Kaliningrado, una isla entre dos mundos - El Orden Mundial - EOM
Geopolítica Europa

Kaliningrado, una isla entre dos mundos

Kaliningrado es una región de Rusia tan desconocida como importante geoestratégicamente. La proximidad del enclave a importantes países de la OTAN es percibida como una amenaza, pero estar tan alejado de la Rusia continental supone también un reto para Moscú.
Kaliningrado, una isla entre dos mundos
Catedral de Kaliningrado. Fuente: Wikimedia

Afirmar que Rusia hace frontera con Polonia y Lituania puede parecer a primera vista una barbaridad geográfica considerable. Sin embargo, debido a un pequeño detalle, es algo completamente cierto. Entre el territorio polaco y el lituano se encuentra un enclave ruso de poco más de 15.000 km2, abrazado por las fronteras de sus vecinos y con el mar Báltico como única salida. Su nombre actual, Kaliningrado; históricamente, Königsberg.

Localización de Kaliningrado en Europa. Fuente: Encyclopædia Britannica

Una presencia olvidada a ojos del mundo, pero con una importancia vital en la geopolítica europea desde el final de la Segunda Guerra Mundial hasta hoy. Puesto de avanzada de Rusia en un espacio estratégico entre Europa central y oriental, la importancia del óblast de Kaliningrado todavía es considerable para el gigante euroasiático. No obstante, no deja de ser un anacronismo geográfico y político de la Guerra Fría cuyo sentido hoy en día está enormemente desdibujado. Su futuro simboliza en gran medida las dinámicas sociales, económicas y políticas que vive el continente europeo: tanto Moscú como Bruselas intentan encontrarle un hueco sin enfadar al vecino. Mientras tanto, sus habitantes, con un profundo problema identitario, buscan su lugar entre la nueva Europa comunitaria y la postsoviética.

De Prusia a Rusia

La ciudad de Kaliningrado y la región homónima circundante tienen una impronta que se remonta siglos atrás. En buena medida, de manera un tanto paradójica, son la cuna de lo que hoy es Alemania. Königsberg fue la capital histórica de la región de Prusia Oriental, consolidada por los caballeros de la Orden Teutónica a lo largo de los siglos XIV y XV. Posteriormente, este territorio, que abarcaba las actuales repúblicas bálticas y el norte de Polonia, se reconvirtió en Prusia, ente político central en el nacimiento de Alemania como Estado en 1871.

Parte de Prusia y Alemania, Königsberg y su área de influencia fueron zonas bastante prósperas, especialmente en un sentido agrícola e industrial. Sin embargo, todo eso terminó con la Segunda Guerra Mundial. Con los Acuerdos de Potsdam, toda Prusia Oriental quedaba repartida entre Polonia y la Unión Soviética, con el enclave de la rebautizada Kaliningrado directamente dependiente de la República Socialista Soviética de Rusia.

Aquel estatus especial fue una orden directa de Stalin, y no caprichosa. El líder soviético buscaba una base de plena soberanía rusa en aguas templadas, que no se congelasen en invierno. De hecho, junto con la base naval de Sebastopol, Kaliningrado es el único puerto de la potencia de los Urales libre de hielos todo el año. Para remarcar su valiosa condición, la zona estuvo cerrada al paso de extranjeros durante casi medio siglo. Al fin y al cabo, su situación siempre ha sido privilegiada para controlar el Báltico, tener una salida submarina hacia el Atlántico y una guarnición de tropas y nuclear más cerca de la Europa occidental.

Para ampliar: “La estrategia de Rusia en las repúblicas bálticas”, Eduardo Saldaña en El Orden Mundial, 2017

Despliegue militar en la región del Báltico.

Esta posición geoestratégica, aunque habitualmente no se tenga en cuenta en las dinámicas del teatro europeo durante la Guerra Fría, tiene mayor importancia de la que parece. Incluso hoy, con la situación bastante más distendida, conserva parte de su papel primigenio.

