¿Y si el rechazo a 'Megalópolis' no tiene que ver con la película sino con una cruzada 'woke' contra Coppola?
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28 de mayo de 2024

Imagen del tráiler de Megalópolis de Francis Ford Coppola

Imagen del tráiler de Megalópolis de Francis Ford Coppola

¿Y si el rechazo a 'Megalópolis' no tiene que ver con la película sino con una cruzada 'woke' contra Coppola?

El director de Apocalipse Now siempre ha sido incómodo para los grandes estudios, como cuando se empeñó en que Marlon Brando, al que ya nadie quería contratar, fuese El Padrino

No es la primera vez que Francis Ford Coppola se las ve con los estudios y distribuidoras de Hollywood a lo largo de su carrera. Incluso algunas de sus películas invitan a ver reflejada esa especie de fijación de la industria contra él, al modo en que reflejó Elia Kazan su historia en la llamada «caza de brujas» del senador McCarthy con La ley del silencio.
En Legítima defensa, por muy adaptación que sea de una novela de John Grisham, se cuenta la historia del enfrentamiento entre un joven y humilde abogado con el todopoderoso despacho de una gran corporación. También podría decirse que su filme Tucker, un hombre y su sueño es el reflejo de Megalópolis, un director y su película/sueño.

Director incómodo

Sonado fue el pleito con la Warner, la productora que se negó a financiar su Pinocho de carne y hueso y que luego, cuando Coppola fue a otros estudios para intentar filmarlo, aquellos adujeron derechos exclusivos sobre la idea. El director de Apocalipse Now siempre ha sido incómodo para los grandes estudios, como cuando se empeñó en que Marlon Brando, al que ya nadie quería contratar, fuese El Padrino.
Y razón tuvo, como tantas otras veces. ¿La tendrá también ahora con Megalópolis, el filme del que su creador dice que es el mejor de toda su carrera (una «megalopelícula» de 120 millones de dólares que transcurre en una América moderna como una Antigua Roma metafórica y futurista), que lleva 40 años en proceso y que no encuentra distribuidora porque nadie confía en un relato que muchos tachan de «inclasificable»? ¿Y si el inclasificable, en realidad, fuese Coppola y no su película? Dicen que las productoras ya no quieren arriesgarse con productos de autor. El dinero y los números mandan más que nunca en contra del arte.
Y que ya no se apuesta por él, sino que solo se mira el negocio seguro. Malos tiempos para la lírica aparte, resulta que ahora, entre todas estas dudas extrañas sobre la extraña no financiación de tan promocionada obra de tan promocionado y gigante director de cine, saltan a la palestra acusaciones de acoso por parte de Coppola durante el rodaje de Megalópolis.
Esto último, en el Hollywood más «woke», ya suena hasta grotesco, pero la acusación se ha filtrado. La forma más novedosa y ruin de acabar con los monstruos sagrados como sucedió con Woody Allen o Plácido Domingo. En sus respectivos casos, nadie pudo probar su culpabilidad, pero el daño quedó hecho. Kevin Costner o Mel Gibson, grandes triunfadores de taquilla, ídolos del público y hasta prestigiosos oscarizados sufrieron campañas similares que les bajaron a la fuerza y sin piedad de sus pedestales. En el caso de Costner dieron como razón «oficial» el sobrecoste de Waterworld, en paralelo a un caso de infidelidad a su mujer: tan parecido, en apariencia, al caso actual de Coppola.

Abrazos y besos en la mejilla

No fueron sus películas fallidas, sino las acusaciones de un gremio señalador y destructor. ¿Es el caso de Francis Ford Coppola? Dicen que forzó a mujeres para que se sentaran en su regazo y que trató de besar a varias extras femeninas en topless mientras filmaba una escena en un club nocturno. Lo cierto es que leer estas acusaciones tan detalladas y pensar en un señor anciano como Coppola en estos tiempos podría resultar cómico si no lo fuera en absoluto, en ninguna de las dos opciones que se prefiera.
Pero el daño, la duda, el señalamiento «woke», ya se ha puesto en marcha, paralelamente y sin embargo completamente alejado de Megalópolis y su incomprensible polémica distribuidora. Nada parece que vaya a importar el hecho de que el coproductor ejecutivo, Darren Demetre, haya salido en defensa absoluta del director, que contó cómo en realidad el señor Coppola caminaba por el set, como ha hecho tantas veces, dando «amables abrazos y besos en la mejilla» al reparto y a los extras. La «vieja escuela», como dicen por ahí de modo peyorativo y vilmente acusatorio, mediante la que siempre intentó crear una familia de rodaje, como es bien sabido, o el concepto manipulado (o no) con el que cualquiera diría que le acusan.
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