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Flor Esmeralda Larios Jiménez

Resumen

¿Es la filosofía tan importante que se le ha otorgado el gran distintivo de “la madre de todas las ciencias”? Fue la pregunta honesta que me realizó un estudiante en clase de Fundamentos Filosóficos de la Psicología del Centro Universitario de Ciencias de la Salud en la Universidad de Guadalajara, Jalisco, México.


La profundidad de su deseo de saber fue contundente en el grupo, de tal forma que vimos la necesidad de diseccionar los matices de “la madre de todas las ciencias”, para exaltar sus contribuciones al desarrollo de la psicología como una disciplina científica.


El pensamiento filosófico ha acompañado a la humanidad, desde el momento en que el individuo de manera incipiente desarrollaba sus funciones cognitivas superiores, y con ello empezó a observar, a generar preguntas y a planificar formas de supervivencia.


Un parteaguas histórico en el desarrollo de las humanidades fue el del pensamiento socrático, cuyas contribuciones llevaron a observar las formas de generación de conocimiento a partir del propio individuo.


Para enfatizar la relevancia de sus contribuciones, debemos recordar que —previo a Sócrates (470 a. C.)— los filósofos naturalistas tenían su foco de atención en desentrañar los misterios de la naturaleza propia. De esta manera, su trabajo se enfocaba en explorar y explicar los motivos del cambiante color de las hojas de los árboles en diferentes estaciones del año, los factores que llevan a la lluvia a presentarse en ciertos meses y no en otros; a explicar fenómenos astronómicos, entre otras importantes contribuciones que explicaban el contexto natural con el que coexistían. El aporte principal de Sócrates (470 a. C.) fue voltear la mirada del observador hacia sí mismo. Con esto nace el interés de desentrañar los misterios del ser humano y los procesos internos que dan soporte a su pensar-actuar.


En esta directriz, fueron diversos personajes de la historia de la filosofía quienes contribuyeron a destacar el peso de lo cognitivo, emocional y comportamental que daría lugar a la emancipación de psicología como una ciencia independiente. Sin embargo, para el propósito de este trabajo, enunciaré solo algunos de estos personajes cuyos aportes impactaron de manera significativa en el desarrollo de la psicología como ciencia.


En la Tabla 1 se presenta de manera general las principales corrientes filosóficas, sus representantes y contribuciones al desarrollo de la psicología como ciencia en orden de desarrollo del siglo XVII al siglo XX.


Tabla 1. Principales corrientes filosóficas






Corrientes filosóficas y sus representantes




 


Principales contribuciones






Racionalismo (Descartes)




 


Innatismo






 


Empirismo (Hume)




Relevancia de la


experiencia






Kantismo (Kant)




Relativismo perceptual






Hegelismo (Hegel)




Dialéctica hegeliana






Positivismo y neopositivismo (Comte)




Sociología y psicología conductual






 


Marxismo (Marx)




Sociohistoria y psicología






 


Historicismo (Dilthey)




Surgimiento del psicoanálisis






Tabla 1. Principales representantes de corrientes filosóficas que aportaron al desarrollo de la psicología como ciencia.


Iniciaré con el pensamiento cartesiano, en el que René Descartes exalta el peso de los procesos internos racionales que median todo proceso humano. Su máxima “Pienso y luego existo” deja ver que, para Descartes, el razonamiento es previo a la conciencia de ser en el mundo, y afirma que esta capacidad es inherente al ser humano, es decir, el ser humano trae precargado un “chip” que le hace pensante (Descartes, 1637).


Por su parte, Hume —como representante principal del grupo de los empiristas— exalta el papel de la experiencia en la construcción de la conciencia del ser humano. Los empiristas fueron contemporáneos de los racionalistas y afirmaban con contundencia que los sentidos son mediadores de toda experiencia sensorial, y por ello, interactúan estrechamente para gestar el proceso de desarrollo del pensamiento complejo en el ser humano (Hume, 1739).


Fue tal la tensión entre ambos gremios racio- nalistas y empiristas que, el resultado de ambas posturas fue la generación de los aportes de Immanuel Kant, cuyas observaciones sentaron las bases del relativismo perceptual, en el que se logran armonizar las contribuciones de racionalismo y el empirismo. Kant exaltó el peso de los sentidos como mediadores del entorno en el que coexistimos, afirmando que —a nivel del ser humano— todas esas percepciones se integran en una experiencia sensorial única, compleja e individual, lo que logra transformar la conciencia de cada individuo (Kant, 1781).


Por su parte, Hegel hizo contribuciones muy relevantes al aportar lo que conocemos como dialéctica hegeliana, cuyo propósito es lograr expresar el “espíritu absoluto” que para su tiempo es otra forma de decir “afinar el pensamiento complejo” (Hegel, 1807). La dialéctica hegeliana nos invita a considerar que el conocimiento se construye y reconstruye con la interacción de tres elementos: una tesis, una antítesis y una síntesis. Lo podemos ejemplificar con los aportes de Descartes, Hume y Kant.



  • Tesis: Descartes afirma que el conocimiento ya lo tenemos dado como especie humana, solo es cuestión de que se devele.

