La magia del celuloide: Full Metal Jacket

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 H I S T O R I A  Y  S O C I E D A D
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Ficha técnica

Dirección: Stanley Kubrick.

Producción: Stanley Kubrick.

Guion: Stanley Kubrick.

Música: Abigail Mead.

Fotografía: Douglas Milsome.

Edición: Martin Hunter.

Año: 1987.

Duración: 116 minutos.

Escrito por Wagner Ramírez*

 

     No estamos ante una película de Vietnam usual. Estamos ante una película histórica y de culto. Ante la imposibilidad de encontrar una traducción acertada para su título, podemos decir que “Full Metal Jacket” es una expresión estadounidense que hace referencia a un arma totalmente cargada y, en este caso, evoca a la escena de más tensión y transcendencia de la película. Describir esta escena nos haría caer en un spoiler, si es correcto usar este término para una película añeja que fue estrenada antes de la caída del muro de Berlín, precisamente en 1987, cuando aún la guerra fría se encontraba vigente. Esto refuerza el valor histórico de la producción.

      Marc Ferro nos explica que la clasificación de una película como cine histórico radica en “la elección de temas, de los gustos de la época, de las necesidades de producción, de las capacidades de la escritura y de los lapsus de los creadores” (1980, p. 69) y aunque la cuestión sea más amplia, como hemos explicados en entregas anteriores, para clasificar esta película como histórica existen elementos convincentes que analizaremos a continuación.

   En términos concisos, una película histórica nos muestra dos momentos históricos independientes. El primero es la línea de tiempo que el guion expone de forma explícita, en este caso, Full Metal Jacket aborda la Guerra de Vietnam. El segundo, es la percepción de los creadores de la película sobre ese momento histórico, lo cual habla de las concepciones históricas de la sociedad en el momento de su producción. Full Metal Jacket permite entender como percibían los estadounidenses la Guerra de Vietnam a finales de la década de los 80’s, casi 20 años después de finalizadas las hostilidades bélicas.

      Recordemos que esta película fue dirigida por un maestro del cine: Stanley Kubrick, lo cual implica que está cargada de intencionalidades, muchas de ellas diseñadas para pasar casi desapercibidas, pero que resumen una serie cuestionamientos a la cultura occidental. Una de estas intencionalidades es mostrar una especie de documental sobre la guerra de Vietnam. Desde la formación de los jóvenes soldados, su deshumanización, hasta la puesta en práctica de sus instintos más básicos de sobrevivencia. El director abandona el cliché cinematográfico de mostrar soldados curtidos y heroicos cuyas acciones salvan a la humanidad loablemente. Aquí se muestran jóvenes que son sometidos a torturas para borrar cualquier rasgo de misericordia, altruismo y criticidad. La distancia argumental de Full Metal Jacket con sus antecesoras es abismal. El relato explica al espectador cómo es posible que los marines estadounidenses sean capaces de violar y asesinar incluso a la población civil e inocente ¿Cómo se convierte el típico muchacho estadounidense en un genocida? Kubrick lo explica en el primer acto de esta película.

      Otra de las intenciones implícitas de Kubrick fue mostrar al mundo la indignación de un sector importante de la sociedad estadounidense que se opuso a la guerra, incluso desde antes de arrancar formalmente. Podemos aventurarnos de afirmar que este conflicto fue el más impopular en todo el siglo XX, incluso dentro de sus propias tiendas. La película ataca un valor intrínseco de la cultura occidental, el nacionalismo exacerbado que obliga a los estadounidenses a aceptar, con ojos cerrados, cualquier acción bélica llevada a cabo por sus gobernantes. El director aclara que no toda la población acepta las imposiciones de forma tan sencilla e insinúa que esto no los convierte precisamente en antipatriotas.

      La primera parte de la película muestra el entrenamiento de los soldados. El método de enseñanza es básico y conductista, por medio de la humillación emocional y el castigo físico se pretende crear sujetos obedientes y dispuestos de asesinar al enemigo sin contemplaciones. Esto puede ser fácil de entender en una sociedad militarizada como la estadounidense, sin embargo, el director se esmera por describir con lujo de detalles este proceso de metamorfosis física y espiritual. Hartman un sargento instructor y torturador, simboliza la escasa capacidad de pensar de los soldados y la falta de humanidad de las fuerzas armadas, aunque no se dice explícitamente, lo podemos entender así.

