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Nao�se Mac Sweeney: "La idea tradicional de civilizaci�n occidental ha caducado"

A trav�s de la vida de 14 personajes hist�ricos poco conocidos, la historiadora brit�nica recorre los mitos que han creado Occidente y nos invita a replantearnos el pasado para construir un nuevo futuro

La historiadora y arque�loga Nao�se Mac Sweeney.
La historiadora y arque�loga Nao�se Mac Sweeney.Barbara Mair
Actualizado

Desde siempre se nos ha dicho que la civilizaci�n occidental naci� de la fusi�n de la cultura de las antiguas Grecia y Roma, que en la Edad Media se cohesion� con el cristianismo y que pas� por sucesivas revoluciones -art�sticas, cient�ficas, industriales, pol�ticas e intelectuales, como la Ilustraci�n- hasta llegar a la modernidad en forma de Estados democr�ticos. Pero, �realmente este relato tan homog�neo y perfecto se ajusta a la realidad? Seg�n la historiadora y arque�loga brit�nica Nao�se Mac Sweeney (Londres, 1982), doctorada en Cambridge y profesora de Arqueolog�a Cl�sica en la Universidad de Viena, no.

Occidente. Una nueva historia de una vieja idea

Traducci�n de Fernando Borrajo. Paid�s. 416 p�ginas. 28 � Ebook: 10,99 �
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"Nos gusta pensar en Occidente como una idea que tiene ra�ces hist�ricas largas y profundas que nos unen ininterrumpidamente con los antiguos griegos. Lo vemos desde los libros escolares hasta las pel�culas de Hollywood y es algo tan arraigado que ni siquiera nos lo planteamos", explica. "Pero esta idea de una tradici�n ininterrumpida es hist�ricamente rid�cula. El gran objetivo de mi libro es resaltar que en el pasado la gente no siempre ha visto la historia de Occidente de este modo monol�tico, al contrario, es un invento relativamente reciente".

Grecia no era Europa

Esa es la tesis que articula su heterodoxo y vibrante ensayo Occidente. Una nueva historia de una vieja idea (Paid�s), en el que la historiadora viaja a momentos determinantes de esta construcci�n cultural que llamamos civilizaci�n occidental. Pero huyendo del tono dogm�tico y engolado de muchos libros de no ficci�n, Mac Sweeney se vale para desglosar sus ideas de 14 personajes hist�ricos, la mayor�a poco conocidos y fuera de los c�nones oficiales. Por sus p�ginas desfilan con igual viveza el empirista Francis Bacon, el primer ministro victoriano William Gladstone, el pol�mata �rabe Al-Kindi, el orientalista Edward Said, la reina Njinga de Angola o Livila, la sobrina nieta favorita del emperador romano Augusto.

"Encontrar a los personajes adecuados fue un proceso realmente dif�cil", confiesa entre risas, "pero quer�a capturar algunas de las narrativas alternativas, que no forman parte de la narrativa maestra principal. Personas cuyas historias son menos conocidas, pero sin embargo, representativas de su �poca, o incluso replantear la vida de algunos personajes muy famosos".

Es el caso de Her�doto, el "padre de la Historia", a quien Mac Sweeney nos presenta en el primer cap�tulo como un exiliado que huy� de Atenas (a donde hab�a llegado desde su ciudad natal, en la actual costa turca, como "refugiado pol�tico") debido a las medidas xen�fobas de los pol�ticos atenienses de la �poca, como Pericles, que discriminaban a los b�rbaros para ensalzar su proyecto imperialista. "Su Historia, escrita en Turios (Italia), donde muri�, es una contundente refutaci�n de esta oposici�n entre griegos y b�rbaros y refleja un mundo mucho m�s flexible y cambiante en el que la cultura, la etnia o los or�genes geogr�ficos se difuminaban".

El matem�tico Al-Kindi y la reina Njinga de Angola, dos de los personajes del libro.
El matem�tico Al-Kindi y la reina Njinga de Angola, dos de los personajes del libro.

Y es que en el mundo cl�sico no se ten�a el concepto de Europa, pues el mundo griego se extend�a tambi�n por Asia, y Roma ocup� indistintamente el norte de �frica, la pen�nsula Ar�biga y las Islas Brit�nicas. "Occidente siempre est� definido, en parte por lo que es y por las personas que est�n dentro de �l, pero tambi�n en parte por lo que no es y la gente que est� afuera. La idea de frontera ha cambiado a lo largo de los siglos".

Por ejemplo, Grecia no era considerada parte de Occidente en el mundo medieval, en este caso a causa de la religi�n: cat�licos frente a ortodoxos. "Incluso los propios griegos reivindicaron durante siglos su origen romano, pues durante siglos el Imperio Bizantino fue, ciertamente, lo que qued� de Roma, y ellos se llamaban a s� mismos roma�oi". Esto s�lo cambiar�a en el siglo XIII, cuando Constantinopla fue tomada por los latinos y el emperador exiliado Teodoro II L�scaris volvi� sus ojos al mundo griego y reivindic� la cultura hel�nica.

