Opinión de María Oruña: Volar desde la ciudad de las luces

Opinión | Cuaderno de bitácora

Volar desde la ciudad de las luces

Aterrizaje de un avión en Peinador.

Aterrizaje de un avión en Peinador. / FDV

Alguno de los presentes es escritor? Imagino que la mayoría de los que leen estas líneas responderán de forma negativa. Se imaginarán, quizás, que los escritores de hoy viven una vida bohemia y contemplativa, dedicada al noble oficio de la creación, pero no es cierto. Porque gran parte de nuestro tiempo no escribimos, viajamos. Y lo hacemos incluso cuando estamos en “barbecho” y retirados para darle forma a nuestra nueva creación. Una conferencia por aquí, un bolo remunerado por allá o las ineludibles citas de la Feria del Libro de Madrid, la de Tomares (Sevilla) o el día de Jordi en Barcelona, por no hablar de las promociones y ferias correspondientes en Latinoamérica o el resto de Europa. Los que tenemos que conciliar estas agendas endiabladas con hijos y familia nos acogemos a los horarios imposibles de vuelos y trenes que hagan falta con tal de ser capaces de llegar a todo y, además, seguir creando historias. No crean que enumero sinsabores como queja, pues el oficio de escritor me parece uno de los más bonitos y emocionantes que existen. Desde que me dedico a ello, he viajado a lugares inimaginables y he conocido a personas extraordinarias. He vivido. Pero, como se suele decir, “soy de Vigo y no lo niego”. Viajar desde Vigo, queridos lectores, supone con frecuencia orquestar una agenda que ni el mejor estratega bélico: con que falle una de los eslabones del viaje —que suele suceder— ya puedes tener un plan B para llegar a tiempo a tu objetivo.

Alguna vez me he planteado mudarme a Madrid, tan solo por la gran cantidad de agenda de encuentros, trabajos y enlaces laborales que pierdo al residir en nuestra brillante ciudad olívica —apenas tenemos vuelos directos—, pero se me van las ganas tras contemplar el horizonte que dibujan las Islas Cíes al atardecer. Ahora nos han cerrado el aeropuerto de Vigo durante un mes, y el caos para los que viajamos mucho se multiplica. Pienso en ese medio millar de empleados del aeropuerto de Peinador que ahora se ha de acoger a ERTES o a días obligados de vacaciones, pero también me acuerdo de todos esos negocios que no se van a cerrar entre el sinfín de ejecutivos y ejecutivas con los que me cruzo en los aviones.

Dicen que gastarse 28 millones de euros en el arreglo del aeropuerto es necesario, y que este cierre de casi un mes resulta ineludible, pues la pista se encuentra sobre el río Lagares y la humedad provocaba que se estallase el asfalto. Ya sé qué están pensando: una pista de aterrizaje sobre un río. Los ingenieros, cuando eligieron este punto concreto para construir la infraestructura, ¿de qué alegre furancho vendrían? ¿Qué sorprendentes ideas se les cruzarían por la cabeza? No me refiero solo al detalle del río, sino al microclima. Cuántas veces, con un sol radiante en la ciudad, he subido a Peinador y me lo he encontrado engullido por la niebla. Y les aseguro que no siempre funciona el sistema vía satélite ni el puntero ILS, pues yo misma, para aterrizar, he visto mi vuelo desviado a Santiago en más de una ocasión.

Será que los ingenieros vinieron un día de sol. Será que supondrían que teníamos AVE, un plan B; aunque los vigueses sabemos que ese AVE es una triquiñuela, que tarda cuatro horas en llegar a Madrid y que de momento —además de disponer de horarios poco prácticos— sigue dando un lamentable rodeo por Santiago. Los vigueses podemos sentirnos como Phileas Fogg, en un reto constante para ver si somos capaces de llegar al mundo como el resto de los mortales de Europa. Dicen que Winston Churchill fue el que dijo que podía conocerse perfectamente el estado de gestión de un país observando su sistema de transportes, y creo que tenía razón. Tal vez uno de nuestros grandes problemas, que es el de la “España vacía”, podría solventarse si se invirtiese en infraestructuras.

De todos modos no se preocupen, porque para reducir la huella ambiental lumínica nuestro nuevo aeropuerto tendrá la última tecnología en luces LED de aeronáutica. Viajaremos en elefante, barco de vapor, trineo o globo aerostático, pero siempre seremos la ciudad de las luces. 

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