Sin embargo, el paso de Königsberg a Kaliningrado no fue ni mucho menos tranquilo. El pequeño óblast fue rusificado al estilo soviético de la época: la población alemana de la región fue deportada; la zona, colonizada por ciudadanos rusos traídos expresamente, y la ciudad fue privada de todos los símbolos que recordasen su pasado alemán. Hasta algunos de los puentes que inspiran el conocido problema matemático fueron destruidos. Solo se salvaron la estatua y el mausoleo del vecino más ilustre de la ciudad, Immanuel Kant.

El rediseño de Kaliningrado durante la época soviética convirtió este enclave en una pequeña copia de Rusia al oeste de la madre patria. Del escaso millón de personas que han habitado el óblast desde que cambió de manos, más de las tres cuartas partes de la población son rusos étnica y lingüísticamente. A esta cifra habría que sumar el número variable de soldados soviéticos —principalmente rusos— que han servido en la zona durante la Guerra Fría, cifra que se reduciría drásticamente con el colapso de la URSS. 

Peón de Rusia y caramelo de Europa

Cuando la Unión Soviética dio paso a Rusia y 14 países más, el debate no se detuvo ni remotamente en el porqué de la existencia de Kaliningrado. Simplemente cambió de bandera. No obstante, pese a la aparente incongruencia de la situación, para Rusia sigue siendo una pieza vital de su defensa y seguridad nacional. Para el resto de Europa es simplemente un resto postsoviético que evidencia que Moscú no termina de abandonar la lógica de bloques de la segunda mitad del siglo XX para con Europa occidental.

En general, Kaliningrado adolece de todos los males que puede tener un enclave separado del resto del país. Económicamente, tiene potencial para ser una región boyante, y de hecho ha estado creciendo al 10% durante varios años; sin embargo, ni los enormes depósitos de ámbar ni el petróleo de sus aguas consiguen revertir un saldo comercial desastroso, en el que las importaciones triplican a las exportaciones. Con unas infraestructuras poco punteras —como la red eléctrica, heredada de la época soviética—, debe jugar con los proyectos comunitarios de la región para obtener algún beneficio, como es el caso de la autopista del Báltico, que discurre por la orilla este y sur de dicho mar e irremediablemente tiene que pasar por Kaliningrado.

Pero la prosperidad de los últimos años está lejos de poner al óblast en una posición óptima. La economía sumergida está generalizada y las actividades y tramas ilegales se benefician de este rincón donde la ley rusa llega perezosamente. Del mismo modo, salir de la ciudad de Kaliningrado supone viajar a un mundo rural improductivo y donde la pobreza abunda, al contrario que los servicios sociales, escasos y precarios.

Las críticas más duras de sus habitantes hacia Moscú van encaminadas a que, al vivir subvencionados por el resto de Rusia, cuando el país va mal —tres crisis severas en un cuarto de siglo—, las ayudas se cortan y la región sufre profundamente. Igualmente, las variantes políticas fiscales y económicas del Kremlin afectan al óblast, el cual no da confianzas de inversión —especialmente extranjeras— a largo plazo en una región con un potencial económico y logístico enorme. En la actualidad, es el turismo, curiosamente alemán, lo que mantiene en buena medida la economía regional a flote.

Rusia, en cambio, no quiere soltar la correa de una región que, a pesar de no poder mantenerla como debería ni como le gustaría, es un freno a las políticas expansionistas de la Unión Europea y la OTAN hacia el este continental. Un freno, que no un obstáculo insalvable, ya que lo que en Moscú consideraban su área de influencia postsoviética se ha ido pasando en dos décadas a los brazos de Bruselas, bien a la UE, bien a la OTAN. Así, Kaliningrado ha acabado rodeada por elementos política y económicamente integrados, lo que profundiza la brecha entre el pequeño óblast y sus vecinos.

La Alianza Atlántica pone en entredicho la tradicional influencia rusa en el Báltico.

Actualmente, la carta que en Moscú juegan con Kaliningrado es similar a su función en la Guerra Fría. El despliegue del escudo antimisiles en los miembros de la alianza más al este no gusta en Rusia, a pesar que desde la OTAN se insiste en que está encaminada a protegerse de Irán, si bien un objetivo encubierto es mermar la capacidad nuclear del gigante euroasiático. El Kremlin, a su vez, utiliza Kaliningrado como moneda de cambio: si la OTAN no se muestra excesivamente belicosa, Rusia no despliega misiles a orillas del Báltico; si la Alianza Atlántica insiste en desarrollar su escudo, Rusia traslada misiles balísticos, como hizo en 2012 con varios Iskander; a pesar de tener un rango de alcance limitado a 400 kilómetros, capitales como Varsovia o Vilna entrarían en el radio de acción de estos proyectiles.

