Santoral
San Roberto Belarmino, Obispo, Confesor y Doctor de la Iglesia.Jesuita, autor de las admirables Controversias, obra en que refuta los sofismas protestantes. Fue Arzobispo de Capua, Cardenal, consultor de las principales Congregaciones Romanas y consejero de varios Papas. |
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Fecha Santoral Setiembre 17 | Nombre Roberto |
Lugar Roma |
El mayor polemista de la historia de la Iglesia Controversista, escritor, consultor de las principales congregaciones del Vaticano, obispo y cardenal, fue uno de los m�s temibles adversarios del protestantismo Plinio Mar�a Solimeo
Roberto Francisco R�mulo naci� en Montepulciano el 4 de octubre de 1542, en una familia noble empobrecida. Su padre era Vicente Belarmino, y su madre Cintia Cervini, hermana del cardenal Marcelo, elevado m�s tarde al papado con el nombre de Marcelo II. Muy dotado, Roberto estudi� en el colegio jesuita de su ciudad. A�n siendo ni�o, conoc�a a Virgilio de memoria, compuso poemas en italiano y en lat�n, dominaba el viol�n y mostraba habilidad en los debates. Viendo sus bellas cualidades, el padre quer�a que siguiera la carrera pol�tica. Pero su madre deseaba que se hiciera jesuita, orden religiosa que entonces estaba en el auge de su fervor. La influencia de la madre prevaleci� y Roberto entr� al noviciado jesuita de Roma en 1560. Permaneci� en la Ciudad Eterna tres a�os, yendo despu�s a Mondovi, en la regi�n del Piamonte, donde aprendi� tan r�pidamente el griego, que pas� a ense�arlo tanto en el colegio jesuita de esa ciudad cuanto en el de Florencia. Roberto Belarmino fue ordenado sacerdote en Gante, B�lgica, en 1570. Desde entonces fue profesor de teolog�a en la Universidad de Lovaina, siendo el primer jesuita que ense�� en una universidad. En su c�tedra expon�a la Suma Teol�gica de Santo Tom�s de Aquino y atacaba las opiniones her�ticas de Miguel Bayo (profesor de ex�gesis b�blica en la misma universidad) sobre la gracia y el libre albedr�o. En esa �poca, escribi� una gram�tica hebrea e hizo extensos estudios sobre los Padres de la Iglesia y te�logos medievales. �Obra no de uno, sino de varios eruditos� La estad�a de San Roberto en Lovaina dur� siete a�os. Sin embargo, debido a su precaria salud, golpeada por el exceso de estudio y ascetismo, hizo en 1576 un viaje a Italia, para fortalecer la fe cat�lica de aquel pa�s. All� fue retenido por el Papa Gregorio XIII para ense�ar Controversia Teol�gica en el Colegio Romano. Sus pr�dicas excitaban tan vivo entusiasmo, que los propios protestantes viajaban de Inglaterra y de Holanda para o�rlo. Sus aulas formaron la base de su famosa obra Discusiones a prop�sito de las controversias entre la fe cat�lica y las herej�as de este tiempo, o simplemente Controversias, que constituyen una sistematizaci�n de las m�s variadas pol�micas del tiempo y un vasto arsenal, en el cual se encuentran las mejores armas para la defensa de la fe cat�lica. A San Roberto le tom� once a�os componer las Controversias. Al ser publicadas, causaron una inmensa impresi�n en toda Europa. Hasta hoy, en su g�nero, ellas no fueron superadas. El primer tomo de la obra trata del Verbo de Dios, de Cristo y del Papa; el segundo de la autoridad de los concilios y de la Iglesia militante, padeciente y triunfante; el tercero versa sobre los sacramentos; y el cuarto sobre la gracia, el libre albedr�o, la justificaci�n y las buenas obras. El golpe que ellas asestaron al protestantismo fue tan dolorosamente sentido por los protestantes en Alemania y en Inglaterra, que se fundaron c�tedras especiales para intentar refutarlas. Ese escrito es tan erudito en el conocimiento de las Sagradas Escrituras, de los Padres de la Iglesia y de la teolog�a protestante, que los mismos herejes propalaron que no era obra de un s�lo hombre, sino de un grupo de eruditos, bajo un seud�nimo. En Inglaterra, la p�sima reina Isabel I prohibi� su lectura a quien no fuese doctor en teolog�a. Director espiritual de San Luis Gonzaga
Despu�s del asesinato de Enrique III de Francia, Sixto V lo envi� a ese pa�s en 1590 para acompa�ar, como te�logo, al legado pontificio cardenal Gaetano. Mientras estaba en Francia, supo que el Papa, que se hab�a mostrado antes muy favorable a sus Controversias, hab�a propuesto colocar en el Index el primer tomo de la obra, porque en �l el santo conced�a al Papado un poder casi directo sobre las cosas temporales. Pero con la muerte de Sixto V, aquello no se dio. Algunos de sus bi�grafos se�alan su opini�n a respecto del poder temporal del Papa como causa de su tard�a canonizaci�n. San Roberto tambi�n denunci� seis de los mayores abusos comunes en la Curia Romana. El nuevo Papa, Clemente VIII, concedi� a la obra la distinci�n de una aprobaci�n especial y otorg� al autor, en 1599, el capelo cardenalicio, con