Críticas de Melodías de Broadway 1955 (1953) - FilmAffinity
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Melodías de Broadway 1955

Musical Un cantante y bailarín de éxito, a pesar de que atraviesa una etapa muy crítica, está decidido a volver a Broadway, el escenario que le dio la gloria y la fama.
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Críticas 21
Críticas ordenadas por nota
18 de diciembre de 2006
56 de 66 usuarios han encontrado esta crítica útil
Podríamos hablar de dos grandes épocas en el musical americano. Una primera, que correspondería, básicamente, a los años 30, con las películas de Busby Berkeley y las míticas de Fred Astaire y Ginger Rogers. Y una segunda, que, según los críticos, se iniciaría en puridad con "Un día en Nueva York".
Esta segunda época, la del musical integrado (los números musicales sirven para hacer avanzar la trama, insertándose armónicamente en ésta), culmina, a nuestro juicio, con "Cantando bajo la lluvia" y "Melodías de Broadway 1955", que representan la cima del clasicismo.
Pero, si "Cantando bajo la lluvia" representa ese momento eufórico y optimista que se alcanza cuando se llega a la cumbre de la montaña tras el duro esfuerzo, "Melodías de Broadway 1955", reflejando también un estado alegre y festivo, muestra, sin embargo la nostalgia y la melancolía de saber que en la cumbre no se puede permanecer mucho tiempo, y que pronto habrá que descender de nuevo. "Cantando bajo la lluvia" mira, pues, con satisfacción a la cuesta que se ha subido. "Melodías de Broadway 1955" mira a la rampa que queda por bajar.
Por eso, "Melodías de Broadway 1955" nos parece el mejor musical de la historia. Porque sabe combinar la alegría propia del género con cierta sensación de tristeza. Nunca se podrá repetir un momento como ése, con un Fred Astaire eterno, como siempre, con una Cyd Charisse en pleno esplendor de su arte y belleza, y con esos secundarios geniales (mención especial para Jack Buchanan y, por supuesto, para nuestro querido Óscar Levant).
Y también es un gran musical porque las canciones y los números musicales son inolvidables. Imposible es no recordar la euforia de "That´s entertainment" o "A shine on your shoes", el romanticismo maravilloso de "Dancing in the dark", la clase y la suavidad de "I have to change my plans", la divertidísima parodia que representa "The girl hunt" o esa tristeza y melancolía que traslucen "By myself" y el "That´s entertainment" que cierra la película, por poner algunos ejemplos.
Dijo Gene Kelly que no era posible encontrar un sólo autor en los musicales. Por supuesto. Todos los que participaron en esta película tienen parte en su resultado. Haremos una mención especial a Vincente Minnelli, que demuestra, a nuestro entender, que fue el mejor director de musicales. Gracias, pues, Vincente, Cyd, Fred, Jack, Óscar y Nanette (Fabray), entre otros, porque, gracias a películas como ésta, la vida tiene un poco más de sentido.
Cantan los protagonistas en el segundo número de "That´s entertainment" que el adiós trae las lágrimas. Y es verdad. Pero no menos cierto es que podemos enjugar esas lágrimas en cualquier momento, porque "Melodías de Broadway 1955" siempre nos estará esperando para compartir un rato agradable con aquellos amigos que, allá por 1953, se reunieron para que hoy, cincuenta años después, volvamos nosotros a disfrutar con ellos.
Triplets
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5 de febrero de 2007
31 de 37 usuarios han encontrado esta crítica útil
En un momento en que el musical ya no es lo que era, viene muy bien recordar que hubo un tiempo en que el género fue el rey y que se producían muchos más musicales que de ningún otro género especialmente en el períodoque oscila entre 1935 y 1950.
Este película, obra maestra del musical, cuenta con la presencia de la inagotable fuente de recursos e inspiración en movimiento que fue Fred Astaire y la impagable presencia de una Cyd Charisse en el esplendor de su belleza y talento. En ella, se encuentran algunos de los números más recordados del musical norteamericano: "Shine on my shoes", "That's entertainment", "Dancing in the park", "Louisiana Hayride" y el último que es un delicioso y magistral homenaje al cine negro.
El guión es soberbio. Y las interpretaciones memorables. Todo con el esmero y el lujo de una producción MGM de 1955. ¡Qué elegancia! !Qué glamour! !Qué sentido del humor! !Qué maravilla! ¡Éso es el verdadero espectáculo!
Grace
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27 de febrero de 2015
10 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
El “Musical Americano”, es sin duda, el género cinematográfico que mejor ha envejecido, siempre permitió experimentar estéticamente nuevas formas de expresión artística, gracias a una absoluta libertad creadora. Ha sido siempre una explosión de entusiasmo, una forma de transmitirnos la alegría de vivir. “The Band Wagon” es uno de los mejores musicales de Minnelli, su cromatismo visual jugando con el color, terreno donde el genio del cineasta brillaba de manera incontestable. Es el baile y la danza como expresión dramática, a partir de un respeto absoluto por la coreografía, la elegancia y la armonía. La magia del espectáculo con una exquisitez visual de la puesta en escena. Un clamoroso y decidido homenaje al mundo del teatro musical con canciones fascinantes que forman parte de la memoria colectiva, por ejemplo: el título que encabeza mi reseña.

