El ascenso del fascismo

La marcha sobre Roma. Mussolini toma el poder

El 27 de octubre de 1922, miles de militantes fascistas se pusieron en marcha hacia Roma con el objetivo de coaccionar al rey Víctor Manuel III para que diera las riendas de Italia a Benito Mussolini.

Marcha sobre Roma

Marcha sobre Roma

Foto: Illustrazione Italiana (CC)

“O nos dan el gobierno o iremos a Roma a tomarlo”. Con estas palabras, Benito Mussolini concluía su discurso durante la concentración del Partido Nacional Fascista en Nápoles, el 24 de octubre de 1922. No era una amenaza vacía: había convocado aquel acto precisamente para tantear el apoyo con el que podía contar para presionar al rey Víctor Manuel III y que este le encargara la formación de un nuevo gobierno. Y la impresión fue sin duda positiva, ya que solo cinco días después obtuvo lo que quería.

El 24 de octubre de 1922, Benito Mussolini lanzó una amenaza clara: “O nos dan el gobierno o iremos a Roma a tomarlo”.

A pesar de aquella declaración de intenciones, las autoridades municipales reaccionaron con desmedida confianza, ya que no se habían producido grandes alborotos. El presidente del Consejo de Ministros Luigi Facta, en cambio, adoptó una actitud prudente, ya que políticos que habían coincidido con Mussolini le habían informado de su intención de marchar verdaderamente hacia Roma con sus “camisas negras”, como eran llamados los escuadrones fascistas.

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Cuenta atrás hacia la guerra

La rapidez con la que actuaron los fascistas fue clave. El 27 de octubre empezaron a tomar los ayuntamientos de algunas ciudades como Florencia, Pisa y Cremona; y esa misma noche varias columnas de camisas negras se pusieron en marcha hacia Roma. Facta fue informado de madrugada y preparó a toda prisa la declaración del estado de sitio, con la intención de que el rey ordenara la movilización del ejército para detener el avance de los fascistas hacia la capital.

El 27 de octubre, varias columnas de camisas negras se pusieron en marcha hacia Roma.

La mañana siguiente, a primera hora, Facta se dirigió al Palacio del Quirinal con el decreto aprobado por el Consejo de Ministros, pero todavía sin efecto hasta que lo firmase el rey. El presidente había dado por descontado que el monarca, que ya había sido informado de la movilización fascista, aprobaba su decisión, pero se encontró con una sorprendente respuesta por parte de Víctor Manuel: “Estimado Facta, han cambiado muchas cosas desde anoche”.

Lo que había cambiado era, principalmente, que el rey había sido informado de la presencia en Perugia de su primo Manuel Filiberto, duque de Aosta. Este pertenecía a la rama cadete de la dinastía Saboya y no escondía sus simpatías por Mussolini, quien le habría ofrecido su apoyo para hacerse con la corona de Italia si Víctor Manuel no se plegaba a las presiones. Además, habiendo tanteado a los altos oficiales del ejército, estos habían referido al rey que una parte del mismo apoyaba también a los fascistas. “Después del estado de asedio solo puede venir la guerra civil”, le dijo al presidente del Consejo.

Luigi Facta daba por descontado que Víctor Manuel III aprobaría el estado de sitio, pero el rey, temiendo una guerra civil, se negó.

El planteamiento de Víctor Manuel era el siguiente: en Roma había unos 8.000 militares, mientras que los informes sobre las columnas fascistas hablaban de unos 25.000 camisas negras, por lo que resistir parecía imposible, especialmente si no podía estar seguro de qué oficiales le eran leales. “En estas condiciones, desatar una guerra civil es de sanguinarios o de estúpidos, y creo no ser ni lo uno ni lo otro, estimado Facta.” Entonces tomó el decreto y, sin firmarlo, lo guardó en un cajón bajo llave y añadió: “Ahora es necesario que uno de nosotros dos se sacrifique”, a lo que el presidente respondió “Su Majestad no necesita decir a quien corresponde tal pena” y presentó su dimisión con efecto inmediato.

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La victoria de Mussolini

La dimisión de Facta precipitó aún más los acontecimientos y los fascistas, que se habían apoderado de varios trenes, se encontraban ya muy cerca de Roma. Buscando un acuerdo de consenso, a Mussolini se le propuso un gobierno conjunto con Antonio Salandra, un liberal de derechas que ya había sido primer ministro entre 1914 y 1916, pero se negó a compartir el poder. Finalmente, Víctor Manuel se plegó a sus exigencias. El 29 de octubre, Mussolini recibió en la sede del Popolo d'Italia, el periódico político que dirigía, un telegrama de uno de sus generales que decía lo siguiente: “Su Majestad el Rey me encarga rogarle que se dirija a Roma para presentarle sus respetos”.

El líder fascista partió de Milán esa misma noche en un tren directo hacia Roma, donde llegó al día siguiente por la mañana para entrevistarse con el rey. El proyecto de gobierno que le presentó en un primer momento quería obtener el consenso de los diputados y contaba solo con tres ministros fascistas. Víctor Manuel le dio su visto bueno y esa misma noche Mussolini se convirtió en presidente del Consejo.

Il Popolo d'Italia 31 octubre 1922

Il Popolo d'Italia 31 octubre 1922

Il Popolo d'Italia fue un periódico fundado por Benito Mussolini en 1914 y que en 1922 se conviritió en el medio oficial del Partido Nacional Fascista. El 31 de octubre de ese año, anunciaba la toma de poder de Mussolini.

Foto: Age Fotostock / World History Archive / Ann Ronan Collection

Al saberse la noticia, los cerca de 70.000 camisas negras que esperaban acampados fuera de la ciudad entraron en ella, desatando cruentos enfrentamientos en varios barrios. Al día siguiente el Popolo d'Italia anunciaba: “Nuestro movimiento ha sido coronado con la victoria. El Duce ha asumido los poderes políticos del Estado”. Daba también la orden de desmovilizarse a los camisas negras, que ya habían cumplido su papel, condecorando a todos aquellos que habían participado en la marcha sobre Roma. Como nuevo presidente, ordenó a la policía suprimir cualquier altercado que se pudiera producir.

Si bien Mussolini había logrado el poder, la conversión del Estado al fascismo todavía duraría un tiempo. Un signo de alerta claro fue el asesinato del líder socialista Giacomo Matteotti a manos de fascistas, en junio de 1924: el crimen se produjo poco después de unas elecciones que dieron casi dos tercios de los votos a la lista de Mussolini y un gran respaldo al fascismo, permitiéndole completar en los años siguientes la transformación de Italia de una monarquía parlamentaria a una dictadura.

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