Camino a la perdición

No soy amante en especial de las películas de gángsters pero reconozco que ésta mantuvo mi interés desde el principio al final. Sublimes las interpretaciones de Hanks y Newman, un guión muy bien escrito y estupendamente llevado a cabo por el director. Lo que podría haber sido una historia más sobre esta época negra de los EE.UU. se convierte en una historia distinta y hasta tierna gracias al niño y su relación con el padre. Violenta sin pasarse ni recrearse, creo que es de lo mejorcito que se ha hecho en este género.

El mundo de los gangsters ha llenado las filmotecas de películas de acción en las que abundan las metralletas, las palizas, las extorsiones y en definitiva una violencia demasiado explícita.

En esta ocasión, el guion, muy original, se aparta de los prototipos de mafiosos al uso con un punto de vista diferente.

Película inteligentemente dirigida por un Sam Mendes que sabe presentarla de forma amena sin grandilocuencia ni abundancia de diálogos.

Excelente el papel de Tom Hanks al que no estamos acostumbrados a ver en el lado de “los malos”.

La película en su conjunto está bastante bien realizada, pero en sus partes deja mucho que desear.

Mendes va en caída desde su gran comienzo (y la selección del reparto no le ayuda precisamente).

Ps. Una excelente ambientación y un par de veteranos con galones no hacen una obra maestra, hace falta algo más (como algo de carácter, muy escaso en la historia).
Scorsese hace pelis de gansters y le salen bien, De Palma hace pelis de gangsters y le salen bien, Mendes ha intentado copiar a Scorsese y, como no es Scorsese, le ha faltado una ración de De Palma (osea de salvajismo).

Paul Newman no puede evitar amar a Daniel Craig, su único hijo irresistiblemente imbécil, y por esa causa tira por la borda el amor que siente por su hijo adoptivo, quien a su vez no puede dejar de amar incondicionalmente a su familia y, en especial, a su hijo preadolescente con quien recorrerá un largo camino en busca de justicia. El recorrido es de la mejor calidad cinematográfica y literatura, pues remite a lo mejor del género negro en literatura, con una guinda inesperada: el asesino a sueldo que compone Jude Law, una obra de arte junto a todas las demás en dirección, fotografía, interpretaciones (Tom Hanks nunca estuvo tan bien y Newman se despide del cine con un protagonista ejemplar) y banda sonora, vaya acompañamiento musical desde el comienzo hasta el final.
Podría decirse que si hay un buen eco en este Camino a Perdición (título real, pues a ese pueblo se dirigen) es el de los mejores westerns, pero tiene una gran riqueza creativa que la torna brillantemente original.

Otro Notable injustificado y otra película con la mafia como telón de fondo. Estaba muy interesada en ver esta película pero, por desgracia, no ha cumplido mis expectativas. Demasiadas buenas críticas para una obra que es pura fachada.

Porque lo mejor, sin duda, es la dirección de Sam Mendes. Se intuye cierto talento a la hora de rodar. Una puesta en escena clásica y elegante, donde se cuidan todos los detalles. Se agradece el intento de ser esteticista, sobretodo porque lo consigue en algunos momentos. Renuncia a la sangre fácil y plantea una historia seria, sombría y con aires nostálgicos. Lástima que todo este esfuerzo esté totalmente desaprovechado por culpa de un guión verdaderamente pésimo.

¿Alguien se puede creer esta historia? De verdad, quien valore esta película por encima del 6, que analice seriamente el hilo argumental. Es como si la trama fuera dando tumbos sin tener muy claro el fin. El horror empieza desde que el pequeño Michael presencia el asesinato, supuesto desencadenante de una historia que hace aguas por todos lados, con un malo malísimo de lo más torpe, asesinos a sueldo ridículos, matanzas imposibles, planes absurdos, enfrentamientos sin sentido y un final que, aunque emotivo por el mensaje que plantea, resulta forzadísimo.

En medio de esta mediocridad, encontramos a unos personajes flojísimos que no despiertan el más mínimo interés. Se puede ser frío, pero no un mueble; es lo que le pasa a Sullivan, interpretado por un Tom Hanks totalmente inexpresivo. Su personaje parece no sentir ni padecer, ni siquiera pensar o reflexionar. Nada. Al hijo le ocurre otro tanto. Las emociones, tan olvidadas a causa de una mala historia, hacen que los personajes carezcan de todo drama, de toda empatía con el espectador y de toda profundidad. La tragedia no explota y la huida o la vengaza, o lo que sea que hagan ese padre y ese hijo, ocurre sin esfuerzo, sin apenas riesgo, sin desesperación. Sin que se despeinen.

Buenas interpretaciones, sin embargo, por parte de Daniel Craig (personaje desaprovechado, y desinflado, y condenado y...) y de Paul Newman, aunque esto último no es niguna sorpresa. Sólo ellos y el director se salvan. Vaya decepción.