El estupendo guión pertenece a Betty Comden y Adolph Green (autores de “Cantando bajo la lluvia”). Es la historia de un director teatral demasiado ambicioso, cuyo musical sobre el tema de Fausto se convierte en un fracaso, seguramente por ser demasiado pretencioso y aburrido, para remediarlo la compañía monta una tradicional pero no menos atractiva revista de variedades. Por tanto, se trata de un retorno a la infancia del género, al “back stage” musical, cuando las tramas giraban en torno a la preparación de un espectáculo teatral. Alternando intrigas sentimentales entre bastidores con rutilantes calidoscopios musicales llenos de glamur, en un efusivo elogio a la fantasía.

En este gran musical, apreciamos la genial coreografía del gran Michael Kidd, los temas musicales son de Arthur Schwartz y Howard Dietz. Fred Astaire, en mi opinión, el mejor bailarín de la historia del cine, nos deslumbra con sus actuaciones en una estación de tren, el nostálgico (By My-self), en una sala de juegos (A shine on Your Shoes), la elegancia y el sentimiento en “Central Park” (Dancing in the Dark), la escena más romántica y deliciosa de la película, y en un bar de ambiente cargado (Girl Hunt), una sutil parodia del cine negro. En éstas dos últimas junto a la maravillosa Cyd Charisse, las piernas más bonitas del musical americano.

Con todo ello “The Band Wagon” revela el fulgor del sistema de estudios del que el productor Arthur Freed es su más genuino representante, que gracias al envidiable equipo de artistas que he detallado, constituye el fruto de un trabajo, de una tarea colectiva, poner en marcha un espectáculo de entretenimiento que la película alcanza de manera magistral. El film se erige como una apasionada defensa del espectáculo y de sus gentes, sin pretextos culturalistas ni trascendentales, más que un film prodigioso es el espectáculo por antonomasia.
Antonio Morales
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8 de enero de 2019
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Insuperable musical de la era dorada del género, de la mano de dos de los maestros indiscutibles en la materia (director y protagonista). Exponiendo con singular equilibrio conceptual las claves estructurales del musical integrado, desarrolla a la perfección la trama en interacción con los números musicales, todos ellos plenos de elegancia, empaque, glamur y buen gusto. Un musical hecho con esmero y rebosante de talento.

La principal baza para llegar a la excelencia no es otra que el incombustible Fred Astaire, aquí con cincuenta y cuatro años, encarando ya la parte final de su carrera. El film nos muestra a un Astaire maduro pero todavía con pleno dominio de su condición física, y efectuando un alarde de autoparodia realmente encomiable. La película se abre con la imagen de un sombrero de copa, un bastón y unos guantes. No es otro que el sombrero de copa más famoso del mundo, el que luciera el eterno Tony Hunter en los musicales clásicos de los años treinta. Minelli nos empapa del aire crepuscular de la película desde la primera escena, que termina con un toque de humor tan sutil como devastador. El desarrollo de la trama nos muestra a un Tony Hunter como alter ego absoluto del propio Astaire, un hombre que sabiéndose el más grande en esto de cantar, bailar y actuar, se permite una última oportunidad para triunfar. Es entonces cuando asoma el inagotable carisma del Fred Astaire de siempre, llenando la pantalla con su entrañable personalidad.

Pero nada sería este musical sin la acompañante de lujo: la espectacular Cyd Charisse, en su mejor momento, llena la pantalla con una exhibición de derroche físico descomunal. Una criatura sobrehumana en el escenario, se diría que diseñada genéticamente para bailar a la perfección, y de una belleza realmente impresionante. La tejana demuestra estar a la altura no sólo del inmortal Fred Astaire, sino de la exigencia escénica que un director tan riguroso como Minnelli puede imponer. Los secundarios (que no lo son tanto) cumplen con gran solvencia tanto en la función narrativa como aportando colorido y dinamismo con sus propios números musicales, entre los que destaca «Louisiana Hayride», donde Nanette Fabray brilla con luz propia. «Triplets» nos ofrece un momento de comicidad especial, sumamente original. «A Shine on Your Shoes» muestra el mejor momento individual de Fred Astaire, y la recreación final de cine negro, «The Girl Hunt», presenta un número escénico que debe de encontrarse entre los mejores de toda la historia del género. «That’s Entertaintment», en sus dos versiones, nos invita a disfrutar de esa ilusión que sólo es posible a través del cine, donde el mundo entero y la vida de punta a punta son capaces de desdoblarse sobre un escenario.

