8 patrones tóxicos en las relaciones entre madres e hijas | Psychology Today en español
Skip to main content

Verificado por Psychology Today

Peg Streep
Peg Streep

8 patrones tóxicos en las relaciones entre madres e hijas

A pesar de los aspectos en común, hay diferencias importantes.

Iakov Filimonov/Shutterstock

Fuente: Iakov Filimonov/Shutterstock

Es cierto que todas las hijas de madres nada amorosas y fuera de sintonía tienen experiencias compartidas. La falta de calor maternal y validación modifica su sentido del ser, las hace carecer de confianza en las conexiones emocionales o tener miedo de ellas y las forma de maneras tanto visibles como invisibles.

¿Qué les hace falta? Voy a citar a Judith Viorst porque su descripción de lo que una madre en sintonía comunica a través de su mirada, gestos y palabras es perfecta:

“'Eres lo que eres. Eres lo que estás sintiendo.’ Nos permiten creer en nuestra propia realidad. Nos convencen de que es seguro exponer nuestro verdadero ser, cuando es frágil y apenas está empezando a crecer."

“'Eres lo que eres. Eres lo que estás sintiendo.’ Nos permiten creer en nuestra propia realidad. Nos convencen de que es seguro exponer nuestro verdadero ser, cuando es frágil y apenas está empezando a crecer."

La hija sin amor escucha algo muy distinto y aprende una lección completamente distinta. A diferencia de la hija de una madre fuera de sintonía, quien crece en una luz reflejada, la hija no amada pierde en lugar de ganar, por esa conexión.

Aún así, a pesar de los amplias similitudes de esta experiencia compartida, el patrón de conexión, como interactúa la madre con su hija, varía de maneras considerables entre un par y el otro. Estos diferentes comportamientos afectan a las hijas de maneras específicas. He compilado una lista de patrones, a partir de mi propia experiencia y de las de muchas hijas con las que he hablado a través de los años desde que empecé mi investigación sobre Madres Malvadas. Ya que no soy ni terapeuta ni psicóloga, los nombres que les he dado no son científicos pero se eligieron por claridad. Aún así, diferenciar estos patrones en sus términos más amplios puede ayudar a las hijas a reconocer, entender, ordenar y, a fin de cuentas, empezar a manejar estas interacciones tan problemáticas y dolorosas. Por supuesto, estos comportamientos no son mutuamente excluyentes, mi propia madre era por turnos combativa, poco confiable, egocéntrica y desdeñosa.

1. Desdeñosa

“Mi madre me ignoraba,” Gwen, 47, me confió. “Si hacía algo que yo pensaba que la enorgullecería, o lo desdeñaba como insignificante o lo socavaba de alguna otra manera. Y por muchísimo tiempo yo le creí." Las hijas educadas por madres desdeñosas dudan de la validez de sus propias necesidades emocionales. Se sienten poco dignas de atención y experimentan una auto duda profunda y paralizante, todo mientras sienten una intensa añoranza por amor y validación. Así es como lo describió una hija:

“Mi mamá literalmente no me escuchaba, ni me oía. Me preguntaba si tenía hambre y si decía que no, me servía comida en mi plato como si no hubiera dicho nada. Me preguntaba qué quería hacer el fin de semana o en las vacaciones de verano, ignoraba mi respuesta y luego me hacía planes. ¿Qué ropa quería? Lo mismo. Pero ese no era el problema central: nunca me preguntaba cómo me sentía o qué estaba pensando. Dejaba claro que eso era completamente irrelevante para ella."

El comportamiento desdeñoso, como lo han reportado numerosas hijas, ocurre dentro de un espectro y puede volverse combativo si la madre convierte el desdén en rechazo de manera activa y agresiva. Las crías humanas están diseñadas para necesitar y buscar cercanía con sus madres y ahí yace el problema: la necesidad de la hija por atención y amor de su madre no se reduce con el desdén de la madre. De hecho, a partir de mi experiencia personal, sé que puede incluso ampliar la necesidad, empujando a la hija a un patrón activo de demanda ("¿Por qué no te importo/me amas, mamá?" o "¿Por qué me ignoras?") o de planear "arreglar" la situación ("Sacaré puras buenas calificaciones en la escuela o ganaré un premio y seguro así me amará"). Desafortunadamente la inevitable respuesta es que la madre se aleje todavía más, junto con una negación completa de lo que pasó.

