Cap�tulo 3: Primero: Amar�s a Dios sobre todas las cosas


Los diez mandamientos

Autor: P. Antonio Rivero LC

Cap�tulo 3: Primero: Amar�s a Dios sobre todas las cosas

Analicemos el primer mandamiento �Amar�s a Dios sobre todas las cosas�. �S�lo Dios basta!

Se ha dicho que el hombre moderno ha matado a Dios y ahora no puede deshacerse de su cad�ver .

�De verdad habr� hombres que no crean en Dios?

Encontr� por ah� la oraci�n del ateo, de Juan Arias:

�Soy ateo y por tanto no puedo rezar a nadie, porque para m� no existe ese Alguien superior, distinto de m�, a quien poder dirigirme. Sin embargo, tengo que confesar que a veces siento fuerte la angustia de la soledad. A veces tengo necesidad de gritar a un Ser Supremo mi sed de no s� qu� cosa infinita y de preguntarle tantos porqu�s que no tienen respuesta, pero ser�a como hablar al viento.

S�, por lo tanto, que debo aceptar la realidad; deber� caminar en la obscuridad, tendr� que renunciar a la respuesta definitiva a cu�l es la raz�n de mi existencia. Me parecen locos los que dicen que creen, aunque a veces me sorprenden pensando si el loco no ser� yo.

�Dios, Dios, Dios! �Ser�s una hermosa invenci�n de los poetas? �Ser�s el eco de cuantos se enga�an para poder aferrarse a una esperanza? �Ser�s la proyecci�n inconsciente de la necesidad humana de protecci�n?

Claro que�tambi�n podr�as ser la �nica realidad verdadera que da sentido a las cosas, a los acontecimientos, a la vida, al sufrimiento y a la muerte.

Pero��y si fueses s�lo una ilusi�n humana que pretende divinizar lo que es s�lo tierra? Yo, pues, gritar� mi oraci�n al viento. S�. Los creyentes se reir�n diciendo que ese viento al que yo rezo se llama Dios�.

Este primer mandamiento es una necesidad del hombre; necesidad de creer, esperar y amar. Veremos estos puntos:

I. �QU� ENTRA�A ESTE PRIMER MANDAMIENTO?

1.La vivencia de las virtudes teologales: fe, esperanza y caridad.

Entra�a tres virtudes fundamentales que llamamos teologales: fe, esperanza y caridad.

El hombre es un ser que, as� como necesita comer y dormir, tambi�n necesita creer en algo o en alguien superior que responda a sus interrogantes.

A lo largo de la historia de la humanidad podemos constatarlo. No ha existido ninguna cultura en la que las divinidades no se hagan presentes: Zeus, J�piter, Osiris, Quetzalc�atl. El hombre es un ser religioso por naturaleza.

El primer mandamiento no lo invent� Dios cuando le entreg� las tablas a Mois�s. Est� escrito en el coraz�n del hombre desde siempre. Dios puso esta necesidad en el hombre al crearlo a su imagen y semejanza y sabe que �l es la �nica respuesta. Por eso le da un mandato al hombre: �Amar�s a Dios sobre todas las cosas�, no porque Dios necesite ser amado, sino porque el hombre necesita amar a Dios.

Todo tu d�a es un ejercicio de las tres virtudes teologales: fe, esperanza y caridad.

Creer en Dios y creer a Dios, tu Creador y Se�or, Providencia amorosa. Creer con una fe firme, recia, luminosa, contagiosa, profunda y madura. Tu fe no debe ser d�bil, opaca, apagada, superficial e infantil. Con el paso de los a�os, adem�s de crecer en edad y sabidur�a, debes crecer en tu fe.

Confiar en Dios, porque �l nunca te falla, porque es tu Padre cari�oso y sol�cito, y te concede lo que necesitas para tu bien material y para tu alma. Confiar y esperar en �l a pesar de todo y contra toda esperanza. Dios tu Padre te lleva de la mano en el camino de la vida; unas veces te hace caminar por senderos luminosos y hermosos; otras veces, por senderos dif�ciles y no tan lindos (enfermedades, pruebas, golpes de la vida, etc.), pero no temas. �l va contigo. L�nzate a sus brazos. El tim�n de tu vida lo lleva �l.

Y sobre todo, amarlo. Con un amor personal, pues tanto �l como t� es una Persona. Con un amor real y operante, manifestado en obras. Dios te pide que le ames. No pod�a ser de otra manera, pues es tu Padre y t� eres su hijo.

Es conmovedor considerar c�mo la ley de Dios comienza con lo m�s hermoso: con el amor. Otras religiones, tal vez inicien con el temor, el miedo. Nosotros, con el amor.

La gente por la calle se nos acerca y nos pide fuego, limosna, un empleo, una recomendaci�n, la hora... Dios se acerca a los hombres para mendigar amor.

�Qu� hermoso y conmovedor! Dios te pide que le ames.

�Por qu� te mendiga amor? Porque es tu Padre Dios, que quiere establecer y entablar contigo una relaci�n hermosa de padre a hijo. Quiere hacerte feliz, compartir su intimidad contigo. Y s�lo es posible esto desde el amor.

Te pide amor porque �l te ha amado primero. S�lo as� corresponder�s a su amor.

Te pide amor porque �obras son amores�. Cristo lo dijo: �Si me am�is, guardar�is mis mandamientos�. Por tanto el que ama a Dios, estar� ya cumpliendo todos los dem�s mandamientos.

Ahora bien, no se puede amar bien lo que se conoce mal. Y hay algunos que dicen que aman a Dios, pero no hacen el menor esfuerzo por conocerle a �l en la Biblia y conocer su voluntad, a trav�s de los mandamientos.

�Qu� pensar�as t� de un hijo que dijera que ama a su padre y a su madre y ni siquiera se molestara en leer las cartas que ellos le env�an al hijo, en el caso de estar lejos el hijo?

Por eso para que puedas vivir el primer mandamiento primero tienes que conocerle a Dios:

 

  • A trav�s de la lectura asidua, amorosa, ferviente de la Biblia, especialmente del Nuevo Testamento. Ah� te sale Dios al paso de tu vida y te ilumina, te consuela, te fortalece, te orienta y te hace conocer su santa Voluntad. La Biblia es la carta que te ha escrito tu Padre Dios.

     

  • A trav�s de la lectura del Catecismo de la Iglesia cat�lica. Aqu� encontrar�s el resumen de tu fe, explicado de manera magistral, extensa y muy positiva. No olvides que la fe es el mayor tesoro que tienes, y vale m�s que la vida. El Catecismo ha sido el esfuerzo que ha hecho tu madre Iglesia para explicarte extensamente lo que es tu fe, c�mo celebrarla, c�mo vivirla y c�mo rezarla.

     

  • A trav�s de los sacramentos, sobre todo, de la Confesi�n y Eucarist�a. Ac�rcate a ellos para conocer el amor misericordioso de Dios en la Confesi�n al perdonarte todas tus ca�das y desamor; y para saborear el Pan de vida eterna en la Eucarist�a, en cada Misa.

    Se trata, pues, de tener a Dios como el mayor valor de tu vida. En torno a �l deber�a girar tu d�a, tu trabajo, tu estudio, tu familia, tus cosas, tu noviazgo...Para ello, debes aumentar cada d�a tu fe en Dios, tu esperanza en �l. Y el amor brotar� de los costados de tu existencia. �Haz la prueba!