Párrafo aparte merece el maravilloso paseo en carroza que Tony y Gabrielle comparten por Central Park y el conmovedor y excepcional número que se marcan a continuación, «Dancing in the Dark», de una elegancia natural y un buen gusto absolutos, con una iluminación tenue que resalta la belleza Charisse y los deslizamientos mágicos de Fred. Creo que se trata del momento más álgido de la película, donde además de ofrecernos el arte de la danza en su máxima expresión comienza a cimentarse la estupenda química entre los dos protagonistas.

En cuanto al humor, lo tiene en su justa medida, y siempre haciendo gala de una sutileza y una agudeza discursiva que apela al respeto absoluto por la inteligencia del espectador, cosa que se agradece en grado sumo. A destacar, entre las escenas humorísticas, los aspavientos melodramáticos del productor Jeff Cordova mientras intenta vender la «adaptación de Fausto» a los patrocinadores.

Un musical perfecto, paradigma absoluto de una de las épocas doradas del género. Al talento inagotable de Fred Astaire se une el portentoso derroche de una Cyd Charisse irresistible, el rigor artístico de Minnelli, la voluntad y el genio del productor Arthur Freed, la creatividad del coreógrafo Michael Kidd y la precisión de los compositores, Howard Dietz y Arthur Schwartz, y de los guionistas, Betty Comden y Adolph Green. Como en todo gran musical, un extraordinario trabajo de equipo.

Para verla una y mil veces.
Arsenevich
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2 de diciembre de 2020
20 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Obra maestra se su director Vincente Minnelli y del género musical, "Melodías de Broadway 1955" o The Band Wagon" alcanza la perfección formal y estilística representando magistralmente la cúspide del género, junto a otro clásico por antonomasia, el maravilloso "Cantando bajo la lluvia" de Gene Kelly y Stanley Donen rodado el año anterior.

La música de Arthur Schwartz, el guion de Batty Comden y Adolph Green, un elenco actoral en estado de gracia, un coreógrafo de excepción como Michael Kidd y la inspirada dirección de Minnelli, son las claves para convertir este viejo espectáculo de Broadway en una de las cumbres del cine musical clásico.

La trama mira en el ombligo de la creación y montaje de estos espectáculos teatrales, optando por una defensa del show, del "entertainment", en toda su pureza, sin necesidad de artificios culturalistas o intelectuales, representados en el film por la impostada representación de Fausto que la compañía pretende estrenar, para terminar presentando un espectáculo de variedades de mayor sencillez pero cuajado de ese sentido del espectáculo tan brillantemente definido en la inspirada composición "That's Entertainment" que interpreta la compañía en el número final del filme.

Toda la película transpira la alegría de vivir característica del género, pero, en esta ocasión, teñida de un punto de tristeza o nostalgia, quizá consciente de que, alcanzada la cumbre, es irreversible iniciar el descenso.

Minelli enlaza la acción, casi sin que nos apercibamos, con los números musicales, haciendo avanzar la trama y definiendo de forma sublime los sentimientos o estados de ánimo de sus personajes.

Fred Astaire, casi interpretándose a si mismo, está magistral entonando el nostálgico "By Myself" mientras se aleja por el andén de la estación, consciente de una realidad que le ignora porque sus días de gloria pertenecen al pasado, aparece desbordante de vitalidad y entusiasmo junto a Leroy Daniels en el dinámico número “A Shine On Your Shoes” y es la elegancia personificada cuando comparte plano con Jach Buchanan para interpretar el distinguido “I Guess I’ll Have To Change My Plan”.

Pero donde brilla especialmente en escenas inolvidables que forman parte de la historia del cine, es junto a una bellísima Cyd Charisse en la mágica escena en que pasean por Central Park a luz de la luna, entrelazando sus manos y bailando con los compases de “Dancing in the Dark” o parodiando el mundo de la novela negra de Micky Spillane en el espectacular número coreográfico “The Girl Hunt”.

Como los buenos musicales clásicos “The Band Wagon” tiene la virtud de saber transmitir hoy, como lo hizo ayer, sentimientos de alegría, fuerza y ganas de vivir, mediante un sortilegio cuyo ritual solo conocen los magos como Minellli, o los propios Kelly y Astaire, un sortilegio que hace que el espectador se sienta capaz de bailar sobre las nubes con Cyd Charisse o que se sienta feliz junto a este bailarín cincuentón que, pasada su etapa de gloria, descubre que la esencia de su felicidad reside en actuar cada día junto a su troupe, al lado de la mujer que ama.

“That’s Entertainment”!
Maximillian
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