Desde la otra parte, la Unión Europea juega bajo dos premisas: la primera, seducir a la población del óblast con políticas de integración, proyectos conjuntos y una mejor cara que la que presenta a Moscú; la segunda, presionar políticamente a la pequeña zona para aumentar el descontento con su Gobierno e intentar forzar una situación más favorable a los intereses europeos. Sin duda, la salida de Kaliningrado de la influencia rusa sería una victoria política considerable para la Unión al conseguir establecer una continuidad geográfica y política total, sin elementos o territorios que puedan suponer una amenaza para Bruselas y los países comunitarios de la zona.

El problema de no saber quién eres

Las políticas de la UE tienen un objetivo claro: Bruselas intenta explotar una cuestión de índole política y social enormemente extendida en Kaliningrado como es la ausencia de identidad. En la región son rusos, étnicamente, lingüísticamente y según su pasaporte, pero no se sienten rusos. En aquellas generaciones que emigraron tras la guerra para repoblar la zona sí se conserva esa identidad, aunque con cierta resignación al vivir geográficamente muy limitados; entre la población joven, la identificación con Rusia es inexistente. Viendo a los vecinos, las nuevas generaciones miran más hacia la Europa occidental que hacia su país.

Tampoco es extraño: en distancia, capitales como Berlín o Copenhague están más cerca que Moscú, y las posibilidades de transitar por países de la Unión son mayores, más interesantes y más baratas que trasladarse a Rusia. Igualmente, la sensación de abandono de su Gobierno cala profundamente. Ven a Polonia y Lituania crecer económicamente, desarrollar industria y recibir enormes partidas de inversión procedentes de la Unión mientras ellos se resignan a depender del petróleo y del contexto internacional para que en el Kremlin los tenga en cuenta.

Socialmente, es un goteo constante de jóvenes que emigran de la región hacia Europa; políticamente, es un serio reto en gestación. Con más desigualdad a ambos lados de la frontera, un poco de pericia comunitaria, un poco de desidia moscovita y la firme creencia de los habitantes de Kaliningrado de desear otra realidad política bastaría para que las reclamaciones autonomistas, e incluso independentistas, brotasen en el enclave. Solo la estabilización de Rusia y un plan generoso y efectivo para la zona evitarían que una de las mejores bazas rusas para la política europea corriese el peligro de desaparecer.

Las fronteras de la Unión sobrepasaron hace más de una década la zona. La política rusa de mantener una serie de Estados tapón para impermeabilizarse de la influencia comunitaria ha sido exitosa para el país, pero cada vez tiene menos colchón para contener el empuje de Bruselas. En Kaliningrado llevan desde 2004 empapándose de Europa y sin que Rusia lleve allí un paraguas. La lógica regional y la Historia de las dos últimas décadas vaticinan que es solo cuestión de tiempo que la antigua Königsberg quiera ponerse bajo el amparo de Bruselas o dirigir su propio futuro.

Para ampliar: “Kaliningrado, entre el este y el oeste”, RTVE, 2004

Fernando Arancón

Madrid, 1992. Director de El Orden Mundial. Graduado en Relaciones Internacionales por la UCM. Máster en Inteligencia Económica en la UAM. Especialista y apasionado de la geopolítica.

24 comentarios

  1. Expandir comentario

    Un artículo muy ilustrativo. Voy a hacer de contrapeso argumentativo. Veamos, según el autor el avance de la UE sigue siendo imparable y además está en contraposición con los anacronismos rusos como el enclave de Kaliningrado. La primera idea que viene a la mente es la crisis griega y la situación económica de buena parte de europa y su correspondiente corolario político, por ejemplo, los dos bloques internos y enfrentados, grosso modo entre latinos-mediterráneos vs germanos-norteños. La expansión de la UE hacia el este fue el gran proyecto de la economía alemana pero no está nada claro que Francia y buena parte de Europa quieran quitarle Kaliningrado a Rusia. Y empezar a jugar con un tema que puede dividir el continente mucho más fuertemente no parece muy sensato a primera vista al menos.

