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Toscana, Ducado de (1569-1860).

Antiguo Estado italiano de la Edad Moderna, que bajo la forma política de un ducado imperial se desarrolló en la Toscana, en el territorio que ocupaba la antigua Etruria, entre 1569 y 1860, cuando se integró en el que un año después sería bautizado como reino de Italia. Gobernado primero por la dinastía de los Médicis, pasó después a la casa de Habsburgo-Lorena. Aunque el Estado no jugó un papel de peso en la política internacional, en el plano cultural continuó la tradición florentina.

Instituciones

Como casi todos los Estados de la Edad Moderna el Gran Ducado de Toscana desarrolló un régimen absolutista. El Gran duque, cuya corte se encontraba en Florencia, era ayudado por cuatro consejeros. Los duques sólo emplearon como secretarios a personas con cuya lealtad podían contar. Así, el cargo no cambiaba periódicamente como con los oficiales electos, sino que los secretarios estaban sujetos al favor del soberano y alcanzaron un alto grado de influencia política.

En el terreno legislativo el Gran Ducado conservó los estatutos locales de las ciudades que lo integraban, dando lugar a un gran desorden. En todo caso, las leyes locales debían ser aprobadas por los oficiales florentinos y este hecho es observable incluso con anterioridad al siglo XV. La proliferación de estatutos locales que tuvo lugar en los siglos XV y siguientes causó infinitas dificultades en la administración de justicia. Sin embargo los florentinos tuvieron motivos políticos para permitir que las comunidades bajo su dominio, incluso las más pequeñas, diseñasen sus propios estatutos: ésto creaba vínculos de dependencia con las comunidades y con las tierras que previamente habían estado sujetas a esas ciudades, y ayudaban al abandono de las leyes emitidas por sus antiguos gobernantes. Pero además, desde el momento en que se reconocía el derecho de omnes populi a vivir según sus propias leyes, no había una forma mejor de sujetar a las comunidades a la autoridad florentina que a través de sus propios estatutos. Todo esto fue común en el proceso de dominio de la Toscana que desarrolló Florencia en los siglos XIV y XV. Y aunque a partir de Cosme I de Médicis fue frecuente la emisión de leyes que afectaban a todo el Estado, continuó la práctica de utilizar los estatutos locales como una importante fuente de legislación. Por tanto, el pluralismo legislativo fue una de las señas de identidad del Gran Ducado de Toscana. Como consecuencia las leyes florentinas llegaron a un punto de caos que fue gráficamente descrito por Pompeo Neri en su Discurso, publicado en 1747. Estimó que en el territorio de la Toscana existían más de quinientos libros de leyes vigentes. En realidad, el Estado florentino impuso su preeminencia política, pero nunca una unidad legislativa.

Economía

A finales del siglo XVI el gran duque Fernando desarrolló la villa de pescadores de Livorno, que de ser una aldea de 400 habitantes pasó a ser un importante puerto, con una población de más de 10.000 almas. La moneda florentina, el ducado, pasó a ser una divisa internacional. La situación financiera varió a lo largo del siglo XVII. La competencia con otros países dañó enormemente la economía toscana, cuyas dos terceras partes de la industria estaban destinadas a la exportación. Florencia trató de mantener la hegemonía en el comercio de la lana, pero se vio muy perjudicada por la expansión de las actividades francesas e inglesas en el Mediterráneo. Las epidemias que asolaron Florencia durante la cuarta década del siglo XVII también influyeron negativamente en la producción, porque murieron más de 14.000 personas.