2. Controladora

De muchas maneras, esta es otra forma de interacción desdeñosa aunque se presenta muy distinto; la similitud clave es que una madre controladora no reconoce a su hija al igual que una madre desdeñosa. Estas madres micro manejan a sus hijas, se rehúsan activamente a reconocer la validez de sus palabras y elecciones y llenan a sus hijas con una sensación de inseguridad o impotencia. La mayoría de estos comportamientos se hacen bajo el pretexto de que es por el propio bien de la niña. En efecto, el mensaje que se comunica es que la hija es inadecuada, no se puede confiar en ella para ejercer un buen juicio y simplemente no sabría qué hacer y fracasaría sin la guía de su madre.

3. Inasequible

Las madres no disponibles emocionalmente, aquellas que se alejan activamente cuando sus hijas se les acercan o que les retienen muestras de cariño mientras que se las dan a otro hijo, causan un tipo distinto de daño. Debemos recordar que, gracias a la evolución, los niños están diseñados para depender de sus madres. "Mi madre no era malvada" me escribió una hija, "Pero estaba emocionalmente desconectada de mí y todavía lo está." Estos comportamientos pueden incluir una falta de contacto físico (nada de abrazos ni acciones reconfortantes); no responder cuando una niña llora o muestra emociones, no responder a necesidades articuladas cuando es mayor, y, por supuesto, abandono literal.

El abandono literal deja sus propias cicatrices, especialmente en una cultura que cree en la naturaleza automática del amor maternal y comportamiento instintivo. Además de ser insoportablemente doloroso, también es desconcertante. Eso fue cierto para Eileen, de 39 años, que ya ha resuelto muchos de estos problemas y, ahora que es madre, ha limitado el contacto con su propia madre. Los padres de Eileen se divorciaron cuando ella tenía cuatro años y vivió con su mamá hasta que cumplió seis años y su madre decidió que su papá era el padre "apropiado" después de todo. Fue devastador para una niña de seis años, particularmente porque su padre volvió a casarse y ya tenía a su primer hijo de este matrimonio. Llegaron dos más. Pero la pregunta para Eileen fue esta: "Nunca pude entender por qué mi mamá no quería estar ahí. Sentía que faltaba algo muy grande en mi vida y solo mi mamá lo podía llenar."

Todos estos comportamientos dejan a las hijas emocionalmente hambrientas y a veces desesperadamente necesitadas. Las hijas más afortunadas encontrarán a otro miembro de la familia, a su padre, abuelos o tíos, que puede llenar la brecha emocional, lo que ayuda pero no sana; muchas no. Estas hijas con lazos inseguros con frecuencia se vuelven demasiado necesitadas en sus relaciones adultas y requieren garantías constantes tanto de amigos como de familiares.

4. Inmiscuida

Mientras que los primeros dos tipos de comportamiento describen cómo las madres se distancian de sus hijas, inmiscuirse es todo lo contrario: estas madres no reconocen ningún tipo de límite entre ellas, su definición de ser y sus hijos. En este caso, la necesidad de las hijas de amor y atención facilita el estrangulamiento maternal, explotando la naturaleza humana al servicio de otra meta. Estas mujeres son las clásicas "madres de escenario" y viven a través de los éxitos de sus hijos, que tanto exigen como alientan. Aunque se les ha conocido a través de la historia, - las madres de Gypsy Rose Lee, Judy Garland y Frances Farmer vienen de inmediato a la mente - pero ahora tienen un renombre especial (y nada de vergüenza) gracias a la televisión.