    2. El Culto

    Tambi�n este primer mandamiento abarca el culto, u homenaje interno o externo de respeto y amor que tributas a Dios, a los �ngeles, a la Virgen, a los santos y a los beatos, a trav�s de la oraci�n o la devoci�n, y a trav�s de un conjunto de ritos y celebraciones lit�rgicas.

    El cristiano ofrece este culto desde la oraci�n personal o comunitaria, hasta la celebraci�n de los sacramentos, por ejemplo, una Misa; tambi�n rezando el Santo Rosario, o yendo de peregrinaci�n, o haciendo una adoraci�n ante el Sant�simo Sacramento del Altar; o rezando alguna novena a un santo o beato.

    A Dios le damos el culto de adoraci�n, pues s�lo �l es Dios, Creador y Se�or de todo. A Mar�a, el culto de especial veneraci�n, por ser la Madre de Dios y reconociendo su especial protecci�n como Madre tuya, pues te alcanza de Dios las gracias que m�s necesitas. Y a los santos , el culto de veneraci�n, por todas las grandes cosas que Dios ha hecho en ellos y a trav�s de ellos.

    Algo que me importa decirte aqu� es lo siguiente: cuando t� pides algo a alg�n santo y se te concede, por ejemplo, un milagro, una gracia especial�el santo s�lo intercedi� por ti ante Dios, pero es Dios quien te ha concedido el favor. Por tanto, Dios es la fuente de todo don. Los santos son intercesores ante Dios de todos nosotros.

    �Qu� bueno ser�a que te supieras aprovecharte de ellos, adem�s de imitarles, sobre todo en aquellas virtudes que m�s practicaron durante su vida terrena! Por ejemplo, de san Francisco de Sales imita la mansedumbre y dulzura en tus reacciones y actitudes; de san Francisco de As�s, el esp�ritu de humildad; de santa Teresa de �vila, el amor por la oraci�n �ntima y profunda con Dios; de santa Mar�a Goretti, la pureza de tu coraz�n y cuerpo; de san Tarsicio, la delicadeza y aprecio por la Eucarist�a; de santa Teresita del Ni�o Jes�s, la sencillez; de san Ignacio de Loyola, la obediencia a la Iglesia, a tus pap�s y superiores; de santa Teresa de Jes�s Jornet Ibars, el amor por los ancianos; de san Camilo de Lelis, el cuidado de los enfermos; de san Juan Bosco, el amor y la formaci�n de los j�venes, etc.

    D�jame terminar este punto dici�ndote d�nde est� el centro del culto del cristiano. �Sabr�as?

    S�, en la Eucarist�a. Y al decirte la Eucarist�a te estoy hablando del admirable sacramento de la Eucarist�a, donde Dios te da a comer el Cuerpo y la Sangre de su Hijo Jesucristo, para tu salvaci�n; y donde se queda contigo en los Sagrarios de las iglesias para ser Amigo, Confidente y Consuelo en tu peregrinar por esta tierra hacia el cielo.

    En la Eucarist�a, especialmente en la celebraci�n de la santa Misa, das a Dios el culto m�s hermoso, m�s satisfactorio, m�s meritorio, para honor del mismo Dios y para la salvaci�n de la humanidad. Dado que en el tercer mandamiento hablar� de la santa Misa, no quiero extenderme en la importancia de la misma.


    3. Cumplir este mandamiento, hasta el hero�smo

    Por cumplir este primer mandamiento, �cu�ntos hermanos nuestros han dado su vida por Cristo como m�rtires!

    Aqu� te traigo un ejemplo maravilloso:

    Justino, gran sabio del siglo II despu�s de Cristo, hab�a nacido en Samar�a. El a�o 163 es arrestado en Roma, junto con muchos de sus alumnos.

    Entre el juez, llamado R�stico, y Justino se entabla el di�logo siguiente:

    - Justino, �qu� doctrina ense�as?
    - Toda mi vida he buscado la verdad; he estudiado la sabidur�a de los orientales, de los griegos y de los romanos; finalmente he descubierto la verdadera sabidur�a.
    - �Y cu�l es esta �verdadera� sabidur�a?
    - Es la de Jes�s de Nazareth; �l nos libera de los �dolos in�tiles, y nos conecta con el �nico Dios verdadero, Creador del universo.
    - �Eres, pues, cristiano?
    - S�, soy cristiano; Y tambi�n son cristianos estos amigos m�os; y estamos orgullosos de serlo.
    - Ac�rquense aqu� todos, para adorar a nuestros dioses; de otro modo, todos ser�n condenados a morir por ateos.
    - No somos ateos; nosotros adoramos al Dios que es Esp�ritu, el Padre de Jes�s de Nazaret; nadie que est� bien de su cabeza, abandona al Dios verdadero para volver a dioses falsos.

    El juez dio la orden:

    - �Que sean todos estos torturados!

    Justino y los suyos le contestaron:

    - Haz lo que t� quieras; nosotros somos cristianos, y tales permaneceremos de todas maneras; preferimos morir que adorar a tus falsos dioses.

    Entonces el juez R�stico pronunci� la sentencia: �Justino de Samar�a y sus seguidores, por no querer adorar a los dioses, ni a nuestro emperador Marco Aurelio, que sean primero azotados y luego degollados�.

    As�, Justino y sus compa�eros cristianos sellaron con su propia sangre su fidelidad a Cristo.

    �Te hubieras t� atrevido a dar la sangre por defender tu fe en Dios y en Cristo? Amar a Dios de palabra es f�cil; pero amarle, estando dispuesto a dar la vida por �l, es verdadero amor.


    II. �C�MO OFENDES A DIOS, TU PADRE?

    Si Dios te mendiga amor, no hay nada que hiera este amor a Dios como:

    1� El ate�smo, el no creer en Dios, ya sea el ate�smo te�rico y programado, como fue el del comunismo; ya sea el ate�smo pr�ctico, de quien dice creer en Dios, pero no reza, no viene a Misa, no se confiesa, y vive como si Dios no existiese.

    2�El agnosticismo: es la posici�n que limita el conocimiento a la experiencia sensitiva o emp�rica verificable. Rechaza la posibilidad de conocimiento sobrenatural y por lo tanto, la posibilidad de saber si Dios existe. No es lo mismo que ate�smo, que negaba la existencia de Dios. El agnosticismo dice que no se puede saber si Dios existe o no; por eso, rechaza cualquier pronunciamiento a favor o en contra de su existencia.

    3�La idolatr�a, es decir, el adorar a otros �dolos: dinero, confort, sexo, poder, ambici�n; o peque�as idolatr�as: coche, piso, comodidades, comidas, novia, novio, estudio, trabajo...

    Cuenta la Biblia que en la ciudad de Babilonia un rey, llamado Nabucodonosor, mand� colocar en el medio de la plaza una estatua suya y dio la orden de que todos sus s�bditos la adorasen .

    Tres j�venes jud�os, fieles a su Dios, se negaron a hacer lo que el rey mandaba, porque ellos s�lo adoraban al Dios verdadero.

    Enojado el rey, orden� que fuesen arrojados a un horno encendido. As� lo hicieron. Cuando los soldados fueron a sacar sus cenizas, vieron que los tres j�venes estaban sanos y salvos cantando y glorificando a Dios, que les hab�a mandado un �ngel para librarlos de las llamas.

    As� tienes que ser t�: no adorar a nadie m�s que a Dios.