     Las películas de Kubrick retratan mejor a la humanidad que otras producciones más taquilleras. El director renuncia a mostrar soldados moralistas llenos de buenas e inocentes intenciones, como es usual en la industria hollywoodense. Los personajes están bien desarrollados y se encuentran en un constante conflicto entre el bien y el mal. El protagonista, un recluta apodado Joker, se cuestiona constantemente su papel en la guerra y en muchas ocasiones no encuentra justificación moral a las órdenes que le entregan.

      En la segunda parte de la película, se muestra al protagonista, como un soldado-periodista de las fuerzas armadas en Vietnam. El sarcasmo clásico de Kubrick no se hizo esperar: en el casco del soldado se muestra la leyenda “nacido para matar” junto a un signo de paz y amor. Esta contradicción simboliza el constante conflicto entre el bien y el mal, conflicto que lleva el protagonista durante toda la película. Esta actitud de Joker resulta incómoda para sus superiores militares. Para ellos, la opción de detenerse a pensamientos moralistas es poco patriota para un soldado destinado a obedecer órdenes.

      Volviendo a las intencionalidades, en esta segunda parte se aborda el tema de la prensa y su papel ideológico en la guerra. Kubrick deja claro que los soldados estaban totalmente convencidos que su misión en la guerra era ayudar a los vietnamitas, por lo tanto no comprendían el rechazo de la población local ante la invasión militar. Pero la piedra más grande en el zapato del gobierno de los Estados Unidos, no estaba en Vietnam, estaba en América, donde un sector considerable de su población se posicionaba en contra de la guerra. Entonces, paralelo a la lucha militar, el director muestra la guerra ideológica que el gobierno peleaba en su propio patio. Las fuerzas armadas reclutaban  periodistas con el fin de hacer propaganda sobre la justicia de la invasión en Vietnam y, peor aún,  mentir y afirmar que la guerra costeada con fondos públicos y sangre americana se estaba ganando, aunque esto no era precisamente congruente con la realidad de los hechos. El director denuncia como las autoridades manipulaban las noticias para propagar una versión de los hechos acorde con intereses políticos.

      En la actualidad, las redes sociales están llenas de información y noticias falsas que inciden en la inestabilidad social y política de los Estados modernos. Pero estas campañas de desinformación no son nuevas ni exclusivas de grupos minoritarios desorganizados. Gobiernos, incluso democráticos, han utilizado su influencia política para montar campañas de desinformación en medios de comunicación masiva. Incluso en Costa Rica, donde movimientos sociales fundamentos en noticias falsas han contribuido a la confrontación social, también vemos como grandes medios de comunicación como el Periódico La Nación, Radio Monumental y Televisora de Costa Rica, cuentan con líneas editoriales que coinciden, en muchos puntos, con la agenda del gobierno y dejan de publicar noticias que podrían socavar la credibilidad de la población sobre el gobierno.

      Volviendo a nuestro tema de análisis, otra de las intencionalidades del director de Full Metal Jacket fue enfrentar el delicado tema del racismo que se había construido alrededor de los vietnamitas, considerados por los soldados como seres inferiores. La causa de este odio racial encuentra su origen en las campañas educativas y mediáticas del gobierno estadounidense.       En el cine, los vietnamitas se caracterizan como ladrones, prostitutas, proxenetas, comunistas y peor aún, como seres que no compartían los valores fundamentales de la cultura occidental. Debemos reconocer que el director pudo profundizar este tema de forma más crítica.

      Finalmente, podemos afirmar que, desde nuestro punto de vista, la intencionalidad más importante de Kubrick fue dejar claro que Estados Unidos perdió esta guerra, cuestión que otras películas de su género han tratado de maquillar en reiteradas ocasiones.

      Después de hablar de intencionalidades, debemos afrontar un ligero análisis técnico. La fotografía es buena y convincente, igual que la escenografía y el vestuario. Los efectos especiales son convincentes, salvo quizá el asesinato del sargento Hartman, pero es acorde con los recursos de su época. La banda sonora no es la más magistral que nos ha mostrado Kubrick, pero está cargada de simbolismo, lo cual daría incluso para escribir un artículo más. Sí podemos resaltar el hecho de que cada acto inicia con un tema popular de su época y de una forma u otra anuncia la temática del acto que le prosigue. La película tiene un guion no precisamente entretenido, lo cual es importante en el cine, el director maneja los espacios de tensión con guantes de seda, y aunque son pocos y nada saturados, son muy intensos. Las actuaciones no llegan al nivel magistral, pero nos parece que el director saca lo mejor de los actores que tenía a disposición, a veces da la impresión que las escenas más tensas caen en la sobreactuación.

*Mag. Wagner Ramírez. Profesor de la Cátedra de Historia de la UNED. Correo electrónico: Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.