▷ Así fue la Muerte de Rasputín, el Monje Loco

Así fue la Muerte de Rasputín, el Monje Loco

Grigori Yefimovich Rasputín (1869-1916), también conocido como el Monje Loco, fue un místico y un sanador autodidacta de la época de la última familia real de Rusia.

Nacido en el pueblo de Pokrovskoye, cerca de la ciudad de Tobolsk, en Siberia, Rasputín tuvo una vida llena de controversias y escándalos, y fue uno de los personajes más conocidos de la época de los Romanov.

Fue asesinado el 30 de diciembre de 1916, lo que ha dado lugar a numerosas leyendas sobre su asesinato, incluso llegó a decirse que era inmortal después de que se emplearan varias formas distintas de acabar con su vida .Pero, ¿Qué ocurrió realmente la noche de su muerte? ¿Fue un asesinato o algo aún más siniestro?.

En este artículo examinaremos su vida y su legado, incluyendo su relación con la familia real rusa, su influencia en las decisiones políticas de la época y su misteriosa muerte que ha dado lugar numerosas leyendas.

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Primeros años de vida

Grigori Yefimovich Rasputin nació el 22 de enero de 1869 en el pueblo de Pokrovskoye, cerca de la ciudad de Tobolsk, en Siberia. Era hijo de Efim Rasputin, un campesino siberiano, y Anna, una ama de casa.

La precariedad de las condiciones de vida de su familia era tal que, de los nueve hijos que tuvieron sus padres, sólo dos -él y su hermana Feodosija- sobrevivieron a la infancia. De todos sus hermanos, Michail le era especialmente querido: con él se cayó a un arroyo helado a los ocho años. Michail murió de neumonía, mientras que Grigory se salvó.

No tuvo la oportunidad de estudiar, pero desde muy joven ayudó a sus padres en las labores del campo. Ya entonces, era un personaje bastante carismático que atraía la atención de los demás aldeanos.

A los 18 años se casó con una campesina tres años mayor que él, Praskovia Dubrovina, e inmediatamente empezó a tener hijos.

Sin embargo, en 1892, alrededor de los 23 años, una especie de crisis religiosa se apodera de él y decide trasladarse a un monasterio durante algún tiempo.

Durante unos meses ingresa en el monasterio de Verjoturie, donde aprende a leer y escribir ( hasta entonces analfabeto) y se acerca a la religión.

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Rasputín, el monje loco

Vagó durante algunos años más, aunque volvía a casa de vez en cuando para ayudar, sobre todo en época de cosecha, pero ya se trataba de un hombre distinto.

Sus andanzas, sin embargo, le llevaron a Kiev, Kazán y luego también a San Petersburgo, entrando en contacto con importantes seguidores de la religión ortodoxa y otros místicos, a veces venerados y otras veces vistos con cierto recelo.

De hecho, en aquellos años de principios del siglo XX, incluso entre la nobleza y las familias de clase alta crecía el interés no sólo por el misticismo, sino también por el espiritismo.

Se llegó a creer que estos "santos" podían comunicarse de algún modo con los muertos o actuar como intermediarios de mensajes divinos.

Gracias a este interés y a su creciente fama en las principales ciudades rusas, Rasputín comenzó, por ejemplo, a frecuentar a las princesas de Montenegro.

Rasputin y la familia real rusa

En 1905, Rasputin conoce a los Romanov, la familia real de Rusia. Fue presentado a la familia por una amiga de la princesa Militza, Ana Vyrubova.

Rasputin pronto se convirtió en un favorito de la familia, especialmente de la Zarina Alejandra Fiódorovna Románova (1872-1919).

Esto se debió en parte a su habilidad para ayudar al hijo del Zar, el jovencísimo heredero al trono, Alekséi Nikoláyevich Románov, a calmar los dolores de su hemofilia, una enfermedad que en aquella época otorgaba una escasa esperanza de vida.

Tras una caída de caballo en 1907, Aleksej había agravado su estado y según parece, es el propio Rasputín quien cura al niño, al parecer mediante sus oraciones.

Sin embargo para muchos, la curación fue accidental: Rasputín impuso de hecho la suspensión de las curas tradicionales para curar al pequeño sólo rezando a Dios.

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Entre estas curas estaba la aspirina, que se administraba entonces sin conocerse que en el caso de la hemofilia podía agravar la situación.

A partir de entonces, la Zarina Alessandra empezó a ver a Rasputín como una especie de santo y acudía cada vez más a él para pedir consejo sobre asuntos políticos y religiosos.

¿Por qué era tan odiado?

Muchos en la corte vieron a Rasputín como una amenaza y estaban preocupados por el hecho de que la Zarina Alessandra lo escuchara en lugar de sus consejeros de confianza.