    A s�lo Dios debes servir. Que te sirva de ejemplo lo que le pas� al duque de Gand�a, hoy san Francisco de Borja.

    El 1 de mayo de 1539 fallec�a en la ciudad de Toledo, Isabel de Portugal, reina de Espa�a y emperatriz de Alemania, esposa del rey Carlos V y madre de Felipe II. El magistral lienzo de Tiziano refleja que la soberana era, sin lugar a dudas, una de las mujeres m�s bellas de su tiempo.


    Uno de los cortesanos llor� de forma especial la muerte de su emperatriz. Era el caballero noble y gallardo marqu�s de Combau y duque de Gand�a.


    M�s tarde acept� gustoso acompa�ar el f�retro desde Toledo hasta Granada. Antes de proceder a la inhumaci�n, fue necesario certificar que efectivamente era la emperatriz la que estaba en el ata�d. Cuando el caballero descubri� el rostro putrefacto de Isabel experiment� una de las mayores impresiones de su vida: aquel rostro tan admirado antes, ahora desfigurado, era un espect�culo profundamente desagradable para contemplarlo. Esa es -se dec�a- la caducidad de la belleza de este mundo.


    Tr�mulo de emoci�n exclam�: ��Nunca m�s servir� a se�or que se me pueda morir!�.Y cumpli� su palabra. Se convirti� en jesuita y la semilla de la inmensa labor apost�lica del gran Francisco de Borja (1510-1572) a�n sigue germinando despu�s de cinco largos siglos de historia.


    4� Las supersticiones: muchas de ellas no pasan de simples tonter�as, pero tomadas en serio pueden suplantar a la religi�n, o, cuando menos, presentar una idea de Dios que poco tiene que ver con el Dios de la revelaci�n. La superstici�n es una desviaci�n del sentimiento religioso que suele hacer presa en las personas ignorantes o irreligiosas, desempe�ando casi siempre un papel sustitutivo de la verdadera religi�n.

    Hoy d�a, en algunas obras teatrales, canciones, espect�culos musicales y especialmente en la corriente del �heavy metal�, se utilizan s�mbolos y expresiones sat�nicas para despertar la violencia o crear estados de euforia, ansiedad o depresi�n. No te conviene ni escuchar, ni ver, ni asistir a este tipo de espect�culos, pues te da�an el equilibrio interior y pueden producirte desorientaciones o desviaciones en tu car�cter y personalidad.

    �Te interesa conocer algunas supersticiones que te har�n re�r, pues son rid�culas?

    �C�mo no recordar aqu� a quienes toman en serio el n�mero trece y tiemblan si han de sentarse en una mesa con trece comensales? �O los que se aterran ante la sal derramada?

    �O quienes se asustan si se abre un paraguas en casa o se pone un sombrero sobre la cama? �O los que creen que les ocurrir�n desgracias si se visten de amarillo, si se les rompe un espejo, o dejan los zapatos unidos por los talones?

    �Qu� pensar de los que tiemblan ante la idea de pasar bajo una escalera, o se imaginan todo tipo de desgracias si se les cruza un gato negro, de los que creen que les tocar� la loter�a si compran una capic�a , de quienes tocan madera para evitar las desgracias, o llenan sus coches de rabos de conejos, cueros o colmillos de todo tipo de bichos?
    Y no digamos de los que creen en las echadoras de cartas, de quienes hacen circular esas cadenas a las que atribuyen unas bendiciones especial�simas de Dios o de alg�n santo haciendo un determinado n�mero de fotocopias que hay que enviar a los amigos, o dejar en los bancos de las iglesias, o creen en los juegos de la copa, o juegan con la ouija para invocar esp�ritus, etc...

    Todas estas supersticiones son tonter�as. E indican que tu fe en Dios est� prendida con alfileres, que no es madura, que es superficial.

    5� La tendencia de algunos a creer en milagrer�as o a correr tras el maravillosismo. Porque hay cristianos que no toman en serio la Eucarist�a o la Biblia, en donde Cristo y Dios est�n sin duda alguna, y, sin embargo, corren detr�s de cualquier tipo de supuestas y con frecuencia falsas apariciones o aparentes milagros, aunque tengan que cruzar el oc�ano.

    6� Se producen hoy formas patol�gicas de religiosidad, como, por ejemplo, esas b�squedas de apariciones con mensajes del m�s all� y otras cosas por el estilo�que nada tienen que ver con la verdadera religiosidad y amor a Dios. Cuando no se tiene fuerte la fe y la confianza en un Dios vivo, entonces hay que desenterrar y dialogar con los muertos. Pero los muertos, muertos est�n.


    Este primer mandamiento se quiebra tambi�n:

     

  • Con la indiferencia religiosa, viviendo como si Dios no existiera.
     

  • Viviendo obsesionado por las cosas materiales y temporales, olvidando a Dios.
     

  • Dudando voluntariamente de Dios o de dogmas de tu fe, por falta de fe verdadera y de confianza en �l. �C�mo dudar de Dios, si de �l venimos y a �l vamos, si �l nos cuida y vela sobre nosotros, y busca nuestro bien siempre?
     

  • Abusando de la misericordia de Dios para cometer m�s pecados: �Total, Dios es tan bueno que me los perdonar�.
     

  • Callando voluntariamente pecados graves en la confesi�n, por verg�enza. Esto ser�a un sacrilegio, pues tratas indignamente este sacramento para mentir al sacerdote. Ya sabes que a Dios no le puedes enga�ar. Adem�s te est�s enga�ando a ti mismo.
     

  • Comulgando conscientemente con pecados graves, mortales. A esto llamamos tambi�n sacrilegio.


    III. �QU� COSAS LE AGRADAR�AN A DIOS PADRE?

    Es tan rico el primer mandamiento de la Ley de Dios que tambi�n abarca estos dos aspectos: la oraci�n y el sacrificio.

    1. La oraci�n

    �T� rezas? �Sabes rezar? �Sabes por qu� debes rezar?

    Rezar deber�a ser el respirar de todo cristiano. Si no respiras, �qu� te pasa? �Te mueres! Rezar es �el impulso de coraz�n, una sencilla mirada lanzada hacia el cielo, un grito de reconocimiento y de amor a Dios tanto en medio de la prueba como en la alegr�a�. As� lo describi� santa Teresita del Ni�o Jes�s.

    La oraci�n es, adem�s, la elevaci�n del alma a Dios o la petici�n a Dios de bienes convenientes. �No necesitas cosas? �A qui�n mejor, que a Dios, para pedirle lo que tu coraz�n anhela? Eso tambi�n es oraci�n.

    Pero la oraci�n es sobre todo reconocimiento de la grandeza y bondad de Dios, alabanza y honor, agradecimiento profundo por cuantos dones nos concede d�a a d�a el Se�or: el don de la existencia, de la vida, de la fe, de la salud, de la creaci�n, y de muchos m�s. T� mismo haz un recuento de cu�ntas cosas tienes que agradecer a Dios diariamente. �Te asombrar�s!

    A la oraci�n debes ir tambi�n para pedirle perd�n por tu ingratitud y tu falta de cari�o y de aprecio a este buen Padre Dios, por tus infidelidades, por tus mentiras y esas cosas feas, que a veces, consciente o inconscientemente, cometes.

    Para eso debes orar: para adorar y alabar a Dios, para agradecer, para pedirle gracias que necesitas y para implorarle perd�n.

