los rollos y luego destruyó la cámara.
Volvió en el Buque Hospital Camberra hasta Puerto Madryn. Llegó el 19 de junio de 1982, conocido como “El día que Madryn se quedó sin pan”.
De las fotografías, cuenta que su segunda mujer supo que las tenía15 años después de que se conocieron. Regaló copias a compañeros que aparecen en las fotografías y otras se traspapelaron.
Los negativos los prestó y no recuerda a quién. De dos rollos de veinticuatro le quedan diecinueve copias cuadradas y tiene cuatro copias de autor desconocido, que le llegaron con los préstamos de sus propias fotografías, en alguna devolución.
Las guarda en un álbum de Lux Óptica de la ciudad de La Plata, del que hacemos reproducciones.
En 2015 se encontró con un compañero en el barrio y luego de esa charla empezó a hacer terapia. Desde entonces comenzó a hablar de Malvinas, a visitar escuelas y mostrar las fotografías.

Viajó como voluntaria para trabajar como instrumentadora quirúrgica en el hospital de Puerto Argentino, pero finalmente fue destinada a bordo del Buque Hospital Irizar.
El día antes de viajar, su papá le compró una cámara fotográfica Minolta Pocket 110 mm y diez rollos de película. “Sacá fotos a todo lo que veas así después veo lo que vos viviste”, le dijo cuando se la entregó.
La cámara, que al día de hoy conserva en perfecto estado, es de pequeño formato y eso le permitió llevarla en el bolsillo del pantalón.
De los diez rollos que le entregó su padre, solo dos sobrevivieron a las requisas que hacían los soldados ingleses por los camarotes del buque luego de la firma del cese al fuego.
En los ocho rollos que se llevaron, había fotos que le interesaban profesionalmente, donde había registrado cirugías y a los heridos.
Los negativos que pudo traer se perdieron y solo conserva cincuenta y un fotografías color,copias de la época.

“Tuve la suerte de que nuestro superior, el teniente Jorge Guidobono llevase su cámara de fotos, una automática de las chiquitas y gracias a él es que tengo dieciocho fotos que registran una parte de mi historia de un valor incalculable”, cuenta y agrega que a fines de 1982 o principios de 1983, Guidobono le prestó los negativos y él los imprimió en Quilmes, en la Provincia de Buenos Aires, donde vivía. “Esos son los originales que conservo”, agrega.
Nos pone en contacto con Guidobono, quien dice que lamentablemente no encuentra los negativos.

Tomó fotografías con una cámara Kodak Instamatic 126 que le prestó su tía Neris Romero, de San Luis del Palmar, Corrientes, cuando hizo el servicio militar.
En Malvinas, buscando comida encontró una caja con rollos, se llevó cinco y fotografió incluso durante los combates.
Solo pudo conservar la cámara y un rollo, los otros los repartió con sus compañeros cuando cayeron prisioneros pero se los sacaron los ingleses en las requisas.
Al mes de finalizada la guerra, visitó a su madre que vivía en Capital Federal y allí reveló las fotografías.
Conserva trece fotografías que sufrieron humedad y algunas están muy deterioradas. En total eran veinticuatro, muchas las regaló a compañeros.
“Cuando llevé el rollo para hacer las copias, casi que no me importaban las fotografías. En ese momento las puse en un álbum que estuvo en mi mesa de luz durante 10 o 15 años”, relata y recuerda que las volvió a mirar cuando un veterano amigo le recordó que él sacaba fotos. Cuando buscó el álbum se encontró con fotografías pegoteadas, con humedad y pudo salvar muy pocas. Una de las fotografías se la regaló a José María Canelo Stip, un compañero ex combatiente que vive en Firmat, un pueblo cercano al suyo en la provincia de Santa Fe. Stip fue consultado, pero no encontró la fotografía. De los negativos en cambio, piensa que pueden haber quedado en Corrientes.

A Malvinas llevó una cámara fotográfica comprada en Río Grande, en el tiempo en que hizo el servicio militar obligatorio.
De Malvinas trajo veinticuatro fotografías que compartió con sus camaradas y compañeros. Conserva solo dos donde aparece él, tomadas en Supper Hill.

Ricardo Andrés Austin desembarcó el 2 de abril de 1982 en Malvinas y cayó en el combate de Darwin-Pradera del Ganso, el 28 de mayo de 1982. Su cuerpo fue reconocido en 2018 cuando se hizo el reconocimiento de 122 cuerpos sin identificar.
La placa “Soldado Argentino solo conocido por Dios” traída del cementerio de Darwin, se encuentra en la entrada del pueblo de Tecka donde Ricardo nació, junto a un monumento en su memoria.
Celinda conserva dos fotografías que le regalaron en el año 2000 en el Regimiento de Sarmiento, Chubut.

Llegó a Malvinas el 14 de abril desde Río Gallegos, donde fue destinado en Moody Brook.
A fines de mayo encontró una cámara de fotos Kodak con rollo en una caja que había sido una encomienda. Desde ese día tomó fotografías, sobre todo de sus compañeros.
Cuando quedó prisionero, antes de la requisa, escondió el rollo entre sus piernas y rompió la cámara. Viajó a Puerto Madryn en el Buque Hospital Camberra y de regreso a su ciudad, La Plata, en junio de 1982, reveló las fotografías.
Cuenta que muchas veces prestó las fotografías, que algunas se perdieron y que si bien los negativos no aparecieron, mantiene la esperanza que puedan aparecer.
Conserva veintiún copias de fotografías color en papel, guardadas en un sobre y trece fotografías color en papel tomadas el día de su regreso a La Plata durante el recibimiento de la familia y vecinos y otras de una fiesta homenaje que le hicieron al mes de su llegada.

Su compañero Héctor Foschiatti, llevó una Kodak Fiesta y con esa cámara tomaron fotografías en el vuelo que los trasladó a las islas el 9 de abril. Luego, las tomas fueron mayormente en su posición, en el Monte Tumbledown, de las que Eduardo conserva veintiùn copias color de época.
La cámara quedó en Malvinas, pero cuenta que su compañero pudo pasar el rollo: “El rollo lo pasó entre los calzoncillos porque nos hicieron tirar todo lo que llevábamos y nos revisaban antes de subir al barco. Yo tuve que tirar la radio portátil Philips que me había regalado mi abuela.”
Las fotografías fueron reveladas al regreso, en Río Grande, en 1982 e hicieron dos juegos de copias ya que Foschiatti iba a Chaco y Romagnoli a Santa Fe.
Eduardo las guardó en un álbum con hojas de acetato muchos años hasta que lo cambió por un envoltorio en papel. Nos pone en contacto con la familia de Héctor, que podría conservar alguna otra fotografía.

El 13 de abril de 1982, horas antes de volar a Malvinas, en un quiosco de Río Gallegos, compró una cámara compacta y tres tollos de película. Al rato tomó las primeras fotografías de las islas desde la ventanilla del avión.
El primer rollo que sacó en Malvinas se lo entregó al fotógrafo del Regimiento de Infantería 3 de la Tablada, Francisco Amato, conocido como “Fogonazo” y le pidió que se lo lleve a su familia. Los otros dos rollos se los sacaron los ingleses antes de subir al Buque Hospital Camberra.
Amato, al no saber más de él, no se atrevió a buscar a la familia y lo guardó en su bolso de trabajo. A principios de julio, en un encuentro casual, cuando Liebana fue al Regimiento a retirar su DNI, le entregó de vuelta el rollo sin revelar.