el t�tulo de Santa Mar�a in via, alegando como raz�n para ello �porque la Iglesia de Dios no tiene otro semejante a �l en cuanto a la doctrina�. El Sumo Pont�fice lo oblig�, en virtud de la obediencia, a aceptarlo. Ese mismo Papa ya lo hab�a escogido como su te�logo personal en 1597, examinador de obispos en 1598 y consultor del Santo Oficio en 1599. Lo encarg� tambi�n de escribir un prefacio para la nueva versi�n de la Vulgata, que fue revisada por �l, y en 1602 lo nombr� arzobispo de Capua, consagr�ndolo con sus propias manos, favor que se hace apenas a aquellos a quien se quiere honrar especialmente. Eso no impidi� que San Roberto continuara con sus austeridades, como la de vivir a pan y agua y sacar las cortinas de su aposento para vestir a los pobres. Arzobispo de Capua e importantes pol�micas Como arzobispo, San Roberto se entreg� por tres a�os con igual celo a los trabajos pastorales, cuidando tanto del bienestar espiritual cuanto material de sus ovejas. Coloc� tambi�n en vigor los decretos del Concilio de Trento. Ense�aba personalmente el catecismo, visitaba las aldeas y atend�a a cada uno de los que lo buscaban, a cualquier hora del d�a o de la noche. Al contrario de los que hoy predican la lucha de clases, dec�a a sus diocesanos: �Aquel que percibe lo que es ser hijo de Dios, del Rey de los reyes, est� unido a �l con filial amor, contento con lo que tiene, sea mucho o poco, porque no duda que su buen�simo Padre le concede, a cada momento, aquello que necesita�.1 En 1605 falleci� Clemente VIII. Fue sucedido por Le�n XI, que rein� apenas 26 d�as, y despu�s por Paulo V. En los dos c�nclaves para esas elecciones, Belarmino obtuvo significativa votaci�n. El nuevo Papa insisti� en mantenerlo en Roma. Lo design� prefecto de la Biblioteca Vaticana y miembro activo del Santo Oficio y de diversas congregaciones romanas, adem�s de ser el principal consejero para cuestiones teol�gicas de la Santa Sede. Por haber criticado el juramento de fidelidad que los cat�licos ingleses eran forzados a hacer a su rey protestante, el santo tuvo la ocasi�n de polemizar con Jacobo I, de Inglaterra, que se vanagloriaba de ser buen te�logo. El rey lo atac� en 1608, mediante un tratado en lat�n, al que el erudito cardenal respondi� inmediatamente, con humor, sobre los errores cometidos por el monarca en esa lengua. El soberano, que era anglicano, respondi� con un nuevo ataque en estilo m�s cuidadoso, en el cual se atribu�a ser el defensor del primitivo y verdadero cristianismo. Dedic� la obra al emperador alem�n Rodolfo II y a todos los monarcas de la Cristiandad. El cardenal le respondi� y no hubo nueva r�plica. San Roberto acostumbraba rezar diariamente por la conversi�n de los te�logos protestantes que enfrentaba, incluyendo al propio rey Jacobo. Fustigaba sus errores doctrinarios, pero nunca les hizo ataques personales. Ejerci� tambi�n un papel primordial en la controversia surgida en Francia con el rey Luis XIV, que pretend�a, como soberano de ese pa�s, poder limitar la autoridad papal, recibiendo los beneficios de las di�cesis vacantes, adem�s de otros puntos de desavenencia. Defendi� la supremac�a del Papa en sus obras Disputationes y De Potestate summi pontificis in rebus temporalibus. En su vejez, le fue permitido a San Roberto volver a su ciudad natal, Montepulciano, en la calidad de obispo, donde permaneci� por cuatro a�os, despu�s de lo cual volvi� al colegio de San Andr�s, en Roma. Escribi� entonces obras de devoci�n, destac�ndose su famoso libro La ascensi�n del esp�ritu a Dios por la escala de las criaturas. El santo quiso entregar su alma a Dios en el noviciado del Ges� �alma mater de los jesuitas�, y fue transferido all� en su �ltima enfermedad. Gregorio XV fue a visitarlo en su lecho de dolor. Al sentir la proximidad de la muerte, San Roberto pidi� al P. Andr�, amigo muy pr�ximo, que consigne por escrito que, por la misericordia de Dios, �l mor�a en el seno de la Iglesia Cat�lica y en la verdadera fe, y que en su �ltima hora no pensaba de modo diferente de lo que hab�a escrito en las Controversias en defensa de la Iglesia. Sinti�ndose desfallecer, recit� el S�mbolo de los Ap�stoles, el salmo 50, el Padrenuestro y el Avemar�a, asistido por sacerdotes de la Compa��a de Jes�s. Entreg� su alma a Dios a los 79 a�os, el d�a 17 de setiembre de 1621. A pesar de la fama de santidad de la que gozaba ya en vida, San Roberto Belarmino s�lo fue beatificado y luego canonizado por P�o XI, en 1930. Este Papa lo declar� tambi�n Doctor de la Iglesia. Sus restos mortales reposan en la capilla del Colegio Romano, al lado del cuerpo de su alumno y penitente San Luis Gonzaga, como �l lo hab�a pedido.2
Notas.- 1. P. Jos� Leite S.J., Santos de Cada D�a, Editorial A.O., Braga, 1987, t. III, p. 57.
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