Mientras que la hija de una madre distante o inasequible "desaparece" por la falta de atención y malos cuidados, el propio sentido del ser de la hija de una madre inmiscuida desaparece por completo. Superar esto es un camino completamente distinto debido a la falta de límites. Una relación sana y en sintonía, entre una madre y su hija ofrece seguridad y libertad en cantidades iguales, la niña se libera de los brazos de su madre para gatear, la adolescente recibe consejos pero también es escuchada y respetada, y este patrón no. Todo eso desaparece en una relación de madres inmiscuidas.

5. Combativa

Una guerra “abierta” es la característica principal de esta interacción, aunque puse "abierta" entre comillas por una razón. Estas madres nunca reconocen sus comportamientos y usualmente tienen mucho cuidado de no hacerlo en público. En este grupo se incluyen las madres que denigran a sus hijas activamente, son hipócritas, intensamente celosas o competitivas con sus hijas. Sí, este es el territorio de las madres malvadas; la madre saca ventaja de su posición de poder. Ya sé, las palabras "posición de poder" y "madre" parecen incongruentes en una misma oración, pero los dejo en las capaces manos de Deborah Tannen, con una cita que uso con frecuencia porque simplemente no puedo decirlo de mejor manera o con más autoridad:

"Esto, al final, puede ser el meollo del poder de un padre sobre su hijo: no solamente crea el mundo en el que el niño vive sino que también dicta como se debe interpretar ese mundo."

Una niña no es competencia para esta reina guerrera y, más peligrosamente, interiorizará los mensajes que se le comunican. Muchas hijas reportan que el dolor de sentirse responsables de alguna manera, la creencia de que 'hicieron' que sus madres reaccionaran o que son indignas de alguna manera, es tan paralizante como la falta de amor maternal. La culpa y vergüenza eran usualmente las armas de elección para este tipo de madre.

La madre combativa usa abuso verbal y emocional para "ganar" pero pueden recurrir a fuerza física también. Razona sus comportamientos como necesarios debido a los defectos en el carácter y comportamiento de su hija. Este es un territorio peligroso.

6. Poco confiable

De muchas maneras, este es el comportamiento con el que más difícil es lidiar, especialmente para una hija porque nunca sabe si se le aparecerá "la mamá buena" o "la mamá mala". Todos los niños se forman imágenes mentales de cómo serán las relaciones en el mundo real basándose en sus conexiones con sus madres; estas hijas entienden la conexión emocional como algo tenso, precario e incluso peligroso. En una entrevista para mi libro, Madres Malvadas "Jeanne" (un pseudónimo) dijo:

“Yo puedo trazar mi propia falta de confianza todo el camino de vuelta a mi madre. Era poco confiable emocionalmente, horriblemente crítica de mí un día y sumamente desdeñosa al siguiente, y luego, de la nada sonriente y cariñosa. Ahora me doy cuenta de que la mamá sonriente usualmente pasaba delante de otras personas que era su audiencia. De cualquier forma, nunca sabía qué esperar. Podía estar presente de maneras intolerables, luego inexplicablemente ausente, y luego representando un papel. Yo asumía que había hecho algo para que me tratara de esa manera. Ahora sé que hacía lo que le daba la gana sin pensar en mí, pero todavía escucho su voz en mi cabeza, especialmente cuando la vida se pone difícil o me siento insegura."

7. Egocéntrica

La podemos llamar narcisista. Esta madre ve a su hija, si es que la ve, como una extensión de sí misma y nada más. A diferencia de la madre inmiscuida que está enfocada de manera asfixiante en su hija, esta madre controla cuidadosamente sus intervenciones para beneficio de su propio auto reflejo. Como experta en los juegos de poder, es incapaz de sentir empatía, en su lugar, está muy preocupada con las apariencias y las opiniones de los demás. Su conexión emocional con su hija es superficial, aunque lo negaría rotundamente si se lo preguntaras, porque su enfoque está en ella misma. Las tácticas que usa para manipular y controlar a su hija le permiten auto agrandarse y sentirse bien consigo misma.