    Por otra parte, me llama enormemente la atención un dato curioso. Si presuponemos a la UE una voluntad de acabar con los anacronismos imperialistas del pasado para hacer avanzar su rodillo económico y político, ehem, ¿Qué pasa con Gibraltar? Kaliningrado está rodeado de vecinos no rusos y se conecta a Rusia a través de ellos o del Báltico hacia San Petersburgo. ¿A cuántos kilómetros esta Gibraltar del RU? ¿Acaso hay territorio ingles cercano al peñón? ¿Los gaditanos vienen de pobladores anglosajones de wessex o célticos de cornualles quizá?

    Después esta el tema de la UE frente a Rusia. Buena parte de la población lo da por descontado, pero es un error estratégico tanto para la UE como para Rusia de proporciones colosales. Para mí, es probablemente el error numero uno de nuestro tiempo en clave geopolítica. Hubo un acercamiento entre los dos gigantes, especialmente en términos económicos y la alianza germano-ruso o franco-ruso e incluso ítalo-rusa pareció prometer un mejor futuro. ¿Acaso no puede integrarse Kaliningrado económicamente con sus vecinos, siendo rusa? Este es justo el tema central de Ucrania, el que no supieron, ninguna de las partes, integrar zonas de influencia. Es cierto que Kaliningrado no es ninguna isla, pero no es menos cierto que la planicie noreuropea, que necesariamente conecta las economías de media europa y de toda rusia occidental, se debería en un pensamiento idealista al menos, convertir en una región como la del Mississippi americano.

    Dicho esto, el artículo me ha encantado y su visión profética anima al debate.

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      Fernando Arancón

      Muy interesante lo que comentas. La UE sigue siendo un modelo atractivo para al menos nuevos países periféricos (económicamente hablando) de Europa. La crisis económica actual, la mala gestión política en la zona comunitaria y las evidentes luchas de poder entre el Norte y el Sur europeo no han «deseuropeizado» la UE. Al contrario, y obviando los elementos de extrema derecha, por lo general la han «reeuropeizado» desde la perspectiva altereuropeísta, especialmente gracias a partidos de izquierda de todo el continente. El 1 de enero de este año, Lituania entró en la Eurozona; igualmente, en Grecia, a pesar de que se ha machacado el país hasta un punto inhumano por parte de la Troika, la población helena sigue siendo mayoritariamente partidaria de mantenerse en el Euro y la UE. En este sentido, Europa sigue manteniendo su atractivo como zona a la que integrarse en vez de mantenerse «independiente» en un mundo que tiende hacia una clara regionalización. El próximo paso era la integración de Ucrania, con los resultados que hoy día vemos en el país. Personalmente, para mi la idea de Europa no existe sin una Rusia integrada, ahora bien, este país tiene potencial suficiente para ser hegemón de un área propia de influencia, especialmente en Asia Central, y me parece lógica su postura de contraposición, aunque no la comparto y me parece alargar una integración inevitable (que quizás tarde 50 o 100 años, pero llegará).
      Respecto al caso gibraltareño (como el de otros muchos exclaves de GB y Francia), hay una diferencia respecto con Kaliningrado fundamental: en el peñón sí se sienten ingleses y reafirman su identidad británica, aunque sea con acento andaluz. En Kaliningrado no se sienten rusos, lo que deriva en un serio problema político. Igualmente, la situación económica de ambos lugares no es comparable, y no me refiero a que Gibraltar sea un paraíso fiscal, sino que tiene medios económicos de sobra para otorgarle un dinamismo económico y un bienestar a la población que el óblast ruso no tiene. A mi entender, la cuestión identitaria es fundamental, ya que reaviva y crea multitud de problemas de índole política que son muy difíciles de atajar. Por eso no veo el futuro de Kaliningrado en Rusia. Es muy difícil mantener a alguien en tu país cuando no se siente parte de ese estado y la identidad de este se basa fuertemente en eso mismo, en «sentirte de».
      Un saludo