    Y debes rezar al levantarte, santigu�ndote y rezando un padrenuestro. Y deber�as rezar antes de las comidas, y cuando sales a tu trabajo o antes de tus clases en la universidad, o al iniciar tu estudio personal en las tardes. Deber�as rezar para encomendar tu examen, s�, pero tambi�n, para dar gracias por tu examen. Y no te vayas a acostar sin acordarte de Dios y rezarle alguna de esas oraciones hermosas que tenemos: el padrenuestro, el avemar�a, el gloria, o el credo. O alguna de esas bellas oraciones a la Virgen que aprendiste cuando eras ni�o: �Bendita sea tu pureza�, o la oraci�n a tu �ngel de la guarda.

    Es necesario que reces, pues as� conocer�s cada d�a m�s a Dios; y del conocimiento brotar� en tu coraz�n el anhelo de amarlo. Y con la oraci�n frecuente te har�s amigo �ntimo de Dios y ya la oraci�n ser� para ti una necesidad interior, sin la cual no puedes vivir.

    Es necesario que reces, para afrontar todas las luchas y contrariedades de la vida, pues no todo te ser� f�cil, t� lo sabes. La oraci�n te dar� fuerzas y m�sculo espiritual para vencer el desaliento, la tristeza y la tentaci�n.

    Y para rezar y orar tienes la Biblia, especialmente los Santos Evangelios. L�elos despacio, y med�talos, sacando las lecciones que te da Jes�s, o viendo los personajes de la escena, para ver qu� te dicen y aprendiendo de ellos.

    Tambi�n, te servir� para rezar contemplar la naturaleza, o el crucifijo, o repasar las cosas buenas que te suceden, e incluso, lleva a la oraci�n y dialoga con Dios acerca de los fracasos que has tenido y de las cosas que no te gustan, y Dios te iluminar� y te consolar�.

    Pero, �c�mo debes rezar?

    Te referir� esta an�cdota.

    Un aprendiz de oraci�n caminaba por el desierto completamente confundido. Hab�a frecuentado el contacto con diversos maestros y ya hab�a pertenecido a un buen n�mero de escuelas. Cada una defend�a cosas distintas y el aprendiz ya no sab�a qu� era lo m�s importante en la oraci�n. Decidi� que lo �nico que le quedaba por hacer en su confusi�n era dirigirse a Dios.

    - �Se�or, ilum�name! -dijo suplicante- Unos me dijeron "No pienses en nada y repite letan�as sin interrupci�n... ver�s que sentir�s la liberaci�n interior"...
    - �Y lo hiciste? -le dijo Dios.
    - S�, Se�or, lo hice durante meses hasta que se me sec� la boca y tuve que abandonar esa escuela.
    - �No encontraste ninguna otra? -pregunt� Dios, interes�ndose.
    - �Oh, s�, Se�or, muchas m�s! Fui a otra donde me dijeron: "Tranquil�zate, haz vac�o en tu interior y encontrar�s a Dios", pero en el vac�o s�lo estaba yo mismo y como te buscaba a ti y no a m�, comenc� a dudar tambi�n de esa escuela...
    - Bueno, quiz�s haya otras...
    - S�, s� Se�or, no creas que �sta fue la �ltima. Visit� muchas m�s; aprend� una gama enorme de posiciones para orar, y me hice experto en posiciones, pero no en oraci�n... y as� recorr� otras tantas pero a�n no s� qu� hacer para orar. He llegado a convencerme de que no puedo orar y vengo a decirte que ya no me lo pidas m�s en mi interior.
    - �No te di yo boca y o�dos? -susurr� Dios suavemente
    - S�, Se�or... -dijo el principiante, que no esperaba este interrogante. Pero dime de una vez, Se�or m�o; qu� es m�s importante �escuchar o hablar?
    - �Cu�ntas bocas te di?
    -Una.
    - Y �o�dos?
    - Dos.
    - Entonces, ya lo sabes...

    �Interesante dato! Orar es hablar con Dios, pero lo m�s importante en esa conversaci�n es la escucha... Si quieres unirte con Dios; escucha su Palabra, dialoga... y vuelve a escuchar.

    �Ves qu� maravilla es la oraci�n! No la dejes nunca por nada. La oraci�n da brillo a tus ojos, chispa a tu inteligencia, ardor a tu coraz�n, fuerza a tu voluntad, nobleza a tus sentimientos, control a tu imaginaci�n, purificaci�n de tu memoria, cauce a tus pasiones, sensatez y sinceridad a tus palabras, claridad y peso a tus razonamientos. Y sobre todo, la oraci�n te transforma interiormente y te hace querer lo que Dios quiere, y no querer lo que Dios no quiere.

    �C�mo has de orar? Yo aprend� de chico que las cualidades para una buena oraci�n son �stas: orar con atenci�n, humildad, confianza y perseverancia. Ponlas en pr�ctica y ver�s que dan resultado.

     

  • Reza con atenci�n, sin distraerte tanto. Escoge el mejor momento del d�a, cuando est�s m�s sereno y despejado.

     

  • Reza con humildad, sabiendo que al humilde Dios le da sus gracias y bendiciones. No seas arrogante y exijas a Dios tus cosas, casi amenaz�ndolo.

     

  • Reza con confianza, pues es tu Padre Dios, que te quiere y te conoce.

     

  • Reza con perseverancia, todos los d�as, sin desistir. Dios no est� obligado a darte hoy lo que le pides hoy. Insiste y lograr�s que Dios te escuche.

    Encontr� entre mis an�cdotas �sta que te comparto, para que veas c�mo el mismo demonio tiene inter�s en que t� no reces.


    Se titula as�: CARTA DE SATAN�S.

    �Te vi ayer cuando comenzabas tus tareas diarias. Te levantaste sin orar a tu Dios, en todo el d�a no hiciste nada de oraci�n. De hecho, ni recordaste bendecir tus alimentos. Eres muy desagradecido con tu Dios, y eso me gusta de ti.

    Tambi�n me agradaba la enorme flojera que demuestras siempre en lo que se refiere a tu crecimiento cristiano. Rara vez lees la Biblia y cuando lo haces est�s cansado. Oras muy poco y muchas veces recitas palabras que no meditas. Por cualquier pretexto llegas tarde o faltas a tus reuniones de formaci�n.

    ��Qu� decir de tus quejas al cooperar en la evangelizaci�n o diezmo! Todo eso es f�cil para m�. No puedo describirte c�mo me alegra que en todo este tiempo en que est�s siguiendo a tu Dios, no hayas cambiado tu manera de comportarte. Tantos a�os y sigues como al principio, crees que no tienes nada que cambiar. Me encantas. Recuerda que t� y yo hemos pasado muchos a�os juntos y te detesto. Es m�s, te odio porque odio a tu Padre. Solamente te estoy usando para molestarlo. Me echa del Cielo y yo voy a utilizarte mientras pueda vengarme de �l.

    �Mira ignorante, Dios te ama y tiene grandes planes preparados para ti, pero t� eres tan idiota que me has cedido tu existencia y yo voy a hacer que vivas un verdadero infierno en vida. Estaremos juntos doblemente y esto realmente va a dolerle a tu Dios. Con tu cooperaci�n voy a mostrar qui�n es el que realmente gobierna tu vida. Con todos los momentos rendidos que nos hemos pasado...; hemos disfrutado juntos muchas pel�culas, y qu� decir de las veces que hemos ido o los ��espect�culos art�sticos en vivo". Aquel d�a de tu debilidad con aquella personita simp�tica, �qu� bien nos la pasamos!

