Tommaso Maestrelli y la 'Lazio de las pistolas': 50 años de un título imposible - Libertad Digital
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Tommaso Maestrelli y la 'Lazio de las pistolas': 50 años de un título imposible

En 1974 la Lazio conquistaba su primer scudetto. Con un equipo disparatado, dividido, enfrentado. Todo, gracias a un genial y bondadoso entrenador.

En 1974 la Lazio conquistaba su primer scudetto. Con un equipo disparatado, dividido, enfrentado. Todo, gracias a un genial y bondadoso entrenador.
Maestrelli, entre Wilson (i) y Chinaglia (d) tras conquistar la liga italiana del 74. | Archivo

Este 12 de mayo se cumplen 50 años de un hito histórico en el fútbol italiano: el primer título de liga de la SS Lazio. Y no sólo porque en los más de 124 años desde su creación tan solo haya conseguido dos (se añade el scudetto conseguido en la 99-00, con Sven Goran Eriksson a las riendas, y futbolistas como Nesta, Mihajlovic, Nedved o Marcelo Salas). Sino por la manera en que se consiguió.

Porque era aquel un equipo tremendamente dividido en dos bandos por sus ideologías, en una complicada sociedad romana en la que las armas, el terrorismo y la violencia callejera eran lo cotidiano. Los anni di piombo, en los que lo habitual era salir a las calles de Roma con pistola. Los jugadores de la Lazio no eran una excepción. Las tenían en el vestuario. Por eso serían conocidos como La Lazio de las pistolas.

Un bando era dirigido por Giorgio Chinaglia, quien nunca ocultó su simpatía por el Movimiento Social Italiano, de extrema derecha. El otro, era dirigido por Luigi Martini y Re Cecconi, más conservadores. Ninguno podía entrar en el vestuario del otro. En la mesa nunca se sentaban juntos. Los partidillos de los entrenamientos eran auténticas guerras, en los que se empleaban con mayor dureza que en los partidos oficiales.

Guy Chiappaverte, prestigioso periodista italiano y autor del libro Pistolas y Balones, define aquella Lazio como "un equipo de locos, salvajes y sentimentales, simpatizantes fascistas, pistoleros, jugadores de azar y bailarines de club nocturno, con dos vestuarios. Quien entraba en el vestuario erróneo, corría el riesgo de encontrarse con la amenaza de una botella rota bajo el cuello".

Eso sí, cuando llegaba el domingo, todos eran un mismo equipo. Y menudo equipo. "Si en un partido alguien le hacía daño a Chinaglia o a Wilson, que era de su clan, Martini y los suyos se comían al que lo hubiera hecho. Luego, durante la semana, ni nos hablábamos", relataría D’Amico, el futbolista más joven de aquella plantilla.

El entrenador milagro

Sólo una figura podía domar aquel ambiente. Un entrenador que "fue un segundo padre" para todos aquellos futbolistas. Tommaso Maestrelli, el hombre del milagro.

Nacido el 7 de octubre de 1922 en Pisa, los inicios futbolísticos de Maestrelli fueron en el Bari. En febrero de 1939, con apenas 16 años, 4 meses y 19 días, se produce su debut en la Serie A, ante el Milan. No hay duda de que estamos ante uno de los futbolistas más prometedores del país. Pero, como tantos otros, la Segunda Guerra Mundial detendrá en seco su progresión. Permanecerá en el equipo pullés hasta 1948, disputando un total de 146 partidos en 9 temporadas, y logrando 20 goles.

Después de participar con la selección italiana en los Juegos Olímpicos de Londres del 48, será traspasado a la Roma. Ahí llegaría a ser el capitán del equipo, y uno de los futbolistas más amados por la afición. Quién lo iba a decir, viendo su posterior trayectoria...

Tras pasar por la Lucchese dos temporadas regresa al Bari, que acababa de ser descendido a la cuarta categoría del fútbol italiano por problemas económicos. Y ahí comenzará a ejercer también como segundo entrenador. Logra dos ascensos consecutivos, para volver a la Serie B.

En 1964 se convertirá en primer entrenador de la Reggina, logrando un ascenso a la Serie B, y quedándose al año siguiente a un punto de ascender a la Serie A. Y después de tres temporadas en el Foggia, ficha por la Lazio en 1971. Una Lazio que acababa de bajar a Segunda. Y ahí, comenzará la leyenda.

Un título inolvidable

El primer objetivo se logra de manera inmediata: el regreso a la Serie A. El primer año, y con tres partidos de antelación.

Ya en Primera, se mueve durante todo el curso en la zona alta de la clasificación. Hasta el punto de llegar a la última jornada con posibilidades de hacerse con el título, disputándoselo con Juve y Milán. De hecho, al descanso de esa última jornada era virtualmente campeón, pero en los últimos minutos termina sucumbiendo ante el Nápoles, lo que unido a la victoria de la Juventus ante la Roma (que plantó poca cara, todo sea dicho) dejaría a la Vecchia Signora conquistando el scudetto.

En la temporada siguiente consigue mantener a todos los integrantes de la plantilla, aquella indómita plantilla, y el equipo repite en las primeras posiciones. En marzo se impone a la Juve en casa en un duelo crucial, y se coloca líder. Ya nadie le arrebatará la primera plaza.

El 12 de mayo de 1974 conseguirá su primer título de liga. Un hecho increíble. Casi imposible. Era aquel un equipo de bajo presupuesto, con el grueso de la plantilla que había jugado en la Serie B. Sin grandes estrellas –salvando, quizá, a Giorgio Chinaglia, máximo goleador de la competición, con 24 dianas en 30 encuentros-.

Porque la gran estrella se encontraba en el banquillo. Maestrelli fue el artífice de aquel imborrable éxito. No se entendería el título del 74 si fuera de otra manera. Con su carácter duro pero flexible, era el hombre que sabía combinar los dos clanes del equipo. Era mucho más que un entrenador.

Como relatarían varios de los integrantes de aquella plantilla, "el impacto fue extraordinario, porque los jugadores se dieron cuenta que no tenían sólo un gran entrenador, sino una gran persona, con la que se podía hablar de todo. Al principio hubo escepticismo, pero en cuanto vimos cómo era él como persona, entendimos todo. Aquel hombre nos amaba. Amaba nuestras familias. Veía lo que podía pasar antes que todos nosotros. Era una cosa maravillosa. Para todos, fue un segundo padre".

El final de todo

Y aquella Lazio, claro, duró lo que duró Maestrelli. En la temporada siguiente el equipo vuelve a situarse en la zona alta de la tabla. Pero, a mitad de curso, a Maestrelli le es diagnosticado un tumor en el hígado, que le obliga a abandonar los banquillos. Y el equipo se deshace. Con su marcha, las relaciones se volvieron insalvables.

"Había terminado todo. La alegría. La unidad. Parecía como si el Dios Creador hubiera centrado todas las mejores virtudes humanas en esa persona, para poder dirigirnos. Y después nos lo había quitado todo de golpe", declararía Giuseppe Wilson.

Un año después, el 2 de diciembre de 1976, fallece Tommaso Maestrelli. Tenía 54 años. La Lazio bajaría poco después a la Serie B, y tardaría 25 años en volver a levantar una copa.

Hoy, entre muchos otros reconocimientos, existe el trofeo ‘Tommaso Maestrelli’, que reconoce al mejor entrenador del año en Italia. Porque él, sin duda, lo fue. Uno de los mejores de todos los tiempos. Catalizador de un título único, utópico, imborrable. Legendario.

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