Esto provocó una gran cantidad de descontento entre los miembros de la corte y contribuyó a la caída de la familia Romanov.

Rasputín les parecía más un aprovechado que un vidente, más un charlatán que un místico. La iglesia ortodoxa rusa lo acusó de ser un hereje religioso.

La propia madre del zar intentó que lo expulsaran, pero fueron sobre todo políticos y ministros los que se esforzaron por sacarlo de San Petersburgo.

Así empezaron a circular -en parte gracias a la prensa sensacionalista- una serie de pintorescas leyendas sobre Rasputín. 

Se dijo que había tenido una aventura con la zarina, que participaba en orgías, que llevaba una vida completamente licenciosa.

La encargada de difundir estos rumores fue, a partir de cierto momento, la propia policía secreta, que había recibido instrucciones del gobierno para desacreditar al consejero más importante (y peligroso) del zar. 

Los enemigos de Rasputín decían de él que llevaba una vida sexual licenciosa con acusaciones de todo tipo.

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Esta campaña contra Rasputín alcanzó su punto culminante en marzo de 1915.

El día 26, por la noche, Rasputín cenó en Moscú en un reconocido restaurante.

Las crónicas de la época cuentan que el monje se emborrachó y acabó sacándose su aparato reproductor masculino, que ya por entonces tenían la fama de ser enorme, como prueba de su desviación sexual.

Rasputín, esa noche, supuestamente acabó mostrándoselos a unas muchachas, que estaban ocupadas entreteniendo a los clientes con el cante.

Sin embargo, muchos historiadores han cuestionado esta versión, tal y como se contó en los periódicos de la época, por considerarla una pura invención para desacreditar al consejero del Zar.

Además, desde el estallido de la Primera Guerra Mundial, Gran Bretaña y Francia también trabajaban para apartar a Rasputín de la corte.

De hecho, Rasputín había aconsejado al Zar que no entrara en el conflicto, previendo que tal elección arruinaría a los Romanov, y continuamente instaba al Emperador a que cejara en su empeño. 

Por el contrario, Francia y Gran Bretaña, que lo estaban pasando mal con Alemania y Austria-Hungría, necesitaban a Rusia para seguir luchando contra aquel enemigo común.

La conspiración para dar Muerte a Rasputín

Todo ello hizo que Rasputín fuera víctima de una conspiración.

Su posición era muy delicada desde hacía meses y numerosos políticos conspiraban contra él.

Además de la animadversión que generalmente generaba se añadieron nuevo motivos: por ejemplo, las leyendas que circulaban sobre él de que debilitaba el prestigio de la casa real ante el pueblo.

Pero, sobre todo, fue la guerra la que creó muchos problemas.

El caso es que, Rusia tenía grandes dificultades con Alemania, debido a su ejército, todavía muy atrasado, y a un aparato industrial que no estaba ni mucho menos en condiciones de hacer frente a una guerra de tanto desgaste.

Ante esta situación, la conducta de Rasputín empeoró las cosas.

En varias ocasiones se había manifestado a favor de firmar una paz por separado con el enemigo.

La zarina Alessandra, que seguía fuertemente influenciada por él, se puso inmediatamente de su parte.

Además la Zarina era alemana de nacimiento y, por tanto, de la nación enemiga. Esto -combinado con el hecho de que nunca había caído bien al pueblo- hacía sospechar que la consorte del zar estaba de alguna manera del lado del enemigo, al igual que Rasputín.

En resumidas cuentas, la acusación contra el monje pronto se convirtió en la de derrotismo, y se le acusó de influir en el gobierno yendo en contra de los intereses de Rusia. 

No tardó en producirse un tira y afloja entre la Duma -el parlamento, partidario de continuar la guerra- y la zarina, apoyada por algunos de sus ministros. Y entre medio de todo esto, un zar cada vez más debilitado.

Con todo, según algunos historiadores, los servicios secretos británicos empezaron a planificar el asesinato de Rasputín por verlo como una amenaza para Rusia por su influencia sobre la zarina.

Antes de su asesinato, Rasputín fue abordado por Félix Jusupov, un aristócrata casado con una sobrina del Zar. Aunque había afirmado que necesitaba ayuda para superar su debilidad hacia personas de su mismo sexo, esto no era más que un pretexto para ganarse la confianza y la lealtad de Rasputín.

En la madrugada del 29 de diciembre de 1916 el príncipe Félix Yusupov invitó a Rasputín a una supuesta fiesta en su casa de San Petersburgo.

El monje se encontraba sentado en un sótano, donde se había instalado una especie de comedor; aunque, a decir verdad, es que se eligió es sala porque estaba insonorizada.

En las plantas superiores del palacio, esperaban el resto de conspiradores. 