    �Pero m�s me agrada que no te arrepientes, sino que reconozcas que eres joven y tienes derecho a gozar la vida. No hay duda: eres de los m�os. Disfruto mucho los chistes colorados que dices y que escuchas, t� te r�es por lo gracioso de ellos, yo me ri� de ver a un hijo de Dios participando en eso. El hecho es que ambos la pasamos bien. La m�sica vulgar y de doble sentido que escuchas me encanta. Sabes cu�les son los grupos que me gusta escuchar.

    �Tambi�n disfruto mucho cuando difamas y te rebelas contra tu Dios, me siento feliz cuando te veo bailando y haciendo ese tipo de movimientos que tanto me fascinan. �Ah, c�mo lo disfruto!

    �Ciertamente cuando vas y te diviertes sanamente, me desilusionas, pero no hay problema, siempre habr� otra oportunidad. Hay veces que me haces servicios incre�bles cuando das malos ejemplos a los ni�os, cuando les permites que se desv�en de su inocencia, por medio de la televisi�n o cosas por el estilo. Son tan perceptivos que f�cilmente imitan lo que ven. Te lo agradezco mucho.

    �Lo que m�s me agrada es que rara vez tengo que tentarte, casi siempre caes por tu cuenta. T� buscas los momentos propicios, t� te expones a situaciones peligrosas, t� buscas mis ambientes, si tuvieras algo de sesos, cambiar�as de ambiente y recurrir�as a los sacramentos y entregar�as realmente tu vida al que dices llamar "tu Dios" y a vivir el resto de tus d�as bajo la luz del Esp�ritu Santo.

    �No acostumbro enviar este tipo de mensajes, pero eres tan conformista espiritualmente que no creo que vayas a cambiar. No malentiendas: te odio y no me interesas en lo mas m�nimo. Si te busco es porque me agrada; tu manera de comportarte hace quedar en rid�culo a Jesucristo.

    �Tu enemigo que te odia. Sat�n o como me quieras llamar. JAJAJA, JAJAJA

    PD. Si realmente me amas, no muestres esta carta a nadie. SATAN�S.


    Hasta aqu� la carta terrible de Satan�s.


    2. El sacrificio

    Me falta hablarte ahora del sacrificio, �no es cierto? Es algo que tambi�n le agrada mucho a Dios, si se lo ofreces con amor, adem�s de la oraci�n.

    Esta palabra no es bien entendida hoy d�a. Es m�s, se quiere suprimir del vocabulario. Ante tanto bombardeo del consumismo y hedonismo, que te invita al disfrute sin l�mite�la palabra sacrificio parecer�a un atentado a tu felicidad y placer.

    Y sin embargo, el sacrificio es una realidad bella en s� misma. Dice el Catecismo de la Iglesia cat�lica que el sacrificio es toda obra que se hace con el fin de unirnos a Dios en santa compa��a y ser verdaderamente felices.

    Hay sacrificios exteriores e interiores. Te doy unos ejemplos y t� mismo discierne qu� sacrificios son exteriores y cu�les interiores o espirituales.

    Por ejemplo, el sacrificio de levantarte temprano para llegar puntual a tu trabajo o a tu facultad; el sacrificio de estudiar; el sacrificio de no quejarte cuando algo te fastidia y molesta; el sacrificio de comer la comida que te prepar� tu madre y que no te gusta; el sacrificio de visitar a alguien que te hizo alg�n mal; el sacrificio de controlarte en la bebida o en el tabaco; el sacrificio de ofrecer tu enfermedad con paciencia; el sacrificio de obedecer a tus pap�s, a tus maestros, a las autoridades; el sacrificio de controlarte en el juego para no decir palabrotas y dominarte.

    Y como �stos, hay miles de sacrificios que puedes ofrecer a Dios en se�al de adoraci�n y gratitud, de s�plica y de comuni�n con �l. Pregunta a tu madre cu�ntos sacrificios tuvo que hacer cuando t� eras peque��n, al desvivirse por ti, cuidarte d�a y noche. Pregunta a tu mismo padre, cu�nto sacrificio le supone llevar adelante econ�micamente tu familia. Y t�, ni cuenta te das. El sacrificio es moneda para comprar tantas y tantas bendiciones de Dios.

    De ordinario el sacrificio cuesta a tu naturaleza humana, que tiende a lo f�cil, a lo placentero, a quitar cuanto cuesta. Y porque cuesta, tiene su m�rito. Los grandes santos hicieron en vida muchos sacrificios por amor a Dios, y todo esto les engrandeci�, les hizo agradables a Dios y Dios les bendijo con muchos favores y gracias.

    No tengas miedo al sacrificio. Mira a Cristo que en cada misa ofrece el sacrificio de s� mismo por ti y por la humanidad para darnos la salvaci�n y para dar gloria a su Padre Dios. Y durante su vida, cu�ntos sacrificios tuvo que ofrecer: nacer en una cueva de animales, ser ignorado en su pueblo, pasar treinta largos a�os escondido en Nazaret, soportar las cr�ticas que le dec�an algunos fariseos. Conoces tambi�n c�mo sufri� en la pasi�n: golpes, azotes, corona de espinas, bofetadas, escupitajos, clavado en una cruz. Todo este sufrimiento, Cristo lo ofreci� a su Padre por ti, por tus pecados, para que seas feliz y para ense�arte a ofrecer tu sufrimiento.

    Te narrar� la experiencia de sacrificio de alguien que estuvo en un campo de concentraci�n. Se trata de Viktor E. Frankl. Lo narra en su libro �El hombre en busca de sentido� .

    �A los reci�n llegados nos estaban reservadas todav�a muchas sorpresas de este tipo. Los m�dicos que hab�a en nuestro grupo fuimos los primeros en aprender que los libros de texto mienten. En alguna parte se ha dicho que si no duerme un determinado n�mero de horas, el hombre no puede vivir. �Mentira! Yo hab�a vivido convencido de que exist�an unas cuantas cosas que sencillamente no pod�a hacer: no pod�a dormir sin esto, o no pod�a vivir sin aquello.

    La primera noche en Auschwitz dormimos en literas de tres pisos. En cada litera (que med�a aproximadamente 2 x 2,5 m) dorm�an nueve hombres, directamente sobre los tablones. Para cada nueve hab�a dos mantas. Claro est� que s�lo pod�amos tendernos de costado, apretujados y amontonados los unos contra los otros, lo que ten�a ciertas ventajas a causa del fr�o que penetraba hasta los huesos. Aunque estaba prohibido subir los zapatos a las literas, algunos los utilizaban como almohadas a pesar de estar cubiertos de lodo. Si no, la cabeza de uno ten�a que descansar en el pliegue de un brazo casi dislocado. Y a�n as�, el sue�o ven�a y tra�a olvido y alivio al dolor durante unas pocas horas�.

    Me gustar�a mencionar algunas sorpresas m�s acerca de lo que �ramos capaces de soportar: no pod�amos limpiarnos los dientes y, sin embargo y a pesar de la fuerte carencia vitam�nica, nuestras enc�as estaban m�s saludables que antes. Ten�amos que llevar la misma camisa durante medio a�o, hasta que perd�a la apariencia de tal.