  2. Expandir comentario

    Tema de Gibraltar, es evidentemente cierto que estos si quieren seguir siendo parte de RU y no menos por su holgada situación económica debido a ello. Cualquiera que conozca la zona un poco sabe de la enorme diferencia económica entre las poblaciones del Campo de Gibraltar y la colonia. Además, incluso con los recientes problemas en la verja, que afectan casi más a los españoles que trabajan en Gibraltar que a nadie, las dos partes son de la UE. En cuanto a tu cita sobre Kaliningrado “Es muy difícil mantener a alguien en tu país cuando no se siente parte de ese estado y la identidad de este se basa fuertemente en eso mismo, en “sentirte de”, esto es lógico. Está claro que eso crea problemas, aunque Kaliningrado no es único en este sentido, incluso la región del Don donde ocurre la Guerra Ucraniana en estos momentos obedece a ese sentimiento. Lo mismo se pueden decir de tantas regiones con tintes independentistas o separatistas como en Cataluña o el País Vasco, aunque en estos casos si están rodeados por España y no separados.

    Has apuntado al en realidad ya viejo problema en la integración europea, como son las pretensiones de hegemonía del más fuerte. Por eso, Rusia no acepta unirse de igual con Europa, por eso Alemania acapara demasiado poder desde que empezó la crisis. La historia Europea es en gran parte la de una potencia principal intentando imponer su visión sobre el resto. Como ejemplos históricos tenemos a Roma, a España, Francia, Alemania, Austria-Hungría, Rusia, quizás la Mancomunidad Polaco-Lituana, al Imperio Otomano, Carolingio, e incluso Gran Bretaña impuso sus condiciones en muchos temas. Yo veo el proceso de integración de la UE como el intento de superar esas tentativas y de construir una unión con una base de mayor igualdad y sinergia entre los países. Es un tema muy complicado porque el que tiene posibilidades de ser más poderoso tiende a desarrollarlas y ocupar ese papel. Y es difícil argumentar en contra de ello mientras no afecte a otros. Hoy día, lo vemos con Alemania en temas económicos y con Rusia en temas militares y políticos, como con esos misiles en Kaliningrado.

    En cualquier caso, me gustaría que si un día Kaliningrado cambia su situación política, que eso no provoque otra crisis más en el este de Europa, donde ha brillado por su ausencia el autentico espíritu europeo: guerras yugoslavas, conflicto transnistria, ahora Ucrania…etc. Es decir la vieja historia europea de conflictos ridículos. No es ninguna casualidad la diferencia abismal entre los países del oeste europeo y los del este en términos de desarrollo. Incluso con la actual crisis, entre España y Rumania, o Serbia, o Albania etc. la diferencia es enorme. Hay que andar con cuidado porque la inestabilidad y la creación de patrias cada vez más pequeñas conducen a más divisiones y menos posibilidades para las poblaciones. Especialmente, en la actualidad donde nadie puede aislarse del resto del mundo. Entonces, no sé qué futuro tendría un Kaliningrado independiente, lo que si se es que su periodo de esplendor antiguo coincidió con ser parte de una gran estado europeo, Alemania. Mi punto es que si convirtiéramos el este de Europa en 50 Kaliningrados independientes, su situación sería aun mucho peor de lo que es. Gibraltar, hay que recordar, vive como vive siendo parte del RU. Como país independiente, el golpe económico seria fuertísimo para ellos.

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    «Desde la otra parte, la Unión Europea juega bajo dos premisas: la primera, seducir a la población del óblast con políticas de integración, proyectos conjuntos y una mejor cara que la que presenta a Moscú; la segunda, presionar políticamente a la pequeña zona para aumentar el descontento con su gobierno e intentar forzar una situación más favorable a los intereses europeos. Sin duda, la salida de Kaliningrado de la influencia rusa sería una victoria política considerable para la Unión, consiguiendo establecer una continuidad total geográfica y política, sin elementos o territorios que puedan ser una amenaza potencial para Bruselas y los países comunitarios de la zona.»

