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02 diamante hope azul smithsonian
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Curiosidades de la historia: episodio 136

El Diamante Azul, la joya perdida de la Corona francesa

Tras su robo en 1792, se perdió el rastro del legendario Azul de Francia. Hoy se cree que podría ser el mismo que el Diamante Hope, una gema azul aparecida 20 años después, de la que nadie pudo establecer el origen.

Tras su robo en 1792, se perdió el rastro del legendario Azul de Francia. Hoy se cree que podría ser el mismo que el Diamante Hope, una gema azul aparecida 20 años después, de la que nadie pudo establecer el origen.

02 diamante hope azul smithsonian

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TRANSCRIPCIÓN DEL PODCAST

Una de las salas más visitadas del Museo del Louvre, en París, es aquella en la que se exhibe la antigua colección de joyas de la Corona francesa. Rubíes, esmeraldas o diamantes rivalizan en belleza con delicadas piezas de orfebrería cargadas de valor histórico. Sin embargo, hay un gran ausente: el que fue uno de los buques insignia del tesoro real, el Diamante Azul, también llamado Bleu de France (Azul de Francia), que adornó la insignia de la Orden del Toisón de Oro del rey Luis XV.

La historia de la gema había comenzado en 1668 cuando Jean-Baptiste Tavernier, un aventurero y comerciante francés, arribó a Versalles con una serie de diamantes de gran pureza que había adquirido en el sultanato de Golconda, en la India. El mayor de ellos, una pieza de 115 quilates (unos 20 gramos) y un delicado tono azulado, llamó de inmediato la atención de Luis XIV, el Rey Sol.

01 museo louvre diamante azul joya

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A pesar de que por entonces los diamantes de color se consideraban impuros, el tamaño y las características de la pieza la convertían en una absoluta excepción. El monarca era un gran experto y conocía perfectamente el valor de la gema, por lo que no dudó en pagar por ella 220.000 libras –el equivalente a 150 kilogramos de oro puro– y añadirla al llamado "Gabinete de curiosidades" del castillo de Saint-Germain-en-Laye.

La joya de la Corona

En 1671, el monarca entregó el diamante a Jean Pittan, el joyero de la corte, quien lo trabajó según la talla conocida como "rosa de París" para, posteriormente, insertarlo en un broche de oro que el rey lucía en las grandes solemnidades. Al heredarlo, Luis XV concedió una nueva vida a la joya. Nombrado caballero de la Orden del Toisón de Oro en 1749, el monarca hizo insertar la gema en la insignia de la institución. El trabajo se encargó al joyero Pierre-André Jacquemin, quien ideó un complejo diseño de topacios, rubíes y otras piedras preciosas, presidido por el diamante, del que pendía un vellocino –símbolo de la Orden– recubierto de diamantes.

Luis XIV compró la gema, de 115 quilates y un ligero tono azulado, al comerciante francés Jean-Baptiste Tavernier en 1668

A la muerte del soberano, el espectacular conjunto fue agregado a la colección de joyas de su sucesor, el rey Luis XVI, y de su esposa María Antonieta. Tras el inicio de la Revolución, todas las alhajas reales fueron trasladadas desde Versalles al Garde-Meuble, el depósito de los bienes de la realeza, en el Hôtel de la Marine, un edificio cercano a la actual plaza de la Concordia.

Atraco al tesoro real

El responsable del traslado de las joyas de la Corona fue un antiguo ayuda de cámara del rey, Thierry Ville-d’Avray, que de inmediato fue nombrado intendente del Garde-Meuble. Pero el rápido enriquecimiento de este funcionario levantó sospechas sobre su gestión, por lo que la Asamblea Constituyente decidió realizar un inventario de las piezas custodiadas. Entonces se descubrió que Ville- d’Avray se había hecho con nueve cofres con gemas y alhajas procedentes del joyero real, que guardaba en su casa. Nunca se supo con qué propósito: financiar a los realistas, mantener a las tropas revolucionarias o por simple avaricia personal.

Tras la revolución, las joyas de la Corona fueron puestas bajo custodia en el edificio del Garde-Meuble, en París

Ville-d’Avray fue detenido y encarcelado en la prisión de l’Abbaye, donde murió poco después, mientras las joyas eran reintegradas al Garde-Meuble. Allí permanecieron hasta que, el 11 de septiembre de 1792, unos desconocidos burlaron la vigilancia de la Guardia Nacional, forzaron las puertas traseras, entraron en el edificio y robaron el tesoro real. Los ladrones repitieron la operación varias noches consecutivas. Así se adueñaron de nueve mil joyas, que incluían la espada cubierta de brillantes de Luis XVI, la chapelle del cardenal Richelieu y gemas como el diamante Sancy, de 55 quilates, o el Régent, de 140, además del espléndido Diamante Azul.