  • Antítesis: Hume contraargumenta la afirmación cartesiana dejando ver que la experiencia y los sentidos son los mediadores de todo conocimiento.

  • Síntesis: Kant valida ambas posturas e integra una sola, en la que el racionalismo y el empirismo coexisten de manera armónica, siendo ejes explicativos de la conciencia y el pensamiento complejo.


Lo anterior se puede representar como un ciclo que nunca termina (Figura 1), dado que la síntesis se convierte en tesis y el ciclo vuelve a empezar. Se puede observar que tenemos un proceso dinámico, vivo y cambiante que permite la continuación del desarrollo del conocimiento científico.


El surgimiento de las corrientes positivistas y neopositivistas, que también fueron un parteaguas histórico, se dieron como resultado del gran trabajo realizado por Augusto Comte, quien buscaba reformar la estructura social aplicando el método científico, el resultado: surge la sociología (Comte, 1844).


Comte no logró su cometido global, pero dejó ver que el estudio de las humanidades demanda estructura, sistematización y un método científico que explique parcialmente la complejidad como lo dejó ver el conductismo a través de la “caja negra” explicada por Skinner (1953), quien nos decía que podríamos medir y explicar lo observable, pero lo que acontecía en la experiencia interna del individuo sería desconocido para el observador.


Por lo anterior, se evidencia la necesidad de incorporar métodos afines al objeto de estudio que complementarían de manera importante el estudio de lo humano. Dando lugar a la estructura del lenguaje empleado en contexto de estudios científicos y al neopositivismo.


En el recorrido histórico que estamos haciendo, las contribuciones del positivismo y neopositivismo exaltan la cualidad medible y cuantificable de una parte de lo que involucra la psicología (el comportamiento observable y la forma de estructurar el lenguaje científico), por lo que la psicología debuta como ciencia al hablar el mismo idioma de las ciencias naturales al emplear el método científico.


La evidencia de la complejidad del objeto de estudio de la psicología fue cada vez más notoria, por lo que el surgimiento del marxismo —y con ello el desarrollo histórico cultural— brindó aportes fundamentales para exaltar el peso contextual e histórico del ser humano que se ve reflejado en su comportamiento. El ser humano y sus formas de construir el conocimiento no son aisladas, son colectivas y permeadas por las vivencias previas de sus congéneres en un momento y contexto determinado (Marx, 1867). Justamente el peso de la historia de cada uno, del colectivo al que pertenecemos y el impacto en la esfera individual, es el eje que rige la corriente filosófica del historicismo representada por Dilthey (1910), cuya máxima expresión en la psicología fue a través del psicoanálisis y los aportes significativos que hizo Sigmund Freud (1930). El más relevante: la descripción del inconsciente, como entidad interna que distingue al ser humano de otras especies animales.


Con lo anterior, se sientan las bases y se evidencia la necesidad de dirigir estrategias de soporte como tratamiento específico para esta cualidad humana, dando lugar a la terapia hablada, que después tomaría formalmente su conceptualización como psicoterapia.


Una vez establecida la modalidad de atención para lo interno, se desarrollaron múltiples métodos de intervenciones psicoterapéuticas que nos siguen mostrando hasta nuestros días su efectividad para necesidades y poblaciones específicas en la denominada psicología basada en la evidencia (Quant-Quintero y Trujillo-Lemus, 2014). Para finalizar, podemos concluir que denominar a la Filosofía (con mayúsculas) “la madre de todas las ciencias” es un distintivo bien ganado. Debido a que el pensamiento filosófico del que deriva una actitud filosófica se empieza a gestar a partir del desarrollo de las funciones cognitivas superiores, y con el devenir histórico de esta actitud filosófica, se gestaron las disciplinas científicas que conocemos hoy en día, la psicología como ejemplo de ellas y las que seguirán surgiendo a lo largo del desarrollo de la humanidad.


 


 


Bibliografía

  • Comte, A. (1844). Discurso sobre el espíritu po- sitivo. Disponible en http://biblio3.url.edu.gt/ Libros/comte/discurso.pdf

  • Descartes, R. (1637). El discurso del método. México: Alianza Editorial.

  • Dilthey, W. (1910). El mundo histórico. México: Fondo de Cultura Económica.

  • Freud, S. (1930). El malestar en la cultura. Espa- ña: Amorrortu editores.

  • Hegel, G. W. F. (1807). Fenomenología del espí- ritu. México: Fondo de Cultura Económica.

  • Hume, D. (1739). Tratado de la naturaleza hu- mana. LIBROS EN LA RED: Servicio de Publicaciones. Diputación de Albacete. Dis- ponible en: http://23118.psi.uba.ar/academica/ carrerasdegrado/psicologia/informacion_adi- cional/obligatorias/034_historia_2/Archivos/ Hume_tratado.pdf

  • Kant, I. (1781). Crítica de la razón pura. México: Herder

  • Marx, C. (1867). El capital. México: Siglo XXI Quant-Quintero, D.M. y Trujillo-Lemus, S. (2014). Psicología clínica basada en la eviden- cia y su impacto en la formación profesional, la investigación y la práctica clínica. Revista Costarricense de Psicología, 33(2), 123-136.

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Sección
Epistemología y las Ciencias de la Salud