    Con cariño, no soy ni Kissinger ni Delors, pero he estudiado relaciones internacionales, llevo trabajando en Bruselas unos años y me encanta todo lo relacionado con Europa del Este, Rusia, la geopolítica y demás y en mi vida he leído nada serio que describiese una acción de la UE para desestabilizar el territorio de Kaliningrado. De que le sirviría a la UE?. La Unión obviamente colabora con sus vecinos con la politica de vecindad y en este caso incluso con la política regional que pretende lograr que las regiones limítrofes tambien se beneficien del desarrollo provocado por los fondos europeos y por la pertenencia al mercado único de los estados miembros. Nunca he leido nada de un hipotético sentimiento no ruso en Kaliningrado (ojo, que no digo que no exista) y las reivindicaciones autonomistas bastante tímidas tienen más de protesta social por la falta de inversión de Rusia que por sentimientos nacionales o étnicos. Estoy de acuerdo que el crecimiento de los territorios limítrofes tambien influye en ganarse los cerebros y cartera (corazón ya no) de los habitantes de Kaliningrado, solo hay que darse un paseo por Gdansk para ver tanto ruso de visita. Si esas diferencias económicas visibles por la población pueden llegar a causar inestabilidad y protestas fuertes es otro cantar. Creo yo que la UE le conviene más tener un vecino estable y próspero, llámese Kaliningrado o Rusia, que colabore profundamente con la UE en varias materias (inmigración, lucha contra crimen, turismo, etc.) y por lo menos hasta ahora, en todos los documentos publicados por las instituciones han mantenido esta postura.
    BTW, no tienen un regimen especial los «kaliningradeses» para visitar los territorios limítrofes UE?

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      Fernando Arancón

      Tampoco hay que ver la influencia como intentos de desestabilización. Se entiende que la UE, al hacer políticas en la zona de Polonia-Lituania, tiene en consideración a un actor como es Kaliningrado (desde el simple planeamiento de la política pública), al igual que es lógico pensar que al articular políticas comunitarias en Grecia se tiene en cuenta a Turquía o en políticas de inmigración para el sur europeo se tiene en cuenta a los países norteafricanos. Es una cuestión de escenario, no de objetivo.
      Creo que en el artículo queda patente la incomodidad de que un territorio ruso esté a pocos kilómetros de importantes capitales comunitarias. A día de hoy, y dada la situación de las relaciones UE-Rusia, esa frontera es, especialmente para la UE, un estorbo más que un beneficio. En tanto en cuanto Moscú pierda influencia en la zona, a Bruselas le viene bien (aunque como tal la Unión no gane en influencia; no tiene por qué ser una suma cero). Del mismo modo, el problema identitario no es inmediato sino potencial. Mañana en Kaliningrado no va a estallar un descontento gigantesco contra Rusia, pero sí puede ser un escenario probable en 10-15 años si Moscú no remedia la situación económica y social del enclave, donde reina la economía sumergida.
      Y como comentas, la libertad de movimientos entre Kaliningrado y los vecinos europeos es un motivo más para fomentar ese «europeísmo» (un ejemplo de cómo las políticas comunitarias influyen en la situación del enclave). Si año tras año es mucho más fácil y barato viajar a Lituania, Polonia o Alemania que a Rusia, poco a poco se va generando un sentimiento identitario para con esos lugares, no con Rusia, lo que al final deriva en preguntarse «¿Y qué hago yo siendo Rusia?»

      Un saludo

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        Así si. Yo creo que antes de ver a «kaliningradeses» censarse en Gdansk o Kaunas, Putin cierra todas las cadenas de tv y obliga a ver Russia Today 8 horas al día. Un saludo y gracias por el artículo.

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    Tanto el artículo como los comentarios son de una altura envidiable, los felicito, para mí fue toda una revelación pues desconocía a este enclave ruso en medio de la europa comunitaria. Soy de Argentina y fue un gusto aprender un poco de geopolítica a partir de este extraño país. Ojalá Kaliningrado mejore su situación social y económica a base de una política responsable lejos del neoliberalismo que ha sumido a varios países hermanos europeos que admiramos y respetamos en una crisis sin precedentes.