    Pasaban muchos d�as seguidos sin lavarnos ni siquiera parcialmente, porque se helaban las ca�er�as de agua y, sin embargo, las llagas y heridas de las manos sucias por el trabajo de la tierra no supuraban (es decir, a menos que se congelaran). O, por ejemplo, aquel que ten�a el sue�o ligero y al que molestaba el m�s m�nimo ruido en la habitaci�n contigua, se acostaba ahora apretujado junto a un camarada que roncaba ruidosamente a pocas pulgadas de su o�do y, sin embargo, dorm�a profundamente a pesar del ruido. Si alguien nos preguntara sobre la verdad de la afirmaci�n de Dostoyevski que asegura terminantemente que el hombre es un ser que puede ser utilizado para cualquier cosa, contestar�amos: �Cierto, para cualquier cosa, pero no nos pregunt�is c�mo�.

    No desprecies, pues, el sacrificio. Tienes madera para soportar eso y m�s. Y si lo haces por Dios, mucho mejor.

    No olvides esto.

    Nadie alcanza la meta con un solo intento, ni perfecciona la vida con una sola rectificaci�n, ni alcanza altura con un solo vuelo. Nadie camina la vida sin haber pisado en falso muchas veces...nadie recoge cosecha sin probar muchos sabores, enterrar muchas semillas y abonar mucha tierra. Nadie mira la vida sin acobardarse en muchas ocasiones, ni se mete en el barco sin temerle a la tempestad, ni llega a puerto sin remar muchas veces.

    Nadie siente el amor sin probar sus l�grimas, ni recoge rosas sin sentir sus espinas. Nadie hace obras sin martillar sobre su edificio, ni cultiva amistad sin renunciar a s� mismo. �Ni se hace hombre sin sentir a Dios! Nadie llega a la otra orilla sin haber ido haciendo puentes para pasar. Nadie deja el alma lustrosa sin el pulimento diario de Dios. Nadie puede juzgar sin conocer primero su propia debilidad.

    Nadie consigue su ideal sin haber pensado muchas veces que persegu�a un imposible. Nadie conoce la oportunidad hasta que �sta pasa por su lado y la deja ir. Nadie encuentra el pozo de DIOS hasta caminar por la sed del desierto. Pero nadie deja de llegar, cuando se tiene la claridad de un don, el crecimiento de su voluntad, la abundancia de la vida, el poder para realizarse y el impulso de DIOS. Nadie deja de arder con fuego dentro� Nadie deja de llegar cuando de verdad se lo propone. Si sacas todo lo que tienes y est�s con DIOS...�Vas a llegar!

    Te dejo ya. Hay que explicar el segundo mandamiento de la ley de Dios. Te invito a tomar conciencia de este primer mandamiento: �Amar�s a Dios sobre todas las cosas�.

    �Qu� hermoso poder amar a Dios, corresponder a tanto amor que �l te tiene! Y tambi�n, �qu� hermoso es sufrir por amor a Dios!

    El sacrificio tiene valor delante de Dios por el amor. El sacrificio como puro sacrificio no vale nada. Los condenados sufren, y �qu� se ganan? Los mundanos sufren, y �de qu� les sirve?

    Aqu� en el mundo, cuando manda Dios una prueba de esas dolorosas, la gracia hace que se abran los ojos, que se comprendan las cosas divinas, que se emprenda un nuevo camino, ciertamente; pero el amor es el que hermosea el sacrificio: el sacrificio, como tal, no es una cosa ni hermosa ni fecunda; el amor es el que lo hermosea y el que lo fecunda.

    Para que las almas puedan con sus sacrificios hacer bien a los dem�s, necesitan amar.

    �Amor con amor se paga�. As� lo hizo Mel Gibson. �Conoces su historia?

    A�os atr�s, un hombre muy trabajador decide llevar a su familia desde Nueva York hasta Australia, en busca de una mejor oportunidad de ingresos. Ten�a dos hijos muy apuestos. Uno de ellos pretend�a ser trapecista en un circo y el otro quer�a ser actor. Este �ltimo, mientras esperaba una oportunidad, trabajaba en los puertos locales situados en las peores zonas de la ciudad. Una noche, caminando de regreso a casa, el joven fue asaltado por cinco maleantes. �l se resisti� a entregar su dinero y fue agredido cruelmente.

    Le desgarraron brutalmente el rostro y lo golpearon salvajemente. Cuando finalmente fue encontrado por el polic�a, tirado en la calle, lo consideraron muerto y llamaron a la funeraria. En el trayecto, un polic�a se percat� de que el joven hacia un intento por respirar y fue llevado de inmediato al hospital de emergencias mas cercano.

    Fue horrible la impresi�n recibida por el equipo m�dico al constatar que aquel joven ya no ten�a un rostro. Sus ojos estaban desgarrados, su cr�neo, piernas y brazos fracturados, su nariz estaba literalmente perdida en su cara, todos sus dientes completamente partidos y la mand�bula desprendida. Ahora ten�an que trabajar por salvar su vida. Permaneci� cerca de un a�o en el hospital. Cuando sali�, su cuerpo estaba recuperado, pero su rostro causaba repulsi�n. Ya no era aquel joven guapo al que todos admiraban.

    Empez� a buscar trabajo y siempre era rechazado debido a su mala apariencia f�sica. Un empresario le sugiri� que participara en un espect�culo de circo, su nombre ser�a: "El Hombre Sin Rostro". El joven ejerci� este trabajo durante alg�n tiempo, pero no pod�a dejar de percibir el rechazo de las personas. Nadie quer�a ser visto con �l. Lleg� a pensar en la muerte y tuvo que luchar contra la idea del suicidio por casi cinco a�os.

    Un d�a, caminando sin rumbo por las calles entr� a una iglesia, pensando que all� pod�a alcanzar alg�n alivio. Vio al sacerdote orando. Sent�ndose, inclin� tambi�n su cuerpo y empez� a orar. El sacerdote al verlo, piadosamente lo levant� y lo llev� a la sacrist�a para conversar con �l. Lo anim� a tener fe en DIOS. Se impresion� tanto al punto de prometerle que har�a todo lo posible por ayudarlo a recuperar su dignidad y su vida. El joven comenz� a asistir a la iglesia con frecuencia y siempre agradec�a y ped�a a DIOS que le diera su paz espiritual y la gracia de ser un mejor hombre d�a a d�a.

    Despu�s de un tiempo el sacerdote por medio de influencias personales logr� obtener los servicios del mejor cirujano pl�stico de Australia, sin costo alguno. El cirujano estaba impresionado con el joven por todo lo acontecido en su vida y le conmovi� su positividad y su fe. La cirug�a fue un milagro. Tuvo acceso a los mejores servicios m�dicos. Poco a poco al joven se le empezaron a cumplir todas las promesas. Recuper� su rostro. Fue bendecido con una bella esposa, varios hijos y grandes �xitos profesionales.

    �l ahora nos da su testimonio. Este hombre es Mel Gibson. Hoy Mel es admirado por todos como un hombre entregado a DIOS, conservador y un gran ejemplo de fe y valor. Somos muchos los que no conoc�amos esta historia, que aunque cruel y triste, al final nos muestra la grandeza del amor a DIOS. El sacerdote que ayud� a Mel Gibson fue apenas un instrumento usado por DIOS para su recuperaci�n. Esta vivencia la debemos meditar como el milagro de lo imposible. �Entendemos ahora por qu� quiso filmar "La Pasi�n de Cristo? �Por gratitud a Dios por tanto amor que �l le tuvo primero!


    Resumen sacado del Catecismo de la Iglesia cat�lica

    2133 �Amar�s al Se�or tu Dios con todo tu coraz�n, con toda tu alma y con todas tus fuerzas� (Deuteronomio 6, 59).