La invenci�n del Renacimiento

Una cultura hel�nica que hab�a sobrevivido no en la convulsa Europa medieval, sino en la propia Bizancio y mucho m�s al este, en los reinos indogriegos de las actuales Pakist�n, Afganist�n e India, y mucho m�s al sur, pues en Sud�n el griego fue hasta el siglo XIV la lengua de la administraci�n y el comercio. Tambi�n, especialmente, en un mundo �rabe que durante el medievo reivindic� asiduamente a la Grecia cl�sica como base de su tradici�n intelectual y cultural , como refleja la historia de A-Kindi y la Casa de la Sabidur�a de Bagdad, en aquel siglo IX, la mayor ciudad del mundo.

Desde esta visi�n, Mac Sweeney cuestiona con humor la idea de Renacimiento, otro de los grandes mitos de la idea de civilizaci�n occidental. "En los siglos anteriores, los centros de erudici�n y aprendizaje cl�sicos no estaban en Europa central y occidental, sino m�s al este y al sur, pero esa tradici�n cl�sica que reivindic� despu�s Europa nunca desapareci�, simplemente no estaba geogr�ficamente en el �rea que ahora consideramos Occidente. As� que no fue tanto un redescubrimiento como un pr�stamo", defiende

Pr�stamo o no, la idea de Occidente como Grecia y Roma combinadas tuvo un gran �xito en una Europa de grandes cambios pol�ticos y que, al comenzar a abrirse al mundo en la Era de los Descubrimientos, necesit� una base cultural m�s s�lida que la simple religi�n (motivo de cruentas guerras en el propio continente) para enfrentarse a otras culturas. "Fue un largo proceso, unos dos o tres siglos en los que la idea de una ancestral cultura grecorromana se fue imponiendo. En el siglo XVI era una idea controvertida, pues no a todo el mundo le gusta la idea de los antiguos griegos como antepasados. Eran vistos con cierta sospecha por las �lites porque ten�an ideas extra�as sobre la democracia y el gobierno de masas que casaban poco con las monarqu�as autoritarias", ironiza la historiadora. "Eso sin entrar en su religi�n pagana y en sus opiniones sobre la homosexualidad. Sin embargo, ya en el siglo XVIII ese ideal grecolatino como germen de Occidente encajaba perfectamente en el imaginario popular".

Mapa de Europa realizado por Gerardus Mercator en 1589.
Mapa de Europa realizado por Gerardus Mercator en 1589.Biblioteca de la Universidad de Tartu

Por el camino hubo trascendentales cambios, principalmente el surgimiento del imperialismo, que fue la mayor espoleta de la popularidad de la idea de civilizaci�n occidental. "Se utiliz� como justificaci�n crucial para defender, construir o argumentar el racismo institucional, el racismo estructural y el imperialismo de las naciones europeas de esa �poca. Triunf� porque era una narrativa conveniente y �til". Adem�s, la idea se fue refinando con el paso del tiempo. Si en el siglo XVII la reina Njinga de Angola pudo refrenar y negociar con los portugueses tras bautizarse, pues al ser cristiana era considerada tan monarca como cualquier otro rey europeo, en el siglo XIX el la raza era un impedimento pr�cticamente absoluto en un imperio como el brit�nico, que pese a haber abolido la esclavitud en 1833 la practicaba con generosidad en sus colonias.

�Qu� salvar del legado?

Hoy en d�a, tras el convulso siglo XX, ya nadie defiende los ideales del imperialismo ni justifica, al menos abiertamente, la supremac�a occidental. �D�nde deja eso entonces el ideal de civilizaci�n occidental? "Aunque esa idea cal� durante muchos a�os, Occidente nunca ha sido una cosa �nica, unificada y monol�tica, tal vez ahora menos que nunca. Lo que estamos luchando por afrontar ahora en Occidente es qui�nes somos y qu� somos, qu� es Occidente, qu� queremos que sea, qu� deber�a ser y qu� podr�a ser", plantea Mac Sweeney.

Tambi�n advierte la historiadora de los peligros actuales de mantener este tipo de posturas anacr�nicas. "La idea monol�tica de Occidente, como todos los estereotipos entra�a riesgos. Por ejemplo, es usada por reg�menes autoritarios como Rusia o China para sostener, externa e internamente, sus propios relatos nacionales", sostiene Mac Sweeney. "Sobre el caso de China puedo hablar, mi madre es de all�, y s� que las construcciones de Occidente en China, imagino que en Rusia tambi�n, son caricaturizaciones de todos esos rasgos de supremac�a y prepotencia que han caracterizado la idea de cultura occidental desde el siglo XIX. Si quieres defender a Occidente y sus valores a nivel internacional, promover esa imagen caduca es la peor manera, porque es muy f�cil de atacar".

En este sentido, la historiadora no esconde la intenci�n pol�tica de su ensayo, pues cree que redefinir la historia es algo clave a nivel social. "En estos tiempos donde crece el antiliberalismo, la idea de Occidente y su cultura se enarbola por parte de extremistas que defienden rasgos que ya no representan al Occidente actual. Como civilizaci�n, deber�amos pensar cu�les son nuestros valores, y creo que la mayor�a dir�a que son la tolerancia, las libertades y la democracia", afirma. "Por eso es tan importante conocer el pasado real. Debemos asumir que a lo largo de la historia no siempre fuimos tolerantes o democr�ticos, y valorar que hoy s� los somos. Si la idea de civilizaci�n occidental ha dejado cosas horribles tambi�n hay muchas otras buenas. Todas han configurado quienes somos ahora, pero son estas �ltimas las que hay que fomentar".