En un principio, el plan era sencillo, pero todo se terminaría complicando.

Jusupov ofreció a Rasputín té con pastas, pastas que habían sido rellenadas con cianuro.

Además, para no hacerle sospechar nada, le ofrecieron una gran cantidad de vino de Madeira, que también había sido envenenado.

Después de una hora, Grigory Rasputin estaba borracho pero no parecía sentir ningún malestar físico. 

Parecía invulnerable, a pesar de todo el cianuro que había ingerido. 

Muy nervioso, Jusupov regresó varias veces durante la noche a los pisos superiores de su palacio para consultar con los demás y decidir qué hacer. 

Finalmente decidió confiar en pistola Browning, bajó las escaleras y le disparó en el pecho, volviendo arriba inmediatamente después.

Los conspiradores bajaron de nuevo al sótano, para revisar el cadáver.

Sin embargo, Rasputín seguía vivo y no sólo eso, sino que en ese momento además intentó escapar fuera del palacio.

Para evitar que escapara, el diputado Purishkévich intervino y disparó una ráfaga de balas contra el monje. Éste cayó, ahora sí agonizante, en la nieve frente a la casa de Jusupov.

Los conspiradores se volvieron entonces hacía la víctima, preocupados porque aún no estaba muerto.

Cargaron el cadáver en el coche y lo arrojaron a las gélidas aguas del río Neva, donde finalmente murió ahogado, aunque para algunos historiadores, más que ahogado murió por hipotermia...

Mitos y rumores sobre Rasputín

¿Crees que con la muerte de Rasputín se acabaron las leyendas sobre él?

En absoluto. La muerte de Rasputín, y las circunstancias que la rodearon, dio lugar a otra leyenda mayor: la del considerable tamaño de su miembro.

Como hemos visto, ya en vida circulaban muchos rumores sobre la lujuria de un hombre que se presentaba sin embargo como santo y como persona en contacto con Dios.

Tras su asesinato, sin embargo, se rumoreó que una criada había encontrado el miembro abandonado en la escena del crimen, ya separado del resto del cuerpo. Y que después lo habría escondido, según parece, para intentar venderlo como una reliquia macabra.

Tras varios cambios de manos, la reliquia, que incluso llegar a ser reclamada por la hija de Rasputín, María, llegó a manos de un tal Michael Augustine, que la vendió a la casa de subastas Bonham.

Sin embargo, llegaron a concluir, tras someterlo a varias pruebas, que no se trataba de un miembro humano.

Pese a ello, tras llegar a pagar incluso 8000 dólares por él, a día de hoy y desde el 2004 sigue siendo una de la mayores atracciones del Museo del Erotismo de San Petersburgo.

En cualquier caso, la vida y la muerte de Rasputín siguen siendo un misterio que probablemente nunca se explicará del todo. Los historiadores sólo han podido especular sobre lo que ocurrió realmente durante aquellas fatídicas horas dando lugar a una leyenda aún mayor.

¿Y qué paso con la familia Real después de la muerte de Rasputín?

La Dinastía Romanov fue la familia que gobernó Rusia durante más de tres siglos, desde el fin del siglo XVII hasta 1917, cuando el zar Nicolás II abdicó al trono durante la Revolución Rusa.

El zar Nicolás II, su esposa Alexandra y sus cinco hijos fueron arrestados y encarcelados en el Palacio de Invierno en Petrogrado (actualmente San Petersburgo) durante la Revolución Rusa.

Después de haber sido depuestos del trono, la familia Romanov fue trasladada a la ciudad de Tobolsk, en Siberia, donde pasaron los siguientes meses bajo arresto domiciliario.

En 1918, cuando la guerra civil estaba en pleno apogeo y las fuerzas bolcheviques estaban ganando terreno, la familia Romanov fue trasladada de nuevo, esta vez a la ciudad de Yekaterinburgo, en el Ural.

Allí, fueron encarcelados en la Casa de Ipatiev, donde pasaron los meses siguientes bajo arresto.

El 17 de julio de 1918, el zar Nicolás II, su esposa y sus cinco hijos fueron ejecutados por soldados bolcheviques en la Casa de Ipatiev.

Se dice que el zar y su familia fueron fusilados en el sótano de la casa, mientras que sus cuerpos fueron enterrados en una fosa cercana.

Los cuerpos de la familia Romanov fueron exhumados en 1991 y luego enterrados en la Catedral de San Pedro y San Pablo en San Petersburgo en 1998, después de que se confirmara su identidad a través de pruebas de ADN.

La muerte de la familia Romanov puso fin a la Dinastía Romanov y marcó el fin del régimen zarista en Rusia.

¿Y vosotros qué pensáis de la historia de Rasputín? Déjanos tus comentarios...

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