Historia

Toscana preducal

El territorio de la futura Toscana es esencialmente el mismo que el de la antigua Etruria. Entre los siglos VI y V a.C. los etruscos fueron el poder dominante en todo el centro y norte de Italia, pero a mediados del siglo V a.C. comenzaron a luchar con los romanos por la supremacía en la península. La larga guerra terminó el 280 a.C. con la desaparición de Etruria. La región fue una de las catorce regiones de la Italia de Augusto. Tras la descomposición del Imperio de Occidente la Toscana fue ocupada sucesivamente por los germanos de Odoacro, los ostrogodos y los bizantinos, a través de Narsés. En 570 fue ocupada por los lombardos y formó el ducado de Tuscia, hasta la invasión de los francos en 774. Durante el reinado de Carlomagno se convirtió en un margraviato, cuyo soberano fue también gobernante ocasional de los ducados de Spoleto y Camerino. En 1030 el margraviato cayó en poder de Bonifacio de Canossa, duque de Spoleto y conde de Mantua, Módena y Ferrara y el más poderoso príncipe del Imperio en Italia Fue sucedido por su esposa Beatriz, primero como regente de su hijo, que murió en 1055 y después como regente de su hija Matilde. La madre y la hija fueron entusiastas seguidoras del papa Gregorio VII en la Guerra de las Investiduras y en el siglo XII el Papado y el Imperio lucharon por la herencia de la condesa Matilde, que legó al primero todas sus posesiones. La Toscana se fue dividiendo entonces en pequeñas repúblicas urbanas: Florencia, Siena, Pisa y Lucca, de las cuales Florencia fue la más importante desde el punto de vista político y económico. A finales del siglo XIII los güelfos de la República de Florencia se impusieron sobre la facción gibelina imperante en el resto de las repúblicas. Se dio así la coyuntura política en la que destacó la familia Médicis, que durante los siglos XIV y XV dirigió la reunificación de la región.

Toscana bajo los Médicis

El 1 de mayo de 1532 Alejandro de Médicis, cabeza de la República desde 1530, asumió el título de duque de Florencia, respaldado por el emperador Carlos V. El 28 de octubre de 1533 Catalina de Médicis, duquesa de Urbino, casó con el duque Enrique de Orleáns, futuro Enrique II de Francia, en una ceremonia dirigida por el papa Clemente VII. La política de Alejandro tendió a abolir todas las instituciones y reminiscencias de la época republicana, por lo que muchos de sus súbditos le tuvieron por un tirano; amplió su poder mediante la abolición de la Signoria. Una delegación de ciudadanos florentinos elevó numerosas quejas contra el duque en la corte imperial, pero Carlos V siguió apoyando a Alejandro. En 1537 Alejandro de Médicis fue asesinado y le sucedió Cosme I, que afirmó el gobierno de los Médicis sobre Florencia. El mismo año de su elevación desbarató un intento de los exiliados florentinos de desposeerle. También tuvo éxito en mantener a las tropas españolas apartadas de Toscana; Entre 1554 y 1557 conquistó y anexionó Siena, anexión que fue confirmada por el tratado de Cateau-Cambresis (1559), signado por Felipe II de España, que agradecía al duque su colaboración contra el papa el 1557. Su elevación de manos del papa Pío V a gran duque de Toscana en 1569 sirvió para borrar otra reminiscencia del pasado republicano florentino. Cosme puso la flota toscana al servicio de los españoles en la batalla de Lepanto (1571) y como muchos de su familia fue un promotor de las artes, patrón del arquitecto Vasari. El gobierno de Cosme I sentó las bases de un Estado bien ordenado, basado en la justicia, la igualdad de todos los ciudadanos, una racional administración financiera y un ejército con la suficiente fuerza.

Francisco María de Médicis sucedió a Cosme I en 1574. Bajo su gobierno Toscana se vio envuelta en una serie de escándalos, incluidos amores ilegítimos y asesinatos. En política exterior fue totalmente dependiente de los Habsburgo y en el interior el poder quedó en manos de mujeres y favoritos. El descontento de la población aumentó con la subida de los impuestos. Después de la muerte de su primera esposa el gran duque casó con su amante, la veneciana Bianca Capello; sólo había tenido hijas, una de las cuales era María de Médicis, reina de Francia, y sus intentos por garantizar la sucesión a un hijo ilegítimo fueron vanos. Su hermano y sucesor, el cardenal Fernando I (1587-1609) fue un buen gobernante, que promovió el comercio de la ciudad, amplió el puerto de Livorno y atrajo a él a los comerciantes mediante la garantía de la tolerancia religiosa. Dotó al Estado de mayor seguridad mediante la persecución del bandidaje. Se dijo de él, sin base histórica, que fue el autor del envenenamiento de su hermano y su cuñada. En política exterior se desmarcó de la dependencia del Imperio y de España, y, como un decidido oponente de la política de los Habsburgo, se alió con el rey Enrique IV de Francia. Fue en parte debido a la influencia del gran duque Fernando que el rey de Francia regresó a la fe católica. Las relacionen entre Toscana y el Papado fueron inmejorables bajo su gobierno; Fernando I promovió la reforma de los monasterios de la Toscana y la ejecución de los decretos del concilio de Trento. En 1589 abandonó el cardenalato con el consentimiento del papa Sixto V y casó con Cristina, hija de Enrique III de Francia. Destacó como mecenas de las ciencias y a él se debió la fundación de un colegio en Pisa; su protegido Jacopo Peri compuso en la penúltima década del siglo XVII Daphne, considerada la primera ópera del mundo. El duque Fernando I fue recordado como un benefactor de los pobres.

