Libro Tú eres el hombre que amo, capítulo Capítulo 41, página 1 leer en línea

Tú eres el hombre que amo

Capítulo 41

Celeste 

 

Toco con fuerza la puerta frente a mí cuando me canso de tocar el timbre y aun así no me respondan. Con la otra mano sostengo el teléfono contra mi oreja llamando a Helena que sigue sin responderme. Conozco a mi mejor amiga y cuando algo no está bien tiende a desaparecer de la vida de las personas que le importan para no preocupar a nadie.  

Respiro hondo tratando de calmar las ansias que crecen cuando sigo tocando la puerta y ella sigue sin aparecer. Me he tratado de comunicar con ella toda la semana y todavía no he podido, es por eso que de aquí no me iré hasta que ella aparezca. 

—¡Sé que estás en casa!—grito a la puerta—¡seguiré tocando hasta que me abras de una puta vez!—sigo en mi monologo, pero escucho un leve ruido al otro lado—tus vecinos llamaran a la policía y ambas sabemos que no me veré bonita esposada y detenida. Así que abre esa puerta o la tiraré abajo—amenazo, pero la amenaza es vacía, no tengo la fuerza para derribar la puerta. 

Me quedo tranquila esperando y cuando escuchó el clic suelto un suspiro aliviado, la puerta se abre y jadeo cuando veo a mi mejor amiga viéndose como un desastre. Helena es una mujer hermosa a la cual le encanta ir arreglada siempre, ahora es como si un tonado hubiese pasado por su vida.  

Su pelo es una maraña sin peinar, hay bolsas oscuras bajo sus ojos, tiene la nariz roja y una palidez enfermiza en ella. No pregunto nada, simplemente un suspiro de alivio de verla se me escapa y en pasos rápidos la rodeo, apenas la abrazo ella se rompe entre mis brazos en llanto. Helena me abraza con fuerza mientras llora sin control, es tan raro verla de esta manera, es una persona de sentimientos fuertes que pocas veces se deja ver así de vulnerable, pero yo la sujeto con fuerza, como ella me ha sujetado en varias ocasiones. 

Hay personas que aparecen en tu vida en el momento más indicado, ella es esa persona. La primera que me aceptó en un país totalmente desconocido para mí me dejó entrar en vida y en su hogar, Helena es como una hermana para mí. La que me ha apoyado, ayudado y la única que me ha sido siempre fiel, adoro a esta mujer y saberla triste rompe mi corazón. 

Espero a que se calme y que su abrazo pierda fuerza para alejarme un poco, limpio las lágrimas en sus mejillas y ambas entramos a su casa. Cierro la puerta y caminamos al sofá, ella se sienta y yo tomo asiento a su lado. La atraigo hacia mí para abrazarla, dándole el espacio para que sea ella quien hable, así es como funcionan las cosas con Helena. 

Ella tiene que sentirse segura antes de poder expresar lo que siente, si la atacas con preguntas hará completamente lo contrario, se cerrará y sus respuestas serán mordaces, eso lo aprendí conforme pasaba el tiempo a su lado. 

—No sé qué hacer Cel, no sé qué haré—susurra y siento como moja la tela de mi vestido con las lágrimas que sigue derramando—por primera vez en mi vida no sé qué demonios debo hacer—susurra. 

—¿Qué es lo que ocurre?—pregunto acariciando su cabello con tranquilidad. 

—Papá está enfermo, mi padre está sumamente enfermo—me tenso completamente porque sé cuánto Helena ama a su padre, sé que ella lo adora y que ese hombre es la luz de sus ojos—el bufete está en riesgo, debo ir a pelearlo porque mis tíos pasaron de ser los cool y agradables a ser unos miserables queriendo apoderarse de lo que mi padre lleva años construyendo. En el momento en que vuelva será para pelear sin control por los bienes de papá—ella respira hondo—papá quiere que me case, él me consiguió un prometido—me muerdo el labio inferior sin saber qué decirle. 

Ya estoy entiendo todo el dilema que tiene Helena. Ella es un alma libre de la vida, no le gusta el compromiso y mucho menos si es impuesto. Ella ama estar sola, pero es su padre quien le está pidiendo esta locura, su padre enfermo. 

—Esto es una mierda—comento, ella respira hondo y se separa para mirarme. 

—Además... 

Se frena y muerde su labio inferior, juega con sus manos en su regazo cuando se incorpora y mira luego el suelo. Hay tanto nerviosismo en su postura que me temo lo peor. 

—¿Además?—inquiero despacio, ella pasa las manos por su pelo y se estremece. 

—Tengo retraso en mi ciclo menstrual... yo nunca tengo retrasos—sus ojos se abren de una forma que da miedo—joder, tengo un puto retraso—respiro hondo y la miro. 

—¿Te hiciste una prueba?—cuestiono tomando su mano cuando la veo temblar. 

—No, no porque tengo miedo de que sea positivo—comenta. 

—Quizás es solo debido a todo el estrés que estás teniendo, iremos a una farmacia y confirmaremos tus sospechas, ¿bien?—ella asiente despacio—¿quieres que yo vaya?—cuestiono y ella me observa. 

—Yo... las compré. Están en el baño, no he querido hacérmelas, pero ahí estás. No he tenido el valor—asiento y aprieto su mano. 

—Independientemente del resultado y lo que quieras hacer, estoy contigo, no estás sola Helena, me tienes contigo—ella sonríe un poco. 

—Gracias—beso su frente con cariño. 

—Vamos a salir de dudas, ¿quién es el posible padre?—inquiero aun cuando sé cuál será la respuesta. 

—Es Carter, solo he estado con él desde que llegué a Londres—yo respiro hondo. 

—Tú tienes mucho que contarme de esa relación, ¿lo quieres?—ella se levanta y la sigo hacia su habitación, siguiendo hasta el baño. La veo echarse agua en la cara como loca y respirando de manera superficial. 

—Me enamoré como una idiota de él, yo, por primera vez, me enamoré de alguien—responde finalmente mirándome—y mi miedo es que si hay un bebé aquí—lleva las manos a su vientre—será de él y yo sé que no interrumpiré el embarazo poque, aunque lo nuestro acabó, yo sí quiero tener una parte de él conmigo—ella sonríe con tristeza. 

—Primero confirmemos si es real, luego veremos lo demás, ¿sí?—ella asiente. 

—Gracias por no dejarme ahora Cel—yo sonrío. 




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