[La punyalada]. Novela del pintor y narrador catalán Mariá Vayreda (1850-1903), publicada en 1903. Dos antiguos compañeros de escuela conviven en estrecha amistad y se dedican al contrabando y a la aventura.
Ibo, frío y valeroso, muy dado a las conquistas femeninas, por lo que recibe el apodo de «l’Esparver». Albert, generoso e introvertido, aunque débil de voluntad. Ibo influye poderosamente en Albert hasta que la amistad se rompe porque entre ellos se interpone una muchacha, Coralí, que habita en el molino de Balasch. Albert es regenerado por el amor de aquélla. Un día los dos enamorados visitan la ermita del Coral y allí Albert le compra un pequeño puñal por si en alguna ocasión se ve agredida por los bandoleros. Otro día Albert sorprende a Ibo intentando abusar de Coralí, que se resiste con fiereza.
La muchacha es salvada, pero el odio entre los antiguos amigos se recrudece y cierta mañana Albert descubre que el molino ha sido incendiado y han raptado a su pro-metida. Entonces empieza una larga y terrible persecución. Ibo esquiva el acoso de Albert, porque dispone de numerosos espías, pero, después de una horrorosa matanza final de la banda de «l’Esparver», un día ambos contendientes se encuentran cara a cara. La lucha es feroz, Ibo muere y Albert queda malherido, casi moribundo. Al recobrar el conocimiento ve con estupor que Coralí le cuida, pero, creyéndola prostituida por los bandidos, pretende forzarla brutalmente.
Coralí ruega y lucha y, en legítima defensa, lo mata con el puñal que él un día le regalara. La punyalada es la obra maestra de Vayreda. Su ambiente, hosco y salvaje, es muy característico de la escuela ruralista catalana de finales de siglo. Bandoleros («trabucaires»), pastores, mozos de escuadra, curas rurales, matanzas despiadadas, encarnizados odios, pasiones carnales, desfilan por la narración intensa, dramática y nada prolija. Se ha hablado de una influencia próxima de Merimée. Personajes, luchas y muertes tienen como telón de fondo la presencia abrupta de la naturaleza, en cuyas descripciones se advierte la mano segura del pintor que fue Mariá Vayreda.
A. Manent