06 diamante azul india tavernier

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Sospechas

El asalto pareció uno más de los avatares del París revolucionario. Sin embargo, cabe preguntarse si no hubo una mano interesada en provocarlo. En el campo de batalla, las victorias de los aliados hacían temer el fracaso de las tropas francesas y, con ello, el fin de la Revolución. Sin embargo, pocos días después del robo, el ejército galo venció a los prusianos capitaneados por el duque de Brunswick en la batalla de Valmy. ¿Cómo fue posible la derrota del que se presumía uno de los mejores contingentes militares de la época? ¿Acaso el tesoro real o una parte del mismo ya recuperado por la Guardia Nacional había servido para comprar la voluntad de Brunswick?

Los ladrones accedieron al depósito sin ser detectados durante varios días consecutivos y se hicieron con nueve mil joyas

Sorprendentemente, el nuevo responsable de la custodia del Garde-Meuble, Jean Bernard Restout, que vivía en un edificio anexo, no advirtió el asalto hasta que la Guardia Nacional lo alertó al cabo de varios días. Los principales responsables del robo fueron arrestados poco después, pero un cuestionable y generoso juicio hace sospechar que el robo fue una maniobra para conseguir fondos con los que financiar la guerra. En este sentido, durante años se rumoreó sobre la supuesta visita de un enviado de Dantón a Brunswick llevando su preciado cargamento.

Comoquiera que fuese, pronto se recuperó una parte del botín. Las piezas más importantes se localizaron entre 1793 y el inicio del Imperio, en algún caso en circunstancias sorprendentes; por ejemplo, el diamante Régent apareció en un humilde granero de París. Pero faltaba el preciado Diamante Azul.

Investigaciones posteriores parecen dar por cierto que esta gema permaneció en poder de un cadete llamado Guillot que estuvo presente en el asalto al Garde-Meuble. Huido a Inglaterra, fue encarcelado cuando intentaba vender la joya en 1796. A partir de ese momento no se supo nada más del diamante.

Aparición sospechosa

Veinte años más tarde, en 1812, cuando ya habían prescrito los cargos, apareció en poder de un negociante de diamantes londinense llamado Daniel Eliason un diamante azul de 45,5 quilates y forma oval, cuyo origen nadie podía establecer. La pieza fue comprada de inmediato por el banquero y coleccionista Thomas Hope, quien dio su nombre al "nuevo" diamante.

04 toison oro luis diamante azul

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Sus dueños lo lucieron frecuentemente y no tuvieron inconveniente en mostrarlo en la Gran Exposición Universal de Londres de 1851, así como en la Exposición Universal de París de 1855. Fue entonces cuando un gemólogo de la capital francesa llamado Charles Barbot relacionó por primera vez el Hope con la preciada gema desaparecida del Toisón de Luis XV.

Tras verlo en la exposición Universal de Paris, en 1855, Charles Barbot afirmó que el Hope podía ser el Diamante Azul retallado

La talla permaneció en poder de los Hope hasta 1896, cuando la banca de la que eran titulares se declaró en quiebra. Comenzó entonces una imparable sucesión de subastas y propietarios diversos hasta que en 1901 fue adquirida por el diamantista estadounidense Simon Frankel, quien la llevó consigo a Nueva York. Fue subastado de nuevo en distintas ocasiones y acabó en manos del coleccionista neoyorquino Harry Winston, quien lo donó en 1958 al Museo de Historia Natural de la Smithsonian Institution de Washington, donde permanece en la actualidad.

Una nueva pista

Sin otra evidencia que el turbio origen del Hope, las sospechas que lo vinculaban al Diamante Azul no pasaron de ser meras especulaciones hasta el siglo XXI. En 2007, el prestigioso mineralogista francés François Farges, entonces a cargo de la colección de mineralogía y gemología del Museo de Historia Natural de París, descubrió un molde de plomo del Diamante Azul que yacía olvidado en los almacenes de la institución.

Según el profesor, al superponerlos, el Hope encaja perfectamente en el molde del brillante colgado del collar del Toisón. Los ladrones habrían retallado la gema de Luis XIV, de aspecto triangular, para darle una forma oval. Tres años después del descubrimiento, Farges y el joyero ginebrino Herbert Horovitz presentaron una réplica del Toisón de Oro, cuya pieza central identificaba el Diamante Azul tallado en el siglo XVIII como la gema de la que había nacido el Hope.

Con ello se desvelaba la historia de un diamante único que, durante dos siglos, había sido hurtada a la memoria colectiva.