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    Que me dicen de Las Malvinas y la ocupacion inglesa a miles de millas,que dicen de todas las bases militares de los EUA en todos los rincones del planeta, que y hace la OTAN rodiando cada día más a Rusia, están provocando que Rusia se prepare mas militarmente,si se desata una guerra a gran escala nadie va a ganar,ni los EUA que no senpiense que va a librar de los misiles en su territorio, la OTAN encabezada por EUA esta haciendo un jueguito que le puede salir mal

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    He estado en Kaliningrado (y en otras regiones de Rusia) y allí, salvo contadas excepciones como en todos lados, se sienten tan o más rusos que en la misma San Petersburgo.

  7. Expandir comentario
    Iván Ivanovich

    Kaliningrado es vital para la supervivencia de Rusia, no es un anacronismo ni un capricho. El canto de las sirenas de la Unión Europea nunca atraerá a la mayoría de sus habitantes. Moscú primero militarizaría al 100% el enclave antes que permitir que cayese en la Unión Europea-OTAN. Millones de europeos desempleados, sin casa propia, con miserables pensiones, sin atención médica quisieran vivir en Rusia. Lo que sí resulta un anacronismo y un capricho es el dominio británico sobre Gibraltar. Desde el punto de vista militar es ya una base inútil. Desde el punto de vista político es una ofensa para España, puesto que ambos reinos han dejado muy atrás las viejas querellas y los recelos; ahora son amigos, miembros de la OTAN y de la Unión Europea. Las verdaderas razones de la permanencia británica en el peñón son el paraíso fiscal y el blanqueo de dinero.

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      Ángel Vendrell

      Iván más razón que un «chaman». Pocas palabras y muy acertadas. Lo de Gibraltar cómo paraíso fiscal en la UE, un escandalo.

  8. Expandir comentario
    Andrés Luis Fernández

    «Con más desigualdad a ambos lados de la frontera, un poco de pericia comunitaria, un poco de desidia moscovita y la firme creencia de los habitantes de Kaliningrado de que desean otra realidad política bastaría para que las reclamaciones autonomistas, e incluso independentistas, brotasen en el enclave.» Venga que Soros prepare una revolución de colores, y que no pare la fiesta!
    «Para el resto de Europa es simplemente un resto post-soviético que evidencia que Moscú no termina de abandonar la lógica de bloques de la segunda mitad del siglo XX para con Europa occidental.» Washington en cambio la ha abandonado, por eso lleva tropas e influencia hasta la frontera rusa.

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      Excelente comentario, muy tendencioso este articulo.

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        totalmente de acuerdo. Parece que el que escribe se ha dejado influir por la zona del mundo en la que vive.
        mejor informarse mejor y despues escribir. Mi mujer es de kaliningado y al leer esto se ha llevado las manos a la cabeza de tantas falsedades , intuiciones y falta de conocimiento de lo que se habla.

  9. Expandir comentario

    Kaliningrado está en el «centro geográfico de Europa». Su población es rusa y hablan ruso. El nacionalismo «ruso» siempre se mantiene «fuerte». Claro que Rusia debe diseñar políticas especiales para el enclave, pero la pertenencia a Rusia es incuestionable. La integridad territorial de Rusia está garantizada por su «doctrina de defensa nacional». Sería suicida arriesgar una guerra con Rusia para robarle su territorio.

  10. Expandir comentario

    Como no critican al reino saudi que detras de ellos estan los terroristas que los matan a ustedes de 10 de 20 y ustedes mismos apoyan sua amada otan

  11. Expandir comentario

    Poco objetivo y parcializado tu análisis. La población de ese enclave
    es étnicamente rusa, y obviamente está muy rusificada y dispuesta a seguir el guión del oso moscovita

  12. Expandir comentario

    Dice el autor:

    «La crisis económica actual, la mala gestión política en la zona comunitaria y las evidentes luchas de poder entre el Norte y el Sur europeo no han «deseuropeizado» la UE. Al contrario, y obviando los elementos de extrema derecha, por lo general la han «reeuropeizado» desde la perspectiva altereuropeísta, especialmente gracias a partidos de izquierda de todo el continente.»

    Para empezar, y acabo: BREXIT.

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