Yuri Andropov, el hombre que odiaba Juan Pablo II y dirigió al KGB con mano de hierro en la Guerra Fría

Yuri Andropov, el hombre que odiaba Juan Pablo II y dirigió al KGB con mano de hierro en la Guerra Fría

Estuvo al frente de la policía política del régimen soviético durante 15 años. Manejaba una gran cantidad de información que le facilitó ser el sustituto de Brezhnev. Fue clave en la invasión de Hungría y luego de Checoslovaquia y Afganistán

Pedro García Cuartango

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Yuri Andropov dirigió con mano de hierro el KGB durante 15 años en plena Guerra Fría . Fue promovido al cargo en 1967 y se mantuvo hasta 1982 . Tras la muerte de Leonid Brezhnev en noviembre de ese año, fue elegido secretario general del Partido Comunista Soviético. Ejerció el mando durante tan sólo 15 meses porque murió a causa de una grave afección renal en febrero de 1984.

Andropov construyó una base de poder tras su largo mandato en el KGB , que le permitió acumular una ingente información sobre la corrupción de la clase dirigente y los fallos del sistema . Era culto, refinado, dominaba el inglés, leía la prensa occidental y era aficionado al jazz. Pero también era un hombre fiel a los principios del comunismo.

Nacido en una aldea cerca de Stavropol, era hijo de un ferroviario de una familia de cosacos. Su madre era profesora de música. Empezó a trabajar en unos astilleros y se afilió al Partido en 1939. Un año después, fue nombrado jefe del Konsomol , las juventudes comunistas, en Carelia.

Tras ser condecorado en la II Guerra Mundial por su valor y su capacidad organizativa, fue ascendido y trasladado a Moscú. En 1953, era un alto funcionario del Ministerio de Exteriores. Y, al año siguiente, fue designado embajador en Budapest . Allí empezó a fraguar su leyenda porque Andropov desempeñó un papel clave para convencer a Brezhnev de que era necesario invadir Hungría y acabar con Imre Nagy, primer ministro y líder del reformismo.

Andropov, dotado de una legendaria astucia y capacidad de supervivencia , le persuadió a Nagy de que no tenía nada que temer y luego dirigió personalmente la dura represión contra los dirigentes húngaros en 1956. El primer ministro fue ejecutado tras la entrada de los tanques soviéticos. Él mismo confeccionó la lista de las personas a eliminar.

Regresó a Moscú en 1957 para dirigir el departamento de relaciones con los partidos comunistas de fuera de la URSS y luego fue promovido a miembro del Comité Central. En esa época estrechó la amistad con un joven llamado Mijail Gorbachov , con el que solía compartir los fines de semana en el campo.

Nada más tomar las riendas del KGB , hizo notar su presencia. Su objetivo era acabar con todas las formas de disidencia interna , especialmente de los intelectuales. Para ello, creó el llamado Quinto Directorio , que fue clave en la expulsión de Alekxander Solzhenitsyn y el destierro de Andrei Sajarov.

En 1969, presentó un informe ante el Politburó para crear una red de hospitales psiquiátricos con la intención de confinar a los disidentes . Ordenó la construcción de decenas de centros para internar a quienes se mostraban hostiles al régimen.

Su biógrafo Kirill Chenkin hace una recopilación estadística de las detenciones y las penas de muerte durante sus años al frente del KGB. Desde 1967 a 1977, los tribunales abrieron 424 procesos políticos y condenaron a 753 personas. La mayor parte de las sentencias a la pena capital fue conmutada.

Andropov desempeñó un papel determinante en la invasión a Checoslovaquia en 1968 y, años más tarde, también apoyó la entrada de las tropas soviéticas en Afganistán . Sentía una especial animadversión hacia Juan Pablo II , aunque no hay pruebas de la participación del KGB en el atentado de Ali Agca .

Con el apoyo de Mijail Suslov, ideólogo del régimen, y de otros miembros del Politburó, en el que había ingresado en 1973, Andropov se convirtió en un verdadero poder en la sombra . Al morir Brezhnev, fue elegido por unanimidad en menos de 48 horas. Inició una etapa para acabar con la corrupción, el alcoholismo y el absentismo laboral , pero no tuvo tiempo. Sus últimos meses de vida los pasó en el hospital de Kremlin, conectado a una máquina de diálisis. Dicen que mantuvo su lucidez hasta el último minuto .

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