Crítica de Bel canto: la última función, con Julianne Moore y Ken Watanabe
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Crítica de Bel canto: la última función, con Julianne Moore y Ken Watanabe

Bel canto
Julianne Moore y Ken Watanabe protagonizan el drama Bel canto: la última función, inspirado en hechos reales que conmocionaron al mundo. Se estrena en España el 22 de marzo de 2019.

Nunca es fácil estar a la altura de un bestseller de la talla de "Bel Canto". La novela de Ann Patchett fue publicada en 2001 y se alzó con varios galardones prestigiosos: el Premio Orange, el Premio Faulkner, el Book Sense y el Book of the Year Award: Paperback. 

Con semejante recorrido, casi se podría decir que demasiado tiempo ha tardado en adaptarse al cine. El encargado de dar este paso ha sido Paul Weitz, el director de películas tan disímiles como American Pie o El circo de los extraños. que en los últimos años había estado muy ligado a la excepcional serie Mozart in the Jungle. Coescribe el guión junto a Anthony Weintraub.

La novela y, por tanto la película Bel canto: la última función, está inspirada en hechos reales acaecidos en Perú en 1996, pero evita dar coordenadas espaciotemporales precisas: muestra el periplo de Roxane Coss, una cantante de ópera que viaja a un país latinoamericano con el objetivo de cantar en el cumpleaños de un rico japonés que está planteándose realizar una fuerte inversión en la zona para la construcción de una fábrica.

Descubre la novela "Bel canto" en la que se basa la película

La fiesta es, además, una reunión de dignatarios locales, que se juntan en la mansión del vicepresidente peruano Rubén Ochoa, incluidos el embajador francés Thibault y su esposa, el fiel traductor de Hosokawa Gen y el delegado comercial ruso Fyorodov.

De forma inesperada, la casa es tomada por guerrilleros miembros del grupo terrorista "Movimiento Revolucionario Túpac Amaru" (MRTA), dirigido por el Comandante Benjamín y exigiendo la liberación de sus compañeros encarcelados. El único contacto con el mundo exterior se hace a través del negociador del Comité Internacional de la Cruz Roja, Messner. Se produce un largo enfrentamiento a lo largo del cual los rehenes y los captores deben superar sus diferencias y encontrar su humanidad y esperanza compartidas.

La historia real se desarrolló en la residencia de Morishisa Aoki, el embajador de Japón en Lima, donde se celebraba el 63 aniversario del nacimiento del emperador nipón Akihito y se desarrolló de forma muy diferente a lo que narra la película. Casi la totalidad de los rehenes, 800 personas, fueron liberadas la misma noche del secuestro (incluyéndose en esta cifra a todas las mujeres) en tanto que los 72 restantes permanecieron retenidos durante 126 días. Este episodio, cuyo desenlace no desvelaremos por su concomitancia con la ficción, se convirtió en uno más de los fantasmas que persiguieron a Fujimori por su gestión de la crisis, a pesar de haber sido aplaudido casi de forma unánime en un primer momento.

Pero lo curioso de Bel canto no es tanto si es fiel o no a la realidad, sino más bien comprobar cómo va dejando de lado paulatinamente su reivindicación política para diluirse en otras aguas. Su viraje al romance y la rápida evolución de los personajes junto a esa carencia de referencias temporales específicas hace que, pronto, el lugar de reclusión se convierta más en un especie de Edén prohibido (y condenado por ello al desastre) que en una realidad tangible y creíble.

Esto llega a provocar momentos de hilaridad no buscados que hacen que se pierda el foco de lo realmente importante y que se reste impacto a la conclusión. Obviamente, como en la traslación operística del peruano Jimmy López, que tan aplaudida fue en Chicago cuando se estrenó en 2005, el mensaje es que la música y la belleza tienen un poder redentor inaudito, capaz de reconciliar posturas en principio opuestas y de llamar la atención sobre causas justas, pero a esta versión de Bel canto le falta verdad para funcionar de forma adecuada.

A pesar de las dificultades que entraña cantar en playback de forma creíble como una soprano, Julianne Moore (Suburbicon) hace un buen trabajo, sobre todo en el tramo final, y lo mismo puede decirse de Sebastian Koch (Homeland) y Tenoch Huerta (Narcos: Mexico), pero otras decisiones de casting son mucho menos acertadas, como Christopher Lambert, muy forzado en su papel.

Sin ser una mala película, Bel canto es en demasiadas ocasiones desconcertante y errática: no consigue adoptar un tono uniforme ni parece tener claro a qué conclusión hacernos llegar. Su mensaje universal queda engullido por un drama personal que no es en exceso interesante ni original. Y qué pena que así sea contando con un material de base tan rico...

VALORACIÓN:

Película muy irregular que no termina de decidir su tono y en el que las relaciones entre los personajes evolucionan a una velocidad inverosímil.

LO MEJOR:

Julianne Moore dignifica la propuesta: ella es el eje sobre el que pivota toda la reflexión acerca del arte como modo de redención.

LO PEOR:

Algunos momentos que deberían ser trágicos rozan lo ridículo, generando una involuntaria hilaridad.
Hobby

60

Aceptable

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