'Volare', una película italiana sobre las segundas oportunidades
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La película ‘Tutto il mio folle amore’, traducida al español como ‘Volare’, narra el viaje de amor y reconocimiento de un padre con su hijo autista de 16 años. Una historia donde se demuestra que el amor no tiene fronteras y que las diferencias, más que separar, unen. | Foto: Foto: Especial para Gaceta

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'Volare', una película italiana sobre las segundas oportunidades

La película ‘Tutto il mio folle amore’, traducida al español como ‘Volare’, narra el viaje de amor y reconocimiento de un padre con su hijo autista de 16 años. Una historia donde se demuestra que el amor no tiene fronteras y que las diferencias, más que separar, unen.

8 de septiembre de 2021 Por:  Susana Serrano Arango, especial para Gaceta

El miedo a veces hace que se tomen decisiones que traerán arrepentimientos a futuro, cuando ya dar vuelta atrás es muy difícil. Ese fue el caso de Willy (Claudio Santamaría), personaje ficticio de la película ‘Tutto il mio folle amore’ (traducida al español como ‘Volare’), quien al saber que la mujer con la que se acostaba había quedado embarazada, decidió salir huyendo antes de enfrentarse a una realidad que lo superaba. No es que no quisiera ser padre, simplemente no lo había siquiera analizado y antes de tener la discusión interna de si quería o no hacerse cargo de este ser vivo, prefirió huir y no buscar contactar al joven o a la chica por unos 16 años, tiempo en el que tuvo suficiente espacio para reflexionar y entender que deseaba ser parte de la vida del niño que había abandonado, o por lo menos conocer su rostro o su nombre, pero lo que no esperaba Willy es que su hijo tuviera autismo.

Pero esta condición del hijo de Willy, que se llama Vincent, es conocida por todos los espectadores de ‘Tutto il mio folle amore’ antes de que Will aparezca en pantalla, ya que el film empieza presentando al joven Vincent y su vida actual: la escuela especial a la que asiste, la equitación que practica, los problemas con su madre, Elena (Valeria Golino), y la buena relación que maneja con su padre adoptivo, Mario (Diego Abatantuono). A través de los ojos de Vincent, en esos primeros minutos, se puede apreciar a muy grandes rasgos, la complejidad de la crianza de un niño con autismo y también la falta de libertad del mismo chico, quien ha sido criado en una jaula de oro (por suerte de oro y no de latón, ya que su padrastro es un hombre adinerado).

Pero la vida de él, como la de todos en la película, se transforma cuando Willy decide ir a reclamarle a Elena que le deje ver a su hijo. Ella lo echa, pero no lo suficientemente rápido para evitar que Vincent vea a Willy y entienda que tiene un padre biológico, que no conocía y con quien decide fugarse (a escondidas de todos, hasta del mismo Willy), para poder saber quién es este hombre extraño que acaba de entrar a su vida.

Es ahí cuando empieza realmente la historia, del género del road movie dramático, como le gustan al director italiano Gabriele Salvatores. Como siempre la enseñanza de estos largometrajes no se encuentra en la meta sino en el recorrido, como se puede apreciar en la evolución de la relación de Willy y Vincent, quienes a medida que viajan juntos, con las innumerables vicisitudes que suele traer un viaje no planeado, van descubriéndose el uno al otro, a entender quién es el otro y crean un lenguaje donde ambos puedan encontrarse sin perderse en las dificultades comunicativas a las que se puede enfrentar un joven con autismo.

El guion es muy hermoso en la descripción de esta relación padre-hijo y en el ambiente generado alrededor de ambos personajes, porque luego de ver la cantidad de problemas que tenía Vincent en su jaula de oro, la apreciación del joven en la libertad de un mundo desconocido y sin fronteras hace que se vea como alguien feliz y más tranquilo de lo que estaba antes. Además, su padre, Willy, lo trata más como una persona normal que como un joven con problemas: lo regaña, juega con él, lo impulsa a crecer y vivir cosas nuevas, algo que al principio de la película no parece que fuera usual, con la simple frase que le dice Mario a Willy al teléfono cuando se entera que el hijo ya no está en casa: “es un chico de costumbres y si no se cumplen se estresa”.

No obstante, no podría decirse que ‘Volare’ es una película dedicada al autismo o que busca concientizar sobre esta enfermedad. Siento que podría haberse investigado un poco más sobre el autismo para la construcción del guion. Aunque la película se basa en el libro ‘Si te abrazo, no tengas miedo’ de Fulvio Ervas, quien a través de las páginas cuenta la historia verídica de su viaje personal con su hijo autista desde Miami hasta Porto Seguro.

Otro problema que noto en el guion es su cierre un poco abrupto, en especial con el personaje de Mario o el cambio repentino y no muy justificado de la mentalidad y los deseos de Elena. Pareciera que los guionistas se concentraron tanto en crear una buena narración para Vincent y Willy, que los personajes secundarios que eligieron para contar una historia paralela fueron poco tratados con verdadera profundidad, generando una pequeña inconformidad con la manera en la que termina su historia o extrañeza al ver escenas como la del encuentro de Elena y Mario con el hombre de la cabaña, algo que parece muy sacado del sombrero a última hora, para intentar crear humor. Pero, por suerte el cierre de la historia de Vincent y de Willy, lo más importante, sí está bien tejido, pese a que la última escena de la piscina a mi parecer, nuevamente, es un poco forzada.

De las actuaciones no hay quejas. La más destacable es la del joven y poco conocido actor Giulio Pranno, quien hace una interpretación acertada y destacable de Vincent, quizá a veces un poco exagerada, pero en la mayoría del tiempo creíble y adecuada expresivamente para su papel. También se destaca la actuación de Valeria Golino, quien en 1988 ya había aparecido en la conocida película sobre autismo, ‘Rain Man’, de Barry Levinson, y la de Claudio Santamaría quien regresa con su bigote a representar al galán del cine, con una hermosa voz que enamora a cualquiera.
En conclusión, ‘Volare’ es una película amena para ver en familia el fin de semana, con una buena fotografía, una banda sonora que acompaña de forma asertiva las emociones de las escenas y que también hace soñar (o temer dependiendo de los gustos) con tener esa libertad de Willy, quien abandona todo a medida que transcurre el viaje, para tener lo que ahora considera más importante en su vida: un poco más de tiempo con su hijo.

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