Qué ver en Brujas: 9 sitios que visitar entre druidas, cisnes, espíritus y leyendas

Desvelando rincones

Druidas, cisnes, espíritus: curiosidades y leyendas de Brujas

Entre museos, puentes e iglesias se descubren algunos de los secretos de esta ciudad belga en la que no faltan historias que ponen los pelos de punta y promesas eternas.

Es fácil visitar Brujas y quedarse con esa primera impresión de lo que se ha dado en llamar ciudad de cuento. Pero con poco que se indague es fácil encontrarse con numerosas curiosidades y leyendas que enriquecen el paso por la ciudad. Este es un paseo por Brujas en busca del detalle y de la anécdota, un itinerario en modo flâneur que se adentra en jardines, iglesias y museos, fisga en las intrigas conventuales, descubre símbolos paganos y va al encuentro de los grandes maestros de la pintura flamenca.

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Brujas
Brujas | Foto: Rafa Pérez

No estaba muerta

Brujas vivió su momento de mayor esplendor en el siglo XV, cuando se creó la primera bolsa de valores del mundo. El Quijote refleja esa época dorada con un par de comentarios: dice de Clavileño que podría pasar por un corcel de tapiz flamenco y habla de chapadas mozas que podrían pasar por los bancos de Flandes.

Pero tras la muerte de María de Borgoña, precisamente por la caída de un caballo —las heridas no la mataron, pero sí las infecciones—, la ciudad cayó en cierto olvido, en una decadencia que se alargó hasta finales del siglo XIX. Con la publicación en 1892 del libro Brujas la muerta, del escritor Georges Rodenbach, la ciudad apareció de nuevo en los mapas. Poco a poco, Brujas empezó a recibir visitantes interesados en la tristeza y las brumas de los canales —Verhaeren llamó a los flamencos bebedores de lluvia y fumadores de bruma— a las que se refería Rodenbach en su libro.

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Papageno, Brujas
Papageno | Foto: Rafa Pérez

Papageno

Desde el año 1869, el Teatro Municipal da cobijo a las artes escénicas. En este capricho de la burguesía de la época, ávida de un escenario a la altura de los que tenían las grandes ciudades del país, se pueden ver espectáculos de danza, representaciones teatrales y conciertos de alto nivel. Delante del edificio hay una estatua de Papageno,uno de los personajes importantes de La flauta mágica de Mozart. Este gracioso pajarero de la Reina de la Noche, que acompaña al príncipe Tamino, está representado con una figura de bronce encargada por el Ayuntamiento de Brujas, en 1980, al artista belga Jef Claerhout. 

Puente de los Agustinos, Brujas
Puente de los Agustinos | Foto: Rafa Pérez

Puente de los Agustinos

En el año 1294, los monjes agustinos obtuvieron un permiso de la ciudad para construir un puente sobre el canal que pasaba por delante de su monasterio. Tuvieron que costearlo ellos mismos, con la condición añadida de que el ayuntamiento lo pudiera retirar en cualquier momento si las circunstancias lo exigían. El puente actual data de un siglo más tarde y es uno de los más antiguos de Brujas.

En el lugar donde estuvo ubicado el convento, en la confluencia de las calles Spanjaardstraat (Calle de los Españoles) y de la calle Kortewinkel, se levanta hoy una casa que, según cuentan los brujenses, está encantada. La historia puede resultar familiar, de relaciones imposibles en conventos está el mundo lleno: un cura intentaba cortejar a una monja y cuando fue rechazado, porque ella había entregado su vida a Dios, la asesinó y se suicidó. Cuentan que sus espíritus todavía arrastran sotana y hábito por la actual propiedad.

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Lonja de los Burgueses, Brujas
Lonja de los Burgueses | Foto: Rafa Pérez

El oso

Si se hace caso a la leyenda, un plantígrado pudo haber sido el primer habitante de Brujas. En esta ocasión hay a un conde, Balduino I, que secuestra a Judith, la hija de Carlos el Temerario. Al parecer, al rey francés no le hizo ninguna gracia tener de yerno a Balduino y lo envió a tierras más al norte, al lugar que hoy se conoce como Flandes.

El conde atravesó con su lanza al oso que habitaba por aquellos lares, pero el alma del animal se deslizó fuera de su cuerpo para colocarse en el escudo de Brujas. Una figura en Poortersloge (Lonja de los Burgueses) recuerda la historia de este animal tan querido por la ciudad y es fácil encontrarlo por toda Brujas en forma de figura o de chocolatina.