Fue sucedido por su hijo Cosme II, que invitó a Galileo Galilei a instalarse en Florencia. Continuó la política de su padre y elevó la prosperidad del Estado a cotas nunca alcanzadas. Galileo fue uno de los tutores de Fernando II de Médicis (1621-1670), que a su vez le protegió durante su juicio. Subió al trono del Gran Ducado con nueve años de edad y se hizo cargo de la regencia su madre, Margarita, hermana del emperador Fernando II. La debilidad de la regente llevó a la pérdida de los derechos de Toscana sobre el ducado de Urbino, ocupado por el papa Urbano VII como un feudo vacante de la Iglesia. Fernando II comenzó su gobierno independiente en 1628, en una estrecha alianza con los Habsburgo, lo que le llevó a participar en varios conflictos en Italia. En la cuarta década del siglo XVII siguió una política balanceante entre Francia y España, en un intento de mantener el equilibrio de poderes en la península italiana. En sus relaciones con el Papado trató de evitar conflictos. En 1661 casó a su hijo y heredero, Cosme III, con Margarita Luisa de Orleáns, pariente de Luis XIV, lo que de hecho significaba una alianza con Francia. El gran duque Fernando II fue un ávido lector de todos los temas y, siguiendo la tradición familiar, un mecenas de las artes y las ciencias. En 1657 estableció la Accademia del Cimento, que aunque sólo tuvo diez años de vida produjo algunos logros, como la invención del barómetro por Evangelista Torricelli.

El clima de protección y fomento del conocimiento que había caracterizado el Gran Ducado de Toscana por largo tiempo se rompió en tiempos de Cosme III (1670-1723). Bajo su gobierno se puso en práctica por la fuerza el aislamiento de las comunidades judías y su alejamiento de las vecindades florentinas. Aunque trató de aumentar la importancia de la Iglesia lo que hizo fue dañar su reputación utilizando a la clerecía para fines políticos. El gran duque permitió que los escolares y filósofos fuesen torturados por la Inquisición, interfirió en el funcionamiento de la Universidad de Pisa y prohibió a los estudiantes de la Toscana ingresar en universidades extranjeras. En el plano fiscal cargó a sus súbditos con nuevos impuestos. Cosme III llevó el país al borde de la ruina por su desafortunada política y su extravagancia. Durante la Guerra de Sucesión Española el gran duque quiso permanecer neutral, lo que no impidió que aceptase Siena una vez más, como feudo de Felipe V. La tradición de mecenazgo resucitó en su hijo Fernando, que protegió a Domenico Scarlatti y a Georg Friedrich Haendel. Otras instituciones culturales nacidas en la misma época fue la Academia de CIencias llamada de los Fisiócratas, en SIena (1691) y la Sociedad Botánica de Florencia (1716). Fernando casó con la princesa Violante Beatriz de Baviera y murió en 1713 sin herederos. Por ello Cosme III fue sucedido por su segundogénito, Gian Gastone (1723-1737), un alcohólico infelizmente casado con la princesa alemana Ana María Francisca de Sachsen-Lauenburg, que dejó las riendas del país a su poco escrupuloso chambelán, Guiliano Dami. Bajo su débil gobierno la suerte de Toscana fue decidida por los poderes europeos. Durante la Guerra de Sucesión de Polonia, Lorena fue ocupada por los franceses, que entregaron el ducado al depuesto rey de Polonia Stanislao Leszczynski. El duque Francisco de Lorena, esposo de la heredera del Imperio, María Teresa de Habsburgo, sería compensado con el Gran Ducado de Toscana tras la extinción de la línea masculina de los Médicis.