    2134 El primer mandamiento llama al hombre para que crea en Dios, espere en El y lo ame sobre todas las cosas.

    2135 �Al Se�or tu Dios adorar�s� (Mt 4, 10). Adorar a Dios, orar a El, ofrecerle el culto que le corresponde, cumplir las promesas y los votos que se le han hecho, son todos ellos actos de la virtud de la religi�n que constituyen la obediencia al primer mandamiento.

    2136 El deber de dar a Dios un culto aut�ntico corresponde al hombre individual y socialmente considerado.

    2137 El hombre debe �poder profesar libremente la religi�n en p�blico y en privado� (Concilio Vaticano II, Declaraci�n �Dignitatis Humanae 15).

    2138 La superstici�n es una desviaci�n del culto que debemos al verdadero Dios, la cual conduce a la idolatr�a y a distintas formas de adivinaci�n y de magia.�

    2139 La acci�n de tentar a Dios de palabra o de obra, el sacrilegio y la simon�a son pecados de irreligi�n, prohibidos por el primer mandamiento.

    2140 El ate�smo, en cuanto niega o rechaza la existencia de Dios, es un pecado contra el primer mandamiento.

    2141 El culto de las im�genes sagradas est� fundado en el misterio de la Encarnaci�n del Verbo de Dios. No es contrario al primer mandamiento.


    Para reflexionar en particular o en grupos

    1.�Qu� papel juega en tu vida la fe en Dios? �Qu� haces cuando tienes dudas de fe?
    2.�C�mo demuestras que amas a Dios?
    3.�Por qu� hay personas que se alejan de la religi�n cat�lica?
    4.�Conoces a fondo tu fe cat�lica? �D�nde debes ir a profundizar en tu fe cat�lica?
    5.�Cu�les son los �dolos a quienes algunos hoy adoran, en vez de adorar a Dios?
    6.�Sabes rezar? �Qu� m�todo tienes al rezar?
    7.�Puede un cristiano participar en sesiones de espiritismo, consultar a adivinos, participar en el juego de la copa?
    8.Seg�n los Evangelios, �qu� caracter�sticas debe tener tu oraci�n?
    9.�Qu� sacrificios puedes ofrecer a Dios que le gusten y le den contento?
    10.�El hombre es un ser religioso por naturaleza? Demu�stralo. Entonces, �crees que es posible el ate�smo y el agnosticismo?


    LECTURA: Del Catecismo de la Iglesia cat�lica, la �ltima parte, sobre la oraci�n

    CAPITULO TERCERO: LA VIDA DE ORACION

    2697 La oraci�n es la vida del coraz�n nuevo. Debe animarnos en todo momento. Nosotros, sin embargo, olvidamos al que es nuestra Vida y nuestro Todo. Por eso, los Padres espirituales, en la tradici�n del Deuteronomio y de los profetas, insisten en la oraci�n como un "recuerdo de Dios", un frecuente despertar la "memoria del coraz�n": "Es necesario acordarse de Dios m�s a menudo que de respirar". Pero no se puede orar "en todo tiempo" si no se ora, con particular dedicaci�n, en algunos momentos: son los tiempos fuertes de la oraci�n cristiana, en intensidad y en duraci�n.

    2698 La Tradici�n de la Iglesia propone a los fieles unos ritmos de oraci�n destinados a alimentar la oraci�n continua. Algunos son diarios: la oraci�n de la ma�ana y la de la tarde, antes y despu�s de comer, la Liturgia de las Horas. El domingo, centrado en la Eucarist�a, se santifica principalmente por medio de la oraci�n. El ciclo del a�o lit�rgico y sus grandes fiestas son los ritmos fundamentales de la vida de oraci�n de los cristianos.

    2699 El Se�or conduce a cada persona por los caminos que El dispone y de la manera que El quiere. Cada fiel, a su vez, le responde seg�n la determinaci�n de su coraz�n y las expresiones personales de su oraci�n. No obstante, la tradici�n cristiana ha conservado tres expresiones principales de la vida de oraci�n: la oraci�n vocal, la meditaci�n y la oraci�n de contemplaci�n. Tienen en com�n un rasgo fundamental: el recogimiento del coraz�n. Esta actitud vigilante para conservar la Palabra y permanecer en presencia de Dios hace de estas tres expresiones tiempos fuertes de la vida de oraci�n.

    Art�culo 1 : LAS EXPRESIONES DE LA ORACION

    I.LA ORACI�N VOCAL


    2700 Por medio de su Palabra, Dios habla al hombre. Por medio de palabras, mentales o vocales, nuestra oraci�n toma cuerpo. Pero lo m�s importante es la presencia del coraz�n ante Aqu�l a quien hablamos en la oraci�n. "Que nuestra oraci�n sea escuchada no depende de la cantidad de palabras, sino del fervor de nuestras almas".

    2701 La oraci�n vocal es un elemento indispensable de la vida cristiana. A los disc�pulos, atra�dos por la oraci�n silenciosa de su Maestro, �ste les ense�a una oraci�n vocal: el "Padre Nuestro". Jes�s no solamente ha rezado las oraciones lit�rgicas de la sinagoga; los Evangelios nos lo presentan elevando la voz para expresar su oraci�n personal, desde la bendici�n exultante del Padre, hasta la agon�a de Getseman�.

    2702 Esta necesidad de asociar los sentidos a la oraci�n interior responde a una exigencia de nuestra naturaleza humana. Somos cuerpo y esp�ritu, y experimentamos la necesidad de traducir exteriormente nuestros sentimientos. Es necesario rezar con todo nuestro ser para dar a nuestra s�plica todo el poder posible.

    2703 Esta necesidad responde tambi�n a una exigencia divina. Dios busca adoradores en esp�ritu y en verdad, y, por consiguiente, la oraci�n que brota viva desde las profundidades del alma. Tambi�n reclama una expresi�n exterior que asocia el cuerpo a la oraci�n interior, porque esta expresi�n corporal es signo del homenaje perfecto al que Dios tiene derecho.

    2704 La oraci�n vocal es la oraci�n por excelencia de las multitudes por ser exterior y tan plenamente humana. Pero incluso la m�s interior de las oraciones no podr�a prescindir de la oraci�n vocal. La oraci�n se hace interior en la medida en que tomamos conciencia de Aqu�l "a quien hablamos". Por ello, la oraci�n vocal se convierte en una primera forma de oraci�n contemplativa.

    II. LA MEDITACI�N

    2705 La meditaci�n es, sobre todo, una b�squeda. El esp�ritu trata de comprender el porqu� y el c�mo de la vida cristiana para adherirse y responder a lo que el Se�or pide. Hace falta una atenci�n dif�cil de encauzar. Habitualmente se hace con la ayuda de alg�n libro, que a los cristianos no les falta: las Sagradas Escrituras, especialmente el Evangelio, las im�genes sagradas, los textos lit�rgicos del d�a o del tiempo, los escritos de los Padres espirituales, las obras de espiritualidad, el gran libro de la creaci�n y el de la historia, la p�gina del "hoy" de Dios.

    2706 Meditar lo que se lee conduce a apropi�rselo confront�ndolo consigo mismo. Aqu�, se abre otro libro: el de la vida. Se pasa de los pensamientos a la realidad. Seg�n sean la humildad y la fe, se descubren los movimientos que agitan el coraz�n y se les puede discernir. Se trata de hacer la verdad para llegar a la Luz: "Se�or, �qu� quieres que haga?".

