El espacio político que comúnmente situamos a la izquierda del socialismo incluye formaciones de distinta orientación, pero que comparten cierto extremismo en sus postulados. Los resultados de las elecciones del 12M dan a entender que en Cataluña ese espectro se encoge convocatoria tras convocatoria.

El PSC, ejecutor de las políticas de la socialdemocracia española en Cataluña, ha conseguido cuajar la imagen de pacificador del independentismo sin represión, con diálogo y concesiones. Además de capitalizar los éxitos en materia económica y laboral del Gobierno de coalición. De alguna forma, ha dejado sin espacio a Comuns Sumar, mientras que la CUP ha sido víctima de la dispersión del voto ultranacionalista en el que se ha sumido.

Los comunes han obtenido seis diputados, dos menos que en el 2021, y casi el 6% de los votos. El resultado es una nueva etapa de ese declive que vivió un momento de esperanza tras el 15M, pero no ha parado de caer desde los buenos tiempos del PSUC. Hoy está por debajo de la mitad de su mejor marca en escaños en el Parlament.

Ha perdido su diputado por Tarragona, de donde se puede deducir que su oposición al complejo Hard Rock ni siquiera le ha sido de utilidad en la provincia donde está previsto que se instale el complejo hotelero. El electorado ha percibido sus contradicciones y le ha abandonado, tampoco ha comprado su oposición a los Presupuestos de la Generalitat, que ha provocado estas elecciones anticipadas.

Es más que probable que los votos que ha perdido hayan ido a parar al PSC, el partido que Jéssica Albiach se ha cansado de insinuar que tiene intereses oscuros en el complejo lúdico del Hard Rock.

La CUP, por su parte, ha perdido cinco de sus nueve diputados y la mitad de los votos que había cosechado en 2021. Un trompazo aún mayor que el de Comuns Sumar. Laia Estrada ha sintetizado el análisis de sus desastrosos resultados electorales aludiendo a una “oleada reaccionaria y españolista” que ha asaltado el Parlament.

Los antisistema carecen de proyecto político, todo lo centran en la independencia y en la tierra, aunque sean unos urbanitas tirando a pijos. Y en ese terreno tanto los xenófobos de Sílvia Orriols como los ultranacionalistas de Carles Puigdemont les han comido la tostada.

También han perdido un diputado por Tarragona: han recibido menos de 130.000 papeletas, cuando en el 2021 y 2017 superaron las 190.000; en 2015 obtuvieron los 330.000 –con los que enviaron a la "papelera de la historia" a Artur Mas--. El 12M los ha devuelto al 2012, cuando empezó todo, y obtuvieron el respaldo de 126.000 catalanes.