Los consejeros de Felipe el Hermoso recomendaron no desembarcar en Vizcaya o Cantabria, sino en Galicia o incluso en Sevilla, donde el duque de Medinasidonia, su partidario, controlaba el territorio.
Los dos facciones de flamencos, Ville y Veyre, se unen para defender su interés común de obtener cuantiosas recompensas en Castilla. Los grandes de España se ponen al lado de Felipe el Hermoso, desobedeciendo a Fernando.
Felipe el Hermoso y Castilla
El duque de Alba ofreció ser rehén de Juan Manuel para garantizar la seguridad de Felipe en el momento del encuentro. El 20 de junio de 1506 tiene lugar el encuentro en Remesal (Zamora). Fernando asistió acompañado por el duque de Alba y unos doscientos caballeros desarmados, frente a Felipe el Hermoso, que se presentó con dos mil soldados alemanes armados y un gran número de nobles y caballeros. Todos los grandes besaron la mano de Fernando en señal de cortesÃa, si bien ninguno de ellos era ya su fiel servidor.
El 27 de junio de 1506 la Concordia de Villafáfila fue jurada por Fernando ante Cisneros, Juan Manuel y Ville. Felipe el Hermoso lo hará al dÃa siguiente en Benavente. Era el reconocimiento de la derrota de Fernando, aunque se reservaba la mitad de La Española y la administración de los maestrazgos de Santiago, de Calatrava y de Alcántara. No fue aceptada su reinvidicación sobre Granada. Fernando ocultaba una escritura firmada el mismo 27 de junio en Villafáfila donde expresaba su desacuerdo con la Concordia, que reconocÃa haber firmado solamente por la presión de Felipe. El segundo y último encuentro de Felipe y Fernando tiene lugar en Renedo, cerca de Tudela de Duero. En esta reunión estuvieron solos durante cuatro horas. A pesar de que Juan Manuel quiso acompañar a Felipe, Cisneros no lo permitió. El contenido de esa entrevista consistió sobre todo en consejos de Fernando a Felipe el Hermoso para gobernar Castilla y en relación al matrimonio con su hija Juana. Como es de suponer, Felipe no tomó en serio las recomendaciones de su suegro y simplemente le escuchó. Fernando pide a su yerno que le entregue a César Borgia (preso en el castillo de La Mota), que estaba casado con una hija de Juan de Albret, rey de Navarra, adepto de Luis XII de Francia, pero la solicitud fue rechazada por Felipe. Una vez terminada la reunión, Fernando se marcha para su reino en compañÃa del duque de Alba, que le seguirá hasta Almanza (León).
El 13 de julio llega a Monteagudo, sigue por Ariza y Zaragoza y llega a Barcelona. Felipe intenta encerrar a Juana. Aunque las ciudades y la corte no aceptaron, finalmente los grandes impulsaron el paso definitivo para su encierro. El almirante de Castilla no apoya el encierro de Juana y consigue entrevistarse con la reina, junto con el condestable. El almirante y el condestable convencen a Felipe para que Juana estuviese presente en el juramento de los procuradores. Juana habló de forma decidida y los presentes respondieron invitándola a ir a Toledo para ser jurada como reina. Felipe el Hermoso y Juana fueron proclamados reyes de Castilla en las Cortes de Valladolid. Felipe empieza a reinar sin Fernando en Castilla con el descontento de la gente que apoyaba a Fernando, a los que retiró oficios y honores, el primer paso que no respetaba los términos de la Concordia, a la vez que favorecÃa a su allegados dándoles tenencias y fortalezas. Juan Manuel recibe el alcázar de Segovia como valido real.
Los dueños del alcázar, los marqueses de Moya, se oponen a la entrega y se unen a los duques del Infantado y de Alburquerque. Las recompensas de Felipe consistÃan en incentivos para sus partidarios, quienes serÃan premiados si llegaba a ser rey de Castilla gracias a su ayuda. Entre los pocos que realmente fueron compensados se encontraban personas que habÃan sido cercanas a Fernando: el embajador Fuensalida y el obispo de Palencia. Los demás fueron perjudicados, como el duque de Alba y el almirante de Castilla, además de otros que colaboraron con Fernando, entre ellos el marqués de Moya, Juan de Ribera (capitán general de Navarra), Juan de Silva (conde de Cifuentes), que fue embajador de Fernando ante Luis XII para la negociación del matrimonio con Germana, y Antonio de Fonseca. Las recompensas de oficios a los flamencos causaron una pésima impresión entre los grandes de Castilla y fueron motivo de un profundo malestar. Los tÃtulos de camarero y de mayordomo mayor para Ville y Veyre fueron las recompensas más destacadas. Juan Manuel fue el más beneficiado: entre otras posesiones recibió el alcázar de Burgos, que pertenecÃa a Zúñiga.
Algunos grandes, a pesar de estar en contra de Fernando, al no recibir ninguna recompensa de Felipe empiezan a apoyar la liberación de Juana y crean un nuevo escenario polÃtico en contra de Felipe. Mientras tanto, Felipe se traslada de Tudela de Duero a Burgos y ocupa la casa del Cordón, desplazando al condestable y a su mujer Juana de Aragón. Instalado en Burgos empieza a interesarse por las Indias y pide entrevistarse con Américo Vespucio. Fernando el Católico, después de la muerte de Isabel, habÃa tomado las riendas de la polÃtica de las Indias y habÃa nombrado a Américo Vespucio como nuevo responsable para sustituir a Colón, con quien no tenÃa buena relación. Américo se nacionalizó castellano y Fernando le colocó en la Casa de Contratación de Sevilla como persona responsable de los asuntos de Indias. Cuando Américo llega a Burgos, Felipe ya habÃa fallecido.
El 16 de septiembre Felipe sale a pasear a caballo y sube al castillo de Burgos con Juan Manuel. Juega a la pelota con un capitán vizcaÃno y bebe agua frÃa. A pesar de encontrarse mal, sigue su festejo al dÃa siguiente con una partida de caza. El 22 de septiembre empeora su estado y es atendido por su médico Ludovico Marlieno. Al dÃa siguiente interviene el médico español Gonzalo de la Parra.
El 25 de septiembre fallece en compañÃa de Juana, que estuvo en todo momento a su lado. En un primer momento se pensó que la causa de la muerte habÃa sido envenenamiento, pero después se comprobó que no. El destino de España se modificaba radicalmente con su muerte, ya que si Felipe el Hermoso el Hermoso hubiera continuado como rey de Castilla y más tarde con el tÃtulo de emperador del Sacro Imperio, se habrÃa convertido en el hombre más poderoso de Europa antes que su hijo Carlos V, y no se sabe cuál habrÃa sido el destino de España en sus manos.
Autor: Yutaka Suzuki para revistadehistoria.es
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