Estas madres con frecuencia parecen geniales desde afuera, usualmente son atractivas y encantadoras al conocerlas, son muy cuidadosas de sus hogares y tienen carreras y talentos admirables, lo que confunde y aísla todavía más a la hija no amada. Desafortunadamente, es más fácil reconocer que estamos interpretando el papel de Cenicienta (y era una mamá malvada, no una madrastra hasta que los Hermanos Grimm limpiaron el cuento) cuando estás viviendo en el ático y todo el mundo sabe que tu mamá es una bruja.

8. Reversión de papeles

Este es el patrón de interacciones maternales del que menos anécdotas escucho, el escenario en el que la hija, incluso de joven, se vuelve la ayudante, la cuidadora o incluso "la madre" de su propia madre. A veces, este patrón surge cuando la madre tiene hijos muy joven y tiene más de los que realmente puede manejar. Así fue para Jena, ahora a finales de sus treinta, quien reportó:

"Para cuando mi mamá tenía 26, ya tenía cuatro hijos, poco dinero y nada de apoyo. Yo era la mayor y para ese momento tenía cinco años, yo le ayudaba. Aprendí a cocinar, a lavar ropa y a limpiar. Conforme fui creciendo, la dinámica permaneció igual, solo que más. Me llamaba su 'roca' pero nunca me ponía atención a mí, solo a mis hermanos más pequeños. Ahora que soy una adulta, todavía no actúa como mi mamá, actúa más como un viejo amigo muy crítico. Creo que me robó mi infancia."

Las hijas de madres alcohólicas o de aquellas que sufren de depresiones sin tratar también pueden encontrarse en el papel de cuidadoras sin importar su edad. Eso puede incluir ser madres no solo de sus madres sino también de sus hermanos. Hay madres "frágiles" que también interactúan de esta manera, diciendo que tienen problemas de salud o de otro tipo, irónicamente puede que estas madres amen a sus hijas pero carezcan de la capacidad de actuar conforme a sus sentimientos. Mientras que estos comportamientos son hirientes, con terapia o intervención, muchas hijas reportan reconciliación y entendimiento en la edad adulta.

Algunos pensamientos

Sin importar lo que queramos creer, la hembra de nuestra especie no está predeterminada para amar a sus hijos; es la cría y no la madre a quien la evolución ha equipado con una poderosas necesidad como apoyo para la supervivencia. Se estima que la mitad de nosotros, personas más, personas menos, se sacan la lotería y tienen madres que van de "geniales" a "lo suficientemente buenas". Esto no quiere decir que estas madres sean "perfectas", los humanos, por definición, cometemos errores, o que no exhiban estos tipos de interacción en algunos momentos. Esto pasa, pero no constituye un patrón.

Derechos de autor 2015 Monika Kocladja
Fuente: Copyright 2015 Monika Kocladja

Pero para aquellos de nosotros a los que no nos fue tan bien, hay esperanza y sanación. Para aquellos que tienen problemas para entender, por favor escuchen y no pongan a estas hijas bajo lupa porque retan lo que les gustaría creer de la maternidad y el ser madre.

Por favor muestren la característica que le falta a estas madres. Se llama empatía.

Derechos de autor© Peg Streep 2015

Esta publicación fue la base de mi nuevo libro (2017) DAUGHTER DETOX: RECOVERING FROM AN UNLOVING MOTHER AND RECLAIMING YOUR LIFE

Derechos de autor © Monika Koclajda. Utilizada con permiso.

Esta es la página de Facebook de la fotógrafa.

A version of this article originally appeared in Inglés.

publicidad
Acerca de
Peg Streep

Peg Streep es autora del libro Daughter Detox: Recovering from an Unloving Mother and Reclaiming Your Life (Île D’Éspoir Press) y ha escrito o ha sido coautora de 12 libros.

Más de Peg Streep
Más de Psychology Today
Más de Peg Streep
Más de Psychology Today