El pasajero de la lluvia (1970), de René Clément

Un misterioso pasajero se apea de un autobús bajo la lluvia en un pueblo de la costa francesa, hecho inusual que contemplan Mellie y su madre, nunca llega allí nadie en ese medio de transporte. El tipo resulta ser un maniaco sexual, que espía a Mellie y la viola en su propia casa, mientras el marido, piloto de avión, está fuera. La agredida queda sin sentido y al despertar actúa confusamente, busca una de las armas que hay en casa, y descubre que el atacante aún está escondido en el sótano, y acaba matándolo a tiros. Entre las dudas de denunciar y la vergüenza de quedar marcada por la violación, decide deshacerse del cadáver en la playa. Al día siguiente ha vuelto el esposo, y ambos acuden a una boda donde asoma un extranjero, el estadounidense Dobbs, quien le asegura a Mellie que sabe que ha matado a un hombre. Ella lo niega, pero la espiral de la confusión sigue enredándose.

Singular thriller del cineasta francés René Clément, que sabe imprimir un ritmo impecable al libreto firmado por Sébastien Japrisot, con la presencia inesperada de Charles Bronson como Dobbs, el actor hace un gran papel con su ambiguo aire felino y dando pruebas de su buena forma física en un par de escenas en que brinca como un tigre.

El director sabe crear tensión, e imprime a la relación entre Mellie "Love-Love" y Dobbs un aire casi romántico, con el juego de las nueces arrojadas en los cristales, y la partitura musical de Francis Lai, creador de la música de títulos como Love Story. A Marlène Jobert le toca componer a una protagonista ingenua, presumida y resuelta, que arrastra traumas de infancia, y que oculta lo ocurrido por un ambiente social se volvería irrespirable si se supiera lo ocurrido.