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Ha muerto Richard Serra, el escultor que consiguió que entendiéramos el minimalismo gracias a sus enormes estructuras con las que uno podía interactuar; desde tocar su áspera textura a pasear por su interior. Ha sucedido en Long Island, en Nueva York, donde vivía, y tenía 85 años, de los cuales llevaba 60 dedicado a desafiar las convenciones del mundo del arte, desde el uso de materiales como el acero corten para sus obras, hasta llevar al límite a la museología. Sus intervenciones en el espacio público (fueron varios los encontronazos mantenidos con la autoridades y el público general) y su atrevimiento a la hora de verter sus opiniones sobre el arte contemporáneo le hicieron popular, admirado y respetado, exactamente como sus obras.

Su especial relación con España (aquí tiene al menos 8 obras en exposición permanente, en algunos de los centros culturales más importantes del país, como La Caixa, el Museo Reina Sofía de Madrid o el Guggenheim de Bilbao) le venía de su padre, mallorquín, aunque Serra nació y creció en la costa Oeste de Estados Unidos.

richard serra esculturas
Museo Guggenheim Bilbao
Vista de la obra Torsión elíptica I, II, IV, V, VI (Torqued Ellipses I, II, IV, V, VI, 1996—99) en el Guggenheim de Bilbao.

Nacido en San Francisco en 1938, cuando Richard cumplió 20 años, la revolución cultural y artística que trajo consigo la década de los sesenta estaba a punto de implosionar. Sus intereses le llevaron a estudiar literatura inglesa, y para poder pagar sus estudios en Berkeley trabajó en los altos hornos de las fábricas de acero de Pittsburgh. No es de extrañar que tras unos pocos años, Serra tuviera un conocimiento exhaustivo de este material y, animado por su madre (que se suicidó en 1979) decidiera apostar por una carrera en el mundo del arte.

Primero estudió arte en Yale, donde coincidió con los pintores Jasper Johns y Frank Stella. Fascinado con la abstracción (sus primeros trabajos ya eran completamente abstractos y tenían mucho que ver con el happening o el process art: lanzaba plomo fundido contra la pared de un estudio o de un espacio de la exposición), sin embargo, viajó a París y a Florencia (donde se quedó a vivir un tiempo) para conocer a los grandes maestros, aunque fue una época de enorme experimentación con materiales como el cuero o el neón. Su estancia en Italia le sirvió para realizar su primera exposición individual en La Salita de Roma, en 1966. Hacia finales de los sesenta, la técnica de Serra se basaba en cuatro pilares creativos to hurl, to split, to roll and to heap (arrojar, cortar, rodar y apilar), que condicionaron para siempre su trabajo posterior con planchas de acero corten.

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Gibbs Farm
Te Tuhirangi Contour, (56 planchas de acero corten), 1999/2001.
richard serra
Gibbs Farm

En los setenta y los ochenta, Serra se pasó al gran formato, creando una dimensión escultórica extraordinaria y desconocida hasta el momento, que en ocasiones se solapa con la arquitectura (cuando sucedió a Norman Foster como galardonado con el Premio Príncipe de Asturias en 2010, éste dijo de él que era "el más grande de los escultores vivos", dejando patente en numerosas ocasiones su admiración). En el 76 expone por primera vez en el Guggenheim de Nueva York, y a partir de ese momento, comienza a recibir encargos para la instalación de sus obras en el espacio público. El acero corten era el material perfecto para que las obras aguantaran en el exterior. Tras una decoloración natural del metal que dura entre 8 y 10 años, el nivel de oxidación se mantiene estable e inalterable, pasando a a formar parte del paisaje.

richard serra
Robert R. McElroy//Getty Images
El escultor estadounidense Richard Serra, delante de su obra Tilted Arc, antes de su retirada, en Federal Plaza, Nueva York (1985).

No exentas de polémica, sus monumentales obras dejan entrever una gran fuerza intelectual detrás, que Richard Serra nunca ha escondido, incluso enfrentándose a las autoridades y llevándolas a juicio. La polémica que suscitó la retirada de su escultura Tilted Arc (Arco inclinado) de la Federal Plaza de Nueva York tras las quejas de los ciudadanos (que tenían que rodear una plancha de acero de 37 m de largo y 4 de alto para poder cruzar la plaza) no amedrentó a Serra ni un ápice. "Si la retiran, hay que destruirla", dijo entonces, defendiendo su idea de la obra site specific. A partir del proceso judicial, se generó tal debate público que en 1990 se legisló la ley de protección de los derechos de los artistas sobre sus obras.

En otras ocasiones, la desidia ha sido la responsable de la desaparición de alguna de sus obras, como la acontecida en los almacenes del Museo Reina Sofía en Arganda del Rey en 2006. En este caso, la pérdida de su escultura Equal-Parallel / Guernica-Bengasi (1986), de 38 toneladas de peso no tuvo consecuencias legales para el museo, ya que Serra no inició ninguna acción legal (el museo expone, con el consentimiento del artista, una réplica exacta de la obra desde 2009).

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MUSTAFA ABUMUNES//Getty Images
Las cuatro planchas de acero del artista estadounidense Richard Serra, que forman parte de la instalación East-West/West-East, en el desierto qatarí, a unos 70 kilómetros de Doha. Guardias de seguridad pasan el tiempo en camionetas vigilando las 24 horas del día una de las obras de arte más aisladas del mundo.

Serra trabajó desafiando los límites de la física y de la gravedad, buscando ángulos imposibles, rompiendo o fraccionando el paisaje y la percepción espacial de sus obras desde la escala humana (¿quién no ha dado un traspiés confuso cuando ha estado dentro de Snake, la serpenteante escultura instalada en el Guggenheim de Bilbao?). No hay nadie como Serra, dispuesto a confrontar su obra con la arquitectura circundante o el entorno natural donde sus obras reposan, como si estuvieran inmersas en una meditación sobre su ubicación, peso y dimensión.

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Alejandra Manzano

 Alejandra Manzano  es redactora experta en arquitectura, arte y diseño. Antes de encontrar su trabajo favorito, ha concentrado 15 años de experiencia en el campo de la edición, la dirección de arte, la publicidad y la comunicación cultural.

 Licenciada en Bellas Artes por la UCLM, siempre se ha sentido atraída por la belleza de los objetos y los espacios, y por las personas con espíritu creativo. 

 Empezó a trabajar en agencias de publicidad como copy, y, posteriormente, fue dircom de un laboratorio farmacéutico y Social Media Manager de Fundación Montemadrid, Alfaguara y Santillana, que le permitieron compaginar su trabajo con la literatura y el arte, sus otras grandes pasiones además del diseño. 

 Tras casi una década dedicada a la comunicación, dio un importante giro en su trayectoria profesional haciéndose un hueco como ilustradora de prensa, publicando regularmente en medios como ICON y El Mundo, y editoriales como Espasa o Periférica. Ha sido profesora de diseño gráfico en la Escuela Internacional de Protocolo y, tras completar su formación en edición y corrección, trabajó como coordinadora de libros de arte y fotografía en La Fábrica. También ha formado parte de festivales como Madrid Design Festival o PHotoEspaña.  

 Siempre a la búsqueda de casas y cosas bonitas (incluyendo hoteles, objetos de diseño o proyectos de interiorismo) ha sido redactora en numerosos medios especializados entre los que se cuentan AD, Arquitectura y Diseño y Diariodesign. Los que la conocen dicen que no hay nada que le haga más feliz que viajar, aprender historia antigua, la voz de Elvis Presley y ver pelis de Casavettes.