Toscana bajo la casa de Habsburgo-Lorena

De acuerdo con el tratado de Viena (1725) tras la muerte de Gian Gastón de Médicis subió al trono granducal Francisco de Lorena (1735-1765), que pronto sería elegido emperador por su matrimonio con María Teresa de Habsburgo. Así se introdujo en Toscana la dinastía de Habsburgo-Lorena, que habría de gobernar hasta 1860, aunque con interrupciones en 1799 y entre 1801 y 1814. Francisco reforzó la defensa del país con tropas austriacas y transfirió su administración a los concilios imperiales. Toscana se convirtió entonces en territorio austriaco, perteneciente en herencia al segundogénito, aunque más o menos independiente respecto a Viena. Bajo Francisco y sobre todo bajo su hijo Leopoldo I (1765-1790) el comercio fue revitalizado a través de la anulación de las tarifas aduaneras y la revocación de los privilegios mercantiles. Fueron abolidas la Inquisición (1782), la tortura y la pena de muerte (1786); Toscana fue el primer país europeo en abolir la pena capital y su ejemplo fue reclamado para Milán por Cesare Beccaria. También fueron suprimidos muchos monasterios. La Accademia dei Georofili, fundada en 1753 se convirtió en un centro de la Ilustración. Después de su elección como emperador Leopoldo fue sucedido en 1790 por su segundo hijo, Fernando III, que gobernó como lo había hecho su padre.

Durante la Revolución Francesa Fernando perdió su ducado en 1787 y 1800 y éste fue entregado al duque Luis de Parma bajo el nombre de reino de Etruria. El 7 de octubre de 1800 Napoleón firmó un tratado con España, a cambio del cual España cedería Luisiana a Francia a cambio de Etruria, que fue convertida en reino para la hija de Carlos IV de España y anexionada al Imperio Francés en 1807; Napoleón hizo a su hermana Elisa Bacciocchi su administrador, con el título de gran duquesa. En 1814 el Gran Ducado de Toscana fue restaurado al duque Fernando III de Habsburgo-Lorena, que amplió sus Estados con Elba, Piombino y el Stato deo Presidii (el principado dado a Napoleón Bonaparte en 1813). Éste mantuvo algunas reformas introducidas por la administración francesa (1808-1814) y cuando los esfuerzos de las sociedades secretas italianas para formar un estado nacional se extendieron por Toscana, mantuvo una estrecha alianza con Austria y las tropas toscanas fueron puestas a las órdenes de los oficiales austriacos en previsión del estallido de la guerra. Por el concordato de 1815 el duque devolvió a la Iglesia algunas propiedades confiscadas durante el Antiguo Régimen. La administración de su hijo, Leopoldo II (1824-1860) fue considerada una de las más liberales de Europa, aunque en la forma el duque gobernó de forma absoluta. Sin embargo, y a pesar de que el país disfrutó de un gran crecimiento económico e intelectual, las intrigas de las sociedades secretas encontraron un terreno propicio en Toscana y los soberanos de la casa de Habsburgo-Lorena nunca llegaron a ser muy populares por su condición de extranjeros y por sus conexiones con los austriacos. Toscana consiguió una constitución liberal en 1848 y en 1849 tomó parte en la Liga de Estados Italianos, con Piamonte y los Estados Pontificios, contra los Habsburgo.

A pesar de la actuación contra Austria y a la formación de un ministerio democrático, con Guerrazzi y Montanelli a la cabeza, los republicanos forzaron al duque a huir a Gaeta; la República fue proclamada por los revolucionarios el 8 de febrero de 1849 y un gobierno provisional fue establecido en Florencia. El gran duque regresó en julio con un ejército austriaco que suprimió la revolución aquel mismo año. La República fue abolida y su Constitución suprimida en 1852. Leopoldo gobernó entonces de forma absoluta y las tropas austriacas abandonaron el país en 1855. Sin embargo la abolición de la constitución había disgustado enormemente al pueblo y cuando tras el estallido de la guerra entre Piamonte-Cerdeña y Austria (1859) Leopoldo II tomó el lado austriaco, una revolución estalló y le obligó huir. El armisticio de Villafranca, firmado entre Francia y Austria en 1859 ponía el Gran Ducado de nuevo en manos de los Habsburgo, pero el 16 de agosto una asamblea nacional declaró depuesta la dinastía y un gobierno provisional tomó el control. De acuerdo con los resultados del plebiscito celebrado el 11 y 12 de marzo de 1860, el 22 de marzo Toscana fue anexionada por el Piamonte-Cerdeña, que en 1861 fue rebautizado como reino de Italia.

Bibliografía

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