Hospital de San Juan, Brujas
Hospital de San Juan | Foto: Rafa Pérez

Pintores flamencos

Jan van Eyck, Hans Memling, Hugo van der Goes, Roger van der Weyden, Gérard David, Robert Campin, Dieric Bouts… Los grandes maestros flamencos enseñaron geometría, manejo de la perspectiva y psicología del retrato; consiguieron transportar el detalle de una miniatura al lienzo de gran formato.

El dinero que se movía en Flandes durante los siglos XV y XVI facilitó el encuentro y desarrollo de la escuela pictórica flamenca, especialmente en Brujas, donde la lista de obras que se puede encontrar es extensa. Los temas religiosos y espirituales estaban presentes en la mayoría de sus cuadros, con sus cielos y sus purgatorios.

Hospital de San Juan, Brujas
Hospital de San Juan | Foto: Rafa Pérez

En esa época las acusaciones de brujería con final en la hoguera estaban a la orden del día. O escarmientos tan cruentos como el que se muestra en la obra de Gérard David El despellejamiento de Sisamnes. Con la piel de ese juez corrupto se forró el asiento sobre el que debía dictar sentencia su sucesor, que no era otro que su propio hijo.

Este cuadro se expone, junto a destacadas obras de Van Eyck, en el Museo Groeninge. En el Hospital de San Juan (Sint-Janshospitaal), recientemente reabierto tras un periodo de obras, se pueden contemplar siete obras de Hans Memling, entre ellas la Arqueta de Santa Úrsula.

Minnewater, Brujas
Minnewater | Foto: Rafa Pérez

Los cisnes

Los cisnes vagan dispersos por los canales o en grandes grupos en el Minnewater, el Lago del Amor. Estos animales se han convertido en uno de los símbolos de la ciudad y, por supuesto, también cargan con una leyenda. Uno de los administradores de Maximiliano de Austria era Pieter Lanchals, cuyo apellido en neerlandés significa “cuello largo”. Cuando fue ejecutado por el pueblo, en 1488, Maximiliano ordenó que la ciudad mantuviera los cisnes hasta la eternidad.

Anexo al lago está el Beaterio de Brujas, incluido en la lista del Patrimonio Mundial de la Unesco, que sigue transmitiendo la misma paz que en tiempos de las beguinas, mujeres devotas que dedicaron su vida a ayudar a los más necesitados. El jardín que lo rodea es especialmente hermoso cuando crecen los narcisos y durante la caída de las hojas en otoño.

Basílica de la Santa Sangre, Brujas
Basílica de la Santa Sangre | Foto: Rafa Pérez

Basílica de la Santa Sangre

La Basílica de la Santa Sangre es una de las cuatro que conserva este tipo de reliquia. Después de la misa es posible pasar a venerar la Santa Sangre y, si se considera, hacer una donación. En varias ocasiones los miembros de la hermandad que la custodia han tenido que protegerla de calvinistas, franceses e incluso de ellos mismos. El día de la Ascensión se celebra la Procesión de la Santa Sangre, declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.

Iglesia de Nuestra Señora, Brujas
Iglesia de Nuestra Señora | Foto: Rafa Pérez

Toisón de Oro

En el interior de la iglesia de Nuestra Señora se conserva una tabla con los escudos de los treinta caballeros del Toisón de Oro. El principal requisito para ser miembro de la orden era no ser hereje. Eso sí, una orden muy católica, apostólica y romana, pero con un símbolo pagano: el vellocino de oro.

Esta divisa se relaciona con Jasón, el héroe de la mitología que conquistó la Cólquida con la ayuda de los argonautas, pero los miembros de la orden decidieron hacer un giro en la interpretación e identificar el toisón con la zalea del Gedeón bíblico, mucho más acorde con su trasfondo religioso. En la misma iglesia se puede ver la tumba de María de Borgoña y de su padre Carlos el Temerario, así como la excepcional obra de Miguel Ángel La Virgen y el Niño.

Canal de Dijver, Brujas
Canal de Dijver | Foto: Rafa Pérez

Dijver

Es el canal más fotografiado, el que mira a la iglesia de Nuestra Señora y también se asoma al Muelle del Rosario, la postal más conocida de Brujas. Un lugar así no podía quedar exento de leyenda. Cuentan que los druidas se reunían allí para sus asuntos, pócimas de olla, ritos de muérdago, observación del canto de las aves y sacrificios varios.

Se cree que su nombre tiene origen celta y se ha traducido como “aguas benditas” por la condición sagrada de los robles que se encontraban junto al curso de agua. Aquí la leyenda nos habla del ermitaño Everelmus y del monasterio que se construyó alrededor de su tumba, hoy desaparecido.