Crítica de 'Sexy Beast', la nueva serie de Michael Caleo | Mindies

Cine

Sexy Beast

Michael Caleo

2024

Por -

En los últimos años, las plataformas de streaming han recurrido de manera desmedida a explotar propiedades intelectuales existentes como fuente para generar nuevo contenido. Esta tendencia ha llevado a la aparición de numerosas secuelas, precuelas y remakes de películas que, en muchos casos, apenas tuvieron un impacto notable en su momento. Un ejemplo palmario de ello es la nueva serie Sexy Beast, estrenada en SkyShowtime, que sirve de precuela a la aclamada película británica de 2000 del mismo nombre dirigida por Jonathan Glazer.

La cinta original, a pesar de sólo recaudar 10,2 millones de dólares en taquilla, se convirtió en un pequeño fenómeno de culto gracias a su estilo visual arrebatador y a las soberanas interpretaciones de Ray Winstone, Ben Kingsley y Amanda Redman. Con una premisa sencilla pero efectiva -un criminal retirado es forzado a participar en un último atraco-, Glazer logró elevar el subgénero del cine negro británico a nuevas cimas estéticas y dramáticas. Desafortunadamente, esta precuela televisiva no sólo carece por completo del genio visionario de Glazer, sino que además desaprovecha por completo el potencial del material original.

Ambientada ocho años antes de los acontecimientos de la película, la serie sigue a los personajes de Gal Dove (James McArdle) y Don Logan (Emun Elliott) cuando aún eran una pareja de delincuentes de poca monta en el este de Londres. Tras impresionar al despiadado capo Teddy Bass (Stephen Moyer), la dupla es reclutada para cometer una serie de atracos de gran envergadura. Sin embargo, la relación entre Gal y su novia Deedee (Sarah Greene), una estrella porno que sueña con una mejor vida, amenaza con convertirse en una peligrosa distracción.

Desde el primer episodio, queda claro que esta producción no sólo no logra capturar la energía arrolladora del filme original, sino que además se desliza peligrosamente hacia la parodia involuntaria. McArdle y Elliott ofrecen imitaciones muy superficiales de los míticos Winstone y Kingsley, perdiendo por completo la chispa única que hizo tan memorables a Gal y Don. La interpretación amanerada de Elliott como el perverso sociópata Logan, en particular, luce ridículamente sobrecargada en comparación con la elegancia con la que Kingsley hizo saltar chispas en cada una de sus escenas.

Más allá de los problemas en el apartado actoral, la serie también adolece de un guion plagado de clichés y líneas de diálogo inverosímiles que rayan en lo caricaturesco. Las constantes referencias y recreaciones de momentos icónicos del filme original sólo contribuyen a menoscabar el legado de Sexy Beast en lugar de venerarlo. Peor aún, los intentos de la serie por justificar y dar trasfondo a la psicopatía de Logan se sienten completamente innecesarios, restándole todo el misterio y la fascinación oscura que rodeaba al personaje.

No todo es negativo, sin embargo. Tamsin Greig roba cada escena que aparece como la aterradora y manipuladora Cecilia, la hermana mayor de Logan. Su interpretación cruda y sin concesiones inyecta un chispazo de vitalidad a la serie cada vez que aparece. Sarah Greene también merece ser reconocida por darle mayor profundidad y humanidad al personaje de Deedee que la que tuvo en la cinta original.

Pero estos dos aciertos actorales son insuficientes para rescatar a Sexy Beast de su mediocridad general. A nivel visual, la serie carece por completo del toque vanguardista y las audacias estilísticas que hicieron de la película un festín para los sentidos. En su lugar, nos encontramos con una puesta en escena genérica que poco o nada aporta al género de las películas de gángsters británicos.

Quizás el mayor pecado de esta precuela sea lo innecesaria y redundante que resulta. En lugar de ofrecer una perspectiva fresca o enriquecer nuestra comprensión de los personajes, Sexy Beast se limita a estirar hasta el hartazgo cada pequeño guiño y referencia a la cinta original. Es como si los creadores hubiesen decidido explicar hasta el último detalle, ignorando por completo que una de las mayores virtudes del filme de Glazer radicaba precisamente en su ambigüedad y misterio.

En última instancia, Sexy Beast es un esfuerzo fallido que deshonra el legado de la película que pretende celebrar. En lugar de generar interés por revisitar el clásico de culto, esta decepcionante precuela probablemente hará que muchos espectadores prefieran evitar cualquier asociación con ella. Es una lástima, pues la cinta original de 2000 merece ser redescubierta y apreciada por nuevas generaciones de cinéfilos. Desafortunadamente, esta serie televisiva no es el vehículo adecuado para lograrlo.

Joven teleco que escribe sobre grupos y pelis guays. Woods y Frankie Cosmos me molan mucho.

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