La Columna de Don Juan León | “Dios no prometió días sin dolor, risa sin tristeza ni sol sin lluvia” - Almuñécar Comunicación
La Columna de Don Juan León | “Dios no prometió días sin dolor, risa sin tristeza ni sol sin lluvia”

La Columna de Don Juan León | “Dios no prometió días sin dolor, risa sin tristeza ni sol sin lluvia”

El mal llamado sexo débil exhibe una virtud de la que carecemos la mayoría de los varones mortales. Se trata de la fortaleza, palabra derivada del latín ‘fortitudo’, que significa fuerza, y que lleva aparejada la entereza y la integridad. Esta cualidad, tanto física como espiritual, ayuda a soportar las adversidades y las dificultades que nos plantea la vida

    “Todos tenemos adentro una insospechada reserva de fortaleza que emerge cuando la vida nos pone a prueba”, escribió al respecto la escritora chilena Isabel Angélica Allende de Llona de 81 años.

     Hasta Isaías 43:13 se encarga de recordarnos que “Dios no prometió días sin dolor, risa sin tristeza ni sol sin lluvia, pero sí prometió fuerza para tu día, consuelo para tus lágrimas y luz para tu camino”. Y así comenzamos… ¡el veintinueve anecdotario!

     Se dice que Miguel de Unamuno y Jugo, al agradecer al rey Alfonso XIII la concesión de la Cruz de Alfonso XII se expresó en estos términos: “Vengo a agradecer a Su Majestad el honor que me ha concedido… y que merezco”.

     No mostró asombro el monarca, dada la personalidad del insigne catedrático, y comentó con ironía: “Es curioso. Usted es el primero que me dice que merece la condecoración. Todos los que vienen a agradecerme distinciones dicen que no las merecen”.

     “Y dicen bien”, gruñó el que fuera rector de la Universidad de Salamanca.

     Por cierto, a este soberano y durante las fiestas de su coronación, le preguntó un ministro que cuál sería su primer acto como rey.

     Sin vacilar un instante contestó: “Fumar cuantos pitillos quiera, porque hasta ahora mi madre no me permitía más de dieciséis por día”.

     Y bien conocida es la respuesta que dio Alfonso XIII a sus ministros, que le desaconsejaban su viaje a Barcelona, dada la situación de intranquilidad que se vivía en el Principado:

     “Yo soy el rey de España. El día que llegara a inspirarme temor visitar una parte cualquiera del Reino tendría la suficiente honestidad para abdicar en el acto”.

     ¿A qué les suena de algo?

     Múltiples y extendidas son las anécdotas que, ciertas o no, se le atribuyen al rey consorte Francisco de Asís de Borbón y Borbón-Dos Sicilias (Palacio Real de Aranjuez, Madrid, 1822; Épinay-sur-Seine, Francia, 1902). Fue esposo de Isabel II, María Isabel Luisa de Borbón, ‘la de los tristes destinos o ‘la Reina Castiza’ (Madrid, 1830, París, 1904 a la edad de 73 años) y considerado como hombre apocado y de poco carácter.

     Leopoldo O`Donnell y Joris (Santa Cruz de Tenerife, 1809; Biarritz, Francia, 1867) era el general en jefe de las tropas expedicionarias destinadas a África y fue a despedirse de los reyes, ya que marchaba a la guerra, llamada ‘del 60’. La reina muy emocionada le dijo: “Si yo fuera hombre te acompañaría”

     Y su real esposo, también muy emocionado, apostilló: “Lo mismo digo, O`Donnell; lo mismo digo”.  

     Nota: La guerra de África, primera guerra de Marruecos o guerra hispano-marroquí fue un conflicto bélico que enfrentó a España con el sultanato de Marruecos entre 1859 y 1860. Se sucedieron las batallas de Wad-Ras, también llamada Gualdrás (‘cauce’ o ‘valle alto’), Castillejos y Tetuán. El Tratado de Wad-Ras del 26 de abril de 1860, declaraba a España vencedora e imponía a Marruecos sanciones e indemnizaciones.

     A los postres de un banquete celebrado en Gijón donde se homenajeaba a los escritores Francisco Flores García y Miguel Ramos Carrión, pronunció el médico, escritor, comediógrafo, periodista, poeta y humorista español Vital Aza Álvarez-Buylla (Pola de Lena, Asturias, 1851; Madrid, 1812) el siguiente brindis:

     “Para gracia, Andalucía;// para mujeres, Gijón;// para flores, García// y para ramos, Carrión.”. ¡Ingenio al poder!

     En un pueblo de la provincia de León se quería levantar un monumento a Manuel García Prieto (Astorga, León, España, 1859; San Sebastián, 1938), marqués de Alhucemas (hoy, ‘Al Hoceima’), a la sazón, claro está, presidente del Gobierno, cargo que ejerció hasta en cuatro ocasiones entre 1917 y 1923. La oposición contaba con un solo diputado. Se puso a votación la propuesta y el oponente se limitó a decir:

     Yo estoy conforme con la estatua proyectada, con sólo una pequeña modificación: que sea ecuestre… y sin jinete”.

     Casi redundante resulta narrar o contar anécdotas acerca de la vanidad del poeta, dramaturgo, periodista, militar y político italiano Gabriele D’Annuncio (Pescara, Italia, 1863; Gardone Riviera, Italia, 1938), príncipe de Montenevoso y duque de Gallese, pero me resisto a no incluir una que resume a todas las demás.  

     Una admiradora le envió una carta en cuyo sobre sólo ponía: “Al mejor poeta de Italia”. Correos se la hizo llegar sin la menor dificultad; pero, cuál no sería la sorpresa del atento cartero cuando el vanidoso escritor rechazó indignado la misiva, diciendo:

     “No es para mí. Yo soy el mejor poeta del mundo”.

     Ignorando que era totalmente calvo, una dama escribió a D’Annuncio pidiéndole con ardor un mechón o uno solo de sus cabellos. 

     La respuesta del homenajeado no tiene desperdicio:

     “Siento en el alma no poder satisfacer su deseo, señora. Por complacer peticiones anteriores he tenido que partir en cuatro el último pelo que me quedaba”

     Y una preciosa cita para echar el cierre es la del persa Abdul Bahá, continuador del bahaísmo fundado por su padre y reconocido como el campeón de la justicia social y embajador para la paz internacional: 

     “Seamos sabios como el silencio, fuertes como el viento y útiles como la luz”.

Juan de León Aznar… ofreciéndole flores a la Virgen María en mayo’2024

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