    2707 Los m�todos de meditaci�n son tan diversos como diversos son los maestros espirituales. Un cristiano debe querer meditar regularmente; si no, se parece a las tres primeras clases de terreno de la par�bola del sembrador. Pero un m�todo no es m�s que un gu�a; lo importante es avanzar, con el Esp�ritu Santo, por el �nico camino de la oraci�n: Cristo Jes�s.

    2708 La meditaci�n hace intervenir al pensamiento, la imaginaci�n, la emoci�n y el deseo. Esta movilizaci�n es necesaria para profundizar en las convicciones de fe, suscitar la conversi�n del coraz�n y fortalecer la voluntad de seguir a Cristo. La oraci�n cristiana se aplica preferentemente a meditar "los misterios de Cristo", como en la "lectio divina" o en el Rosario. Esta forma de reflexi�n orante es de gran valor, pero la oraci�n cristiana debe ir m�s lejos: hacia el conocimiento del amor del Se�or Jes�s, a la uni�n con El.

    III. LA ORACI�N DE CONTEMPLACI�N

    2709 �Qu� es esta oraci�n? Santa Teresa responde: "No es otra cosa oraci�n mental, a mi parecer, sino tratar de amistad, estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos nos ama". La contemplaci�n busca al "amado de mi alma" (Ct 1,7) 8 Esto es, a Jes�s y en El, al Padre. Es buscado porque desearlo es siempre el comienzo del amor, y es buscado en la fe pura, esta fe que nos hace nacer de El y vivir en El. En la contemplaci�n se puede tambi�n meditar, pero la mirada est� centrada en el Se�or.

    2710 La elecci�n del tiempo y de la duraci�n de la oraci�n de contemplaci�n depende de una voluntad decidida, reveladora de los secretos del coraz�n. No se hace contemplaci�n cuando se tiene tiempo, sino que se toma el tiempo de estar con el Se�or con la firme decisi�n de no dejarlo y volverlo a tomar, cualesquiera que sean las pruebas y la sequedad del encuentro. No se puede meditar en todo momento, pero s� se puede entrar siempre en contemplaci�n, independientemente de las condiciones de salud, trabajo o afectividad. El coraz�n es el lugar de la b�squeda y del encuentro, en la pobreza y en la fe.

    2711 La entrada en la contemplaci�n es an�loga a la de la Liturgia eucar�stica: "recoger" el coraz�n, recoger todo nuestro ser bajo la moci�n del Esp�ritu Santo, habitar la morada del Se�or que somos nosotros mismos, despertar la fe para entrar en la presencia de Aquel que nos espera, hacer que caigan nuestras m�scaras y volver nuestro coraz�n hacia el Se�or que nos ama, para ponernos en sus manos como una ofrenda que hay que purificar y transformar.

    2712 La contemplaci�n es la oraci�n del hijo de Dios, del pecador perdonado que consiente en acoger el amor con el que es amado y que quiere responder a �l amando m�s todav�a. Pero sabe que su amor, a su vez, es el que el Esp�ritu derrama en su coraz�n, porque todo es gracia por parte de Dios. La contemplaci�n es la entrega humilde y pobre a la voluntad amorosa del Padre, en uni�n cada vez m�s profunda con su Hijo amado.

    2713 As�, la contemplaci�n es la expresi�n m�s sencilla del misterio de la oraci�n. Es un don, una gracia; no puede ser acogida m�s que en la humildad y en la pobreza. La oraci�n contemplativa es una relaci�n de alianza establecida por Dios en el fondo de nuestro ser. Es comuni�n: en ella, la Sant�sima Trinidad conforma al hombre, imagen de Dios, "a su semejanza".

    2714 La contemplaci�n es tambi�n el tiempo fuerte por excelencia de la oraci�n. En ella, el Padre nos concede "que seamos vigorosamente fortalecidos por la acci�n de su Esp�ritu en el hombre interior, que Cristo habite por la fe en nuestros corazones y que quedemos arraigados y cimentados en el amor".

    2715 La contemplaci�n es mirada de fe, fijada en Jes�s. "Yo le miro y �l me mira", dec�a a su santo cura un campesino de Ars que oraba ante el Sagrario. Esta atenci�n a El es renuncia a "m�". Su mirada purifica el coraz�n. La luz de la mirada de Jes�s ilumina los ojos de nuestro coraz�n; nos ense�a a ver todo a la luz de su verdad y de su compasi�n por todos los hombres. La contemplaci�n dirige tambi�n su mirada a los misterios de la vida de Cristo. Aprende as� el "conocimiento interno del Se�or" para m�s amarle y seguirle.

    2716 La contemplaci�n es escucha de la palabra de Dios. Lejos de ser pasiva, esta escucha es la obediencia de la fe, acogida incondicional del siervo y adhesi�n amorosa del hijo. Participa en el "s�" del Hijo hecho siervo y en el "fiat" de su humilde esclava.

    2717 La contemplaci�n es silencio, este "s�mbolo del mundo venidero" o "amor silencioso". Las palabras en la oraci�n contemplativa no son discursos, sino ramillas que alimentan el fuego del amor. En este silencio, insoportable para el hombre "exterior", el Padre nos da a conocer a su Verbo encarnado, sufriente, muerto y resucitado, y el Esp�ritu filial nos hace part�cipes de la oraci�n de Jes�s.

    2718 La contemplaci�n es uni�n con la oraci�n de Cristo en la medida en que ella nos hace participar en su misterio. El misterio de Cristo es celebrado por la Iglesia en la Eucarist�a; y el Esp�ritu Santo lo hace vivir en la contemplaci�n para que sea manifestado por medio de la caridad en acto.

    2719 La contemplaci�n es una comuni�n de amor portadora de vida para la multitud, en la medida en que se acepta vivir en la noche de la fe. La noche pascual de la resurrecci�n pasa por la de la agon�a y la del sepulcro. Son estos tres tiempos fuertes de la Hora de Jes�s los que su Esp�ritu (y no la "carne que es d�bil") hace vivir en la contemplaci�n. Es necesario aceptar el "velar una hora con �l".

    2720 La Iglesia invita a los fieles a una oraci�n regulada: oraciones diarias, Liturgia de las Horas, Eucarist�a dominical, fiestas del a�o lit�rgico.

    2721 La tradici�n cristiana contiene tres importantes expresiones de la vida de oraci�n: la oraci�n vocal, la meditaci�n y la oraci�n contemplativa. Las tres tienen en com�n el recogimiento del coraz�n.

    2722 La oraci�n vocal, fundada en la uni�n del cuerpo con el esp�ritu en la naturaleza humana, asocia el cuerpo a la oraci�n interior del coraz�n a ejemplo de Cristo que ora a su Padre y ense�a el "Padre Nuestro" a sus disc�pulos.

    2723 La meditaci�n es una b�squeda orante, que hace intervenir al pensamiento, la imaginaci�n, la emoci�n, el deseo. Tiene por objeto la apropiaci�n creyente de la realidad considerada, que es confrontada con la realidad de nuestra vida.

    2724 La oraci�n contemplativa es la expresi�n sencilla del misterio de la oraci�n. Es una mirada de fe, fijada en Jes�s, una escucha de la Palabra de Dios, un silencioso amor. Realiza la uni�n con la oraci�n de Cristo en la medida en que nos hace participar de su misterio.